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is b n : 978-84-15862-43-7
DEP. legal: LR-886-2015 Julius Van Daal
Primera edición, septiembre de 2 0 15
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"1j e ■ *■' ÌL ¿â - ’o >• El capital m oriría si, todas las m añanas,
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no se engrasasen las ruedas de sus m áquinas
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F R A M E S,
In different Parts of the Country :
En i 8 i i , Nottingham (entonces con treinta y cinco mil habitantes)
es, junto con Birmingham, la principal ciudad manufacturera de
la región de las Midlands, en el centro de Inglaterra. La población
se ha visto cruelmente afectada por la crisis que golpea desde hace
un año tanto a las industrias del encaje y los géneros de punto —
TH IS IS
que dan vida a toda la región— como al conjunto de la industria
TO G W E NOTICE, textil. Los impuestos destinados a financiar las guerras continen
That any Person who will give Information of any Person or Persons tales nunca han sido tan elevados. La caída de las exportaciones,
thus wickedly bajo el efecto conjunto de las órdenes del Consejo y del bloqueo
continental instaurado por Napoleón, ha engendrado la sobrepro
B R E A K IN G T H E FRAM ES, ducción, y los almacenes de los fabricantes están a reventar de
Shall, upon CONVICTION, receive mercancías sin vender.
Los tejedores de las Midlands, en su mayoría dedicados a
Nottingham, March 20, 1811. Sin duda, los tejedores de medias han conocido días más fas
tuosos antes de los primeros años de la guerra contra Francia.
Los pedidos del ejército estimulaban la demanda. Tanto los ricos
Cartel impreso en Nottingham en marzo de i 8 ii en el que se ofrece una como los menos ricos, tanto los hombres como las mujeres, lleva
recompensa por dar indicaciones que permitan el arresto y la condena ban medias por aquel entonces — las de las bellas damas y las de
de «varias personas malintencionadas que se han reunido con ánimo de los apuestos caballeros, lujosamente vestidos, se ornamentaban a
revuelta y destruido gran cantidad de telares en diferentes lugares del país»
menudo con encajes y bordados— , y las que se confeccionan en
9i
las Midlands resultaban de lo más apreciadas. Pero el dandismo canalla y se regocijan, por encima de todo, al ver caer el coste de
la mano de obra.
indumentario vivía sus últimas horas, y entre los burgueses co
menzaba a imponerse el uso del traje sombrío, sobrio, uniforme,
desprovisto de fiorituras y colorines, a imitación del de los cuá
queros y otras sectas poscalvinistas, enemigas de toda extravagan
Como en el vecino Yorkshire, desde hace mucho tiempo existe
cia. El problema es que, con el bloqueo continental, el mercado
en Nottingham y sus alrededores una tradición contestataria, an
europeo, que absorbía la mitad de la producción de mercería y las
tiaristocrática y antimonárquica a la que sus detractores designan
tres cuartas partes de los encajes producidos en Nottingham, se
como «jacobina», pues sus defensores jamás han ocultado su in
ha cerrado por completo. Y lo que es peor, la moda masculina ha
clinación por la república en la época de la Revolución france
cambiado con el siglo y los pantalones reemplazan ahora cada vez
sa: durante una ceremonia anual, y hasta comienzos de los años
más a los bombachos, ocultando así las medias y reduciéndolas a
1800, en Nottingham se plantaba el árbol de la Libertad. Poco
su más simple expresión: esos calcetines cortos que quedan ocul
después de la paz de Amiens en 1802, y con ocasión de las elec
tos y apenas se prestan a la ornamentación.
ciones a la Cámara de los Comunes, un político reformista logró
Según las estadísticas de los historiadores, la industria de gé ser elegido en Nottingham con el apoyo de la burguesía liberal y
neros de punto de Nottingham contaba en su punto más alto de para gran regocijo de la multitud local. El acontecimiento fue cele
prosperidad, a finales de la década de 1790, con nueve mil telares brado con una gran procesión por las calles de la ciudad al son de
manuales, a los cuales había que añadir otros once mil en los con una fanfarria que interpretaba La Marselksa y f a ira. Una joven
dados vecinos de Leicestershire y Derbyshire. Además, en el con que representaba a la diosa Razón desfiló más que semidesnuda
junto de las Midlands había más de mil quinientos bastidores que sobre un carro, algo que no dejó de ofender las castas miradas de
servían para la confección de encajes y pasamanería conocidos los notables. Este ostentoso folclore jacobino da testimonio tanto
como «cuadros». Pero en 1811, un quinto de todas esas máquinas de la existencia de simpatías republicanas vivaces entre el pueblo
ya no gira y las otras están en su mayoría subutilizadas. También llano de la ciudad como de la predisposición progresista de la pe
los salarios han caído hasta los siete chelines por semana, cuando queña burguesía local menos de diez años antes de la irrupción
un mediero recibía más del doble antes de la crisis y los precios del movimiento luddita en el entorno inmediato. En 1803 dicha
de los productos básicos no cesan de subir. Cuatro mil familias de elección, que había disgustado al poder, fue anulada bajo el pre
Nottingham (más de la mitad de la población total de la ciudad) se texto de que «alborotadores» reclutados entre las «clases bajas»
ven así obligadas a confiar, para subsistir, en las magras ayudas habían intimidado a los votantes burgueses. El poder aprovechó
que distribuyen las autoridades en virtud de la ley de pobres, o la ocasión para aprobar un decreto que reforzaba las atribuciones
bien a mendigar las procedentes de la caridad privada, muy queri de los magistrados en una ciudad demasiado turbulenta.
da ya entonces por los economistas liberales. El problema es que
Apenas un decenio después, en el punto culminante de los
los gastos militares han agotado la caja del reino y multitud de
estragos cometidos por el general Ludd en Nottinghamshire, los
burgueses ingleses de la época apenas sienten compasión por la
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comentaristas atribuirán tales desórdenes de buena gana, y no en la Inglaterra preindustrial, si no un alimento básico, al menos
sin razón, a los «principios jacobinos que nuestros reformistas de esencial pues se asociaba con los festejos de la «alegre Inglaterra».
Nottingham inoculan con asiduidad en las capas inferiores de la Y los pobres, pronto condenados a la sémola, no tenían entonces
sociedad, que en no pocas ocasiones se han convertido en el obje intención alguna de renunciar a la carne, aunque de ordinario no
tivo de esa organización secreta y esa malévola conjura que aque consumieran más que despojos y tocino. La industrialización de
llos han engendrado con su pernicioso ejemplo, sus licenciosas la producción alimentaria y el culto metodista a la austeridad to
arengas y sus sediciosas publicaciones. De tal forma, esos males davía no les habían hecho perder toda noción gastrosófica, como
han sido introducidos y mantenidos hasta haberse incorporado de por desgracia ocurriría después.
forma íntima al orden social, tanto aquí como en otras regiones Aparte del elevado precio de los alimentos y de la caída ver
industriales».31 tiginosa de los salarios en las regiones industriales, los tejedores
Los «motines del hambre», disturbios breves y violentos que de medias y de encajes tienen otras reivindicaciones que les son
pueden estallar — generalmente, los días de mercado— donde propias. A estos artesanos celosos de su autonomía les cuesta sa
quiera que el pueblo se considere maltratado, son por otro lado berse a merced de los fabricantes. Superando su papel tradicio
frecuentes en una región donde las gentes del común no vacilan nal de simples intermediarios, estos últimos se transforman en
en enfrentarse a mamporros con la milicia burguesa, encargada empresarios preocupados por rentabilizar sus inversiones; y los
por lo general de reprimir este tipo de desórdenes bajo la direc artesanos, convertidos en obreros, dependen ahora por completo
ción de los magistrados. Estos accesos de violencia y de saqueos de ellos en lo que se refiere al ritmo y la importancia de los pedi
casi rituales van adoptando con el paso de los años un sesgo cada dos, la elección de los artículos que hay que producir, el precio por
vez más político, cada vez más sedicioso. pieza y el alquiler de los telares.
Una de las más bellas algaradas populares tuvo lugar, por Los obreros de Nottingham reprochan igualmente a los fa
cierto, en Nottingham durante la Feria del Ganso de 1764: los bricantes contratar a precio de miseria a pordioseros sin cualifica-
amotinados, ceñidos con ristras de salchichas, hicieron rodar ba ción, formarlos apresuradamente y contribuir así al descenso de
rriles de cerveza e inmensos quesos a lo largo de las calles, trans la calidad de los productos de la industria local y a la caída de los
formando la necesidad en un gran festín. Por otro lado, no es el salarios. Pero lo que acaba de despertar su ira es la amenaza que
hambre en sentido estricto lo que provoca tales estallidos de ra se cierne sobre el porvenir mismo de su profesión a causa de las
bia más o menos festivos: en 1788, de nuevo en Nottingham, fue nuevas máquinas, que en las condiciones del momento no pue
una subida del precio de la carne lo que suscitó el furor popular den ser a sus ojos más que obra del demonio.
y provocó el saqueo de los puestos de los carniceros. El rosbif era En el vecino Derbyshire, se alzan ya más de un centenar de
hilaturas de algodón y al menos una decena de hilaturas de lana,
31 Debemos estas palabras al reverendo J. T. Becher, citado por Arthur Aspir&ll
así como cuatro fábricas de calicó. Ahora bien, los encajeros no ig
en The Early English Trade Unions: Documents from the Home Office Ptipers noran que, dos años antes, un telar de bastidor amplio, sin husos,
(1949). había sido patentado por John Heathcoat: se trata de una máquina
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que incrementa considerablemente la productividad del trabajo de del rey en la plaza del mercado de Nottingham. La misma noche,
los encajeros y permite economizar mano de obra. Precisamen sesenta y tres máquinas son machacadas a golpe de maza por los
te el tal Heathcoat acaba de abrir una nueva fábrica de encajes obreros encolerizados en los establecimientos de diversos fabri
en Loughborough, a una veintena de kilómetros al sur de Not cantes de Arnold que acaban de bajar los salarios. Durante las tres
tingham, que pronto va a funcionar con vapor. Y hete aquí que los semanas siguientes, se destrozan más de doscientas máquinas en
competidores se aprestan a imitarlo. Las regiones donde prima el el transcurso de otros pequeños motines similares en los pueblos
textil son tierras de misión tanto para la innovación técnica como vecinos, e incluso en Derbyshire y en Leicestershire. De momento
para los nuevos criterios de explotación de la mano de obra. Los te no se trata más que de reacciones colectivas espontáneas, todavía
jedores de medias saben que no tardará en llegarles el turno: adap dispersas, que expresan todo el odio que inspiran las máquinas
tando un chasis más amplio a su telar tradicional, ahora pueden «ladronas de pan». Pero esta vez la cólera de los pobres ha encon
sextuplicar la fabricación de medias, aunque de más baja calidad trado su objetivo... y va en busca de su coherencia.
que aquellas tejidas en una sola pieza. La mayoría de los tejedores
Por medio de carteles pegados por toda la región, los propie
de medias y de los encajeros aceptan solo con gran pena de cora
tarios de las máquinas ofrecen recompensas a quienes denuncien
zón satisfacer la creciente demanda de esos artículos baratos por
a los autores de la destrucción. Pero estos últimos cuentan con la
parte de los fabricantes. Estos artesanos orgullosos y aplicados se
simpatía de los habitantes y el llamamiento a la delación resul
sienten deshonrados por tener que confeccionar a toda prisa estos
tará vano, como lo será también durante todos los disturbios en
productos de pacotilla que pronto se van a convertir en la norma
las Midlands. El 11 de abril, afluye a Hinckley, Leicestershire, un
de la producción textil.
endiablado cortejo de tejedores y, a modo de advertencia, comete
algunos saqueos en las residencias de los fabricantes locales. En
Pentridge, Derbyshire, una multitud con el mismo talante llegada
Ese mes de noviembre de 1811, cuando aparece por primera vez el de los pueblos aledaños se entrega a una inspección en toda regla
emblemático nombre de Ned Ludd, los encajeros y los tejedores de las máquinas y de las tarifas en curso, y regresa sin provocar
de medias de la región de Nottingham se encuentran pues con daño alguno.
la espalda contra la pared, obligados a reaccionar, a resistir a la Esta primera ola de destrucción de telares de bastidor amplio
introducción de las nuevas máquinas y a la redoblada avidez de cesa entonces de manera brusca. Entre la primavera y el otoño de
los fabricantes. O bien hundirse hasta el fondo. Los meses sub 1811, aunque la crisis perdura y los fabricantes continúan equi
siguientes demostrarán que no son los únicos en el país que han pándose con telares modernos y ahorrando en mano de obra, los
comprendido que decididamente no tienen nada que perder. ataques contra las máquinas y los fabricantes se interrumpen casi
Es en el pueblo de Arnold, a dos pasos de Nottingham, donde completamente. Es el tiempo que necesitan los obreros del encaje
cerca de ocho meses antes, el n de marzo de 1811, tiene lugar el y de los géneros de punto para calibrar el alcance de la conmoción
preludio de la sublevación luddita. Ese día una reunión pública que se está produciendo tanto en sus oficios como en todos los
de obreros en paro ha sido dispersada a sablazos por los dragones demás oficios del sector textil, y también para determinar las mo
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dalidades de respuesta, que esta vez deberá desbordar el esquema para la respuesta con pragmatismo, y se premeditan las grandes
tradicional de la «negociación colectiva mediante el motín»d2 Y fechorías que se cometerán contra la propiedad privada y su lógica
es que la modernización de las técnicas en el sector textil se efec infernal. Las máquinas son los nuevos ídolos de los funestos ado
túa con una brutalidad inédita, poco fácil de concebir entonces, radores del oro; son impías y portadoras de calamidades. ¡Pues
y con una rapidez redoblada, pues está estimulada por la crisis bien! ¡Manos al hacha y a la maza! Si es preciso, se acabará con
de los mercados y a su vez alimenta el marasmo económico por todas ellas y retornarán los buenos tiempos de antaño. Eso es lo
medio del aumento del desempleo y de la bajada de los salarios. que andan rumiando estos rudos muchachos que de repente des
Los defensores de la costumbre son suplantados ahora en las ins cubren en sí mismos inclinaciones sediciosas.
tancias del poder y la decisión por los patrones-ingenieros y los
patrones-economistas, que no ocultan su desprecio por lo que sus
continuadores denominarán «recursos humanos». Lo que impor
ta sobre todas las cosas a estos hombres apremiados es reducir el
precio del trabajo hasta su punto más bajo a fin de incrementar la
«riqueza de las naciones» o, dicho de otro modo, de esos dividen
dos que suponen una tentación para los inversores.
Es en el verano de 1811 —un verano particularmente fresco
que provoca la tercera mala cosecha consecutiva y un nuevo enca
recimiento del trigo— cuando los tejedores más lúcidos y decidi
dos de las Midlands se proponen convencer a sus corporaciones
de la necesidad de actuar de forma más coordinada y de oponerse
sistemáticamente a la introducción de las máquinas. Y es desde
la contestataria Nottingham desde donde se extiende la conjura
durante las semanas de preparación organizativa que preceden al
paso a la acción.
En las tabernas y las cantinas de la región, las gentes vacían
pinta tras pinta mientras conspiran contra los fabricantes. Se pre-32
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a través de una salida oculta, los asaltantes derriban la puerta del
taller y rompen las máquinas que se encuentran en él. Después in
E l ARTE DE R O M P E R LAS M Á Q U IN A S O DIO SAS cendian el edificio, que queda reducido a cenizas en menos de una
hora. Concluida su obra, se dispersan y desaparecen en la noche.
La noche del 4 de noviembre de 1811, no muy lejos del pueblo Esa misma noche, en el pueblo de Kimberley, a pocos kiló
de Bulwell, a seis kilómetros al norte de Nottingham, una peque metros de allí, otra banda ataca un taller y destruye una docena de
ña partida de hombres enmascarados se reúne en la oscuridad. telares, al parecer como represalia contra la contratación de «no
Blanden mazas y martillos, hachas y picas, pero tampoco faltan vicios», es decir, jóvenes poco cualificados y obligados a trabajar
algunos sables y pistolas. Caminando de forma ordenada, se di por un salario de miseria.
rigen hacia la residencia de un fabricante llamado Edward Ho Dos días más tarde, un carro que transporta ocho telares desde
llingsworth. Tras colocar a un centinela para vigilar las reacciones la pequeña ciudad de Sutton-in-Ashfield, no lejos de Nottingham,
de los vecinos, rompen puertas y postigos y penetran a la fuerza es detenido en el camino por una partida de hombres con el ros
en el edificio. Allí destruyen metódicamente seis telares de basti tro ennegrecido que destruyen a mazazos la preciosa carga an
dor amplio antes de desvanecerse en las tinieblas. Algo más tarde, tes de prenderle fuego. Esa misma noche, un millar de hombres
vuelven a encontrarse cerca del pueblo con el fin de asegurarse de procedentes de los pueblos vecinos marchan sobre Sutton equi
que todos los vengadores enmascarados han logrado escapar. pados con hachas, martillos y picas. Más de trescientos de ellos
Una semana después se produce un nuevo ataque nocturno van además armados con fusiles de caza y con pistolas. Esa no
contra el taller de Hollingsworth, quien se ha preparado esta vez che destrozan setenta telares de bastidor amplio que pertenecen
para repeler a los rompedores de máquinas. Ha puesto a resguar al principal fabricante del lugar, un tal Betts, que morirá con «el
do varios telares y pedido a sus empleados más fieles y a los pro cerebro trastornado» algunos días después. Los magistrados de
pietarios de la vecindad que monten guardia equipados con fu Sutton, simples notables que ofician como jueces de paz, deciden
siles. Cuando los asaltantes se presentan ante el establecimiento, recurrir entonces a una unidad de la milicia local compuesta por
exigen que les entreguen las máquinas o bien que les dejen entrar. una treintena de hombres, a los cuales se suman siete dragones
Hollingsworth se niega y enseguida se produce un tiroteo. Un jo que pasaban por allí escoltando a un prisionero francés. La mili
ven tejedor llamado John Westley es abatido mientras intentaba cia arresta a una docena de rezagados que se habían entretenido
arrancar los postigos del edificio. Después se le atribuirán estas imprudentemente en la ciudad.
palabras, murmuradas antes de expirar: «Continuad, mis valientes Tres días después tiene lugar el funeral de John Westley en
camaradas. Muero con sumo gusto». Sus compañeros transportan el pueblo de Arnold, en presencia de una muchedumbre de un
el cadáver hasta las lindes de un bosque y, a continuación, presa de millar de obreros cuyo humor se le antoja arisco y belicoso a los
un tremendo furor vindicativo, regresan para saquear la residencia soplones y a los corresponsales de prensa que están presentes en
de Hollingsworth. Mientras este último y sus prójimos escapan el lugar. La vida de un hombre para salvar una máquina de un
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DECLARACIÓ N EX T R A O RD IN A RIA 33
mazazo y, lo que es más, una máquina que roba el trabajo: los
patrones han franqueado un límite moral, lo que incrementa aún Justicia, muerte o venganza
más tanto el rencor como el número de sus enemigos, e incita A nuestro bienamado hermano y capitán en jefe, Edward Ludd:
rá a los tejedores, persuadidos de combatir fuerzas maléficas, a Considerando que, según hemos sabido —nosotros, los Agi
redoblar su audacia. Una compañía de dragones, reforzada por tadores generales para los condados del norte, reunidos en asam
blea para deshacer los entuertos de los operarios mecánicos—,
diferentes elementos supletorios y por soplones, ha sido enviada Charles Lacy,34 manufacturero británico de encajes de la ciudad de
además desde la guarnición de Nottingham para velar por que las Nottingham, se ha hecho culpable de diversos actos fraudulentos y
exequias de Westley no se transformen en un motín. opresivos mediante los cuales ha reducido a la pobreza y la mise
ria a setecientos de nuestros bienamados hermanos: que, por otra
Mientras, al término del servicio funerario, algunos tejedores parte, ha llegado a nuestro conocimiento que el susodicho Charles
se disponen a hacer oír sus sonoras voces, lo que se escuchan son Lacy, al fabricar una malla de algodón fraudulenta, sin costuras, ha
los redobles de tambor de los dragones, que se imponen a los dis ganado la suma de quince mil libras, arminando así a la corpora
ción de los encajes de algodón y, en consecuencia, a nuestros dig
cursos, despertando el rugir de los asistentes. El pastor que acaba nos y bienamados hermanos, cuyo sustento y bienestar dependen
de oficiar la ceremonia hace que inhumen a toda prisa el ataúd en de la continuidad de tal industria;
el que reposa Westley y los magistrados ordenan la evacuación del Nos parece que el susodicho Charles Lacy se ha visto incitado a
cementerio. La multitud se dispersa pero a regañadientes, obliga obrar de tal suerte por los más diabólicos motivos y, en consecuencia
da por los fusiles que les están apuntando. Pero la cosa no acaba y con el deseo de dar ejemplo, pronunciamos aquí la confiscación
de las susodichas quince mil libras y, por tal motivo, autorizamos,
aquí, pues la rebelión está gestándose en toda la región. decretamos y exigimos que Charles Lacy desembolse la susodicha
Justo después del sepelio del primer mártir del movimiento cantidad y la distribuya en partes iguales entre los trabajadores que
fabricaban la malla de algodón ya en el año 1807, y esto en un plazo
luddita, llegan a los periódicos locales cartas en las que se reivin de diez días.
dica el destrozo de máquinas de los días anteriores, cartas que son
reproducidas a mano o bien grabadas y expuestas en los paneles
públicos. También los fabricantes las reciben a centenares. Todas
33 Con el fin de no dificultar la lectura, y para contribuir a la universalidad de
hablan de la exasperación de los tejedores y de su determinación a
los términos, he decidido no transcribir las innumerables rarezas ortográfi
combatir. Mientras algunas están firmadas con el nombre de Ned cas y de puntuación que salpican los escritos ludditas citados en esta obra (y
Ludd, unas veces «rey» y otras «capitán en jefe» o «general» de extraídos en su mayor parte de Kevin Binfield, Writtings ofthe Luddites, John
ese ejército en la sombra, otras se suponen dirigidas a él o se con Hopkins, Baltimore, 2004), como habría sido preciso hacer desde un punto
de vista arqueológico. Asimismo, he tratado de limitar los equívocos y las
tentan con aludir a su autoridad. Una buena cantidad de ellas han
imprecisiones que podrían derivarse de sus particularidades sintácticas y que
sido supuestamente enviadas desde «la gruta de Robín de los Bos podrían perjudicar la comprensión de su prosa.
ques» o de la «oficina de Ned Ludd, en el bosque de Sherwood».
