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42 | aesicto xv Los parlamentos se integraban en el mundo de la alta politica gracias a su capacidad para criticar y retrasar la legislaciGn, Abundan las referen- cias al parti de un ministro 0 de otro 0, durante el reinado de Luis XVI, al partido ministerial o al dela rina, Habla también un partido jansenista ‘muy activo, que hizo campafia durante todo el reinado de Luis XV con- tra sus opositores eclesisticos, especialmente los jesvitas. No eran partidos politicos en el mismo sentido que los whigs 0 los tories, 0 los Sombre- sino facciones relativamente abiertas, que, con la posible ‘excepei6n de los janseni Cuando estaban en conflicto con le corona, los parlamentos emplé ban todas las ticticas asociadas con Is alta politica, pero durante e nado de Luis XV reanimaron los argumentos constitucionales esgri las guerrasciviles de los siglos xvry xvi Suataque ‘que el Parlamento de Paris, al que los otros es- taban supuestamente a ico Parlamento nacional de Francie. Con tna meacl de lusién histdrica y enacronismo,los jueces ar- sguyeron que el Parlamento descendia de las antiguas asambleas medieva- les de guetreros francos que se reunfan en el Campo de Marte para discutir los asuntos publicos con el rey. Los jueces reclamabvan derechos 25, declarando que ningiin edicto real podia convertirse en ley hasta que hu- se sido libremente verificada y registrada por ellos. Ninguna de estas teorias era nueva, pero lo que las convirtié en potencialmente pe sas para fa corer en forma de protests. Estos textos eran lefdas con ‘de manera cercana las luchas entre el rey y los jueces. por iiltima vez durant se basaba en la opinién. versiGn de la teoriaconstitucional francesa, sobre todo en el discurso dela flagelacién pronunciado por Luis XV en 1766, que combinaba una dura condena de los parlamentos con una atrevida reafirmacién de la monar- ‘quia patrimonial de derecho divino. El fracaso de los reyes franceses por responder con algo més convincente fue una causa importante de la Re- voluci6n, La politica representativa {A principios del siglo xv, la monarquia absoluta estaba en su cenit y se habria perdonado que un observador informado asumiera que las insti- POLITICA ¥ ESTADO EN LA BUROPA DEL SIGLO XVII | 43 tuciones representativas serfan pronto confinadas al cubo de la basura de desde 1614, 1n victorioso Fe- de su victoria en la guerra de sucesién. Durante el siglo siguiente no hubo ‘un gran renacer de los parlamentos nacionales, pero su valor potencial se hizo regularmente mas visible. Esto se debia, en gran medida, al gran éxi- Gran Bretafa, Sus espectacalares ial en Norteamérica ¢ India, continente y especialmente entre los descontentos sibditos de Luis X A pesar del revés que supuso la guerra de independencia americana, los britdnicos refutaron répidamente ls sirenas que predectan su rante el sigio xix, su poder militar e industrial su estabilidad pol Virtieron a su monarqufa constitucional en la envidia de Europa. HI Parlamento apesar de que el tio, 05, los militares y los funcionarios reales, todos ellos desi dos de por vida, y una cémara baja de enviados elegidos por pequefias die- tasdela nobleza Junto al derecho de elegir al rey, la szlachta habia consegui- «do més derechos politicos — lo briténico, esto no tenia por qué obstaculizar el buen gobierno, Sin em- Dargo, para desgracia de Polonia, la selachta tenfa un miedo obsesivo, casi paranoico, del absolutismo real. En 1652, estos recelos habfan dado lugar al absurdo inconstitucional del liberum veto, un mecanismo por el que un ‘miembro que disintiese de la asamblea podia bloquear la egislacién. Una vez ejercido, el veto no s6lo podia detener la controvert bién poner final Sejm e invalidar todo el program «eta para la anarquia y, con los vecinos siempre ansiosos por mantener la ‘Unién débil, nunca faltaron sobornos para que el veto se aplicase con fee- ‘cuencia, Los