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Las medidas de “alivio” económico para la población y la reciente
relajación monetaria anunciada por el Central de Guido Sandleris
contienen un mensaje a varias bandas. Por un lado, pueden ser leídas
como una lisa y llana capitulación del Gobierno, que renuncia al
ajuste estructural luego del voto de desconfianza expresado en las
urnas. También puede interpretarse esta trasnochada lluvia de pesos
como el último y desesperado intento macrista de dar vuelta una
elección que parece perdida. Pero la visión más inquietante es la
psicológica, que supone una venganza caprichosa del Presidente
contra sus verdugos K.
Si Macri le estuviera armando sistemáticamente a los Fernández una
bomba de populismo monetario difícil de desactivar, el ciclo
histórico volvería a 2015, cuando la herencia recibida por el macrismo
se describía como un explosivo mecanismo de

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