34 Charles Lacy, socio durante un tiempo de John Heathcoat, era uno de los
A continuación puede leerse una de las primeras, que circula en
patrones de Nottingham que más había invertido en los nuevos telares, y
noviembre de 1811: que creía con una fe ciega en la introducción del maqumismo en su sector
productivo.
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En su defecto, os ordenamos que apliquéis la pena de muerte
al susodicho Charles Lacy y os autorizamos para que distribuyáis
entre la escuadra que habrá de ocuparse de tal menester la suma de
cincuenta libras; os conminamos a obrar de tal suerte que la presen
te orden le sea presentada sin dilación a Charles Lacy.
Noviembre de 1811 - Por orden de Thos. Death [Tomás Muerte]
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nea y que acaba de golpear tan duramente? En los pueblos y las lítico bien definidos. Veremos en el transcurso de este relato que
barriadas obreras los chavales tararean ya esta canción callejera: los conjurados ludditas difieren notablemente de los Carbonaria
de la misma época, unos conspiradores fanáticos de la Libertad
Déjate de cantar viejas trovas del viejo Robin Hood
Poca admiración me causan ya sus hazañas cuya organización piramidal, rígida y compartimentada imitarán
Cantaré las proezas del general Ludd los blanquistas y, más tarde, los bolcheviques. Con todo, resulta
Héroe ahora de Nottinghamshire.57 evidente que la primera ola de destrucción organizada es el fruto
de esfuerzos coordinados que se sustentan en una determinación
Ahora bien, el general Ned Ludd no existe físicamente: es unía
común y en un método que debe más a las tácticas de los franco
invención de los tejedores y de los medieros, un personaje imagi
tiradores que a los procedimientos de los asaltadores de caminos.
nario. Su leyenda no se ha forjado a lo largo de los siglos, como
A este respecto, apenas cabe ninguna duda de que ciertos tejedo
la de Robín de los Bosques, sino en pocos días, impulsada por los
res, supervivientes de las guerras continentales, han adquirido en
rumores y copando todas las conversaciones en las cantinas y los
estas una experiencia del combate y de la disciplina militar que
talleres. Tal ficción no le debe nada a esa novela histórica que está
ahora ponen al servicio de su propia causa.
a punto de ponerse de moda.?8 El objetivo de los primeros ludditas
consiste en crear una figura emblemática capaz de inspirar terror En cuanto al nombre-estandarte de Ned Ludd, según ciertos
a sus poderosos y ricos enemigos, y la esperanza de invertir la comentaristas, sería un calco del nombre de un aprendiz de te
relación de fuerzas entre sus hermanos obreros. jedor que, en otro tiempo y para vengarse de un castigo corporal
que le había infligido su patrón, había demolido a martillazos un
Ciertamente, los grupos ludditas parecen considerablemente
telar y después habría huido de su pueblo.40 Esta enérgica ma
bien organizados y el paso a la acción de los unos va a provocar la
nifestación de indocilidad habría adquirido tal reputación en la
rebelión por contagio en los otros a la escala de un vasto territorio,
región que, cada vez que una máquina aparecía dañada o rota, se
pues los contactos amistosos y la emulación en el seno de las cor
decía maliciosamente que era obra de Ned Ludd. Otros sugieren
poraciones hermanas, que agrupan a la categoría de los obreros
que el nombre de «Ludd» habría sido tomado en préstamo a la
del sector textil, son naturales y frecuentes. Pero no puede ha
tradición folclórica local que transmitía el recuerdo de las proe
blarse de una organización centralizada dirigida por un hombre
zas del rey Lud, héroe celta semilegendario del primer siglo antes
o por una camarilla con un proyecto estratégico y un dogma po
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del Nazareno. Por otro lado, podría revelarse una polisemia de Hay que señalar que la destrucción de máquinas estaba en
liberada en el nombre del general Ludd, que mezcla la leyenda tonces castigada por la ley con una pena de entre siete y catorce
del aprendiz vengador con la historia mitificada de ese rey bretón años de deportación a Australia, al presidio de Tasmania. El derri
«audaz en la guerra y alegre juerguista en tiempo de paz», como bo de cercados, la fractura y la redacción de cartas de amenaza eran
lo describe Milton en su Historia de Inglaterra. merecedores de la pena de muerte. Es comprensible, pues, que los
ludditas en términos generales pusieran gran cuidado en no dejar
El movimiento luddita, nacido en Nottinghamshire, carece
huellas susceptibles de incriminarlos. En consecuencia, conoce
pues de partido y de doctrina, y su jefe es un fantasma.
mos bastante mal los detalles de sus operaciones en las Midlands,
a menos que nos fiemos de la prensa de la época, que sin duda les
era hostil, y de los atestados de los tribunales, a menudo lacónicos.
Es fácil, sin embargo, desentrañar el espíritu que animaba sus ac
Desde que estalla en Nottinghamshire, esta insurrección de nue
tuaciones, y además la popularidad de la que disfrutaron ha dejado
vo género adopta un estilo y un modo operatorio que se reprodu
una huella persistente en los condados industriales. A finales del
cirán a una escala ampliada en otras regiones: cartas anónimas de
mes de noviembre de 1811, los magistrados de Nottingham apelan
intimidación a los propietarios y a sus protectores oficiales, carte
consternados a la autoridad real y publican a tal efecto la siguiente
les y pasquines llamando a la insurrección, expediciones noctur
nas de tipo militar, clandestinidad basada en la solidaridad corpo declaración:
rativa y comunitaria. Sus objetivos y métodos no van a tardar en Reina un inadmisible espíritu de tumulto y de rebelión. Gentes
superar, sin embargo, la simple reacción en defensa del empleo armadas penetran en los hogares, se rompen multitud de telares,
para transformarse en una cascada de actos «criminales y sedi la vida de los que se oponen a la destrucción se ve amenazada, se
roban armas, se incendian hacinas de heno y se destruyen bienes
ciosos», como los califica la prensa de la época, en una rebelión
privados; se recolectan contribuciones en nombre de la caridad,
abierta contra el dominio del capital. aunque en realidad son producto del terror.
Las expediciones punitivas de los ludditas se convierten en
algo cotidiano. Contra las máquinas odiosas, sobre todo, pero en Pero las jeremiadas de los notables y el envío por parte del go
ocasiones también contra otros bienes, como esos espectaculares bierno de tropas destinadas a reprimir los disturbios por la fuerza
incendios de hacinas de heno que iluminan los campos propie no sirven de nada: la destrucción de máquinas se multiplica en
dad de sus enemigos declarados. La intensidad y el ritmo de las la región. En Nottinghamshire, son machacados o incendiados
acciones ludditas no dejan ningún lugar para la duda a los obser cerca de otros ciento cincuenta telares desde finales del mes de
vadores en lo que se refiere a la determinación y a la capacidad noviembre hasta el fin de año de 1811. Los destrozos vuelven a
de organización de los asaltantes. Los propietarios más inquietos producirse en Leicestershire y Derbyshire, donde una cincuente
temen que se trate del preludio de una insurrección popular en na de máquinas son destruidas en las localidades de Shepsed y de
todo el país y no ven salvación posible más que en la más enérgica Ilkeston. En una carta al Home Office, el secretario de la asocia
de las represiones. ción de fabricantes de Nottingham, George Coldham, se queja del
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«terror» que siembran los ludditas en la región y habla de «ocho
a sus devastaciones: o bien se ven rudamente vapuleados o bien
cientas máquinas destruidas» desde el comienzo de los distur
deben huir ante el sable y la pistola.
bios en marzo, estimando su valor en «ocho mil libras», aunque
tiene más que motivos para exagerar y dramatizar la situación» Cerca de novecientos jinetes y más de mil soldados de in
pues en la misma carta reclama una intervención más severa de fantería llegan a Nottingham a las órdenes del general Dyott. Se
la tropa. El 28 de diciembre de 1811, tampoco el corresponsal en trata de una fuerza considerable, a la cual se suman numerosos
Nottingham del Leeds Mercury vacila en escribir de manera pre auxiliares suministrados por las milicias locales, más o menos fia
monitoria, aunque prematura en todo caso, que «la situación in bles. Puesto que los disturbios persisten, el gabinete envía a Not
surreccional en la que se encuentra este país no tiene equivalente tinghamshire quinientos soldados suplementarios y dos magis
desde los turbulentos tiempos de Carlos I» [es decir, de la guerra trados londinenses, acompañados de agentes de ese cuerpo que
civil que le costó la cabeza a este último...]. hace las veces de policía política, encargados por el Home Office
de supervisar las operaciones represivas. Nottingham se asemeja
Preocupados por financiar su combate, los ludditas van de
a una ciudad en estado de sitio. Se prometen grandes recompen
pueblo en pueblo a fin de solicitar una ayuda financiera entre sus
sas a quienes permitan el arresto de los ludditas.
hermanos tejedores, recordándoles a veces con una firmeza ame
nazante sus deberes de solidaridad, como en el caso de este aviso Pero estos últimos siguen siendo inaprensibles. Nadie se
de llegada pegado a la puerta de un taller rural: arriesga a denunciarlos. Ni los registros nocturnos ni los interro
gatorios enérgicos, ni las promesas de amnistía ni las recompen
Señores: sas, nada sirve de nada. Nadie habla. Pululan los soplones, pero las
Ned Ludd os envía saludos y espera que entreguéis una peque bocas se mantienen cerradas y, conforme a las declaraciones del
ña suma con el fin de mantener a su ejército, pues conoce bien el
gobernador militar local, los policías «trabajan en la más completa
Arte de romper las máquinas odiosas. Si estáis conformes con este
aviso, todo irá bien; si no, vendré a visitaros en persona. oscuridad». Cuando el fin de año se va acercando, se toman dos
Edward Ludd medidas para intentar remediar la situación: el príncipe regente
ofrece primas y perdones a los denunciantes de los rompedores de
También se echa mano de los grandes granjeros. De buena o máquinas; el alcalde y el consejo municipal de Nottingham deci
de mala gana, deben entregar a los ludditas víveres y dinero con den crear un Comité corporativo, dotado de dos mil libras de pre
el motivo de que estos últimos «no ven por qué ellos deberían supuesto y encargado de reprimir las exacciones de los ludditas. El
morirse de hambre mientras que los bienes abundan a su alrede 23 de diciembre de 1811, pegada en los muros de las calles de Not
dor». Las expediciones nocturnas se llevan a cabo con una audacia tingham, aparece una proclamación en respuesta a tales iniciativas
creciente. Más de veinte máquinas, por ejemplo, son destruidas de los enemigos de Ludd:
en Basford, a menos de diez metros del lugar en el que se encon
Por la presente, licenciamos a todo aquel que, habiendo sido em
traban un magistrado y un pequeño destacamento de dragones.
pleado por mí, haya provisto de cualquier información sobre la des
Los ludditas actúan unas veces discretamente y otras causando un trucción de máquinas bien al secretario del ayuntamiento, bien al
gran estrépito. Peor para los fabricantes que intenten oponerse Imbécil Comité Corporativo; cualquier persona de la que se sepa
no
ni
que ha ofrecido tales inform aciones, o que haya intentado hacerlo, desfacedor de entuertos Ludd y de su ejército con métodos de gue
será castigada con la m uerte; y de igual m odo, todo policía del que
rrilla ensayados en Nottinghamshire, «el arte de romper máquinas
se sepa que ha llevado a cabo cualquier tipo de investigación con el
fin de perjudicar a la Causa de Ned, o a cualquier otro m iembro de odiosas» despierta un auténtico entusiasmo entre los pobres.
su ejército, será pasado por las arm as.
La pasma se enfrenta a un apoyo popular indefectible y a una F rente al contagio luddita, que parece tomarse un descanso du
organización clandestina impenetrable. Es esta dificultad para in rante las navidades antes de retornar con más brío al año siguien
filtrarse o para corromper a los ludditas la que va a alertar a las te, extendiéndose a la vez a los condados industriales del norte,
autoridades, al punto de que algunos parlamentarios declaran que los gobernantes y los beneficiarios de la Revolución Industrial
las sociedades secretas ludditas están dirigidas por un solo comité pierden su célebre flema. En modo alguno es la eventualidad de
secreto, a su vez manipulado por espías de Bonaparte. Con mayor un improbable complot lo que atormenta a los más clarividentes,
o menor convicción en su paranoia, denuncian un complot que sino más bien la evidente solidaridad de los tejedores rebeldes y la
tendría como objetivo la ruina del reino con el fin de mantener popularidad de su causa entre las clases bajas.
Europa bajo el yugo del tirano corso y facilitar una invasión de su Ahora Nottinghamshire hierve de soldados, de milicianos y
Gran Ejército. de vigilantes a sueldo de los fabricantes o de los grandes terrate
Sin duda, el general Ludd cuenta con emisarios que surcan los nientes, los cuales tienen bastantes motivos para temer que una
campos de los tres condados de las Midlands en busca de émulos, insurrección campesina venga en auxilio de la rebelión y acabe
de armas y de subsidios, pero el movimiento puede pasar perfec con el pillaje de sus bienes y el reparto de sus dominios. En los
tamente de una dirección centralizada y aún más del apoyo extran pueblos en los que trabajan, los tejedores y los medieros se co
jero. Las consignas no proceden de jefes iluminados, sino que cir dean en efecto con todo un proletariado rural hostil a los señores
culan horizontalmente, inspiradas por el sentido común y por una de la tierra, que han conservado en Inglaterra diversos privilegios
determinación subversiva espontánea. La asombrosa disciplina de feudales. Al contrario de lo que ocurre en Francia, que en fechas
los rebeldes responde a las necesidades de un combate conducido recientes ha dado ejemplo mediante su completa abolición jurí
por iguales que nada tienen que ver con una estricta jerarquía ni dica. Los vagabundos y los bohemios, los rateros y los bribones,
con una perfecta conformidad con ningún tipo de ortodoxia po muy numerosos por los caminos, también amenazan con unirse
lítica o teológica. El «ejército» del «general» Ludd es de hecho el al levantamiento anunciado. Los accesos a las fábricas se guarne
resultado de pequeños grupos locales compuestos por tejedores y cen con guardias mientras los soldados patrullan de un pueblo a
por sus familiares, por lo general más bien aislados en sus pue otro. Las expediciones nocturnas cesan poco a poco. Pero la tregua
blos. Gracias a sus contactos mutuos, dichos gmpos tejen una red no va a durar mucho tiempo.
informal que se va extendiendo al ritmo de las hazañas ludditas A pesar de haber tomado medidas defensivas, los fabricantes no
que saltan a los titulares, mientras se pone en circulación una retó están completamente tranquilos y muchos de ellos se ven obligados
rica y una táctica propiamente ludditas. Mezclando la leyenda del a ceder frente a reivindicaciones tan enérgicamente formuladas. Di
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advertencia, por la que se les concede catorce días para dejar de uti
chos fabricantes están muy lejos de tomarse a la ligera las amenazas
lizar los telares de cadena, etc., antes de que pasemos a la acción.
de muerte que reciben todos los días. Una de esas cartas anónimas,
Joe Firebrand [Joe el Agitador]
expedida el 16 de febrero de 1812, previene de la siguiente manera a
sus destinatarios, todos ellos fabricantes de medias: El 30 de noviembre, una cincuentena de patrones de la región
Caverna de Robín de los Bosques acepta a regañadientes aumentar los salarios a destajo a razón de seis
chelines por cada docena de medias de seda. Acto seguido, un gran
A la atención de los señores Trevit, Biddles y Bowler,
y a cualesquiera otros implicados en prácticas similares: fabricante, propietario de trescientos telares, concede un aumento
Nos produce inquietud saber que tanto usted como sus veci de un chelín por cada docena de artículos de algodón. Otros aceptan
nos Biddles y Bowler continúan oponiéndose al bien público fabri negociar con los obreros a fin de ganar tiempo, pero en principio
cando malos artículos mediante telares de prensa única o de cadena sin hacer concesiones. Pero son muchos los fabricantes que estiman
de doble sentido.
que la satisfacción de las exigencias ludditas no puede sino llevarles
¿Piensan que debemos ser combatidos, nosotros que nos he
a la quiebra y presionan a las autoridades para que intervengan de
mos enfrentado a tantas dificultades y arriesgado nuestras vidas por
el bien de la Corporación? ¿Que nuestros pasados desvelos no ten forma aún más vigorosa. Uno de ellos, por ejemplo, rehúsa toda con
drán ningún efecto a causa de su mezquina obstinación? Pues no, ciliación y exige que se suprima el secreto de correspondencia, que
ténganlo por cierto. Tal vez piensen que sus telares están a buen se aplique la ley marcial y que, a modo de severo ejemplo, se cuelgue
seguro bajo la protección de tantas fuerzas militares y civiles, que
nada tienen que temer y que pueden desafiarnos confiando en su a algunas decenas de tejedores de las farolas más altas.
completa impunidad. Deberían entender, sin embargo, que se pue
de recurrir a otros métodos de revancha cuando la destrucción de
máquinas no resulta factible. Pues nuestros pasados esfuerzos no
habrán de quedar en nada. A tal fin, es preciso informarles de lo
que les ocurrirá a aquellos de ustedes que persistan en producir los
artículos susodichos. Sepan, para su tranquilidad, que no habrá de
perecer ningún niño, pero que si así fuera, no habría que culparnos
a nosotros, sino a su propia obstinación. Siempre hemos manifesta
do nuestra disposición a no atentar contra la vida, y con mayor razón
contra la sangre inocente. Tal vez piensen que no seremos capaces
de incendiar sus residencias, pero los medios que utilicemos serán
tan eficaces que las llamas se alzarán en un instante hasta el últi
mo cuarto de sus casas. La composición que emplearemos será una
mezcla de esencia de trementina, de alquitrán y de pólvora de cañón.
Una cantidad adecuada de dicha mezcla extendida en el umbral de
sus hogares y encendida aplicando un poco de papel nitratado hará
que la deflagración se produzca de forma inmediata. Pero existen
muchos otros medios de venganza, todos igual de peligrosos para
la vida y que serán empleados allá donde este método no resulte
Las tejedoras mecánicas, odiosas para los tejedores, tal como se han
practicable. A fin de evitar tales males, tengan en consideración esta
conservado en Nottinghamshire.
Devon, lo que eleva el número de soldados movilizados contra los
ludditas a cerca de cuatro mil. El continuo desplazamiento de sol
Q ue la rotura de un telar a la rotura dados, tanto de día como de noche, da a la región el aspecto de un
DE HUESOS CONDUZCA país en guerra, pero los ludditas multiplican sus exacciones y si
guen resultando inaprensibles. Por otro lado, los enfrentamientos
armados entre estos últimos y la tropa son bastante raros. Desde
A pesar de la resistencia luddita, y no obstante ciertos aumentos luego, en ocasiones se produce el intercambio de disparos y de in
salariales arrancados gracias a ella a algunos fabricantes, la indi jurias a las puertas de los talleres que guardan los milicianos, pero
gencia de los pobres sigue siendo flagrante en las Midlands. El habitualmente los insurrectos evitan la confrontación directa.
precio de los productos alimentarios alcanza su punto más eleva
A finales del mes de enero se experimenta una aceleración de
do en todos los lugares del país: la hogaza de pan cuesta ahora un
los sabotajes y de los disturbios en Nottinghamshire que coincide
chelín y medio; los precios de otros productos de primera necesi
con los primeros asaltos ludditas en Yorkshire y, como se verá
dad, como el té, el azúcar o las materias grasas se han duplicado,
más adelante, en Lancashire. El 23 de enero, veintidós telares son
e incluso triplicado. Los ingresos de los obreros no cesan, sin em
reducidos a chatarra en Lenton, a las puertas de Nottingham; y
bargo, de bajar. La aparición de las fábricas y de las nuevas máqui
dos días después, veintisiete en Clifton y otros catorce en Rudd-
nas acarrea una disminución general de los salarios, así como e]
ington corren la misma suerte. El día 25 tienen lugar no menos
desempleo de muchos, consecuencia de las numerosas quiebras
de cuatro incursiones ludditas en los alrededores de Nottingham.
y de la mecanización de las tareas.
Mientras una banda de ludditas se entrega a la esmerada demoli
A partir del 3 de enero recomienza la destrucción de máqui ción de treinta y siete máquinas en dos pueblecitos vecinos, en. la
nas, y a un ritmo aún más elevado que en noviembre. La experien otra ribera del Trent salta la alarma en la ciudad y todos los puen
cia adquirida entonces y la creciente aprobación de la población se tes son bloqueados por destacamentos de húsares y milicianos.
traducen en una persistente impunidad. La región entera ha pasa Pero es en vano, pues llevada a cabo su fechoría, los rompedores
do de la efervescencia a la rebelión, cosa que no desmiente el co de máquinas se han hecho con una embarcación a bordo de la
rresponsal del diario londinense Annual Registeren enero de 1812: cual han logrado escabullirse sin tropiezo alguno.
El cuidado que ponen [los ludditas] en la elaboración de sus pro La demostración de fuerza del Estado tiene, con todo, el efec
yectos y la destreza con la que los ponen en práctica son tales que to de restringir el campo de acción de los ludditas y las expedi
se ha revelado imposible identificar a los autores. Se reúnen y se ciones nocturnas se limitan ahora a los pueblos más aislados. A
dispersan en un instante en cuanto han satisfecho sus designios.
Tienen la disciplina de un ejército regular y son dirigidos por cierto partir de febrero se vuelven cada vez más esporádicas, mientras
jefe, bajo cuyo estandarte han jurado vencer o morir. se multiplican las redadas a ciegas entre los pobres. La mayoría
de los desgraciados que son arrestados por los magistrados y sus
Así pues, la Corona se apresura a mandar nuevas tropas a ki constables no han pintado nada en las acciones ilegales. Pronunciar
región: dos regimientos de infantería son enviados desde el lejano palabras sediciosas, una mirada arisca, encontrarse en mal lugar
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en un mal momento: esto es todo lo que La elocuencia del impetuoso bardo no bastará para convencer
hace falta para que a uno lo detengan. a los lores de no castigar duramente a la canalla insurrecta, pero
Así, por ejemplo, un magistrado veni el discurso indica que la causa de los rompedores de telares ha
do desde Londres arresta en una aldea encontrado apoyo entre los espíritus más nobles del país. Y aun
obrera a «un fanático bien conocido de que Byron no irá a arriesgar su vida a las regiones industriales en
nombre Waplington». Pero, en realidad, rebelión, tal como hará en la Grecia insurrecta doce años más tar
es el tonto del pueblo al que se llevan los de, es fácil reconocer que expresa el punto de vista de la juventud
constables, lo que provoca la hilaridad de más interesante. He aquí algunos extractos de su proclama ante
los autóctonos. En la mayoría de las oca los ricos en defensa de los pobres:
siones, los soldados no llegan sino una
Durante mi breve estancia en Nottinghamshire, no pasaban ni doce
Byron a los veinte años vez concluida la batalla para constatar la horas sin que se produjera algún nuevo acto de violencia; y el día en
huida de los asaltantes y recoger los res que dejé el condado, se me informó de que cuarenta telares habían
tos de los telares saqueados, y volverse enseguida por donde han sido destruidos la noche anterior, como es habitual sin resistencia y
sin que se descubriera a los responsables.
venido bajo los abucheos de los crios y las pullas de las ancianas.
