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Racionalismo
A partir de finales del siglo XV y comienzos del XVI se producen dos fenómenos que acabarán
desembocando en las revoluciones del XVII y XVIII. Ambos procesos se inician en el Renacimiento y
terminan en la modernidad.
A. Monarquías autoritarias
Por una parte algunas monarquías europeas van concentrando poder progresivamente a costa de la
aristocracia o nobleza. En la Edad Media el rey es un “primus inter pares”, es decir cada noble tiene un gran
poder sobre su territorio y posee un ejército propio. El rey es un noble más que tiene que contar con el
apoyo del resto puesto que su poderío militar y económico depende de los demás nobles. Es el primero
entre iguales, entre otros del mismo rango, responsabilidad y poder. De hecho se suceden las luchas y los
cambios de dinastía: un cambio de alianzas entre nobles puede significar un nuevo rey (previa guerra claro).
Para tener una idea de la atomización de reinos en el siglo XIII y de la progresiva concentración que se
produce posteriormente podemos observar los siguientes mapas:
E
n
E
s
p
a
ñ
a
En España los reyes Isabel y Fernando unen dos reinos de tamaño considerable, y, con su conocida
política de alianzas y reconquistas unifican el territorio que será la España que conocemos.
Simultáneamente se inicia un proceso de retirada de poder de los nobles y destrucción de sus castillos y
fortalezas. A lo largo de los años siguientes este proceso se completará: el poder militar, el ejército, estará
en manos del rey.
El peso de las cortes y reuniones en las que los nobles expresan sus opiniones y apoyan o no las
diferentes políticas de impuestos van a ir desapareciendo: la tendencia entre ciertas monarquías es
convocar cortes cada vez con menor frecuencia: son ellos, los reyes, los que toman las decisiones.
Este proceso llevará a la primeras monarquías “autoritarias” y a las primeras naciones “modernas” que
van a perdurar hasta nuestros días. Es la construcción de la Europa que conocemos. En Inglaterra Enrique
VIII, en España los Reyes Católicos y en Francia Francisco I serán los protagonistas y precursores de
esas unificaciones durante los siglos XVI y XVII. Luego, esas monarquías evolucionarán hasta las
monarquías absolutas del siglo XVIII
B. La aparición de la burguesía
La nobleza pierde por lo tanto poder político, pero también poder económico. A nivel económico con la
Modernidad se intensificó el intercambio comercial entre los países. La burguesía que había surgido a fines
de la Edad Media se hizo cada vez más poderosa. Muchos habitantes del campo se fueron a la ciudad.
Surgieron los préstamos, los créditos, las letras de cambio, los banqueros y los cambistas. Es decir, nació el
capitalismo comercial. La nueva clase social aparece en algunas ciudades de Europa: Florencia, Venecia,
Ámsterdam y Amberes son las primeras. Con la apertura del comercio, las mejoras en la navegación y las
comunicaciones aparecen unos nuevos ricos cuya fortuna no consiste en tener un feudo, en tener tierras,
sino en tener capital, dinero. Algunos de ellos lo multiplican comerciando y prestándoselo, muchas veces a
esas potentes monarquías emergentes: aparecen los primeros banqueros, y las ciudades que se dedican al
comercio y a los negocios se convierten en la gran oportunidad, en los centros de poder económico:
Florencia, cuna del Renacimiento, es una ciudad de comerciantes y banqueros. La nobleza ve como su
importancia va reduciéndose por todos lados: la monarquía tiene el poder político y la burguesía cada vez
mas el económico. La nobleza acabará perdiendo protagonismo social (hasta convertirse en lo que son hoy
en día) y la monarquía y la burguesía van a acabar chocando en las futuras revoluciones del XVIII y XIX.
Por un lado tenemos una monarquía con cada vez mas poder político, por otro una nueva clase social que
tiene el control de la economía y que va a reclamar también el control político quieren ser ellos los que
toman las decisiones. Son las claves que explican los grandes cambios posteriores.
El Renacimiento.
