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INGENIERÍA INDUSTRIAL

TERMODINÁMICA

Primera ley de termodinámica


maquina a vapor

INTEGRANTES:
Ccapa Pizarro Luis Angel
Gonzales Núñez Marco
Huaraca Mendoza Roberto
Manrique Muñoz Víctor
Ramos Pari Carlos

PROFESOR:
Carlos Adolfo Zevallos Rojas

Arequipa – 201
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………............................... 2

ANTECEDENTES…………………………………………………………………. 2

OBJETIVOS………………………………………………………………………. 3

MARCO TEORICO………………………………………………………………. 3

BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………... 14

1
1. INTRODUCCIÓN
En esta investigación se desarrollará los principios básicos y fundamentos para el desarrollo de
las maquinas a vapor tomando referencias del proceso de aceptación de la primera ley de la
termodinámica a través de los hechos científicos y estudios experimentales, para que al mismo
se definan las variables como calor, trabajo y energía interna y así poder determinar este principio
de conservación de la energía en sistemas termodinámicos abiertos y cerrados.

Es importante mencionar que nuestro trabajo también cuenta con el desarrollo de un proyecto
experimental para poder mostrar la aplicación que se le da a la primera ley de la termodinámica
en la vida cotidiana del ser humano específicamente a las maquinas a vapor y cuan importante
es esta ley para el desarrollo continuo de la tecnología.

2. ANTECEDENTES
En los últimos siglos se ha vivido la progresiva puesta en práctica de los hallazgos de la ciencia
y los experimentos, con dos extensos grupos de aplicaciones: el de la electricidad y el del calor.
Y al mismo tiempo tienen lugar dos grandes síntesis científicas: primero la del calor y la energía,
que darán lugar a la ciencia de la termodinámica, y después la de la electricidad, el magnetismo
y la luz, que hallarán explicación conjunta con la teoría electromagnética.
En este trabajo nos abocaremos al estudio del calor y la termodinámica: En 1847, Joule formuló
la ley de la conservación de la energía que afirma que la cantidad total de energía de cualquier
sistema físico aislado permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía puede
transformarse en otras formas de energía; en resumen: "la energía no puede crearse ni
destruirse, solo puede cambiar de una forma a otra." El primer libro considerado de
termodinámica fue escrito en 1859 por William Rankine, originalmente formado como físico e
ingeniero civil y mecánico en la universidad de Glasgow. La primera y segunda ley de la
termodinámica surgieron simultáneamente en 1850, principalmente de los trabajos de William
Rankine, Rudolf Clausius y William Thomson (Lord Kelvin).
Durante los años de 1873-76 el físico matemático Josiah Willard Gibbs publicó una serie de tres
documentos, siendo el más conocido "Sobre el equilibrio de las substancias heterogéneas", en la
que demostró como los procesos termodinámicos, incluyendo las reacciones químicas, pueden
ser gráficamente analizados al estudiar la energía, entropía, volumen, temperatura y presión en
los sistemas termodinámicos, de tal manera, se puede determinar si un proceso ocurrirá
espontáneamente.
La historia de los primeros pasos de la máquina de vapor nos exige algunas aclaraciones previas
sobre los principios en que está basada y en particular sobre la evolución de las ideas referentes
a la presión atmosférica.

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En 1644 Torricelli enunció que la presión de la atmósfera era igual a la ejercida por una columna
de mercurio de unos 760 milímetros de altura aproximadamente.
En 1654, Von Guericke, con su famoso experimento de Magdeburgo, hizo una espectacular
demostración de la inmensa fuerza que la atmósfera podía ejercer. Mostró que cuando dos
hemisferios de 50 centímetros de diámetro perfectamente ajustados eran unidos de manera que
formasen una esfera y se hacía el vacío en su interior, dos tiros de ocho caballos cada uno no
podían separarlos. En otro experimento más inmediatamente relacionado con la historia de la
máquina de vapor mostró que cuando se creaba un vacío parcial bajo un émbolo de grandes
dimensiones introducido en un cilindro, la fuerza sumada de cincuenta hombres no podía evitar
que la presión atmosférica llevase el émbolo al fondo del cilindro.
Tales experimentos dieron vida a la idea de que si se pudiese encontrar algún medio sencillo
para crear el vacío repetidas veces se podría utilizar la presión atmosférica como una ventajosa
fuente de energía. En ello se basan las máquinas de vapor llamadas atmosféricas.