Tal era entonces la situación del condado, y tengo motivos más
El celo que ponen en su tarea permite, sin embargo, a las que sobrados para creer que sigue siendo la misma en este mo
fuerzas del orden llevar ante los tribunales a una decena de por mento. Pero si bien es preciso admitir que tales ultrajes se produ
cen con una amplitud alarmante, tampoco puede negarse que han
dioseros y de obreros sospechosos de pertenecer al ejército de Ned
sido engendrados por una situación de desamparo sin precedentes:
Ludd. El proceso está previsto para el mes de marzo. la perseverancia de esos pobres miserables actuando de tal suerte
demuestra que solo la más absoluta de las necesidades ha podido
conducir a un vasto conjunto de personas, otrora honestas e indus
triosas, a cometer excesos tan peligrosos para ellos mismos, para
sus familias y para su comunidad.
Entretanto, el gobierno conservador presenta el 14 de febrero
[...] Los propietarios de los telares mejorados han sufrido daños
de 1812 una proposición de ley que instituye la pena de muerte
considerables. Tales máquinas resultaban ventajosas para ellos en
por la destrucción de máquinas, que rápidamente es adoptada por el sentido de que suprimían la necesidad de emplear a un gran nú
la Cámara de los Comunes casi de forma unánime. El día 27 le mero de obreros, los cuales se veían, en consecuencia, condenados
llega el turno de analizar el texto a la Cámara de los Lores. Solo un al hambre. [...] Es preciso señalar, sin embargo, que el trabajo así
ejecutado es de calidad inferior, que el producto resulta invendible
hombre, en esta vetusta asamblea, va a oponerse a él. Pero no se
en el mercado interior y que no tiene salida en la exportación. En la
trata en modo alguno de un cualquiera: es un joven poeta, todavía jerga de los tejedores, es lo que se llama un «trabajo de araña». Los
poco conocido como tal y aquejado de un pie varo, y es la primera obreros despedidos, en la completa ceguera de su ignorancia, en
ocasión, en los tres años que comparte escaño con los pares dol lugar de acoger con alegría estas mejoras técnicas tan beneficiosas
para la humanidad, han creído entender que se les sacrificaba en
reino, que se le oye pronunciar un discurso. Se llama George Cor aras del progreso de la mecánica. En su insensatez, han imaginado
dón, alias lord Byron, y él mismo es heredero de una hacienda en que la subsistencia y el bienestar de los pobres industriosos tenían
Nottinghamshire...
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mucha mayor importancia que el enriquecimiento de ciertos indivi a la violencia insurreccional —todavía mesurada— que amenaza
duos gracias a la mejora de las herramientas de la profesión. con extenderse, y que en efecto se extenderá, las clases propietarias
[...] Decís de estos hombres que forman un populacho revolto han optado por el asesinato legal, contradiciendo así el discurso
so, que están desesperados y son peligrosos e ignorantes, y parecéis
oficial de cohesión nacional en tiempo de guerra. De tal modo,
pensar que la única manera de hacer callar a la bellum multorum
capitum [la multitud en estado de guerra] es cortar algunas de sus sustituyen definitivamente por la coerción el antiguo paternalismo
superfluas cabezas. [...] ¿Somos conscientes de nuestras obligacio que regía las relaciones entre clases y ofrecía — entre dos motines,
nes con ese populacho? Es el populacho que labra vuestros campos entre dos dragonadas— alguna protección a los pobres.
y sirve en vuestras mansiones, y donde se recluta a vuestra armada
y a vuestro ejército. Os permite desafiar al mundo entero, ¡y a su vez Los modernizadores del beneficio y los beneficiarios de la Re
puede desafiaros si la negligencia y la calamidad lo empuja a la des volución Industrial captaron pronto el sentido del asalto luddita,
esperación! Bien podéis llamar populacho al pueblo, pero no olvidéis
tan brutalmente real: no pueden ignorar que, más allá del empleo
que el populacho expresa a menudo los sentimientos del pueblo.
de las máquinas, el objetivo es el dominio todavía inestable de su
¿No hay ya bastante sangre en vuestro código penal, que necesi
táis derramar aún más, al punto de que alcance los cielos y de testi propia clase. Más que un ruinoso retorno al pasado, temen una
monio en vuestra contra? ¿Erigiréis cadalsos en todos los campos y conmoción del orden social como el que Francia ha estado a pun
colgaréis en ellos a los hombres como si fueran espantapájaros? ¿O to de conocer durante los momentos más extremos de la Revolu
bien os dedicaréis a diezmar a la población (como, en efecto, sería
ción. Frente a semejante envite, perciben que las concesiones no
preciso hacer para poder aplicar esta medida)? ¿Vais a instaurar la
ley marcial, y despoblar y sembrar así el vacío a vuestro alrededor? pueden sino debilitarlos y que no tienen otra opción que destruir
¿Tenéis intención de replantar el bosque de Sherwood para donár a sangre y fuego la rebelión.
selo a la Corona, restableciendo de tal modo su antigua condición
de coto de caza real y de asilo para forajidos? ¿Son estos, remedios La ley que acaba de ser aprobada es una declaración de gue
para un pueblo hambriento? ¿Impresionará vuestro cadalso a esos rra contra los pobres, que Byron comenta con amarga ironía en
pobres diablos famélicos que ya se han enfrentado a vuestras bayo su Oda a los autores de la ley sobre los rompedores de máquinas (sin
netas? Cuando la muerte resulta un alivio, y además el único alivio firmar) aparecida en las columnas del Moming Chronide del 2 de
que parecéis estar dispuestos a concederles, ¿pasaréis a esas gentes
por el sable para que conozcan al fin lo que es la tranquilidad? Y lo marzo de 1812:
que vuestros granaderos no hayan conseguido, ¿habrá que dejarlo
en manos de vuestros verdugos? ¡Bravo, bien hecho Lord Eldon! ¡Y aún mejor, Ryder!
Gran Bretaña prosperará con aportaciones como las suyas;
Hawkesbury, Harrowby41 nos sirven de ayuda para guiarla.
El 5 de marzo, la aristocracia reunida en asamblea aprueba de
finitivamente la ley homicida: la destrucción de máquinas se erige
como crimen capital, una disposición legislativa que abre el cami
41 El de «barón de Hawkesbury» era el primer título de lord Liverpool, ministro
no a la más sangrienta de las represiones. A la interminable guerra
de la Guerra que se convertirá en primer ministro en mayo de 1812 tras el ase
extranjera se suma pues ahora una suerte de guerra civil larvada, sinato de Spencer Perceval, y que seguirá siéndolo hasta 1827; lord Harrowby
por más que la rebelión luddita no haya costado todavía la vida (hermano mayor de Richard Ryder, entonces ministro del Interior, que será
de ningún patrón ni de ningún representante del Estado Frente reemplazado en la remodelación ministerial de mayo por lord Sidmouth,
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Sus pociones son de las que si no matan, curan. Y la rotura de bastidores a la rotura de huesos conduzca.
Esos villanos, los tejedores, ya creciditos y contestatarios Si así fuese probado, confío, con esta muestra,
Piden socorro por caridad; (¿Y quién rechazaría participar en la esperanza?)
Así, pues, colgadlos arracimados en las paredes de las fábricas. Que los bastidores de los tontos deberían ser los primeros en ser rotos,
Eso pondrá fin a tantos errores.42 Quien, cuando se le pide un remedio, lanza una soga.
Quizás evite que roben los bribones,
—y como los perros seguramente no tienen qué comer— En cuanto a los ludditas, reaccionan con la más extrema vi
Les podemos colgar por romper bobinas rulencia al voto que los destina al verdugo. Incluso mientras la
Y les ahorraremos dinero y carne al Estado. ley sobre la destrucción de máquinas está siendo debatida en el
Es más fácil fabricar personas que maquinaria
Parlamento, en las Midlands prosiguen las expediciones ludditas.
Y más valiosa la mercancía que una vida humana.
¡Los ahorcados en Sherwood realzarían el escenario para La Nottingham Rcview informa del siguiente incidente acontecido
Demostrar cómo el comercio y la libertad prosperan! el 21 de febrero:
Hoy la justicia acorrala a los miserables. Alrededor de las cinco de esta madrugada y en esta misma villa, un
Granaderos, milicianos, policías londinenses, grupo de hombres ha hecho irrupción a través de una ventana en el
Veintidós regimientos, verdugos en cantidades notables, domicilio del señor Harvey y, mientras algunos de ellos vigilaban a
Instigados por los magistrados, hacen arrestos draconianos. los miembros de la familia, otros han penetrado en el taller y des
Ciertos lores deseaban recibir de los Jueces de la Nación trozado cinco bastidores de hacer encaje, todos ellos de gran valor.
El consejo, pero tal cosa fue en vano: Uno de ellos medía setenta y dos pulgadas de ancho. Dos telares
Liverpool rehusó tamaña concesión. han quedado intactos, y se supone que se han salvado gracias a una
Y helos aquí condenados sin juicio. vecina que se ha puesto a gritar auxilio, lo que ha provocado un dis
paro [por parte de los asaltantes] para hacerla callar. El señor Harvey
Algunos seguramente han pensado que era vergonzoso, tenía en su casa un mosquete y dos pistolas, de las que se han apo
Cuando el hambre llama y la pobreza gime, derado los rompedores de máquinas. Cuando salían por donde ha
Que la vida se deba valorar en menos que una tejedora, bían entrado, algunos testigos han creído que la ronda de noche les
esperaba abajo para llevarlos a prisión; pero en realidad se trataba
de veinticinco compañeros suyos, armados y vestidos con amplios
cuñado del canciller lord EIdon) había sido amigo íntimo de Pitt y seguía sobretodos militares, uno de los cuales portaba un gran estandarte
siendo uno de los jerarcas del partido tory; en 1812 será nombrado presidente y que —se supone— era el jefe de dicho grupo.
del Consejo privado del rey y se mantendrá como tal hasta 1827, del mismo
modo que lord EIdon seguirá a cargo de los asuntos judiciales hasta la misma Una petición luddita invoca, con una indignación falsamente
fecha... Estos jefes de la facción más reaccionaria del partido tory habían en ingenua, una carta firmada por Carlos II ciento cincuenta años
trado en el gobierno en la época de Pitt el Joven, a finales del siglo anterior.
antes y que estipulaba que «los tejedores están habilitados para
Pero como puede verse, estos oligarcas conservadores sabían conservar muy
bien sus puestos, por más que la Revolución Industrial estuviese cambiando romper y destruir cualquier telar o cualquier otra máquina que
de arriba abajo la fisonomía del país. sirva para fabricar artículos de manera fraudulenta y engañosa,
42 Lord Liverpool señaló la noche del jueves que los disturbios de Nottingham
y también para destruir todos los bienes fabricados de tal suerte,
tienen su origen en un error (nota de Byron). sean estos cuales sean».
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Bien es cierto, sin embargo, que los ludditas más implicados
Los autores de esta solemne «Declaración de los tejedores»,
en el movimiento de resistencia no se preocupan tanto del dere
enviada desde la «oficina de Ned Ludd en el bosque de Sherwood»,
cho como de la justicia social, sin duda una noción aún vaga en
no temen censurar una ley votada por el Parlamento:
los albores del movimiento obrero, pero que en todo tiempo ha
Considerando que un puñado de manipuladores, bribones y gentes alimentado confusamente los sueños de los pobres.
privadas de escrúpulos han logrado que se adoptara, en el vigésimo
octavo año de reinado de nuestro actual soberano el señor Jorge Ya el 22 de febrero, día en que se vota la ley, el general Ludd
IV, una ley por la que se estipula que cualquier persona que entre vuelve a tomar la pluma para dirigir directamente al primer m i
a la fuerza en toda casa o taller, o en cualquier otro lugar, con el fin nistro, Spencer Perceval, una advertencia de lo más premonitoria:
de romper y destruir telares será reconocida como culpable de un
crimen; y puesto que estamos totalmente convencidos de que dicha Campamento de Sherwood
ley fue aprobada de resultas de las más fraudulentas y corruptas
Señor:
maniobras electorales y de que el honorable Parlamento de Gran
Bretaña ha sido engañado en lo que respecta a los motivos e inten Mi primer deber, y el más importante, es informarle a usted
ciones de las personas que han impulsado la aprobación de tal ley; —y le ruego que haga otro tanto entre sus colegas y los del Regen
nosotros los tejedores declaramos por la presente que la susodicha te— de que, a consecuencia de los grandes sufrimientos de los Po
ley es nula a todos los efectos, pues, mediante su aprobación, se au bres, cuyas quejas no han recibido ni la menor consideración por
toriza que personas infames e inicuas fabriquen productos fraudu parte del Gobierno, me veo en la necesidad de llamar de nuevo a
lentos y engañosos para deshonra y ruina total de nuestra Corpora la acción (no solo para destruir otros muchos telares) a mis bravos
ción. Y declaramos que la carta arriba mentada se halla tan en vigor Hijos de Sherwood, los cuales están más que dispuestos, pues han
como si la tal ley no hubiera sido nunca adoptada. Y por la presente jurado ser sinceros y fieles vengadores de los errores de su país. He
declaramos a todos los fabricantes de géneros de punto y propieta esperado pacientemente por si se adoptaba alguna medida parla
rios de telares que romperemos y destruiremos toda clase de telares mentaria para aliviar su desamparo bajo todas sus formas; pero la
que sirvan para fabricar artículos de mala calidad y que permitan mano de la conciliación se ha cerrado y mi pobre y afligido país no
dejar de pagar los precios habituales aceptados hasta el día de hoy ve ni un solo rayo de esperanza: esa ley que nos castiga con la muer
por los maestros y los oficiales; es decir, todos los telares de prensa te solo puede ser considerada con desprecio y combatida con medi
única, todos los telares arrendados y utilizados fraudulentamente, y das igualmente vigorosas; y los señores que la han ideado habrán de
que no paguen el precio convenido en 1810. arrepentirse por ello, pues si se sacrifica la vida de un solo hombre,
¡la respuesta será sangre por sangre! Si por ventura alguien va a
Este llamamiento a la desobediencia civil y al ilegalismo su pedirle cuentas, no podrá decir que no le había hecho llegar esta
advertencia de muerte.
giere, a la manera del reformador radical John Cartwright en las
El honorable general Ludd
columnas de la Nottingham R&vi&w del 17 de enero de 1812, que si
los propios tejedores hubieran podido legislar, «se habría evitado Este imprecador no tiene el estilo de Byron, pero amonesta
la desgracia» de la bajada de los salarios y la subida del precio de sin rodeos y sin tibiezas a ese político anodino y rechazado por
los productos alimenticios. Un cuerpo legislativo que no repre todo el pueblo que dirige el gabinete tory. Como representante de
senta más que a los ricos, y tan notoriamente corrompido, no po una profesión, e incluso de la multitud de los pobres, este Ludd
dría tener la menor legitimidad y menos aún libertad para abolir habla con toda legitimidad en nombre del bien público, y no de
el derecho consuetudinario.
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los simples intereses de una corporación martirizada. Esta com- Ned está en cada rincón del universo
cienciación le da el tono a la sucesión de acontecimientos que s<e Y tiene mil ojos, mil oídos y mil manos.
desarrollarán en Yorkshire, y sobre todo en Lancashire. Ya no s<e
Por mera coincidencia, un par de días después Perceval es
trata de limitarse a la destrucción de unas cuantas máquinas: la;s
asesinado de un tiro a bocajarro en el vestíbulo del Parlamento,
instituciones, los gobernantes y los propietarios son designados
en Westminster. El asesino es un tal John Bellingham, un comer
como objetivos de la venganza popular, y su poder se ve desafiado.
ciante en quiebra que tiene a las autoridades inglesas por respon
Los días de Perceval, en efecto, están contados.
sables de sus infortunios. Al grito de «¡Toma, pedazo de cerdo!»
Durante la primavera, se acentúa el tono cada vez más polí
mientras apretaba el gatillo, Bellingham se cobraba así venganza.
tico y cada vez menos corporativo de las misivas ludditas de Not
Presenta indicios de demencia y nunca se mostrará muy locuaz,
tinghamshire, mientras que sobre el terreno se instaura una suer
limitándose a declarar durante el proceso que se había sentido en
te de tregua armada. A finales del mes de abril de 1812 circula por
su derecho de ejecutar al representante en jefe de quienes le ha
el condado un poema en el que se felicita a Ludd por su coraje y
bían privado de una justa reparación.45 Es poco probable que haya
su eficacia y donde se le exhorta a desembarazar al país del primer
actuado en connivencia con alguna conspiración política, y menos
ministro Perceval:
aún con los ludditas de las Midlands, pero de lo que no cabe duda
Tu causa es buena, Ned Ludd, sé bienvenido ninguna es de que ha llevado a cabo sus amenazas y cumplido su
Y haz de ese Perceval tu blanco, profecía, algo que no deja de impresionar a la imaginación del
Pues una ley reciente ha establecido pueblo. La impopularidad de la víctima era tal que en todos los
Que romper un telar lleve al cadalso.
rincones del país se celebran fiestas y los pobres, exultantes, be
Con mano diestra mata al patrón, ben y vuelven a beber a la salud del asesino. En Nottingham, para4 3
Pues todos son igual de malvados.
Por su ley te cuelgan del pendón,
¡No desfallezcas y seremos salvados!
43 Durante un viaje de negocios a Rusia en 1803, este comerciante de productos
del mar originario de Liverpool había sido arrestado por la policía del zar por
Acaso también tú seas ahorcado,
un oscuro asunto de fraude a la compañía de seguros. Se suponía, al pare
Como se hace con los que máquinas destruyen,
cer, que se había hundido un cargamento en el mar Blanco, pero la Lloyds
Así que, muchacho, blande el acero afilado
se negaba a cubrir las pérdidas. Encarcelado durante seis años sin que la
De tu espada y no des tregua a los que huyen.
embajada de Inglaterra llegase a intervenir en ningún momento, John Be
llingham fue llenándose de resentimiento contra su propio país. De vuelta a
Listos estamos para unirnos a tu causa
Inglaterra y completamente arruinado — su negocio había quebrado durante
Y a responder siempre a tu llamada.
su encarcelamiento—•, Bellingham envió en vano una petición tras otra a las
La sangre pútrida verteremos sin pausa
autoridades, y en particular al primer ministro, a fin de obtener una indem
De cualquier tirano y de su camada.
nización, tras lo cual decidió cometer un ministricidio que parece haber sido
cuidadosamente premeditado. Héroe popular a su pesar, será ejecutado una
P. S. ¡Ay del que se burle de este verso!
semana después de un atentado que constituye un acontecimiento único en
Pues correrá la suerte de los tiranos.
su género en la historia del reino.
126 127
celebrar el acontecimiento, la multitud alborozada desfila al son talleres se vuelven, pues, menos habituales; en gran medida por
de la fanfarria por las principales calles de la ciudad. que, como el condado es un hervidero de soldados y milicianos,
Pero de inmediato lord Liverpool sucede al difunto jefe del a los rompedores de máquinas se les impide atacar a sus anchas.
gobierno para proseguir la misma política reaccionaria y belicosa. Por otro lado, una forma de reivindicación más apacible trata
Y la crisis económica continúa agravándose en una atmósfera so de tomar el relevo a la ola de destrucción, desviando a los más tibios
cial cada vez más tensa. Una canción escrita en Derbyshire, «La del combate luddita. Un tejedor de Nottingham llamado Gravenor
lucha por el pan», da su aprobación a la respuesta luddita y tam Henson,44 que se dice ajeno a los disturbios y las violencias, organi
bién testimonio de la miseria y de la represión que se han abatido za una campaña para presentar una petición al Parlamento, único
conjuntamente sobre las poblaciones obreras: medio más o menos legal para que los pobres se hagan oír en su
seno. Reprobando — ¿por la forma?— el ilegalismo de los partisa
Buenas gentes, os ruego escuchéis mis palabras
nos del rey Ludd, Henson reclama la aprobación de una ley que pro
Y, por favor, no las tengáis por sediciosas,
Pues los grandes hombres de hoy me han machacado teja los oficios del sector textil. Una medida semejante constituiría
Y me encuentro muy gravemente herido. buena política: la esperanza misma de que el proceso protosindical
de Henson llegue a buen fin constituye ya en sí m ism a una dis
Pues cierto es, tanto en Derby como en Nottingham,
Que a los pobres encierran en sombrías prisiones. tracción apta para enfriar el ardor luddita y engendrar desacuerdos
Se dice, si mal no lo he entendido, que Ned Ludd entre los rebeldes, aislando a la minoría de los furiosos que nada
Ha destruido un millar de esos telares malditos. esperan de esos señores del Parlamento. Y los efectos, desastrosos
para el pueblo, de la ley que castiga con la muerte la destrucción de
No es cosa mala, pues ya no hay faena
Y los pobres de toda condición mueren de hambre. máquinas se verían compensados por el alivio que podría suponer
Si acaban por robar, se les encierra una reglamentación no demasiado desfavorable a los obreros. Máxi-
Y, en nombre de las leyes nacionales, se les cuelga.
128 129
me cuando la petición de H enson conoce un éxito notable: a co
mienzos del mes de abril, ya se han recogido diez mil firmas. Pero,
como habrá de verse, los gobernantes no tienen intención bajo nin
gún concepto de causar el menor contratiempo a los propietarios o
de dar muestras de mansedumbre con respecto a los pobres.
La nueva ley perversa y el veredicto del proceso de Nottingham
ni. Martillo en ristre
confirman la opción represiva: aunque cinco de los acusados son
declarados inocentes y absueltos, dos de ellos son condenados a
la pena máxima todavía aplicable, catorce años de deportación en
Tasmania, y los tres restantes a siete años de estancia forzada bajo
¡Venid a mí, tundidores de renombre,
esos mismos cielos. De los condenados, que tienen entre dieciséis Que tanto gustáis de la buena y dorada cerveza,
y veintidós años, solo dos parecen ser ludditas confesos; los otros Y derribemos a todos los tiranos altaneros
son, sin duda, simples simpatizantes que se habían unido a la ma Con el hachuela, la pica y el mosquete!
siva y estrepitosa incursión en Sutton de un millar de hombres. Canción luddita de Yorkshire
El proceso se caracteriza por la ausencia de testigos de cargo, si
exceptuamos a algunos fabricantes temerarios. Ni las presiones
ni las primas por la delación habían permitido romper la ley del
silencio entre los vecinos que habían asistido al saqueo de los ta
lleres, ni tampoco soltar las lenguas de los camaradas de los teje
dores encausados, bien al tanto sin embargo de las actuaciones
ludditas. Los propios fabricantes son a menudo los primeros que
temen las represalias que podría acarrearles una denuncia. De he
cho, no ha habido más inculpaciones en el condado que las de los
detenidos, que se remontan a noviembre; y eso a pesar de las muy
numerosas pesquisas de los magistrados londinenses y locales, a
pesar de las redadas y los registros, a pesar de las intimidaciones
y las recompensas prometidas a los traidores.