Sefms de 1701-1702, 1729, 1730 y 1732, por mencionar al- sguinos, fueron echados por tierra de este modo y la Constitucié sgarantiz6 la paralisis del gobierno, Por si fuera poco, las reservado tambi mismo de revuelta ima, cuando el rey les desagradase. La confedera- ci6n de Bar (1768-1872) que se levant6 contra las iniciativas reformistas 44 | ei sicio x de Estanislao Poniatowski mostré la vitalidad del principio y suministré a Rusia, Prusia y Austria el pretexto necesario para emprender la pri- mera particién. Los parlamentos nacionales de Gran Bretafia, Suecia y Polonia se ha- aprovechado dela debitidad monérquica, de las secuelas de la guerra vilo dela derrota militar y habfan preservado el p crucial de que Jos impuestos no podian incrementarse sin consentimiento. Los estados de Warttemberg, por otro lado, fueron capaces de sacar provecho de la peculiar Constitucién del Sacto Imperio Romano, que les permitia apelar istas de su du- ‘iGn, sino también crear un clima de confianza inapreciable ala hora de aumentar los impuestos y pedir préstamos. Si el derecho a consentit so- bre los impuestos era la joya de la corona parlamentatia, otras gemas bri- llaban con igual resplandor. Toda legislacin dictada en Suecia y Polonia requitié de consenso y el monarca no pudo ni declarar la guerra ni firmar 0 para oponerse @la pol peto los estados provinciales no se metian normal- ‘mente en aguas tan profundas. Sin embargo, disfrutaban de considerable libertad cuando aparecian problemas tributarios © administrativos en el contexto local. Los poderes de los parlamentos nacionales eran impresionantes, pero _xepresentaban realmente los intereses de algo mas que uns limitada elite de arist6cratas o propietarios? Una rapida mirada a quienes participaban en el proceso electoral sugiere que asi era. Se ha estimado que en Polonia habia unos 150,000 szlachta activos politicamente. Aunque no todos po- dian participar en las elecciones monrquicas, podian votar por los envia- dosa las pequefias dietas locales. En Gran Bretafa, el electorado estaba le- jos de ser democrético, yas estimaciones mis generosas no calculan mas le 350.000 electores en 1800. Durante el siglo xv, aproximadamente ‘una quinta parte de los escafios de la Camara de los Comunes eran de- signados por propietarios y muchos mas estaban controlados y actuaban 2 favor suyo. Sin embargo, en ciudades como Bristol, Leicester, Norwich 0 Londres la mayoria de los hombres residentes que fuesen propietarios de tun inmueble tenfan derecho al voto y su co ‘quedaba fuera de la capa- Riksdag sueco era una POLITICA ¥ ESTADO EN LA BUROPA DEL sIGLO xv | 45 asamblea de cuatro estados y cada cimara tenta diferentes regulaciones referentes a la patticipacién en ellas. Cada familia noble tenia derecho dle representacin y se dieron reuniones de mil miembros.Lo mismo se po- dia observar en la reunién de los estados provinciales de Bretafa, donde cientos de nobles acudian en masa alas asambleas bienales, normalmente para oponerse al rey mientras cenaban a sus expensas, Los representantes clericales en Suecia se elegian por didcesis, en ocasiones mediante votacién, efes de las ca sas religiosas estaban presentes. Los diputados de las ciudades suecas se legian por un suftagio que tenia casi tantas inconsistencias como el bri- ténico, pero en Francia Luis XIV habia acabado con cualquier representa~ cin puesto di sueco fue probat ‘més representativo en Europa antes jacobinos introdujesen el sufragio universel masculino en 1792. Tal fue la naturaleza divisiva dela politica revolucionaria, que a medida que la opor- tunidad se ampliaba,el deseo de hacerlo disminuia, Cuando prestamos atencién hacia las campanas electorales, se percibe lamplio segmento de la poblacin que asistia al drama, La politica nica del siglo xvut se ha descrito tradicionalmente en términos de corrup- ._ci6n y patronazgo. Esta imagen se ha revisado actualmente y la riqueza del debate