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Suelos Salinos y Sodicos PDF
Suelos Salinos y Sodicos PDF
Autor:
Ing. Armando Flores García
- Post-Grado -
La Habana, 1991.
1 INTRODUCCION
Considerables extensiones de suelos en los países tropicales, están afectadas por procesos de
salinización; algunas de ellas son producto de fenómenos naturales relacionados al clima,
material parental, profundidad del manto freático, etc. En América, áreas como el desierto de
Tacna, entre Perú y Chile; la región del Chaco, entre Argentina, Paraguay y Bolivia; y el norte
de México y medio oeste norteamericano, son ejemplos de zonas que por razones climáticas
son susceptibles a la salinización. Luego, los valles y otras posiciones bajas del relieve con
influencia de las aguas freáticas, además de los litorales marinos, se deben agregar a este
recuento.
Adicionalmente, son crecientes las áreas que, por el mal manejo agronómico, han empezado a
salinizarse.
El conocimiento de las causas de la salinidad de los suelos y de sus efectos sobre los cultivos,
nos dará una idea exacta de la magnitud del problema y de la estrategia posible a seguir para
prevenirlo y/o remediarlo. He ahí el principal objetivo de la presente revisión.
Para dar una visión lo más completa posible de lo concerniente a los suelos salinos y sódicos,
este trabajo se ha dividido en cuatro capítulos, correspondiendo al siguiente sumario:
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el muestreo y los análisis de laboratorio de estos suelos se han realizado, a partir,
fundamentalmente, del ya clásico texto de Richards (1954).
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2 ORIGEN Y NATURALEZA DE LOS SUELOS SALINOS Y SODICOS
Los suelos salinos se encuentran mayoritariamente en regiones de clima árido y semiárido. Bajo
condiciones húmedas, las sales solubles originalmente presentes en los materiales del suelo y
aquellas formadas por el intemperismo de los minerales, generalmente son llevadas abajo con el
agua del suelo y transportadas posteriormente por las corrientes a los océanos. En regiones
áridas, el lavado y transporte de las sales solubles al océano no es tan completo como en las
regiones húmedas. El lavado natural es comúnmente localy las sales solubles no pueden ser
transportadas lejos. Esto ocurre no solo debido a una menor lluvia disponible para lavar y
transportar las sales, sino también debido a las altas tasas de evaporación características de los
climas áridos, el cual tiende además a concentrar las sales en los suelos y en las aguas
superficiales (Richards, 1954).
El origen de las sales solubles en el suelo es tan variado, como las condiciones del relieve y
material parental en que puedan desarrollarse. Esto ha llevado a Martín (1979) a la diferenciación
de cuatro "ciclos" que relacionan estos factores con el tipo de suelo formado. Estos ciclos son:
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- Ciclo artesiano: está asociado a la ascensión capilar de las aguas subterráneas
mineralizadas. Este proceso es favorecido por fracturas tectónicas y estructuras
destruidas por la actividad volcánica y deposiciones continentales muy profundas.
De todos los anteriores, los más comunes son los relacionados a las aguas superficiales y
profundas (ciclos continental y artesiano) (Richards, 1954). En el caso particular de los trópicos,
Cairo y Quintero (1983), destacan como fuentes de sales en los suelos, a las aguas subterráneas
salinas que en algunos lugares puedan acercarse a la superficie; las aguas subterráneas que se
apoyan en las aguas marinas; y las mismas aguas marítimas, cuando por efecto de sus flujos
inundan algunos lugares en la llamada salinización de marga. En síntesis, los ciclos artesiano,
continental y marino.
Ortega (1986) menciona como las principales fuentes de sales solubles en los suelos de Cuba, a
los sedimentos salinos, sobre todo los terrígenos, formados durante las fases de aridez
pleistocénica; además de la intrusión marina en los acuíferos cársicos (ciclos marino y continental
según Martín, 1979). Agrega que el clima de la Isla favorece el lavado de sales, por lo que los
suelos con salinización primaria son poco extensivos y están asociados a las ciénagas costeras.