Este severo veredicto se produce cuando las destrucciones y los
disturbios se vuelven más esporádicos en la zona, aunque nunca ce
sen del todo. Como veremos más adelante, la región de Nottingham
continuará siendo todavía durante mucho tiempo un lugar privile
giado de la protesta social, el sabotaje y la destrucción de máquinas.
130
E l lamento de los tundidores de paños
El llamado «martillo de Enoch», fabricado por los hermanos Taylor y Se trata de una actividad que exige cuidado y las reglas de la
ampliamente utilizado en Yorkshire para destruir máquinas odiosas. corporación estipulan que es necesario un aprendizaje de siete
133
años antes de ganarse el derecho a ejercerla por cuenta propia. gía motriz, y hete aquí también que empieza a prodigarse por las
Dicha actividad se desarrolla en familia, en talleres comunes pro fábricas que los pañeros hacen construir para rentabilizar y con
vistos de pequeños patios interiores, y permite una producción trolar la producción. Lo que es peor, forma junto a la tundidora,
de calidad, sólida y duradera. Aunque depende de los pedidos de esta sí de invención reciente, una pareja infernal que no promete
los pañeros, el tundidor se considera desde siempre un artesano, a los tundidores de paños más que la ruina y la desolación. La
orgulloso de su obra y amo tanto de su tiempo como de su casa y tundidora, una suerte de bastidor con cizallas que permite a una
sus útiles. Las manufacturas, ancestros de las fábricas que agru mano de obra reducida y desprovista de cualquier cualificación
pan a diversos gremios pero aún no albergan grandes máquinas, efectuar la parte más delicada del apresto, transforma para siem
apostaban por la división del trabajo para incrementar la produc pre en obsoleta la destreza hasta entonces bastante bien retribuida
tividad, pero se consagraban a una producción lujosa, refinada, y de los tundidores. Reemplazables de este modo en cualquier es
en lo que respecta a la pañería, eran más un complemento que ri tadio de su actividad, pierden todo control sobre su sustento. En
vales de los obreros de la lana. Las nuevas fábricas y sus máquinas consecuencia, no les queda más opción que hundirse en la más
de vapor que, a la inversa, permiten concentrar diferentes tareas temible de las servidumbres, haciendo que los contraten en una
en una sola, le hacen una competencia brutal a esos obreros, y fábrica moderna, o bien desaparecer.
para empezar a toda la profesión de los tundidores de paños. A no ser que impongan sus exigencias mediante la lucha,
En los tiempos de Ludd y del bloqueo continental, esta «eli pues estos tipejos son bastante combativos y están considerable
te» obrera se siente amenazada por dos tipos de máquinas: las mente bien organizados en algo que prefigura las uniones sindica
cardadoras de lana y las tundidoras. La cardadora está lejos de les. Y además no les faltan los amigos, pues su prosperidad le da
ser una innovación, puesto que su aparición se remonta al siglo vida a pueblos enteros.
xvi. Entonces estaba movida por norias de caballos o por ruedas
hidráulicas. Los artesanos laneros de la época habían mostrado
los dientes (en un periodo en el que se multiplicaban las revuel
Las tradiciones de resistencia y de cohesión de los tundidores
tas contra los enclosures) y conseguido su prohibición, oficializada
de paños del West Riding se confunden con la historia de su ofi
mediante un edicto firmado por el infante Eduardo VI, y nadie se
cio. Hacia mediados del siglo xvm habían adquirido tal capacidad
había arriesgado desde aquel momento a instalarlos en Yorkshire,
de organizarse que podían negociar en una posición dominante
una zona en la que los tundidores constituyen desde tiempo in
con los pañeros para obtener salarios elevados y la prohibición de
memorial una poderosa y pugnaz corporación. Su uso se había
las cardadoras. En 1802, el conde Fitzwilliam, gobernador militar
extendido, sin embargo, por otros condados del reino, como So
del West Riding, escribe que «su poder y su influencia provienen
merset, donde un memorable motín se saldó con la destrucción
de sus salarios, que les permiten hacer reservas, las cuales ale
de una gran cantidad de cardadoras en 1797. Pero hete aquí que
jan cualquier temor de los inconvenientes que pudieran derivarse
ese maldito artefacto, ese viejo enemigo de los tundidores, regresa
de su mala conducta». Fitzwilliam, que aún sigue en su puesto
ahora a Yorkshire perfeccionado y adaptado al vapor como ener
134 D5
acción cuando hay que optar por la il egalidad para concluir rápida
mente una negociación demasiado renqueante, pues los pañeros
no han cedido jamás de buen grado a las reivindicaciones de los
obreros, por muy modestas que sean. Los comités están federados
de un burgo lanero al otro, y en ocasiones de un condado al otro,
formando el brazo armado de la corporación y estableciendo la
evolución de sus reglamentos. Son asimismo los depositarios de
las cotizaciones que obligatoriamente deben pagar las gentes del
gremio. Gracias a esta autofinanciación, la coalición de los comi
tés puede permitirse boicotear a los pañeros que no se sometan
a sus reglamentos o que contraten obreros que no pertenezcan
a la corporación. Así, los obreros que hacen huelga mediante el
absentismo colectivo son indemnizados por el sindicato hasta que
el patrón cede.
Se dice que los tundidores de paños pueden «dejarse en la
taberna dos o tres veces más» que cualquier otro obrero de la lana.
La cardadora mecánica, bestia negra de los obreros de la lana de Yorkshire
Sin embargo, y por más que estén orgullosos de sus destrezas y
de su disciplina corporativa, los tundidores nunca miran al resto
cuando la ola luddita se abate sobre el condado y que siempre se de obreros de la lana con altivez. Lo cierto es que a menudo se
guardará de respaldar el catastrofismo de los poderosos, añadía encuentran entre ellos en sus propios locales asociativos — una es
cargando algo las tintas que los tundidores eran «los tiranos del pecie de clubes en los que ningún intruso se arriesgaría a entrar— ,
país», pues nadie osa oponerse a sus exigencias. pero además es que viven en las mismas aldeas que los asalariados
del tejido, de la tintura y de la confección, pertenecen a la misma
Las asambleas parroquiales constituyen las entidades básicas
gran familia de los obreros y artesanos de la lana, frecuentan las
en las que se deciden y se preparan las acciones colectivas que los
mismas capillas y se reúnen en bailes y fiestas donde beben con
tundidores emprenden para mantener sus logros corporativos o,
los unos y las otras sin refunfuñar. No viven, pues, separados de
hasta el bloqueo continental, para arrebatar los aumentos salaria
sus hermanos de clase, que a menudo son sus hermanos y her
les que entonces permitía la prosperidad de la industria lanera. A
manas de sangre, pues la limitación del número de aprendices
estas asociaciones locales, que tan pronto establecen su sede en el
que se imponen a sí mismos impide que sus hijos se conviertan
templo como en la tasca, se suman desde tiempo inmemorial co
automáticamente en tundidores. Saben admirablemente cómo or
mités secretos, obligados a la clandestinidad como consecuencia
ganizarse entre compañeros para defender sus intereses y ponen
de las leyes sobre coaliciones, que imitan los métodos de las cofra
esta preciosa aptitud, además de una bolsa mejor provista, a dispo
días ocultas. Estos grupos de hombres seguros y firmes pasan a la
136 137
sición de sus comunidades, a las cuales les unen mil vínculos de
solidaridad, y donde encuentran amores y amistades, sin prejui
cios relativos al estatus profesional. Los notables lo tienen claro y
mantienen temerosamente aparte a estos trabajadores manuales, La c i u d a d de Leeds, capital lanera del reino, constituye la fortaleza
pues deploran amargamente que puedan disfrutar de un relativo de los tundidores de paños, el feudo de su corporación, donde des
desahogo, incongruente desde su punto de vista. Como es el caso de hace tiempo se concentra el grueso de la producción lanera del
de este patrón, adepto a la bajada de la renta de los obreros: condado y donde los tundidores son mayoría. Los fabricantes, que
siempre han sufrido la ley de los comités de la profesión, no osan
Hace todavía algunos años, los salarios de los tundidores de paños implantar allí sus fábricas, ni tampoco se les ocurre — al menos,
eran tan extravagantes que, trabajando tres o cuatro días por sema por el momento— equipar con nuevas máquinas los talleres de la
na, podían disfrutar de un lujo relativo. Pasaban una buena parte
de su tiempo en las tabernas; y en sus casas, guarnecían sus mesas ciudad, donde resultan claramente indeseables. Prefieren instalar
dos veces al día con una botella de ron y el mejor pan de trigo, bien se en las aldeas de los alrededores, donde los obreros están más
cubierto de mantequilla. dispersos y a duras penas consiguen coordinarse. De este modo,
Leeds se librará relativamente de las devastaciones ludditas, pues
Para los burgueses modernistas, y en particular para los in
en la ciudad hay muy pocas máquinas odiosas que destruir. Los
dustriales del textil y sus acólitos economistas, estos tundidores
pueblos que rodean Huddersfield y Sheffield ofrecerán, por el
de paños del West Riding tan solidarios y combativos constituyen,
contrario, un campo de batalla más animado a los rompedores
pues, un detestable contraejemplo y un obstáculo que hay que
de máquinas y a otros adversarios de las artimañas capitalistas:
barrer. Inversamente, su prestigio es grande en su propio medio
es aquí donde se edifican las primeras pañerías industriales, en
y no faltan los miembros de otros gremios que acarician la espe
principio discretamente, pero después a un ritmo cada vez más
ranza de imitar sus métodos. Métodos que, por otro lado, se ex
elevado. Y es también aquí donde la exasperación de los tundido
pandirán por todo el país una generación después con el ascenso
res y de sus amigos se convertirá en luddita.
de las primeras trade-unions.
En principio la destrucción de máquinas es algo esporádico,
Ahora bien, la baza de la organización, garantía de solidaridad
pero enseguida se transforma en una epidemia. Desde comienzos
y de eficacia, encuentra sus límites en el fuerte corporativismo que
del mes de enero, las autoridades reciben informes que señalan
la hace posible. Frente a la introducción generalizada del maqui-
que están teniendo lugar misteriosas reuniones un poco por to
nismo y la transformación de la sociedad que la acompaña, ningún
dos los rincones del West Riding. El 12 de enero de 1812 se pro
gremio puede combatir solo y para preservar sus intereses particu duce el primer asalto luddita en el norte: una costosa máquina de
lares, tal como los tundidores del West Riding habían hecho hasta cilindros rotatorios, que se utiliza en el acabado de la confección,
entonces. Es lo que van a descubrir cuando sus comités secretos, acaba hecha migas en Leeds. El día 15, gracias a ciertas indiscre
ataviados con la máscara de Ludd, pasen a la acción. No necesitarán
ciones, algunos magistrados de esta ciudad irrumpen, escoltados
más que unas pocas semanas para captar de forma pertinente la por milicianos, en una reunión de hombres con el rostro cubierto
dimensión universal de sus propios deseos y de sus propios actos. de carbón a la manera de los ludditas de Notlingham. Allí pro
138 T39
ceden al arresto de un tundidor al que acusan de preparar ope alguno que no tienen ninguna intención de negociar. Tanto las
raciones destructivas contra las fábricas equipadas de cardadoras dificultades de la época como su miedo a los ludditas, y al popula
y tundidoras. El 19, es la fábrica de confección de Oates, Woods cho en general, les incitan a recurrir a la coerción y a reclamar la
y Smithson en Oatlands, a las puertas de Leeds, la que resulta intervención armada del Estado. Cuentan ya, pues, con un enfren
incendiada. Las diversas máquinas que acaban de instalar en ella tamiento decisivo que les permita vencer gracias al terror. De este
quedan reducidas a cenizas. modo, la funesta alianza entre el comercio y la industria pretende
imponer por la fuerza sus máquinas — concebidas para no servir
Estas primeras escaramuzas en el West Riding no son reivin
sino a sus designios— , y con ellas el control absoluto del capital,
dicadas, pero sin duda es el espectro de Ned Ludd el que merodea
indisociable de su dominio técnico.
por estos paisajes en vías de devastación. Así, un soplón informa
de que algunos delegados ludditas de Nottinghamshire han llega Es precisamente la ausencia de neutralidad del progreso téc
do a Yorkshire a mediados de enero. Un fabricante se queja quin nico la que aviva el odio de los obreros de la lana o del algodón
ce días después de que numerosos delegados de Nottingham or contra los telares mecánicos y las tundidoras, y lo que los une
ganizan todas las noches en Mánchester, en el vecino Lancashire, contra los «maestros» convertidos en jefes de empresa. Cuantas
reuniones privadas en las que se incita a los obreros «al motín y a mayores prestaciones tienen las máquinas, cuanto más permiten
la confusión». A finales del mes de febrero, el duque de Newcastle economizar mano de obra y ahorrar trabajo a los hombres, más
cree bueno avisar a la Home Office de que se ha enviado a dele las detestan los obreros. Estos ni siquiera se plantean apropiár
gados de Nottingham «a todas las grandes ciudades del reino». selas y hacerlas funcionar a su servicio, como pronto les propon
drá la utopía owenista.45 No les atribuyen ningún uso benéfico;
Sin duda, los obreros del textil en lucha, entre los menos
más bien las consideran en sí mismas portadoras de un mundo
estrechamente corporativistas, aunque a tientas, buscan estable
sin sabor, regido por el tedio y las constricciones comerciales, un
cer lazos con los demás obreros del sector y esperan construir
mundo subyugado por la racionalidad económica, al que recha
una comunidad de combate a gran escala, único medio de hacer
zan pero que aún está en pañales y al que — ¿quién sabe?— tal vez
realmente presión sobre los empresarios constituidos en un sis
se pueda todavía asfixiar en su propia cuna.
tema que pretende englobar a todos los oficios y a todos los con
dados. En el contexto de la crisis del textil y tras la demostración Y esa cuna, como ya hemos visto, es Mánchester o, más exac
de fuerza de los ludditas en Nottinghamshire, dicha solidaridad, tamente, el triángulo de oro de la industria textil, que va de dicha
que hubiese podido parecer natural aunque los desplazamientos ciudad hasta Leeds y Sheffield, en Yorkshire. Es, pues, en las aglo
resultan entonces muy largos y costosos, toma fatalmente un tin meraciones obreras de este triángulo — según los magistrados y
te de rebelión y de sedición a los ojos de los garantes del orden, sus soplones, que siempre exageran un poco— adonde llegarán
quienes, oliendo la ocasión de ganarse algunos galones, deciden
responder a la dramatización mediante la dramatización. Y es que
los patrones del norte, con el agua al cuello por la crisis y habien
45 Sobre Robert Owen, ver en el apéndice 11, «La religión del trabajo», nota p.
do apostado todo a la producción en masa, no ocultan en modo 358.
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los emisarios de las Midlands para solicitar el apoyo de las unio Atkinson y Cartwright probarán el bastón.
nes obreras clandestinas e instruir a sus hermanos en tácticas de Acabaremos con ellos y sabrán de nuestras penas.
guerrilla. Así irían, de ciudad en ciudad, preconizando la guerra
Sin ninguna decencia, presumen de sus proezas,
contra las máquinas, predicando la gran revuelta y cantando la
Pero escapan, si nos ven, como ladrones temerosos.
gloria del general Ludd. La ley de Inglaterra, empero, nos tiene por virtuosos;
Ahora bien, aunque es cierto que sin duda se han establecido Tiempo es de que paguen ellos por sus bajezas.
contactos, sobre todo epistolares, entre los obreros del textil de to
dos los condados, las hazañas que los ludditas han logrado en la
zona de Nottingham se conocen por sí mismas, y con celeridad. De
norte a sur, pueden encontrarse periódicos en cualquier barbería,
en cualquier cantina de Inglaterra. Y en estos espacios de encuen
tro y parloteo, se leen en voz alta los abundantes artículos — por
más que la mayor parte de las veces sean muy hostiles— que la
prensa de la época consagra a las audaces acciones de los ludditas.
Algunos, entre las gentes del pueblo, encuentran divertidas tales
informaciones y las propagan, no sin antes haberlas descifrado o
adornado a su manera. Más de una ronda se ofrece en honor del
general Ludd y sus valerosos soldados, honestos obreros obligados
a recurrir a la ilegalidad para que se oigan sus quejas mejor funda
das y deshacer los entuertos que son comunes a todos los pobres.
En las tabernas de Yorkshire no tardan en resonar coplillas luddi
tas como la que sigue:
142 143
tiempos en los que la palabra dada tenía todavía cierto peso entre
el pueblo, y por otro lado no se generalizan entre los ludditas has
ta que no se ha producido la aprobación de la ley que establece la
La conjura de los hermanos del esquileo
pena de muerte por romper una máquina: cuando la traición es
mortal, parece justo que el traidor perezca. He aquí un ejemplo de
Entre los tundidores de Yorkshire pronto se reactivan los comités juramento, más que plausible aunque sea relatado por un soplón,
secretos, ahora ludditas, que constituyen el núcleo duro del movi hecho en Yorkshire antes de que este fuese admitido en las filas
miento y donde uno solo es admitido tras haber realizado un jura del ejército del general Ludd:
mento de lealtad absoluta a la causa, de silencio frente a las auto
Yo, Untel, el abajo firmante, de forma totalmente voluntaria, pro
ridades y de fidelidad a los hermanos conjurados. El problema es meto por la presente declaración y juro que no revelaré jamás el
que está prohibido jurar lealtad a algo que no sea la Corona y los nombre de ninguno de los miembros del comité secreto, bajo pena
tribunales castigan severamente a quienes reconocen convictos de ser mandado fuera de este mundo por el primer hermano con
jurado que me atrape. Juro además que perseguiré sin descanso a
de dicho «crimen», que muy pronto será incluso merecedor de la
cualquier traidor para ejecutar la venganza, sea quien sea y hasta las
soga, y que seguirá siéndolo hasta 1827. El retorno de los ludditas puertas del infierno si es preciso. Juro además que seré serio y fiel
a estas prácticas antiguas reaviva el recuerdo, fértil en fantasmas, en las relaciones con todos mis hermanos conjurados. Y si llegase a
de las sociedades secretas — criminales o sediciosas— , no sin cau denunciarlos, que mi nombre sea borrado de la lista de la Sociedad
para no ser recordado jamás sino con desprecio y repulsión. Que
sar cierta inquietud a los buenos burgueses que se enteran de su
Dios me ayude a guardar este juramento inviolable.
existencia por las gacetas.
De hecho era frecuente en las guildas ancestrales — a los tun También otras prácticas comunes a las sociedades secretas
didores y a los tejedores les gusta echar mano de las tradiciones y a las antiguas cofradías están en vigor entre los conjurados: un
de sus respectivos gremios— prestar juramento para garantizar el complejo código gestual, contraseñas, signos de reconocimiento
respeto a las costumbres y reforzar la solidaridad entre compañe más o menos discretos. El mismo soplón los describe así:
ros. Por otro lado, la práctica del juramento se había perpetuado
Tiene que levantar la mano derecha por encima del ojo derecho si
en la francmasonería, sin inquietar nunca a las autoridades, pues se encuentra en presencia de otro luddita y este debe levantar su
las cofradías racionalistas adeptas a los ritos esotéricos siempre mano izquierda por encima de su ojo izquierdo. A continuación hay
han sido en Inglaterra tímidas en lo que respecta a sus objetivos e que colocar el índice de la mano derecha sobre la comisura derecha
y el otro dirá entonces: «¿Quién eres?». Respuesta: «Determinado».
inofensivas en sus acciones. Lo que inquieta a los enemigos de los
Pregunta: «¿A qué fines?». Respuesta: «A la Libre Libertad». Y el
pobres del juramento luddita no tiene nada de moral: protege de otro puede entonces conversar con el nuevo hermano conjurado y
la traición a los grupos ludditas — que se denominan a sí mismos confiarle todo lo que sabe.
