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CIVISMO.

ESTUDIANTE

ALEXANDER FLÓREZ VALENCIA

DOCENTE

DR. JHON JAÍME CORREA RAMÍREZ

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESCUELA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

LICENCIATURA EN ETNOEDUCACIÓN Y DESARROLLO COMUNITARIO

RISARALDA

PEREIRA

04/04/2018
El civismo

Para nadie es un secreto que la no asunción de los compromisos sociales como


ciudadanos de un estado social de derecho, dificulta el funcionamiento de lo
público, entendiendo lo público como parte de la democracia que nos incumbe a
todos los sujetos. En las tres lecturas los autores; Da Silveira, Camps y Peña nos
hablan de la importancia de las virtudes cívicas. Sin embargo, en ciertos puntos
especialmente desde el liberalismo se tiende a perfeccionar el comportamiento
humano por el bienestar de los sujetos, me parece un juicio simplista. Como dijo
Pena (1998). “no es razonable partir de la hipótesis de que podremos contar
alguna vez con una comunidad formada solo por sujetos puramente benevolentes
y altruistas” a través de la historia de la humanidad no ha sido así; ni en los
tiempos de Jesús. Este tipo de afirmación entraría a contraponer su pensamiento
por encima de los otros, sin respetar las libertades individuales.

De igual forma, tampoco debemos olvidar el compromiso ineludible que tenemos


como ciudadanos de la república, el cual consiste en asumir posturas con relación
a los acontecimientos democráticos que demanda la “sociedad política” como diría
Peña. La buena ciudadanía en el caso colombiano por poner un ejemplo sería un
de las más complejas, debido a las inmensas desigualdades en la repartición de
los recursos económicos que se presentan, y este es un punto fundamental de la
buena ciudadanía, la negación y el poco reconocimiento de los grupos
discriminados por diversidad de género, étnicos entre otros. En un país altamente
tradicionalista. Quizás sea fatalista con lo que voy a decir, pero originar la virtud
cívica en nuestro país con la clase política que tenemos es un suicidio, y tenemos
varios casos, el de Gaitán y centenares más.

Por ende, si se quiere una buena ciudadanía debemos empezar por cambiar la
clase política que gobierna, eso sería una forma de empezar a cambiar los valores
cívicos que tanta falta le hacen a esta sociedad, una que le interese lo público, lo
de todos. Este año con las elecciones presidenciales se le puede hacer una grieta
al statu quo, si llega a la administración la ideología de una postura que apuesta
porque lo público no esté en manos de un diminuto círculo social, los cuales
consideran lo estatal algo como privado que más de sus intereses individuales lo
de mas no importa. En otras palabras, hay solo un candidato humanista que desde
sus propuestas presidenciales representa lo gubernamental como algo de todos y
para todos, si esas ideas llagan a la administración de la república, comience la
disgregación de la política privada. La cual representa los intereses de una
pequeña parte de la sociedad, como ha sido la de Colombia desde antaño. En
consecuencia, lo dice Peña (1998). “Que la buena ciudadanía no está limitada al
gobierno y la administración”, estoy totalmente de acuerdo, pero en el caso
colombiana con la maquinaria política pareciera que sí. A pesar de todas las
dificultades que presupone la buena ciudadanía, es una labor por la cual desde mi
concepción hay que luchar incansablemente hasta el fin último, siempre y cuando
se entienda como el trabajo mancomunado para el bienestar general o de lo
público.

Finalmente, el civismo visto como lo plantea Camps (2005). “La cultura de la


convivencia pacífica y solidaria, del compromiso con la ciudadanía y sus
habitantes”. Es complejo o comprometedor decir que Colombia tiene ciudades
donde prime el civismo, considero que es un proceso de transición, el cual no se
cumple a cabalidad, quizás se confunde la pasividad y la falta de crítica de ciertas
ciudades con el civismo. Por último, Da Silveira nos dice que una verdadera
educación debe crear sujetos que se preocupen por lo público, es decir
ciudadanos que dejen de lado la ambición y la codicia que está más relacionado
con la individualidad que con lo colectivo.

Conclusión

Es de conocimiento general que lo público ha perdido la importancia que requiere


como interés de un sin número de personas que en ciertas ocasiones lo ven ajeno
a su realidad circundante, me queda la sensación de que la apatía política de
cierta forma justifica que la administración política haya estado desde siempre en
manos de la clase política tradicional. Entiendo que un buen ciudadano es una
persona que a pesar de cumplir con las normar socialmente establecidas, también
tiene la gran obligación de ser un crítico social de las problemáticas políticas, y
además de eso velar y aunar esfuerzo para mejorar las condiciones sociales no
solo personales sino colectivas. Y para ello se necesita de una educación de
calidad que ponga a pensar por mismo al sujeto para que en palabras de Freire
pueda cambiar la realidad en la que se encuentra (oprimido). Percibí que se debe
tomar postura con relación a los temas políticos, porque de una u otra forma las
decisiones que se tomen en cuestiones políticas afectan a todos los ciudadanos
que viven en un determinado estado.

Bibliografía

 Victoria Camps, (2005). El sentido del civismo.

 Pablo Da Silveira, (1998). Educación cívica: tres paradigmas alternativos.

 Javier Peña. El retorno de la virtud cívica.

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