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”
(JUAN 6:68.)
6 Este tipo de preguntas puede ayudar a los inactivos a comprender que desde que se alejaron de la congregación su
espiritualidad se ha debilitado y ya no son tan felices (Mat. 5:3; Heb. 10:24, 25). Y quizá se den cuenta de que ya no
sienten el gozo que sentían antes, cuando predicaban las buenas nuevas (Mat. 28:19, 20). ¿Qué deberían hacer
entonces?
9 El anciano podría mencionarle que, con el tiempo, algunos cristianos se han dado cuenta de que el asunto por el
que tropezaron en realidad no era tan grave. Es posible incluso que la piedra de tropiezo ya haya desaparecido. Por
otro lado, hay personas que se ofenden cuando les aplican alguna medida disciplinaria. En esos casos, la oración y la
meditación pueden ayudarles a reconocer que en realidad merecían algún tipo de disciplina y que no debían haberse
resentido (Sal. 119:165; Heb. 12:5-13).
¿Cometieron un pecado?
12, 13. ¿Cómo se puede ayudar al hermano inactivo que ha cometido un pecado grave?
12 Algunos cristianos dejaron de predicar y de asistir a las reuniones porque cometieron un pecado grave. Y temen
que si vuelven a la congregación y se lo confiesan a los ancianos, serán expulsados. Pero si ya no están practicando
ningún pecado y están sinceramente arrepentidos, no serán expulsados (2 Cor. 7:10, 11). Al contrario, recibirán una
cordial bienvenida, y los ancianos les darán la asistencia espiritual que necesiten.
13 Supongamos que se le ha pedido que visite a un hermano inactivo. ¿Qué debe hacer si este le confiesa que ha
cometido un pecado grave? Como dijimos antes, es mejor que no trate de ayudarlo por su cuenta. Sugiérale que hable
con los ancianos. Si el hermano no quiere hacerlo, usted tendría que seguir las instrucciones bíblicas para estos casos
(léase Levítico 5:1). Así estaría mostrando que para usted son muy importantes tanto el nombre de Jehová como el
bienestar espiritual de la congregación. Los ancianos sabrán cómo ayudar a quienes quieren regresar a la
congregación y hacer la voluntad de Dios. Claro, quizá se necesite aplicar alguna medida disciplinaria, pero siempre
se hará con amor (Heb. 12:7-11). Si el hermano reconoce que ha pecado contra Dios, deja de cometer el pecado y está
sinceramente arrepentido, puede estar seguro de que recibirá la ayuda de los ancianos y el perdón de Jehová (Isa.
1:18; 55:7; Sant. 5:13-16).
17 ¿Por qué se había hecho inactivo aquel hermano? Él confiesa: “Me fui concentrando cada vez más en las cosas del
mundo y descuidé mi relación con Jehová. Con el tiempo, dejé de estudiar, de predicar y de ir a las reuniones. Cuando
vine a darme cuenta, ya no formaba parte de la congregación. Pero el interés sincero que me mostró el anciano me
impulsó a volver”. Los problemas de este hermano empezaron a disminuir cuando aceptó el estudio. “Me di cuenta
—admite— de que en mi vida había un vacío: me faltaban el amor y la guía de Jehová y de su organización.”
18 ¿Cómo lo recibió la congregación? “Me sentí como el hijo pródigo de la parábola de Jesús. De hecho, una hermana
mayor que estaba en esa congregación hace treinta años y que todavía sigue allí sirviendo fielmente a Jehová me dijo:
‘¡Bienvenido a casa, hijo!’. Esas palabras me llegaron a lo más profundo del corazón. En efecto, aquella era mi
verdadera casa. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por el cariño, la paciencia y el interés que
me mostraron aquel anciano y toda la congregación. Su amor por Jehová y por los demás me ayudó a regresar al
rebaño.”
21, 22. ¿De qué pueden estar seguros quienes regresen a Jehová?
21 Si el hermano que se ha alejado siente temor de volver a ver a sus hermanos, usted podría recordarle que cuando
el hijo pródigo regresó a casa, fue recibido con gran alegría. Y lo mismo sucede hoy cuando alguien regresa al rebaño.
Anímelo a oponerse al Diablo y acercarse a Dios (Sant. 4:7, 8).
22 A los que quieren regresar a Jehová les aguarda una cálida bienvenida (Lam. 3:40). Cuando servían a Dios, sin
duda eran muy felices. Y si deciden volver a servirle, pueden estar seguros de que recibirán incontables bendiciones.