Está en la página 1de 11

1.

La manzana de la discordia

Se celebraban las bodas de la ninfa Tetis y el mortal Peleo con un festejo al que estaban
invitados todos los dioses. ¿Todos? No. Al hacer la lista de invitados alguien se olvidó de Eris,
la diosa de la discordia. Aunque dicen las malas lenguas que no se olvidaron de invitarla, sino
que no la querían en el banquete de bodas para que no provocara ninguna discusión.
La idea de no invitar a Eris no fue muy buena porque, invitada o no, ella estaba
dispuesta a generar conflicto. Ofendida porque no la habían invitado a la boda, cuando todos los
dioses estaban disfrutando de la comida lanzó a la mesa del banquete una manzana dorada en la
que ponía: 'para la más bella'. La manzana dorada fue a parar alrededor de tres diosas, Atenea,
Afrodita y Hera. Cada una de ellas quería esa manzana porque cada una se creía la más bella.
Aquella situación olía a discusión y Zeus evitó tomar la decisión de a quién
correspondía la manzana, que era igual que decidir cuál de las tres diosas era la más bella. Así
que le pasó la patata caliente a un mortal, a Paris Alejandro, príncipe de Troya que estaba en el
monte Ida cuidando de sus ovejas. Y allí que se plantaron las tres diosas frente a Paris para que
resolviera la cuestión.
- ¿A quién crees que pertenece esta manzana? - preguntaban las tres diosas al mismo tiempo.
Paris leyó que en la manzana dorada ponía: 'para la más bella' y supo que estaba en un
problema. Pero no había forma de zafarse y tenía que tomar una decisión. Las tres diosas le
ayudaron a decidirse con algunas promesas de lo más jugosas.
- Si me eliges a mí - le dijo Hera, que era la diosa madre más poderosa - te convertiré en
el hombre más rico y más poderoso.
- Si me eliges a mí - le dijo Atenea, que era la diosa de la guerra y de la sabiduría - te
haré conquistar muchos reinos y tendrás una gran inteligencia.
- Si me eliges a mí - le dijo Afrodita, que era la diosa del amor - tendrás a la mujer más
bella del mundo.
No es que Paris tuviera alguna duda acerca que cuál de las tres diosas era la más bella,
porque todo el mundo sabe que no hay diosa más bella que Afrodita. Pero temía enfadar a las
otras dos diosas si no las elegía a ellas. Menudo problema, porque solo podía elegir a una.
Finalmente Paris decidió apostar por ser honesto y elegir a Afrodita como la más bella
porque era eso lo que pensaba realmente. Y con la verdad se llega siempre a todas partes. Si
además le esperaba como recompensa la bella Helena, hija de Zeus, que era la mujer más bella
del mundo. ¿Qué más podía pedir?
Así que Paris le entregó la manzana dorada a Afrodita y la diosa cumplió su promesa
preparando el encuentro entre París y Helena quien al instante se enamoró de Paris. Ambos
marcharon a Troya y se casaron.
Mientras tanto, Atenea y Hera, descontentas con la decisión de Paris, no podían estar
más enfadadas y le dijeron que aquello no iba a quedar así. Ellas visitaron a Eris y, con su
ayuda, organizaron una guerra de todos los griegos contra Troya. Dicen que la conocida guerra
de Troya fue causada por una mujer, debido a una discusión y por una simple manzana. Pero
eso, ya es otra historia...

Fuente:https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/cuentos-infantiles/la-manzana-de-la-
discordia-cuentos-cortos-para-ninos/