3. OBJETIVOS

3.1. Objetivo General


Relacionar los datos teóricos en los que se basa la ley de la conservación de energía en
un sistema termodinámico y mostrar los aportes de esta ley para las maquinas a vapor.
3.2. Objetivos Específicos
Denotar las definiciones de calor, trabajo, energía en el desarrollo previo de la primera ley
de la termodinámica.
Definir conceptos básicos de máquinas a vapor y desarrollar un experimento que
demuestre tales conceptos teóricos.

4. MARCO TEÓRICO

LA PRIMERA LEY

La Primera Ley de la Termodinámica es la ley de conservación de la energía aplicada a los


sistemas termodinámicos. Hay una analogía entre los sistemas termodinámicos y los sistemas
mecánicos conservativos, para los cuales se cumple la ley de conservación de la energía
(mecánica). En un sistema mecánico conservativo se distinguen dos tipos de energía: cinética y
potencial, que se definen en términos de las velocidades y las posiciones de las partículas que
integran el sistema. La energía mecánica es la suma de ambas, y se mantiene constante en
ausencia de fuer-zas exteriores que realicen trabajo sobre el sistema. Si hay fuerzas externas, el
incremento de la energía mecánica es igual al trabajo realizado sobre el sistema por dichas

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fuerzas. La analogía consiste en imaginar que los sistemas termodinámicos reales son sistemas
mecánicos conservativos cuyas partes (átomos, moléculas, etc.) son demasiado pequeñas como
para ser percibidas. Se supone que si se toman en cuenta los movimientos a escala microscópica,
la ley de conservación de la energía sigue valiendo, pero que las energías cinética y potencial
asociadas con los movimientos puramente microscópicos se manifiestan en la escala
macroscópica del experimento como calor. Luego, el calor es una forma de energía, y la energía
(total) se conserva.

Esta analogía brinda una imagen mental conveniente, y más adelante la aprovecharemos cuando
estudiemos la Termodinámica Estadística. Pero en el presente contexto su utilidad es escasa,
pues no podemos medir las energías en juego en escala microscópica, y no queremos formular
ninguna hipótesis acerca de la estructura del sistema. En la Termodinámica clásica no se puede
dar una definición de las energías cinética y potencial microscópicas, porque no miramos el de-
talle de la estructura del sistema. Nuestro punto de vista es que el sistema es una suerte de “caja
negra” que no podemos abrir para ver lo que hay en su interior.

La analogía mecánica sugiere que la definición de energía para un sistema termodinámico debe
estar relacionada con el concepto de trabajo exterior, es decir, trabajo realizado por fuerzas
provenientes del ambiente. Veremos que tal definición es en efecto posible. Se encuentra además
que al definir el trabajo termodinámico conviene restringir las fuerzas exteriores a fuerzas
conservativas, excluyendo fuerzas disipativas como la fricción. En consecuencia, el trabajo termo-
dinámico se define en términos de fuerzas conservativas en el ambiente. Se lo puede visualizar
como el ascenso o el descenso de pesas en un campo gravitatorio, aunque puede comprender
otras formas de trabajo como la carga o descarga de un condensador sin pérdidas, etc. La noción
de trabajo termodinámico es entonces más restringida que la de trabajo mecánico en general:
por definición se mide en el ambiente y no en el sistema, y consiste solamente de trabajo
conservativo. A parte esta diferencia, se calcula como el trabajo mecánico ordinario. En esas
condiciones nos preguntamos qué clase de experimentos nos pueden permitir definir la energía
del sistema o, en última instancia, si es o no posible dar esa definición.

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Experimentos de Joule
las posibilidades de definir la energía de un sistema termodinámico fueron realizadas en 1843
por James Prescott Joule1. Los experimentos de Joule fueron adiabáticos, y se empleó el aparato
cuyo esquema se muestra en la Fig. 4.1 para realizar una serie de experimentos en los cuales
las pesas descienden lentamente haciendo girar las paletas que agitan el medio. De resultas de
ello ocurría un cambio del estado del sistema (cierta cantidad de agua), consistente en un
aumento de tempera-tura desde la temperatura ambiente a una temperatura ligeramente
superior.

Fig. 4.1 Esquema del aparato de Joule.

