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CAPITULO V

Punto de Partida para una “Crítica de la Razón Vital”

A partir de las ideas analizadas en los cuatros capítulos anteriores se puede establecer un punto de
partida para la comprensión de la razón vital, considerando cada una de las partes de este modelo
filosófico, que en este libro han quedado de algún modo sistematizado e integrado en el
paradigma del pensamiento orteguiano.

El punto de partida para establecer una “Crítica de la razón vital” radica en la idea de la vida
humana que es en donde se arraiga la razón. La vida humana es una realidad extraña y radical
que tiene dentro de sí la vocación y la misión de claridad y verdad que arranca de la raíz misma de
su constitución. Esta vocación y misión de claridad y verdad se en la circunstancia y se pone en
marcha con el deseo que se disciplina en la “voluntad de aventura”.

El ingrediente fundamental de la vida humana es el yo que vive siempre en una circunstancia,


única e ineludible y que para poder vivir necesita “inventarse” una vida imaginativa y creativa
como cuando se elabora un personaje de novela para constituir ese “yo auténtico” o “yo
insobornable”. En este sentido la vida es el quehacer que se realiza mediante la acción de la razón
vital que es posible porque el hombre posee el intelecto, la imaginación y la memoria que son los
constituyentes fundamentales de este modo de pensar vital. Esto no significa que se abandone la
razón, sino que la razón vital es un modo distinto de pensar que el de la razón pura o pensar more
geométrico. Es la conciencia que se hace razón vital y conoce la vida humana, como la razón pura
conoce lo propio del saber científico (los objetos de las ciencias racionales, positivas, etc.), pero
ambas surgen de la misma razón, ratio o logos.

El hombre desde su intus o intimidad hace uso del intelecto que le permite interpretarse a sí
mismo y el mundo gracias a que posee la capacidad de elección o “elegancia” y fantasear en torno
a todo lo que hay1. El “fantasear” se logra mediante la imaginación que es fundamental para
constituir el pensar, porque con esta operación intelectiva-imaginativa se inventa un yo y un
mundo y las demás categorías lógicas que históricamente han ido constituyendo la arquitectura
de la razón. En este sentido los distintos estadios por los que ha pasado el pensar ñ-desde el
pensamiento mítico hasta el plenamente racional- hacen que el hombre, más que ser un “animal
racional”, se constituya en un “animal pensante” (a partir de la idea de “animal fantástico”). De
este modo la llamada “racionalidad” es entendida como una parte del pensar constituido
históricamente y que aún no ha llegado a su plenitud.

- La razón vital para “comprender” la vida humana no usa la deducción ni las categorías
lógicas que son propias del otro “modo” de conocer que es la razón pura, sino que elige la
intuición como forma fundamental de conoci8miento y el lenguaje de este método de

1
En torno a la idea de intelecto en el raciovitalismo se debe señalar que tiene sus raíces en el hecho radical
de vivir, por esto afirma el filósofo: “el pensamiento, la inteligencia son unas de las reacciones a que la vida
nos obliga, tiene sus raíces y su sentido en el hecho radical, previo y terrible de vivir. La razón pura aislada
tiene que aprender a ser razón vital”, La misión de la Universidad, op. Cit. P.94
comprensión vital es mediante una nueva filosofía que está constituida por metáforas2.
Por esto podemos hablar de un pensar metafórico, vital y poético. Este modo de pensar
poético gracias a su poder “fantaseante”, inventa ideas (ideas-ocurrencias) que en la
medida que nos sirven se constituyen en ideas propiamente tales. Estas ideas son, en
definitiva, los modos con los que la razón vital comprende la realidad y vive en ella.
Fundamentalmente son propias de la razón vital las ideas de vida y razón, acción y
contemplación, profundidad y superficie, escorzo, patencia y latencia, texto y contexto,
textura y contextura, suelo, subsuelo y adversario, centro y epicentro, importancias,
señales, “ajuste de óptica”, facilidades y dificultades, contingencias, continuidad y
discontinuidad, horizonte primario y horizonte secundario, proximidad y ultimidad,
cercanía y lejanía, ascendencia y descendencia, regreso y progreso, posible e imposible,
relativo y permanente, presencia y ausencia, inmanente y trascendente. Además el
silencio como un decir o un saber3. Todas estas expresiones se conjugan y combinan en el
“quehacer” vital de la vida humana y la razón vital como ideas o creencias, ya sea en el
pasado, el presente o como proyecto del futuro.
- El elemento principal que el meditador usa para conocer la realidad es el concepto que es
el órgano de lo profundo, así como los sentidos son el órgano del sensual los que le
permiten captar las superficies de las cosas. Ahora bien, el escorzo es el nivel de la
profundidad visual, es el caso límite en el cual “la simple visión está fundida con el acto
puramente intelectual”. De este modo en la perspectiva (que luego en el raciovitalismo
es la radicalidad) se estructura la realidad que no es ni el yo ni las cosas, sino el yo con las
cosas y que es vivir. Y vivir es tener que razonar ante la inexorable realidad4. La realidad
que se va estructurando tiene dos dimensiones: la claridad de las superficies y la claridad
de lo profundo5.

