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Biografía de Desmond Morris

Nacido en Purton, Inglaterra, en 1928, Morris se adentró en el estudio zoológico, el cual se


concentraba primariamente en trabajo de laboratorio. A Morris le consternaba lo que
consideró la influencia excesiva de los zoologistas sobre el reino animal al estudiarlo ¿Cómo
podemos estudiar al reino animal sin imponer teorías para ser comprobadas, en vez de
imponer nuestras presuposiciones sobre ellas?, se preguntaba. Por esto, rechazó este
precepto y buscó siempre observar al animal en su hábitat natural, encontrando profundos
indicadores en los comportamientos y en los detalles más minuciosos.

Morris ha buscado durante toda su vida llegar a la observación más objetiva posible y, a raíz
de las observaciones, desarrollar conclusiones sobre el comportamiento animal y humano.

Entrando en el aspecto más personal el padre de Morris murió muy joven, había sido
muy mal herido durante la Primera Guerra Mundial, en las trincheras. Los recuerdos de la
muerte de su padre lo marcaron y género en él una concepción de la humanidad de esa época.

Tal como lo señala en la entrevista:


Yo le vi muriendo durante toda mi infancia. Y eso me dejó lleno de ira, una ira de la
que he hecho buen uso, porque no me ha convertido en un ser amargado, sino en un tipo
furioso, furioso en el sentido de que no tengo ningún miedo de ofender a la sociedad bien
educada. Esa sociedad bien educada es la que mandó a mi padre a las trincheras...

Para Morris el hombre es:

Un primate, un animal que un día se irguió y comenzó a caminar sobre dos patas y
a desarrollar su cerebro convirtiéndose en el ser más extraordinario de este planeta. Es un
animal que, casi siempre, prefiere considerarse un ángel caído y no un primate erguido

Lo que debemos buscar en este siglo es:

Requerimos una mirada atenta hacia el hombre normal. Hemos estudiado mucho las
anomalías y ha llegado el momento de mirarnos a nosotros mismos con mucha atención y
desde una perspectiva global.

Lo lograremos de esta manera:


En este caso, la televisión, Internet y las nuevas tecnologías pueden ser útiles, porque a
través de ellas podemos conocer otras formas de entender la realidad y de relacionarnos
con ella.

Tras conseguir su doctorado en la Universidad de Oxford, Morris enfocó sus estudios


principalmente en los primates. Gradualmente su estudio de los primates lo llevó al estudio,
minucioso como siempre, del primate más evolucionado: el ser humano.

Desde entonces, Morris consiguió mayor popularidad gracias a la publicación de “El mono
desnudo”, el cual se publicó por primera vez en 1969. La intención de Morris con este libro,
como declaró a su publicación, era la de popularizar y de mistificar la ciencia, pero sus
conclusiones fueron bastante controversiales. Morris afirmó en su libro que de todas las
especies de primates, el ser humano es el único sin pelo corporal. Basaba su interpretación
del comportamiento humano en la teoría de que eran reminiscencias de nuestros ancestros
simiescos, lo que apoyaba en los instintos de caza, de agresividad o de territorialidad que
poseen los seres humanos y que él veía como patrones de conducta heredados de los simios.
Morris analiza las posibles causas de esta carencia de pelo.
Capítulo 8

En este capítulo Morris se centra en la relación del mono desnudo con los animales, para la
cual Morris lo denomina INTERESPECIFICA.

La naturaleza de por si clasifico a los animales en cinco aspectos: como presas, como
asociados de otras especies, como competidores, como parásitos o como enemigos rapaces.
En el caso de nuestra propia especie, estas cinco categorías pueden agruparse en la
consideración económica de los animales, a la que podemos añadir las consideraciones
científicas, estéticas y simbólicas.

En el aspecto económico se tiene la categoría como presas, nuestra tendencia a domesticar


ciertas especies seleccionadas de víctimas siempre ha salido a flote como nuestro
comportamiento más característico.