Ortega et al. (1986) calcularon en 1 millón las hectáreas de suelo afectadas por la salinización
secundaria en Cuba y en 1.1 millones las que se encontraban en peligro de salinizarse. Esta
salinización, que causa pérdidas directas al Estado cubano cercanas a los 150 millones de pesos
(Ortega et al. 1986), comenzó en el siglo XVI y se intensificó a partir de la década de 1950,
debido a la sobre-explotación de los acuíferos y por la elevación del manto freático, salinizado a
causa del riego poco tecnificado y de la construcción de obras de almacenamiento y distribución
de agua sin sistemas de drenaje adecuado (Ortega, 1986).
En el caso particular de los suelos de Nicaragua, Marín (citado por Anónimo, 1990) ha sugerido
que las emanaciones subterráneas de origen volcánico constituyen uno de los causales del alto
contenido salino en las fuentes colindantes a los mismos (ciclo artesiano definido por Martín). A
esto se agrega la baja precipitación lluviosa característica del clima de los Departamentos de
León y Managua, en donde la relación evaporación/precipitación alcanza valores de hasta 2.5,
obligando a los agricultores a aprovechar para el riego las aguas subterráneas cargadas de sodio
(Anónimo, 1990).
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2.2 - Procesos de formación de suelos salinos (Solonchak y Solonetz):
Aceves (1981) resume de la siguiente manera las etapas de formación de los suelos salinos:
2) Desalinización del suelo: las sales solubles son removidas del suelo superficial y
depositadas en la parte inferior del horizonte B; el complejo de intercambio se
satura con ion Na+, originándose un suelo sódico (Solonetz).
Por su interés para la presente investigación, nos detendremos en los dos primeros procesos, la
salinización y la desalinización de los suelos.
2.2.1 Salinización
Como condición previa a este proceso, se requiere la presencia de una capa freática salina a
poca profundidad y de una relación Evapotranspiración/precipitaciones mayor a 1. Por esta razón,
este proceso ocurre mayormente en regiones áridas y semi-áridas y es prácticamente inexistente
en regiones húmedas (Richards, 1954).
Esta costra salina, según Fassbender (1986), está formada principalmente de cloruros y sulfatos.
Este proceso se muestra sintetizado en la figura (1) y el perfil típico de un suelo Solonchak se
muestra en la figura (2).
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Guerra y Paneque (1962, citados por Martín, 1979), refieren que en
los suelos salinos pueden predominar, además del ión Na+, otros
iones y mencionan el caso de los terrenos aluviales del Guadalquivir,
en donde los carbonatos de calcio saturan aproximadamente en un
20% el complejo de intercambio y presentan valores de pH alrededor
de 8; a éstos se les denomina suelos Solonchak calizos.
-Ca2+ -Na
+
-Na+
-Mg2+ -Na
+
Solamente en virtud a la presencia de gran número de sales, los coloides saturados de sodio se
mantienen en estado coagulado, pero después de eliminar el exceso de sales, el suelo empieza a
desalinizarse; se manifiesta, entonces, la influencia peptizante del sodio adsorbido a los coloides
del suelo, que adquieren movilidad.
En estas condiciones, los suelos tienen una reacción alcalina, condicionada por las reacciones de
intercambio del sodio adsorbido con los bicarbonatos y carbonatos solubles en el agua:
Las sales resultantes (carbonatos y bicarbonatos de sodio) son sales básicas. En el agua, ellas
sufren la descomposición hidrolítica, según el esquema siguiente:
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De esta manera, aparece en el suelo un álcali fuerte; llegando el pH del suelo hasta valores de
10-11.
Bajo la influencia del álcali sobre las sustancias húmicas, se forman humatos de sodio solubles en
agua y, bajo la influencia sobre la parte mineral que tiene silicio (por ejemplo, SiOH), se forma el
sodio silícico soluble en el agua. Los humatos que afloran forman una
costra de color negro en la superficie del suelo, que origina el nombre
de "suelos salinos negros", como también se conoce a los suelos
Solonetz.