Los europeos del siglo XVI tenían una clara conciencia de ruptura con respecto a la edad media,
conciencia mantenida por la sucesión de una serie de transformaciones sociales, políticas, religiosas,
económicas, culturales, que nacían con una clara voluntad de oposición a lo "medieval". Entre ellas
podemos destacar la desintegración de la iglesia y el desarrollo de la reforma luterana, y el de la iglesia
anglicana con Enrique VIII, que se producen en el marco de la consolidación de los Estados nacionales y
de las monarquías autoritarias que van a configurar un nuevo mapa político en Europa, al que hay que
asociar el desarrollo de la burguesía y su papel predominante. En el aspecto artístico el Renacimiento
comienza en Italia en las ciudades en las que los primeros nuevos ricos quieren manifestar su riqueza: se
construyen palacios modernos, contratan a pintores y escultores para decorarlos e incluso patrocinan a
científicos como Galileo que gracias a los Medici de Florencia, comerciantes y banqueros, puede dejar su
trabajo de profesor en la universidad y dedicarse a construir la nueva física, la ciencia moderna. Los
burgueses valoran la cultura, la técnica y el conocimiento: es una especie de vuelta a la Atenas del siglo V
a C. Venecia y Florencia, primeras ciudades dominadas por la burguesía se convierten en museos vivos.
En la universidad de Padua, controlada por la república de Venecia y lejos de la vigilancia de los Jesuitas,
Galileo iniciará la ciencia moderna. Hasta el Papa de Roma valora la nueva estética y contrata a Miguel
Ángel para que esculpa su tumba y pinte la capilla Sixtina. Un avance técnico tan sencillo como la invención
de la imprenta facilitará la circulación de las nuevas ideas y hará imparable el cambio.
efectuar el cambio: dejan de pintar temas religiosos (vírgenes y santos) y pintan a bellas mujeres como el
nacimiento de Venus de Botticelli. El cuadro lo encargó, como no podría ser de otra manera, un miembro de
la familia Medici, un comerciante: es el tipo de cosas que empiezan a valorar y están dispuestos a pagar por
esos cuadros.
Miguel Ángel esculpe un David que es la exaltación de la belleza del cuerpo masculino, y pinta el techo
de la capilla cristina con personajes que parecen sacados de un gimnasio: el arte ha salido de la Edad
Media. Como veremos, a la filosofía y a la ciencia les cuesta un poco mas…
Reforma
Frente al optimismo y amor por la belleza del renacimiento italiano, se produce una ruptura en el seno
del cristianismo que tiene como consecuencia el protestantismo: religión inicialmente poco alegre. Uno de
los personajes clave de la reforma será Martín Lutero (1483-1546), en quien predomina una concepción
pesimista de la naturaleza humana: el hombre está corrompido desde el pecado original, privado de toda
rectitud, interior o exterior. Sólo con la ayuda de la gracia puede hacer algún bien. La rectitud moral, pues,
no puede ser consecuencia de la libertad del hombre, depende exclusivamente de la voluntad de Dios lo
que le conduce a un estricto determinismo moral. Sólo hay salvación en la fe de Cristo, que ha merecido el
cielo para todo el que crea en Él. El hombre carga sus pecados a Cristo y éste nos imputa sus méritos. De
modo que el hombre está predestinado y sólo a Dios pertenece la fijación eterna de la suerte del alma en la
vida futura.
Esta nueva concepción del cristianismo es apoyada por los príncipes alemanes que se niegan a
continuar sufragando los gastos del Vaticano y también es bien recibida entre los que deseaban una
reforma de la iglesia católica, cuyo comportamiento no era precisamente ejemplar. Todo el conflicto
empieza por unas indulgencias que Roma vende para poder sufragar la construcción de su nueva iglesia, la
basílica de San Pedro. Lutero, teólogo en la universidad de Wittenberg protesta contra esa práctica y niega
que el papa pueda vender el perdón de los pecados. Roma inicialmente no se toma muy en serio la
cuestión pero le acaba excomulgando. El protestantismo se extiende por Europa y el poder de la Iglesia
católica sufre un duro golpe. Una de las características de la Reforma protestante es la vuelta a los
orígenes, intentar recuperar el cristianismo original que la Iglesia católica había ido modificando. En ese
sentido pueden verse coincidencias con el espíritu del Renacimiento y la vuelta a modelos anteriores.
