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“¿A QUIÉN IREMOS?


(JUAN 6:68.)

1. ¿Qué dijo Pedro cuando muchos discípulos abandonaron a Jesús?


EN CIERTA ocasión, un gran número de discípulos de Jesús se negaron a aceptar una de sus enseñanzas y lo
abandonaron. Cuando él les dijo a sus apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”, Pedro contestó:
“Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna” (Juan 6:51-69). En efecto, no había ningún otro lugar
adonde acudir, pues el judaísmo ya no tenía “dichos de vida eterna”. Y desde luego que hoy día no los tiene Babilonia
la Grande, el imperio mundial de la religión falsa. Así pues, para los que se han alejado del rebaño de Dios, pero
todavía quieren agradar a Jehová, “ya es hora de que despierten del sueño” y regresen a la congregación (Rom. 13:11).

4. ¿Qué aprendemos de lo que dice Gálatas 6:2, 5?


4 Una manera de animar a alguien a regresar a la congregación es recordándole bondadosamente que Jehová ama a
sus ovejas y que no nos pide nada que no podamos hacer. Lo que nos pide es que estudiemos las Escrituras, asistamos
a las reuniones y prediquemos las buenas nuevas del Reino, entre otras cosas. Tal vez sea conveniente leerle Gálatas
6:2, 5 y decirle que los cristianos podemos ayudarnos con nuestras cargas, pero que, claro está, “cada uno llevará su
propia carga de responsabilidad” ante Jehová, pues nadie puede servir a Dios por nosotros.

¿Se sintieron agobiados por “las inquietudes de la vida”?


5, 6. a) ¿Por qué es importante escuchar atentamente a los hermanos que se han hecho inactivos? b) ¿Cómo ayudaría
usted a un hermano inactivo a darse cuenta de que alejarse de la congregación le ha perjudicado?
5 Si el hermano inactivo desea abrir su corazón, el anciano o el publicador que lo visita debe escucharlo atentamente,
pues solo así sabrá cómo ayudarlo. Supongamos que usted es un anciano y visita a un matrimonio que lleva tiempo
sin asistir a las reuniones a causa de “las inquietudes de la vida” (Luc. 21:34). Tal vez los problemas económicos o las
obligaciones familiares los llevaron poco a poco a hacerse inactivos. Si le dicen que necesitan un respiro, tal vez podría
mencionarles que la solución no está en aislarse (léase Proverbios 18:1). Podría preguntarles con tacto: “¿Son más
felices desde que dejaron de asistir a las reuniones? ¿Ha mejorado su vida familiar? ¿Sienten todavía el gozo que
tienen las personas que confían en Jehová?” (Neh. 8:10).

6 Este tipo de preguntas puede ayudar a los inactivos a comprender que desde que se alejaron de la congregación su
espiritualidad se ha debilitado y ya no son tan felices (Mat. 5:3; Heb. 10:24, 25). Y quizá se den cuenta de que ya no
sienten el gozo que sentían antes, cuando predicaban las buenas nuevas (Mat. 28:19, 20). ¿Qué deberían hacer
entonces?

7. ¿Qué podemos decirles a quienes se han apartado del rebaño?


7 Jesús dijo: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer
con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida [...]. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo
haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder” (Luc. 21:34-36). A
quienes se han alejado pero quieren volver a sentir la felicidad de antes les podemos aconsejar que oren a Jehová
pidiéndole su espíritu santo y ayuda, y animarlos a actuar en conformidad con sus oraciones (Luc. 11:13).

¿Los hizo tropezar alguien?


8, 9. ¿Cómo podría un anciano ayudar a alguien que ha sufrido un tropiezo?
8 Como todos somos imperfectos, de vez en cuando se producen choques de personalidad en la congregación, lo cual
puede hacer que algún hermano se sienta dolido y se aleje del pueblo de Dios. Hay quienes tropiezan cuando un
miembro respetado de la congregación actúa en contra de los principios bíblicos. Si un anciano visita a un hermano
que se alejó por este motivo, tal vez puede hacerle ver que no tiene ningún sentido cortar la relación con Dios y con
su pueblo, puesto que Jehová no tiene la culpa de que alguien tropiece. ¿No sería mejor seguir sirviéndole con la
confianza de que él, “el Juez de toda la tierra”, sabe lo que ha ocurrido y se encargará del asunto de la mejor manera?
(Gén. 18:25; Col. 3:23-25.) Si alguien tropezara literalmente y se cayera, no se quedaría en el suelo; trataría de
levantarse enseguida, ¿no es cierto?

