Está en la página 1de 12

Las reglas de interpretación de la Ley General de Arbitraje:

Comentarios al artículo 6° del Decreto Legislativo N° 1076

Felipe Osterling Parodi

Sumario: 1. Introducción. 2. Cambios introducidos por el artículo 6º de la Ley


de Arbitraje. 3. Ventajas del artículo 6º de la LGA para el desarrollo del
arbitraje en el Perú. 4. Consideraciones Finales.

1. Introducción

La nueva Ley General de Arbitraje (en adelante, LGA) es la expresión de la


decisión del Estado peruano de promover el arbitraje como mecanismo de
solución de controversias en materia comercial. Para ello, la LGA presenta
cambios significativos con la finalidad de proporcionar una justicia arbitral más
eficaz, rápida, especializada y autónoma. Al respecto, Jorge Santistevan de
Noriega y Carlos Alberto Soto Coaguila sostienen que la nueva regulación
peruana sobre arbitraje representa tanto la importante experiencia acumulada
en el Perú en materia arbitral, como la voluntad de los autores de la nueva
norma de adoptar las modificaciones aprobadas a nivel internacional (sobre
todo la Ley Modelo de Arbitraje Comercial Internacional de la Comisión de las
Naciones Unidas para el desarrollo del Derecho Mercantil Internacional - por
sus siglas en inglés, UNCITRAL -, actualizada en el 2006) y a nivel comparado
(por ejemplo, en las leyes de arbitraje española, chilena, alemana, suiza y
holandesa).1 Asimismo, ambos autores resaltan el hecho de que la nueva LGA
tenga como objetivo armonizar el lenguaje utilizado en la ley y estandarizar las
instituciones adoptadas en la versión 2006 de la Ley Modelo de la UNCITRAL.2

Como señala Fernando Cantuarias Salaverry:

La legislación anterior había significado un importante avance, no sólo en la


regulación normativa del arbitraje en el Perú, sino en sus efectos sobre la
práctica efectiva. Sin embargo, la experiencia recogida en la última década, la
sanción de nuevas y más modernas legislaciones comparadas (Alemania en


Doctor en Derecho y abogado en ejercicio. Socio principal del Estudio Osterling S.C. Profesor
principal de Obligaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue Presidente de la
Comisión que tuvo a su cargo el Estudio y Revisión del Código Civil de 1936, que dio origen al
Código Civil de 1984. En tal condición, fue ponente del Libro VI sobre Obligaciones. Ha sido
Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ministro de
Estado en la cartera de Justicia. Senador y Presidente del Senado y del Congreso de la
República y Decano del Colegio de Abogados de Lima. Ex Presidente de la Academia Peruana
de Derecho y actual académico de número. Autor de numerosas obras y artículos de Derecho.
1
SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge y Carlos Alberto SOTO COAGUILA. Presentación. p.
VIII y IX. En: Revista Peruana de Arbitraje. N° 7/2008. Lima: Magna Ediciones.
2
Ibíd. p. IX.
1998, España en 2003, Austria en 2006) y la reciente actualización de la Ley
Modelo de UNCITRAL (2006), estimularon al Perú a continuar el proceso de
perfeccionamiento de sus normas sobre arbitraje, que había comenzado recién
entrada la década del 90’, con la sanción de la Ley General de Arbitraje (LGA)
N° 25935 en 1992 y que continuó con la LGA N° 26572 en 1996.

Los autores de la LGA señalaron en la Exposición de Motivos que al haber


asumido el Estado Peruano - en el Acuerdo de Promoción Comercial con
Estados Unidos - el compromiso de promover y facilitar el desarrollo del
arbitraje como mecanismo alternativo para la solución de controversias en
materia arbitral, la LGA:

(…) persigue justamente cumplir con lo establecido en el Acuerdo de Promoción


Comercial, mejorando la regulación del arbitraje y, en particular, mejorando la
regulación sobre el convenio arbitral y la ejecución de laudos arbitrales como su
propio texto señala, ajustándose a los estándares internacionales contenidos en
la Convención de las Naciones Unidas sobre el Reconocimiento y Ejecución de
Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958 y la Convención Interamericana sobre
Arbitraje Comercial Internacional de 1975.3