La revolución científica arranca con el paso del Geocentrismo al Heliocentrismo: paso que dio
Copérnico. No es que Copérnico empleara un nuevo método, ni siquiera la idea era nueva puesto que
Aristarco de Samos la había propuesto ya en el siglo III a C. Sin embargo fue una idea que quedó en el
olvido hasta que Copérnico consigue realizar cálculos precisos y presenta un modelo de explicación del
movimiento de los planetas que permite predicciones precisas, es muy sencillo y con una décima parte de
cálculos todo funciona. El libro se llama “De revolutionibus…” (sobre los giros de los astros). Muchos
astrónomos adoptan ese modelo por su simplicidad: era imposible saber si se movía la tierra o el sol, pero
era mucho mas sencillo suponer que se movía la tierra.
Un siglo después Galileo decide defender el modelo copernicano. La Iglesia católica inicialmente duda,
Lutero ya lo había rechazado porque la Biblia decía que Dios paró el sol en la batalla de Josué. Tras largos
debates internos la iglesia católica establece que es el sol el que se mueve y Galileo acaba siendo juzgado.
No hacía mucho habían quemado en la hoguera en Italia a Giordano Bruno por una cuestión científica, así
que Galileo se retracta y reconoce que la tierra está quieta en el centro del universo tal y como afirmaba
Aristóteles (recordad la “jerarquía de seres” y el “motor inmóvil”). Mientras tanto estudia el movimiento de
caída de los cuerpos y aplica los experimentos y las matemáticas (Galileo se declara “pitagórico” y afirma
que el lenguaje en el que están escritas las leyes del universo es el lenguaje de las matemáticas). Mientras
investiga va creando su propio método que dados sus espectaculares resultados los demás científicos
futuros usan: con él nace la ciencia moderna. Es un método que combina por un lado: observación,
experiencia, “empereia” y por otro: razonamiento, deducción y matematización.
Mientras tanto Francis Bacon en Inglaterra ensaya un método basado exclusivamente en la recogida de
datos, la inducción la empereia. Se puede considerar el primer “empirista”. Al aplicarlo no consigue grandes
resultados pero defiende una actitud muy crítica contra los prejuicios de la ciencia a los que llama “Ídolos”.
La crítica es su gran aportación. Por otra parte apuesta por la creación de instituciones científicas en su país
y confía en el desarrollo tecnológico como el futuro a seguir: en eso es un visionario y acierta plenamente.
Como conclusión: intentando construir una nueva ciencia se inicia el empirismo (F. Bacon), el
racionalismo (Descartes) y la ciencia moderna: Galileo.
DESCARTES Y EL RACIONALISMO.
En septiembre de 1649 se trasladó a Suecia, a invitación de la Reina Cristina. Los rigores del invierno,
junto con la práctica de la reina de hacerle acudir a las cinco de la mañana a la biblioteca (él, que estaba
acostumbrado a pasar mucho tiempo en la cama), fueron demasiado para él y no pudo resistir un ataque de
fiebre a finales de enero de 1650. El 11 de febrero murió.
(Hago referencia a estas cuatro porque de ellas proceden los textos de selectividad.)
De Descartes solo existe un epígrafe en las fichas curriculares que es el siguiente: “O problema do
método: a idea de substancia en Descartes e o problema da veracidade divina” Es tan largo que
prácticamente incluye toda la filosofía del autor. Por lo tanto es necesario subdividirlo en partes y luego
decidir qué es razonable desarrollar mas a fondo en cada texto porque tenga mas relación con el mismo.