«comités secretos»— y permite rodear de una discreción máxima
las operaciones proyectadas. Los juramentos de este tipo patfici- Los grupos ludditas del West Riding, constituidos principal
pan, pues, de una táctica de la separación, muy eficaz e'n estos mente por tundidores de paños pero abiertos también a sus ami
144 145
gos de cualquier otra profesión, se reúnen de noche en las últimas ladas un centenar de máquinas perfeccionadas. Es un trabajo duro
tierras comunales y en las landas desoladas. Dichas reuniones se dislocar esos monstruos de metal; las pintas de cerveza nutren y
recompensan el esfuerzo, mientras se fuerza el respeto de los guar
hacen cada vez más frecuentes y su asistencia cada vez más nu
merosa. Se empieza por pasar lista mediante números, pero no dianes o del propio fabricante a punta de espada. Se trata de una
por los nombres, que jamás se pronuncian. Los oradores van en labor que no procura paga alguna, pero que al menos tiene un sen
tido. Las operaciones van a ampliarse y su estilo se va a volver más
mascarados o disfrazados. Se disponen centinelas en los alrede
dores a fin de dar la voz de alarma si aparece algún intruso; en tal variado a partir de entonces, además de hacerse todavía más osadas.
caso, los conjurados se dispersan instantáneamente en la noche Pues el prestigio de ios rompedores de máquinas entre la po
para reencontrarse la noche siguiente en otro lugar. Durante estas blación del West Riding, de buena gana contestataria, se traduce
asambleas nocturnas, se debate, se intercambian informaciones, no solamente en una solidaridad casi sin falla como en los Mid
se designan objetivos, se reparten las funciones que habrá que des lands, sino también en una identificación de todos los desconten
empeñar en la acción proyectada. A menudo sirven como punto de tos con la causa luddita. El 26 de febrero es el taller de confección
partida para una expedición punitiva. Los estragos que se deciden de William Hinchliffe, en Huddersfield, el que resulta devastado
aquí se concentran en las grandes fábricas y factorías, donde las por una treintena de furiosos: todas sus máquinas son destruidas,
máquinas funcionan con vapor. Los equipos condenados a la des pero no se ejerce violencia alguna contra el patrón, sus familiares
trucción son, pues, mucho más costosos que los telares mecánicos y sus criados. Como reacción, los comerciantes y fabricantes de
de Nottinghamshire. Huddersfield se apresuran a crear un comité de vigilancia que,
con el apoyo de los magistrados locales, se atribuye amplios po
Las inmediaciones de Huddersfield, ciudad situada en la ri
deres discrecionales y para movilizar a la milicia. Porque, en esta
bera del Colne, al pie de los Peninos, albergan decenas de fábricas
ocasión, no hay lugar para la duda: la ola luddita ha alcanzado el
laneras de muy distintas dimensiones. El 22 de febrero de 1812
se reanudan los asaltos ludditas contra las fábricas y los talleres West Riding.
que utilizan tundidoras y cardadoras mecánicas. El taller de Jo El 5 de marzo, y después el 11, tienen lugar nuevas destruccio
seph Hirst, en Marsh, y el de James Balderson, en Crosland Moor, nes de máquinas en los alrededores de Huddersfield. Las aldeas
son los primeros en sufrir la cólera de Ludd. En ellos, algunos laneras de Honley, Dungeon y Crosland son liberadas de sus má
forzudos machacan varias máquinas de tundir paños a golpes de quinas odiosas por los desfacedores de entuertos, cuya metódica
Enoch — ese pesado martillo de forja que tanto les gusta manejar organización en la acción inquieta enormemente a las autoridades
a los ludditas de Yorkshire— , mientras los rebeldes más endebles centrales, que empiezan a desplegar tropas en la región.
montan guardia en el exterior conforme a un método que reapa El 15 de marzo es la gran fábrica de Francis Vickerman, en
recerá en la mayoría de las devastaciones posteriores alrededor de Taylor Hill, también en las cercanías de Huddersfield, la que es
Huddersfield. arrasada de arriba abajo. Dicho patrón, notable metodista conocido
Durante algunas semanas de furia, los magistrados van a la como el Obi spo por su beatería y ridiculizado por una canción local,
mentar una docena de ataques ludditas, en los cuales son aniqui parece haber sido particularmente detestado: se sospechaba (y con
146 H7
razón, tal como prueban los archivos del magistrado Radcliffe) que por la que se cuelan jacobinos y radicales de toda laya, que a su
era un delator. El caso es que ya había sido advertido por carta: manera engrasan las filas del disparatado ejército de Ludd y vuel
Les avisamos de que, una vez destruidas las tundidoras, llegará el ven así a hacerse oír. Ciertamente, los obreros del sector textil no
turno de las cardadoras, a menos que tales máquinas desaparezcan tienen programa político y no es al gobierno tory de Londres ni
de Taylor Hill. Por muchos guardianes que tenga Vickerman, aca a la oligarquía a los que hacen la guerra: se baten para defender
baremos con ese bribón.
su autonomía contra un proyecto de sociedad en la que no serían
más que carne de máquina y que, por otro lado, cuenta con el
Una decena de cardadoras y una treintena de tundidoras son
favor de la oposición liberal casi al completo. Aún así, también
machacadas, del mismo modo que los vidrios del vasto taller. La
saben que el cuerpo legislativo, que no representa más que a los
lana en bruto y las telas son arrojadas a la caldera con el objetivo
ricos, adopta leyes cada vez más desfavorables para los pobres. Se
de provocar un incendio. Según la crónica local, es en esta ocasión
dan cuenta de la celeridad con la que la Corona envía a su ejército
cuando los rompedores de máquinas pronuncian por primera vez
al país de los ludditas para hostigar y someter al sable a todo el
el nombre de Ludd en Yorkshire. Uno de ellos anuncia a Vicker-
que protesta y hace reivindicaciones. De aquí nace una conciencia
man que es el general Ludd, de Nottingham, el que le ha ordena
de la dimensión inevitablemente política de su movimiento. Su
do que «rompa su péndulo», una formulación que ha contribuido
eficacia y su popularidad les han convertido en los representantes
a presentar a los ludditas como incorregibles enemigos de toda
de todo aquel que sueña con la justicia social y la libertad política
mecánica y de toda innovación técnica, cuando es fácil imaginar
en la sociedad. Ya el 9 de marzo, cuando el movimiento luddita
que el hombre que pronunciaba esas palabras expresaba de hecho,
todavía no se ha propagado por el vecino Lancashire, la siguiente
aparte de su resentimiento con respecto al fabricante, la execración
octavilla circulaba de tapadillo por las calles de Leeds:
de la medida del tiempo, de su tarifación, de su confiscación.46
A todos los tejedores y tundidores, y al público en general:
Generosos compatriotas, os pedimos que os unáis a nosotros
en armas para ayudar a los Justicieros a enderezar entuertos y rom
A l crear un clima insurreccional en las regiones industriales, los per el yugo de un viejo idiota [el rey chocho] y de su hijo, aún más
comités secretos de tundidores de paños han abierto una brecha imbécil que él [el inefable príncipe regente], así como de sus co
rrompidos ministros. Todos los señores y todos los tiranos deben
ser abatidos. Sigamos el ejemplo de los bravos ciudadanos de París
que, frente a treinta mil casacas rojas a sueldo de la tiranía, hicie
46 El historiador y filósofo de las técnicas y las civilizaciones Lewis Mumford ron morder el polvo al tirano. Actuando de tal modo, serviréis de
consideraba la invención del reloj, más que la de la máquina de vapor, la ver la mejor manera a vuestros propios intereses. Más de cuarenta mil
dadera piedra angular de la Revolución Industrial: «El reloj es un mecanismo héroes están dispuestos a alzarse, aplastar al viejo gobierno y esta
que produce segundos y minutos». El reloj fue propagado a finales de la Edad blecer uno nuevo.
Media por los benedictinos (que administraron hasta cuarenta mil monaste Dirigios al general Ludd, comandante del Ejército de los Justi
rios productivos) para cuantificar y sincronizar la acción de los hombres en cieros.
el trabajo. [Pepitas de calabaza ha asumido la tarea de editar en castellano las
principales obras de Lewis Mumford].
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setenta y dos h éro e s que, e m p u jad o s p or la n ecesid ad , h a n h ech o
De las reivindicaciones corporativas los ludditas de Yorkshire
votos de re m e d ia r lo s d añ os su frid o s e n su s carn es o b ie n perecer
han pasado a exigencias políticas más universales, adoptando el g lo rio sam e n te , y esto tan solo en la villa de H u d d e rsfield , p u es el
tono de los distribucionistas que a punto estuvieron de triunfar n ú m e ro es ca si el doble en Leeds.
en Francia en 1793, invocando su ejemplo y llamando, con toda P or las ú ltim a s cartas q u e acab am os de re cib ir de n u e stro s co
lógica, al regicidio. Ese mismo día, un fabricante llamado Smith, rresp o n sales, n o s e n te ram o s de q u e lo s ob reros de las sigu ien te s
villas van a su b le varse y u n irse a n o so tros: M án ch e ste r, W akefield,
residente en Hill End, cerca de Huddersfield, recibe una carta fir
H alifax, B rad ford , S h e ffie ld , O ldh am , R och d ale y todo el país del
mada por el «general del ejército de los justicieros, Ned Ludd», algod ón , d on d e el valeroso M . H an so n los con d u cirá a la victoria.47
donde trasparecen de forma igualmente clara las preocupaciones Los tejedores de G la sg o w y de m u c h a s otras re g io n e s de E scocia se
políticas de los tundidores rebeldes. Fiel a su comportamiento ha u n irá n a n o so tros. Los p ap istas de Irlan da están co m e n zan d o a s u
b levarse, así q u e es prob ab le q u e p od rá en con trarse algo qu e h acer
bitual, Ludd exige al tal Smith que se deshaga de las tundidoras
p ara los soldados, en lu g a r de p erm a n e ce r o ciosos en H u d d e rsfield ;
que acaba de adquirir. Pero además aporta, al confiarle sus «ideas p ob res, p o r otro lado, de los e d ificio s q u e v ig ila n en la actualidad,
e intenciones, muy deformadas» por los comentaristas, interesan p u e s co n o cem o s el m o d o m ás fácil de re d u cirlo s a cen izas, su erte
tes precisiones sobre la evolución revolucionaria, sino del proyec q u e sin d u d a co rre rán tarde o te m p ran o .
to, cuando menos del discurso luddita en estas fechas: La cau sa in m e d iata de n u e stra s accion es fu e esa od iosa carta
del p rín cip e regen te a lord G re y y lord G re n v ille ,48 q u e n o s privaba
Señ or: de toda e sp e ra n z a de u n cam b io b en éfico , p u es de tal m an e ra se
con ch ab ab a co n u n a pan da de can allas, Perceval y co m p añ ía, a los
A cab an de in fo rm a rm e de qu e es u ste d d eten tad or de e sa s de
q u e atrib u im o s todas las m ise ria s del país. Pero e sp e ra m o s la a s is
testab les tu n did oras m ecán icas y m is h o m b re s d esean que le e scri
tencia del e m p e ra d o r fran cés a fin de ro m p e r el yu go del go b iern o
ba para p reven irle lealm en te de qu e es p reciso q u e se d esp ren d a
m ás podrido, m alé fico y tirán ico q u e haya existido ja m á s. E n ton ces
de ellas [...]. T o m e b u en a nota de qu e si n o h an sid o d esm on tadas
acab arem o s con todos eso s tiran os de [la casa de] H an n o v e r y con
al fin al de la sem an a p róxim a, en viaré a u n o de m is lu g arten ien tes
todos los tiran o s en gen eral, del m á s gran d e al m ás chico, y se re m o s
con u n d estacam en to de al m e n o s trescientos h o m b re s.
go b ern ad os p o r u n a R epú b lica ju sta. Q u e el T o d o p o d eroso ap re
S ep a tam b ién qu e si h e m o s de to m arn o s la m olestia de v e n ir su re la llegada de e so s tiem p os felice s, co n fo rm e a lo s d ese o s y los
d esd e tan lejos, acrecen tarem o s su in fo rtu n io in ce n d ian d o s u s in s rezos de m illo n e s de h ab itan tes de este país; ah ora b ien , n o n o s co n
talaciones, y que si tien e la d e sve rg ü en za de ab rir fu eg o sob re un o ten tarem o s co n rezar: nos b atire m o s. Y cu an d o llegu e el m o m en to ,
solo de m is h o m b res, estos tien en órd en e s de m atarlo a u ste d y de los casacas ro jas ve rán que no ab a n d o n a re m o s las a rm a s h asta que
q u e m a r su casa. T e n g a la b o n d ad de in fo rm a r a su s ve cin o s de qu e la C á m ara de los C o m u n e s haya p ro m u lg a d o u n a ley p ro h ib ien d o
la m is m a suerte les e sp era si s u s m áq u in a s n o son d esm o n tad as de las m á q u in a s p erju d iciale s p ara el b ie n co m ú n y ab ro gad o aqu ella
in m ediato, p u es, se g ú n m e dicen , varios d etentadores de m áq u in a s otra que c o n d e n a a la h orca a lo s d estru cto res de telares. P e ro ya no
viven e n su m ism o distrito. h a re m o s m á s ru e go s, p u esto q u e so n e n vano: es p reciso com b atir.
Y p u esto que m is ideas y m is in ten cion es, así com o las de m is
h o m b re s, h a n sido m u y d efo rm ad as, aprovecharé la o casió n para
relatárselas, y m e gu staría q u e se las d iera a con o cer a todos su s 47 Ver «Los molinos de Satán», p. 183.
h e rm a n o s e n el pecado. Q u iero qu e los com ercian tes, lo s n e g o cian
tes en telas y vestidos, el go b iern o y el pú b lico c o m p ren d an qu,e las 48 Carta mediante la cual, engañando a sus propios amigos políticos, el príncipe
q u ejas de sem e jan te cantidad de h o m b re s no d eb en se r tom ad as a ha mantenido a los tories en el gobierno en el momento de su ascenso a la
la ligera, p u es se g ú n los ú ltim o s in fo rm e s hay dos m il och o cien tos regencia el año precedente.
150
El autor de estas marciales palabras dice expresarse en nom los pequeños burgueses iluminados por la lectura de Rousseau y
bre de la base, ferozmente decidida a impedir una industrializa Thomas Paine. Sin embargo, con el tiempo, la guerra sin fin con
ción de la producción que no aprovecharía más que a un puñado tra Francia — azuzada por una fracción de la burguesía que gusta
de nuevos ricos y de especuladores. Habla, por otro lado, de des más de los preceptos reaccionarios de un Burke— y la sangrien
embarazarse de la familia real y de los aristócratas parasitarios ta dictadura de Bonaparte le han arrebatado buena parte de su
para establecer una república parlamentaria favorable a los obre atractivo al modelo francés entre la mayoría de los reformadores
ros. En último término, puesto que la negociación y las jeremia y los descontentos ingleses. Pero hete aquí que el verbo luddita
das no han dado resultado alguno, y puesto que el Parlamento resucita sin rodeos el ideal igualitario común a los sans-culottes de
está por ahora en manos de los enemigos del pueblo, a este último Francia y a los Niveladores ingleses, que habían tenido la audacia
no le queda sino luchar con las armas en la mano para derribar el de derribar tronos con el designio de poner al mundo del derecho.
régimen de los generales y los usureros. El objetivo de esta carta, Este uso de una fraseología radical un poco artificial y anticua
sigue siendo con todo reivindicativo — ¡nada de máquinas o ate da constituye paradójicamente cierta asunción de lo real, del ins
neos a las consecuencias!— , pero también ofrece una muestra tante histórico. De la misma manera que la Revolución francesa
de las opiniones insurreccionales de su autor. De tal modo, su había engendrado a sus Rabiosos, a sus Exagerados y a sus Iguales,
pera los límites de un corporativismo desprovisto por su misma que denunciaron el carácter burgués de aquella y se esforzaron sin
esencia de la energía y de la imaginación necesarias para llevar a éxito por que tomase un curso más popular, la Revolución Indus
cabo el gran proyecto luddita, que por fin ha tomado forma: no el trial se encuentra desde sus inicios confrontada al proyecto de su
rechazo sin más de todo progreso técnico, sino una bifurcación en propia superación. Los empresarios, los ingenieros y los ideólogos
el curso del tiempo que prohíba toda innovación técnica que no que constituyen su punta de lanza son a menudo antiguos arte
abra la vía a una mejora — en vez de a una degradación— de las sanos o empleados que, en su juventud, han coqueteado con el
condiciones, tanto cualitativas como cuantitativas, de los pobres. jacobinismo. ¿Acaso estos renegados han pervertido los principios
Que los tundidores de paños adopten un lenguaje revolucio universalistas de la Ilustración y quieren transformar el mundo tan
nario, poco habitual desde hace mucho tiempo entre los ingle solo en su propio beneficio? Pues bien, por mucho que los ludditas
ses pobres, no puede más que inspirar desasosiego e inquietud a estén visceralmente vinculados a ciertas tradiciones, al llamar a la
los gobernantes y a la gente pudiente, tanto más cuanto que este insurrección generalizada en nombre del bien común, algunos de
deslizamiento semántico coincide con una ola sin precedentes de ellos optan por un cambio radical y claramente más igualitario, en
«atentados» contra la propiedad privada. A lo largo de la década ruptura con cualquier lógica de la propiedad privada... Este es el
de 1790, en las regiones del norte de Inglaterra abundaron los ad verdadero progreso al que invocan.
miradores de la Revolución francesa. Su labor de agitación suscitó
las emociones populares y provocó diversos tumultos, pues du
rante un tiempo el jacobinismo vino a sustituir al protestantismo,
reivindicativo entre los artesanos, los obreros más cualificados y
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vecinos. El tal Foster se había negado a renunciar al uso de una
«maquinaria odiosa», tal como se lo habían demandado firme
G loria y miserias del general Ludd mente y en diversas ocasiones sus empleados, los cuales deciden
recurrir a Ludd. Una vez apostados los vigilantes, los ludditas se
disponen a destruir las grandes máquinas recién adquiridas que
El 24 de marzo de 1812, es una auténtica muchedumbre lo que alberga el lugar, evitando dañar las más arcaicas. No se conten
afluye hasta la fábrica de William Thompson en Rawdon, uno de tan con deteriorarlas, sino que rabiosamente las hacen migas. A
los principales fabricantes del West Riding. Los asaltantes neu continuación desgarran la fibra y los tejidos, y luego rompen to
tralizan al guarda y emplazan centinelas en las cuatro esquinas das las ventanas. En su frenesí destructivo, la emprenden además
de las instalaciones. Inmediatamente penetran en los talleres y con locales y equipamientos que habitualmente se libran del fu
emprenden la devastación total: una cuarentena de máquinas, los ror luddita, tales como la oficina del contable o la residencia del
vidrios y el mobiliario acaban destruidos, al tiempo que son des patrón, aledaña a los talleres. De la destrucción de máquinas, los
garrados tres rollos de la mejor lana. Al día siguiente, es el taller ludditas pasan esa noche a la demolición de la fábrica.
de acabado de Dickinson, Carr & Co. el que recibe la visita de los
Tras haber prendido fuego por aquí y por allá, los asaltantes se
ludditas, que destrozan dieciocho rollos de tela pero dejan intactas
reúnen en un campo cercano, donde un cabecilla se asegura de que
las máquinas.
todo el mundo esté presente y luego pronuncia las siguientes pala
El primero de abril, los magistrados se reúnen en Hudders- bras: «El trabajo está hecho. Dispersaos». A partir del día siguiente,
field para instaurar una suerte de estado de emergencia mediante una canción se escucha por todas las cantinas de Yorkshire:
la proclamación del Edicto de Vigilancia y Protección (Watch and
Ward Act), que amplia tanto las atribuciones de la milicia burgue R e u n io s, o sad o s tu n did ores,
Q ue se fortalezca vu estra fe.
sa como los poderes de los ediles y de los jueces. A esta medida
¡A h, b ravos tu n d id o res del con d ad o de Y o rk
represiva — que de hecho no será aplicada por falta de medios o Q ue d estru ye ro n las m áq u in as de Foster!
de temeridad más que por dos de los municipios implicados— los B ie n fu erte sop lab a el viento,
Las ch isp as se tran sfo rm aro n en lla m a s
ludditas replican, cuatro días después, con tres expediciones par
D esp ertan d o e n la ciu d ad la voz de alarm a.
ticularmente devastadoras en los alrededores de Huddersfield. En Y los p ob res sa lie ro n del lecho
Snowgatehead, Horn Coat y Honley, los telares, las tundidoras y Para acu d ir al claro de luna;
las cardadoras mecánicas son destruidos esa misma noche por tres E n torno al fu e g o se ju n taron
Y lu e g o so le m n e m e n te ju raro n
grupos distintos, que además arrasan con las ventanas y los mue
Q ue n i cu b o s, n i b aldes ni n ad a de n ad a
bles de los talleres atacados antes de desvanecerse en la penumbra. Serviría a q u í p ara apagarlo.
El 9 de abril, la gran fábrica de Joseph Foster, situada en el
pueblo de Horbury, a pocos kilómetros de Wakefield, es invadida Los tundidores de paños — y sus cómplices de toda condi
por más de trescientos hombres armados, venidos de los pueblos ción— , que han tomado en préstamo la apelación luddita a los
154
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medieros de Nottingham, han demostrado su fuerza y su deter George Mellor, un tundidor de veinticuatro años de impo
minación, pero al contrario que estos todavía no han obtenido nente estatura, da la orden de asalto. Este hombre enérgico, que
concesión alguna ni de las autoridades políticas ni de los grandes sabe leer, escribir y pensar intrépidamente, vive en Marsden, un
empresarios. Más de uno de estos fabricantes, a menudo venidos pequeño burgo cercano a Huddersfield, y es uno de los más de
de fuera, se muestra firme hasta el fanatismo y espera el conside cididos «lugartenientes» del general Ludd en el valle del Coiné.
rable refuerzo militar que acaba de anunciar el gobierno y que no Es en Marsden, por cierto, donde dos herreros, James y Enoch
hace más que avivar el odio de los obreros. Taylor, han concebido y construido una tundidora mecánica
capaz de reemplazar a diez pares de brazos. Irónicamente, son
también los fabricantes de los pesados martillos de forja llamados
«Enoch» a los que los ludditas son tan aficionados en sus labores
El d ía de abril tiene lugar en Rawfolds, a mitad de camino
ii de demolición. Por eso se dice: «Lo que Enoch ha hecho, Enoch
entre Leeds y Huddersfield, una de las incursiones ludditas más lo deshace»... Tan lúcido como vigoroso, a Mellor le gusta mane
impresionantes, y cuyo fracaso no menos rotundo constituye uno jar la herramienta fatal contra las aleaciones más resistentes. Los
de los momentos cruciales en la batalla de Yorkshire. Ese domin hombres que lo siguen, equipados con mazas y hachas, avanzan
go, a la caída de la noche, más de ciento cincuenta hermanos con hasta el portalón dispuestos a demolerlo.
jurados sitian una enorme fábrica de cuatro pisos que pertenece Los pesados batientes se vienen abajo con un estrépito in
al empresario William Cartwright, partidario de la firmeza contra fernal. Los ludditas entran en tromba en la fábrica, provocando
los rompedores de máquinas. El objetivo es destruir una cincuen los ladridos de un perro guardián. Una lluvia de piedras se abate
tena de tundidoras mecánicas. Los ludditas, con el rostro enmas sobre los cristales y, sin miramientos, las ventanas acaban hechas
carado y oscurecido, se colocan en orden de batalla alrededor del pedazos bajo la feroz aclamación de los insurgentes a los que
muro que circunda la fábrica. La primera línea está erizada de Charlotte Bronté inmortalizó en su Shirley:49
sables, pistolas y fusiles de caza; detrás se sitúan los portadores
de las mazas y las hachas, de las picas y las porras. Aparte de nu S im u ltán e am e n te , u n a ráfaga de p ied ras cayó sobre la a m p lia fa
chada de la fáb rica e im pactó contra las ven tan as; ah ora n o h abía
merosos tundidores de las proximidades, los más afectados, en la cristal q u e n o h u b ie se q uedado red u cid o a u n p u ñ ado de fra g m e n
multitud se encuentran además hiladores, tejedores y cardadores, tos e sp arcid o s p or el suelo. U n grito sig u ió a esta m an ife stació n ,
pero también herreros y otros trabajadores manuales que no per u n grito de am o tin ad o s, u n grito q u e solo se e scu ch a e n el n orte de
156 U7
In glaterra, en Y o rk sh ire , e n el W est R id in g, e n la re g ió n lan era del para que sigan haciendo sonar esa alarma que recuerda a un lúgu
W est R id in g.
bre tañido. Se redoblan los mazazos contra las puertas y la madera
¿A caso no h as escu ch ado n u n ca ese son ido , lector? Tanto m e
de una de ellas termina por quebrarse y dejar abierta una brecha.