De igual manera, en la Exposición de Motivos se afirma que la finalidad de la


LGA es la promoción de la seguridad en el comercio y en las inversiones
privadas y que, en ese sentido, se considera que las ventajas del arbitraje
deben encontrarse reflejadas y protegidas por la legislación arbitral con el
objetivo de lograr una solución de conflictos más rápida y un mayor control de
las partes sobre las reglas del proceso “…en un entorno eficiente con una
mayor autonomía privada y descargando al sistema judicial del conocimiento
de determinadas materias…”. Así, debido a que el arbitraje requiere de un
marco jurídico estable y facilitador de la resolución de controversias en un
mercado global4, Perales Viscasillas destaca la naturaleza dispositiva de la
LGA y afirma que esta nueva legislación arbitral establece la consagración del
principio de la autonomía de la voluntad, tanto en relación con el convenio
arbitral como con la organización del procedimiento arbitral.5

En la Exposición de Motivos se dice que así como el Perú se ha convertido en


“…uno de los casos ejemplares en América Latina en esta materia, siendo el
país que ha consolidado con más fuerza y claridad la institución del arbitraje en
la región…”, se persigue que logre dicha consolidación en materia de arbitraje
internacional, lo cual implica mejorar en la capacidad institucional para poder
afrontar una mayor demanda de arbitrajes, no solo en número sino también en
importancia y complejidad. En consecuencia, como sostienen sus autores, es
importante que las características de la LGA sean reconocibles y
3
CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y Roque J. CAIVANO. La Nueva Ley de Arbitraje
Peruana: un nuevo salto a la modernidad. p. 44. En: Revista Peruana de Arbitraje. N° 7/2008.
Lima: Magna Ediciones.
4
PERALES VISCASILLAS, María del Pilar. La globalización normativa del arbitraje comercial
internacional: la labor de la CNUDMI/UNCITRAL. p. 695. En: Arbitraje comercial y arbitraje de
inversión. El arbitraje en el Perú y en el Mundo. N° 1. 2008. Lima: Instituto Peruano de
Arbitraje.
5
Ibíd. p. 695.

2
comprensibles para los inversionistas y comerciantes, nacionales y extranjeros,
con la finalidad de que “…se genere confianza de que en el Perú se arbitra
siguiendo las reglas y principios internacionalmente aceptados”. Por ello, según
los autores de la LGA, los cambios propuestos tienen como objetivo aumentar
la competitividad del Perú como sede arbitral con la finalidad que nuestro país:

(…) pueda ser elegido en la región como lugar adecuado para arbitrar en razón a
la existencia de un marco legal seguro y predecible, ajustado a estándares
internacionales. (…) La experiencia nacional acumulada en los últimos años ha
sido una guía constante en esta nueva regulación pero también el interés de
aprovechar la experiencia comparada a nivel de tratados, leyes, reglamentos
arbitrales, jurisprudencia y en general práctica arbitral internacional.

De esta manera, para efectos de la elaboración de la LGA, sus autores


realizaron una revisión de fuentes del Derecho internacional y comparado, tales
como la versión 2006 de la Ley Modelo de la UNCITRAL (así como la revisión
de los documentos de trabajo sobre su Reglamento de Arbitraje), las
legislaciones arbitrales de España, Suecia, Bélgica, Alemania, Inglaterra,
Suiza, Holanda, Francia y Estados Unidos y los reglamentos arbitrales de la
Cámara de Comercio Internacional (CCI), de la Asociación Americana de
Arbitraje (AAA), de la Corte de Arbitraje Internacional de Londres (LCIA) y del
Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones
(CIADI).6

Al respecto cabe señalar, como sostiene Fernando Cantuarias, que pese a que
Latinoamérica ha sido tradicionalmente considerada como un subcontinente
hostil al arbitraje en la medida que no contaba con buenas legislaciones
arbitrales, a partir de la década pasada ello ha comenzado a cambiar.7 Así, es
posible afirmar que en Latinoamérica y, específicamente, en el Perú, la
institución del arbitraje es materia de constante estudio, revisión y análisis
jurídico a fin de desarrollar un mecanismo idóneo para la solución de
controversias.

Dentro de este análisis, uno de los presupuestos que, según Cantuarias y


Caivano, resulta esencial para un avance sólido y duradero del arbitraje es,
precisamente, contar con “…una legislación que brinde confianza y seguridad
jurídica”.8 Por consiguiente, los objetivos de la LGA deben ser proporcionar
celeridad, simplicidad y acceso a una justicia que (i) responda a las

6
Asimismo, los recientes documentos de trabajo sobre la revisión del Reglamento de Arbitraje.
Se han tenido en cuenta, adicionalmente, la Convención sobre Reconocimiento y Ejecución de
Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958 (Convención de Nueva York), la Convención
Europea de Arbitraje Comercial Internacional de 1961 (Convención de Ginebra), la Convención
Interamericana de Arbitraje Comercial Internacional de 1975 (Convención de Panamá) y la
Convención sobre arreglo de diferencias relativas a inversiones entre Estados y nacionales de
otros Estados de 1965 (Convención de Washington).
7
CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando. Arbitraje comercial y de las inversiones. Lima:
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. 2007. p. 80.
8
CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y Roque J. CAIVANO. Op. cit. p. 46.