2
Dentro de todas las sistematizaciones que se han realizado en torno al modo o estilo del lenguaje que
desarrolló Ortega para expresar su filosofía se han establecido los siguientes rasgos fundamentales: a) La
creación de neologismo a través de palabras compuestas, b) el uso de la lengua común, mediante vocablos,
expresiones y modismo, c) el uso de palabras con un sentido etimilógico o semántico, d) incorporación a su
lenguaje filosófico de tecnicismo provenientes de diversas ciencias. E) el uso permanente de metáforas, f) la
dramatización de las ideas expuestas, g) la claridad de su filosofía y el esfuerzo por llegar a todos los niveles
de cultura. En torno a este tema, cfr. PELAYO FERNANDEZ, Ortega Perogruyo, en Cuadernos
Hispanoamericanos, 403-405, Enero-marzo (1984), pp. 166-178. Cfr. ARAYA G., Claves filológicas para la
comprensión de Ortega, Madrid, 1971, CONCHA, E. Homenaje a Ortega, Rev. Atenea, MARIAS, J. Ortega.
Circunstancia y vocación, op. Cit. MORON ARROLLO, C., El sistema de Ortega, Madrid, 1968. GRANELL, M.
Revista de Occidente, Madrid, mayo de 1983, N°24-25, GOMEZ GALAN, A. El estilo Ortega, Revista Arbor,
121. Enero-abril 1956. SENABRE SEMPERE R., Lengua y estilo de Ortega y Gasset, Salamanca. Filosofía y
Letras, 1964.
3
Cfr. El Silencio, Gran Brahmán, O.C., T. IIp. 625 ss.
4
En la obra de Ortega se van manifestando diversos modos de acercamiento a la realidad, como son: el
método de Jericó que es ir dando vueltas concéntricas en torno a la cosa que se desea conocer; el método
circular y rectilíneo, el “ajuste de óptica” (distintos tipos de miradas), etc. Y dentro de la “inventiva” que ha
significado la “Historia del desarrollo de la razón” se manifiestan los modos mítico, filosófico, científico,
ultrafilosófico, etc.
5
Cfr. Meditaciones del Quijote, comentado por Julián MARIAS op. Cit. P.p. 275.294. Para Ortega las ideas
presentan dos papeles distintos en la vida humana. Esto está determinado por el modo de aparecer en
- La memoria es constitutiva de la vida humana y es la posibilidad de que tengamos
biografía (particular) o historia 8colectiva) y que cobra sentido cuando ese pasado se
ordena con el modo de pensar histórico que es la razón histórica que opera mediante la
narrativa, que es una encuesta de la verificación del pasado donde esa realidad se
fluidifica y cada uno de los hechos que la constituyen vuelven a su “hacerse” originario
dando paso a la comprensión del contenido de nuestra vida humana. Este método es un
diálogo o dialéctica de la verificación de los aciertos y desaciertos de nuestra vida pasada
que, en definitiva, se ordenan conforme a nuestro propio “orden vital”, en donde se
comprende un hecho inventado en contraste dialectivo con un segundo hecho también
inventado o revelado (en nuestra vida o que proviene de la circunstancia). La razón
histórica es el inventario de lo que hemos hecho y de lo que nos ha pasado y que nos
permite evitar hacer “lo que no hay que hacer”. Este orden que se va consiguiendo con la
narrativa da paso a una de las categorías fundamentales de su estructuración; esta
categoría es la época, cuyo cambio y pérdida de vigencia viene dada, por una parte, por la
crisis o reemplazo de los “sistemas de creencias” y por otra, por el cambio generacional
(las generaciones son los “goznes de la historia”).
- El ámbito de nuestra historia atomizado por la categoría de las épocas tiene dos
dimensiones fundamentales: la superficie y la profundidad (que también se aplican a la
realidad, la cultura, etc.). La superficie son los hechos recientes, lo cercano y, por lo tanto,
nos resultan evidentes y claros y la profundidad es el pasado que resulta muchas veces
obscuro, insondable y difícil de precisar y traer la luz. De allí que la mirada profunda que
hacemos a nuestro pasado es la reflexión la que trata de hacer “patente” lo “latente” y
claro lo obscuro.
Y cuando estas ideas forman “sistemas” que sostienen nuestra vida, entonces hablamos
de creencias. Las creencias son las estructuras fundamentales de la vida humana y por
ende de la razón vital, porque son ese “contar-con” con el cual nos arraigamos en la
realidad y en la circunstancia. El repertorio de creencias es amplísimo, incluso vivimos en
las creencias del tiempo y el espacio cósmico6. Los “sistemas de creencias2 pueden ser del
pasado o de nuestro tiempo y son una de las partes más relevantes de esta filosofía ya que
constituyen el nexo fundamental entre razón y vida. De esta manera y por el hecho de
que la razón vital esté constituida principalmente por las “creencias” puedo decir que se

