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Informe de lectura

12 de octubre de 2018

Por Amelia A. Padilla Ramírez

EL CUARTO MOSQUETERO – ALFONSO GUMUCIO

No cabe duda alguna que el principio fundamental para solucionar cualquier


dificultad o problema es conocer y entender todo lo que sucede dentro y alrededor
de la situación, y esto aplica en todos los ámbitos. Siempre se ha demostrado que
el autoconocimiento es clave para que una persona pueda superar eficientemente
las adversidades a las que se enfrenta. Pero muchas organizaciones y gobiernos
se han quedado cortos en el tema, dejando de lado lo más importante a la hora
“intervenir” en una comunidad: que es precisamente estudiarla, impregnarse de su
cultura, ser parte de esta. Para poder interpretar acertadamente sus necesidades
y no brindarles soluciones que no necesitan, mientras que sus verdaderos
problemas siguen intactos y cada vez más grandes y fuertes. Afortunadamente el
cuarto mosquetero, (como la denomina Alfonso Gumucio) es decir la
comunicación para el cambio social, llegó al rescate, para poder enfocar todo el
trabajo en lo verdaderamente importante. Para que no siga resonando en la mente
de muchos al encontrarse de frente con los hermosos, pero decepcionantes
elefantes blancos “esa platica se perdió”.

No se necesita de títulos académicos, ni de fórmulas, ni de pautas, ni de inventos,


para poder crear y desarrollar eficientemente un proyecto social. Lo que si se
necesita es de un experto, pero no uno cualquiera. Debe ser un experto en
escucha y diálogo, que sepa mostrar respeto por la identidad, ideologías y demás
aspectos que conforman la cultura de cierta comunidad, porque este no tiene
como función cambiar lo que hay o acabar con las costumbres y esencia de estas
personas. Sino que por el contrario debe entender quiénes son y entorno a esto
promover la idea de lo que para ellos es desarrollo. Su especialidad es la
sensibilidad y lo que busca es que dicha comunidad se sienta incluida, entendida y
atendida. Si en un proyecto las personas participan en las decisiones y en el
desarrollo de las mismas, va a existir un doliente, alguien que cuidará celosamente
lo que realizó con tanto empeño y esmero.

En Colombia, como en otros países tercermundistas hay una carencia de


identidad y una debilidad cultural producto de querer hacer lo que los demás han
hecho y les ha funcionado. Querer imitar los proyectos de los demás es un grave
error porque hay que entender que lo que para una comunidad es más importante,
para otra puede tener menos relevancia, de igual manera sus necesidades y
problemas son diferentes, y en ese sentido cada una adopta una idea de
desarrollo diferente. Como comunicadores sociales - periodistas en formación
tenemos la responsabilidad de entender que hay una gran brecha entre informar y
comunicar como lo hay entre imponer y proponer.

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