politico se puede apreciar de manera més completa. Los votan- tesespe: jerto grado de respeto y atencidn, y cuando faltaba, se po- dian crear les condiciones para una impugnacién. Se gastaban fortunas para obtener escafios, como, por ejemplo, la suma de cien mi tada en la elecci6n de Shrewsbury en recido dinero por sus votos. Esperaban que se les tratase como hombres honorables cuya relaci6n con el candidato se bbasaba en la amistad y el respeto mutuo. Cualquier favor se interpretaba como expresién concreta de esos vineulos. Las descripciones de las elecciones del siglo xvut, sin embargo, evocan. imagenes de practicas modernas. Un candidato cansado escribié: «Duran- tealgunos dias... he tenido que hablar de politica dia y noche con la mu- chedumbre, admirar su discutso, parecer deslumbrado por su ingeni aiin més, he tenido que abrazar continuamente sus cuerpos sucios nos de pulges». Otro declar6: «Bstoy medio muerto de beber, fumar y caminar por las calles a todas horas. Podfan haber intercambiado histo ras de horror sobre sus campaiies, pero lo que es de destacar es que alos 46 | eLsicio xvin dos candidatos les separaban casi mil seicientos kilémetros. Bl primero, Estanislao Poniatowski, futuro rey de Polonia, se presentaba a le elecci6n de la cimara de representantes, mientras que el oro, John Chetwynd, bus- caba el favor del electorado de Preston, Ninguno podia dar el apoyo por supuesto,y los dos se vieron obligados a agasajar a los votantes con bebide yy hospedaje cuando estas elecciones, a menudo protongadas, tenfan lu Hacer campafia tampoco era simplemente darse un baiio de m tudes. Durante el siglo xvut, la mayoria de los diputados briténicos cafan jo la influencia de representantes electorales, cuyo trabajo era proteger Tosintereses de sus patronos. e establecian comités electorales con la mi- siOn de reunie alos electores y organizar su viaje, manutenci6n y entrete- petidas elecciones briténieas, por ejemp! {que la votacién emperaba los candidat fas elaboradas. Charles Caesar entré en Hertford con un séquito de tas personas en 1715, mientras que en 1790 a lord Sheffield sus, le fueron a buscar cuando se encontraba en su carruaje a mis de tres kil6metros de Bristol para escoltarlo hasta la ciudad. Los candida- tos rivales hacfan ostentacién de su poderio adornando las calles ya sus sy escarapelas. Cuando se daba un resultado, las |hogueras, los bailes y le inevitable bebida se convertian en parte de un ri- tual comiin que involucraba de manera manifiesta a un sector més am- jo dela sociedad de lo que las listas electorales muestran. Aquellos que aclamaban a un candidato, luctan sus colores o importunaban a un opo- nente puede no haber contado demasiado en el gran esquema delas elec- ciones, pero su implicacién no deberia ignorarse. En elecciones reiidas, los problemas locales eran normalmente deci- sivos, Los votantes esperaban que su miembro del Parlamento y'su patron ‘cuidasen de sus intereses, creasen empleo, gastasen generosamente en la rial en tiempos de calamidad, Si tun escafio cambiaba de manos 0 se colocaba a ‘en un municipio ores lo percibiesen urbio inminente la informacion de que su agente electoral en Cambrid- estado «por todas partes con una botella en una mano y una guinea en la otra, y no se desprendia de ninguna de elas». Nuevamente el POLITICA Y ESTADO EN LA EUROPA DEL sicLo vit | 47, sistema polaco proporciona un paralelismo interesante. En 1761 Miguel todo el que no hace nada sa- Y Fecompensay. Su queja era flsa. Como todos los grandes patronos, él ddebia su autoridad a la capacidad de dispensar obsequios y acceder fluencias poderosas més alli de los limites de sus votantes 0 clientelas. Las elecciones eran generalmente asuntos parroquiales, pero habia al- sunos asuntos que podfan tocar la fibra nacional. En Gran Bretati era sin duda el mas sensible, y ley de na de 1753 como el acta de desagravio catslico de 1778 desataron una marea nacional