9 El anciano podría mencionarle que, con el tiempo, algunos cristianos se han dado cuenta de que el asunto por el
que tropezaron en realidad no era tan grave. Es posible incluso que la piedra de tropiezo ya haya desaparecido. Por
otro lado, hay personas que se ofenden cuando les aplican alguna medida disciplinaria. En esos casos, la oración y la
meditación pueden ayudarles a reconocer que en realidad merecían algún tipo de disciplina y que no debían haberse
resentido (Sal. 119:165; Heb. 12:5-13).

¿Les costó aceptar alguna enseñanza?


10, 11. ¿Qué argumento usaría para ayudar a alguien que no está de acuerdo con una enseñanza bíblica?
10 Hay quienes han dejado el rebaño de Dios porque no estaban de acuerdo con alguna enseñanza bíblica. En la
antigüedad, los israelitas que fueron liberados del cautiverio egipcio olvidaron lo que Dios había hecho por ellos y
“no esperaron su consejo” (Sal. 106:13). Tal vez sería útil recordarle al hermano que “el esclavo fiel y discreto”
suministra excelente alimento espiritual (Mat. 24:45). De hecho, fue gracias a ese alimento que llegó a conocer la
verdad. ¿No sería mejor que regresara a la senda de la verdad? (2 Juan 4.)
11 El anciano que está tratando de ayudar a un hermano inactivo podría hablarle de los discípulos de Jesús que lo
abandonaron porque no estuvieron dispuestos a aceptar una de sus enseñanzas (Juan 6:53, 66). Al cortar la relación
que tenían con Cristo y con los discípulos fieles, su espiritualidad y su gozo se vinieron abajo. ¿Y hoy día? ¿Acaso han
encontrado los que se apartaron de la congregación otro lugar con alimento espiritual de calidad? No, porque no
existe tal lugar.

¿Cometieron un pecado?
12, 13. ¿Cómo se puede ayudar al hermano inactivo que ha cometido un pecado grave?
12 Algunos cristianos dejaron de predicar y de asistir a las reuniones porque cometieron un pecado grave. Y temen
que si vuelven a la congregación y se lo confiesan a los ancianos, serán expulsados. Pero si ya no están practicando
ningún pecado y están sinceramente arrepentidos, no serán expulsados (2 Cor. 7:10, 11). Al contrario, recibirán una
cordial bienvenida, y los ancianos les darán la asistencia espiritual que necesiten.

13 Supongamos que se le ha pedido que visite a un hermano inactivo. ¿Qué debe hacer si este le confiesa que ha
cometido un pecado grave? Como dijimos antes, es mejor que no trate de ayudarlo por su cuenta. Sugiérale que hable
con los ancianos. Si el hermano no quiere hacerlo, usted tendría que seguir las instrucciones bíblicas para estos casos
(léase Levítico 5:1). Así estaría mostrando que para usted son muy importantes tanto el nombre de Jehová como el
bienestar espiritual de la congregación. Los ancianos sabrán cómo ayudar a quienes quieren regresar a la
congregación y hacer la voluntad de Dios. Claro, quizá se necesite aplicar alguna medida disciplinaria, pero siempre
se hará con amor (Heb. 12:7-11). Si el hermano reconoce que ha pecado contra Dios, deja de cometer el pecado y está
sinceramente arrepentido, puede estar seguro de que recibirá la ayuda de los ancianos y el perdón de Jehová (Isa.
1:18; 55:7; Sant. 5:13-16).

El feliz regreso del hijo pródigo


14. Relate la parábola del hijo pródigo.
14 Al ayudar a una oveja extraviada, se puede usar la parábola del hijo pródigo, que se encuentra en Lucas 15:11-24.
En ella, Jesús nos habla de un joven que derrocha su herencia viviendo de manera inmoral. Pero con el tiempo llega
a aborrecer su estilo de vida. Abatido por la nostalgia y con el estómago vacío, decide regresar a casa. Cuando su padre
lo ve venir a lo lejos, siente una enorme alegría; sale corriendo a su encuentro y lo abraza y besa con ternura. Esta
parábola podría motivar al cristiano que se ha alejado a regresar al rebaño. Puesto que este sistema de cosas pronto
será destruido, debería volver a “casa” lo antes posible.

15. ¿Por qué se alejan de la congregación algunos cristianos?