Al analizar estos experimentos conviene suponer que la superficie de las paletas es el límite del
sistema. Así el cambio del estado ocurre debido al movimiento del contorno. Joule también realizó
experimentos con mercurio en lugar de agua, y con discos de hierro que se frotaban entre sí
dentro del líquido, en vez de agitarlo mediante las paletas. También llevó a cabo otros
experimentos en los que el aumento de temperatura se obtenía de resultas de un trabajo eléctrico.
Gracias a sus experimentos Joule encontró que la realización de una determinada cantidad de
trabajo adiabático producía siempre la misma variación del estado del sistema, sin que importara
el dispositivo usado para producir el trabajo, ni cuál fuera la naturaleza del sistema. Si ahora
suponemos que lo mismo vale para cualquier sistema termodinámico y bajo cualquier condición,
podemos definir la energía de un sistema termodinámico y formular la Primera Ley.

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Definición de energía interna
Los experimentos de Joule indican que tiene sentido hablar de la diferencia de energía entre dos
estados de un sistema y que esta diferencia se puede medir por medio de la cantidad de trabajo
que “desaparece” del ambiente mientras el sistema pasa de un estado en otro en condiciones
adiabáticas. Puesto que las pesas descienden lentamente, el trabajo de la gravedad (fuerza
conservativa del ambiente) no produce un aumento de la energía cinética de las pesas sino que
desaparece del ambiente provocando la agitación del agua y en definitiva produciendo el cambio
del estado del sistema. Ese cambio lo interpretamos como una variación de la energía, que
medimos justamente por medio de la cantidad de trabajo que desapareció del ambiente. Decimos
que este trabajo “desapareció” para describir que la disminución de energía potencial de las
pesas no produjo un aumento de la energía cinética de las mismas. La energía que perdió el
ambiente la ganó el sistema, que en consecuencia cambió su estado. Si P es el peso de las
pesas y h la altura desde la cual han descendido podemos escribir:

E2 − E1  −Wa (4.1)

donde E1 y E2 indican la energía interna de los estados 1 (inicial) y 2 (final) del sistema, y

Wa  P ( h2 − h1) (4.2)

Es la cantidad de trabajo termodinámico (conservativo) que se realiza en el ambiente durante la


transformación adiabática. Obsérvese que nuestra convención es que Wa es positivo cuando
apa-rece trabajo en el ambiente, y negativo cuando desaparece2 de él. En el experimento de
Joule la diferencia h2 − h1 es negativa (las pesas bajan), de modo al desaparecer trabajo del
ambiente, el sistema gana energía a expensas de éste y E2 > E1. Aquí usamos el adjetivo
“interna” para distinguir la energía termodinámica de la energía mecánica ordinaria, porque
suponemos una completa ignorancia acerca de la estructura interna del sistema termodinámico.

Antes de afirmar que la ec (4.1) define completamente una magnitud que es una función sola-
mente del estado del sistema (y no de su historia) debemos preguntarnos si esta definición
incluye todos los estados del sistema. Que se sepa todo par de estados de un sistema
termodinámico se puede, en efecto, conectar mediante la realización de trabajo adiabático, y por
lo tanto vamos a suponer que esto ocurre en general. La definición de energía interna se basa
entonces en las dos generalizaciones siguientes:

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• cualquier par de estados de un sistema termodinámico se puede conectar mediante la
realización de un trabajo adiabático;
• la cantidad de trabajo adiabático necesaria para conectar dos estados dados depende
solamente de los estados y no del modo particular de efectuar ese trabajo.

Se debe observar que no hemos supuesto nada acerca de la dirección de la transformación desde
un estado a otro mediante la realización de trabajo adiabático. En los experimentos de Joule la
temperatura del sistema aumentaba a medida que se agitaba el fluido. No hay forma de invertir
adiabáticamente este proceso para que el sistema pase del estado de temperatura más alta al
estado de temperatura más baja. Pero para nuestros fines alcanza que la transformación
adiabática sea posible al menos en una dirección. La Segunda Ley impone restricciones sobre la
dirección en la cual se pueden efectuar cambios de estado adiabáticos, como veremos más
adelante. Pero es siempre cierto que si una transformación adiabática no se puede efectuar en
una dirección, entonces se puede efectuar en la otra.