de fanatismo. La oposicién a la guerra de independencia ameri- ‘cana fe igualmente controvertida y consigui6 apoyo a lo largo de los dis- tos electorales, tal y como sucedi6 con pacticular la ley de impuestos de 1763. En estos asuntos de tensi bros del Parlamen- sin embargo, io segiin el cual los parlamentarios eran Jos representantes y no los delegados de sus clectores, Francia tuvo un de- bate similar en 1789, y muchos diputedos fueron enviedos alos Estados Generales con instrucciones detalladas, especialmente en relaci6n con la tado de declararse a si mismo Asamblea Nacional y, 2 partir de entonces, sus miembros actuaron como representantes de la nacién soberana. En Polonia, por otra parte, los diputados a la cfmara de representantes eran técnicamente delegados, y estaban obligados a informar a las dietas loca- les en el tiempo de un mes después del im. A pesar de que es- tas normes no se segu‘an con rigor, oftecen nueva evidencia del poder po- litico de la selach Los miembros de los parlamentos nacionales proventan de un estre- ‘cho cfeculo sox bleza dor cativa parte de representantes de las fuerzas armadas y los oficios. Entre los representantes polacos habia también una alta proporcién de hijos 48 | stsicioxvin como la ambici6n personal ola afinidad de partido. Sélo poco i6n de la politica como una carrera empezé a tomat forma y son una aguda indic: imo, las carreras de Tom Paine, Joseph Priestley, Maximilien Robes- el término partia, los polacos pensaban en las grandes familias de mag- nates sus seguidores, que eran redes de clanes, amplias asociaciones ba- lentelismo, que luchaban por el botin de st ismo se puede decir de los partidos franceses, el resultado de las elecciones reales. A primera vista los partidos p ticos suecos, los Sombreros y los Gorros, apenas parecfan mas sofistica~ dds, ya que ambos dependian de pagos extranjeros. Sin embargo, un anidlisis més profundo revela caracteristicas que recuerdan las de las or- «genizaciones modernas. Carl Gyllenborg inspir6 el surgimiento de los Sombreros, liderando una notable campafia contra el ministro de Arvid Horn, En 1734 fund6 el primer club p polémica campafia —que incluyé la produccién de una obra satitica, Den Svenska Spritthéken— y viaj6 por las provincias comprando votos para la elecci6n de 1738. Cuando los nuevos diputados llegaron a Esto- colmo, fueron recibidos con listas donde se les explicaba cémo vot las bases para el dom breros durante casi veinteafios. Tanto los Sombreros como los Gorros eran grupos elitistas sin los ‘miembros de las masas ni las rafees profundas en la sociedad sueca nece- sarios para sobrevivir al golpe mondrquico de 1772. Los historiadores br + por otra parte, estén actualmente mas cercanos alla idea de que Tories tenfan una identidad diferenciada y de que términos como «voto torys 0 «partido whig» no son anacrOnieos. Sin embargo, no eran Jos partidos fuertemente controlados de I época moderna, y un ministe- rio exitoso suponfa saber mangjar al Parlamento. No hay un exponente mis fino de este arte que Robert Walpole, cuyos crticos clamaban con- POLITICA ¥ ESTADO EN LA EUROPA DEL Sisto XviD | 49, tra su «pequetio y s6rdido genio para las trampas y astucias, que base todo su éxito en lacorrupcidn, las especulaciones y otras atts brbaras En una era previa las burocracias de partido, a los cuadros guberna- ‘mentales y alos portavoces oficiales, el patronazgo erala lave paraelcon- tuol del Parlamento y Walpole era el maestro artesano, La politica y el pueblo Una de las consecuuencias mds profundas del crecimiento econémico del norte de Francia, Belg seer una casi comple Rusia, la mayor parte se les acercaba, Como es 16- el mercado de las noticias politicas, en forma de diarios, libros y publicaciones periédicas, experimenté un gran auge. Gran Bretafia es- taba a la vanguardia en este aspecto, con una venta anual estimada en 2.500.000 de como la historia de John Wilkes. En