El grado de solubilidad de las sales, así como su fitotoxicidad, aumentan de izquierda a derecha y
de arriba hacia abajo.
Ca Mg Na
- Carbonatos CaCO3 MgCO3 Na2CO3
- Sulfatos CaSO4 MgSO4 Na2SO4
- Cloruros CaCl2 MgCl2 NaCl
- Nitratos - - NaNO3
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En la figura (4) se observa un esquema brindado por Aceves (1981), que resume los criterios del
Laboratorio de salinidad de los Estados Unidos, para realizar esta clasificación.
A continuación presentamos algunas características de estos suelo, según las reporta Aceves
(1981):
- Propiedades Químicas: La remoción de las sales se inicia con los cloruros y nitratos,
seguidos por los sulfatos, carbonatos y bicarbonatos. Los coloides se peptizan, lo cual
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está en dependencia del tipo de cationes y su cantidad en el complejo de intercambio. El
efecto de los cationes sobre la dispersión disminuye en el siguiente orden:
- Propiedades Físicas: Tienen igual apariencia y propiedades físicas que los suelos salinos
no-sódicos, mientras exista exceso de sales solubles en el suelo; pero si estas sales son
eliminadas, mediante lluvia o riegos, se modificarán las propiedades físicas y se pondrán
de manifiesto las características y propiedades de los suelos sódicos no-salinos.
Según Russell y Russell (1964, citado por Martín, 1979), los suelos salinos y sódicos
contienen mezcla de Solonchak y Solonetz, Solonetz y Solod, ó aún de los tres juntos,
dependiendo del relieve. En los puntos más bajos por Solonchak, en los de relieve
moderado por Solonetz y en los altos por Solod.
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3 VALORACION DE LAS PROPIEDADES QUIMICAS Y FISICAS DE LOS SUELOS
SALINOS
Debido a las peculiaridades de estos suelos, para su muestreo deben tomarse consideraciones
especiales. Una de ellas tiene relación con la necesidad de correlacionar los datos obtenibles con
el muestreo y posterior análisis de las propiedades del suelo, con las condiciones del cultivo en el
campo; para ello, se recomienda que la muestra se tome de la zona activa para las raíces de las
plantas (Richards, 1954).
El Laboratorio de salinidad de los Estados Unidos, hace las siguientes recomendaciones para el
muestreo de suelos salinos:
a) Las costras salinas, visibles o no, pero que se sospeche que existan, deben muestrearse
separadamente, apuntándose la profundidad aproximada de su localización.
En virtud del último acápite de las recomendaciones, el mismo laboratorio presenta la siguiente
tabla (4) de peso de muestras en relación con las mediciones a realizar.
Las cantidades totales de suelo a ser obtenidas para la muestra, pueden determinarse sumando
los pesos indicados para los análisis individuales a realizar. Muestras al doble del peso de lo
indicado son deseables, si las facilidades de manipulación lo permiten.
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Tabla 4: Recomendaciones del Laboratorio de salinidad de los Estados Unidos, en
cuanto a pesos de muestras de suelos salinos según las determinaciones a
realizar (Richards, 1954).
Determinación Peso (g)
- Conductividad eléctrica del extracto
de saturación, porcentaje de saturación
y pH de la pasta de suelo 250
- Análisis de iones solubles (Métodos
semimicro para: - Baja salinidad 500
- Alta salinidad 250
- Análisis de cationes intercambiables 15
- Conductividad hidráulica (alterada) 400
- Yeso y carbonatos alcalino-térreos 50
Para la preparación de la pasta, basta con añadir agua destilada a la muestra de suelo, mientras
se agita con una espátula. El suelo saturado brilla como si reflejase la luz, fluye ligeramente
cuando el recipiente que lo contiene es volteado y la pasta se desliza libre y limpiamente de la
espátula.
Una ventaja adicional del método del extracto de saturación es el hecho de que el porcentaje de
saturación está relacionado directamente al rango de humedad en el campo.