jor p ara tus oídos, y tal vez p ara tu corazón. S o b re todo, si ese grito
q u e d esgarra el aire es u n grito de odio con tra tu p erso n a, o contra Pero es en vano: nadie puede aproximarse, pues los defensores de
los h o m b re s y p rin cip io s q u e apru eb as, o con tra los in tereses que la fábrica siguen disparando a través de la abertura, a excepción,
d efien d es. Lo cólera se d espierta al grito del odio. El león sacude sin embargo, de un soldado que desde el principio se niega a tirar
su m e le n a y se levanta al oír el aullido de la h ie n a . U n a casta se
contra los asaltantes «por miedo a herir a uno de sus hermanos».
alza contra otra casta. E in d ign ad a y con el e sp íritu dañado, la clase
m ed ia se abalan za con ardor y d esd é n sobre la m a sa fu rio sa y h a m El fuego graneado va a alcanzar sucesivamente a un aprendiz de
brien ta de la clase obrera. guarnicionero de diecinueve años de edad, John Booth, y a uno de
sus amigos herreros mientras tratan de ensanchar rabiosamente
A ciegas, se descargan los fusiles y las pistolas contra los ta la brecha. El joven guarnicionero, herido en una pierna, no puede
lleres sumidos en la penumbra, pero los soldados, atrincherados levantarse; el herrero abandona su maza y retrocede. Mientras los
en el primer piso, responden de inmediato disparando entre los asaltantes reculan, uno de ellos, un joven llamado Samuel Hart-
listones que forman el techo de la planta baja y que se pueden ley, es herido en el pulmón por el fuego enemigo y comienza a
levantar a voluntad gracias a un sistema de poleas imaginado por escupir sangre.
el ingenioso Cartwright. Ciertos asaltantes, enfurecidos por esta
Una vez dada la alarma, los refuerzos no tardarán en llegar
defensa tan novedosa como imprevista, corren a la parte trasera
para salvar a los defensores de la fábrica del furor de los ludditas.
del edificio para encontrar otro acceso, pero en la oscuridad no
Varios de estos resultan heridos, dos de ellos de bastante grave
consiguen atravesar un embalse de agua en el que uno de ellos
dad, y entonces, tras veinte minutos de tiroteo, comienza a faltar
está a punto de ahogarse. Otros intentan forzar las puertas de la
la munición. En ese momento, Mellor ordena el alto el fuego: esta
fábrica, pero estas están cubiertas de clavos de cabeza gruesa que
vez los ludditas han sufrido una derrota. Saben que el asedio a la
impiden que las hachas penetren en la madera y que incluso re
fábrica no puede prolongarse; pronto las tropas de la milicia y del
sisten los martillazos de los fornidos herreros.
ejército irrumpirán en las casas de los pueblos cercanos en busca
Mientras los asaltantes son mantenidos así a raya, una gran de ausencias sospechosas. Hay que abandonar también a Booth
campana tañe intensamente sobre el tejado, imponiéndose al y Hartley, que pierden mucha sangre, tras haberles dispensado
estrépito de los fusiles y de los martillos para llamar al rescate a algunas curas. Es imposible transportarlos hasta un refugio se
una brigada de caballería que ha establecido su cuartel no lejos de guro, pues las patrullas pululan por los alrededores. Emociona
Rawfolds desde el comienzo de la ola de destrucción de máquinas do, Mellor se inclina sobre los dos heridos para explicarles que
en el condado. Lo cierto es que es una auténtica emboscada en tienen que quedarse allí y para recordarles su juramento de no
la que han caído los partidarios de Ludd. Se abre fuego contra la denunciar jamás a sus hermanos conjurados sean cuales sean las
campana y la cuerda del campanero se rompe por el impacto de las circunstancias. El cabecilla vuelve a alzarse, agita un puño venga
balas, pero Cartwright de inmediato envía a dos hombres al tejado dor y promete castigar a Cartwright, ahora más odiado que nunca.
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ludditas. El cuervo, más policía que sacerdote, viene a husmear el
olor de la sangre de los enemigos del trono y de la propiedad, y a
atormentar, en su labor de inquisidor, a los desgraciados Hartley
y Booth. Cartwright y Roberson les niegan el agua y las curas de
emergencia que exige su estado. Indignados por tanta crueldad,
los aldeanos se interponen y transportan a los dos desdichados al
interior de la fábrica para vendarles las heridas y darles de beber.
Tras la llegada de los soldados, los heridos son conducidos
a un albergue de los alrededores y hostigados a fondo por Ro
berson, que a pesar de todo no consigue arrancarles ni la menor
declaración. Booth muere poco después, durante la amputación
de su pierna por un cirujano requerido para la ocasión. Será recor
dado por un rasgo de humor negro, muy inglés y de una dignidad
conmovedora. En el momento del tránsito, le pregunta al pastor:
«¿Puede usted guardar un secreto?». «Sí, sí, por supuesto...», res
La fábrica de W illiam Cartw right en Raw folds ponde el bribón, que espera recibir por fin una última confidencia
sobre los cómplices de Booth. «Bueno, pues yo también», m ur
mura Booth antes de exhalar su último suspiro.
Tras haber abierto fuego por última vez contra la fábrica maldita, Hartley sucumbe al alba. Otros dos heridos de bala, que pudie
desaparece en la oscuridad seguido de sus afligidos camaradas, ron escapar, serán arrestados en los días posteriores y después libe
que se retiran en orden. rados a falta de confesiones, testigos de cargo o pruebas suficientes.
Cuando por fin Cartwright y sus guardias se aventuran al ex El funeral de Hartley en Halifax congrega a gran cantidad de
terior, se encuentran a los dos agonizantes en un charco de san descontentos y simpatizantes de los ludditas, que lo entierran con
gre y algunas herramientas que los ludditas han abandonado en gran pompa y entre gruñidos, lo que alerta a las autoridades de lo
su retirada. El industrial, que ha prohibido que se les prodigue que podría suceder en el de Booth, previsto para el día siguiente
ningún cuidado a los heridos, trata de sacarles el nombre de sus en la rebelde Huddersfield. En consecuencia y a fin de prevenir
compañeros, mientras ellos suplican que pongan fin a sus vidas. los desmanes de una muchedumbre que se preveía tan numerosa
Los habitantes de la aldea vecina acuden alarmados al lugar del como tumultuosa, lo hacen inhumar secretamente a las seis de la
enfrentamiento. Tras ellos, aparece de improviso el reverendo mañana, aumentando así el resentimiento del «populacho».
Hammond Roberson, pastor anglicano de profesión y ardiente
defensor de la facción tory más retrógrada, que se ha distinguido
por sus sermones — o mejor dicho, por sus diatribas— contra Iqs
160 161
L a expedición de Rawfolds, abortada de forma tan trágica, pone casi unánimemente que la justicia de
término a los ataques masivos contra las tundidoras y las carda- Ludd castigue sus crueldades.
doras mecánicas. A partir de entonces, el movimiento luddita de
Mientras tanto, el intratable Joseph
Yorkshire va a emprender nuevos caminos. Este fracaso refuerza
Radcliffe, señor de la casa de Marsden
también las alianzas de clase entre los notables rurales conserva
y magistrado local que ha hecho de la
dores y los patrones de las fábricas a pesar de sus divergencias en
persecución de los ludditas un asun
cuanto a intereses económicos y opiniones políticas o religiosas. El.
to personal, investiga sobre el caso
episodio ha hecho de William Cartwright una suerte de héroe entre
Rawfolds, aprovechando al tiempo para
sus pares — que hasta ahora habían sufrido sin demasiadas reac
adoptar algunas iniciativas represivas.
ciones los asaltos ludditas— , pero también a ojos de todos aquellos
La energía cargada de resentimiento
que solo quieren ver a los pobres humillados. Frente a la amenaza
que este gran terrateniente enriqueci
obrera, como antaño frente a los manejos belicosos de Bonaparte,
do por las enclosures pone en combatir
se constituye una unión sagrada entre tories reaccionarios y whigs
a los rompedores de máquinas desde el
especuladores, entre anglicanos y protestantes inconformistas,
comienzo mismo de los disturbios en
entre terratenientes e industriales. Sus querellas y rivalidades se
la región — por más que no pertenezca
disimulan mientras el ejército, a punta de bayoneta, reconduce a a la camarilla de fabricantes— le vale el odio de los ludditas, lo que
la chusma por el recto camino de la muda servidumbre. Los fabri se traduce en varias tentativas de asesinato que le fuerzan, según
cantes vuelven a alzar la cabeza; la obstinación de uno de los suyos se dice, a «permanecer prisionero» en su mansión durante diez
ha provocado la desbandada de los terribles ludditas y ellos sabrán meses. En 1813 reconocerá que su firmeza ha atraído sobre él y
mostrarse agradecidos.50*Pues el prestigio que el susodicho ha ad sus próximos «la reprobación general de los descontentos». Des
quirido de tal modo va a ayudarles a franquear el umbral de la bue de luego, recibe varias misivas bien explícitas. Por ejemplo, esta
na sociedad local. Porque lo cierto es que tales especuladores, tan fechada el 20 de marzo de 1812 y firmada por «el procurador del
ávidos de ganancias como limitados de conversación, apenas eran general Ludd», que imita la jerga a la que son tan aficionados los
invitados a frecuentar los salones y las mansiones. Para el común magistrados para embrollar al común de los mortales:
del pueblo, sin embargo, Cartwright se ha convertido en objeto de
execración más allá incluso de los límites del condado, y espera Señ o r:
S ep a q u e en el día de h oy se h a leíd o u n a d eclaración con tra u s
ted ante el trib u n al de Ludd en N o ttin g h am y que, si no m a n tie n e la
n eu tralidad , se dictará sen ten cia con tra u sted en rebeldía. C o n v o ca
50 Poco después del apaciguamiento de los disturbios ludditas, William Cart ré a u n ju ra d o para in v estig ar lo s d a ñ o s qu e dictará u n a p en a contra
wright recibió una fuerte recompensa pecuniaria de manos de la Corona gra su cu erpo y su casa, y e n ton ces te n d rá q u e a g u ard ar a qu e el g e n e ra l
cias a la insistencia del conde Fitzwilliam; esta jugosa propina fue seguida, Ludd y su m u y b ie n o rgan izad o ejército la e jecu ten p rovocan d o la
gracias a la intervención del magistrado Joseph Radcliffe, de una gratificación m ayo r d estru cció n posible.
de tres mil libras ofrecida por los fabricantes locales.
162 163
O también esta sentencia anónima del 8 de abril: J j ' O LotJqy
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con el endurecimiento de las medidas de vigilancia y la constan da suelta. A partir de entonces se mostrará más precavido en sus
te presencia de las tropas alrededor de los talleres, suspenden la desplazamientos — que las miradas hostiles con las que se cruzará
destrucción de máquinas para concentrarse en el refuerzo de sus durante mucho tiempo por toda la región hacen, por otro lado,
estructuras clandestinas, que pretenden proveer con armas y fon condenadamente delicados— , mientras la sublevación luddita va
dos, con la mirada puesta en una insurrección abierta. Por eso pareciéndose cada día más a una lucha a muerte.
multiplican los asaltos contra los depósitos de armas, grandes y Algunos días después, es un magistrado de Huddersfield de
pequeños, y recorren los campos para recaudar una suerte de «im nombre Armitage el que escapa por poco de un disparo de fusil
puesto revolucionario» entre los terratenientes que han cometido: mientras toma el fresco asomado a la ventana; y más tarde, una
la desvergüenza de tomar partido por las máquinas. bala vengadora le pasa rozando a un policía que anda tras el rastro
Uno de sus primeros objetivos en el West Riding, natural de los ludditas. Este giro táctico, ratificado por las cofradías luddi-
mente, es dar muerte a William Cartwright, patrón arrogante y tas del West Riding, se precisa en una carta fechada el 27 de abril y
asesino que ha hecho correr la primera sangre y al que los luddi- dirigida a Joseph Radcliffe. El lenguaje bíblico de la misiva recuer
tas han jurado matar. Muy afectado por la muerte de sus dos her da en cierta medida al de los Verdaderos Niveladores de la Revo
manos conjurados, George Mellor expresa su rabia ante sus com lución inglesa de 1642-1649, pero también refleja la influencia de
pañeros de taller tan solo un día después de la batalla de Rawfolds las sectas inconformistas, particularmente florecientes en el West
y antes de trazar con ellos un plan de venganza. «¡Maldito sea ese Riding. De tal modo se sacraliza la sangre que va a correr...
bastardo! — exclama— . ¡Le arrancaré el corazón!». Poco después
Señor:
llegarán a la conclusión de que de momento ha de abandonarse la
C o n sid e ro m i d eb er com o am ig o d irigirle estas p ocas lín e a s al
destrucción de máquinas y decidirán que ahora es mejor acabar
respecto de la p elig ro sa situ ación q u e atraviesa este país. P u esto que
con los patrones recalcitrantes y, al mismo tiempo, reunir a los es el m ag istrad o de este distrito, su s h ab itan tes se vo lverán h acia
descontentos para llevar el combate a las calles. u sted p ara ob te n e r u n poco de ju sticia. S i p e rm itim o s q u e la d i
ch osa m aq u in a ria se p erpetúe, la co sa p rob ab lem en te te rm in e en
Una semana más tarde, Cartwright llega a caballo a Hudders u n a g u e rra civil, algo qu e yo d eseo sea evitado. A s í p u e s, p u esto
field para testificar ante el tribunal militar que ha de juzgar al sol q u e u sted n o tien e u n in terés p e rso n a l en la m aq u in aria y q u e el
dado de la milicia de Cumberland que rehusó abrir fuego contra p u eb lo p arece o p o n érse le de fo rm a tan resu elta, si no se ad optan de
in m ed iato ciertas m ed id as, se p ro d u cirán gran d es d estru ccio n es,
los asaltantes de Rawfolds. Su solidaridad de clase le cuesta al des
en p articu lar en tre aqu ellos q u e n o s p e rsig u e n con m ayo r ah ín co.
graciado miliciano una pena de trescientos latigazos, que habría P o r lo q u e re sp e cta al Edicto de V ig ila n c ia y P rotección , n o se h ace
sido de muerte casi con toda certeza si el castigo, ulteriormente a la id ea de la op re sió n su p le m en taria q u e in flig e a su s in q u ilin o s y
ejecutado en Rawfolds, no hubiese sido suavizado a petición del a los d em ás o cu p an tes de la tierra, y todo p ara salvar tan solo a dos
in d ivid u o s de este distrito que no ten g o n in g ú n te m o r e n n o m b rar:
propio Cartwright, al parecer ya bastante ahíto de sangre. En el
los se ñ o re s T h o m a s A tk in so n y W illia m H o rsfall, q u e p ron to h a
camino de regreso, al fabricante le disparan un par de tiros desde b rán de co n tarse entre los m u erto s y q u e se rá n convocados an te el
un matorral, que hacen que su montura se encabitre. El jinete, sin terrible trib u n a l en el que D ios ju z g a rá cada alm a se g ú n lo s actos
embargo, no sufre más daño que un buen susto y escapa a rien com etid o s p o r el cuerpo.
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Y com o Je sú s conocía su s p e n sa m ie n to s, les dijo: todo reino que, sin dar muestras de compasión alguna, cruza de un fustazo
dividido contra sí m ism o está co n d en ad o a la d evastación , y toda el rostro del acusador antes de alejarse muy altanero al trote.
ciu d ad o casa dividida contra sí m is m a n o pod rá su b sistir.
Sea como fuere, justo el día después del envío de esa sen
Similitudes grafológicas indican que el autor de esta carta tencia de muerte, Horsfall cae a su vez víctima de una encerrona
bien podría ser George Mellor, el cual sería declarado culpable del cuando vuelve del mercado de Huddersfield. Tiradores embosca
asesinato de William Horsfall en enero de 1813 por la corte penal dos le alojan dos balas en el pecho y desaparecen en los bosques.
de York. El fabricante Thomas Atkinson no es otro que el cuñado Alrededor del fustigador de los pobres se reúne una pequeña mu
de William Cartwright, y su fábrica, una de las primeras en haber chedumbre que facilita la huida de los asaltantes y que, a modo
sido construidas en la región, ya había sido incendiada en 1804. de viático, reprocha severamente al moribundo su condición de
En cuanto al pañero Horsfall, acaba de equipar su establecimiento opresor de los pobres. Lo llevan a una taberna cercana, donde
de Marsden con nuevas máquinas para tundir el paño, desafian muere dos días después a causa de las heridas. Hay una coinci
do así la cólera de Ludd. Por otro lado, se niega a contratar a los dencia macabra que no puede por menos de impresionar a las
tundidores locales, hábiles y acreditados, y hace venir de «no se mentes supersticiosas: el mismo día en que Horsfall es abatido,
sabe dónde» a una mano de obra joven, ignara y maleable. Pero su fábrica sirve, por primera vez, un pedido de paño negro...
por encima de todo, ha jurado públicamente que «chapoteará en Ludd se ha vengado así de uno de los patrones más odiosos,
la sangre luddita hasta los estribos» y pone todo su empeño en or pero son todos los pañeros de la región los que reciben una adver
ganizar la reacción de los fabricantes frente a la amenaza luddita tencia mucho menos retórica que las que habían salpicado la pro
en el seno de un «Comité secreto» patronal que ha creado para paganda luddita hasta ese momento. Se ha franqueado un nuevo
«impedir la degradación ilegal de la maquinaria y de las tundido paso en la escalada de la violencia de clase, lo que no deja de au
ras mecánicas». Ha transformado su fábrica en un campo atrin mentar el nerviosismo de los propietarios, que de nuevo reclaman
cherado y llegado al punto de instalar un cañón sobre el tejado de más refuerzos militares en la región. Se llama al ejército por los
uno de los talleres. Este hombre de carácter sanguíneo, reputado incidentes más insignificantes, se ven ludditas por todas partes,
por su arrogancia, tiene el rango de oficial en la milicia de burgue abundan las falsas alertas. Pero protegidos por el respeto o por el
ses voluntarios de Huddersfield. Cuando desfila a caballo por las temor que inspiran, los ludditas del West Riding aún campan a
calles del burgo, los niños le provocan berreando: «¡Soy el general sus anchas por la región, aunque ya no para romper todo lo que
Ludd, soy el general Ludd!», y el belicoso patrón, fuera de sí, dis se asemeje a una máquina odiosa — las que todavía se mantienen
persa a fustazos a la pequeña chusma burlona... Poco antes, por intactas ahora están bien protegidas— , sino para extorsionar a los
cierto, ha ultrajado gravemente a Mellor en público. Una madre grandes granjeros, hacerse con armas de fuego y expandir el espí
acababa de ver morir a su propio bebé sobre su seno agotado y el ritu de la rebelión.
tundidor rebelde trataba de consolarla cuando Horsfall pasa a lo
mos de su montura. Mellor no puede evitar agitar en un gesto trá
gico el raquítico cadáver ante las narices del industrial acaparador,
168
po expedicionario de cuarenta y cinco mil hombres que Welesley,
pronto duque de Wellington, encabeza entonces en el continente
para expulsar al terrible ejército napoleónico de la península ibéri
E mociones en cascada
ca con la ayuda de los fervorosos guerrilleros de todas las Españas.
Hay que señalar que estas tropas de ocupación no se alojan
Desde el primero de mayo de 1812, el general Grey, que dirige las por lo general en cuarteles o campamentos, sino en hoteles, al
operaciones militares contra los ludditas en Yorkshire, tiene a sus bergues, granjas o, a falta de algo mejor, en la casa de algún re
órdenes a más de cuatro mil hombres, entre los cuales hay ocho sidente. Empeoran así la crisis que sufren las regiones ocupadas
cientos dragones adiestrados en particular para reducir a sablazos al hacer huir a los clientes, dejando un montón de deudas a su
a la multitud amotinada. Al vecino Lancashire, como veremos, paso e incluso entregándose a pequeños pillajes. Pero sobre todo
afectado casi simultáneamente por el contagio luddita, el gobierno transforman en inhabitables las localidades en las que se estable
envía muy rápido a otros siete mil soldados, de los cuales mil cua cen, sometiéndolas a una ley marcial soterrada. El 4 de abril, el
trocientos pertenecen al cuerpo de caballería. Por lo que respecta Leeds Mercury destaca que «Leeds y Huddersfield, con sus desta
a Nottinghamshire, donde la agitación luddita es esporádica pero camentos y patrullas militares, han adquirido más la apariencia
los espíritus siguen siendo muy inflamables, es invadido por una de acuartelamientos que de apacibles estancias para el comercio y
tropa de mil quinientos hombres, algunos de los cuales han esta la industria». En varias localidades de los alrededores se decreta,
blecido su campamento central en el bosque de Sherwood. Al lado o se instaura de hecho, el toque de queda a partir de las nueve de
mismo de la caverna de Ludd, pues. A estos quince mil guripas la noche.
que la Corona moviliza contra sus pobres hay que añadir las mili
Solo en Huddersfield, que cuenta con treinta mil almas y
cias de voluntarios y los centenares de esbirros de todo jaez que las
treinta y tres cantinas, están acantonados más de mil soldados. No
autoridades locales o londinenses han convocado para controlar
pueden darse ni dos pasos sin que uno se tope con alguna patrulla
las regiones textiles en ebullición, espiar o manipular al popula
de casacas rojas, ni echarse una jarra de cerveza con los amigos en
cho y asegurar en cualquier lugar y por cualquier medio el terrible
la taberna sin sufrir su molesta compañía o la aún más repulsiva
poder de los confeccionadores del futuro. Se pueden, pues, esti
de los soplones. Las incansables rondas nocturnas de los soldados
mar las fuerzas congregadas contra los ludditas en un mínimo de
y los milicianos generan un ambiente de tensión y de sospecha.
treinta mil hombres, en su mayor parte bien armados.