El Método
Descartes cuenta en el “Discurso del Método” que, tras dedicar años de estudio en la universidad, llegó
a la conclusión del escaso fundamento de esos conocimientos. Se decidió a aprender en el “gran libro del
mundo” por lo que viajó por Europa buscando fuera de las aulas el conocimiento: sin embargo, cuanto mas
conocía la variedad de opiniones y costumbres de cada país , llegó a la conclusión de que eran tan
diversas y contradictorias entre sí como las de los filósofos que había estudiado. Después de este proceso
decidió no fiarse de nada que su propia razón no diera como válido y decidió seguir un método propio para
discernir y alcanzar conocimientos seguros: ciencia (Episteme en los griegos, la episteme de Platón o
Aristóteles). Así Descartes retoma el ya viejo problema del método a seguir para encontrar la verdad.
(texto 1)
· Su método consiste en cuatro reglas que proceden de una síntesis de lógica, geometría y
algebra y son las siguientes: (texto 2)
1. Regla de la evidencia: no aceptar como verdadera una idea que no sepamos con evidencia que lo
es. Mi mente, mi razón, es capaz de ver con claridad cuando algo es evidente y cuando no.
2. Regla del Análisis: dividir los problemas complejos hasta cuestiones tan sencillas que mi razón
pueda establecer con evidencia si son o no verdades
3. Regla de la Síntesis: esta es la parte mas “matemática” del método. Las matemáticas son un
sistema axiomático: de unos axiomas o verdades elementales se van deduciendo por
razonamiento todos los teoremas. Por poner un ejemplo: en geometría plana el quinto axioma
dice que “dada una recta y un punto exterior a la misma solo se puede trazar una paralela que
pase por ese punto.” Este ejemplo que acabo de poner NO ES DE DESCARTES pero puede
incluirse en un comentario.
4. Por último la regla de la comprobación, revisar todos los pasos (comentario mío: como haríamos
en un examen de matemáticas si alguna vez nos diera tiempo)
Este método es opuesto al que propone F Bacon, totalmente inductivo, basado en la recolección
sistemática de observaciones y diferente del Hipotético-deductivo que usa Galileo y que incluye tanto
razonamientos como experimentos.
Después de estas tres razones para dudar no parece que pueda quedar en pie ninguna verdad. No es
así. Aunque mis sentidos me engañen, aunque todo fuera un sueño, aunque existiera un genio maligno hay
una certeza que nada me puede arrebatar: estoy dudando, estoy pensando, así que existo. Esa es la
primera certeza: pienso y de ella razono que existo: pienso luego existo “cogito ergo sum”. (texto 3)
Consecuencias: ya tengo una certeza pero esa seguridad se refiere a la existencia de mi mente, de mi
alma, no de mi cuerpo. Seguro que estoy pensando, pero no es tan seguro que exista mi cuerpo: puede ser
un sueño o un engaño de mis sentidos (comentario mío: la percepción que tienen de su cuerpo algunas
personas es tan distorsionada que Descartes parece tener razón). Esto le lleva a diferenciar mi mente que
piensa de mi cuerpo como dos sustancias completamente distintas, algo que nos recuerda al dualismo
platónico con facilidad.
Tenemos pues una mente que piensa y sabe que existe pero que duda de la existencia del mundo que
tiene alrededor. Tenemos un problema que Descartes va a intentar resolver de la siguiente manera en un
largo razonamiento que aparece en el texto 4.
Si soy consciente de mi imperfección es porque tengo la idea de perfección. ¿de dónde la he sacado?
No ha podido ser del mundo que me rodea, tan dudoso, tampoco de mí mismo puesto que dudo luego soy
imperfecto. Ha de haberla puesto en mí un ser mas perfecto que yo: Dios. Y ese ser ha de ser mi creador,
porque si yo mismo me hubiera creado, me habría dotado de la perfección que me faltaba. Luego aparte de
mí, sustancia pensante e imperfecta existe otra sustancia, la sustancia perfecta, infinita (res Infinita). Ambas
ideas son innatas, las encuentro en mi propia mente: la idea de alma o mente que piensa y la de Dios no las
he sacado de la experiencia. Descartes rechaza explícitamente el principio empirista según el cual no hay
en el conocimiento nada que no haya pasado por los sentidos: las ideas de mente y Dios están en mi propia
razón. ESTA ES UNA DE LAS CONVICCIONES BÁSICAS DE UN MOVIMIENTO FILOSÓFICO QUE
DESCARTES ACABA DE INICIAR SIN SABERLO: HAY EN NOSOTROS IDEAS INNATAS.