Laura Vélez
Periodista
4 de marzo de 2018
2. Guillermo Tell

Guillermo Tell era muy apreciado entre los habitantes de la población suiza de Altdorf,
su ciudad natal. Era el mejor navegante en todo el lago de Lucerna, y el mejor arquero. Y odiaba
al cruel duque Gessler, que había sido enviado por una potencia extranjera para gobernar y
someter a aquella región.
El valor y la destreza de Tell habían hecho de él un héroe a los ojos de sus paisanos. Por
ese motivo, Gessler le odiaba y temía. De modo que Guillermo Tell, a fin de evitarse problemas,
se fue a vivir a las montañas con su hijo, a quien quería más que a nadie en el mundo.
En ocasiones, sin embargo, tenía que bajar a Altdorf en busca de provisiones. Un día,
durante una de esas visitas, se quedó estupefacto al ver que todas las personas que cruzaban la
plaza se inclinaban ante un palo alto coronado por un sombrero.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó.
—El duque nos ha ordenado que hagamos una reverencia cada vez que pasemos frente a ese
palo.
—¡Qué tontería! ¡Me niego a inclinarme ante un sombrero!— Y cruzó la plaza seguido de su
hijo.
—¡Deténte! —dijeron unos soldados, al tiempo que se abalanzaban sobre él.
Una vez reducido, condujeron a Tell y a su hijo a la corte del duque. Gessler se frotó las
manos de satisfacción y dijo:
—Guillermo Tell, por el delito de desacato a mi sombrero, podría arrojarte a las mazmorras del
castillo de Kussnacht para el resto de tus días.

Guillermo mantuvo erguida la cabeza y miró al duque con calma y serenidad. Gessler se puso
furioso. ¿Es que no había forma de desmoralizar a aquel hombre?
«Sí», pensó sonriendo cínicamente, «tal vez sí exista un medio».
—He oído decir que eres el mejor arquero del país —dijo, arrellanándose en su butaca.
-¡Qh, sí, es cierto! —exclamó el hijo de Tell.
—En tal caso sería una lástima que te pudrieras en la cárcel. Voy a hacerte la siguiente
proposición: Si eres capaz de clavar tu flecha en una manzana a una distancia de cien pasos, te
dejaré libre.
Guillermo no imaginaba por qué Gessler le brindaba la oportunidad de seguir libre. El
tiro era ciertamente difícil, pero estaba seguro de conseguir partir la manzana y accedió. Con
que se encaminaron a un campo donde crecía un joven roble. El duque, riendo, dijo: —Ahora,
amarrad al chico al árbol y colocad sobre su cabeza una manzana. ¡Seguro que nuestro amigo se
esmerará en no errar el tiro! Gessler sonrió satisfecho al ver palidecer a Tell. Había descubierto
su punto débil: adoraba a su hijo. ¿Qué haría Tell? ¿Suplicaría ser encarcelado antes que poner
en peligro la vida de su hijo? Guillermo notó que le temblaban las manos. Y si le temblaban al
apuntar la flecha, ¿cómo podía arriesgar la vida de su hijo a cambio de conservar él la libertad?
Entonces se oyó una voz que dijo:
—Tú puedes hacerlo, padre. Sé que puedes. No temas, no moveré un músculo hasta que hayas
hecho diana en la manzana de mi cabeza.
Los soldados amarraron al chico al árbol y colocaron una pequeña manzana roja sobre
su cabeza. Guillermo montó una flecha en su ballesta.
El niño permaneció inmóvil y vio cómo apuntaba el arco a su frente. Vio la punta
metálica de la flecha reluciendo al sol. Contuvo la respiración. Sonó un ruido vibrante y la
manzana cayó a sus pies en dos mitades. ¡Su padre había ganado la libertad!
Gessler trató de disimular su ira. Entonces cayó una segunda flecha del forro de la
chaqueta de Guillermo.
—¿Por qué cogiste dos flechas?
—De haber matado a mi hijo con la primera -respondió Guillermo sin alterarse—, habría
clavado la segunda en tu despiadado corazón, Gessler.
El duque, enfurecido, exclamó: —¡Morirás por tu traición! ¡Llevadle al castillo de
Kussnacht al otro lado del lago y dejad que las bestias de la bodega lo devoren vivo!
Los soldados ataron a Guillermo y lo condujeron hasta el transbordador, rumbo a la
siniestra fortaleza.

-¡Vete a casa, hijo! —gritó Tell—. ¡Vete a casa y espérame!