La segunda categoría seria la relación simbiótica, que es la asociación de dos especies


diferentes en beneficio mutuo. Cuando somos nosotros uno de los miembros de la pareja
simbiótica, el beneficio mutuo tiende a inclinarse sensiblemente a favor nuestro. El más
antiguo animal simbiótico de nuestra historia es, indudablemente, el perro. Otra categoría es
la que se refiere a la domesticación de diversas especies como fuentes de producción. Estos
casos de simbiosis como lo señala Morris trae como consecuencia la perdida la
independencia genética a dichos animales.

Tercera categoría es la de los competidores, todo animal no comestible o simbióticamente


inútil es atacado y exterminado cualquier especie que compita con nosotros, disputándonos
comida o espacio, o se interfiera en el curso normal de nuestra vida, es eliminada. Además
señala que por esta característica probablemente nuestros parientes primitivos, hayan sido
eliminados por la supervivencia del homo sapiens.

Otra categoría, la de los parásitos Y esto supone una nueva amenaza para todas las otras
especies, pues al extinguirse los parásitos y mejorar nuestra salud, aumenta enormemente la
velocidad de crecimiento de nuestra población y se acentúa la necesidad de eliminar a todos
los competidores de importancia secundaria.

La quinta categoría importante, la de los animales rapaces, está también en decadencia

Pero nosotros tenemos, además, otros campos especiales y propios: el científico, el estético
y el simbólico.
La actitud estética está como base a la explotación. Aquí, la enorme variedad de las formas
animales, de sus colores, hábitos y movimientos, se estudian como objeto de belleza más
que como sistemas para el análisis.

En la actitud simbólica para con los animales fue denominada, «antropomórfica». Amamos
y odiamos a los animales y estos sentimientos no pueden explicarse únicamente sobre la
base de consideraciones económicas y de exploración. Es evidente que cierta clase de
reacción básica e insospechada es provocada en nuestro interior por las señales específicas
que recibimos.

Para explicar se tiene que tener una idea de que animales amamos y odiamos en nuestra
civilización. En el caso de una mayor preferencia es para los mamíferos. Cada una de las
especies posee cierto estímulo clave, evocador de propiedades peculiares de nuestra propia
especie, y esto es lo que nos hace reaccionar automáticamente, sin comprender exactamente
lo que nos atrae. Los rasgos antropomórficos de cada uno de ellos podría explicar la elección,
como las expresiones faciales que tendrían importancia como formas visuales básicas de
comunicación otra característica es la posición vertical, tan característica de nuestra especie.

Los niños pequeños prefieren los animales grandes, y los niños mayores prefieren los
animales pequeños. Esta explicación se basa en dos leyes, la primera ley de simpatía animal
declara que: «La popularidad de un animal está en relación directa con el número de rasgos
antropomórficos que posee.», como ya se explicó anteriormente. La segunda establece que:
«La edad del niño es inversamente proporcional al tamaño del animal que aquél prefiere.».
Esta preferencia se basa en una educación simbólica, la explicación más sencilla es que los
niños pequeños ven en los animales a unos sustitutos de los padres, mientras que los niños
mayores ven en ellos a unos sustitutos de los hijos. Pero además nos debe recordar una
categoría especial dentro de la especie. Cuando el niño es muy pequeño, sus padres son
figuras protectoras de la máxima importancia. Dominan la conciencia del niño. A medida
que crece, el niño empieza a afirmarse y a competir con sus padres. El niño, por un fenómeno
de extraña precocidad, se convierte en padre. Y el animal se convierte en el símbolo de su
hijo.

Hay una singular excepción a la segunda ley de simpatía animal que describe Morris, y es la
referente al caballo. La reacción provocada por este animal es extraña en dos sentidos, su
máxima popularidad coincide con la pubertad. Se da la conclusión de que la reacción ante el
caballo tiene que involucrar un poderoso elemento sexual. La representación simbólica entre
el hecho de montar un caballo y el acto sexual, puede parecer sorprendente que el animal
tenga un mayor atractivo para las niñas.