Tipos de ideas:
Las ideas innatas (a), las que la razón encuentra en sí misma, no son los únicos contenidos de la
mente: en mi mente encuentro ideas que proceden de fuera, que proceden de mis sentidos: tierra, cielo,
todo lo que capto por los sentidos. Esas ideas que proceden del exterior son adventicias (b), no estaban en
mi mente. Además, mi propia mente elabora ideas nuevas tomando como base algunas de esas ideas que
proceden del exterior, son ideas facticias (c) fabricadas por mi como la idea de centauro o mezcla de
caballo y hombre.
Tipos de sustancias
Volviendo al tema de la substancia, Descartes había concluido con certeza la existencia de dos tipos de
sustancias: la mental o res cogitans y la infinita, Dios. Y la certeza de la existencia de ambas sustancias
procede del uso puro de la razón. A continuación en el texto 5 va a concluir que existe una tercera
sustancia. Afirma que el concepto de sustancia se basa en la duración en el tiempo: yo se que soy una
sustancia, “algo” porque guardo recuerdo de mi existencia en un tiempo pasado, soy algo que permanece.
Esa propiedad, la de permanecer durante un tiempo tambien la tienen los objetos extensos, corpóreos, las
cosas: algo es una cosa porque está ahí y continúa estando durante un tiempo. Hay por lo tanto un tercer
tipo de entes, de sustancias: los objetos que ocupan un lugar en el espacio y en el tiempo.
Ahora bien, estas tres sustancias son diferentes entre sí. Hay dos de ellas, la sustancia pensante (a) y la
sustancia extensa (b) que son imperfectas y una tercera Dios (c), que es perfecta y es a la única que se le
puede aplicar de verdad la definición de sustancia: “aquello que no necesita de otra cosa para existir” Esto
aparece en el texto 6
Con lo expuesto hasta ahora podríamos entender los seis textos de Descartes pero falta un elemento
importante que aparece en el epígrafe de las fichas curriculares: la veracidad divina. En ningun texto
aparece alusión a este tema pero es importante para entender cómo resuelve Descartes su radical duda
sobre la veracidad del conocimiento que proviene de nuestros sentidos: estoy seguro de que tengo la idea
de tierra, pero, ¿puedo estar seguro de que existe en la realidad, fuera de mi mente?
Si no puedo fiarme de mis sentidos por todos los argumentos usados anteriormente, ¿cómo puedo estar
seguro de que existe el mundo del cual tengo ideas adventicias?
Dios existe, esa es una certeza a la cual llegamos por argumentos semejantes al “argumento ontológico
de San Anselmo” En los textos 4 y 5 alude a la idea de perfección. Tal idea no la he podido obtener de mi
naturaleza, limitada, dubitativa, inperfecta. ¿De dónde proviene la idea de perfección entonces? Ha de ser
innata, he nacido con ella. Dado que no he podido darme la existencia a mí mismo, la habrá puesto en mi
mente el ser que me ha creado. Un ser perfecto que ha de existir en mi mente y fuera de ella tal y como
argumenta San Anselmo, a quien no cita directamente pero sí alude a la “escuela”, a la “escolástica”.
Sintetizando la filosofía cartesiana en los apartados que hemos venido utilizando con todos los autores.
EPISTEMOLOGÍA:
Descartes comienza su obra como un intento de establecer un método científico y
filosófico nuevo que lleve a conocimientos seguros. Como Platón, considera que los sentidos
no son del todo fiables y cree que la razón es la fuente segura de conocimiento. Establece
cuatro reglas.