3
necesidades del comercio y (ii) limite las interferencias judiciales a lo mínimo
indispensable para tutelar derechos fundamentales.9

Como se sostiene en la Exposición de Motivos del Proyecto Modificatorio de la


LGA10, uno de los elementos o principios que inspiraron la reforma era:

(…) a. reforzar el carácter autónomo del arbitraje, tanto de la jurisdicción ordinaria


como de las reglas procesales comunes, reconociéndolo como una institución
que tiene sus propios principios y reglas. (…) b. Dar una mejor regulación que
proteja a la institución arbitral de intervenciones indebidas por parte del Poder
Judicial.

Precisamente, como parte de dicha búsqueda de autonomía y de una mejor


regulación que evite interferencias que afecten la continuidad del proceso
arbitral, las reglas de interpretación de la LGA constituyen una de las
modificaciones que trae la nueva ley y que responden al objetivo de armonizar
el lenguaje a partir de estándares internacionales. Por ello precisa efectuarse
un análisis del artículo 6 de la LGA referido a las reglas de interpretación.

2. Cambios introducidos por el artículo 6° de la Ley de Arbitraje

Como hemos señalado, la Ley N° 26572, Ley General de Arbitraje, no contenía


una disposición similar al actual artículo 6 de la LGA, por lo que la inclusión del
mismo representa uno de los cambios de la nueva legislación. Así, el artículo 6°
establece lo siguiente:

Artículo 6°.- Reglas de interpretación


Cuando una disposición de este Decreto Legislativo:
a. Deje a las partes la facultad de decidir libremente sobre un asunto, esa
facultad comprenderá la de autorizar a un tercero, incluida una institución
arbitral, a que adopte esa decisión.
b. Se refiera al convenio arbitral o a cualquier otro acuerdo entre las partes, se
entenderá que integran su contenido las disposiciones del reglamento de
arbitraje al que las partes se hayan sometido.
c. Se refiera a un contrato, también se entenderá a un acto jurídico.
d. Se refiera a la demanda, se aplicará también a la reconvención, y cuando se
refiera a la contestación, se aplicará asimismo a la contestación a esa
reconvención, excepto en los casos previstos en el inciso a) del artículo 46° y
en el inciso a) del numeral 2 del artículo 60°.
e. Se refiera a un tribunal arbitral, significa tanto un solo árbitro como una
pluralidad de árbitros.
f. Se refiere a laudo, significa entre otros, tanto un laudo parcial como el que
resuelve de manera definitiva la controversia.

Al respecto, el artículo 2° de la Ley Modelo de la UNCITRAL de 1985, con las


enmiendas aprobadas en 2006, prescribe lo siguiente:

9
Ibíd. p. 46.
10
Elaborado por la Comisión Técnica para la Revisión de la Ley N° 26572, conformada por
Resolución Ministerial N° 027-2006-JUS.

4
Artículo 2. Definiciones y reglas de interpretación
A los efectos de la presente Ley:
a) “arbitraje” significa cualquier arbitraje con independencia de que sea o no una
institución arbitral permanente la que haya de ejercitarlo;
b) “tribunal arbitral” significa tanto un solo árbitro como una pluralidad de árbitros;
c) “tribunal” significa un órgano del sistema judicial de un país;
d) cuando una disposición de la presente Ley, excepto el artículo 28, deje a las
partes la facultad de decidir libremente sobre un asunto, esa facultad entraña la
de autorizar a un tercero, incluida una institución, a que adopte esa decisión;
e) cuando una disposición de la presente Ley se refiera a un acuerdo que las
partes hayan celebrado o que puedan celebrar o cuando, en cualquier otra forma,
se refiera a un acuerdo entre las partes, se entenderán comprendidas en ese
acuerdo todas las disposiciones del reglamento de arbitraje en él mencionado;
f) cuando una disposición de la presente Ley, excepto el apartado a) del artículo
25 y el apartado a) del párrafo 2) del artículo 32, se refiera a una demanda, se
aplicará también a una reconvención, y cuando se refiera a una contestación, se
aplicará asimismo a la contestación a esa reconvención.

Artículo 2 A. Origen internacional y principios generales


(Aprobado por la Comisión en su 39º período de sesiones, celebrado en 2006)
1) En la interpretación de la presente Ley habrán de tenerse en cuenta su origen
internacional y la necesidad de promover la uniformidad de su aplicación y la
observancia de la buena fe.
2) Las cuestiones relativas a las materias que se rigen por la presente Ley que no
estén expresamente resueltas en ella se dirimirán de conformidad con los
principios generales en que se basa la presente Ley.