La amplitud de la movilización no puede sino reforzar la im
Se trata, pues, de un número considerable de efectivos, tanto
presión de que el gobierno se prepara para la guerra civil, y eso
para la época — en la que los conceptos de policía y mantenimien l<i
que de momento no se ha disparado más que algún tiro por aquí
del orden aún están en mantillas en el país del habeas corpus—
y por allá en el desarrollo de lo que en origen no es más que una
como en consideración a las regiones implicadas, que en total
querella corporativa. Lo que pasa es que esta adquiere un giro ad
cuentan apenas con algo más de un millón de habitantes. Resulta
verso para los poderosos y los comerciantes, pues plantea la cues
instructivo comparar la importancia de este ejército con el cucr*
tión social al completo, con todos sus imprevistos, y al mismo
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tiempo pone al desnudo los aspectos más lúgubres del sacrosanto máquinas y de todas sus técnicas de explotación, sin la protección
«progreso». Frente a la amplitud de este cuestionamiento tan te de un Estado poderoso y omnipresente, último bastión del orden y
mido, una desmesurada inquietud se apodera de algunos genera garante de la docilidad de los pobres.
les y políticos, ligados indefectiblemente a las castas patricias y a Obtener el reconocimiento de los fabricantes tentados a in
las redes de notables apaciblemente burgueses a los que el miedo clinarse por el liberalismo, tanto en política como en economía;
vuelve feroces. Esta crisis de paranoia colectiva es alimentada, no alarmar para después tranquilizar más fácilmente a los pequeños
sin cierto maquiavelismo, por una presentación alarmista de la propietarios y a los clérigos, que constituyen la base social del par
sublevación tanto en las gacetas como en los debates parlamenta tido conservador; diezmar a los sediciosos para someterlos a la
rios. La dramatización inicial es obra de los dirigentes más intere obediencia e imponer el silencio a los descontentos en la medida
sados que, poco preocupados por la doctrina, no confían más que que sea posible; y sobre todo, aterrorizar a los pobres: tales son los
en las maniobras de sus cámaras negras. objetivos tácticos que se fija el gobierno tory al colocar el corazón
El asesinato de Perceval llega en el momento oportuno para industrial del reino en estado de sitio como si fuera un país con
exacerbar el pánico en un contexto de confusión general. Los me quistado. Esta demostración de fuerza frente a los pobres consti
dios gubernamentales difunden rumores improbables acerca de tuye uno de los actos fundacionales de la Revolución Industrial,
la existencia de un vasto complot: los agentes de Bonaparte o del más que las más rentables invenciones o que los más ingeniosos
Papa, cuando no cierta facción whig que sacrifica la tranquilidad tratados de explotación del hombre por el hombre. A partir de
pública en el altar de sus ambiciones, serían los que manipularían ahora la represión y la domesticación se practicarán a la par, en el
a esos bravos e ingenuos obreros del sector textil. El objetivo de bendito nombre del progreso, para mayor gloria del comercio y de
esta campaña de insinuaciones es reunir a los biempensantes en la industria. En el acoso a la bestia se unen todas las castas domi
una jauría fiel dispuesta a despedazar a los rebeldes. Pues unas nantes, ya se hallen en decadencia o en ascenso, a fin de perpetuar
verdaderas ganas de pelea, de carácter preventivo, aguijonean a la sumisión y el desuello de las masas que producen el bienestar y
los dirigentes reaccionarios que componen el consejo del príncipe la quietud de los beneficiarios de todos los apetitos.
regente. Estos experimentados gobernantes ciertamente se mues Por supuesto, existen líneas de fractura en esta alianza de cir
tran más bien tibios con respecto a la industrialización que ame cunstancias entre los diferentes tipos de potentados, e incluso se
naza con desbaratar el antiguo orden del que su casta deriva el observan reticencias a afiliarse a ella de forma demasiado visibles
poder. Pero han comprendido bien que la población no se plegará entre aquellos squires y vicarios tradicionalistas que consideran
a ella sin haber probado el garrote estatal que los años de contra una cuestión de honor manifestar su humor, o incluso su horror,
rrevolución antijacobina les han enseñado a manejar y que se com ante la nueva Babilonia en construcción o ante sus implacables
placen agitando al tiempo que lo proclaman indispensable para la monstruos de vapor, rezumantes y apestosos. Pero, con todo, la
buena marcha de los negocios. Por eso, al partido tory le conviene mayoría de la gente bien de la época sabe ya que el dinero no tiene
recordar a los industriales, a menudo adeptos entusiastas de los olor, siempre que uno se tape las narices. Frente a los indóciles
dogmas del laissez-faire, lo poca cosa que son, a pesar de todas sus. ludditas, del mismo modo que frente al meteòrico Napoleón, la
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buena sociedad aprieta las nalgas y las filas, y esto sin escatimar
esfuerzos, por más que, una vez pasado el peligro, vuelvan a caer
en las querellas de intereses y las trifulcas doctrinales que justifi
can la existencia de los partidos o de las sectas y ofrecen a las po
blaciones subyugadas la ilusión de un debate sobre la naturaleza
de la sociedad.
La cantidad y el tipo de las tropas enviadas indican por otro
lado que, aparte de su función de vigilancia de las santas tundido
ras mecánicas, están destinadas a afrontar los disturbios calleje
ros y a neutralizar las intrigas insurreccionales que desborden el
combate de los comités secretos contra los patrones acaparadores.
Sobre todo en el norte, las autoridades temen o fingen temer que
estos últimos lleguen a una suerte de confluencia con la oposi
ción radical; los informes de los soplones en este sentido abun
dan. Confrontados con la guerrilla luddita en los campos y en los
pueblos industriales, los oficiales y los magistrados se disponen
además a aplastar a las multitudes de las ciudades, tan lógicamen
te gruñonas y tan espontáneamente agitadoras como son... que
ahora enarbolan además el estandarte de Ludd. Escena de un motín del hambre a comienzos del siglo xix, norte de Inglaterra
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los que el pueblo aborrece— , se obstina en continuar una costosa clavada una hogaza de pan empapada en sangre. Esta dramática
guerra que perpetúa el marasmo económico, y sobre todo toma aparición inflama el ánimo de los numerosos obreros que tienen
abiertamente partido por los patronos en contra de las reivindi la costumbre de reunirse en las tabernas vecinas a la hora del ape
caciones obreras. No contento con eso, ignora todas las quejas y ritivo. Se aclama a los desgraciados y se abuchea a los acaparadores
peticiones, por muy conciliadoras y moderadas que sean, que les de todo jaez, confundidos en una misma execración: los fabrican
presentan humildemente quienes poseen alguna legitimidad real tes que despiden a los obreros, las autoridades que imponen a los
para hablar en nombre de la mayor parte de la población, como es parados un trabajo de utilidad pública sin apenas pagar por él, los
el caso de Gravenor Henson en Nottingham o de los numerosos comerciantes que se benefician de la subida de los precios.
ediles locales contrarios a la política industrial y militar del gobier Las primeras víctimas del furor de los pobres son los vende
no tory. ¿Qué otro recurso queda entonces salvo la sublevación? dores de patatas: el precio tradicionalmente muy bajo de este sus
¿Qué otra verdad más que la verdad de la calle? tituto del trigo ha conocido en los últimos tiempos un vertiginoso
Ya en 1792-1793, los «bajos estratos» de Sheffield celebraban ascenso. Los comerciantes, acusados de agiotaje por los muertos de
con tumultuoso regocijo las victorias de los ejércitos franceses hambre, son copiosamente bombardeados con tubérculos mien
contra la coalición de las monarquías. La sociedad constitucional tras las amas de casa se apoderan de sacos de patatas que se apre
local, que contaba con una fuerza de dos mil miembros, estaba suran a transportar hasta sus casas o a ocultar en el sótano de algún
esencialmente compuesta, en los buenos tiempos del jacobinis cómplice. Después son los sacos de trigo, las mantequeras llenas de
mo inglés, por «las clases más bajas de trabajadores». Antes de mantequilla y los cubos repletos de arenques los que resultan con
la ola de represión de los años 1800, el West Riding contaba con fiscados por la muchedumbre, mientras vendedores y negociantes
hasta diecisiete clubes «jacobinos», que reclutaban a sus compo Non tratados a patadas y obligados a poner pies en polvorosa.
nentes entre los artesanos y los obreros y difundían la influencia Durante dos horas, los amotinados se hacen los dueños del
de las ideas radicales entre las corporaciones. En 1809, y de nue Centro de Sheffield. La llegada a la plaza del mercado de los m agis
vo en 1810, Sheffield y otras localidades del West Riding fueron . trados junto con sus esbirros no hace más que intensificar la rabia
escenario de motines, breves pero furibundos, provocados por la de los rebeldes, que los mandan a pudrirse en el infierno o a su
subida del precio de los productos. Es poco decir que en ese mo frir ciertos ultrajes sodomíticos. De repente, un grito se eleva por
mento, en el apogeo mismo de los disturbios ludditas, el ánimo encima del tropel y es repetido por cinco centenares de gaznates:
de la población obrera es rebelde y pendenciero. «¡Todos a la armería de los Voluntarios!». El motín del hambre
Es, pues, el 14 de abril de 1812, en Sheffield, cuando se inau repentinamente amenaza con convertirse en una empresa más
gura una serie de motines ligados al movimiento luddita. Hacia el Nediciosa... Y quiere armas para medirse con la tropa o, en su de
mediodía, un grupo de obreros en paro — a muchos se los ha alis fecto, para equipar a la guerrilla luddita. La plebe se dirige con
tado a la fuerza en la construcción de un nuevo cementerio al oeste presteza al almacén de la milicia local, pero las autoridades han
de la villa— se presenta en masa en el mercado de granos. Un tomado precauciones: los fusiles, tan codiciados, han sido apresu
sastre encabeza la marcha blandiendo una pica en cuya punta está radamente trasladados a un lugar seguro... Muy contrariados, los
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rebeldes empiezan a saquear las instalaciones, desgarrando la piel rrección. Y los hambrientos de West Riding cantan en las narices
de los tambores y rasgando los uniformes. Un destacamento de de los guripas esta coplilla de tono milenarista:
húsares hace entonces su aparición con los sables desenvainados
Q ué gris, q u é so m b río es el día
y dispuestos a provocar una sarracina, y la multitud con las m a E n el que el h o m b re ha de lu ch ar p or s u pan;
nos desnudas se dispersa tras una última andanada de injurias, Pero pronto u n a sen ten cia abrirá
advirtiendo de que la próxima vez será la suya. Los magistrados La vía que lleve a los p ob res a la victoria.
llegan para hacerse cargo de siete personas — entre las cuales hay
adolescentes e incluso una mujer— que han sido cazadas como
al azar por los constables. Los rehenes arrancados a la plebe son
conducidos a la prisión el castillo de York.”
Escenas similares se producen el mismo día en la localidad
vecina de Rotterham, y al día siguiente en Barnsley, a una vein
tena de kilómetros más al norte. Algunos días antes, un soplón
juzga conveniente informar a sus superiores de que en Barns
ley no se habla más que de derribar al gobierno. Conforme a su
descripción, las gentes del lugar están dispuestas a los mayores
excesos y, según asegura con un punto de exageración, se espera
y se prepara una revolución formidable. De todas las regiones tex
tiles llegan informes alarmistas similares que se adelantan a las
noticias sobre los motines del West Riding — y a las de los robos
de armas, cada vez más frecuentes— y terminan por persuadir a
los gobernantes, si no de la gravedad de la situación, sí al menos
de su extrema inestabilidad.
Mientras la agitación luddita anda un tanto adormilada en las
Midlands, los ludditas de Yorkshire, dueños de la noche y anima
dos por un gran proyecto, se encuentran en pie de guerra y listos
para pelear. Máxime cuando se sienten estimulados por las nol i
cias que reciben de Lancashire, igualmente al borde de la insu53
178 179
iv. Moloch acosado
C h risto p h er Marlowe
183
de seguridad. Es el antro del dios-máquina, que impone su ritnmo rodean; las e n vu e lve n en u n a n ieb la perpetua: aqu í está el esclavo,
allá el am o ; allá la riq u e za de u n o s pocos, aquí la m ise ria del gran
desenfrenado a la osamenta de los seres vivos, los roe, los desgassta
n ú m ero . [...]
y después los tritura para extraerles beneficio (en este caso, el pluus-
U n h u m o n egro y e sp e so cu b re la ciudad. A su través el sol
valor que el capital saca del trabajo humano). Los insalubres m ui
parece com o u n d isco sin rayo s. [...] Es e n m ed io de esta cloaca in
ros que se edifican para albergar a esos monstruos de metal estáán fecta d on d e el m ayo r río de la in d u stria h u m a n a tiene su fu en te y va
hechos para durar lo que deben durar las máquinas que reinan eei i a fecu n d ar el u n iverso . De este ch arco putrefacto brota el oro puro.
A q u í el e sp íritu h u m a n o se p erfe ccio n a y a la vez se e m b ru te ce, la
su interior. El desgaste o el óxido, pero más incluso esa obsoles
civilización p ro d u ce su s m aravillas y el h o m b re civilizado vu elve a
cencia que acaba por reducir su competitividad, hacen necesarrki se r casi sa lv a je .54
su rápida renovación. Es más provechoso para el inversor haccer
que se construyan a bajo precio edificios cuya duración coincicda ¿Cómo una pequeña ciudad mercantil entre tantas otras se
con la de los préstamos; y los créditos, todavía parsimoniosos, qiue ha convertido, en tres o cuatro generaciones, en semejante infier
los bancos y las grandes fortunas conceden a los pioneros de la fin no para los proletarios? ¿Y en semejante paraíso para los inverso
dustrialización, salidos de la pequeña burguesía o del artesanado res a los que obnubila «el oro puro»? La respuesta tiene que ver
y poco solventes, son a corto plazo. Es la misma lógica de un mi- sobre todo con la proximidad de las regiones mineras de Derby
pido retorno sobre la inversión la que hace levantar sin ton ni sq>h shire y de Yorkshire, y también con la cercanía del gran puerto
construcciones imposibles con el fin de alquilárselas a la mano d e de Liverpool, en la desembocadura del Mersey, donde en el siglo
obra que afluye a las ciudades industriales. Esta inédita avidez <(«s xvi 11 se amasaron fortunas gracias al comercio con las colonias y
la que transforma los barrios obreros en ese caos de cuchitriles cpn a la trata de esclavos. Es a Liverpool adonde arribaba el algodón
perpetuo desmoronamiento que describirá horrorizado Alexis cde cultivado por la mano de obra servil de las plantaciones coloniales,
Tocqueville en 1835, de regreso de un viaje a Mánchester: y es naturalmente en las cercanas villas de los alrededores don
de la materia prima era transformada. También es en Liverpool
A la cabeza las m an u factu ras: la cien cia, la in d u stria, el am o r a la
gan an cia, el capital in g lés. [...] S u s seis p iso s se elevan en el aire, ,^u.
donde desembarcaban en oleadas los inmigrantes irlandeses, otra
in m e n so recinto an u n cia a lo le jo s la cen tralizació n de la indiusli ij.i, materia prima importada de la industrialización. En 1761, la cons
A lred ed or de ello s y com o sem b rad as al a z ar las en d eb le s v iv ie n d a * trucción del canal de Bridgewater, que unía Mánchester con el
de lo s ob reros p ob res. [...] A lg u n a s de e sa s calles están pavim enlia
distrito minero de Worsley, permitía el aprovisionamiento de car
d as, p ero la m ay o r parte de ellas son terren os d e sig u ales y fangosa 1*
e n los q u e se h u n d e el pie del p eatón o el carro del viajero. M 01 ilío bón para la ciudad en un momento en el que la demanda de este
n es de in m u n d icia, restos de edificios, charcos de ag u a estancad.ii y combustible-rey de la urbanización y de las industrias emergentes
m alo lien te se ven aq u í y allá al lado de la s vivien d as o e n la supcrlli Conocía un elevado crecimiento en las ciudades inglesas.
cié erosion ad a y perfo rad a de las p lazas p ú b licas. P o r n in g u n a pai l|fi
ha p asad o aú n el n ivel del g eó m etra o la cu erd a del a g rim e n so r. | | Como en todo el norte de Inglaterra, la pequeña burguesía
Levantad la cabeza y ju sto alreded or de este lu g a r ve ré is eleva mercantil y artesanal de las villas algodoneras se adhería mayori-
los in m e n so s p alacio s de la in d u stria. E scu ch aréis los ru id o s de l<
h orn os y el silb id o del vap or. Estas in m e n s a s con stru ccio n es ini|ii|
d en q u e el aire y el sol p e n e tren e n las vivien d as h u m a n a s q u c l^ *
J4 Voyages en Angleterre, Irlande, Suisse et Algérie, Gallimard, Paris, 1958.
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tariamente a esta o aquella de las innumerables sectas postpuri sonas ú n ica m e n te en su provecho; n o h ay com o la in d u stria para
h ab er h ech o q u e el trabajador a p e n as liberado de la servid u m b re ,
tanas y se nutría de su teología simplista teñida de pragmatismo.
haya p od id o s e r utilizado de n u e vo com o sim p le m aterial, com o
El bando de los «Ilustrados» no le iba a la zaga, si bien no llegaba u n a cosa, h a sta el punto en q u e lo h icie ra d ejarse e n ce rra r e n u n a
a las audacias de los materialistas y los deístas franceses. Ponien vivien d a d em a sia d o m ala para cu a lq u ie ra otro. [...] Solo la in d u stria
do en práctica el ponderado individualismo de David Hume y de h a h ech o esto, ella no h u b ie ra p od id o existir sin esos ob reros, sin la
m ise ria y el avasallam ie n to de e so s o b re ro s.55
Adam Smith, los hombres de negocios menos supersticiosos — o
los menos escrupulosos— se convertían de buena gana a los dog
Ya en el tiempo de los ludditas, las calles de lo que está a pun
mas bien terrenales de una «religión natural» que preconizaba la
to de convertirse en la «capital industrial del mundo», recorridas
libertad de comercio y la servidumbre de los pobres. La evolución
por los cerdos que los pobres crían en gran cantidad, están cu
de las ideas se alimentaba así de la evolución de las técnicas para
biertas por deyecciones porcinas y zurullos humanos... El Irle, que
proveer a los primeros barones de la industria de un proyecto his
desciende desde los Peninos para atravesar la villa, es una negra
tórico coherente; la geografía, la geología y la demografía hicieron
cloaca a cielo abierto donde se vierten, aparte de los residuos de
el resto designando un área inicial para establecer sus empresas,
la producción y del consumo, los desechos deletéreos de las tinto
entre Liverpool la estraperlista y Leeds la lanera.
rerías que lo bordean. Las callejuelas laberínticas y enfangadas de
En el centro de este terreno de experimentación todavía único los guetos irlandeses son todavía más insalubres.
en su género se alzan las brumosas fábricas de Mánchester, que
Y esa pestilencia se prolonga en el aire nauseabundo que
tardará muchísimo tiempo en reponerse de su transformación en
reina en los talleres saturados de óxido de carbono. El estrépito
factory town absoluta, como constatará, treinta años después de
literalmente infernal de las máquinas, la visión de estas naves tan
la época de nuestro relato, un tal Friedrich Engels. Aunque tam
sombrías y odiosas como el más sórdido de los presidios, el degra
bién industrial y futuro turiferario del desarrollo de las fuerzas
dante sometimiento de quienes se arrastran y echan el bofe sin
productivas, Engels no puede evitar entregarse, mientras se pasea
pausa bajo la mirada colérica de los capataces: todo en estos luga
por los barrios miserables de la ciudad vieja de Mánchester, a las
res de muerte inspira a los pobres una amargura teñida de odio.
siguientes reflexiones (una pizca ludditas):
Máxime cuando entreven, y no se equivocan demasiado, el cuadro
Todo lo que su scita aq u í n u estro m ayo r h o rro r y n u e stra in d ign a de un mundo futuro implacablemente feo y terriblemente duro;
ción es reciente y data de la época industrial. Los varios cen ten ares de una funesta perspectiva que hace que se les encoja el corazón.
casas perten ecien tes a la an tigu a M án ch e ste r h an sido abandonadas
d esd e hace tiem p o por su s p rim ero s m orad ores. No h a y com o la
in d u stria p ara h ab erlas atestado de las h u estes de ob reros que alber
gan actu alm en te, n o h ay com o la in d u stria para h a b er h ech o co n s
tru ir sobre cada p arcela que sep arab a esas viejas casas, a fin de tenei
alojam ien to p ara las m a sa s q u e h acían v e n ir del cam p o y de Irlandn;
no h ay com o la in d u stria p ara p erm itir a los p ro p ietario s de éson
establos el alqu ilarlos a p recios de vivien d as para seres h u m an o s, <¡j La situación de la d a s e obrera en In glaterra , publicado en1845 (Ediciónespaño
explotar la m ise ria de los ob reros, m in a r la salu d de m illa re s de p é f la: Júcar, Barcelona, 1979).
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La ciudad de Mánchester y las aldeas de alrededor cuentan en y nuevas técnicas de hilado — y después de tejido— se han intro
1812 con más de doscientos mil obreros de la industria algodonera;, ducido a gran escala en la producción, volviendo así caducos los
que en su mayor parte todavía utilizan telares manuales, aunque antiguos modos de hacer. Es también aquí donde las normas co
doscientos grandes talleres —las primeras fábricas— desfiguran merciales y jurídicas se liberan más rápidamente de las constric
ya el paisaje un poco por todos lados. Todos los días, campesinos ciones de la costumbre, contribuyendo de este modo a la caída del
sin recursos llegan desde la campiña inglesa o desde la famélica coste de una mano de obra tan abundante como indiferenciada.
y superpoblada Irlanda para engrosar las filas de este ejército in Es aquí, en fin, donde se perfilan las nuevas relaciones entre las
dustrial en formación. Los fabricantes reclutan a sus obreros en clases sociales, modeladas por el antagonismo entre capitalistas
auténticos mercados de mano de obra, en los que se presentan en y asalariados. Mánchester es un lúgubre espejo del futuro, que o
masa familias enteras de entre las cuales los «amos» seleccionan bien fascina o bien repugna a Europa.
a su ganado humano. Los parados afluyen en un número crecien Las fábricas que han proliferado en los últimos veinte años
te mientras la caída de las exportaciones, debida al bloqueo conti emplean sobre todo a mano de obra poco cualificada — mujeres,
nental, afecta de forma más especial a las industrias algodoneras, niños, inmigrantes irlandeses— , tal como permite la simplifi
principal baza del comercio internacional británico. Y tanto las cación de las tareas mediante el recurso a la mecanización. Esta
fábricas como los talleres familiares — los cuales garantizan to chusma trabaja desde la más tierna infancia, se desloma catorce
davía la mayor parte de la producción algodonera— funcionan al horas al día cuando hay faena y muere de hambre o de malnutri-
ralentí. Desde el inicio de esta larga crisis del algodón, los salarios ción cuando no la hay. Se hacina en cuchitriles que hierven de
de los tejedores se han reducido a la mitad o incluso más. Millares pulgas y de ratas y se ve entregada a la promiscuidad más sórdida.
de pobres se encuentran privados de empleo y de recursos, en tan Al embrutecimiento continuo del trabajo mecánico se añade el
to otras decenas de miles ya no trabajan más que a tiempo pardal agobio de una pobreza permanente. Así se extiende un sentimien
en función de los pedidos, y la escasez se expande por los barrios to de total desposesión entre gentes cuyo triste destino es ser, en
y los pueblos obreros. Mánchester, las cobayas de la domesticación salarial; una forma
La industrialización se hace aquí a marchas forzadas bajo la de domesticación que se dispone a doblegar al mundo entero bajo
égida de una camarilla de fabricantes que se meten en economía el más fastidioso de los trabajos. La mayoría de estos desgraciados
política y esbozan los dogmas librecambistas; sus continuado itn acaba de caer, a menudo con gran brusquedad, en una existencia
formarán más tarde la avasalladora «escuela de Mánchester».1''' precaria en extremo, desprovista de cualquier referencia que no
Es en el Lancashire industrial donde nuevas fuentes de energía56 Rea el dinero — o mejor dicho, su maldita escasez— y conocen en
todo su esplendor los tormentos de esa «guerra de todos contra
todos» que Hobbes confundía con la existencia humana. Tratan
56 Este influyente grupo de presión, impulsado en particular por el emprcsai in de consolarse ingurgitando ginebra de la peor que, si en ocasiones
Richard Cobden y el político John Bright, representaba los intereses di: ln
lCN pone de un humor pendenciero, las más de las veces no hace
industria algodonera de Lancashire y, entre los años 1830 y 1840, llevó cu .1I111
diversas campañas librecambistas con las que obtuvieron la abolición de Lij» fnás que incrementar su embotamiento.
leyes proteccionistas sobre el grano (Corn Laws) en 1846.