Definición de calor
Nos gustaría creer que la magnitud E definida por la ec. (4.1) depende sólo del estado del sistema
y no del proceso mediante el cual se llegó a ese estado, porque hay muchas maneras de producir
el mismo cambio de estado, además de las transformaciones adiabáticas. Consideremos el
sistema usado en el experimento de Joule (que llamaremos sistema A). Podemos obtener la
misma variación de temperatura poniendo A en contacto térmico con un segundo sistema B, de
una temperatura mayor. En esta transformación no desaparece trabajo del ambiente, pero en
cambio hay una variación del estado de B. Podemos postular que la variación de energía interna
de A es la misma que ocurrió en la transformación adiabática, pero que ahora la diferencia
proviene de una transferencia de energía de B a A, que se produjo mientras los dos sistemas
estuvieron en contacto térmico. Sin embargo, este postulado necesita una verificación
experimental: hace falta mostrar que la cantidad exacta de energía involucrada en el cambio del
estado 1 al estado 2 de A, ha efectivamente desaparecido de B. Esto se puede comprobar
rodeando B con una envoltura adiabática y realizando la experiencia de Joule sobre B hasta
devolverlo a su estado inicial. Si el postulado es correcto, el trabajo que desaparece del ambiente
al devolver B a su estado inicial será igual al que desapareció cuando llevamos A del estado 1 al
estado 2 en forma adiabática. Puesto que los experimentos confirman que así ocurre, el
postulado queda justificado. La energía transferida de B a A durante el contacto térmico se llama
calor, y se indica con el símbolo Q. En general, podemos cambiar el estado del sistema
realizando sucesivamente procesos adiabáticos y diatérmicos, y realizando trabajo exterior
mientras el sistema está en con-tacto térmico con otro sistema. En tales casos podemos
generalizar la noción de calor y escribir:

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E2 − E1  Q −W (4.3)

donde (−W) es el trabajo que desaparece del ambiente y la diferencia de energía E2 − E1 se


debe determinar por separado mediante un experimento adiabático, de acuerdo con la ec.(4.1).

La Primera Ley en base a los experimentos de Joule y los experimentos diatérmicos que
comentamos recién, podemos formular la Primera Ley de la Termodinámica en la forma
siguiente:
• Para todo sistema termodinámico existe una magnitud E, llamada energía interna, que
es función sólo del estado del sistema y no de los procesos mediante los cuales se
obtuvo ese estado.

• La diferencia de energía interna entre dos estados se mide por el trabajo adiabático
necesario para llevar al sistema de uno de los estados al otro.

• Para procesos no adiabáticos, la diferencia entre el trabajo que se realiza y la


variación de energía interna es, por definición, calor.

Estas tres afirmaciones se expresan mediante las siguientes ecuaciones:

E  −Wa (4.4)
y
E  Q −W (4.5)

La notación ∆E = E2 − E1 implica afirmar que E es una función de estado. Usaremos esta notación
únicamente para funciones de estado y no para magnitudes como Q y W que dependen del
proceso mediante el cual se obtuvo el estado.

Las formas diferenciales de las ecuaciones (4.4) y (4.5) son:

dE  −dWa (4.6)
y
dE  dQ − dW (4.7)

En estas ecuaciones usamos la notación dQ/ y dW/ para indicar que estas cantidades no son
diferenciales exactos puesto que Q y W no son funciones del estado del sistema. Aquí el símbolo
d/ indica que se trata de una cantidad infinitesimal, pero no un diferencial. Frecuentemente se
propone la ec. (4.5) (o su forma diferencial (4.7)) como la expresión completa de la Primera Ley.
Eso no es correcto, por lo menos en la presente formulación. En efecto, si bien dimos definiciones
operacionales de ∆E y W independientes de la ec (4.5), no dimos una forma de determinar Q que

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sea independiente de la ec. (4.5). Por cierto, si se pudiera dar una definición de Q que fuese
independiente de la (4.5), entonces sí, la ec. (4.5) sería el enunciado completo de la Primera Ley.
Pero tal definición es muy difícil de dar de manera satisfactoria.

Dada la naturaleza fundamental de la Primera Ley se podría pensar que se llevaron a cabo
muchas verificaciones experimentales de la misma. Sin embargo, la evidencia experimental
directa de la Primera Ley es escasa. La razón es histórica: la Primera Ley y la idea de la
naturaleza mecánica del calor se aceptaron en forma muy rápida y completa a partir de los
experimentos de Joule, sin que hicieran falta mayores esfuerzos experimentales. La evidencia
experimental de la Primera Ley es en su mayor parte indirecta, pues consiste en la reiterada
verificación de sus numerosas consecuencias.