De esta manera es posible comprobar cómo el artículo 6° de la LGA incorpora


las disposiciones principales del artículo 2° de la Ley Modelo de la UNCITRAL y
con ello se da reconocimiento a la importancia que las normas que regulan el
proceso arbitral respondan a las exigencias de la práctica comercial nacional e
internacional.

Sobre este punto, la Resolución 61/33, aprobada por la Asamblea General


[sobre la base del informe de la Sexta Comisión (A/61/453)]11, reconoció la
necesidad de que las disposiciones de la Ley Modelo se ajustaran a las
prácticas vigentes del comercio internacional y a los medios modernos de
concertación de contratos con respecto a la forma del acuerdo de arbitraje. El
propio Tribunal Constitucional peruano, en el Exp. N.° 6167-2005-PHC/TC
(Fernando Cantuarias Salaverry), ha señalado respecto de la institución del
arbitraje en el Perú que:

4. El desarrollo de esta institución en el derecho comparado ha sido enorme en


los últimos años: es prácticamente el proceso más utilizado para resolver
conflictos comerciales. La configuración de un nuevo orden económico
internacional ha requerido del arbitraje como el prototipo de proceso de resolución
11
Sobre los Artículos revisados de la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para
el Derecho Mercantil Internacional sobre Arbitraje Comercial Internacional y recomendación
relativa a la interpretación del párrafo 2 del artículo II y el párrafo 1 del artículo VII de la
Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras,
hecha en Nueva York el 10 de junio de 1958 (18 de diciembre de 2006).

5
de conflictos entre particulares e incluso entre estos y los Estados, lo que le
otorga una importancia significativa, formando parte integrante del modelo
jurisdiccional ad hoc a la resolución de controversias, no sólo entre particulares,
en el marco de la Constitución económica.

En los Analytical commentary on draft text of a model law on international


commercial arbitration: report of the Secretary – General (A/CN.9/264)12,
realizados por la Comisión de Derecho Mercantil Internacional de las Naciones
Unidas, se realizaron los siguientes comentarios del artículo 2 de la Ley Modelo
de la UNCITRAL:

a. Pese a que la definición de los términos “tribunal arbitral” y “tribunal” (o


“corte”) puede ser considerada evidente y, por lo tanto, superflua, dichos
términos han sido conservados por una cuestión terminológica, a fin de
establecer una clara distinción entre los dos diferentes tipos de órganos de
solución de controversias.

b. Los primeros parágrafos, sin intención alguna de interferir en el sistema


nacional de justicia, señalan que el término “tribunal” no se restringe a
aquellos órganos realmente llamados “tribunales” en un determinado país,
sino que incluiría también a cualquier otra “autoridad competente” (esta es
la expresión utilizada en la Convención de Nueva York de 1958). Por otro
lado, cuando se hace referencia al sistema judicial de “un país” (en lugar
de un Estado), el propósito es evitar que en una situación de una
federación de estados, estén comprendidos en la legislación los "tribunales
estatales" mas no los "tribunales federales”.

c. Los párrafos (d) y (e) han sido elaborados para prevenir una interpretación
demasiado literal de las referencias en la Ley Modelo de la UNCITRAL a la
libertad de las partes de determinar un asunto, así como a la libertad
respecto del convenio que hubieren adoptado. Según la interpretación
razonable establecida en el párrafo (d), tal libertad cubre la libertad de las
partes no solo de decidir ellos mismos sobre un asunto, sino también de
autorizar a una tercera persona o una institución para que tome la decisión
sobre dicho asunto en su nombre. Los ejemplos prácticos de tales asuntos
que se menciona en los comentarios son, por ejemplo, el número de
árbitros, el lugar del arbitraje, así como otros aspectos procesales.

d. El parágrafo (e) reconoce la práctica común de las partes de hacer


referencia en el convenio a las reglas de arbitraje, en lugar de tener que
negociar y elaborar un convenio arbitral totalmente original. Por ello, se
consideró que era preferible introducir una regla general de interpretación
que tener que incluir una clarificación en cada disposición de la Ley Modelo
que lo requiriese.

12
Yearbook of the United Nations Commission on International Trade Law, 1985, Volume XVI.
Part Two. International Commercial Arbitration.