ONTOLOGÍA:
Aplicando su método llega a la conclusión de que existen tres tipos de sustancias o entes
claramente separados: la sustancia mental, res cogitans o alma, los cuerpos físicos o res
extensa y la sustancia infinita, Dios. Podéis comparar siempre con otras ontologías ya
estudiadas y encontrar semejanzas y diferencias
ANTROPOLOGÍA
Descartes destapa una verdad que puede llevarnos al subjetivismo: puedo estar
absolutamente seguro de que estoy teniendo una idea o sensación, ahora bien, no puedo
estar seguro de la existencia física de ese objeto. Lo mental es absolutamente personal, nadie
mas que yo puede acceder a mis pensamientos, emociones, fantasía. (ejemplo mío: nadie
puede saber en qué pensáis durante la clase de filosofía: sois auténticos profesionales de la
póker face) Mi yo está aislado del resto del mundo, nada puede saber lo que hay dentro de él.
A partir de Descartes los filósofos caen en la cuenta de la importancia que tiene el propio
sujeto en la construcción de su mundo. Años después de Descartes algunos autores
acabarán diciendo que en realidad el mundo es lo que cada uno tiene dentro de su cabeza, de
su mente, de su yo. Descartes no llega a tanto pero empieza a apuntar en esa dirección. En
ese sentido es el INICIADOR DE LA FILOSOFÍA MODERNA puesto que pone el centro de
atención en el sujeto humano y eso es lo que va a hacer la filosofía a partir de ese
momento. La filosofía cristiana medieval ha terminado su ciclo: Dios ya no es el centro de
reflexión.
Descartes clasifica los contenidos de nuestra mente en tres tipos de ideas y, a partir de él
van a surgir muchos análisis sobre las ideas, su origen etc. Sobre ese tema investigarán a
fondo los autores empiristas ingleses como J. Locke o D. Hume. Me llamó la atención que en
el último libro que escribió el Papa Juan Pablo II “Memoria e identidad” en el año 2005
afirmara que con Descartes el pensamiento de occidente comenzó a perderse, a tomar el
camino equivocado: tambien la Iglesia católica es consciente de la importancia de este
pensador.
DESCARTES –texto 1
Regras para a dirección do espírito, Regra IV
1. Emporiso é ben mellor nin pensar en investigar a verdade sobre cousa ningunha que
facelo sen método: pois é moi certo que os estudos desordenados e as meditacións
escuras desta caste confunden a luz natural e cegan os enxeños; e aqueles que así se
afagan a camiñar nas tebras a tal punto enfeblece a agudeza dos seus ollos que, ao
pouco, non poden aturar a luz do día; o cal ademais é confirmado pola experiencia, pois
moi frecuentemente [cantas veces] vemos que aqueles que nunca se dedicaron ás
letras, pronuncian xuízos sobre as cousas comúns e correntes con moita máis solidez e
claridade que aqueles que botan a vida nas escolas. Por método entendo as regras certas
e fáciles tales que, se alguén as observa rigorosamente, nunca tomará nada falso por
verdadeiro e, sen gastar as forzas do seu espírito inutilmente, senón sempre
aumentando o seu saber progresivamente, chegará ao verdadeiro coñecemento de todo
aquilo do que sexa capaz. RENÉ DESCARTES; Regras para a dirección do espírito, Regra
IV: É necesario un método para ir en busca da verdade. Trad. de Mª Teresa Miñambres,
IES Eduardo Pondal, Santiago de Compostela.