Cuando la embarcación alcanzo la parte más profunda del lago, se levantó un fuerte
viento. El lago era una masa de olas gigantescas. La embarcación cabeceaba y se balanceaba.
Los soldados estaban aterrados.
-¡Sólo Guillermo Tell es capaz de dominar un barco con este temporal! —exclamó el
capitán, mientras los demás gritaban: «¡Que nos salve Tell! ¡Que se haga cargo del barco!»
Guillermo fue desatado y empuñó la caña del timón, haciendo girar la proa del barco en
aquel torbellino de lluvia y espuma. Apenas si conseguía las rocas de la orilla que rasgaban el
agua como afilados dientes.
Giró el timón y una ola gigantesca levantó el barco y lo dejó caer sobre las rocas. ¡La
quilla se partió en dos!
Guillermo tomó la ballesta de un soldado, saltó sobre la proa, se agarró a las ramas de
un árbol y alcanzó tierra firme. Los soldados extranjeros fueron engullidos por el lago.
En la orilla opuesta se hallaba Gessler, observando horrorizado el trágico fin de sus
mejores soldados. Hincando una rodilla en tierra, Guillermo apuntó la ballesta y disparó…
clavando la flecha en el corazón de Gessler.
Luego, a través de la niebla, trepó por la ladera de la montaña hacia su casa, donde le
esperaba su hijo.
Al cabo de unos años, Suiza se libró del yugo extranjero y sus gentes recobraron la paz.
Y todavía hoy se recuerda la gran hazaña del legendario Guillermo Tell.

Fuente: https://www.cuentosinfantiles.net/cuentos-guillermo-tell/
11 mayo, 2015.
3. Blancanieves

[…]La Reina, de regreso en palacio, fue directamente a su espejo: "Espejito en la pared,


dime una cosa: ¿quién es de este país la más hermosa?". Y como las veces anteriores, respondió
el espejo, al fin: "Señora Reina, eres aquí como una estrella; pero mora en la montaña, con los
enanitos, Blancanieves, que es mil veces más bella".
Al oír estas palabras del espejo, la malvada bruja se puso a temblar de rabia. - ¡Blancanieves
morirá -gritó-, aunque me haya de costar a mí la vida!
Y, bajando a una cámara secreta donde nadie tenía acceso sino ella, preparó una
manzana con un veneno de lo más virulento. Por fuera era preciosa, blanca y sonrosada, capaz
de hacer la boca agua a cualquiera que la viese. Pero un solo bocado significaba la muerte
segura. Cuando tuvo preparada la manzana, se pintó nuevamente la cara, se vistió de campesina
y se encaminó a las siete montañas, a la casa de los siete enanos. Llamó a la puerta.
Blancanieves asomó la cabeza a la ventana y dijo:
-No debo abrir a nadie; los siete enanitos me lo han prohibido.
-Como quieras -respondió la campesina-. Pero yo quiero deshacerme de mis manzanas.
Mira, te regalo una.
-No -contestó la niña-, no puedo aceptar nada.
-¿Temes acaso que te envenene? -dijo la vieja-. Fíjate, corto la manzana en dos mitades: tú te
comes la parte roja, y yo la blanca.
La fruta estaba preparada de modo que sólo el lado encarnado tenía veneno.
Blancanieves miraba la fruta con ojos codiciosos, y cuando vio que la campesina la comía, ya
no pudo resistir.
Alargó la mano y tomó la mitad envenenada. Pero no bien se hubo metido en la boca el
primer trocito, cayó en el suelo, muerta. La Reina la contempló con una mirada de rencor, y,
echándose a reír, dijo:
-¡Blanca como la nieve; roja como la sangre; negra como el ébano! Esta vez, no te
resucitarán los enanos.
Y cuando, al llegar a palacio, preguntó al espejo: "Espejito en la pared, dime una cosa:
¿quién es de este país la más hermosa?". Le respondió el espejo, al fin: "Señora Reina, eres la
más hermosa en todo el país".
Sólo entonces se aquietó su envidioso corazón, suponiendo que un corazón envidioso
pueda aquietarse.
Los enanitos, al volver a su casa aquella noche, encontraron a Blancanieves tendida en
el suelo, sin que de sus labios saliera el hálito más leve. Estaba muerta.
La levantaron, miraron si tenía encima algún objeto emponzoñado, la desabrocharon, le
peinaron el pelo, la lavaron con agua y vino, pero todo fue inútil. La pobre niña estaba muerta y
bien muerta. La colocaron en un ataúd, y los siete, sentándose alrededor, la estuvieron llorando
por espacio de tres días. Luego pensaron en darle sepultura; pero viendo que el cuerpo se
conservaba lozano, como el de una persona viva, y que sus mejillas seguían sonrosadas, dijeron:
-No podemos enterrarla en el seno de la negra tierra- y mandaron fabricar una caja de cristal
transparente que permitiese verla desde todos lados. La colocaron en ella y grabaron su nombre
con letras de oro: "Princesa Blancanieves".