nosotros. Sobre esto señala: “El hombre se da cuenta de que, a pesar de la sutileza y aún exactitud y rigor
lógico de sus pensamientos, éstos no son más que invenciones suyas, en última instancia, juego
intrahumano y objetivo intrascendente. Entonces la idea es lo contrario de una revelación: es una
invención. Pero otras veces la idea desarrollada aparece como tal idea y se convierte en un puro modo de
patética presencia que una realidad absoluta elige. Entonces la idea nos parece ni idea ni nuestra. Lo
trascendente se nos descubre por ´si mismo, nos invade e inunda y esto es la revelación”
La situación de la ciencia y la razón histórica (1934-1935) en Cuadernos Hispanoamericanos, op. Cit, p. 20
6
Hay que distinguir las ideas de “tiempo cósmico” del “tiempo vital”, ya que el primero es una invención de
la vida humana y el segundo es inherente a ella. “La vida es tiempo… y no tiempo cósmico imaginario, y
porque imaginario infinito, sino tiempo limitado, tiempo que se acaba, que es el verdadero tiempo
irreparable. Por eso el hombre tiene edad. La edad es estar el hombre siempre es un cierto trozo de un
escaso tiempo…” En torno a Galileo, op. Cit. P.37
asienta en una profunda fe; y aun más, la razón vital es el lugar de encuentro entre fe,
creencia con la razón7.
- La razón vital puede comprender la vida humana porque la recuerda ya que posee la
memoria y porque cree en el pasado. Por este motivo, además de vital, es
constitutivamente razón histórica, razón narrativa8. Es en la memoria en donde
mantenemos las ideas y las creencias, en suma, la posibilidad de mantención en el tiempo
del contenido biográfico de la vida humana que es, en su carácter de realidad extraña y
radical, el contenido en donde ese pasado aparece, como acontece también con las otras
realidades, sean éstas presuntas o efectivas y que van constituyendo lo que “hacemos” y
lo que nos “pasa”.
- La razón vital que es constitutivamente razón histórica se arraiga en la vida humana
mediante una fe, ya que históricamente el pensamiento se ha adherido a distintas formas
de conocimiento mediante un “sistema de creencias” y esto es lo que hay de esencial en la
filosofía raciovitalista, porque desde esta fe creemos en el pasado, en el presente y el
futuro. Esta fe es una fe viva ya que es la creencia que nos basta para vivir,
contrariamente a la fe inerte (o fe muerta) que es cuando esa creencia que, aunque la
seguimos teniendo y la arrastramos con nosotros, ya no actúa eficazmente en nuestra vida
para poder proyectarnos9.
- La vida humana para poder hacerse en la circunstancia crea un proyecto vital, por esto es
futurición. Se vive siempre proyectado hacia el futuro, tanto en lo individual como en lo
colectivo. De esta manera surge la tercera forma de este pensar vital que es la razón
proyectiva que se funda, por una parte, en la libertad que es inherente a la vida humana
(la vida humana es libertad y esto nos indica que el yo debe ejercer permanentemente y
de manera urgente la acción de elegir en la circunstancia); por otra parte, en la vocación
que es ese “llamado interior” o “resorte vital” que surge del fondo de nuestra vida;
también por el deseo que nos empuja en forma de “voluntad de aventura” y por último,
en la autenticidad del proyecto vital fundado en la idea de verdad, que en el
raciovitalismo evolucionó desde la verdad como: perspectiva, revelación y como
coincidencia del hombre consigo mismo que es la autenticidad vital que brota de la
profundidad de la vida humana y que es la misión de claridad y verdad que el hombre
tiene sobre la tierra.
- La razón proyectiva fundada en la libertad, la vocación, la “voluntad de aventura y la
autenticidad o verdad, se realiza mediante una ética proyectiva que se guía, más que por

