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20 y 21 de septiembre de 2019
Nombre:
Diana Yojaida Pedroza Molina
Diana Patricia Taborda Mazo
Juliana Varela Chacón
Temas abordados:
El Self del terapeuta
La comunicación interpersonal
Formulación de hipótesis
Los contenidos abordados durante este fin de semana, siendo estos, el self del
terapéuta, la comunicación interpersonal y las hipótesis, resultan enriquecedores en
la medida que facilitan este giro o cambio de paradigma, llevando a los terapéutas
en entrenamiento a plantearse una visión de la intervención desde la circularidad.
Dicho de otro modo, “en el proceso de entrenamiento de terapeutas familiares
sistémicos se valora como fundamental que los participantes se observen a sí
mismos, identifiquen, aprecien y reflexionen sobre sus habilidades y limitaciones”
(Agudelo, 2005). Estas habilidades y limitaciones se pueden identificar en la
dinámica de las clases, a partir de varios factores: simulaciones que permiten
ejemplificar diferentes posturas familiares, que complejizan el quehacer terapéutico;
genograma, herramienta que favorece el reconocimiento de la propia historia
familiar, con todos sus entramados (mandatos, decretos, secretos, lealtades, roles,
prejuicios y creencias) y la bitácora o portafolio personal, que permite evidenciar el
giro al pensamiento sistémico, haciendo énfasis en la introspección, en las
reflexiones y construcciones personales del terapeuta. Durante la sesión del fin de
semana se desarrollaron simulaciones, que permitieron el planteamiento de
hipótesis, ejercicio en el que se evidenció un avance importante en el grupo, dado
que la formulación de éstas fue tendiente a la circularidad, un poco distanciadas de
la linealidad y con mayor profundidad desde la comprensión y la manera de plantear
los cuestionamientos o preguntas en cada situación.
Al realizar un análisis del clima emocional del grupo, se identifica que en términos
generales el equipo de trabajo es cooperador, con amplia disposición para el
aprendizaje y el cuestionamiento de ideas previas, con capacidad de escucha y
apertura para exponer situaciones vitales y facilitar el proceso de formación,
derivado de un amplio bagaje cultural y profesional. Por otro lado, se identifica que
en aras de conservar la armonía del equipo, en ocasiones sus integrantes no
realizan retroalimentaciones que permitan el cuestionamiento profundo acerca del
quehacer, realizando devoluciones más desde lo contemplativo, lo cual no favorece
el proceso de aprendizaje, teniendo en cuenta que se aprende más en situaciones
no ideales, críticas o complejas y que el espacio de formación es el ámbito propicio
para explorar a partir de los equívocos y de permitirse ser novato. Como lo expresa
Claudio Des Champs al citar la teoría de Piaget, “solamente cuando las cosas no
siguen el camino esperado, cuando hay decepción, sorpresa o cuando existe una
perturbación, se desencadena la reflexión que permite que el organismo
cognoscitivo alcance el acomodo y pruebe algo nuevo” (Ceberio, M; Moreno, J, y
Des Champs, C. 2006).
Esta lectura de la dinámica del grupo no pretende tener un tinte de juicio, pero si se
propone hacer una invitación al reconocimiento de ese temor al rechazo o a la
crítica, asunto que sería conveniente replantear, entendiendo que el mismo proceso
de formación implica: transformación, aprendizaje y desaprendizaje desde las
experiencias de error, fracaso o pérdida; por lo tanto, se motiva al grupo a considerar
las bondades y potencialidad del acto de errar.
Referencias bibliográficas