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3.1.3 Cationes y aniones solubles
Los análisis de cationes y aniones solubles en suelos salinos y sódicos se realizan, generalmente,
para determinar el contenido de sales totales; la composición de sales presentes; y las relaciones
entre la concentración total de cationes y otras propiedades de las soluciones salinas, tales como
la conductividad eléctrica y la presión osmótica; además, brinda información sobre la composición
de los cationes intercambiables en el suelo.
Los cationes y aniones comúnmente determinados en suelos salinos y sódicos son Ca++, Mg++,
Na+, K+, CO3=, HCO3-,SO4= y Cl-. Ocasionalmente se determinan también NO3- y SiO2 soluble.
En la tabla (5) se observa un resumen de las técnicas usadas para determinación de aniones y
cationes solubles en suelos salinos y sódicos.
Los principales métodos usados para su determinación han incluido la inundación de la superficie
del suelo, la aspersión para simular la lluvia y la medición del agua que entra por arroyos o por
surcos. De ellos el método del cilindro de Musgrave es probablemente el más versátil.
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Para su mayor exactitud, se requiere el uso de agua con la misma calidad a la que se usará para
el riego o lavado. La cantidad de tiempo durante la cual se conducirá la prueba y la lámina de
agua a ser aplicada, dependerán del propósito de la prueba y del tipo de información requerida.
De tal forma, cuando el objeto de estudio es un problema de riego, la profundidad correspondiente
a una aplicación será suficiente; en cambio, si la información es requerida para planificar una
operación de lavado, será deseable aplicar la cantidad de agua para lavar la profundidad total en
cuestión, en una parcela testigo.
La densidad del suelo puede medirse por muchos métodos. Para un cierto rango de humedades y
suelos relativamente libres de gravas y piedras, es posible medirla presionando el suelo con un
tubo de paredes delgadas, que tenga un filo cortante adecuado. El suelo es entonces deslizado
hasta el final del tubo y secado al horno a 105oC. La densidad es la relación entre la masa del
suelo contenida en el tubo y el volumen del mismo.
La densidad de la fase sólida de muchos suelos promedia alrededor de 2.65 g.cm-3. Sin embargo,
su medición directa puede hacerse con picnómetros, en donde se coloca una muestra del suelo,
desplazándose el aire contenido en éste con agua. Relacionando el peso del suelo sólido y el
volumen del suelo, exceptuando el espacio poroso y a través de un cálculo sencillo, se obtiene la
densidad de la fase sólida.
Muchos métodos se han propuesto para medir la estabilidad al agua de los agregados del suelo,
siendo el más común el del tamizado en húmedo de Yoder. A continuación se explica una
modificación al procedimiento original:
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4 RESPUESTAS DE LOS CULTIVOS A LA SALINIDAD DE LOS SUELOS
La tolerancia a la salinidad por parte de un cultivo, puede ser valorada de acuerdo a tres criterios:
la habilidad de la planta a sobrevivir en suelos salinos, el rendimiento del cultivo en estos suelos y
el rendimiento relativo del cultivo en un suelo salino en comparación con aquel en un suelo no-
salino bajo similares condiciones de cultivo. Comúnmente, los estudios realizados se basan en el
primer criterio, aunque se considera que su valor es limitado en la agricultura bajo riego. El
segundo criterio es, quizás, el de mayor valor agronómico; mientras el tercero, se usa
frecuentemente como base de comparación entre diversos cultivos (Richards, 1954).
Aparte de la tolerancia o resistencia que puedan tener los cultivos a una determinada sal, una
característica muy interesante de algunos de ellos, es su capacidad de absorción de las sales del
suelo. Walter (1968, citado por Medina, 1977), ha propuesto una clasificación ecológica de las
especies resistentes a las sales, basado en el análisis de sus cenizas. La clasificación diferencia
entre cloro-halófitas (acumuladoras de cloruros), sulfato-halófitas (mayor concentración relativa de
sulfatos), alcalino-halófitas (concentradoras de sodio) y las halófitas excretoras de sales. Las
cloro-halófitas se caracterizan por lo general por su gran suculencia, mientras que las sulfato-
halófitas poseen una estructura foliar más coriácea.
