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DANILO MARTUCCELLI {Existen individuos en el Sur? Dao Marrucctat ate El poder indicativo es pues un modo de ejercicio del poder ccuya permanencia histérica debe prem superficial y transitoria en términos de crisis. Se trata de una cefectivos se combinan, en medio de una extratia alquimia, con ‘menos permanentes proptestas ut6picas y generosas; donde la debilidad ordinaria y efectiva del poder va ala par con el abuso; en donde la impotencia se conjuga con el exceso, todo ello envuclto en una teatralidad estructural de lacultura de la transgi ma no es sino la punta del iceberg. Ella es, en efecto, solo una mnes de una problemética més general: sblece entre los individuos y las instituciones. lo general, se observa un desacuerdo estructur inos “positives” 0' desde su accionar, respuestas que colmen las brechas de éstas. Como lo veremos, e! poder indicative fomenta estructuralmente un tipo particular de individualidad que se autoconcibe a espaldas, fuera o contra la institucionalidad. 178 Capituco 14 Ciclotimias econémicas: secuencias y consecuencias Como lo hemos indicado répidamente en ef capitulo anterior, el poder indicativo se prolongs en el ambito econdmico. O, si se prefiere, la especificidad del modo de insereién de los paises {atinoamericanos en la economia mundial, y sobre todo, y como lo veremos, el imaginario de la riqueza propio de Ia regién acompaiia y completa la idea de un poder que serfa muchas veces solamente indicativo en sus capacidades de intervencién. Aqui también la sombra de la conquista, y més particular de la regién en el sistema econdmi lun peso mayor. América Latina es indisociable en este registro de la transformacién del comercio que produjo ~y ace descubrimiento y de la explotacién a gran escala de la mano de obra, Pero, a pesar de su importancia estructural, no fue ni uno ni otra de estas realidades lo que capturd mas durablemente el imaginario especifico que tiene la regién de la riqueza. 1. La realidad del trabajo América Latina, como tantas otras regiortes det Sur, es inente en el que el trabajo es omnipresente, Incluso la historiografia precolombina del continente ha acordado a las formas de trabajo, sobre todo comunales, una gran importancia a la hora de deseribir los modelos politicos presentes. Sin embargo, tratdnndose de una regién sometida desde hace siglos a una forma particular de extraccién de la riqueza, y a sociedades ain envueltas en criterios de legitimacién “atistocréticos”, el trabajo nunca terminé de gozar en América Latina del prestigio que lo envuelve cn la estela del mundo de la burguesia. Seamos cautos, porque se juega en este punto uno de los estereotipos més tenaces a propésito de los individuos en el co Dasa Mazrucceu 180 que la revotuci fujo de manera més tardia, y de manera lobalmente baja cipal forma de explotacién de la tierra fie dur ia, por lo general orientada hacia el OU EN EL SUR? los rcelas en las que los. ismos. Un sistema que las reformas para la hacienda y bajadores agrarias transformaron desaparecer en muchos paises, embargo, y desaparecido del to de trabajo en cuenta propia, En este rubro, es di . nuevas empresas en el logrado absorber la totalidad aflos, de 1980 al 2000, pasé del activa de la regién. terciario hoy, nunca mano de obra mase! 16% al 13% de la poblacién Dayno Marrocen eBxsren wowouase Sex? Todo lo anterior no debe industrializacién que tuvo lugar y tiene lugar hoy en América Latina. Si las razones estructurales son muy distmiles entre el {odo de la substitucién de importaciones y a ola de privatizac ada neoliberal de los afios ochenta, es importante para actual recordar la presencia efectiva de una regidn.” Y ello tanto mas que hoy en dia, sobre todo en algunos sectores como la agro-industria, un conjunto de empresas se han modernizado y consolidado (como por ejemplo o el Pent) y que en otros paises, sobre todo en Brasil y México, algunas empresas han conocido una real modemizacién tecnolégica emergiendo industrias de punta que han introducido 1 los