LA MÁQUINA DE VAPOR

El primer registro de una máquina de vapor nos lleva hasta Egipto, Heron de Alejandría poseía
un manuscrito en donde la mencionaba, pero la máquina de vapor no era la única, los artefactos
que se describían allí no se saben con certeza si fueron confeccionados por el mismo Herón; en
realidad nada en el texto señala quien pudo ser el artífice de los dispositivos que allí se
describían.

De todas maneras, Somerset no pudo recaudar los capitales suficientes para vender o producir
su máquina lo que lo llevó a morir en la pobreza. Por esto, probablemente, el hecho de que su
invención fue atribuido a Thomas Savery, sobre esta máquina a vapor obtuvo una patente en
1668. La máquina de Savery se introdujo en las minas inglesas de forma muy limitada, esto se
debió a las grandes riesgos de explosión que existían por un incontrolado incremento de la
presión en la máquina.

Un relato anónimo afirma que si las máquinas de vapor no se utilizaban correctamente podrían
causar hasta la muerte; este relato hacía referencia a un trabajador que por añadir una válvula
de seguridad confeccionada dos años antes para trabajar más deprisa y obtener más vapor,
provocó una explosión debido a que el vapor no puedo levantar el contrapeso ejercido y se
acumuló en el interior de la caldera. Este incidente acabó con la vida de este pobre hombre. Lo
mismo puede ocurrir hoy en día si no se utiliza la máquina de vapor con responsabilidad y de
forma adecuada; las grandes instalaciones son complejas y por ende necesitamos que nos guíen,
al menos, cuando las utilizamos por primera vez.

Una máquina de vapor es una máquina que utiliza el vapor producido en un fluido (agua) al
calentarlo para producir trabajo.

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A lo largo de la historia el hombre a utilizado el vapor producido al calentar el agua. Varios
inventos funcionaban con este vapor, pero no fue hasta 1972 cuando Newcomen inventó una
máquina que realmente realizaba un trabajo para el hombre, bombeando el agua que se producía
en el interior de la mina.

Las Primeras Máquinas de Vapor

Hay escritos que datan de la época de los egipcios, en los cuales se dice que Herón (quien residía
en la ciudad de Alejandría), habló alguna vez sobre las máquinas de vapor En estos manuscritos,
se describe, existen otros personajes que habrían desarrollado este tipo de máquinas, aparte de
los ensayos realizados por el mismo Herón. Nada de esto está muy claro.

La máquina que vemos más abajo es la inventada por Heron de Alejandría. Calentaba agua
dentro de una esfera de metal y el vapor de agua salía por los orificios “d” en extremos opuestos,
produciendo un giro en la bola.

Fig. 4.2 máquina de vapor de Herón de Alejandría

Dentro de las estructuras que habrían utilizado una máquina de vapor, se cuentan algunas
puertas en templos, las cuales se abrían o cerraban bajo la influencia de esta máquina. Asimismo,
una máquina de vapor, sería la causante del movimiento de ciertas figuras en algunos altares de
importancia de aquella época.

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Inicios de la Máquina de Vapor Actual

Pero el inicio de la era de las máquinas de vapor empezó con Eduard Somerst (marqués de
Worcester, Inglaterra) en 1663. Basándose en el principio de que, si en una botella de agua de
plástico metemos vapor de agua y la cerramos, cuando enfriamos el vapor, al condensarse, la
botella se aplastaría. Es decir, el vapor de agua al enfriarse disminuye la presión. Si la boca de
la botella estuviera abierta y en contacto con agua de un recipiente, el agua del recipiente entraría
en la botella ascendiendo. Esta disminución de la presión del vapor de agua al enfriarse dio lugar
a que Somerst pensará en una máquina capaz de subir agua en los pisos de la construcción. En
1663 presentó su libro “Un siglo de invenciones”, donde ya plantea los principios de su máquina
a vapor que elevaba volúmenes de agua.

El problema es que Somerst no encontró capital suficiente para vender y producir su máquina. Ni
siquiera la patento, lo que hace que la mayoría de la gente no le considere el inventor de la
máquina. Podríamos considerar a Somerst como el ideólogo (el que tuvo la idea) de la primera
máquina de vapor.

En aquella época había en Inglaterra un gran problema. El agua que inundaba las minas. Tuvo
que llegar Thomas Savery (1650-1715, mecánico inglés) que mejoró la máquina de Somerst y la
patentó. Esto hace que se le considere el verdadero inventor de la máquina de vapor, ya que su
máquina si se comercializó e incluso fue evolucionando. En su época constituyó un gran avance
en la industria minera, resolviendo el problema del agua en las minas.