Como ejemplo del segundo criterio, se presenta en la figura (5) la escala de Scofield, en la cual la
respuesta de los cultivos a la salinidad es expresada en términos de la conductividad del extracto
de saturación.
b: relación entre las variaciones de P (dP) y las de la salinidad (dCEe), está dada por la
fórmula:
b = -dP/dCEe (4.2)
En la figura (6) se presenta una gráfica típica de la respuesta de un cultivo a niveles crecientes de
salinidad, la cual da origen a la fórmula de Maas-Hoffman. Así mismo, en la tabla (6) se presentan
los valores de 'b' y de 'a' para algunos cultivos tropicales, la CEe calculada para una P del 90%
(CE/90) y la clasificación del cultivo de acuerdo a su resistencia a la salinidad.
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Tabla 6: Resistencia de algunos cultivos tropicales a la salinidad (modificado de Pizarro,
1985).
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4.1 Efectos sobre la germinación y los estadios iniciales de crecimiento
Drew (1967, citado por Jerez y Dell'Amico, 1986) y Primavesi, Ana (1984) coinciden en afirmar
que la concentración de sales en el suelo dificultan la absorción de agua y nutrientes, por efecto
del aumento en la presión de solutos del suelo. Según Demolón (1967), esto explica las
diferencias observadas en regiones húmedas y secas, de suelos arcillosos o arenosos de
capacidad variable para el agua.
Comprobando lo anterior, Martínez y Cerda (1988 b) observaron que una presencia excesiva de
sales en el medio de crecimiento del tomate y del pepino, reduce la concentración de iones nitrato
y potasio en la planta y de alguna manera alteran el metabolismo del N y las funciones del K, en
la misma.
Excepción de lo anterior son las plantas ya citadas anteriormente, capaces de absorber sales del
suelo e incluso de acumularlas en sus tejidos, entre las cuales Pizarro (1985) menciona al girasol,
el apio, los puerros y la alfalfa, esta última capaz de extraer 25 kg Na.ha-1 del suelo.
La salinidad del suelo puede afectar la eficiencia productiva de una planta. Dutt y Bal (1988),
observaron que la Tasa de asimilación neta al momento de máximo ahijamiento del arroz, se
redujo significativamente con el incremento de la salinidad del suelo. Esto se reflejó en una
disminución en el rendimiento del grano.
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Del mismo modo, la capacidad de almacenamiento de fotosintatos se afecta con el aumento de la
salinidad. Drawid y Goswani (1986), obtuvieron disminuciones del 83% en la producción de
-1
materia seca del arroz con niveles de salinidad que aumentaron de 4.5 hasta 8.3 dS.m ,
simultáneamente con incrementos del pH de 8.0 a 8.9 y del PSI de 4.7 a 34.4%. Similarmente,
Martínez y Cerda (1988 a), en tomate, al aumentar la concentración salina de la solución nutritiva
de 12 a 150 mM.l-1, obtuvieron reducciones del rendimiento en masa seca del orden del 61% en
hojas, 71% en tallos y 63% en raíces; mientras en pepino, con aumentos desde 5 hasta 50 mM.l-1
de sales, los decrementos fueron del 55% para las hojas, 52% para los tallos y 60% para las
raíces, resultando letales concentraciones mayores a 100 mM.l-1.
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5 MEJORAMIENTO Y RECUPERACION DE SUELOS SALINOS Y SODICOS
En el capítulo anterior pudimos apreciar los efectos que causa la alta concentración salina del
suelo sobre la fisiología de los cultivos. Es así, que tenemos la idea de la necesidad de mejorar y
recuperar para la agricultura intensiva los suelos con problemas de salinidad. Anteriormente, en el
capítulo 2, estudiamos las fuentes de las sales del suelo y la génesis de los suelos salinos.
Tenemos, entonces, además, las bases generales de los mecanismos utilizables para lograr éste
fin.