7
En el raciovitalismo está el enuncio de una nueva revelación, una nueva fe, así como en una época histórica
se creyó en la razón-fisicomatemática, ahora se debe creer en la razón vital, cfr. Historia como sistema, opt.
Cit., p.62-65
8
La nueva fe que se propone considerar el contenido histórico de la vida humana, hace que cobre
importancia el método de la narrativa en la razón histórica, porque esto es lo que hay de esencial en esta
filosofía para poder proyectarnos. De este modo, esta nueva fe nos salvará de la crisis, mediante nuestra
propia vida, sin falsificaciones de ningún tipo, ya que como la vida tiene historia, la narrativa nos permite
conocer y, por tanto, nos hace “poseer” nuestro pasado, por esto es uno de sus últimos trabajos nos define
al hombre como “un capitalismo de la memoria”. Pasado y porvenir para el hombre actual, op. Cit. P.71
9
Cfr. La situación de la ciencia y la razón histórica, op. Cit. P.9
deberes, por ilusiones y que requiere de la calma que el temple de la autenticidad vital
que procura la seguridad que es producto de la salvación alcanzada en la cultura. Esta
ética proyectiva nos permite enfrentarnos al peligro y las variantes del tiempo, el azar y la
incertidumbre que constituyen la fisura o grieta que surgen en el “mundo de creencias y
que escapan al dominio del yo de la vida humana”. Estos factores con los que topa
nuestra razón proyectiva son los límites y encubridores de una buena parte del futuro.
Por este motivo nuestro pensar proyectivo es la acción que ejecutamos frente al futuro en
forma de pre-ocupación y la efectividad y éxito del proyecto vital se logrará en la medida
que tengamos un mayor conocimiento de nuestro pasado mediante la razón histórica, de
nuestro “sistema de creencias”; del texto y contexto; del suelo, subsuelo y adversario; de
los planos de proximidad y ultimidad; de nuestra circunstancia, en suma de toda nuestra
vida humana. De este modo tendremos una visión más o menos adecuada para imaginar
un probable futuro mediante la meditación y poder realizar en cierta medida nuestro
programa vital y alcanzar la felicidad. En el lenguaje proyectivo se evidencian formas de
recomendación, exhortaciones, mandatos, vaticinios o profecías, aspiraciones, deseos e
ilusiones y el eje central es la vertebración.
- La razón vital de Ortega, que es fundamentalmente metafórica, nos da a conocer un
repertorio de imágenes en torno a la situación esencial del hombre en el mundo. Como es
el caso de esa idea del “hombre como náufrago en la circunstancia”. Pero una de las
mejores metáforas acerca de la vida humana en que se puede intuir la razón vital es
aquella del arquero que representa ejemplarmente el fundamento radical de su raciovital-
historicismo-proyectivo10.
- La estructura de dicha metáfora es, a mi entender, la siguiente: el arquero, que es el
hombre, mediante su razón vital, cuyos fundamentos son el intelecto, la imaginación y la
memoria, elige el dardo ideal que es el modo de vida que libremente ha determinado ser,
ya que “la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a
nada”. Instalado en su “sistema de creencias”, apoya sus pies en el suelo, sobre un
subsuelo y desde un adversario imagina un blanco ideal. Luego tensar la cuerda del arco
que es la fuerza desiderativa de la “voluntad de aventura” que será guiada por el “resorte
vital” de su vocación y de este modo cumplir con la misión de de claridad y verdad que
tiene sobre la tierra. Mediante su razón histórica piensa en el pasado, buscando el mejor
estilo o modo para que esa flecha llegue a su destino y no repetir los desaciertos de otros
intentos anteriores al presente. También considera las variables de los tiempos, el azar,
drama e incertidumbre que lo pueden hacer fracasar en este intento. De este modo y
aspirando a la claridad y verdad, la ilusión e ideal se hacen razón proyectiva y arroja al