6
El hecho de haberse adoptado varias de las disposiciones previstas en el
artículo 2° de la Ley Modelo de la UNCITRAL en la LGA, implica también la
adopción de los comentarios realizados por la Comisión de Derecho Mercantil
Internacional de las Naciones Unidas. Así, la Comisión Técnica para la
Revisión de la Ley N° 26572, sostuvo que la LGA tiene como objetivo ser
reconocible y comprensible para los inversionistas y comerciantes, tanto
nacionales como extranjeros, y que, por tal motivo, se ha buscado usar la Ley
Modelo de UNCITRAL como un referente importante. Por ello se ha
aprovechado la experiencia comparada a nivel de leyes, reglamentos,
jurisprudencia y, en general, práctica arbitral internacional. De hecho, en más
de cincuenta países a nivel mundial, se han promulgado leyes basadas en la
Ley Modelo de la UNCITRAL13. Al respecto, los países en los que se han
promulgado leyes basadas en la Ley Modelo de la CNUDMI sobre arbitraje
comercial internacional, con las enmiendas aprobadas en el 2006, son: Irlanda
(2008), Mauricio (2008), Nueva Zelandia (2007), Perú (2008) y Eslovenia
(2008).

A nivel comparado, la Ley de arbitraje española, Ley 60/2003, del 23 de


diciembre de 2003, establece reglas de interpretación en su artículo 4°:

Artículo 4.- Reglas de interpretación

Cuando una disposición de esta ley:

a) Deje a las partes la facultad de decidir libremente sobre un asunto, esa


facultad comprenderá la de autorizar a un tercero, incluida una institución arbitral,
a que adopte esa decisión, excepto en el caso previsto en el artículo 34.14

13
Armenia (2006), Alemania (1998), Australia (1991), Austria (2005), Azerbaiyán (1999),
Bahrein (1994), Bangladesh (2001), Belarús (1999), Bulgaria (2002), Camboya (2006), Canadá
(1986), Chile (2004), China: Hong Kong (1996) y Macao (1998), regiones administrativas
especiales; Chipre, Croacia (2001), Dinamarca (2005), Egipto (1996), España (2003), Estonia
(2006), la ex República Yugoslava de Macedonia (2006), la Federación de Rusia (1993),
Filipinas (2004), Grecia (1999), Guatemala (1995), Hungría (1994), India (1996), Irán
(República Islámica del) (1997), Irlanda (1998), Japón (2003), Jordania (2001), Kenia (1995),
Lituania (1996), Madagascar (1998), Malta (1995), México (2005), Nicaragua (2005), Nigeria
(1990), Noruega (2004), Nueva Zelanda (1996), Omán (1997), Paraguay (2002), Polonia
(2005), la República de Corea (1999), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte:
Escocia (1990) y las Bermudas, territorio de ultramar, Serbia (2006), Singapur (2001), Sri Lanka
(1995), Tailandia (2002), Túnez (1993), Turquía (2001), Ucrania (1994); los Estados Unidos de
América: California (1996), Connecticut (2000), Illinois (1998), Louisiana, Oregón y Texas;
Uganda (2000), Venezuela (República Bolivariana de) (1998), Zambia (2000) y Zimbabwe
(1996).
14
Artículo 34.- Normas aplicables al fondo de la controversia. 1. Los árbitros solo decidirán en
equidad si las partes les han autorizado expresamente para ello. 2. Sin perjuicio de lo dispuesto
en el apartado anterior, cuando el arbitraje sea internacional, los árbitros decidirán la
controversia de conformidad con las normas jurídicas elegidas por las partes. Se entenderá que
toda indicación del derecho u ordenamiento jurídico de un Estado determinado se refiere, a
menos que se exprese lo contrario, al derecho sustantivo de ese Estado y no a sus normas de
conflicto de leyes. Si las partes no indican las normas jurídicas aplicables, los árbitros aplicarán
las que estimen apropiadas. 3. En todo caso, los árbitros decidirán con arreglo a las
estipulaciones del contrato y tendrán en cuenta los usos aplicables.

7
b) Se refiera al convenio arbitral o a cualquier otro acuerdo entre las partes, se
entenderá que integran su contenido las disposiciones del reglamento de arbitraje
al que las partes se hayan sometido.

c) Se refiera a la demanda, se aplicará también a la reconvención, y cuando se


refiera a la contestación, se aplicará asimismo a la contestación a esa
reconvención, excepto en los casos previstos en el párrafo a) del artículo 31 y en
el párrafo a) del apartado 2 del artículo 38.15

