No cabe duda alguna que el principio fundamental para solucionar cualquier
dificultad o problema es conocer y entender todo lo que sucede dentro y alrededor de la situación, y esto aplica en todos los ámbitos. Siempre se ha demostrado que el autoconocimiento es clave para que una persona pueda superar eficientemente las adversidades a las que se enfrenta. Pero muchas organizaciones y gobiernos se han quedado cortos en el tema, dejando de lado lo más importante a la hora “intervenir” en una comunidad: que es precisamente estudiarla, impregnarse de su cultura, ser parte de esta. Para poder interpretar acertadamente sus necesidades y no brindarles soluciones que no necesitan, mientras que sus verdaderos problemas siguen intactos y cada vez más grandes y fuertes. Afortunadamente el cuarto mosquetero, (como la denomina Alfonso Gumucio) es decir la comunicación para el cambio social, llegó al rescate, para poder enfocar todo el trabajo en lo verdaderamente importante. Para que no siga resonando en la mente de muchos al encontrarse de frente con los hermosos, pero decepcionantes elefantes blancos “esa platica se perdió”.
No se necesita de títulos académicos, ni de fórmulas, ni de pautas, ni de inventos,
para poder crear y desarrollar eficientemente un proyecto social. Lo que si se necesita es de un experto, pero no uno cualquiera. Debe ser un experto en escucha y diálogo, que sepa mostrar respeto por la identidad, ideologías y demás aspectos que conforman la cultura de cierta comunidad, porque este no tiene como función cambiar lo que hay o acabar con las costumbres y esencia de estas personas. Sino que por el contrario debe entender quiénes son y entorno a esto promover la idea de lo que para ellos es desarrollo. Su especialidad es la sensibilidad y lo que busca es que dicha comunidad se sienta incluida, entendida y atendida. Si en un proyecto las personas participan en las decisiones y en el desarrollo de las mismas, va a existir un doliente, alguien que cuidará celosamente lo que realizó con tanto empeño y esmero.
En Colombia, como en otros países tercermundistas hay una carencia de
identidad y una debilidad cultural producto de querer hacer lo que los demás han hecho y les ha funcionado. Querer imitar los proyectos de los demás es un grave error porque hay que entender que lo que para una comunidad es más importante, para otra puede tener menos relevancia, de igual manera sus necesidades y problemas son diferentes, y en ese sentido cada una adopta una idea de desarrollo diferente. Como comunicadores sociales - periodistas en formación tenemos la responsabilidad de entender que hay una gran brecha entre informar y comunicar como lo hay entre imponer y proponer.