Fuente: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2011/blacan.pdf
4. Robin Hood

El ladrón de ricos y proveedor de los pobres, Robin Hood, fue un gran arquero. Hacía
uso de esta habilidad para vengarse de sus opresores. Una de las imágenes más famosas de este
héroe involucra un juego con una manzana. Se decía que era tan bueno que, aun con los ojos
cerrados, podía lanzar una flecha y partir una manzana a la mitad (que se colocaba, según la
leyenda, sobre la cabeza de un amigo suyo) tras haberla visto tan sólo unos segundos.
[…]
El joven Partington respondió:
—Si no me equivoco, vos sois el famoso Robin Hood, y ésta vuestra temida banda de
campesinos proscritos. Os traigo saludos de nuestra graciosa majestad la reina Leonor. Muchas
veces ha oído hablar de vosotros y de vuestras fechorías, y es su deseo veros la cara; por eso me
envía a deciros que si accedéis a venir a Londres ella hará todo lo que esté en su mano para que
no sufráis daño alguno y os devolverá sano y salvo a Sherwood. De aquí a cuatro días, nuestro
buen rey Enrique, a quien Dios guarde, presidirá un gran torneo de tiro en los campos de
Finsbury, al que acudirán los más famosos arqueros de toda Inglaterra. Nuestra reina desea
veros competir con ellos, pues está convencida de que ganaríais el premio sin duda alguna. Así
pues, me ha enviado con sus saludos y, como señal de buena voluntad, os envía este anillo de
oro, sacado de su propio y real dedo, y que ahora pongo en vuestras manos.
Al oír esto, Robin Hood inclinó la cabeza y, tomando el anillo, lo besó con devoción,
tras lo cual se lo puso en el dedo meñique.
—Antes perdería la vida que este anillo —dijo—. Para que lo separen de mí, mi mano
tendría que estar muerta y fría, o cortada por la muñeca. Honorable señor paje, obedeceré los
deseos de nuestra reina e iré con vos a Londres; pero antes de partir, os ofreceré un banquete
aquí en el bosque con lo mejor que tengamos.
[…]

Tras haber elegido tres flechas de su agrado, Robin revisó atentamente la cuerda de su
arco antes de disparar.
—Sí —seguía diciéndole a Gilbert, que se había quedado junto a él para verle tirar—,
deberíais hacernos una visita allí en Sherwood —aquí tiró de la cuerda hasta que la mano quedó
junto a la oreja—. En Londres —aquí disparó la flecha— no podéis disparar más que contra
grajos y cornejas, pero allí podríais picotear las costillas a los mejores venados de toda
Inglaterra.
Y aunque no dejó de hablar mientras tiraba, la flecha se clavó en la diana, a menos de
media pulgada del punto central.
—¡Por mi alma! —exclamó Gilbert—. ¿Sois acaso el diablo vestido de azul, para tirar
de ese modo?
—No —respondió Robin riendo—, no soy tan malo como eso, confío.
Y diciendo esto, tomó otra flecha y la montó en la cuerda. De nuevo disparó, y de nuevo
insertó la flecha a un dedo del centro; tensó el arco por tercera vez, y la flecha se clavó entre las
otras dos, en el mismísimo centro de la diana, de modo que las plumas de las tres flechas
quedaron entremezcladas, y a cierta distancia parecían una sola flecha
Y entonces se fue extendiendo un murmullo entre la muchedumbre, pues jamás se había
visto en Londres semejante puntería; y jamás se volvería a ver después de los tiempos de Robin
Hood. Todos comprendieron que los arqueros del rey habían sido vencidos limpiamente, y el
honesto Gilbert le estrechó la mano a Robin, reconociendo que jamás llegaría a tirar como
Robin Hood o el Pequeño John.

Fuente:file:///E:/Documents/IES/Electiva%20con%20JESU/material%20de%20inter%20electiv
a%20jesu/las_alegres_aventuras_de_robin_hood.pdf
5. Adán y Eva desobedecen a Dios

3 La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y
le preguntó a la mujer:

—¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?

2 Y la mujer le contestó:

—Podemos comer del fruto de cualquier árbol, 3 menos del árbol que está en medio del jardín.
Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos,
moriremos.