nuevos procesos de racionalizacién y de gestion venimos de evocar. Sien del mercado de trabajo es constante en la regi década r denominado sector modemo y tradicion supuesto, y una vez més, las diferencias son set s (solo en algunos de ellos, como en el Peri d hasta el 70% de la actividad salarial se ejercia sin contrato formal de trabajo), peto ito es menos cierto que a comienzos del siglo XXI se estimaba que més del 45% del empleo urbano se realizaba en América Latina en el sector informal cos debates han variado en el tiempo y, tra que en términos de individualidad se indica. No es aqui para precisar cada una de y heterogéneo, entre aque! trabajadores como u dependiente, un grupo proletarizada y protorevolucionario, un iado popular que se afirmé fuera de las regulaciones as, una “masa” urbana que desbordé el Estado ct nueva forma de insercidn del proletariado en la di bajo." {Quién dijo que las ciencias sociales no tienen debates de interpretacién en la regién? En todo caso, de estas discusiones, imposible no arco de Ia heterogencidad estructural propia de las econom{as latinoamericanas (Tokman, 2004), El sector informal es a la vez un refugio y un encierro, si por un lado instala durablemente a algunos trabajadores en actividad econémica independiente (sobre todo de tipo comercial), para otros solo setiala una actividad intermitente que se ejerce centre dos actividades salariales formales, y que en otros casos se inserta en una estrategia familiar ~y sexuada—de ingresos. En este sentido, el sector informal define menos un universo paralelo al ejercido ~y se ejerce hoy en gran heterogeneidad de condiciones y de estatus de empleo, y en medio de una fuerte segmentacién de los mercados de trabajo (CEPAL, 2007). Si es inexacto hablar de continuidad, a tal punto las formas del trabajo han variado, no es menos cierto que fa gestidn de la mano de obra, su penuria osu indisciplina, han sido en América Latina, como en tantos otros lados, una constante de su historia social. ¥ sin embargo, el trabajo no goza en la regién la individuacién en otras 2, Pluriactividad ¢ identidades laborales Antes de extraer algunas de las principales consecuencias que se desprenden de estas realidades para entender el proceso de individuacién, es preciso detenemos un instante en e! punto que Dato Marruces Si recordamos lo anterior, es porque se encuentra en este aspecto uno de los elementos mayores de Ia individuacién en ‘América Latina. En efecto, a pesar de su omnipresencia en ta vida social, el trabajo no el rol integrador central que un punto imo andlisis la cohesién social, y més allé de ella nunca reposé 0 se condensé en América cialmente en tomo a la economia o al trabajo. Hay, en este punto, una especificidad importante. {Por qué? Por dos razones que, aunque diferentes, ayer y hoy, conducen a una conclusién semejante en lo que concieme el proceso de individuacién, Comencemos en primer lugar por el mundo de ayer. Por un lado, porque en medio de lo que se llamé tuna sociedad dual, y sobre todo en el sector tradicional de la ‘economia, la identidad en el trabajo nunca cesé de estar articulada a otras dimensiones personales, comunitarias 0 raciales, por lo muchas veces instrumentalizadas por os empleadores. Una representacién que ciertas visiones han terminado incluso por cen un contra-modelo: las antiguas economias armoniosas y viables de la fase precolombina, gobemadas por el equilibtio, sido descoyunturadas por la penetracién progresi capitalismo. Por el otro lado, porque incluso en el sector mod la identidad personal no pudo nunca reducirse enteramente al trabajo, atal punto los privilegios sociales, la famosa “decencia pero también una forma particular de uso del capital social, impidieron una imbricacién de este tipo. En segundo lugar, en el mundo actual -y esto vale tanto para el sector moderno, tradicional o informal-, porque la experiencia profesional esta en casi todos los Ambitos y oficios sometida a una profunda vulnerabilidad, fo que engendra muchas veces trayectorias laborales zigzagueantes 0 