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El deportista necesita un cuerpo bien entrenado y bien nutrido, a través de una correcta y equilibrada alimentación. El hecho de seguir una alimentación equilibrada contribuirá a que el futbolista se mantenga en un buen estado de salud y aproveche sus capacidades físicas al máximo.
Los alimentos están constituidos por un conjunto de sustancias nutritivas necesarias para el organismo: proteínas, hidratos de carbono (glúcidos), lípidos ( grasas), sales minerales, vitaminas y agua.
El deportista necesita un cuerpo bien entrenado y bien nutrido, a través de una correcta y equilibrada alimentación. El hecho de seguir una alimentación equilibrada contribuirá a que el futbolista se mantenga en un buen estado de salud y aproveche sus capacidades físicas al máximo.
Los alimentos están constituidos por un conjunto de sustancias nutritivas necesarias para el organismo: proteínas, hidratos de carbono (glúcidos), lípidos ( grasas), sales minerales, vitaminas y agua.
El deportista necesita un cuerpo bien entrenado y bien nutrido, a través de una correcta y equilibrada alimentación. El hecho de seguir una alimentación equilibrada contribuirá a que el futbolista se mantenga en un buen estado de salud y aproveche sus capacidades físicas al máximo.
Los alimentos están constituidos por un conjunto de sustancias nutritivas necesarias para el organismo: proteínas, hidratos de carbono (glúcidos), lípidos ( grasas), sales minerales, vitaminas y agua.
Un partido de fútbol es un acontecimiento deportivo en el que
los equipos se disputan el dominio del juego, tratando de superar al contrario en número de goles. De esto se deduce que la victoria en un partido depende del valor de los presupuestos técnico-tácticos individuales y colectivos y, por tanto, de la capacidad de acción táctica potencialmente disponible, pero también de la colocación de los componentes del equipo en el campo y por los posteriores cambios que se puedan producir en determinados momentos del juego. Así pues, el equilibrio de un partido puede estar sujeto a otros posibles desarrollos subordinados a las decisiones y al comportamiento del conjunto del equipo: jugadores + entrenador. Por ello, es necesario aportar otros dos significados del juego colectivo: - Los esquemas o sistemas de juego. - Las estrategias de juego. Los esquemas, que se centran principalmente en la disposición dinámica (activa) de los jugadores en el terreno de juego, se ciñen esencialmente a tres variables cuantitativas:
1. El número de jugadores que compone el equipo.
2. El espacio de juego. 3. La densidad del juego (consecuencia de 1 y 2). Las estrategias de juego contemplan la aplicación práctica de los esquemas de juego en función de la especificidad del partido o de algunas fases de éste o, extendiendo el concepto a un periodo de media o larga duración, en relación a un torneo, a un campeonato, etc. Las estrategias de juego se refieren a:
4. Principios tácticos generales.
5. Convenciones tácticas del entrenador. 6. Intuiciones tácticas del entrenador. 7. Características técnico-tácticas de los jugadores. 8. Características técnico-tácticas de los adversarios. 9. Presiones psicológicas (ambiente externo, padres, público). 10. Situación psicológica del equipo y de los adversarios. 11. Condiciones del entorno(terreno, balón, clima, etc.). 12. Desarrollo del partido (puntuación, arbitraje, expulsiones, etc.). 13. Ritmo del partido. 14. Cansancio físico del equipo y de los adversarios. 15. Importancia del partido. 16. Posición en la clasificación. Por tanto, el entrenador deberá organizar el juego basándose en la disposición de los jugadores en el campo, pero proporcionando también otras posibilidades de desarrollo en vista de las aplicaciones tácticas más específicas. La formación de equipo está compuesta tradicionalmente por tres categorías de jugadores: defensores, centrocampistas y delanteros. Los defensores además del portero, se dividen en aquellos que juegan en las bandas y aquellos que se sitúan habitualmente en el centro de la defensa. Considerando que normalmente las líneas defensivas se componen de cuatro jugadores, los dos laterales se repartirán dos funciones: uno se dedicará exclusivamente a marcar al contrario y el otro realizará la misma función, pero con posibilidades de proyección ofensiva. De los dos defensas centrales, normalmente uno es el jugador libre, que juega habitualmente por detrás de los otros tres compañeros de alineación o en línea con éstos, pero con tendencia a retrasarse. El otro asumirá la tarea de marcar al delantero