En relación con el citado artículo 4°, la Exposición de Motivos de la Ley de


Arbitraje española señala que dicho precepto contiene una serie de reglas de
interpretación, entre las cuales tienen especial relevancia aquellas que proveen
de contenido a las normas legales dispositivas de esta ley mediante la
remisión, por voluntad de las partes, a la voluntad de una institución arbitral o al
contenido de un reglamento arbitral. De esta manera, la ley determina que
debe haber una primacía de la autonomía de la voluntad de las partes. No
obstante, también señala que dicha voluntad debe entenderse integrada por las
decisiones que sean adoptadas por la institución administradora del arbitraje, o
las que puedan adoptar los árbitros, en virtud del reglamento arbitral al que las
partes se han sometido:

Se produce, por tanto, una suerte de integración del contenido del contrato de
arbitraje o convenio arbitral, que, por motivo de esta disposición, pasa a ser en
tales casos un contrato normativo. De este modo, la autonomía privada en
materia de arbitraje se puede manifestar tanto directamente, a través de
declaraciones de voluntad de las partes, como indirectamente, mediante la
declaración de voluntad de que el arbitraje sea administrado por una institución
arbitral o se rija por un reglamento arbitral. En este sentido, la expresión
institución arbitral hace referencia a cualquier entidad, centro u organización de
las características previstas que tenga un reglamento de arbitraje y, conforme a
él, se dedique a la administración de arbitrajes. Pero se precisa que las partes
pueden someterse a un contrato reglamento sin encomendar la administración
del arbitraje a una institución, en cuyo caso el reglamento arbitral también
integra la voluntad de las partes. (el resaltado es nuestro).

La Ley Española de Arbitraje señala que el inciso a) del artículo 4, establece


una excepción en su artículo 34, el cual regula la determinación de las normas
aplicables al fondo de la controversia. Así, en la legislación arbitral española, si
las partes del convenio arbitral encomiendan a un tercero, incluida una
institución arbitral, el ejercicio de facultades de decisión sobre un asunto, ello
no comprende la facultad de decidir las normas aplicables al fondo de la
disputa. En cambio, esta excepción no se encuentra establecida en la LGA
peruana. Al respecto, en el artículo 34° de la LGA se reconoce, nuevamente, la

15
Artículo 31.- Salvo acuerdo en contrario de las partes, cuando, sin alegar causa suficiente a
juicio de los árbitros a) El demandante no presente su demanda en plazo, los árbitros darán por
terminadas las actuaciones, a menos que, oído el demandado, éste manifieste su voluntad de
ejercitar alguna pretensión. Artículo 38.- Terminación de las actuaciones. 2. Los árbitros
también ordenarán la terminación de las actuaciones cuando: a) El demandante desista de su
demanda, a menos que el demandado se oponga a ello y los árbitros le reconozcan un interés
legítimo en obtener una solución definitiva del litigio.

8
libertad de regulación de las partes, las cuales, según dicho artículo lo
prescribe, podrán determinar libremente las reglas a las que se sujeta el
tribunal arbitral en sus actuaciones y que, a falta de acuerdo o de un
reglamento arbitral, será el propio tribunal el que decida las normas aplicables.

Por otro lado, en el inciso c) del artículo 4°, la Ley Española de Arbitraje
preceptúa que cuando una disposición de la Ley se refiera a la demanda, se
aplicará también a la reconvención, y cuando se refiera a la contestación, se
aplicará igualmente a la contestación a la reconvención. Una disposición
equivalente se encuentra establecida en el inciso d) de la LGA y al igual que la
legislación española, la ley peruana establece dos excepciones:

(i) Aquella contenida en el artículo 46 a), el cual prevé que en el caso de que
el demandante no presente su demanda en plazo, el tribunal arbitral dará
por terminadas las actuaciones, a menos que oído el demandado éste
manifieste su voluntad de ejercitar alguna pretensión. Como sostiene
Hernández Burriel respecto de la legislación española, en ese supuesto no
se darán por terminadas las actuaciones, sino que éstas continuarán, a fin
de dar solución a la controversia planteada.16

(ii) La excepción contenida en el artículo 60 2.a), en la cual se establece que


el tribunal arbitral ordenará la terminación de las actuaciones cuando el
demandante se desista de su demanda, a menos que el demandado se
oponga a ello y el tribunal arbitral le reconozca un interés legítimo en
obtener una solución definitiva de la controversia. De igual manera, en
este supuesto, como se sostiene para el caso español, y que es aplicable
para el caso peruano, el procedimiento no concluye, sino que continúa
respecto de la disputa planteada en los escritos de demanda y de
contestación.17

La fuente inspiradora de la Ley de arbitraje española, como se señala en su


Exposición de Motivos, fue también la Ley Modelo de la UNCITRAL. Sobre este
aspecto, los redactores de la Exposición de Motivos de la Ley Española de
Arbitraje señalaron lo siguiente:

España se ha mostrado siempre sensible a los requerimientos de armonización


del régimen jurídico del arbitraje, en particular del comercial internacional, para
favorecer la difusión de su práctica y promover la unidad de criterios en su
aplicación, en la convicción de que una mayor uniformidad en las leyes
reguladoras del arbitraje ha de propiciar su mayor eficacia como medio de
solución de controversias.