en todo caso wna pluriactividad, secuencial 0 simulténea, que, al obligar los individuas a efectuar diferentes ocupaciones durante su vida laboral disminuye inevitablemente el rol del trabajo en tanto dimensién identitaria hegeménica, Como lo mostré de manera convincente un estudio @ propésito de lz conciencia de clase observable entre los obreros peruanos en los afios ochenta, Bxstey mows ev 1 SUR? sometidos a una fuerte inestabilidad de sus empleos, y por ende obligados a ertar entre varios oficios asalariados, o incluso vi varias idas y venidas entre un trabajo formal e informal, obrero es algo relativo” (Parodi, 1986), En América Latina, pues, las posiciones sociales y los roles profesionales son menos univocos que en otras sociedades, La pluriactividad es una préctica comin en muchos paises de la regién, sobre todo en las capas populares pero también entre los, sectares medios, lo que hace que a lo largo de su vida un actor tenga una pluralided de oficios (o simplemente trabajos) y, por nde, una multiplicidad de identidades (no es raro, por ejemplo, que © que un asalariado complete su remuneraci segunda activided laboral fuera de su empleo principal). En un universo de este tipo, los ingresos que se obtienen a través de distintas actividades mercantilizadas son muchas veces més n del actor que iplomas o su salavo. tacién del relato de lo mismo” debe ser descartada. Leer Ia situacién conte! en términos de una “individualizacién de trayectorias laborale estableciendo si un parangén con las experiencias del Norte es una interpretacién inexacta. Es sin duda més justo leer este proceso ¢n su profunda continuidad histérica, inserténdolo, entonces, en ional heterogeneidad y segmentacién del mercado de en la regién, tral 3. Un imaginario de la riqueza sumen, el trabajo es un valor cultural en muchos paises de América Latina, pero est lejos de poseer la acuidad identitaria que tuvo -y tiene~ en otras regiones, y nunca fue, en verdad, el pivote de la integracién social en la regisn. Pe tal vez el aspecto mas significativo de de la riqueza que ti la valorizacién de la empresa y ma nen los latinoamericanos. Un aspecto qu alld de ella, del espfritu 185 Dao Marruccets Eston Wome ev 1 SR? empresarial desde hace unas décadas, no ha logrado modificar ica de la mayor parte de los paises de larga duraciéa, escribirse como una nde recursos naturales -y de la mano de tuna dependencia puede aparecer como si (rico Io ifustra hoy a ta perfe ueza esti en la tierra, claro, pero Ja ruta, e cacao, el azicar oel cal de las materias primas en los y en los abismos, de t ‘décadas, estd atravesado de cabi exp nde las riquezas natural inoamericana acer de el imposible regién puede describirse, en de productos que marcan el que habré de los paises Dayito Masruceu como una variante fisiéerata: a tal punto la riqueza en cuestion aun “don” natural. Por supuesto, y como los pardgrafos precedentes lo indican, esta riqueza no es en el fondo disociable del trabajo, y la historia ‘econdmica latinoamericana no se reduce a una sucesién de mono- mn, En este sentido, la presentacién que nente esquemitica y reductora, las sociedades latinoamericanas, seria indispensable referitse a otto tipo de clasificacién, como por ejemplo, los estudios que diferencian entre ciclos econémicos de ex} export-import (1900-1930); la substitucién de importaciones (1930-1960); Ia fase de estancamiento del crecimi in de importaciones (1960-1980); y un perfodo marcado, es de la regién, por la crisis de la deuda y luego el iberalismo (1980-2010). En esta trayectoria, el valor aiadido en las materias primas, gracias al incremento de Ia parte de manufactura en ellas, no ha cesado de progresar, dando lugar ‘en muchos sectores a la aparicién de una economfa agro-industrial cada vez. mas performante y competitiva." Y, sin embargo, y a pesar de-estas etapas, creemos que en lo que se refiere al imaginario de la riqueza, algo permanece constante a lo largo de estos modelos. Una riqueza que en su fundamento primero escapa alos juicios de economias nacionales