15 La mayoría de los que se alejan de la congregación no lo hacen exactamente como el hijo pródigo; más bien, se
apartan poco a poco, como un bote a la deriva que va alejándose de la orilla. Como hemos visto, algunos están tan
agobiados por las inquietudes de la vida que descuidan su relación con Jehová. Por otra parte, hay quienes tropiezan
por la conducta de algún hermano o se van porque no están de acuerdo con cierta enseñanza bíblica. Y otros dejan la
congregación porque han cometido algún pecado grave. Si ponemos en práctica las sugerencias de este artículo,
podremos ayudar a quienes se han alejado por estas u otras razones a regresar antes de que sea demasiado tarde.

“¡Bienvenido a casa, hijo!”


16-18. a) ¿Cómo ayudó un anciano a un hermano que llevaba muchos años inactivo? b) ¿Por qué se había hecho
inactivo el hermano? ¿Qué fue lo que le impulsó a volver? ¿Cómo lo recibió la congregación?
16 Un superintendente comenta: “Nuestro cuerpo de ancianos trata de visitar a todos los inactivos. Recuerdo el caso
de un hermano al que le había enseñado la verdad y que llevaba veinticinco años inactivo. Él estaba pasando por
graves problemas, así que le expliqué cómo podrían ayudarle los principios bíblicos. Al cabo de un tiempo, empezó a
asistir al Salón del Reino y aceptó un estudio bíblico, pues quería fortalecer su determinación de regresar a la verdad”.

17 ¿Por qué se había hecho inactivo aquel hermano? Él confiesa: “Me fui concentrando cada vez más en las cosas del
mundo y descuidé mi relación con Jehová. Con el tiempo, dejé de estudiar, de predicar y de ir a las reuniones. Cuando
vine a darme cuenta, ya no formaba parte de la congregación. Pero el interés sincero que me mostró el anciano me
impulsó a volver”. Los problemas de este hermano empezaron a disminuir cuando aceptó el estudio. “Me di cuenta
—admite— de que en mi vida había un vacío: me faltaban el amor y la guía de Jehová y de su organización.”

18 ¿Cómo lo recibió la congregación? “Me sentí como el hijo pródigo de la parábola de Jesús. De hecho, una hermana
mayor que estaba en esa congregación hace treinta años y que todavía sigue allí sirviendo fielmente a Jehová me dijo:
‘¡Bienvenido a casa, hijo!’. Esas palabras me llegaron a lo más profundo del corazón. En efecto, aquella era mi
verdadera casa. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por el cariño, la paciencia y el interés que
me mostraron aquel anciano y toda la congregación. Su amor por Jehová y por los demás me ayudó a regresar al
rebaño.”

Anímelos a actuar de inmediato


19, 20. a) ¿Cómo animaría a los inactivos a volver de inmediato al rebaño? b) ¿Cómo les explicaría que Dios no nos
pide más de lo que podemos hacer?
19 Vivimos en los últimos días; el fin de este sistema de cosas es inminente. Por eso, anime a los inactivos a que
comiencen ya mismo a asistir a las reuniones. Dígales que Satanás está tratando de arruinar su relación con Dios y
de hacerles creer que tendrán menos presiones si abandonan la adoración pura. Recuérdeles que la única manera de
sentir verdadero alivio de las presiones es siendo un discípulo fiel de Jesús (léase Mateo 11:28-30).
20 Ayúdeles a entender que Dios no nos pide nada que no podamos dar. Poco antes de la muerte de Jesús, María, la
hermana de Lázaro, derramó sobre él un aceite perfumado muy costoso. Cuando algunas personas la criticaron, Jesús
les dijo: “Déjenla [...]. Hizo lo que pudo” (Mar. 14:6-8). En otra ocasión alabó a la viuda pobre que hizo una pequeña
contribución en el templo, pues ella también hizo lo que pudo (Luc. 21:1-4). La mayoría de nosotros podemos asistir
a las reuniones y participar en la predicación del Reino. Y con la ayuda de Jehová, muchos que hoy son inactivos
también podrán hacerlo.

21, 22. ¿De qué pueden estar seguros quienes regresen a Jehová?
21 Si el hermano que se ha alejado siente temor de volver a ver a sus hermanos, usted podría recordarle que cuando
el hijo pródigo regresó a casa, fue recibido con gran alegría. Y lo mismo sucede hoy cuando alguien regresa al rebaño.
Anímelo a oponerse al Diablo y acercarse a Dios (Sant. 4:7, 8).

22 A los que quieren regresar a Jehová les aguarda una cálida bienvenida (Lam. 3:40). Cuando servían a Dios, sin
duda eran muy felices. Y si deciden volver a servirle, pueden estar seguros de que recibirán incontables bendiciones.

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