Fig. 4.3 Máquina de Vapor de Thomas Savery

Funcionamiento de la Máquina de Savery

La máquina de Savery utilizaba el vació que hacia el vapor de agua al condensarse para extraer
el agua del fondo de las minas de la siguiente manera (ver ilustración de abajo). Calentamos el
agua el en depósito 1 y se convierte en vapor. Abrimos la válvula 3 y metemos el vapor en el

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deposito 2. Como en este momento la Ve (válvula de entrada) está cerrada y la Vs (válvula de
salida) está abierta, el vapor empuja el agua del depósito 2 hacia arriba saliendo por 5 (Esto
podría ser el primer ciclo de la máquina). Ahora cerramos 3 y el vapor como está en contacto con
el agua líquida se enfría y hace el vació, succionando el agua del fondo de la mina 4, y subiendo
al depósito 2 (este podría ser el 2º ciclo tiempo). En este momento volvemos abrir la válvula 3 y
se repite el proceso.

Pero su máquina tenía 2 graves problemas: Trabajaba con altas presiones (riesgo de explosión)
y la caldera formaba parte de la máquina (estaba todo junto), lo que hacía que tenía que estar la
caldera en el interior de la mina. Esto causaba un enorme riesgo para los mineros si explotaba la
caldera. Murió por la explosión de la caldera de una de sus propias máquinas.

Thomas Newcomen Herrero, inventor y socio de Thomas Savery, nació en Darthmouth,


Inglaterra. En 1705 desarrolló la llamada por su inventor, máquina de vapor atmosférica.
Newcomen resolvió los 2 problemas de Savery, construyendo una máquina en la que incorporaba
un cilindro con un pistón fuera de la mina que se movía con el vapor producido por una caldera.
Ese movimiento lo transmitía al otro extremo de un balancín moviendo una barra (hacia arriba y
abajo) que accionaba una bomba de extracción colocada en el interior de la mina.

Fig. 4.4 Máquina de Vapor de Newcomen

Esta máquina trabajaba con presiones más bajas y además la caldera estaba situada en el
exterior de la mina (separada de la bomba).

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El Verdadero Inventor de la Máquina de Vapor

En la máquina de Newcomen vemos como utiliza el cilindro con un pistón en su interior. El vapor
mueve el cilindro hacia arriba y cuando está en la parte superior se echa agua fría, procedente
del pequeño depósito de agua y lo condensa haciendo el vació en el interior del cilindro y haciendo
que este baje. También se ve el balancín que separaba la caldera de la bomba que estaría en el
otro extremo del balancín haciendo el vació con el movimiento de arriba-abajo y sacando el agua
de la mina (la bomba no se ve en el dibujo). Para mí, y según la humilde opinión del que escribe
este artículo, considero que Newcomen fue el verdadero inventor de la máquina de vapor.

Pero eso no lo resolvió todo, su máquina tenía otros problemas que tuvo que resolver James
Watt.

La máquina de Newcomen enfriaba el vapor de agua en el propio cilindro echando agua, esto
hacia que la máquina tuviera grandes pérdidas por el enfriamiento del cilindro. James Watt
invento el condensador o cámara de condensación que lo que hacía era condensar el vapor fuera
del cilindro con un mayor rendimiento ya que el cilindro se mantenía siempre caliente. Esto fue
un gran avance, pero además de esto la máquina de Newcomen solo se movía hacia arriba y
hacia abajo con el balancín, Watt invento un mecanismo que convertía este movimiento rectilíneo
en giratorio.

Esto hizo que a partir de ahora se podía utilizar la máquina de Watt para motores, locomotoras,
bombas, máquinas-herramientas, etc.

Fig. 4.5 Máquina de Vapor de James Wat

La falsa idea de considerar a Watt como el verdadero inventor de la máquina de vapor se debe
al gran número de aportaciones que hizo para su desarrollo. Inventó el regulador centrífugo ó de
bolas en 1788 para controlar la presión de la caldera, inventó la unidad de caballos de vapor y la
unidad eléctrica de potencia el vatio (watt) que recibió el nombre en su honor.

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5. BIBLIOGRAFÍA

• www.pioneros.puj.edu.com
• www.monografias.com
• fisicadeonce.blogspot.pe
• termodinámica - Yunes cengel y Michael boles - séptima edición
• principios de termodinámica para ingenieros del autor John r. Howell

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