De manera general, debe partirse del hecho de que en los suelos salinos (no-sódicos) es
necesario reducir el contenido de sales y en los salinos-sódicos debe disminuirse el contenido
salino y, adicionalmente, tomar medidas para evitar que se deterioren sus propiedades físicas; por
ello se habla del "mejoramiento" de estos suelos. En cambio, la "recuperación" de los suelos
sódicos implica el desplazamiento del ión Na+ del complejo de intercambio, por el Ca+2, logrando
así la mejora de sus propiedades físicas (Aceves, 1981).
Israelsen y Hansen (1965), consideran que para la recuperación permanente de los suelos salinos
y alcalinos son precisas cuatro etapas fundamentales; estas son:
a) Un adecuado desplazamiento, en profundidad, de la capa freática salina.
b) Una infiltración apropiada del agua.
c) La eliminación, por lavado, del exceso de sales del suelo.
d) Un laboreo inteligente del suelo.
Para lograr estos fines, se hace uso de una serie de métodos que podemos clasificar en Físicos,
Biológicos, Eléctricos, Químicos e Hidrotécnicos. Pizarro (1985), considera a los tres primeros
como técnicas auxiliares de los métodos químicos e hidrotécnicos.
Aceves (1981), cita una serie de experiencias con labranza profunda, que por su interés nos
parece oportuno referir:
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- Comparando por 4 años, suelos salinos con barbecho normal (15-20 cm) y suelos con
-1
aflojamiento profundo (60 cm). Los primeros tuvieron una permeabilidad de 5.6 cm.h
y el agua se infiltró 40-60 cm; cuando se aflojó a 60 cm, la permeabilidad se elevó a
16.2 cm.h-1 y el agua se infiltró hasta los 80-100 cm.
- Pastukh et al. (s/f), con laboreo normal (25 cm) más yeso y sin lavado, lograron
reducir el PSI de los primeros 40 cm del suelo a valores del 5-10% en 4-5 años; sin
aplicar yeso, lograron valores semejantes en 8-10 años; en cambio, con barbecho a
profundidad llegaron a estos términos en 1 año.
Se utiliza para el rompimiento de capas duras, impermeables, facilitando el drenaje interno del
suelo. Tiene una acción limitada a 1-2 años. Se debe cuidar su uso, dado que, por la misma
conductividad hidráulica, bajo algunos suelos se pueden encontrar mantos freáticos bajo
presión, en los cuales la subsolación, lejos de hacer un bien, podrá terminar de destruir la
fertilidad del suelo ya que favorecerá la subida de las aguas del manto (Ortega, 1986).
Útil cuando el suelo superficial tiene características poco deseables, pero parte del subsuelo
tiene mejores propiedades. En este caso, se entierra el primero.
Baser et al. (1986), lograron incrementos significativos de los rendimientos en materia seca del
maíz, con la adición de combinaciones de estiércol + N en un suelo arcillo-francoso salino sódico.
Estos tratamientos también mejoraron la absorción de microelementos por parte del cultivo.
En el Lote Piloto del CAI Vado del Yeso, en Granma (Cuba), se han empleado mejoradores
orgánicos para un suelo solonetizado, cultivado con arroz e irrigado con aguas de baja calidad.
Con cascarilla de arroz se han logrado incrementar los rendimientos de 2 a 7 ton.ha-1, con
cachaza a 4 ton y con la combinación de cachaza y residual de azucarería hasta 5 ton.ha-1. Del
mismo modo, en la Empresa de semillas de arroz Corojal, al sur de La Habana, sobre un suelo
débilmente salino, se han logrado aumentos en el rendimiento del grano (2 a 4 ton.ha-1) al
incorporar cachaza. En este caso, el material orgánico resultó similar a la aplicación del residual
de fábricas de acetileno (CaO). Similarmente, en Holguín, en un suelo salino-sódico del Lote
Piloto de la Empresa Ganadera Calixto García Sur, se han logrado reducciones del PSI del 25 al
9% en 1 año y hasta el 6% en el segundo, con los tratamientos de papilla de yeso (residual de la
industria niquelífera), Azufre, mosto de destilería, estiércol y cachaza (Otero, Lázara, 1991).