el Sacro Imperio Romano, los di ean también un hecho cotidiano, con no menos de doscientos en circu- lacién en 1789 y un niimero de lectores estimado publica de Holanda también tenia una saludable Boeken © los semanales Post y Kruyer se publicaban en toda la nacién con tiradas de algunos miles. Algunas de estas publicaciones, de manera des- tacable la Gazette de Leyde y la Gazette d’Amsterdan citculaban mas ali de Jas fronteras nacionsles y eran especialmente populares en Francia. Los inistros de Luis XVI abandonaron cualquier intento de frenar su difu- sign, en su lugar, empezaron a filtrar informacion con le esperanza de obtener un La prensa francesa autéctona era me- 2, Organos oficiales como la Gazette de France eran poco ms que 50 | si sicLo.xvin ceditoriales mas notables del siglo xvi, Aparecié de manera continua de 1728 a 1803, proporcionando informacién y noticias sobre asuntos de la Iglesia y del Estado. Los periédicos y las revistes eran s6lo una parte de la explosién de obras impresas que inund6 las ciudades europeas. Ninguno de estos bie- en Gran BretaBia,yestaban més allé razones para cteer que el nimero de lectores real eta mucho més elevado das. En toda Buropa, el sigho x iferaci6n de salas de lectura, cafés tabernas, acade gias masonicas y clubes donde aquellos que buscase ico poditan reunirse para leer las noticias 0 discutir sobre los asuntos en. ‘curso. El Liverpool General Advertiser resumié la situacién de manera cos, nuestros cafés, cet- nuestros hombres de campo, coadjutores, recaudadores de impues ry herreros perdesfan la satisfaccién de ser tan sabios como William Pitt». Cuando Ia censura real entr6 en crisis en 1788, los franceses no fueron ‘menos entusiastas y se ha estimado que sélo en 1789 aparecieron cien diarios. 1a irrupci6n de la politica en la vida cotidiana no se limité simple- mente a la pagina impresa. Si un péster del Che Guevara era de rig para los estudiantes radicales de los sesenta y los setenta, sus predecesores ‘en el Oxford de mediados del siglo xvot podian burlarse de la aut comprando una imagen barata del joven pretendiente.* Durante sus mu- chas campafas, John Ikes fue pionero en diferentes técnices, Su infame ton, se convirti6 en un simbolo propagendistico, apareciendo bajo cualquier forma, desde el graffiti dibujado con tiza en las paredes hasta la elaborada decoraci6n de una caja de rapé. Josiah Wed- gewood demostré su agudeza comercial al fabricar recuerdos celebrando la lucha de Wilkes y, cuando la politica holandesaestalé en la década de 1780, el sagaz empresario oftecié sus servicios a todos los matices del es- ectro politico, Los orgullosos orangistas podian adquirir relicarios con tas podtan elegir entre aba un perro apoyan : Honi soit qui ccajas de raps, | do la pata contra un naranjo al lado del encantador le » Bl joven pretendiente era Carls Eatuardo eto del monarca Jacobo It depuesto en 1688. (N, det) DO EN LA EUROPA DEL SIGLO x ‘mal y p..o. La Revolucién francesa cre6 tn vasto mercado para los colec- . Las corrientes actuales restan importencia a iciones nacionales en la determinacion ss comunes,y climpacto de as di descritas no sla menos importante, POLITICA ¥ ESTADO EN LA EUROPA DEL staLo xvi | $5, Gran Bretafia continué siendo notablemente estable tras su derrota en América, La persistente prosperidad econémica fue un factor ¥ Ia estabilidad fue, en primer lugar, el resultado de ua sistema p a pesar del poder de una oligarq basada en los principios de al del requerimiento de titu- jedad para ser miembro del Parlamento, Thomas Hardy, Tom 1 Richard - ron la corrupci6n,la décades de 1730 y 1740. Como era previsible, tan disperso como diversa era st herencia intelectual, y nunca se unié al- rededor de un lider, una plataforma o una ideologia comin. Tampoco iecesario para forzar el jorizado suspendi6 jacobinos y apro- 6 una legislacion represiva, inclayendo el acta de pricticas sediciosas y de traicién en 