DESCARTES –texto 2
Discurso do método
Foi isto causa de que eu pensara que se precisaba buscar outro método que,
comprendendo as vantaxes destes tres, estivese exento dos seus defectos. E, como a
abundancia de leis fornece decote escusas para os vicios, de xeito que un Estado está
tanto mellor regulamentado canto, non tendo senón moi poucas leis, estas son moi
estreitamente observadas; así, en lugar dese gran número de preceptos dos que está
composta a lóxica, crin que, sempre que tomase unha firme e constante resolución de
non deixar de observalos nin unha soa vez, abondaría cos catro seguintes. Consistía o
primeiro en non aceptar xamais ningunha cousa como verdadeira que non coñecese
evidentemente ser tal; é dicir, evitar coidadosamente a precipitación e a prevención; e
non aceptar nada nos meus xuízos senón aquilo que se presentase tan claramente e tan
distintamente ó meu espírito que non tivese ocasión ningunha de poñelo en dúbida. O
segundo, dividir cada unha das dificultades que examinase en tantas partes como fose
posible e requirible para mellor resolvelas. O terceiro, conducir por orde os meus
pensamentos, comenzando polos obxectos máis simples e máis doados de coñecer, para
subir pouco a pouco, como por graos, ata o coñecemento dos máis compostos; e
supoñendo mesmo unha orde entre aqueles que non se preceden naturalmente os uns
Historia Filosofía 2º Bach
11
CGJordán
R A C I O N A L I S M O
DESCARTES –texto 3
Meditacións metafísicas, Meditación Segunda
Xa que logo, supoño que todas as cousas que vexo son falsas: convénzome de que nada
foi de todo como a miña memoria chea de mentiras me representa; penso que non teño
sentidos; creo que o corpo, a figura, a extensión, o movemento e o lugar só son ficcións
do meu espírito. Que poderá, logo, ser considerado verdadeiro? Se cadra, só unha cousa,
que non hai nada certo no mundo. Mais, que sei respecto de se hai algunha outra cousa
diferente destas que veño de xulgar incertas, algunha acerca da cal non poida ter a
menor dúbida? Non hai ningún Deus, ou calquera outra potencia que me poña no espírito
eses pensamentos? Isto non é necesario, pois quizais poida eu ser quen de producilos
por min mesmo. Logo eu, cando menos, non son algunha cousa? Pero neguei xa que
tivese sentidos nin ningún corpo. Dubido con todo, pois que se segue diso? Serei tan
dependente do corpo e dos sentidos que non poida ser sen eles? Pero convencinme de
que non había absolutamente nada no mundo, que non había ningún ceo, ningunha
terra, ningúns espíritos, ningúns corpos; non me convencín logo de que tampouco eu
Historia Filosofía 2º Bach
12
CGJordán
R A C I O N A L I S M O
non era nada? Non, certamente, eu sen dúbida era algo se me convencera ou
simplemente se pensara algunha cousa. Pero hai un non sei qué enganoso, moi
poderoso e moi trampulleiro, que emprega toda a súa industria en enganarme sempre.
Non hai logo dúbida de que eu son, se el me engana; e engáneme tanto como queira
que non poderá endexamais facer que eu non sexa nada, senón que tanto máis pensarei
ser algunha cousa. De xeito, que despois de telo ben pensado, e de ter coidadosamente
examinado todas as cousas, cómpre concluír, en fin, que esta proposición: Eu son, eu
existo, é necesariamente verdadeira, cantas veces eu a pronuncie ou a conciba no meu
espírito. RENÉ DESCARTES; Meditacións Metafísicas (1641), «Meditación 2ª: Da natureza
do espírito humano, e de que é máis doado de coñecer que o corpo» Trad. de Miguel
Vázquez Freire, IES Eduardo Pondal, Santiago de Compostela.
