Ezequiel 36
25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras
inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
INTRODUCCION
-Ezequiel es uno de los profetas que escogió Dios para hablar a su pueblo que estaba en el
cautiverio y hacerle ver su rebeldía y darles a conocer el juicio de Dios sobre sus vidas.
-Pero Ezequiel no tan solo habló a la gente de su tiempo y al pueblo de Israel y Judá. El Señor,
en su soberanía le entregó profecías que hablan del futuro. Que nos habla para este tiempo.
Que nos habla a nosotros.
-Las aguas limpias, en la Biblia, son siempre símbolo del Espíritu Santo. Y cuando Dios le
señala a Ezequiel que pondrá de su Espíritu, nos está hablando de su disposición para darnos
de su Espíritu Santo; nos está diciendo que pondrá de su Espíritu Santo en nuestras vidas.
-En primer lugar Dios le enseña a Ezequiel que no va a poner de su Espíritu en corazones que
aún mantienen suciedad y que no se han limpiado con la poderosa sangre de Jesucristo en la
cruz.
Ezequiel 36:
26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
-Por ello, nuestra tarea diaria es pedir ayuda al Señor para limpiar nuestros corazones, es estar
a cuentas con El; renunciar a toda impiedad, renunciar a aspectos negativos de nuestro
carácter, renunciar a toda clase de violencia, renunciar a toda injusticia, renunciar a toda clase
de hábito que impida la acción de Dios en nuestras vidas.
-La sangre de Jesús, derramada en la cruz, aún está vigente con todo poder. Cantamos ¿Quien
me puede dar perdón? Y decimos, sólo de Jesús la sangre.
-Por eso también, cantamos: Dame un nuevo corazón, Señor, un corazón para servirte más
Limpio como el cristal, dulce como la miel, mi corazón será como el tuyo.
-En segundo lugar, el Señor le enseña a Ezequiel a través de dos visiones, sobre su deseo de
poner de su Espíritu Santo en la vida de su pueblo y que sólo Él lo puede hacer:
-Hablando espiritualmente, no estamos vivos si carecemos del Espíritu Santo. Romanos 8:2
dice, "porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte".
-Antes la humanidad estaba muerta, ya que todos eran pecadores lejanos de Dios. Pero
después del sacrificio que hizo Cristo en la cruz, entramos en el período de la gracia, y el
Espíritu Santo fue enviado para guiarnos y librarnos de la muerte espiritual. Debemos entender,
sin embargo, que el Espíritu Santo no nos obligará a hacer nada, sino que nos hará saber lo
que debemos hacer. (Juan 14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.) Queda
a criterio de nosotros si seguiremos su dirección o no. Por eso, debemos pedirle a Dios que nos
use, y cuando el Espíritu Santo quiere guiarnos a algo, debemos estar atentos y hacer lo
necesario.
-Así sucede con nosotros; si estamos secos, no podemos darnos vida a nosotros mismos, sino
que tenemos que confiar en Dios. En Juan 15:5, Cristo dijo, "Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí
nada podéis hacer", lo cual significa que si Dios no nos está ayudando, no pedimos la ayuda de
Dios, no podremos lograr nada. Solamente ¡Dios puede darle vida a nuestros huesos secos! Y
no importa cuán secos estén, ya que si es la voluntad de Dios, estos huesos vivirán, porque no
hay nada imposible para Dios.
-Hoy quizás podemos recordar con tristeza las buenas oportunidades -únicas oportunidades- que
tuvimos y tal vez no supimos valorar, aprovechar ni agradecer como es debido. Malas decisiones,
falta de experiencia, de criterio; un poco de ignorancia y tal vez alguna dosis nefasta de arrogancia
nos condujeron a situaciones difíciles y penosas. En pocas palabras, hicimos de nuestra vida un
valle de huesos secos.
-Hoy recordamos tantas veces en que nuestra vida estuvo hecha un campo de huesos secos.