1795. Pero se estaba haciendo una montaita de un grano de arena, puesto que, dada la oportunidad, la amplia masa de la poblacion se ade ls que pudiesen reunir sus opositores radcale. guerra de independencia americana no consigui6 favorecer a los repercusiones en la Repiiblia de Ho- Janda, A pesar de luchar al lado de los colonos y sus aliados franceses, los holandeses sufrieron derrotas humillantes a manos de a flota inglesa. Es- Schimmelpenninck pidieron la reforma det sistema republicano en el nom- bre del pueblo. Van der Capellen tradujo las Observaciones sobre la libertad 56 | eu sieLo xvi ‘Como en América, a milicia civil era parte integral de una ideologia pa- tritica que ensalzaba el derecho de un pueblo libre a azar las armas en defensa de la libertad. Miles acudieron en masa para unirse @ las milicias, a pesar de que resultaron impotentes cuando se enfrentaron a las tropas prusianas enviedas para mantener al stadholder en 1787. El legado del re- ico estaba claramente cerca de los pensamientos de los inde Cicerén de una repiiblica moral se mezcl6 con una nstituciones del se hicieron lentos pero meticulosos progresos para conseguir que la szlachta abandonase su ciego apego a ls libertades doradas. El rey esempefié un papel decisivo en la creacién de una oportunidad ade- cada para la reforma, y le ayudaron el impacto de l ilustracién polaca y Theride orgullo nacional, El resultado fue la primera Constitucion escri- ta de Europa en mayo de 1791, promulgada por el tinico Sejm de cuatro 788-1792), que cort6 el nudo gordiano de la politica polaca al bo- al establecer parlamentos bienales de diputados repre- sentantes, El articulo tres de los once que se establecieron declaraba que «todo gobierno de las sociedades humanas se origina en la voluntad de la ‘nacién», lo que revelaba una de sus principales debilidades, Porque, aun- {que las reformas fueron calurosamente bienvenidas en toda la uni6n, no hnubo un de luchar contra la servidumbre. La nacién no era un concepto universal y continué excluyendo ala mayoria de los polacos. Las ideas de los reformi law Staszic y Jan Ferdynand Nax, que sofiaban con un ejécito de ciudadanos, no pudieron ponerse en prctica, incluso cuando la segunda y la tercera particién destruyeron las esperan- 728 y aspiraciones de mayo de 1791 ‘No por iltima vez, Polonia cay6 victima de la realidad geopolitica al set derrotada por las grandes potencias de Austria, Prusia y Rusia, Los in- tentos de revuelta o de reforma encontraron un destino similar en Corcega, la Republica de Holanda y el principado-obispado de Li mencionar algunos, y tinicamente en una gran potencia como pudo florecer la revolucion igro inmediato de la interferencia ex- ‘tanjera. La victoria en la guerra de independencia americana trajo deudas y decepcién al gobierno de Luis XVI, pero inspiré a jévenes y ambiciosos aristécratas, como el marqués de Lafayette, quien habia experimentado la POLITICA ¥ ESTADO EN LA EUROPA DEL StGLO xvi! | 57 lucha contra ls ingleses de primera mano. Junto a su amigo Thomas Jef ferson, Lafayette ayudé a esbozar la Declaracién de los Derechos del Hombre, que consagraba la doctrina ilustrada de las libertades indivi- duales que simbolizaban las esperanzas de 1789. Lo que convirtié ala de- claracién en revolucionatia fue la inclusién del principio segiin el cual la soberania no residia en el rey, sino en la nacién. Fue en nombre del pue- blo soberano que la Asainblea Constituyente destruyé Ia infraestructura corporativist. giada y parroquial del ancien ré Japor una Francia habitada por ciudadanos Ievando a la practica el programa de los absolutistas ‘monatcas franceses no habian podido o no habfan consig en un principio con lo que sucedia en Francia, y un rey de su podria haber liderado el proceso de reforma admini vor suyo, Por desgracia, Luis XVI no logré comprender el nivel de cambio que era necesario, En su lugar, ofteci una meacla sin esperanza