10
La metáfora del arquero que emplea Ortega para representar al hombre la encontramos explicada en una
de sus últimas obras. La referencia es la siguiente: “tengo cierta debilidad por esta imagen en la que el
hombre es una flecha. Por esta razón, cuando tenía veinte años-porque he tenido veinte años alguna vez-
encabecé un libro con un arco y una flecha. El hombre es esta flecha que se siente lanzada y no sabe por
qué, y que ha olvidado el blanco. No sabe dónde va. Va “Discusión sobre la conferencia de José Ortega y
Gasset, Pasado y porvenir para el hombre actual, en “hombre y cultura en el siglo XX”. Editorial Guadarrama,
Madrid, 1957, p.350.
viento su dardo vital que en todo instante y en pleno vuelo tiene que ir pensando y
repensando su destino, ya que para el meditador “la vida humana es una flecha que en el
aire ha perdido su blanco”. De este modo la ética proyectiva se transforma en una
disciplina deportiva que requiere de la calma y la seguridad que le permite enfrentar la
variabilidad de los tiempos, el azar, el drama y la incertidumbre que cubren una buena
parte el futuro constituyéndose en un dialéctico límite para la “voluntad de aventura”.
Por esto, el tomar conciencia de la situación de drama en nuestra vida es ya la salvación
dentro de la cultura y esto se logra mediante la razón vital que se hace razón proyectiva
que nos lleva a alcanzar la felicidad11.
- La creencia o fe en esta nueva razón vital que se funda en la misión de verdad, claridad y
autenticidad que el hombre tiene sobre la tierra que brota de la profundidad de la vida
humana es posibilidad. Esta gran posibilidad humana que lleva dentro de sí el deseo de
eternidad que la hace vivir en tensión hacia lo absoluto y acrónico como partes de su ser
que esta vida temporal no tiene y que, por lo mismo, desde la raíz misma de su
constitución quiere y reclama12.

11
La idea que señala que el tomar conciencia de la situación de drama es ya la salvación (conciencia de
drama = salvación), proviene de la actitud que Ortega descubre en Goethe, que es el “primer caso ejemplar
de una res dramática” y con esta idea tuvo que luchar a lo largo de toda su vida; por este motivo debió de
proyectar su vida, darle una dirección, esto explica por que le llama “arquero ejemplar”. Cfr. Meditaciones
del Quijote. Op.cit., p.124, 125.
El vate alemán desarrolló en su poética visión del yo y el mundo una filosofía desiderativa que se manifiesta
en el esfuerzo fáustico que empuja la vida humana desde dentro de la cultura y trascenderla. Por su parte,
el pensador español tempranamente descubrió que la vida humana es movida por el deseo, oponiéndose de
esta manera a los sistemas excelentes y, por lo mismo, limitados. Pero no se trata del “deseo por el deseo”,
sino que éste se hace “voluntad de aventura”. En este sentido, son significativas las ideas que nos insinúa en
Mirabeau o el político, cuando dice: “Hace mucho tiempo que postulo una higiene de los ideales, una lógica
del deseo”. O.C.T.III, P.603 y en la Rebelión de las masas, señala que “el deseo es lo mejor de la vida”, op.
Cit.p.158,159.
De todas suerte, dejó establecido que en el poeta alemán no hay un pensamiento sobre el futuro, una idea
de progreso o un modelo proyectivo. Esto quedó establecido cuando Ortega dice de Goethe que “era ciego
para el futuro, o dicho en otros términos, el futuro apenas le era” (…)” se oponía a esta idea de progreso”
(…) “No es un pasado que se proyecte suficientemente sobre el porvenir porque éste carece de consonancia
con él”. Discusión sobre la conferencia de José Ortega y Gasset. Pasado y porvenir para el hombre actual,
op. cit., p.339, 340, 342.

12
Ante el interrogante acerca de quién o quiénes podrían ser hoy especialistas en el uso de la razón vital-
histórica-proyectiva, pareciera que en esta filosofía la respuesta no vendría por la vía de los científicos y
técnicos; más bien podría decirse, tal vez, por la actitud de los filósofos, humanistas, poetas o religiosos,
todo aquel que piense vitalmente su propia vida y aspire a lo transcendete.

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