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En Ser y Tiempo Heidegger nos expone el Dasein, como ser-ahí, como ese ser que está eyectado

en el mundo, eliminando las filosofías de la modernidad, de la teoría del conocimiento, evitando


así el dualismo del proyecto Moderno -la contraposición sujeto y objeto-. Ser y Tiempo constituye
replantear de nuevo la pregunta por el ser. El Dasein es aquel ente que se pregunta por el ser. La
crisis de valores de Occidente proviene de centrarse en el mundo de lo cósico, en lo óntico (tratar
al hombre como instrumento). Encontramos en la obra un desvío, pues del planteamiento de
volver a replantear la pregunta por el ser, Heidegger se centra en la existencia de un ser que se
pregunta por el ser, se centra en el Dasein. Heidegger hará un análisis existencial que se pretendía
ser una ontología fundamental y al centrarse en el Dasein pasa a ser una antropología existencial.
El Dasein es un ente existencial, que a través del mirar fenomenológico, se encuentra arrojado en
el mundo, eyectado, huyendo así de la subjetividad.

El reto de Heidegger es conseguir pensar la correlación del hombre (como Dasein) y el mundo sin
recurrir a ningún a priori (como hicieron Kant o Husserl) ya que se ha deshecho del
transcendentalismo en cualquiera de sus formas. Por ello se esfuerza en desmontar la dualidad
moderna de sujeto y objeto, adoptando una estrategia que consiste en abandonar la propia
noción moderna de subjetividad. Así, Heidegger rechaza la metafísica de la sustancia y adopta una
metafísica de la relación entre ser y ser-ahí, entre el Sein y el Dasein. Esto nos lleva ya a que el
hombre, el Dasein no podrá gozar ni de la escasa sustancialidad de la que gozaba en Husserl.
Heidegger rechaza cualquier comprensión del Dasein como conciencia, como campo de
inmanencia. Heidegger deniega al Dasein, desde el mismo comienzo, el mínimo contenido
esencial; se niega a pensar su ser como esencia. Para ello sustituirá la oposición noema-noesis de
Husserl por la relación fáctica entre el Sein y Dasein. En Heidegger el sentido es siempre antes que
la verdad científica; la verdad al sentido y es originaria, es la que corresponde a la relación
inmediata entre ser y ser-ahí. Heidegger entiende la verdad como manifestación del ser, a la cual
llamará, al igual que los griegos, alétheia. Así, la verdad se comprende como el desvelamiento, el
venir-a-la-luz que tiene lugar en el propio corresponderse del ser y el ser-ahí. Con ello Heidegger
nos muestra el engaño en el que reposa la ciencia; la ilusión de que podemos poner el mundo
frente a nosotros libre de todo prejuicio, de que podemos ponerlo ante nuestros ojos tal como es,
en absoluto, como verdad objetiva; es la ilusión del conocimiento objetivo y de la ciencia que
presupone el esquema cartesiano de sujeto y objeto. Así se hace cargo de la intima complicidad
que liga el conocimiento científico a la subjetividad moderna. La pregunta por el sentido del ser ha
sido acallada como tal pregunta por el saber de la ciencia y la filosofía que ha interpretado la
realidad como la suma de los entes y objetividades; e interpreta al hombre como el ente de la
razón que objetiva. Para Heidegger la crisis del sentido es el olvido por la pregunta del ser como
tal. Por tanto, la salida de esta crisis provendrá de la deconstrucción de sus fundamentos,
construyendo con ello una postura post-moderna.

El primer modo de ser del Dasein es ser-en-el-mundo, a estos modos de ser Heidegger los llama
existenciarios, ello implica que el Dasein está arrojado, eyectado en el mundo; este estar eyectado
nos muestra al Dasein como arrojado a sus posibilidades. El Dasein antes que realidad es
posibilidad, es decir, somos nuestros posibles. Hay infinitas posibilidades pero algo seguro es que
una de esas posibilidades es la Muerte, esta posibilidad está presente en todas las posibilidades;
nos revela la nada, nuestra finitud; además nos muestra que es a la vez la imposibilidad de todas
las posibilidades. Por tanto, la muerte es posibilidad de todas las posibilidades y a la vez
imposibilidad de todas las posibilidades, en la medida en que las habita a todas. El Dasein es ese
ser en el mundo que también es ser-para-la-muerte. En la pregunta de Heidegger por el sentido
del ser-ahí, del Dasein muestra un tiempo distinto al tiempo de la ciencia. El Dasein es ya siempre
más allá de un presente, ya siempre un ex-sistir que se dirige a lo ya-sido, a lo por-venir. El Dasein
resulta así despojado de toda esencia, a causa de su finitud, de su temporalidad, por ser
solamente en el modo de la temporalidad. El tiempo del Dasein es anterior al tiempo lineal, físico y
teórico que presupone la concepción aristotélica y la ciencia moderna. La temporalidad del
hombre, devenido Dasein, impide que éste pueda ser al margen del mundo. Es su temporalidad,
en tanto que sentido del ser, la que señala que la existencia, el Dasein, está ya siempre fuera de sí,
que no se puede entender como campo de inmanencia, que es siempre un ahí, en el mundo; que
está siempre arrojado. Así, esta estructura, o sentido de la vida (devenida como existencia o
Dasein), es radicalmente temporal. Toda experiencia o fenómeno está ya siempre atravesada por
lo ya-sido o lo por-venir, esto disuelve el presente trascendental de la conciencia que era el
presupuesto de la mirada fenomenológica, tomando distancia con Husserl.

Por otro lado, el hombre, el Dasein, se pasa la vida tratando de ocultarse de ser un ser-para-la-
muerte; esto revela la angustia ante la nada, de la cual surge la existencia inautentica; el ‘se’ dice
(man), está determinado desde afuera, inmerso en el mundo de lo anónimo, de lo ‘uno’, para
ocultarse de la muerte, tratar de ocultar la finitud del hombre. Pero nadie puede morir por mí, el
Dasein debe aceptar su temporalidad, su finitud, que ese Dasein dejará de ser; pues la negación de
la muerte es la esencia de la existencia inautentica. En cambio, el fundamento de la existencia
autentica es no negar la finitud de la existencia, es aceptar que se es un ser-para-la-muerte; la
autenticidad se consigue aceptando la finitud, enfrentarse a la angustia; porque cuando se niega,
cuando lo ‘uno’, a través del ‘se’ (man) dice, condiciona al Dasein a una existencia inautentica,
ocultándole su finitud, sometiéndole a estar bajo el ‘otro’; es como haber vivido muerto. La avidez
de oportunidades, el otro, trabaja para la inautenticidad.

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