de me- dias medidas, equivocaciones y rotunda hostilidad que destruyé cual- 4uier suetio de crear el amplio consenso necesario para evitar que la Re- volucién tomase una direccién radical. La actitud del rey, puesta de manifesto en su abortada huids a Varennes en junio de 1791, propor- cioné la oportunidad para que el incipiente movimiento republicano cemergiera de entre las sombras. La dé primavera de 1792 provoct la criss q narquia y ayud6 a alimentarelclima que conducia al A finales de 1793, una revolucién que habia prometido libertad estaba {ibrando una sangrienta guerra civil contra muchos de sus propios ciuda- ddanos, que ahora vivian bajo un reino del Terror que Camille Desmoulins comparé de manera memorable con el de Nerén. Mientras Robespierre y sus aliados del Comité de Salud Pablica buscaban forjar la repaiblica dela virtud, miles de personas eran ejecutadas y cientos de miles mis eran arres- tadas en base a cargos falsos 0 meras sospechas. Thermidor finalmente acabé con la carnicerta y l Directorio que le siguié se enfrent6 a la hostil izquierda jacobina,a la vengativa derecha mondrquica y al desconcertan- te problema de cémo reconciliar los objetivos de libertad e igualdad, a primera vista incompatibles con el orden, En esta tareafracasé de lleno y, como muchos habian temido, la Revolucién cre6 su propio César. Pero Napoleén fue més que un déspota Su gran logro fe proyectarse a simismo como el hombre de la Re st auténtica personificac 58 | sLsiovoxvm aquel que protegeria los beneficios de 1789 mientras proveeria a Francia rel nunca visto desde la épo~ ete sagaz.como para xescuchar» la Yor-del pueblo por medio deplebacito Nepoleba ha sido emuladommo- chas veces, pero raramente igualado por los dirigentes autoritaris, Hlestallido de la Revolucién en Francia i6 con la revuelta dela vecina Bélgica contra el gobierno de José IL En este caso se puso en e a, En su entusiasmo por centralizado, el emperador pisote6 los prvilegios y las sensibilidades religiosas de una poblacién profundamente conservadora. El resultado fue una revuelta en nombre deta i ‘mismo lenguaje que el acta de abjuracién pronunciada contra 1561. Sentimientos similares aseguraban que los belgas no se indomables cuando se enfrentasen a las reformas religioses y adminis- trativas importadas por los franceses en 1792. Mientras las monarquias peas cerraban las puertas a ta época de la reforma,habria innecesaria, Le gran mayoria de la poblacién europea fue fundamental mente conservadora ¢ inmune a los defensores de Ia Revolucién. En Es- patia, el sur de Italia, gran parte de Alemania e incluso Gran Bretaa, las rmasas demostraron un profundo afecto por el trono y el altar lo que fue Francia revolucionatia y estados europeos al en- en el siguiente Conclusién est mois (el Estado soy yo) se atribuye como es bien sa~ XIV. Aunque casi con seguridad apécrif, Ia expresi6n parecié apropiada porque pocos podian concebir los intereses del Estado 0 de sus tibditos como separados de los del rey. Durante el siglo xv, se exploté taco navegaba tranquilamente como algo independien- las consecuencias de este proceso fueron espe- cialmente violentas, pero en todas partes el papel del Estado se redefinis POLITICA ¥ ESTADO EN LA SUROPA DEL SIGLO XVI) | 59 de una manera menos traumética, Fl derecho divino y las teorias patri- moniales dieron paso al principio segin el cual el gobierno deberfa tra- bajar en interés del bienestar social, y se hicieron importantes avances cn 1 fomento del desarrollo econdmico,la educacién y la reforma legal. Pero estas reformas se imponian desde arriba, El reto para los dirigentes euro- peos.a medida que se acercaba el siglo xix vino de manera creciente de la creencia de que la soberania residia en el pueblo. Gran parte de la historia, politica de Europa después de 1800 tendria que ver con la lucha por llevar esta teoria ala préctica

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