-Todas aquellas veces -y tal vez hoy Ud. esté pasando por uno de esos períodos- en los que el
desaliento, la frustración, la ira mal contenida, la tristeza y la desesperanza ganaron terreno sobre
la fe, la esperanza; pisaron sueños y derribaron ilusiones.
-Tal vez su vida hoy es un campo de huesos secos donde hay más dudas que certezas, más
sombras que luces. Un fracaso laboral, no ha conseguido un trabajo para Ud.; una triste
decepción, una ruptura, la penosa pérdida de un ser amado, la salud quebrantada, un negocio
que no prosperó… tantas circunstancias en la vida capaces de convertir un vergel en un ardiente
desierto… Parece increíble cómo donde ayer fluía la vida, la prosperidad y la esperanza, hoy es
un valle de huesos secos.
-Él llevó a Ezequiel a la puerta de la casa de Dios, donde él le dio al profeta la maravillosa
visión. Era una visión del futuro del pueblo de Dios, revelando lo que el cuerpo de Cristo seria
mientras se acercaban los últimos tiempos. Ezequiel escribe:
-“Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral
de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente; y las aguas
descendían de debajo hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar…
-“Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo
pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las
rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.
-“Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de
manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre?…
-“Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas
nunca caerán, ni faltara su fruto. A su tiempo madurara, porque sus aguas salen del santuario; y
su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” (Ezequiel 47:1, 3-6, 12).
-Ahora bien, imágenes de agua en la Biblia casi siempre representan el Espíritu de Dios. Esta
visión claramente revela un derramamiento poderoso del Espíritu Santo en los últimos días, tal
como lo señala Joel 2:28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
- La visión fue tan poderosa, tan abrumante en su alcance, que Ezequiel no la comprendía. El ni
siquiera podía comentar acerca de su significado; lo único que podía hacer era reportarlo. En
efecto, antes que la visión terminara, el Señor se detuvo y le pregunto a Ezequiel, “¿Has
visto,…?” (47:6).
-Dios le preguntaba a Ezequiel, en esencia, “¿Puedes comprender la magnitud de lo estás
viendo? ¿Eres capaz de comprender el poder profético de esta visión? ¿Puedes ver de lo que
hablan estas aguas crecientes, como indican la forma en que todas las cosas terminaran?
Dime, Ezequiel, ¿puedes ver la gloria de la venida del Señor en esta visión? Sé que esta
revelación es terrible y espeluznante para ti. Pero no quiero que pierdas su verdadero
significado.”
-El Espíritu Santo también nos hace la misma pregunta que le hizo al profeta del Antiguo
Testamento: “(José, Mario, Joel, Priscila, Patricia, Ruth), ¿puedes entender que esta es una
gran profecía, directa del trono del Padre? ¿Puedes comprender como describe a la iglesia en
estos últimos días? ¿Estas comprendiendo el significado del río creciente?”
-Sin duda que la visión debió asombrar a Ezequiel. Aunque las Escrituras no mencionan esto
específicamente, estoy convencido que el profeta no entendió lo que estaba viendo. Todos los
profetas del Antiguo Testamento tenían una visión limitada de Cristo. Jesús mismo nos dice,
“Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron,
y oír lo que oís, y no lo oyeron. Oíd, pues…” (Mateo 13:17-18).
-Esto era lo que le fue mostrado a Ezequiel: En los últimos días, la iglesia de Jesucristo
será más gloriosa, más victoriosa, que en toda su historia. El verdadero cuerpo del Señor
no se debilitara. No menguara en números, o disminuirá en poder o autoridad espiritual.
No, su iglesia se ira en una llama de poder y gloria. Y gozara de la más plena revelación
de Jesús jamás vista.
-Ezequiel escribe, “…y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del a
Mar Grande.” (Ezequiel 47:10). ¿Puedes entender lo que se dice aquí? Viene un cuerpo de
creyentes que nadara en las aguas crecientes de la presencia del Señor. Y su presencia entre
su pueblo se incrementara hasta el final.