basadas en terciarizaciones espurias, industrializaciones truncas 0 recientes re-primarizaciones. Todas ellas, por vias distintas, comulgan tarde o temprano en la continuidad del imaginario de la riqueza propia del continente: a saber que ésta se halla, en tiltimo andtisis, en la naturaleza. En su apr ny en sit explotacién, por supuesto, pero solo luego y més tarde, Lo que ¢s primero en este imaginario es la existencia, en la naturaleza, de una riqueza proverbial. “Vale un Pert...” Desde la conquista y la colonia hasta hoy, del oro al petrdleo, éste es el verdadero 188 ERSTEN NOIOLOS EN BL SURP imaginatio econémico de los latinoamericanos. E incluso cuando las realidades econdmicas tienden a desmentir un diagnéstico tan simplista (como es el caso del Brasil hoy en dia y Ia importancia y diversidad de su desarrolto econémico), le a sido posible a analista resumir la globalizacién en curso con una fra a India Ia informatica, a China la industria, a Bra ganaderia (Magnoli, 2006, p. 146). Que el lector no se equivaque en su interpretacién. El trabajo, cl intercambio entre el hombre y la naturaleza por momentos Marx, y como los antropélogos | con certeza, es una realidad presente en todas las sociedades. Pero el trabajo no toma el mismo sentido imaginario en todas ellas. Es un peso civilizatorio sin precedentes, al punto que Simone (1968) pudo afirmar, no sin razén, que se trataba de | verdadera conquista del espiritu humai ‘© que Karl Polanyi (1983) pudo hacer de la mereant ‘trabajo el corazén de la sociedad de mercado moderna. Si te absurdo desconocer la presencia de elementos de este tipo en América Latina hoy, no es, sin embargo, esta representacié cen todo caso bajo esta forma, lo que constituye el centro dei imaginario de ta riqueza en el contin {Qué quiere decir esto? Que ef epicentro de la riqueza escapa «ala voluntad humana. Que lariqueza es un “don” de la naturaleza, Por supuesto, su extraccién es inseparable de su apropiacién y grandes pugnas politico-econémicas en la regién han sirado en tomo a la apropiacién privada o a la nacionalizacién de la explotacién de los recursos naturales. Pero, y es lo esencial, su existencia precede al trabajo humano, y en el fondo, existe independientemente de él. Por supuesto, esta riqueza solo es un potencial natural y el desarrollo diferencial de los paises en la regién se explica, en mucho, como Ia tesis siempre de actualidad de Femando H.Cardoso y Enzo Faletto (1969) lo seftalé con inteligencia desde hace ya més de cuarenta afios, por Ia existencia o no de una clase dirigente nacional. El corazén de este diagnéstico sigue siendo Daxwo Masrucenut us observables trabajo, pero La omnipresenci la regin que cada proverbio al respect la Sat 190 st 6n de otros grupos soci ‘és de los golpes de Estado militares). Mas ican, no hay riqueza sin ie depende de la riqueza de la naturaleza y la pobreza de la que es incluso observable fa incorporaci lugs perezosos en el Sur. Es en todo caso lo que resume smpo, toda una vertiente de la mientoa waza y s diferencias, algo es comin a smpre excesiva, es un portento, fc, para nuestro propésito actual, ¢ la representaci ica de tantos paises de la regi nto el origen como el ocaso dela riqueza exceden a la act actores. Por sup las diferencias son mayis mareados por la impronta del mercado autorregulado y fases en ciales y modos de regula acumulacién progresiva del capi Latina, si bien este proceso también se ta los latifundios, pasando por las haciendas, ndel imaginario de la rique. Daw us {Esa NOUS EN SUR? ginario de la riqueza, de lo que la teoria de la dependencia afirms ace décadas, o de lo q percibida como un puro mé Pero, la riqueza, genera por lo get empero, como en otras regiones del Sur, jul 1oda, sobre el turales no seria es solo parc sobre un aspect ida social sostiene con la riqueza, Hay en 0 depresién, donde, sobre 410 de una oportunidad mpo que ella dure. Lo pero seftalemos desde ya odo, la riqueza aparece como el inesperada que hay que aprovecha 192

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