Al respecto, en la Exposición de Motivos de la Ley de Arbitraje Española se


hace referencia a dos temas que merecen comentario: la autonomía de la

16
HERNÁNDEZ BURRIEL, Jorge. Título I. Disposiciones generales. p. 48 En: Comentarios a la
nueva ley de Arbitraje. Rafael HINOJOSA SEGOVIA (Coordinador) Barcelona. Grupo difusión.
2004.
17
Ibíd. p. 48.

9
voluntad de las partes y la integración del contenido del convenio arbitral
(contrato normativo). Ello debido a que el arbitraje es una manifestación tanto
de la autonomía de la voluntad como de la libertad contractual.18

Sobre la autonomía privada, como sostienen Diez-Picazo y Gullón, ésta


consiste en:

(…) el poder de dictarse uno a sí mismo la ley o el precepto, el poder de


gobernarse uno a sí mismo. Podría también definirse como un poder de gobierno
de la propia esfera jurídica, y como está formada por relaciones jurídicas, que
son el cauce de realización de intereses, la autonomía privada puede igualmente
conceptuarse como el poder de la persona para reglamentar y ordenar las
relaciones jurídicas en las que es o ha de ser parte.19

Por consiguiente, tal y como señalan los citados autores, la autonomía privada
no se reduce solamente a la libertad individual, sino que también implica una
soberanía para dictar su propia ley en su esfera jurídica. Es decir, la autonomía
privada proporciona “…un reconocimiento del valor jurídico de sus actos, que
serán vinculantes y preceptivos”20 y constituye “…un poder de ordenación de la
esfera privada de la persona,…aunque no se quiere decir con ello que el poder
sea total o absoluto”.21 En ese sentido, señalan que desde un punto de vista
institucional, la autonomía privada reviste el carácter de principio general del
Derecho, debido a que es “…una de las ideas fundamentales que inspira toda
la organización de nuestro Derecho privado”.22 Así, la delegación normativa
implica una forma de descentralización para “…la configuración de un
ordenamiento jurídico privado subordinado, coordinado y armonizado con el
ordenamiento jurídico superior por su relación de complementariedad”.23

Ello es particularmente relevante para analizar las reglas de interpretación


previstas en los artículos 2°, 4° y 6° de la Ley Modelo UNCITRAL, la Ley
Española de Arbitraje y la LGA, respectivamente, debido a que el principio de
autonomía de la voluntad constituye el fundamento de algunas de sus
disposiciones.

Al respecto, es necesario precisar que estas leyes recogen dicho principio de la


manera como éste debe ser entendido. Sobre la autonomía privada, Luigi Ferri
sostiene que ésta es estructural y sustancialmente limitada por cuanto crea
“…normas que son realización de un derecho preexistente, es decir, de normas
superiores (legales)”.24 Por consiguiente, no es una actividad creativa
absolutamente libre y espontánea, sino que desarrolla o individualiza un

18
CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando y Roque J. CAIVANO. Op. cit. p. 47.
19
DÍEZ-PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN. Sistema de Derecho Civil. Volumen I. Novena
Edición. Madrid: Tecnos. 1998. p. 373.
20
Ibíd. p. 373.
21
Ibíd. p. 373.
22
Ibíd. p. 374.
23
FERRI, Luigi. Presentación realizada por Leysser L. León y Rómulo Morales Hervias.
Lecciones sobre el contrato. Curso de Derecho Civil. Lima: Editora Jurídica Grijley. 2004.p. x.
24
Ibíd. p. iii-iv.

10
derecho preexistente; es decir, crea normas que, al insertarse en el
ordenamiento, asumen las características de la juridicidad. Con ello se hace
referencia a una “inserción del acto privado en el ordenamiento”. Este aspecto
es recogido por el legislador en los artículos mencionados, al reconocer la
autonomía privada de las partes pero señalar, al mismo tiempo, que dicha
voluntad autónoma se integra con el ordenamiento objetivo preestablecido.