4 Pero la serpiente le dijo a la mujer:

—No es cierto. No morirán. 5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese
árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.

6 La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a
tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y
él también comió. 7 En ese momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que
estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.

8 El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que
sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los árboles del jardín. 9 Pero
Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:

—¿Dónde estás?

10 El hombre contestó:

—Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.

11 Entonces Dios le preguntó:

—¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije
que no comieras?

12 El hombre contestó:

—La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.

13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer:

—¿Por qué lo hiciste?

Y ella respondió:

—La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto.

14 Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente:

—Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante
caminarás arrastrándote y comerás tierra. 15 Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo
que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás
el talón.

16 A la mujer le dijo:

—Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te
llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti.

17 Al hombre le dijo:

—Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras,
ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu
alimento durante toda tu vida. 18 La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas
silvestres. 19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de
la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

20 El hombre llamó Eva a su mujer, pues ella fue la madre de todos los que viven. 21 Dios el
Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su mujer se vistieran, 22 y dijo:
«Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es
malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.»

23 Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la
cual había sido formado. 24 Después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos
seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie
llegara al árbol de la vida.

Fuente: Génesis 3. Dios Habla Hoy (DHH)


Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+3&version=DHH
6. La auténtica historia de Newton y la manzana

La historia de la manzana de Newton es, posiblemente, una de las historias más conocidas y
difundidas en la historia de la ciencia. Según la creencia popular, Newton se encontraba a la
sombra de un manzano, reflexionando y pensando en quién sabe qué, cuando una manzana le
cayó en la cabeza y le dio la primera idea de su futura ley de la gravedad. El manuscrito que
relató originalmente la historia de cómo el científico británico inspiró sus teorías físicas a partir
de la famosa manzana, momento conocido como el ‘eureka’ de Newton (1643-1727), forma
parte de una biografía del científico escrita por su amigo William Stukeley en 1752.

En enero de 2010, este manuscrito salió a la luz por primera vez de los archivos de la Royal
Society de Londres. Hasta ahora, había permanecido oculta en los fondos de la antigua sociedad
científica londinense hasta el año de su 350 aniversario. Coincidiendo con la efeméride, la
sociedad quiso llevar a cabo la publicación del famoso documento a través de su página web.
Martin Rees, presidente de la organización en el momento de la publicación (cargo que también
ocupó Sir Isaac Newton), afirmó que “la biografía de Stukeley es un instrumento precioso para
los historiadores de ciencia”, y aseguró que el acceso por Internet al documento “permite que
cualquier persona pueda verlo como si lo tuviera en las manos”. Desde entonces, numerosas
sociedades científicas e históricas han convertido Internet en una nueva herramienta para poder
disfrutar y examinar documentos antiguos de valor incalculable.

Según explicó Martin Rees, el biógrafo de Newton, William Stukeley, era amigo y conocido del
científico y fue testigo de sus reflexiones en torno a la teoría de la gravedad. Ambos solían
sentarse bajo la sombra de los manzanos que el científico tenía en el jardín de su casa y pasar
horas reflexionando y debatiendo sobre la actualidad científica del momento. En un extracto del
libro ‘La vida de Sir Isaac Newton’, Stukeley escribió: “Me dijo que había estado en esta misma
situación cuando la noción de la gravedad le asaltó la mente. Fue algo ocasionado por la caída
de una manzana mientras estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por qué esa manzana
siempre desciende perpendicularmente hasta el suelo?, se preguntó a sí mismo”.

Aun con la información que aporta este documento, son muchos los que siguen poniendo en
duda la verdad de esta historia. Algunos piensan que la historia de la manzana fue una pequeña
invención de Newton para mejorar su historia y aumentar su ya considerable fama, mientras que
otros creen que la mítica manzana es una metáfora, ya que este fruto ha sido relacionado desde
mucho tiempo atrás como símbolo del conocimiento (desde la manzana del árbol del Edén que
mordió Eva).

Sea cierto o no que una manzana plantó la semilla de la gravedad en Newton, lo que sí se puede
asegurar es que el científico británico fue uno de los pensadores más importantes y respetados
de su época y ha llegado hasta nuestros días como una leyenda. Y es que ya lo dijo Alexander
Pope en su epitafio: “La naturaleza y sus leyes estaban ocultas en la noche; Dios dijo "Que se
haga Newton" y se hizo la luz".