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la aplicación de carga, se elevó la salinidad del agua colectada por el sistema de drenajes de
1,500 hasta 37,000 ppm.
La clase y cantidad del mejorador químico que debe aplicarse para el desplazamiento del sodio
intercambiable, depende de las características propias del suelo. Influyen aquí el contenido de
calcio, el pH, la velocidad de sustitución del Na y el costo de la enmienda por unidad de calcio
soluble que, directa o indirectamente, done ésta al suelo y la accesibilidad al área a rehabilitar
(Fassbender, 1986).
Los mejoradores que se usan en la recuperación de suelos afectados por elevados PSI, se
agrupan generalmente según la siguiente clasificación (Pizarro, 1985; Fassbender, 1986):
a) Yeso, CaSO4.2H2O
a) Azufre, S
- Residuos industriales:
a) Espumas de azucarería,
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Tabla 8: Mejorador adecuado para cada tipo de suelo (según Pizarro, 1985).
Suelo
Mejorador 1 2 3
- Yeso A A A
- Cloruro de calcio A A A
- Azufre MA A AR
- Polisulfuro de calcio MA A AR
- Acido sulfúrico MA A AR
- Sulfatos de Fe y Al MA A AR
- Caliza I PU A
- Espumas de azucarería I PU A
Suelo 1: Suelos que contienen cabonatos alcalino-térreos.
Suelo 2: Suelos prácticamente libres de carbonatos alcalino-térreos y pH > 7.5.
Suelo 3: Suelos prácticamente libres de carbonatos alcalino-térreos y pH < 7.5.
MA: Muy adecuado; A: Adecuado; I: Inútil; AR: Adecuado con restricciones (peligro de acidificación);
PU: Poco útil
Para lograr el objetivo de eliminar parte del sodio adsorbido al complejo de intercambio, el
mejorador debe ser capaz de desplazar el Na hasta lograr valores de PSI de 7-12%. Como
criterio general para el cálculo de la dosis del mejorador se puede considerar un PSI final del
10%, aunque la experimentación puede aconsejar otros valores, según las condiciones
particulares del suelo. Pizarro (1985), presenta la siguiente fórmula de fácil cálculo; para obtener
una dosis teórica del mejorador (Dt):
-1
Dt = (PSIi - PSIf) * CIC * Pe * h * Da (Kg.ha ) (5.1)
100
donde, PSIi: PSI presente en el suelo antes de la aplicación;
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PSIf: PSI que se desea alcanzar con el mejoramiento;
Esta fórmula se basa en la sustitución total del Na por el Ca añadido. Sin embargo, en la práctica
esto no sucede así; para PSI > 25, el 90% del Ca reemplaza al Na, mientras que el porcentaje de
Ca que reacciona baja del 50% cuando el PSI llega a 10. De ahí que se use como corrección, el
cálculo de una dosis práctica (Dp):
Dp = C * Dt (Kg.ha-1) (5.2)
- Mantener el nivel freático debajo del nivel crítico (2.5-3.0 m), mediante el drenaje artificial,
si es necesario.
- Reducir, mediante el riego, lavado y drenaje, el contenido de sales fácilmente solubles en
el suelo a 0.3-0.4% y en aguas profundas a 2-3 g.l-1.
- Evitar se reanude la salinización en la zona radical, mediante riegos o, si es necesario,
lavados repetidos en combinación con drenaje.
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El mejor período para lavar es en época de sequía, cuando el nivel freático es más bajo, sin
olvidar el contenido de humedad durante el flujo, pues con esto se afectan dos factores: la
cantidad de agua y el tiempo.
El flujo más deseado para ahorrar agua o cuando se tienen problemas de drenaje deficiente, es el
no-saturado; pero cuando el tiempo es el factor de mayor importancia, la elevada intensidad de
aplicación es la mejor elección, puesto que el primer incremento de lavado es el que más lixivia y
debe ser una lámina tal que permita utilizarla con algún cultivo, cuando así lo permita el suelo.