Como sostuvo el Tribunal Constitucional en el Exp. N° 6167-2005-PHC/TC


(Fernando Cantuarias Salaverry), deben efectuarse las siguientes precisiones
respecto del arbitraje:

11. (…) no se trata del ejercicio de un poder sujeto exclusivamente al derecho


privado, sino que forma parte esencial del orden público constitucional.
La facultad de los árbitros para resolver un conflicto de intereses no se
fundamenta en la autonomía de la voluntad de las partes del conflicto,
prevista en el artículo 2º inciso 24 literal a de la Constitución, sino que tiene
su origen y, en consecuencia, su límite, en el artículo 139º de la propia
Constitución.
De allí que el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es
fundamentalmente subjetivo ya que su fin es proteger los intereses de las
partes, también tiene una dimensión objetiva, definida por el respeto a la
supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la
Carta Magna; ambas dimensiones (subjetiva y objetiva) son
interdependientes y es necesario modularlas en la norma legal y/o
jurisprudencia. Tensión en la cual el árbitro o tribunal arbitral aparece en
primera instancia como un componedor jurisdiccional, sujeto, en
consecuencia, a la jurisprudencia constitucional de este Colegiado.
Así, la jurisdicción arbitral, que se configura con la instalación de un Tribunal
Arbitral en virtud de la expresión de la voluntad de los contratantes
expresada en el convenio arbitral, no se agota con las cláusulas
contractuales ni con lo establecido por la Ley General de Arbitraje, sino que
se convierte en sede jurisdiccional constitucionalmente consagrada, con
plenos derechos de autonomía y obligada a respetar los derechos
fundamentales.

En relación con el sentido que debe otorgársele a términos como contrato,


demanda, tribunal arbitral y laudo, la LGA ha decidido, siguiendo la tendencia
de la legislación internacional y comparada, un criterio de interpretación más
amplio a fin de que la legislación arbitral no sea un obstáculo para la
continuidad y normal desarrollo de un proceso arbitral. Así, el objetivo de la
LGA es la simplificación de los procesos y el establecimiento de estándares en
el lenguaje utilizado. Además, el artículo 6° de la LGA contribuye de manera
importante para la promoción del arbitraje internacional en el Perú.

3. Ventajas del artículo 6° de la LGA para el desarrollo del arbitraje en el


Perú

Luego de haber comentado los principales aspectos relativos al artículo 6°,


podemos señalar que las reglas de interpretación previstas en dicho precepto
presentan las siguientes ventajas:

11
1. Contribuyen a la consolidación de la autonomía del arbitraje, al proveer
respuestas a posibles incertidumbres jurídicas y/o controversias que
pudieran suscitarse durante los procesos en sede arbitral.

2. Facilitan la eficacia de la institución arbitral al establecer reglas que


permitan el normal desarrollo del arbitraje.

3. Contribuyen a la uniformidad de términos establecidos en la ley, lo cual


resulta idóneo para la solución de controversias de índole comercial en
arbitrajes nacionales e internacionales.

4. Ofrecen un moderno conjunto de reglas de arbitraje, a partir de las normas


de la Ley Modelo de la UNCITRAL, elaboradas con la asistencia de
expertos de todas partes del mundo.25

5. Se logra una mayor transparencia en los estándares, así como certeza


respecto de la connotación de los términos y de los alcances de la voluntad
de las partes, lo cual contribuye a la autonomía de las mismas26 y también a
la autonomía del proceso arbitral.

4. Consideraciones Finales

La LGA constituye una herramienta que posee una vigorosa vocación para
contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la institución arbitral en nuestro
país y que está siendo, desde su entrada en vigencia, de gran utilidad para la
eficacia de los procesos arbitrales. Asimismo, la LGA representa el esfuerzo de
sus autores por incorporar en el derecho interno las decisiones,
recomendaciones y normas elaboradas a nivel internacional y comparado, las
cuales permiten una estandarización de los elementos del proceso arbitral.
Dentro de dicho contexto, la incorporación de las reglas de interpretación en el
artículo 6 permite proporcionar una mayor autonomía al proceso arbitral, así
como afianzar los principios que dan sustento al arbitraje. En consecuencia, el
artículo 6 establece las precisiones necesarias a fin de que la LGA sea un texto
legislativo que permita un proceso que posea las características de eficacia,
certeza y transparencia y en el que la autonomía de la voluntad de las partes
sea debidamente interpretada y aplicada.

Lima, abril del 2009


Artículo Ley Arbitraje.abr 09

25
SANDERS, Pieter. Procedures and Practices under the UNCITRAL Rules. En: The American
Journal of Comparative Law. Vol. 27 N° 2/3, Unification of International Trade Law:
UNCITRAL’s First Decade (Spring – Summer, 1979), p. 453. American Society of Comparative
Law.
26
MARTÍNEZ-FRAGA, Pedro J. International Commercial Arbitration. United States Doctrinal
Developments and American Style Discovery. Navarra: Editorial Aranzandi. 2008. p. 128.

12

También podría gustarte