Fuente: Articulo de Daniel Delgado https://www.muyhistoria.es/h-moderna/articulo/la-


autentica-historia-de-newton-y-la-manzana#
7. Bill Gates recuerda a Steve Jobs

Bill Gates y Steve Jobs representan un mundo de la tecnología que ya no existe como tal: el de
los ordenadores, el de los programas informáticos. Y sin embargo, su rivalidad, inexistente ya
incluso cuando Steve Jobs seguía vivo, sigue dando mucho que hablar en la actualidad.

En una reciente entrevista en la cadena de televisión CNN, Gates habló una vez más sobre Jobs
con una curiosa mezcla de cariño e ironía. Lo define como un líder duro, llegando a decir que
era un "capullo", pero también asegura que "conseguía cosas realmente positivas a través de esa
dureza".

Esa dureza se la aplica también a sí mismo cuando rememora los años 70 y la durísima
competencia entre IBM, Microsoft y Apple. "Admitiré que sí, que éramos muy duros los unos
con los otros. Y creo que algunas veces llegamos demasiado lejos".

Tras su muerte en 2011 a causa de un cáncer de páncreas, Gates ha suavizado mucho su


lenguaje en torno a la figura de Jobs, algo que queda patente en esta última entrevista.

"Aún tengo que conocer a alguien" que pudiera rivalizar con Jobs "en cuanto a escoger talento,
súpermotivar dicho talento y que tenga un sentido del diseño" para decir "oh, esto es bueno.
Esto no es bueno", añade Gates.

Gates ve que muchos líderes modernos intentan imitar "las partes malas de Steve", pero que
nadie lo hace manteniendo lo bueno del cofundador de Apple. Y lo define de una manera
bastante particular: como un mago.

"Lanzaba sus hechizos y podías ver cómo la gente quedaba hechizada", pero Gates se considera
inmune a esta circunstancia pues él mismo era otro mago. "Como yo era un mago menor, esos
hechizos no funcionaban en mí".

Ahora que no tiene ya ataduras con Microsoft, Bill Gates invierte su tiempo en la fundación que
cofundó con su mujer, Melinda Gates, y cuyo principal objetivo es combatir la pobreza extrema
a nivel global e intentar implantar seguros médicos sociales.

Aún así, Gates es el segundo hombre más rico del mundo aún a día de hoy con una fortuna
personal valorada en más de 107 mil millones de dólares.

Fuente:
https://www.elmundo.es/tecnologia/creadores/2019/07/09/5d24742efdddff804d8b4666.html
Cierre del 1er encuentro

Escucha Electiva�- Texto de cierre #Día1 (con Miriam Rodríguez) de Negro © en


#SoundCloud
https://soundcloud.com/jes-s-centeno-camargo/electiva-texto-de-cierre-d-a1

SCRIPT

Entonces el mozo entró al recinto y vio a todos los


comensales alrededor de la gran mesa. Parado allí observó que
los presentes, lo estaban esperando… y cuando digo todos los
presentes, también te incluyo a vos, que deseas deleitarte
con el menú del día.

Una manzana…si, es una manzana.

(Con voz de bruja)

- ¡Tiene que comer la cáscara! Es sumamente importante que


esos ojitos codiciosos por probar el tan pintoresco
fruto se cierren…y sea yo, solo yo, la más bella del
reino. Avanza mozo, que tengo que hacerle más preguntas
a mi espejo.

(Con voz de Newton)

- ¡Qué acrobacia tiene nuestro mozo al llevar la manzana


con tanta habilidad en esa bandeja! ¿Y si perdiera la
estabilidad? ¿Descendería ese fruto en forma
perpendicular al suelo?...
¡Creo que estoy ante un cuestionamiento de suma
gravedad!

(Con voz de Eva)

- ¡Por fin, llego el momento de comer el fruto de aquel


árbol prohibido! Luce tan delicioso… muy, pero muy
recomendado por la tan insistente serpiente. Parece que
no alcanzara para todos, así que le doy un mordisquito
primero yo y rápido se la doy a mi compañero.

Y a vos, miembro participante de este grupo de personajes…


¿qué te representa esa manzana roja?

¡Nos vemos en el próximo encuentro!

También podría gustarte