DESCARTES –texto 4
Discurso do Método, Parte IV
DESCARTES –texto 5
Meditacións Metafísicas (1641), Meditación III
En canto ás ideas claras e distintas que teño das cousas corporais, hai entre elas
algunhas que semella que puiden obter da idea que teño de min mesmo, como a que
teño da substancia, da duración, do número e doutras cousas semellantes. Xa que,
cando penso que a pedra é unha substancia, isto é, unha cousa que é capaz de existir
por si mesma, aínda que concibo ben que eu son unha cousa que pensa e non extensa, e
que a pedra, ao contrario, é unha cousa extensa e que non pensa, e que, así, entre estas
dúas concepcións se encontra unha notable diferenza, con todo parecen coincidir en que
as dúas representan substancias. Polo mesmo, cando penso que eu son agora, e que me
lembro ademais de ter sido no pasado e que concibo varios diversos pensamentos dos
que coñezo o número, daquela adquiro en min as ideas da duración e do número, as
cales, ben logo, podo transferir a todas as outras cousas que queira. Polo que fai ás
outras calidades das que están compostas as cousas corporais, a saber: a extensión, a
figura, a situación e o movemento de lugar, é verdade que non están formalmente en
min, xa que eu só son unha cousa que pensa; pero, posto que son soamente certos
modos da substancia, como os vestidos baixo os cales a substancia corporal se nos
aparece, en canto eu mesmo son asemade unha substancia, semella que poden ser
contidas en min eminentemente. Só queda logo a idea de Deus, na cal cómpre
considerar se hai algo que non poida vir de min mesmo. Polo nome de Deus entendo
unha substancia infinita, eterna, inmutable, independente, omnisciente, omnipotente, e
pola cal eu mesmo, e todas cantas cousas hai (se é verdade que as hai e existen) foron
creadas e producidas. Agora ben, estas propiedades son tan grandes e tan eminentes
que, canto máis atentamente as considero, máis me persuado de que eu non puiden
tirar a súa orixe só de min. E por consecuencia cómpre concluír necesariamente, de
canto teño dito antes, que Deus existe, xa que, aínda que a idea de substancia estea en
min polo mesmo feito de ser eu unha substancia, non tería con todo a idea dunha
substancia infinita, eu que son un ser finito, se esta non fose posta en min por algunha
substancia que verdadeiramente fose infinita. (...) A idea, digo, deste ser soberanamente
perfecto e infinito é absolutamente verdadeira, xa que, aínda que quizais poidamos finxir
que un tal ser non existe, con todo non podemos finxir que a súa idea non me
represente nada de real, como outras veces dixen da idea do frío. Esta mesma idea é
tamén moi clara e distinta, xa que todo o que o meu espírito concibe claramente e
distintamente como real e verdadeiro, e que contén en si algunha perfección, é contido e
encerrado por completo nesta idea. E isto non deixa de ser verdadeiro aínda que eu non
comprenda o infinito, ou mesmo aínda que se atope en Deus unha infinidade de cousas
que eu non poida comprender nin quizais tampouco acadar de ningún xeito polo
pensamento, pois pertence á natureza do infinito que a miña natureza, que é finita e
limitada, non o poida comprender; e abonda con que eu o conciba ben, e que xulgue que
todas as cousas que concibo claramente e nas cales sei que hai algunha perfección, e se
cadra tamén unha infinidade doutras que ignoro, son en Deus formalmente e
eminentemente para que a idea que del teño sexa a máis verdadeira e a máis clara e a
máis distinta de todas as que están no meu espírito. RENÉ DESCARTES; Meditacións
Metafísicas (1641), Meditación 3ª: De Deus; que existe. Trad. de Miguel Vázquez Freire,
IES Eduardo Pondal, Santiago de Compostela.
DESCARTES –texto 6
Os Principios da Filosofía, I.51
51. O que é a substancia; e que é un nome que non se pode atribuír a Deus e ás
criaturas no mesmo senso. No que respecta ás cousas que consideramos como tendo
algunha existencia, é preciso que as examinemos aquí unha despois da outra, co fin de
distinguir o que é escuro do que é evidente na noción que nós temos de cada unha.
Cando concibimos a substancia, concibimos só unha cousa que existe de tal modo que
non ten necesidade máis que de si mesma para existir. No tocante á explicación desta
frase, “non ten necesidade máis que de si mesma”, pode haber escuridade xa que,
falando propiamente, só Deus é tal, e non hai ningunha cousa creada que poida existir
un só momento sen ser sostida e conservada polo seu poder. É por iso que ten razón a
Escola ao dicir que o nome de substancia non é unívoco con respecto a Deus e ás
criaturas, isto é, que non hai ningunha significación nesta palabra que concibamos
distintamente que conveña a el e a elas. Pero, xa que entre as cousas creadas algunhas
son de tal natureza que non poden existir sen algunhas outras, distinguimos aquelas que
só teñen necesidade do concurso ordinario de Deus, chamándoas substancias, e as
calidades ou atributos destas substancias.
René Descartes; Os Principios da Filosofía, I.51. Trad. de Miguel Vázquez Freire, IES
Eduardo Pondal, Santiago de Compostela.