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u n a hora m ás tardía, cuan do de n u evo se p erm iten algo de té, a m e
La introducción de los telares mecánicos en los talleces del
n u d o m ezclad o con agu ard ien te y aco m p añ ad o de u n poco de p an .
noroeste industrial, la multiplicación de las fábricas, la nuieva or A lg u n o s de ello s, sin em b argo, in g ie re n su s gachas y su s patatas
ganización del trabajo sobrevienen, pues, en un contexto de1desin p or seg u n d a vez e n la jorn ad a.
tegración de las antiguas comunidades, conjugada con la extrema
miseria material y moral de las «clases inferiores». Al reducir la Los parados, muy numerosos durante la crisis de 1810-1813
parte del trabajo vivo en el proceso de producción, los fabrican y cada vez más parcamente socorridos por los municipios o las
tes de Mánchester, pioneros del capitalismo industrial, no pueden iglesias, se ven literalmente condenados al hambre o, en el caso
más que amplificar el resentimiento de los pobres, quiene:s poco de los menos timoratos, al robo y el bandolerismo. ¡Pero cuidado,
aprecian saberse a merced de semejantes «chacales» y se afligen entonces, con la horca! Por lo general, no pueden contar más que
al ver cómo sus condiciones de existencia se degradan inexorable con los irrisorios ingresos de sus hijos, de los que se aprovechan
mente. Cada vez son más numerosos los que han de contentarse, los fabricantes y a los que pagan en calderilla, o bien con el apoyo
como toda pitanza, con una papilla de avena más o menos aguada de sus allegados, a menudo tan poco afortunados como ellos. Y
aderezada con algunas patatas. El médico y filántropo James Kay- esto en un momento en el que el éxodo rural y la pauperización
Shuttleworth, que trabajará en un dispensario mancuniano a par han minado los vínculos comunitarios que desde antiguo favore
tir de 1827, dejó una descripción de los horarios de los obreros y de cían la ayuda mutua en las épocas de penuria.
sus hábitos alimentarios ai comienzo de la Revolución Industrial:
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Revolución Industrial que emplearán hasta mil novecientos obre explotación — ese nuevo «progreso»— alcanza las proporciones de
ros, estaba constituido en sus dos terceras partes por niños de am una catástrofe.
bos sexos, contratados desde la edad de seis años y presionados y Los proletarios de Mánchester simpatizan muy pronto, pues,
hostigados durante trece horas al día por jefes de taller elegidos con quienes claman en Sherwood que las máquinas son «los col
por su brutalidad completamente militar. A su muerte en 1792, el millos y las garras» de ese nuevo Moloch, y que conviene arran
inventor-hilandero había amasado una fortuna colosal estimada cárselos antes de que el demonio haya ingurgitado hasta la última
en quinientas mil libras. Edmund Cartwright era un personaje criatura de los barrios populares. Para los obreros del noroeste
del todo distinto: hombre bien educado, era hijo de un rico terra industrial, colmados de desgracias, ha llegado el tiempo de en
teniente y hermano del célebre agitador radical John Cartwright, frentarse al abyecto monstruo y de convertirse en ludditas.
apóstol infatigable del sufragio universal. De profesión, Edmund
El terreno les es propicio: Mánchester y sus alrededores hier
era pastor anglicano, pero se contentaba con trabajar «por la cien
ven de opositores de lo más diverso, tanto al gobierno como a la
cia», tratando de casar la energía térmica con la ingeniosidad de
introducción de unas máquinas que solo benefician a los ricos. En
los mecanismos. Este rentista diletante no se metió en la produc
esta región alejada del poder central y en vías de una urbanización
ción algodonera más que para terminar en la quiebra y acabó por
tan rápida como anárquica, los adversarios del sistema disponen de
vender sus bártulos a Robert Grimshaw, fabricante de Mánches-
capacidades organizativas probadas. En las callejuelas y los patios
ter que apenas tuvo más éxito que él. Esta vez fueron los tejedores
traseros de la naciente conurbación se encuentran codo con codo
de la ciudad los que, en 1792, pusieron término al experimento
las redes de agitadores irlandeses, las uniones obreras clandestinas
incendiando la factoría en la que Grimshaw había instalado más
de hiladores y tejedores, los comités secretos en los que se confun
de seiscientos telares mecánicos. Hubo que esperar a otros per
den los émulos republicanos de Thomas Paine y los radicales que
feccionamientos técnicos y a la paz social que prevaleció a mitad
sueñan con la justicia social, y todos estos grupos entremezclados
del siglo xix para que su invención fuese imitada a gran escala y
están dispuestos a actuar aquí de común acuerdo. Hasta entonces,
adoptada por multitud de fabricantes de tejidos.
la alianza táctica sellada al comienzo de las guerras napoleónicas
A ojos de los obreros de comienzos del siglo xix, tales máqui entre el clero metodista, muy influyente en la clase obrera local, y
ñas, por rudimentarias que sean todavía, encierran en su máxima el partido reaccionario de los propietarios anglicanos ha permitido
expresión ese ánimo de lucro y de pisotear a los débiles que ¡m» canalizar el descontento de una población inclinada a la algarada.
pulsa al sistema social naciente regido por la burguesía utilitarista. La historia de la región abunda, en efecto, en motines y conflictos
Y esa nefasta esencia les parece que procede de cierto maleficio, sociales, frecuentes desde antes de la aparición de los telares mecá
que es un monstruo frío y omnipresente «repanchigado sobre la nicos. Y esta no ha hecho más que estimular esa tendencia a la re
existencia de quienes no poseen más que sus brazos», como se sistencia, directamente al despojar al obrero de su empleo y convir
indigna cierto predicador radical. Desde los tiempos inmemoriales tiéndolo así en un descontento, pero también indirectamente, pues
de la invención de la agricultura los pobres veían en el trabajo una al imponerse sin contemplaciones, los lúgubres principios del uti
maldición adánica, y hete aquí que con el perfeccionamiento ele la litarismo han coaligado en su contra a los pobres y a los soñadores.
192 193
Desde 1790, los tejedores ingleses se oponen a la introduc
ción de los telares mecánicos, y más de un motín ha concluido
con la destrucción de las máquinas odiosas o la devastación de los
locales que las albergan. También exigen con vehemencia que se
fije un salario mínimo válido para toda la corporación. Cuatro años
antes de la oleada luddita, el rechazo de una petición presentada a
tal efecto ante el Parlamento ha provocado una huelga general de
la profesión en todo el noroeste, en Escocia e incluso en Irlanda
del Norte, así como numerosos disturbios. La prisión de Rochdale
en particular, a algunos kilómetros al norte de Mánchester, fue
asaltada por la multitud, que manifestó su repugnancia al encierro
reduciéndola a cenizas tras haber liberado a todos los presos.
El 25 de mayo de 1808, quince mil huelguistas, reunidos en
Mánchester para protestar contra la altivez del poder, habían sido
dispersados sin contemplaciones por los dragones, que habían
dejado lisiados a varios desgraciados de todas las edades y de am
bos sexos. Es en esa ocasión cuando el coronel Joseph Hanson, Telares m ecánicos de vapor en una fábrica de M ánchester
terrateniente y oficial de la milicia de Voluntarios, traicionando
los privilegios de su casta, se dirige a los tejedores para exhortar
les a plantar cara a los fabricantes: «Muchachos, vuestra causa es
legalmente un salario decente y la protección contra los diversos
buena. ¡Manteneos fieles y venceréis! Os apoyaré con hasta tres
abusos patronales. El documento cuenta con el aval de cuarenta
mil libras [de contribución al fondo de la huelga ilegal]. ¡Yo soy
mil firmas recogidas solo en la ciudad de Mánchester — que en
amigo de los tejedores!». Aparte de su comparecencia el año si
tonces apenas supera los cien mil habitantes— y con otros cente
guiente ante un tribunal militar que le condenará a seis meses de
nares de miles conseguidas en todo el resto del país. Esto indica,
prisión y a una multa de cien libras, este acto de rebelión le valdrá
aparte de un incontestable apoyo popular, una organización bien
una duradera popularidad entre los tejedores. Treinta y nueve mil
asentada y el surgimiento de una red nacional — que prefigura las
seiscientos suscriptores ofrecerán una copa de plata a este cam
futuras federaciones sindicales— de uniones obreras en ruptura
peón de la justicia social y su singular ejemplo será invocado fro
con el antiguo corporativismo. Eso sí, la falta de éxito de sus tenta
cuentemente por los ludditas en 1812.
tivas legales para mejorar su suerte y defender su estatus social va
En la primavera de 1811, año de fermentación del movimien ti incitar a estos tejedores acorralados a inclinarse por el activismo
to luddita en el norte industrial, los tejedores presentan una .nue luddita y poner a su servicio las estructuras creadas para la nego
va petición — una vez más en vano— para que se les garantice»- ciación con las guildas patronales y con las autoridades.
194 T95
Basta de peticiones, basta de implorar... Desde su caverna de S i com o la B o lsa hay en el cielo a lg ú n lu g a r,
Sherwood, mientras aumentaba la cólera de los tejedores del no P or cierto te n e m o s todos qu e no h a b re m o s de pasar.
roeste, el general Ludd ha trazado una nueva vía, que no es ni la
A d orn áis v u e stras m esas con la m á s rica vianda.
del motín sin mañana ni la de las vanas negociaciones con los pro Con vin o y coñ ac b rin d áis sobre m a n te le s de H olanda.
pietarios, sino que las trasciende a ambas: la acción directa masiva Invitáis a vu e stro s pares. ¡Q ué d elicia, q u é jolgorio!
y permanente que aspira a invertir la relación de fuerzas. Ahora Y para n o so tro s d ejáis algú n d esp ojo irriso rio .
196 197
lítica de contratación de saldo; téngase en cuenta que esas má
quinas extraordinariamente costosas representan una inversión
considerable. Se trata también, para estos obreros por lo general
(¿NOS CONVERTIREMOS ACASO EN MÁQUINAS? menos desesperados que la mayoría de los pobres de entonces, de
Ja m á s , ja m á s ... seguir el ritmo marcado por Ludd, de adjudicarse un papel en el
drama nacional en el que se ha convertido la amenaza luddita y de
A finales del mes de diciembre de 1811 informan al Home Office de aprovecharse de ella para ejercer una presión salarial.
que dos emisarios de Nottingham han tomado la palabra durante A principios de febrero de 18 12, la McConnel & Kennedy
una reunión de tejedores encolerizados en Stockport, villa algodo Company — la mayor hilatura de Mánchester— y dos de sus com
nera de Cheshire situada a algunos kilómetros al sur de Mánches- petidoras reciben una carta tan conminatoria como anónima:
ter, que cuenta con quince mil habitantes y que será uno de los epi
Señor:
centros del seísmo luddita. Poco después, se pone en marcha en la
C o m e n c e m o s con las p alab ras de lo s an tigu o s profetas, d i
región una campaña de cartas de amenaza similar a la que, duran te
ciendo q u e vu e stra d estru cció n está próxim a. ¿Y p or q u é?, os p re
todo el otoño, ha hecho temblar a los fabricantes de las Midlands.. gu n taré is. P o rq u e nosotros, los h ila n d e ro s del algodón de esta villa,
h e m o s sid o el m ed io por el cu al os h ab éis aupado h asta la in d e
Desde comienzos del año 1812, los hilanderos del algodón,
p en d en cia p artien d o de u n m o n tó n de estiércol; y ah ora, ju n to a
muy numerosos en la región de Mánchester, manifiestan su des otros, h a b é is contratado a tantos m ie m b ro s del sexo fe m e n in o qu e
contento con un vigor renovado, sobre todo en lo que respecta a n o so tros y n u e stro s h ijo s n o s m o rim o s de h am b re por falta de pan ;
la creciente contratación de mujeres y niños para las hilaturas, en y si e stáis d ecid id o s a perseverar, p o d éis e sp e rar q u e se p ro d u zca de
in m e d iato a lg u n a reacción destructiva.
principio para trabajar en su domicilio y después para remplazar a
C o n c lu y a m o s, p u es: u os e n m e n d á is o m oriré is.
menor coste en las fábricas a los hombres adultos, en su mayoría
padres de familia. Hay que señalar que los hilanderos sufren m e
Son, sin embargo, los tejedores los que, al pasar de la palabra
nos la crisis que los tejedores: la innovación técnica — es decir, las •
al acto, van a intensificar el asalto luddita. El 9 de febrero, Peter
sucesivas formas de la célebre «muía» hiladora de vapor— se ha
Marsland, gran industrial de Stockport que ha patentado algunos
impuesto en dicha actividad en un periodo de expansión y de re
perfeccionamientos de los telares mecánicos a vapor, ve su hogar
lativa prosperidad obrera, anterior al bloqueo continental. Si bien
y su fábrica atacados por una pequeña turba de ánimo luddita que
es cierto que los hilanderos del algodón parecen haber participado
a punto está de asarlo vivo.
menos en los disturbios ludditas que los tejedores, de cuya situa
ción de desamparo ya hemos hablado, también lo es que serán Tras seis semanas de fermentación y de rumores alarmistas,
muchos los que aprovechen la oleada luddita para expresar su iri y también de preparativos en ambos bandos, unos quinientos te
satisfacción. Los hilanderos amenazan con romper las máquinas jedores se reúnen el 20 de marzo para atacar los almacenes y la
menos por odio hacia una técnica «odiosa» que como represáis fábrica, situados en Stockport, de William Radcliffe, célebre fabri
contra los dueños de las hilaturas, culpables de practicar una po cante que hacia 1804 había perfeccionado el telar mecánico con
199
cebido por Edmund Cartwright. Decir que este pionero y símbolo obreras, que se coaligan para exhortar al pueblo a una suerte de
viviente del maquinismo es detestado por los tejedores es decir «contramanifestación». Así, se ven proliferar sobre los muros de la
poco: se sabe, pues, objetivo de la cólera de Ludd y ha tomado pre ciudad carteles impresos que dan testimonio de dicha alianza y de
cauciones defensivas. Sus esbirros repelen a la multitud desarma un sentimiento de urgencia, en efecto bien fundado:
da antes de que esta haya tenido tiempo de incendiar los edificios,
¡AH ORA O N U N C A !
que se salvan de la quema con apenas algunas ventanas rotas. Este
Los h ab itan tes q u e no d ese an en absolu to
primer ataque en masa constituye el punto de partida de una serie
— u n au m e n to de los im p u e sto s p ara los pobres;
de motines antindustriales y de incursiones ludditas en el noroes
— u n en carecim ie n to de los p re cio s de los su m in istro s;
te, lo que eleva a una media docena los condados que viven en un
clima insurreccional. — la e sc a se z del trabajo y la red u cció n de los salarios;
no d e ja rá n de a sistir a la re u n ió n del p róxim o m ié rco le s p or la
Informados de lo que está pasando en el vecino Yorkshire y m añ an a e n el E xchan ge H all p ara o p o n erse a las ciento cin cu en ta
alarmados por mmores que afirman que los ludditas se entrenan y cuatro p e rso n a s que os h an p ed id o reu n iro s; y h aréis lo qu e sea
de noche en los pantanos de los alrededores de Manchester, los preciso e xp re san d o vu estro d esp re cio p or la conducta de tales h o m
b res, qu e h a n llevado a este país al actu al estado de m en e ste ro sid ad
magistrados locales convocan a las milicias burguesas, mientras
y qu e h a n h u n d id o en la m ise ria a m illa re s de estos co n cien zu d o s
que los gobernantes envían tropas a toda prisa y los fabricantes, en m ecán ico s.
lugar de contratar obreros para complacer al populacho, contratan ¡D ecid ah o ra lo que alb ergáis e n vu estro corazón!
a centenares de vigilantes para contenerlo y proteger su preciosa
A n tes de q u e sea d em asiad o tarde, no p erm itáis q u e el p u eb lo y
quincalla. el p rín cip e se e n g a ñ e n e n cu an to a vu e stro s verd ad eros se n tim ie n
tos. H ab lad y actuad con au d acia y firm eza, pero p or e n c im a de
El 8 de abril, en Mánchester y a plena luz del día, el movimien
todo, sed p acífico s.
to luddita se apodera de la calle. El pretexto de esta turbulencia está
ligado a la amenaza luddita: los políticos tones del lugar, impulsa Lo que se dice pacíficos, no es que lo sean mucho aquellos
dos por el alcalde no elegido Richard Wood, han querido organi que son susceptibles de responder al llamamiento, y esto es algo
zar ese día, para esta época de disturbios y de incertidumbre, una que ningún contemporáneo puede ignorar. La cultura del motín,
reunión pública en el Exchange Hall —una especie de cámara de que es la de la plebe del siglo xvm , todavía no ha dado paso a la del
comercio— en apoyo al gobierno ultrarreaccionario de Perceval y cortejo sindical de chicos buenos y bien disciplinados — con fan
al príncipe regente, los cuales no son menos impopulares en el no farrias, himnos y estandartes— que dominará los medios obreros
roeste que en las demás regiones industriales. Ciento cincuenta y desde mediados del siglo xix hasta la década de 1980. Y la tensión
cuatro notables que, según un magistrado de Mánchester, forman social, después de tantos años de crisis, se aproxima a su punto de
«el respetable comité de señores que han elegido ayudar e informar explosión. El acontecimiento se anuncia, pues, tormentoso.
a los poderes públicos de esta villa», han firmado el llamamiento a
Por todos lados se comenta además que los ludditas, tan temi
esta concentración del partido del orden. Semejante iniciativa, pro--
dos por los ricos, también asistirán a la fiesta. De repente, los no
voca la cólera de las facciones opuestas al régimen y de las uniones
tables tories, atemorizados, anulan a toda prisa su reunión, pero ya
200 201
es demasiado tarde: ya desde la víspera, los tejedores de los alrede hay que reconocer sin duda como ludditas, se muestra particular
dores — y gran cantidad de pobres de toda condición atraídos por mente enérgico y aprovecha los disturbios para atacar la fábrica de
la perspectiva de la jarana y las buenas emociones— empiezan a un tal Schofield que alberga «máquinas odiosas», y que la llegada
llegar en masa a la capital mundial del algodón, desfilando al ritmo de la tropa, un tanto desbordada, consigue salvar in extremis de la
de sus peanes proletarios. Y entre ellos, en efecto, los miembros aniquilación. Hasta entrada la noche, pequeñas hordas de amo
de los comités secretos de Cheshire y de Lancashire se encuentran tinados provocan un gran alboroto en las calles de Mánchester,
como peces en las aguas de un río tumultuoso. bebiendo y cantando, sacando a pasear los puños y vociferando.
Temprano, el día convenido los descontentos convergen en el
centro de la ciudad y desbordan a los pocos representantes de la au
toridad presentes en torno al Exchange Hall, que invaden y donde
E l 14 de abril, en Stockport, el combate de los tejedores retoma
se entregan de inmediato a todo tipo de depredaciones. Lanzan por
abiertamente el simbolismo y el estilo ludditas. Podría pensarse
la ventana el bonito mobiliario y destrozan todo lo que les cae en
que la repercusión que ha tenido la batalla de Rawfolds, acontecida
tre las manos — candelabros, vajilla, lámparas, cristales— antes de
tres días antes y a pocas leguas de allí, no les es ajeno: la obsesión
traer una buena cantidad de paja para prender fuego al edificio. En
o la esperanza que inspira el nombre de Ludd están entonces en
ese momento aparece un escuadrón de la milicia de Cumberland,
su punto más alto y se prestan a todo tipo de exasperaciones. Con
que consigue apagar el incendio y capturar a varios amotinados. En
vocada por las uniones obreras clandestinas, se forma una pro
la plaza de Saint Ann varios millares de indigentes rugen contra la
cesión por las calles del burgo encabezada por dos tejedores dis
intervención. Queman en efigie al príncipe regente y blanden una
frazados de mujer que dicen ser «las esposas del general Ludd».
banderola en la que, al igual que en el cartel radical, están inscritas
En ese travestismo y en esa bigamia hay un punto de libertinaje,
estas tres palabras, esta urgencia: «¡Ahora o nunca!».
e incluso de trasgresión, que indica cierto júbilo en la vindicta y
Reforzados por una tropa de Scots Greys — caballeros repu
sobre todo ganas de hacer burla del príncipe regente, que en efec
tados por su extrema brutalidad y que descollarán en Waterloo— ,
to pasaba por bigamo al haber desposado morganáticamente a la
los magistrados, tal como exige el derecho, leen en voz alta ante
señora Fitzherbert, una de sus amantes. Las dos Lady Ludd son
la multitud la Riot Act (ley sobre los motines), lo que equivale a
calurosamente aclamadas mientras conducen a su tropa camino
una orden de dispersión. Entretanto, los guripas escoceses la em
de Edgeley, una aldea cercana a Stockport donde se alzan la man
prenden a sablazos con los que parecen remisos a marcharse. Tras sión y la fábrica de John Goodair, la cual ya había sido blanco de
haber ofrecido alguna resistencia a las cargas de los soldados, los una incursión y de una tentativa de incendio diez días antes. Ya
furiosos se dispersan por las calles vecinas, que van a recorrer en delante del domicilio del fabricante, la multitud se detiene ante los
todos los sentidos durante horas, con la tropa pisándoles los talo portones y se contenta con lanzar una lluvia de injurias, piedras y
nes y la rabia en el corazón, causando por aquí y por allá algunos ladrillos contra los muros y las ventanas. Después parte de nuevo
estropicios y lanzando invectivas contra los notables que se ocul para someter a la misma suerte a las casas de otros fabricantes de
tan tras los postigos cerrados. Un grupo de tejedores, ados que Stockport, entre las cuales se encuentran las de William Radcliffe
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escuadras que recorren los caminos rurales extorsionando a los
y Peter Marsland, que son asediadas y dañadas de forma similar,
sin efusión de sangre. terratenientes y a los granjeros acomodados, o bien despojándoles