-Dios ha planeado algo mucho mejor para su pueblo en estos últimos días. ¿Por qué tenemos
que volver al gotear de agua que tomo lugar en la iglesia primitiva, cuando él nos ha dado
“aguas para nadar” hoy?
-Esto es exactamente lo que Dios nos está mostrando en la visión de las aguas crecientes de
Ezequiel:
“…y midió mil codos (500 metros), y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros
mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por
las aguas hasta los lomos.” (Ezequiel 47:3-4).
-Ezequiel está hablando aquí de un aumento del Espíritu Santo. En los últimos días habrá un
aumento de la presencia de Dios entre su pueblo.
-Este creciente flujo de agua es la imagen de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue dado a
los discípulos. Junto con este don del Espíritu, a los seguidores de Cristo les fue dada la
promesa que él sería un río de vida fluyendo dentro de ellos. Y ese río fluiría por todo el mundo.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán iros de agua viva. Esto
dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en el…” (Juan 7:38-39).
-Debemos comprender que este río de agua viva es el Espíritu Santo, entonces Pentecostés,
con toda su gloria y manifestación de la presencia de Dios, fue tan solo el comienzo goteo. El
fluir de agua de la casa de Dios crecería más y más. Se expendería en anchura, profundidad,
volumen, poder y gloria restauradora.
El río de vida llegará a su cumbre justo antes de la venida del Señor.
-Esto es profetizado en la visión dada a Ezequiel. Dios llevó al profeta por un viaje asombroso.
Llevando un cordel de medir, el Señor medio 1000 codos a pasos, aproximadamente 500
metros. A esa distancia, el Señor y Ezequiel comenzaron a caminar en el agua. Hasta este
punto, el fluir llegaba a los tobillos.
-Ezequiel testifica, “…, y me hizo pasar por las aguas…” (Ezequiel 47:3). Y el Señor seguía
instando al profeta a seguir adelante, más profundo y más lejos dentro del agua. Después de
1000 codos más, el agua llegaba a sus rodillas. Y seguía subiendo.
-¿Podemos ver lo que estaba sucediendo aquí? Ezequiel estaba caminando en el futuro, hasta
nuestros tiempos. Los cristianos de hoy en día viven en los últimos 1000 codos del río en esta
visión. Estamos en la última medida de agua. Y Ezequiel dice que cuando él salió al borde de
esta medida, el agua estaba muy profunda para él, demasiado abrumante. “…Yo no podía
pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado.”
(47:5). Él nos está diciendo en esencia, “El agua estaba sobre mi cabeza.”
El tiempo está llegando cuando un número sin precedentes será vivificado de la muerte
espiritual.
-Cuando Ezequiel volvió a la ribera, quedo atónito. Mientras él miraba atrás, él vio, “muchos
árboles” a ambos lados del río. Estos árboles recibieron vida del fluir de las aguas. Echaron
hojas que no se marchitaban y su fruto traía una maravillosa sanidad. Vida florecía por todas
partes en estas torres de árboles frutales.
-Si, este río de Dios traerá vida dondequiera que vaya. Sin embargo, en estos últimos días,
también vamos a ver una inundación correspondiente de muerte:
-No sabemos cómo el Señor hará todo esto. Pero si él dice que el río crecerá y traerá vida a
todo lo que toque, yo le creo. Después de todo, las aguas del Mar Rojo se secaron, las aguas
del río Jordán se apartaron, Jesucristo resucitó y venció la muerte, ¿No puede el hacer esto
también?
-Aquellos que quedaran fuera de este maravilloso río de avivamiento “quedaran para
salinas.” “Sus pantanos y sus lagunas no se sanearan; quedaran para salinas.” (Ezequiel
47:11).
-Ezequiel está describiendo lodazales, llenos de sucio y cenagoso. Mientras el río fluye por
encima de estos pantanos, no son sanados. Con el tiempo, el río les pasara por encima por
completo, dejándolos tan secos que se volverán sal.