En el caso de los odios a ciertos animales predomina la serpiente y la araña se puede explicar
que estos animales tienen una acentuada significación simbólica de alguna clase, o bien que
existe en nosotros una poderosa tendencia innata a huir a estos animales. Para comprobarlo,
los monos cuando tienen unos pocos años de edad y han llegado a la fase en que empiezan
a abandonar el refugio del cuerpo de la madre presentan ahí el miedo a estos animales, según
explica Morris, además explica la reacción contra la serpiente no es innata, sino,
simplemente, un fenómeno cultural derivado del aprendizaje individual

Combinados con nuestros intereses económicos, científicos y estéticos, producen una


relación interespecífica singularmente complejo.

La primera edad es la fase infantil, durante la cual dependemos completamente de nuestros


padres y reaccionamos fuertemente a los animales muy grandes, que empleamos como
símbolos paternos. La segunda es la fase infantil-parental, en la que empezamos a competir
con nuestros padres y reaccionamos vigorosamente al estímulo de los animales pequeños,
que empleamos como hijos-sustitutos. La tercera es la fase objetiva preadulta, período en
que el interés de la exploración. Es la época de la caza de insectos, del microscopio, de las
peceras y de las colecciones de mariposas. La cuarta es la fase adulta joven. Llegados a este
punto, los animales más importantes son los del sexo opuesto de nuestra misma especie. La
quinta es la fase adulta parental, en la que vuelven a intervenir en nuestra vida los animales
simbólicos, pero como favoritos de nuestros hijos. La sexta edad es la fase posparental, en
la cual perdemos a nuestros hijos y podemos volcarnos de nuevo en los animales, como
sustitutos de aquellos. La fase senil, que se caracteriza por un aguzado interés en la defensa
y conservación de los animales. En esta fase, el interés se centra en aquellas especies en
peligro de extinción. Poco importa si, desde otros puntos de vista, son atractivas o repulsivas,
útiles o inútiles; la cuestión es que sus miembros sean pocos y que vayan disminuyendo.

Al hacer hincapié en los rasgos biológicos, Morris trata de darnos a conocerlo y que de
alguna manera nos sometemos a ellas y que eso nos ayuda a brindarnos más probabilidades
de supervivencia. Esto no implica un ingenuo «retorno a la Naturaleza». Significa,
únicamente, que deberíamos adaptar nuestros inteligentes adelantos oportunistas a nuestras
existencias básicas de comportamiento. Debemos mejorar en calidad, más que en simple
cantidad.
Comentario personal

Al interpretar lo descrito por Morris nos da a entender la fuerte relación que existe entre los
seres humanos y los animales, pues expone que de alguna manera los animales ayudaron en
la sobrevivencia de nuestra especie, al utilizarlos como fuente de alimento, como animales
guardianes, etc. Analizan lo descrito por Morris, se puede interpretar que muy aparte que los
animales ayudaron en la parte alimentaria al mono desnudo, es también la ayuda a la
sobrevivencia de la especie en sí, porque al tener de compañero al perro por ejemplo, brinda
la protección frente a otros animales que trataron de atacar a los primates de ese tiempo,
dándole así una seguridad y una prevalencia de la especie.

Otro ejemplo claro de esto es la gran importancia de los perros, que desde épocas primitivas
hasta la actualidad son de gran utilidad como los perros de caza, sabuesos, de pastor, de
guardia, etc. Además al explicar por qué nos gusta o no ciertos animales, se tiene mucho
coincidencia en la mayoría de caso de los seres humanos, puesto que en la actualidad si nos
figamos en las preferencia a la elección de la mascota, vemos que el primer puesto lo ocupa
los mamíferos (perros, gatos, etc.), por otro lado la mayoría rechaza a los reptiles y los
insectos, demostrando que los rasgos antropomórficos de estos animales predominan de
alguna en la elección de los animales.

Finalmente en este capítulo se trata de explicar la importancia de los animales en la evolución


de los seres humanos y como nuestros antepasados primates nos dejaron esa característica
de interactuar con ciertos animales, demostrando ese rasgo primitivo que todavía
mantenemos.

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