Después del primer lavado se puede pensar en un cultivo tolerante hasta poder establecer uno
sensible mediante lavados continuos.
Cuando las láminas de riego de riego sean mayores de 12,000 - 15,000 m3.ha-1, el lavado se
puede combinar con el cultivo del arroz y cuando sean utilizadas aguas salinas, debe procurarse
que no tengan un porcentaje mayor al 50% de Na en relación al contenido total de sales solubles,
o un 45% si el suelo no contiene yeso y deben utilizarse sólo cuando el nivel freático está por lo
menos a 1.5 m en suelos arenosos y a 2.0 m en suelos arcillosos, con el requisito que en ambos
casos debe tenerse buena percolación y drenaje.
En suelos con elevado PSI, el valor dispersante del Na adsorbido es mayor que el poder
fluoculante de las sales disueltas en el agua de riego. Este hecho sugiere la sustitución del
yeso (mejorador más comúnmente utilizado en este tipo de casos) por un mejorador más
soluble, por ejemplo, el cloruro de calcio. El cloruro eleva la salinidad de las aguas de riego,
evitándose la dispersión de los coloides y disminuye la relación de adsorción de sodio, por lo
que reduce el PSI.
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5.5.3 Riego localizado
Israelsen y Hansen (1965), consideraban que si fuese posible mantener una distribución de la
humedad en los suelos regados, de tal forma que el movimiento del agua tuviera
continuamente un sentido descendente, su salinidad no tendría demasiada importancia. Un
movimiento descendente y continuo del agua, con un drenaje adecuado, haría disminuir
gradualmente las sales solubles de la capa superior del suelo, de la que las plantas extraen la
mayor parte de la humedad y nutrientes que necesitan.
El riego por goteo, en cualquiera de sus variantes, presenta ciertas peculiaridades en relación con
la salinidad. Una de las características de este sistema es el de permitir riegos de alta frecuencia,
lo que desde el punto de vista de la salinidad presenta una ventaja, pues se mantienen elevados
niveles de humedad y, en consecuencia, las sales no se acumulan tanto como en el caso de
riegos muy distantes entre sí. De hecho, con riegos por goteo se están empleando aguas de
elevada salinidad cuyo uso sería riesgoso con otros sistemas de riego (Pizarro, 1985).
En cambio, el riego por goteo es poco eficiente para el lavado de sales, debido a que las mismas
se concentran en los bordes del bulbo húmedo y en la superficie del suelo, rodeando el área
mojada.
Según Aceves (1981), es necesario tomar en cuenta las siguientes medidas durante la
recuperación de los suelos alcalinos y salinos:
- Mantener el movimiento hacia abajo de las sales mediante el drenaje artificial y/o
natural.
- Reducir el llenado de las aguas profundas y el ingreso de sales a las áreas bajo riego
mediante la planeación y racionalización de la utilización del agua: uso del agua en
invierno, mejora de los sistemas de riego y manejo, remodelación de los sistemas de
riego.
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- Reducir la evaporación de las aguas superficiales mediante el mejoramiento de la
estructura granular del suelo, establecimiento de árboles a lo largo de canales y
caminos y el uso de aguas profundas para el riego.
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6 AGRADECIMIENTOS
Deseo agradecer la colaboración prestada por el Ing. Víctor M. Paneque, CDr. e investigador
del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), tanto en materiales bibliográficos
indispensables para la confección de esta revisión, como en sus útiles consejos acerca de su
elaboración. Así mismo, a la Ing. Lázara Otero, del Instituto de Suelos de la Academia de
Ciencias de Cuba, por toda la información y colaboración brindada.
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7 BIBLIOGRAFIA
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8 INDICE
1 INTRODUCCION ........................................................................................................................................ 2
7 BIBLIOGRAFIA ........................................................................................................................................ 29
8 INDICE ....................................................................................................................................................... 31
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