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Neptalí Carpio
22 de junio del 2018
Según los estudios del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) realizados
en el año 2017, la pobreza en Lima Metropolitana afecta al 13.3% de la población; es
decir, 2,3 puntos porcentuales más que en el año 2016. Por otro lado, Sedapal tiene
estudios sobre este mismo sector y señala que unas 65,000 familias no tienen servicios de
agua ni desagüe. Gran parte de este grupo social, según las propias estadísticas del INEI,
se encuentra en los balnearios de Punta Hermosa, Santa Rosa, San Bartolo, Punta Negra,
Ancón y Santa María, donde se ubican las recientes invasiones de terrenos baldíos por
parte de personas en situación de vulnerabilidad. A ello se suma la estacionalidad de sus
economías (floreciente en el verano y prácticamente en hibernación el resto del año) y el
bajo desarrollo industrial.
Importa destacar, en especial, aquel sector de la población ubicada en los cerros de Lima,
donde se pueden destacar dos segmentos. El primero ha logrado superar durante décadas
la situación de pobreza con mucho esfuerzo y creatividad; ha obtenido servicios de agua
y desagüe, servicios de electricidad, telefonía, colegios públicos y privados. Se podría
hablar de la clase media de los cerros, en donde se pueden encontrar pequeñas y micro
empresas. El segundo, de origen más reciente, se ubica en zona de riesgo, con 40 o 45
grados de inclinación, donde según Sedapal es muy difícil, o imposible, instalar servicios
de agua. Se encuentran en situación de alto riesgo, sobre todo las agrupaciones asentadas
en quebradas y canteras.
La situación para este sector se torna más grave porque cada año nuevas poblaciones se
instalan en esos cerros, sin que a la fecha haya forma de bloquear este crecimiento. De
hecho, es un mercado perverso de traficantes de terrenos y grupos inmobiliarios
informales, que se aprovechan de sectores necesitados de una vivienda para seguir
trepando los cerros; y pese a esas ubicaciones están en alto riesgo o incluso en lomas
verdes, que son pequeños pulmones y lugar de paseo y campamento. En la eventualidad
de un terremoto de gran magnitud, los pueblos ubicados en espacios como en Lomo de
Corvina (en Villa el Salvador) o el Cerro Candela (en Ate) simplemente desaparecerían.
Hasta ahora las autoridades locales, los políticos y candidatos se han relacionado con esta
población ofreciendo la construcción de muros de contención y escaleras, pero son solo
soluciones bastante parciales. El cinturón de pobreza de Lima es un sector muy cautivo
para una relación de clientela entre la autoridad y los políticos. Una situación que a la
larga termina por convertirse en un incentivo para su permanente crecimiento, cada vez
más arriba de los cerros; pero nadie ha planteado una solución integral para este sector,
en riesgo de convertirse en una población de pobreza crónica. De hecho, es en este este
sector donde se encuentra la mayor cantidad de población con desnutrición y
enfermedades infecto contagiosas. Un drama aparte vive el sector de la tercera edad de
este grupo de pobreza, que según el propio INEI configuran el 11% de la población. Por
otro lado, los costos de transporte y tiempo para movilizarse son muy altos para este
sector, así como para acceder al agua de cisternas de muy mala calidad. Eso explica la
existencia de desnutrición y anemia.