que más avanzado se encuentre o el más peligroso, jugando este último preferentemente justo en el centro del campo, que es la zona más favorable para marcar gol. Suponiendo que el equipo cuente con cuatro centrocampistas, dos realizarán principalmente tareas de intervención, por tanto, neutralizarán las tentativas de construcción del juego y de recuperar el balón del adversario. Otro centrocampista asumirá sobre todo la tarea de organización general del juego, ofreciendo su ayuda a los demás compañeros de cada alineación y actuando de enlace operativo. Esta posición dentro del equipo se denomina normalmente delantero centro u organizador. El cuarto centrocampista se denominará una media punta o medio centro dependiendo de si las tareas que se le atribuyen son principalmente ofensivas o defensivas o en relación con la zona del campo en la que se disponga a jugar. Los dos delanteros o puntas, aunque también tienen la posibilidad de cruzarse y, por tanto, de intercambiarse continuamente las posiciones, prefieren jugar en el centro de ataque, que, por lo general, es el delantero que se encuentra más avanzado, o en el lateral con posibilidades de salida en las acciones de ataque, en una posición ligeramente más retrasada. Es evidente que la formación que estamos proponiendo aquí debe contemplarse con la debida flexibilidad, en cuanto que durante el juego se está sujeto a las posibilidades de cambio de posición o de tarea sin que se establezca comunicación directa con el entrenador. Estos mecanismos tácticos forman parte de las relaciones no verbales entre los jugadores, son expresiones de comprensión del juego y constituyen los presupuestos a los que el colectivo de un equipo debe adaptarse con el fin de que no resulte un fenómeno aislado. Por otra parte, en un juego en que las probabilidades de éxito dependen de grado de “incertidumbre” que se quiera crear en el adversario (análisis y comprensión equivocada del juego), una posición demasiado evidente o previsible arruinaría cualquier iniciativa.
El sistema de juego que acabamos de exponer preveía del
siguiente tipo: 1-4-4-2, entendiendo con esta sucesión que: 1 portero, 4 defensores, 4 centrocampistas, 2 delanteros. Otras posibilidades en relación con las variantes citadas anteriormente pueden ser: 1-4-5-1; 1-4-3-3; 1-5-4-1; 1-5-3-2; 1-4-2-4; 1-5-2-3. Los objetivos tácticos del juego, como hemos dicho en muchas ocasiones, se refieren a algunos momentos del partido en que los intentos de los jugadores están destinados a establecer una “meta técnica parcial” sobre la que se plantea la posterior acción. Estas situaciones pueden ser catalogadas dentro de dos categorías de comportamiento: - Cuando el equipo se encuentra en posesión del balón. - Cuando el equipo no se encuentra en posesión del balón. En consecuencia, podemos identificar otras dos subcategorías: - Cuando el jugador está en posesión del balón. - Cuando el adversario directo está en posesión del balón. Esquema 7. Campeonato del mundo de 1986. Interacción entre los jugadores del equipo brasileño durante el primer tiempo (Calligaris, Marella, Innocenti, 1990). El esquema 8 muestra como el juego se caracteriza por comportamientos técnicos diversos dependiendo de la situación de juego. Se nota como algunas conductas técnico-tácticas se encuentran exclusivamente condicionadas por la posesión o no del balón. Por el contrario, otras posibilidades intermedias (orientar, anticipar, fintar, enfrentarse y cubrir) pueden ser puestas en práctica en cualquier condición y momento del partido. La formación táctica juvenil
Es preciso tener en cuenta que en los sectores juveniles las
actividades previas a los torneos de “benjamines” se efectúan mediante encuentros entre equipos compuestos por un número reducido de jugadores (7 contra 7). Sin embargo, mantengo que en mérito de este aspecto, sería preciso modificar también la actividad agonística de los “infantiles”. ¿Cómo? Por ejemplo, actuando sobre el parámetro densidad de juego. De hecho, considerando no sólo el número de jugadores por equipo, sino el espacio de juego efectivamente y activamente utilizable, es decir, no alterando el número de jugadores y reduciendo las dimensiones del campo, se establecerían relaciones técnicas, fisiológicas, mentales y, en consecuencia, de correspondencia más adecuadas. De una investigación realizada en Roma en el Centro Federale per giovani calciatori (Centro Calcio Federale, 1992), que proponía la disputa de cuatro partidos de una duración de 20 minutos cada uno, de los cuales dos fueron disputados por 11 contra 11 jugadores en un campo reglamentario (categoría de infantiles), mientras que los otros dos se jugaron en campos de dimensiones reducidas (la mitad del campo se utilizaba transversalmente/en la mitad del campo transversalmente), se deduce que:
1. Con dimensiones reglamentarias, el número medio de balones
jugados(tocados) efectivamente por cada minuto de competición por jugadores individuales de ambos equipos fue, en su conjunto, de 19,68 veces. 2. Sin embargo, con dimensiones reducidas, el número de jugadas fue de 24,04 veces, mostrando, por tanto, una diferencia de 4,36 balones jugados más con respecto a los restantes partidos. Así pues, se produjo un incremento del 22%, una diferencia que corresponde a un incremento del 22%. El análisis de los datos permitía constatar que en los partidos con campo de dimensiones reducidas aumentaba el número de jugadas de “primera” y de “segunda” respecto a conducciones excesivamente prolongadas de la pelota y ejecuciones de regate. Sin embargo, una mayor densidad de juego llevaba a una mayor frecuencia de errores que, de todas formas, se rectificaba en un 8% más respecto a los partidos disputados 11 contra 11 ( Russo, Tesis del diploma ESEF, 1991-1992). Sin embargo, haciendo un esbozo de la apariencia del esquema de juego, para los partidos de 7 contra 7 podremos adoptar esquemas de este tipo: 1-3-1-2, 1-2-2-2, 1-3-2-1 (Fig. 1). Por lo que respecta a la especificidad de la posición, incluyendo al portero, se puede desprender la hipótesis de que hasta los 11-12 años es importante conocer y experimentar la mayor parte de las variantes situacionales que dependen de la colocación en el campo, tanto con especificidad defensiva y ofensiva (variante longitudinal), como respecto a la posición geográfica de derecha o izquierda (variante transversal). Es necesario hacerlo esencialmente de forma que en esta primera fase evolutiva del proceso formativo, donde se producen grandes cambios en el plano biológico y en la estructuración de los comportamientos motores, se le dé al alumno la posibilidad de concluir experiencias de juego importantes. Posteriormente, habiendo recibido las instrucciones necesarias para definir con mayor precisión la especificidad táctica dentro del colectivo, estaremos en condiciones de reconocer con un mayor margen de seguridad y pertinencia, la predisposición para una posición más específica. Por tanto, se esto se deriva que, evidentemente, la formación táctica de un joven futbolista puede ser dirigida con una cierta precocidad, si entendemos por este proceso, fundamentalmente, todos aquellos procedimientos didácticos destinados a: - La percepción y evaluación del espacio en el plano estático y dinámico. - La orientación espacial tridimensional. - Las evaluaciones temporales y del sentido del ritmo. - La estructuración de un pensamiento concreto y formal (Piaget). - Desarrollar un dinamismo mental adecuado. - Formular hipótesis de juego. - Utilizar en relación a un fin las habilidades aprendidas. - Favorecer relaciones de colaboración hacia objetivos comunes. Dichos objetivos, no sólo no causan daño alguno, como sostienen muchos que consideran demasiado especializadas estas intervenciones didácticas destinadas a la formación táctica, sino que deben estimarse indispensables para favorecer los transfer de enlace verificables en vista a los objetivos resultantes más complejos. Observando el comportamiento de algunos futbolistas jóvenes, se han obtenido algunos datos a través de un estudio efectuado siempre a través de nuestro Centro Federal de Roma (Santini Muratori, Tesis del diploma ISEF, 1992-93), que proponía la filmación de varios jugadores “cadetes” mediante equipos “play controller” (pags. sig., tablas 1-127), con el fin de recavar información sobre los parámetros cinemáticos de la prestación de un futbolista durante el partido. La información derivada de este estudio en relación con el espacio total recorrido, con la distribución porcentual de las velocidades alcanzadas y con la zona de campo en la que el individuo observado prefería jugar, nos permite extraer elementos lo suficientemente significativos como para advertir en esta franja de edad edad una tendencia natural a desempeñar su papel, pudiendo incluso llegar a compararse con la prestación del adulto. Esto debe reflejarse en el hecho de que es en parte el juego mismo el que implica una máxima definición de las tareas de juego (papeles) y tanto la fase de preparación como la posterior etapa de formación deben establecer, en cierta media, una organización más racional de las funciones de los individuos implicados la finalidad del colectivo.