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Una primavera

muy particular
Margarita Eggers Lan

F ederico jugaba a las


escondidas en el parque, con
sus amigos.
Cuando se quiso acordar,
“Una primavera muy particular” de Margarita Eggers Lan estaba en medio de unos ár-
en Menta limón (Lengua 1 EGB), Buenos Aires. boles enormes.
© Kapelusz Editora S.A.
© Margarita Eggers Lan
De uno de ellos colgaba
una enredadera llena de cam-
Ilustraciones: Ivana Calamita panitas violetas.
Diseño de tapa y colección: Campaña Nacional de Lectura
–Aquí me voy a
Colección: “Leer te ayuda a crecer” esconder, nadie
me podrá encon-
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
Unidad de Programas Especiales
trar– dijo Federico.
Campaña Nacional de Lectura Levantó la
Pizzurno 935. (C1020ACA) Ciudad de Buenos Aires. enorme plan-
Tel: (011) 4129-1075
campnacionaldelectura@me.gov.ar - www.me.gov.ar/lees
ta colgante y

República Argentina, 2007


se metió debajo. Ni bien En una buena te metiste,
apoyó su espalda en la cor- Fede –se dijo a sí mismo.
teza del árbol, el tronco hizo Con los pies, pateó en el
“CRAC...CRAC...” Federico aire y chocó con algo
empujó con la mano y comprobó duro. Parecía una escalera.
que se hundía. Entonces, se desprendió
–No puede ser... ¡este árbol como pudo y empezó a bajar len-
está hueco! –pensó. Con todo tamente. Un escalón... dos... tres...
su cuerpo hizo fuerza hacia muchos. Así hasta que llegó a una puerta.
atrás y el árbol se abrió como Federico la abrió y... ¿A qué no se imaginan
una cáscara de nuez. Se hubie- qué encontró? Pues una viejita, muy viejita,
ra pegado un porrazo terrible toda encorvada que hablaba sola.
si no fuera porque, cuando Federico caminó unos pasos, pero la
empezó a caer, su buzo quedó anciana parecía no verlo.
enganchado en una rama. Iba y venía de un lado al otro, con un
En cuanto sus ojos se acostum- largo palo, revolviendo unas ollas que
braron a la oscuridad, pudo hervían y largaban nubes de vapor.
ver hacia abajo un largo Cuando se cruzó con Fede no se
túnel y a lo lejos, muy, muy sorprendió para nada. Le dijo:
lejos, brillaba una lucecita. –Corréte de mi camino... ¿no ves que
estoy apurada? ¡No llego a tiempo!...
¿A tiempo para qué? –preguntó nuestro amigo.
–Para la primavera. Pero... ¡Basta de char-
la y vení a ayudar!
La señora tomó una cuchara de
madera y se la dio a Federico:
–Tomá, revolvé el perfume de las violetas. Yo tengo tarea. Así que se ofreció amablemente
que terminar el de los jazmines. Y todavía no empecé el para repartir los perfumes. Quería que
de las rosas. Ése es más complicado, porque hay tantas la primavera pudiera llegar a tiempo.
clases de rosas... –Bueno –dijo doña Clelia–, tenés que ir
Mientras trabajaban, la anciana le contó que se lla- por esos caminos y volcar los aromas en
maba Clelia y que era la encargada de fabricar el per- unos maceteros. Así los olores suben a
fume de las flores. Pero resulta que ese invierno se la las plantas y llegan a las flores.
pasó muy resfriada y se había demorado. Federico salió presuroso a cumplir
Fede revolvía con la cuchara un líquido muy extra- su misión, llevando en una canas-
ño, mientras doña Clelia iba echando con su mano ta un montón de tarros de
arrugada unos polvos que sacaba de unos fracos perfume.
pequeñísimos, mientras decía:
“Dulces violetas,
amorosas flores,
perfumen el aire
con suaves olores,”
Después se acercaba hasta otra de las grandes
cacerolas y vaciando un pote
blanco, repetía varias veces:
“Para los enamorados,
ramos de jazmín.
Aunque se marchiten
su aroma no tiene fin.”
Federico estaba feliz.
Se sentía muy bien ayu-
dando en tan importante

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Pero sucedió que, de golpe, se encontró en Yo les juro que Federico hizo las
medio de un laberinto de túneles que tenían car- cosas lo mejor que pudo. Cuando
telitos como estos: subió de nuevo a la superficie, los
“Margaritas, cincuenta pasos a la derecha.” chicos estaban poniendo mantelitos
“Jazmines, cuatro saltos por el medio.” sobre el pasto, preparando el picnic
“Claveles, veinte suspiros a la izquierda.” de la primavera.
Una nena se acercó a MARGARITA EGGERS LAN
un clavel, lo olió y dijo:
¡Sientan qué hermoso Nació en Buenos Aires en 1955. Trabajó en radios, periódi-
perfume a jazmín! cos y en distintos proyectos. Paralelamente escribe cuentos
Y sí. ¡Qué le vamos a hacer! para chicos y adolescentes. En el año 2003 obtuvo dos pre-
Ése fue el año en que las flo- mios de la Cámara Argentina de Publicaciones. Impulsó
res cambiaron los aromas y proyectos de declaración para incluir en la currícula esco-
todo el mundo anduvo muy lar la defensa del patrimonio cultural. Fue la autora de His-
confundido. Pero les ase- torias bajo las baldosas, un proyecto de rescate de la me-
guro que resultó una moria subterránea de la Ciudad de Buenos Aires. Actual-
de las mejores prima- mente está dedicada a la promoción de la lectura.
veras, una primavera
muy particular. ¿Querés leer más de este autor?
Color de Ciruela 2 (1996); Un castillo para Marlene y otros
cuentos (1997); Con olor a canela (1997); El volcán de Mi-
guel y otros cuentos (1997); Que siga huyendo (1998); Ra-
yuela 4, 5 y 6 (1998/99); Mi papá es filósofo (2001); Nun-
ca pierdas de vista tu sombra (2001); Historias bajo las
baldosas (2002).

Ejemplar de distribución gratuita. Prohibida su venta.

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