-En el Antiguo Testamento, la sal es un símbolo de rebelión y esterilidad / aridez. Los pantanos
de sal que Ezequiel describe aquí representan a aquellos del pueblo de Dios que sienten
profundamente, pero no cambian. Tales personas pueden llorar por su pecado y muerte, pero
ellos no obedecen la Palabra de Dios para buscar su vida. Ellos pueden hacer promesas y
tomar resoluciones para cambiar, pero no son constantes. Isaías hace eco de esto cuando
escribe, “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y
sus aguas arrojan cieno y lodo.” (Isaías 57:20).
-No nos equivoquemos: estas personas profesan abiertamente ser cristianos. Y han sido
inundados con reprensiones santas. El Espíritu Santo ha medido la profundidad de sus almas y
los ha llamado. Pero ellos permanecen igual, no cambian. Ellos han estado en su río de vida,
pero ellos no le han permitido que toque la profundidad de su ser.
-Como resultado, la vida de Jesús no fluye de ellos. En vez de eso, de su vientre fluye un
manantial continuo de chisme, adulaciones falsas, iras, enojos, violencia, mentiras y
distorsiones. Tales personas no son dadores de vida. Al contrario, todo a su alrededor está
tocado por contienda y amargura. Están sumidos en lastima de sí mismos. Ellos se quejan
continuamente y cuestionan la obra de Dios en los demás. Ellos profesan vida, pero están en el
sucio cenagoso. Son farsantes espirituales, propagando muerte a todos a su alrededor.
-En las palabras de Pedro, se han convertido en “pozos sin agua” (2 Pedro 2:17). Y, según
Ezequiel, una sentencia de muerte ha sido declarada sobre ellos: “quedaran para salinas.” Esto
es una maldición de esterilidad, relegándolos a una vida sin fruto, a ser totalmente inútiles. Aun
así, permanecen firmes en su rebelión, llenos de orgullo destructivo.
-Trágicamente, Dios doblará (curvará-torcerá) su río de vida para que fluya completamente
alrededor de ellos. Con el tiempo, quedaran ciegos, insensibles al peligro en el cual se han
puesto. Y mientras el Espíritu Santo se aleja de ellos, quedaran engañados, clamando, “Paz,
paz,” mientras la destrucción cae a su alrededor.
-Ezequiel quizás no podía creer al ser testigo de estos lugares de muerte. Él veía vida brotando
por todos lados dondequiera que fluía el río, pero esos lugares de muerte permanecían estériles
y blancos por la sequedad.
-Te pregunto, ¿cómo cualquier seguidor de Cristo puede llegar a tal condición? ¿Cómo puede
un siervo llegar a tal vacío, sequedad y alejamiento de su río que es dador de vida? Pedro
explica: (2 PEDRO 2:10-21)
“Ellos andan tras la carne. Ellos son presuntuosos y atrevidos. Ellos resisten la
autoridad ordenada por Dios. Y hablan mal de cosas que ellos no conocen. Ellos se
envuelven en cosas mundanas y son vencidos por ellas. Están más preocupados por la
política, el deporte, la ciencia, la diversión, cómo encontrar pareja, etc. Y se han alejado
de los santos mandamientos que una vez les fueron dados”
-Amado hermano, hermana santo, te exhorto: si estas atado en amargura tenaz mientras el río
fluye a tu alrededor, no te permitas continuar así. Permite que Dios llene tu ser con agua
viviente. No te das cuenta, pero una inundación de revelación de nuestro Señor está en camino.
Y no se detendrá para servir a cualquier carnalidad.
-Así que, ¿puedes comprender la magnitud de la visión dada a Ezequiel? Los profetas del
Antiguo Testamento no lo podían ver. Pero a través de su Espíritu Santo, Dios nos ha dado ojos
para ver su grandeza. Por lo tanto escucha: ¡Viene un río de vida!
Capítulo 02: 1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó
toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen.