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Gi ulio Camillo

La idea del teatro

Edición de

Lina Bolzoni

Tradu cción de

Jordi Raventós

Biblioteca de Ensayo 29 (serie menor) Ediciones Siruela


Todos los derechos reservados. Ninguna parte

.de esta publicación puede ser reproducida,

almacenada o t r ansmitida en manera alguna

ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,

mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia,

sin permiso previo del editor.

Título original: L 'idea del theatro

Colecc ión dirigida por Ignacio Gómez de Liaño

© Sellerio editore, Pal ermo 1991

© Del prólogo, Lina Bolzoni

©De la traducción, Jordi R~ventós Barlam

© Ediciones Sirucla, S. A., 2006

el Almagro 25, ppal. dcha. 28010 Madrid

Tels.: 91 355 57 20 1 91 355 22 02

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Índice

El espectáculo de la memoria
Lina Bolzoni 9

La idea del teatro

[Carta dedicatoria] 41
[El primer grado de 1 teatro] 45
El banquete 65
El antro 89
Las Gorgonas 137
Pas ífae 167
Los talares 185
Prometeo 19 1
Notas 207
Obras citadas 237
El espectáculo de la memoria

El arte de la memoria resulta hoy, en muchos as­


pectos, un objeto extraño, un fósil de un mundo
'desaparecido. Parece verdaderamente increíble
que, durante siglos, los hombres hayan empleado
su tiempo y sus energías, hayan utilizado y enseña­
do técnicas, para aumentar las capacidades natura­
les de recordar. Vivimos, de hecho, en una época
en que el problema de la memoria ha perdido sen­
tido, consistencia, valor: hemos confiado a la escri­
tura, a los libros y a instrumentos tecnológicos cada
vez más sofisticados la tarea de conservar palabras,
imágenes, sonidos, conocimientos. Por otra parte,
vivimos en un espacio en que, a un ritmo totalmen­
te desconocido en el pasado, las imágenes se mue­
ven, se transforman, se fragmentan, se disipan con
rapidez. Se ha agrandado enormemente aquel cam­
bio de la percepción visual que Walter Benjamín

había vinculado al nacimiento de la moderna me­


trópolis, con sus multitudes en movimiento.
En cuanto a nuestra experiencia, el arte de la
memoria reclama, pues, en primer lugar, ser reco­
nocido en su diversidad. Desperdigados sobre los
polvorientos estantes de las antiguas bibliotecas
europeas, los numerosos tratados de arte de la me­
moria que los siglos nos han transmitido reclaman
ciertamente nuestra atención incluso respecto a lo
que hay más allá del texto: se abren complejos es­
cenarios si se comprende que los tratados sólo son
la punta de un iceberg, y que sus preceptos -a me­
nudo áridos y repetitivos- son la escenografia de un
espectáculo que se representa en múltiples dimen­
siones. En efecto, el arte de la memoria no es sola­
mente una disciplina o una técnica específica y autó­
noma: interacciona con prácticas y experiencias
diversas que conciernen a la poesía y la pintura, a la
mística y la ciencia, a la filosofía y la retórica.
El arte de la memoria, además, también nos di­
ce mucho acerca del sujeto que la practica. Si pre­
guntamos quién es el hombre que nuestros tratados
presuponen y construyen al mismo tiempo, vemos
cómo se dibuja, a través de los siglos, una imagen
constante en muchos aspectos. Y es exactamente es­

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ta imagen del hombre la que se nos muestra con


unas características que son a la vez, de manera al­
go inquietante, extrañas y familiares.
¿Qué ha significado, pues, practicar el arte de la
memoria? Ha significado esforzarse mucho, pacien­
tes ejercicios de conocimiento, de control, de am­
pliación de las propias cualidades psíquicas: en pri­
mer lugar, de la memoria, pero también de la
imaginación y de la sensibilidad, del modo de reac­
cionar a las imágenes, a las asociaciones, a los jue­
gos de palabras.
Asimismo, el arte de la memoria ha enseñado, al
menos desde la difusión de la escritura, a modelar
la propia mente, a desmenuzada en espacios orde­
nados, a consuuir elaboradas arquitecturas interio­
res. Así como las letras del alfabeto quebrantan la
fluidez del discurso oral, sustrayéndolo a la viveza
de la comunicación interpersonal, pero precisa­
mente a este precio permiten que viva en el espacio
y en el tiempo, así actúa el arte de la memoria en re­
lación con el magma caótico de las imágenes men­
tales: lo estudia, lo analiza, intenta reducir a leyes el
juego fascinante de las asociaciones, intenta com­
prender -y reproducir- la lógica por la cual una
imagen reclama (o esconde) otra imagen. Las imá­

11

genes del arte de la memoria se presentan entonces


idénticas a las letras del alfabeto: signos que parali­
zan, y al mismo tiempo hacen revivir, el fluir de los
recuerdos; imágenes artificiales, capaces, sin em­
bargo, de exhalar de nuevo, en el momento opor­
tuno, aquella experiencia vital que han disimulado
y a la que han dado forma.
Y el arte de la mem01ia ha dirigido su atención
ni más ni menos que a esta paciente construcción
de imágenes interiores. Ha enseñado a construir
imagines agentes, lo que significa en primer lugar
imágenes capaces de realizar una acción, de impre­
sionar, imágenes que concentran en sí mismas emo­
ciones y conocimientos, en un entramado tal que el
impacto de aquéllas provoca el estallido en .cadena
de éstos. Y, en segundo lugar, imagines agentes signi­
fica también imágenes capaces de representar una
parte. Es decir, remiten a aquella dimensión teatral
que es tan importante en la práctica mnemónica,
por ejemplo en la técnica en virtud de la cual, para
recordar conceptos abstractos o palabras de una
lengua extranjera, se les pide contar una historia
haciéndola manar, con los procedimientos adecua­
dos, de las palabras de los person.Yes que se en­
frentan en un diálogo, en una escena; pero tam­

12

bién a una dimensión teatral en un sen tido más ge­


neral y más profundo. Al fin y al cabo, Cicerón afir­
ma (De oratore ii, 88, 359) que es útil poner máscaras
teatrales a los conceptos h asta transformarlos en
imágenes activas en nuestra memoria, en imagines
agentes precisamente.
El arte de la memoria quiere dar forma tanto a
la construcción como a la recepción de las imáge­
nes, quiere asegurarse de que existe una com pleti
~eciprocidad en tre ambas acciones: el empeño en
verificar cómo nacen y se propagan las imágenes
en la cadena de las asociaciones corresponde a la
preocupación p or determinar los modos, los tiem­
pos y los contenidos del goce de las propias imáge­
nes. En otras palabras, el arte de la memoria se pa­
rece a un ambicioso d irector de teatro que
considera la capacidad de prever las reacciones del
público un elemento constitutivo del espectáculo.
Para que el espectáculo de la memoria se ponga
en marcha y funcione, es necesario que el oj o de la
mente recorra las imágenes de una manera lenta,
ordenada y analítica. El arte de la memoria requie­
re una visualización muy alejada de la nuestra, un a
visualización capaz de extraer de la imagen todos
los mensaj es con los que ha sido revestida, una vi­

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sualización, en definitiva, que se ocupe en reunir


todos los aspectos del vínculo t;ntre el orden, el es­
pacio y la imagen misma, y en volver a recorrer el
juego de relaciones entre las partes y el todo, entre
la pluralidad y la unidad.
Así pues, en los vastos territorios de la mente, el
arte de la memoria construye sus «lugares» y sus
imágenes, si bien esto no excluye en absoluto -yo di­
ría que en muchos casos lo presupone- que se cree
un juego de remisiones, de interacciones, con luga­
res e imágenes exteriores, creados por pintores·, ar­
quitectos, escultores, o evocados por las palabras de
los poetas y de los escritores. Sabemos mucho -gra­
cias a los estudios de Paolo Rossi y Frances Yates­
acerca de la forma en que el arte de la memoria, a
lo largo de los siglos, ha enlazado con la historia de
la filosofía y de la ciencia, pero la cuestión de cómo
se han influido recíprocamente el arte de la memo­
ria y la literatura y las artes figurativas constituye to­
davía, en mi opinión, un fascinante capítulo, que si­
gue abierto, de la historia cultural europea.
En realidad, las técnicas de la memoria se han
situado, a través de los siglos, en una zona que atra­
viesa fronteras diversas: han procurado escrutar, se
decía, los caminos que unen la interioridad y la ex­

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terioridad; se han acostumbrado a traducir las pa­


labras en imágenes, y las imágenes, en palabras.
Atraído por los ricos recursos que emanan de la
observación del lenguaJe, el arte de la memoria se
ha aventurado en los espacios que se abren entre
el significante y el signific::¡ ··.:; incapaz de soportar
las relaciones unívocas, ; · ~:xp erimentado todos
los efectos ilusorios y enajC!Iantes que surgen de la
fragmentación de las palabras y del juego de las
combinaciones.
No es ninguna casualidad que <~uego» sea un
término que se viene usando la mayoría de las veces
de modo espontáneo. Entre las imágenes y los ins­
trumentos del arte de la memoria, hallamos, de he­
cho, el tablero de ajedrez o las barajas de cartas. Los
tratados sobre la memoria indican los preceptos ge­
nerales, ofrecen el cuadro de los procedimientos,
pero justo después invitan a la experimentación, a
la creación individual. En un cuadro de posibilida­
des dadas, cada uno debe crear sus propias imáge­
nes, debe contarse su propia historia. Maneras de
proceder estrambóticas y combinaciones incom­
prensibles dan paso a menudo, por lo que atañe a la
construcción de las imágenes, a una fuerte carga de
sensualidad, a fantasías eróticas y sádicas. El placer

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y el horror, como teorizan los tratados desde los orí­


genes, son, por lo demás, poderosos estímulos psi­
cológicos, y al arte de la memoria le importa, sobre
todo, que sus mecanismos funcionen y obtengan re­
sultados. El orden de las arquitecturas mnemónicas
hace habitualmente de contexto al desorden de las
asociaciones fantásticas; en la sucesión racional de
los loci, encuentran su sitio imágenes dispares, naci­
das de la proliferación de combinaciones insólitas.
La dificil tarea de armonizar los contrarios re­
sulta, por otro lado, familiar a un arte que estudia
los mecanismos naturales del recuerdo y del olvido
para poderlos reproducir de forma artificial. El ar­
te de la memoria opera así en un terreno interme­
dio entre automatismo y conciencia, entre esponta­
neidad y control.
Basado principalmente en la operatividad de las
imágenes mentales, el arte de la memoria procura
intervenir también en el cuerpo, procura preparar­ '

lo para que facilite el recuerdo. Medicinas, consejos


sobre dietas y comportamientos, además del uso
1
hasta de drogas, enlazan de este modo con la cons­
trucción de los loci y de las imagines mentales: fre-.
cuentando una vez más una zona fronteriza, el arte
de la memoria intenta actuar dentro de. aquellos es­

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pacios -misteriosos y, con todo, esenciales- en que


el cuerpo y la psique se encuentran e interaccionan.

El arte de la memoria llega al Cinquecento car­


gado de experiencia: ha pasado a través de los siglos,
adaptándose gradualmente a las diversas situaciones,
demostrando así su idoneidad estructural para el jue­
go de las metamorfosis. En el mundo clásico, estuvo
al servicio de políticos y oradores; en la Edad Media,
~e utilizado por predicadores y místicos; supo adap­
tarse, en el siglo xv, a las exigencias de un público
muy diverso, compuesto por comerciantes y tahúres,
por médicos y juristas, por profesores y profetas.
· La progresiva difusión de la imprenta contribuye
a crear un mundo en el que el arte de la memoria
pierde importancia hasta volverse sustancialmente
inútil. Sin embargo, por una especie de paradoja,
precisamente en el Cinquecento el arte de la me­
moria celebra sus triunfos en buena parte de Euro­
pa. Esto sucede porque en los sistemas mnemóni­
cos más complejos e innovadores -de Giulio
Camillo a Giordano Bruno- se plasman y encuen­
tran expresión cumplida los mitos y los experimen­
tos sobre el imaginario que caracterizan, a diferen­
tes niveles, a toda una época.

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Tomemos como modelo y como materia de ob­


servación la obra de Giulio Carnillo (c. 1480-1544).
Literato y filósofo, maestro de retórica y alquimia,
amigo de Bembo, de Tiziano, del Aretino, lleva una
vida errante que del Friuli natal lo conduce a Ve­
necia, a Roma, a Bolonia, hasta la corte francesa de
Francisco I y la de Alfonso de Ávalos, gobernador
de Milán; elogiado por muchos como un hombre
«divino», es acusado por otros de ser un charlatán.
Su obra más famosa, La idea del teatro, celebra la
apoteosis del arte de la memm:ia: los «lugares» y las
«imágenes» del arte tienen que servir para apre­
hender de forma permanente un saber universal; al
mismo tiempo, la escritura se aleja muchísimo d~
la escritura tradicional de los tratados mnemotécni­
cos, que -según un esquema constante- dan las in­
dicaciones relativas a los procedimientos y a las di­
versas técnicas que el arte prevé. Para Camillo, todo
esto es obvio y se da por descontado, es una especie
de premisa de la que se puede prescindir: la opera­
ción que él pretende realizar es de otra índole y es­
tá a otro nivel.
En efecto, La idea del teat1·o nos ofrece la clave
para introducirnos en un complejo laberinto e n el
que retórica y metafísica, pintura y poesía, alquimia

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y transfiguración en lo divino se entrelazan de mo­


do inextricable. Al manejar el texto, será preciso
poner atención: la imagen (la <~idea» en sentido eti­
mológico) que aquí se transmite aparece clara, níti­
da, distinta; al mismo tiempo, el texto invita a utili­
zarla para destruirla, para vencerla, para resituarla
en un contexto en el que todo se mueve y se trans­
forma. Al leer el texto, es posible que tengamos la
impresión de mirar el mundo a través del microsco­
pio neoplatónico y cabalístico; en realidad, las imá­
genes que se van describiendo, y que se aproximan
ordenadamente unas a otras, aspiran a grabarse en
nuestra mente para transformarse y transformarla,
hasta tal punto que nos acompaiian por el juego
cósmico de la metamorfosis, de la «transmutación»
universal. Así pues, más que como un microscopio,
el texto parece funcionar como un caleidoscopio.
La idea del teatro proporciona, además, una clave
que corre el riesgo de quedar inservible si no la su­
mergimos en un engran~e pluridimensional que
hay que reconstruir por completo; para hacerlo, de­
bemos reunir - como en un rompecabezas- las pie­
zas dispersas en la complejidad de la obra de Camil­
lo. Y esto es en el fondo el último «descubrimiento»
de Camillo -que sin duda no menospreciaba las for­

19

mas más histriónicas de comportamiento y de co­


municación- para guardar su secreto. La idea del tea­
tro es el texto que él se ve obligado a escribir debido
a la insistencia de su último protector y mecenas, Al­
fonso de Ávalos; m orirá poco después, por sus de­
senfrenos amorosos, concluyendo así, dignamente,
una vida que había cultivado tanto la embriaguez de
los sentidos como la del ascetismo místico. La idea
del teatro fue publicada en 1550, seis años más tarde;
desde su primer editor, Domenichi, hasta otros que
paulatinamente la fueron ofreciendo al público
(Lodovico Do lee, Tommaso Porcacchi) , todos la
exaltaron como una obra definitiva a la vez que in­
completa. Remite a otra cosa -dicen-, a otros tex­
tos, a otras elaboraciones: a aquel teatro de madera,
a aquel misterioso edificio que algunos habían visi­
tado y otros sólo intuido; a aquella «construcción»
universal, remodelada sobre la base del cosmos, que
había sido el sueño fáustico de Camillo. Nuestro
texto, pues, exactamente como sus singulares imá­
genes, se muestra y al mismo tiempo se esconde;
alude a otra cosa, quiere poner en marcha un juego
de asociaciones y de catalogaciones que debe prac­
ticarse a muchos niveles.
Efectivamente, el texto nos describe un tablero

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bidimensional. Camillo se detiene largo tiempo en


sus presupuestos teológicos y metafísicos (piénsese
en la parte introductoria del primer y el segundo
grado), pero en el fondo nos dice muy poco de la
utilidad del mismo; nos describe, en suma, un com­
plicado sistema, pero olvida decir para qué sirve;
nos entrega una máquina, pero no nos facilita las
instrucciones de us9. Para suplir esta carencia, de­
bemos utilizar el texto exactamente como una esce- ·
~ografía teatral cuyas puertas se abren a otros es­
pacios y otras perspectivas, cuyos «lugares» están
animados por diversos p ersonajes. ·
Un tablero bidimensional, decíamos. De hecho,
«teatro» indica, en primer lugar, un modo de pro­
ceder antes que una tipología arquitectónica. Se
trata de hacer ver, de poner delante de los ojos, el
esquema que Camillo ha construido y que, como él
asegura, es tal que permite la colocación ordenada
de . todas las cosas y de todas las palabras del mun­
do. Este esquema -por lo que parece- estaba en la
base de un verdadero teatro de madera modelado a
partir del teatro romano y de cuyos decorados se
encargaron grandes pintores (Tiziano y Francesco
Salviati).
El texto prescinde, no obstante, de las formas

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posibles de las propias proyecciones materiales. Lo


que se nos ofrece es una tabla clasificatoria de cua­
renta y nueve casillas o <<lugares~~ principales; éstos
nacen de la intersección de dos series: una que va
en sentido vertical (las siete columnas o puertas,
simbolizadas por los siete planetas) y una que va en
sentido horizontal (los siete «grados»). Como seña­
la el arte de la memoria, cada «lugar» debe estar ca­
racterizado por una o más imágenes. Los siete pla­
netas son representados -según una tradición
iconográfica entonces aceptada- con forma huma­
na; la doctrina de las correspondencias astrológicas
permite emplearlos corno un primer y fundamental
criterio de clasificación y ordenación universal.
La práctica del sincretismo propia del neoplato­
nismo y de los cabalistas cristianos permite crear
después, en torno a las imágenes de los planetas, un
complicado juego de correspondencias. Cada pla­
neta corresponde así a una de las sefirot, es decir, a
uno de los nombres secretos de Dios, por medio de
los cuales Él se expande e interviene en el mundo;
paralelamente, a cada planeta y a cada sefirá les co­
rresponde un ángel. pe esta manera, podemos atis­
bar uno de los modos de funcionamiento del tea­
tro: cada imagen se multiplica en una especie de

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juego ilusorio que remite a d istintos niveles de la


realidad; la pluralidad de los significados que se
confieren a la imagen corresponde a una plurali­
dad de dimensiones, que son a un tiempo físicas,
metafisicas y divinas. Por esta razón, aunque se
muestran a todo el mundo, las imágenes seleccio­
nan a su propio público: hay una escalera de acce­
so a significados cada vez más profundos cuyos pel­
daños corresponden a modalidades, a capacidades
diversas de recepción.
Los siete grados constituyen, como decíamos,
la disposición en sentido horizontal del teatro. Su
modelo es el relato bíblico del Génesis, un relato fil~
trado por la interpretación cabalística, reinterpre­
tado y acorde con la tradición hermética y neopla­
tónica. Las obras de Giovanni Pico della Mirandola
y de Marsilio Ficino, y aquélla, muy próxima en el
tiempo y en el espacio, de Francesco Giorgio de Ve­
necia, son para Camillo los puntos de referencia
esenciales de su realización. Los siete grados del
teatro encarnan, pues, la expansión de la unidad en
la pluralidad; las imágenes que los caracterizan im­
primen en la memoria las diferentes fases, mejor
dicho, los diferentes aspectos de un proceso que
se inicia en las profundidades de lo divino y que se

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manifiesta después en la naturaleza, en el hombre y


en el mundo que el hombre produce. La sucesión
de las imágenes y de sus correspondientes significa­
dos es la siguiente:

1.er grado: los siete planetas (excepto el Sol, ele­


vado al segundo grad o y sustituido aquí por la ima­
gen del banquete) representan los fundamentos di­
vinos del todo y las tradiciones relativas a los dioses.

2. 0 grado: el banquete, el fesún que el Océano


ofrece a sus dioses, representa el «agua de la sabi­
duría» en la que se colocan las ideas, los primeros
elementos.

3.er grado: el antro, donde las Ninfas tejen telas


purpúreas y las abejas elaboran la miel, representa
los elementos desde el punto de vista del mundo
natural y sus combinaciones.

4. o grado: las Gorgonas, las tres hermanas que po­


seen un único ojo, representan las tres almas del
hombre y, por consiguiente, su dimensión interior.

5. 0 grad o: Pasífae con el toro representa el des­

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censo del alma al cuerpo y, por tanto, el hombre ex­


terior, su dimensión física.

6.0 grado: los talares, las sandalias aladas de Mer­


curio, representan las acciones naturales del hom­
bre, las que realiza sin recurrir a instrumentos ni a
técnicas.

7. 0 grado: Prometeo representa todas las artes y las


ciencias, y sus producciones.

La serie horizontal de los siete grados, como de­


cíamos, se cruza con.la vertical de los siete planetas.
De ello resulta una especie de tablero de ajedrez so­
bre el cual el juego de las imágenes puede llevarse a
cabo mediante los desplazamientos y las combina­
ciones. Una misma imagen, de hecho, es utilizada
en «lugares» diversos, y su significado varía en fun­
ción del «grado» en que se encuentra. Veamos, por
ejemplo, una imagen que corresponde a una icono­
grafia extraña, pero que podemos visualizar a través
de la representación que Correggio hace de ella en
Parma, en la Camera di San Paolo: Juno suspendida
por Júpiter, como castigo, entre el cielo y la tierra.
Esta imagen aparece por primera vez «en el ban­

25

quete de Júpiter», es decir, en el segundo grado, en


correspondencia con la columna de Júpiter. Camil­
lo describe la imagen, declara la fuente de la que de­
riva, explica el modo en que ha construjdo la cade­
na de los significados que le atribuye y, a
continuación, la acompaña en sus desplazamientos
a través de las diversas casillas del teatro:

Juno suspendida la tomamos de Homero, que repre­


senta a Júpiter teniéndola suspendida con una cadena, y
a Juno, con un yunque en cada pie. Júpiter es el sobera­
no de la totalidad del ajre; Juno es el aire; el yunque del
pie que está má'l alto es el agua, y el del pie que está más
bajo es la tierra. Esta imagen, pues, simbolizará aquí el ~­
re simple. Pero en el antro contendrá Jos cuatro elemen­
tos en general, y sobre todo el aire en particular, con sus
partes y sus atributos, como se dirá en dicho lugar.
En los talares significará respirar, aspirar, hacer uso
del vasto cielo.
Y en Prometeo simbolizará cualquier obra que se ha­
ga aprovechando el aire, como los molinos de viento
(págs. 8&-87).

Como se puede observar - y los ejemplos po­


drían multiplicarse-, existe un evidente automatis­

26

mo en la proliferación de los significados con arre­


glo al desplazamiento de las imágenes en el tablero;
para darnos cuenta de ello, bastará aplicar al frag­
mento citado el catálogo de significados de los di­
ferentes «grados» que acabamos de establecer. Ca­
millo justifica su procedimiento basándose en un
criterio de economía mnemónica («para no confiar
a la memoria diversas imágenes sobre las mismas
cosas, preferimos que se vea la misma figura en di­
ferentes puertas», pág. 93). Sin embargo, como de
costumbre, esto no excluye en absoluto otros signi­
ficados, otras interpretaciones posibles: hemos ha­
blado del automatismo, de la impresión de que el
mecanismo funciona por sí mismo generando nue­
vos signi.ficados gracias al movimiento y a las com­
binaciones de sus componentes. El teatro de Camil­
lo plantea de nuevo, de forma distinta, uno de los
elementos esenciales de la tradición del arte lulia­
no, que juega un papel de primer orden en la mne­
motécnica del Cinquecento. Sin duda no es ajena a
todo esto la fascinación por el juego, un componen­
te bien arraigado, como recordábamos al principio,
en las teorías y en los usos del arte de la memoria.
Por otra parte, el hecho de que los significados de
una misma imagen varíen con respecto a su dife­

27

rente disposición en los lugares del teatro de Camil­


lo pone delante de nuestros ojos, y al mismo tiem­
po permite experimentar en la prácti~a, la imagen
del cosmos reproducida por el teatro: un cosmos en
el que existe una vinculación profunda entre uni­
dad y multiplicidad, entre identidad y diferencia,
un cosmos en el que, según la máxima de Anaxá­
goras, todo está en todo.
Ésta es, pues, la «idea», éste es el modelo visible
de aquel gran teatro de la sabiduría que Camillo
pensaba construir. Se trata de una escenografía es­
pléndida y pobre a la vez. Contamos con una ex­
traordinaria galería de imágenes elaborada a par­
tir de los poetas, los pintores, los filósofos, las
enseñas y los emblemas, los «antiquísimos»jeroglí­
ficos del Pseudo-Horapolo y los descubrimientos
arqueológicos. Por lo que se refiere a sus fuentes,
Camillo aplica las técnicas de reutilización más va­
riadas y libres de prejuicios: se va de la fiel repeti­
ción de elementos de la tradición hasta la combi­
nación inédita de elementos heterogéneos, pasando
incluso por la creación de nuevos mitos y de nue­
vas imágenes. Como siempre, la técnica de la ana­
logía y de la exégesis alegórica ofrece una instru­
mentación bastante dúctil, idónea para ampliar y

28

variar a volun tad la interpretación y la crea<::ió n de


las imágenes.
Todo ello produce también, como hemos dicho,
una sensación de pobreza. ¿Acaso aquí se halla el
modelo acabado de aquella máquina extraordina­
ria que debía aprehender de manera permanente
la totalidad del saber? El tablero de cuaren ta y
nueve lugares, con sus espléndidas imágenes, co­
rre el riesgo de parecer, precisamente, sólo un bo­
nito juego. No obstante, si también nosotros nos
dejamos atraer por la lógica de las asociaciones, si
asimismo vamos en busca d e los tesoros descono­
cidos que nacen de las combinaciones, podemos
utilizar La idea del teatro únicamente como una ba­
raja de cartas para m ezclarla con otras cartas y
otras bar<:Yas.
Podemos recurrir mientras tanto a una redac­
ción previa del teatro, que nos ha llegado a través
de dos manuscri tos: uno conservado en la Biblio te­
ca Vaticana (cod. Ottob. Lat. 1777) y otro -descu­
bierto por Corrado Bologna- conservad o en la
John Rylands University Library de Manchester
(Christie, cod. 3, f. 8), que contiene una versión
más extensa y lleva por título Teatro de la sabiduría.
El juego de las correspondencias es aquí m enos ver­

29

tiginoso que e n La idea del teatro, porque Camillo to­


davía no se había sentido atraído por la cábala; co­
mo contrapartida, el tablero bidimensional de los
lugares y de las imágenes se abre con una nueva di­
mensión. Mientras La idea del teatro se limita a enun­
ciar, casi como títulos, la tipología de las cosas que
están colocadas en cada uno de sus «lugares», el
manuscrito del Teatro de la sabiduría traza, para cada
casilla del tablero, una estructura compleja: cada
cosa se introduce en una red de cinco categorías:
sustancia, cualidad, relación, lugar y acción. Se crea
así una especie de galaxia de palabras y cosas, todas
unidas mediante una tupida red de relaciones que
encuentra ordenada colocación en cada «lugar» del
teatro. Una tercera dimensión, la de la clasificación
lógica, incluye de este modo los otros dos criterios
de ordenación -basados en la astrología y en el de­
sarrollo de la creación- presentes también en el
texto impreso.
La idea del teatro, oportunamente combinada con
el Teatro de la sabiduría, nos ofrece, por tanto, un
modelo pluriclimensional. Averigüemos ahora las
instrucciones de uso o, mejor dicho, los diversos
usos posibles.
Camillo insiste en los fundamentos metafísicos y

30

teológicos del teatro, y alude en numerosas ocasio­


nes a los secretos que no se pueden revelar. Por
consiguiente, el lector es invitado - y desafiado- a
penetrar en una dimensión sapiencial. En cuanto
modelado a partir de los nombres de Dios, en cuan­
to expresión de secretas conexiones que unen en­
tre sí diferentes niveles de la realidad, el teatro se
propone, de hecho, ser una guía con vistas al cum­
plimiento del opus alquímico y a la ascensión hacia
Dios y, sobre todo, a la transformación en lo divino.
Como el propio Camillo nos indica en una obra
breve, pero esencial, el De transmutatione, son tres
las «artes transmutativas», es decir, las artes que ga­
rantizan el conocimiento y la viabilidad de la meta­
morfosis: la elocuencia, la alquimia y la deificación.
Éstas se aplican a tres aspectos distintos de la reali­
dad -a las palabras, las cosas y la interioridad del
hombre, respectivamente-, pero se verifican por
medio de procedímien tos análogos y son en sustan­
cia coincidentes. En todo caso, se trata, en verdad,
de individuar -más allá de lo mudable, de lo múlti­
ple, de lo «caduco»- las formas universales y de
operar con ellas.
Pero ¿qué significa aprehender las formas uni­
versales en el mundo de las palabras? Aquí se pone

31

de manifiesto el carácter singular del clasicismo de


Camillo, que llega a ser infiel a la tradición h uma­
nística por su excesiva fidelidad y se muestra fasci­
nado por la metafísica y por los automatismos de la
retórica. Está convencido -como los ciceronianos y
los petrarquistas contemporáneos- de que es posi­
ble individuar algunos momentos históricos parti­
cularmente felices en los que se produjeron textos
que, por la belleza de su lengua y su estilo, poseen
un valor absoluto y funcionan como modelos; por
eso la búsqueda de lo nuevo y de lo bello no puede
llevarse a cabo más que a través de la imitación/ va­
riación de los textos ejemplares. Hay, además, algu­
nos elementos que caracterizan de modo inequívo­
co la obra retórica y literaria de Camillo y que le
procuran o la exaltación o la desdeñosa denigra­
ción. Camillo cree, ante todo, en la dimensión meta­
física de las palabras y, en particular, de las palabras
de los grandes autores: en los textos ejemplares, se­
gún él, se encarna, se hace visible, la idea de la elo­
cuencia; el escritor debe saber retornar a esta for­
ma, a este modelo universal, reconociéndola más
allá del espeso bosque de las palabras y de los di­
versos textos, exactamente como el alquimista que
destila los m etales y obtiene la quintaesencia.

32
Con esta dimensión metafísica enlaza, de modo
inextricable, una extraordinaria confianza en la téc­
nica de la palabra, en los instrumentos ofrecidos
por la lógica y Ja retórica. Es posible, según la opi­
niórr de Camillo, arrancar de los grandes textos los
secretos de su belleza; se trata, en primer lugar, de
determinar los «artificios» retóricos a los que recu­
rrieron Cicerón y Virgilio, Petrarca o Boccaccio; a
continuación, se procede a descomponer estos arti­
ficios dentro del mecanismo lógico que los ha ge­
nerado, lo que significa -en el lenguaje de Camillo­
comprender de qué «lugar común» han tomado su
origen. En este momento, el juego se ha realizado:
una vez adueñados del se.c reto compositivo, bastará
reproducirlo, variándolo o ampliándolo , en el nue­
vo-texto que se quiere escribir. Precisamente en es­
te·cuadro se coloca - y encuentra sentido- el doble
esfuerzo, obsesivo y tendenciosamente infinito, que
caracteriza buena parte de la vida de Camillo: por
un lado, la búsqueda de nuevos esquemas retóricos,
de tópic~s más desarrollados y eficaces que los tra­
dicionales, capaces de producir tanto argumenta­
ciones lógicas como, incluso, maravillas poéticas;
por otro lado, una implacable labor de análisis, de
descomposición de los textos ejemplares, en busca

33

no sólo del léxico, sino también de todas las com­


binaciones verbales efectuadas, de todas las figuras
usadas. Es una tarea que recuerda m uy de cerca la
de un personaje inventado por la vena satírica de
Erasmo, el Nosopono del Ciceronianus. en el rincón
más recóndito de su casa, en el silencio de la noche;:
con religioso recogimiento, dedica todas sus ener­
gías al afán (y al solitario placer) de elaborar dic­
cionarios cada vez más voluminosos de todos los tér­
minos empleados por Cicerón.
Camillo emplea en numerosas ocasiones el tér­
mino «anatomía» para indicar su propio trabajo de
«disolución», de descomposición del texto. En la
imagen utilizada no sólo se halla el recuerdo de los
experimentos de anatomía en los que él participa'
en Bolonia, sino también el mito del homunculus o
del Gólem; se trata, pues, de una descomposición
de las formas que tiene su origen en la confianza en
que es posible recomponerlas hasta darles una nue­
va vida.
Vemos manifestarse, enton ces, otra dimensión y
otro uso del teatro, y se trata esta vez del uso acce­
sible a todos, del más divulgado ycelebrado. Los re­
sultados de la minuciosa y obsesiva anatomía a la
que Camillo había sometido los textos ejemplares

34

-probablemente unos cuan tos miles de fichas- te­


nían que encontrar una ordenada colocación de­
trás de las imágenes del teatro. De este modo, el
teatro, dice Camillo, restablec·e el antiguo vínculo
entre la sabiduría y la elocuencia: sus imágenes ayu­
dan a acordarse (y abren las puertas) de los tesoros
de las bellas formas del d ecir y, además, de los teso­
ros del saber. El teatro, dicho en otras palabras, ha­
ce visible la idea de la elocuencia; contiene en sí
mismo la m emoria literaria del clasicismo y está
preparado para restituirla al usuario a fin de que és­
te le dé fo rmas nuevas y la haga renacer en nuevos
textos. Las fichas, con sus repertorios de palabras y
de figuras retóricas utilizadas y utilizables, tenían
que proporcionar evidentemente el material bási­
co; los nuevos esquemas retóricos, los nuevos tópi­
cos elaborados por Camillo, estaban en disposición
.[ de cumplir su cometido, de dirigir durante largo
tiempo el itinerario de las posibles combinaciones.
Galería de imágenes, reseña de mitos disponi­
bles para el juego de la interpretación, máquina ca­
paz de producir textos, instrum ento para aprehen­
der los secretos de lo divino y del alma, todo esto
-ni más ni menos que esto- es el teatro de Camillo.
El modo en que está construido lo hace particular­

35
mente apropiado para encontrar una aceptación
muy dispar: por ejemplo, se puede intentar -como
hemos hecho nosotros- tomarlo en serio, seguirlo
en su construcción de una tupida red de remisio­
nes, de funciones, de significados, o bien se puede
descomponer este rompecabezas pluridimensional
para que cada ·pieza nos asombre, para que exija­
mos a una de sus tantas imágenes que nos cuente
nuestro mito personal.

Lina Bolzoni

36

U L ;; e 4 ;;_ S1 -~
Indicaciones bibliográficas

Sobre el arte de la memoria, cf. Paolo Rossi, Cla­


vis universalis. Arti della memoria e logica combinatoria

·da Lullo a Leibniz, Ricciardi, Milán-Nápoles 1960
1
[Clavis Universalis. El arte de la memoria y la lógica com­
binatoria de Lulio a Leibniz, FCE, México 1989]; Fran­
ces A. Yates, El arte de la memoria, trad. de Ignacio \

Gómez de Liaño, Siruela, Madrid 2005 [véase espe­
cialmente el desplegable entre las págs. 160-161] ; Li­ t
na Bolzoni, «11 gioco delle imagini. L'arte della me­
moria dalle origini al Seicento», en La fabbrica del
pensiero. Dall'arte della memoria alle neuroscienze (Firen­
ze, Forte di Belvedere, 23 marzo-26 giugno 1989),
Electa, Milán 1989, págs. 16-65 (fichas de Massimi­
liano Rossi).
Sobre la cábala, cf. Gershom Scholem, Las gran­
des tendencias de la mística judía, trad. de Bea triz
Oberlander, Siruela, Madrid 1996, y Fran<;ois Se­

37

cret, La kabbala cristiana del Rena:cimiento, trad. de Ig­


nacio Gómez de Liaño, Taurus, Madrid 1979.
Sobre el hermetismo, cf. A.:J. Festugiere, La ré­
vélation d'Hermes Trisrnegiste, Lecoffre-Gabalda, París
1949-1954; Eugenio Garin, Ermetismo del Rinascimen­
to, Editori Riuniti, Roma 1988.
Sobre Giulio Camillo, cf. la entrada en el Dizio­
nario biografico degli italiani a cargo de Giorgio Sta­ '

hile; Cesare Vasoli, I miti e gli astri, Cuida, Nápoles


1977; Lina Bolzoni, Il teatro della memoria. Studi su 1
~
Giulio Camilla, Liviana, Padua 1984; además del nú­
mero de los Quaderni utinensi dedicado a Camillo
(5/ 6, 1986), con contribuciones de Cesare Vasoli,
Lina Bolzoni, Orazio Bianco y Mario Turello; Cor­
rado Bologna, «lmmagini della memoria. Variazio­
ni intorno al "Theatro" di G. Camillo e al "Roman­
zo" di C. E. Gadda», en Strumen.ti critici III, 1, 1988,
págs. 19-68.

L. B.

38

La idea del teatro

[Carta dedicatoria]

Al ilustrísimo señor don Diego Hurtado de Men­


doza, emb~ador ante el Sumo Pontífice y del con­
sejo de su Majestad Cesárea'.
Pocos años antes de que pasara a mejor vida el
excelente y nunca suficientemente alabado señor
Giulio Camillo, en aquella época en que se encon­
traba en Milán y gozaba de alta estima en el palacio
del señor marqués Del Vasto, que le había pro­
puesto estar a su servicio en honorables condicio­
nes2, éste le pidió que le dejara ver y conocer algu­
na cosa de aquel teatro ~uyo tan admirable. Camillo
elaboró en pocos· días una idea o, mejor dicho, un
modelo de toda su obra. Tras la muerte de ambos,
que acaeció poco tiempo después3 , dicha obra llegó
a las manos del señor Antonio Cheluzzi da Colle, y,
adaptada amablemente por éste para la imprenta,
ha salido a la luz este breve libro que yo ahora, ínti­

41

mamente persuadido por él a hacerlo, dedico con


humildad a Vuestra Excelencia. A pesar de que al­
gunos, demasiado predispuestos a juzgar las accio­
nes ajenas, tal vez me puedan llamar temerario por
haber llevado a cabo esta tarea, desautorizándome
en algo que no me concierne, espero, sin embargo,
que usted, que suele ponderar todas las cosas con

¡
madurez y rectitud, la juzgará de un modo diferen­
te y más favorable, y no sólo no me reprochará por
lo que he hecho para contentar a mi amigo, para
contribuir a la utilidad pública y para honrar vues­ I
tro celebérrimo nombre, sino que incluso elogiará t
a quien se ha afanado en sacarla a la luz. Y lo espe­ t
r
ro con el fin de que, como aún no se puede revelar
por completo la complejidad de un edificio tan im­
ponente, que llena de asombro y deseo con sólo
que oigamos mencionarlo, se conozca por medio í l
de este pequeño libro cómo su autor mostró cosas
conformes a la verdad que, si bien resultan difíciles
para las inteligencias mediocres, no fueron insolu­
bles, sino sencillas, para su grandísimo talento, el
cual, con sus excelsos razonamientos, llegaba a don­
de nadie se eleva por sí mismo4 • Tengo la esperanza,
además, de que muchos de aquellos que, cualquie­
raque fuese el motivo, por envidia o ignorancia, de­

42

cían que el señor Giulio Camillo había realizado ex­


cesivas afirmaciones, se darán cuenta, leyendo esta
idea, de que su gran capacidad de observáción era
comparable a su tendencia a hacer afirmaciones; y
asi como, a partir de la longitud del estadio que
H ércules recorría, Pitágoras dedt9o la largura del
pie del héroe y, a partir del pie, calculó en cuánto
aventajaba a los otros hombres en estatura5, así ra­
zonarán ellos y sacarán una conclusión a partir de
lo po~o que ahora se ofrece al lector en compara­
ción con todo lo que él escribió. Quizás ésta podría
ser la razón por la que aquellos hombres ilustres a
los que él, en vida, consideró dignos de poseer tan
extraño don, movidos por un deseo universal, ha­
yan sido incitados, publicándolo, a conceder este
supremo honor a la inmortal memoria del divino
'
·~
1

señor Giulio Camillo y un completo beneficio a to­


do el mundo, que lo espera y ansía en alto grado.
Me restaría pedir perdón por mi atrevimiento,
que me ha llevado a dedicar los trabajos ajenos a
Vuestra Excelencia Esto se debe al afecto respetuo­
so que ya hace muchos años que vengo demostran­
do al infinito valor y a los grandísimos méritos de su
persona. Este afecto, oculto en mi corazón bajo un
humilde silencio, se ha avivado y se ha exterioriza­

43

do de nuevo gracias a las palabras del muy virtuoso


y gentil señor Arnoldo ArlenioS, muy devoto servi­
dor suyo y queridísimo amigo mío, qtúen ha corro­
borado mi convicción de que esto sería del agrado
de Vuestra Excelencia y que le complacería enor­
memente, siendo usted una persona doctísima y
muy autorizada para apreciar tan loable trabajo. Es­
to le pido tan bien como sé y pue do, y al mismo
tiempo beso reverentemente sus manos encomen­
dándome a su benevolencia y suplicando a Dios que
acrecien te su felicidad y grandeza.

1 de abril de 1550. En Florencia.


Humilde servidor de Vuestra Excelencia
Ludovico Domenichi 7

44

[El primer grado del teatro ]

Los más antiguos y m~s sabios escritores


han tenido siempre la costumbre de expo­
ner en sus obras los secretos de Dios bajo
oscuros velos a fin de que no sean com­
prendidos sino por aquellos que -como di­
ce Cristo- tienen oídos para o.ír 1, es decir,
por aquellos que Dios elige para que com­
prendan sus santísimos misterios. Sostiene
Meliso que los ojos de las almas vulgares no
pueden resistir los rayos de la divinidad2 • Y
esto es confirmado por el ejemplo de Moi­
sés, el cual, cuando bajó del monte en el
que, a través del án gel, había hablado de
nuevo con Dios, no podía ser contemplado
por su pueblo si. no se cubría el rostro con
un velo3 • También los apóstoles, tras ver a
J~sucristo transfigurado, o sea, cuando éste

45

ya casi había abandonado la pesantez


del género humano y se acercaba a la
gloria de la divinidad, se postraron al
no poder mirarlo a causa de su débil
condi ción~ . Además, en el Apocalipsis
se lee: «Y por medio de su ángel ha da­
do a conocer a su siervoJuan... » 5 • Aquí
debe observarse que ni siquiera aJuan,
pese a ser str- siervo, le descubrió su
propósito salvo por símbolos y visiones.
Verdaderamente, así como en la mili­
cia mundana se emplean las voces de
los capitanes, las trompetas y los estan­
dartes para dirigir y alentar a las tropas
contra los enemigos, no de otro modo,
en la milicia divina, las voces corres­
ponden a las palabras del Señor, las
trompetas angélicas son la voz de los
profetas y los apóstoles, y los estandar­
tes son los signos de las visiones, que
simbolizan, pero no explican. A esto
hay que añadir que Hermes Trismegis­
to afirma que el lenguaje religioso está
lleno de Dios y es mancillado cuando
accede a él mucha gente6 • Por ello los

46

antiguos, no sin razón, tenían pintada


o esculpida una esfinge sobre la puer­
ta de cualquier templo, demostrando
con esa imagen que no se debe hablar
públicamente de las cosas de Dios más
que con enigmas7 • Dios también lo su­
girió de numerosas maneras, pues, se­
gún la palabra de Cristo, las perlas no
se deben arrojar a los cerdos ni hemos
de querer dar a los perros las cosas san­
tas. Y, hablando a sus apóstoles, les di­
jo: «A vosotros os ha sido permitido co­
nocer los misterios del reino de los
cielos, a los demás, mediante parábo­
las, para que viendo no vean y oyendo
no entiendan» 8 • En el libro cu arto de
Esdrás, Dios, aludiendo a Moisés, al
que había hecho subir hasta el monte,
manifiesta: «Lo retuve conmigo duran­
te muchos días y le conté innumera­
bles maravillas, los secretos y el fin de
los tiempos, y le dije: "Divulgarás estas
cosas y las ocultarás"» 9 • Y David, diri­
giéndose a Dios, dice: «Abre mis ojos y
contemplaré tus maravillas» 10, donde

47

no habló de tener que difundir las al­


tas maravillas, sino solamente de con­ ' ;
' .
templarlas. Es más, como las cosas divi­
nas pertenecen al mundo supraceleste
y éste está separado de nosotros por la
masa de todos los cielos 11 , y como nues­
tra lengua no es capaz de describirlo
sino, por así decir, mediante señales y
metáforas, a fin de que a través de las
cosas visibles nos elevemos a las invisi­
bles, no nos está permitido, aunque
Dios nos concediera el privilegio de as­
cender hasta el tercer cielol 2 y ver sus
secretos, no nos está permitido, digo,
revelarlos, porque revelándolos se co­
mete un doble error: mostrarlos a per­
sonas que no son dignas y tratar de
ellos con nuestra lengua infame cuan­
do, en verdad, éste es el cometido de
las lenguas angélicas. Juan, queriendo
evitar estos dos inconvenientes, escri­
bió sus visiones sin preten.d er exponer­
las de otro modo 13 • Asimismo, nosotros
nos servimos en nuestros asuntos de las
imágenes como señales de lo que no

48

~
-~ ··
debe ser profanado. Y, del hecho de
que Dios quiere que sea respetado el
velo que cubre sus cosas, él mismo da
fe llamando a Moisés fiel servidor su­
yo14. Por su parte, los cabalistas llaman
a Ezequiel profeta villano por haber
dado a conocer, al igual que un aldea­
no, todo lo que había visto 15 • Tampoco
voy a pasar por alto que los propios ca­
balistas consideran que María, herma­
na de Moisés, cogió la lepra por haber
revelado las cosas secretas de la divini­
dad y que por la ·misma transgresión
Amonio murió de muerte inmunda y
desdichada16 • Puesto que ya hemos ha­
blado bastante acerca del respeto al si­
lencio que se ha de observar en las co­
sas santas, pasemos, en el nombre del
Señor, a razonar sobre nuestro teatro.
Salomón, en el noveno de los Pro­
verbios, dice que la sabiduría se ha edi­
ficado una casa y que la ha asentado
sobre siete columnas 17 . Debemos infe­
rir que estas columnas, que simbolizan
la inalterable eternidad, son las siete

49

sefirot del mundo supraceleste, que


constituyen las siete dimensiones de 1~
creación de lo celeste y de lo inferior,
en las cuales están contenidas las idea.S
de todas las cosas que pertenecen a lo
celeste y a lo inferior18 • De ahí que fue­
ra de este número no podamos imagi­
nar nada. El siete es el número perfec­
to teniendo en cuenta que contiene
ambos sexos, ya que está compuesto
por un número par y otro impar. Por
ello Virgilio, queriendo decir «perfec­
tamente dichosos», dijo: «Tres y cua­
tro veces dichosos»19 • Hermes Trisme­
gisto, en el Poimandres, hablando de la
creación del mundo, es incitado a pre­
guntar: «¿De dónde .han surgido los
elementos de la naturaleza?». Y Poi­
mandres responde: «De la voluntad de
Dios, que, tras concebir la palabra y ob­
servar el hermoso mundo, dispuso a su
imagen y semejanza las demás cosas
por medio de sus elementos y sus se­
millas de vida. Asimismo, la Mente, o
sea Dios, dotado de la fecundidad de

50

uno y otro sexo, vida y luz a un tiempo,


engendró con su palabra otra Mente
creadora, que, siendo en realidad el
Dios del fuego y del aliento vital, fabri­
có a continuación a los siete goberna­
dores que envuelven con sus círculos
el mundo perceptible»20 • Y como no
hay duda de que la divinidad desplegó
fuera de sí misma estas siete dimensio­
nes, esto es un signo de que aún están
contenidas implícitamente en lo más
profundo de su naturaleza divina, pues­
to que nadie da lo que no tiene. Isaías
llama mujeres a estas columnas cuan­
do dice: «Siete mujeres recurrirán a
un solo hombre»21 • Y las llama mujeres,
que quiere decir pasivas, o sea, engen­
dradas. Pero si, como manifiesta Pa­
. blo: «Lo sostiene todo con el poder de
su palabra»22, y en otro lugar: «Uno es­
tá en todo y todo está en uno»23 , y a los
Colosenses: «Es la imagen de Dios in­
visible, primogénito de toda criatura,
porque en él fueron creadas todas las
cosas, tanto las d el cielo como las de la

51

tierra, las visibles y las invisibles, los tro­


En él, es decir, nos y las soberanías, los principados y
implícitamente.
A través de él,
las potestades, todo fue creado por él y
esto es, explíci­ a través de él» 2 \ se sigue que no pode­
tamente. mos encontrar morada más idónea
que la de Dios25 • Ahora bien, si losan­
tiguos oradores, al intentar colocar de
día en día las partes de los discursos
que tenían que pronunciar, las situa­
ban e n lugares perecederos 26 como co­
sas perecederas, es razonable que no­
sotros, si queremos exponer de modo
duradero lo eterno de todas las cosas
que puedan ser incluidas en un discur­
so que contenga lo etern o de ese mis­
mo discurso 27, les encontremos lugares
eternos. Así pues, nos hemos esforzado
intensamente por hallar, para estas sie­
te dimensiones, un orden adecuado,
preciso y diferenciado que mantenga
siempre los sentidos despiertos28, y la
memoria, estimulada. Con todo, consi­
derando que sería emprender algo de­
masiado dificultoso el hecho de querer
poner a otras personas ante estas altí­

52

simas dimensiones, y tan alejadas de


nuestro conocimiento que sólo han
podido ser alcanzad~, si bien oculta­
mente, por los profetas, tomaremos en
vez de éstas los siete planetas, cuyas ca­
racterísticas son harto bien conocidas
incluso por el vulgo, pero los usaremos
de tal modo que no los concebiremos
como límites que no podamos rebasar,
sino como aquellos elementos que
siempre representan en la mente de
los sabios las siete dimensiones supra­
celestes. Y es lógico que, de igual ma­
nera que, hablando de las cosas infe­
riores, la naturaleza de éstas nos es
representada por los siete planetas, se­
gún que una esté sujeta a un planeta,
y otra, a otro, así también vuelvan a
nuestra mente, hablando de los plane­
tas, los principios de donde éstos han
tomado sus propiedades.
Esta alta e incomparable coloca­
ción no sólo sirve para que podamos
preservar las cosas, las palabras y la téc­
nica asignadas, que podremos hallar

53

en función de nuestras ne cesidades sin


ningún impedimento, sino que ade­
más nos ofrece la verdadera sabiduría
en sus fuentes, dado que llegamos a co­
nocer las cosas por sus motivos y no
por sus efectos. Lo expresaremos más
claramen te con un ejemplo. Si noso­
tros nos encontrásemos en un bosque
inmenso y deseáramos verlo bien en
toda su extensión, no podríamos satis­
facer nuestro deseo estando en el bos­
que, ya que, a] mirar a nuestro alrede­
dor, no podríamos vislumbrar más que
una pequeña parte de él, pues las plan­
tas cercanas nos impedirían ver a lo le­
j os; pero, e n el caso de que junto al
bosque hubiera una llanura que nos
condujera a una colina, si salimos del
bosque, empezaremos a ver casi toda
su forma desde la llanura; después, si
subimos a la colina, podremos repre­
sen tárnoslo en su totalidad. El bosque
es este mundo inferior nuestro, la lla­
nura son los cielos, y la colina, el mun­
do supraceleste. Para comprender bien

54

'1

estas cosas inferiores, es necesario as­


cender a las superiores, y, mirando de
arriba abajo, podremos tener un cono­
cimiento más certero. A esta manera
de pensar parece que los antiguos es­
critores paganos no fueron del todo
'Yenos. Por ello Máximo de Tiro men­
ciona a Homero, quien incita a Ulises,
que había subido a un lugar elevado, a
observar las costumbres de los habi­
tantes29. A su vez, Aristóteles nos dejó
escrito que, si estuviésemos por enci­
ma de los cielos, podríamos conocer
los eclipses del Sol y de la Luna por sus
causas, sin pretender llegar a ellas por
sus efectos30 • Y Cicerón, en el sueño de
Escipión el Menor, hace que desde el
cielo el abuelo de éste le muestre las
cosas de la Tierra31 • Pero tanto Cicerón
y Aristóteles como aquellos cuya capa­
cidad.de comprensión no llegaba más
allá se detuvieron en los cielos. Sin em­
bargo, nosotros, a quienes Dios ha da­
do la luz de su gracia, no nos podemos
conformar con quedarnos en los cie­

55

los, sino que con el pensamiento tene­


mos que elevarnos a aquella altura de
donde nuestras almas han bajado y
adonde deben regresar, puesto que és­
te es el verdadero camino del conoci­
miento y la comprensión. Por tanto,
no debemos pensar presuntuosamente
que podremos tomar este camino gra­
cias a nuestra virtud, porque, de ser
así, Dios nos habría dicho lo que se le
respondió a Moisés por su presunción:
«Verás mis espaldas, pero no verás mi
rostro» 32 • Es decir, verás los efectos de
las cosas, pero no sus causas. En conse­
cuencia, debemos rogar a su divina
Majestad que nos haga dignos de aque­
lla gracia que, cuando él quiso, conce­
dió al propio Moisés mostrándole sus
numerosas maravillas, y esto sucederá
cuando nos transformemos de tal mo­
do que, humillados y nada presuntuo­
sos, podamos decir con el Apóstol: «Yo
ya no vivo, es Cristo quien vive en mí» 53•
No obstante, aunque nuestro méto­
do es, como hemos demostrado, muy

56

coherente porque nos permite cono­


cer desde lo alto las cosas inferiores y
servirnos en nuestra obra, a imitación
de la creación celeste, del número sie­
te para llegar hasta el orden primero,
yo sostengo que no lo considero ni
más perfecto ni ~ás próximo a la divi­
nidad que si lo quisiéramos exponer
mediante otro número siete, aplicado
a cada una de las columnas o a cada
uno de los planetas a los que nos he­
mos referido. De hecho, los teólogos
más enigmáticos, que son los cabalis­
~· afirman que Moisés pasó siete ve­
ces por las siete sefirot sin poder supe­
rar jamás la Biná34• Y dicen que éste es
el límite hasta el cual el intelecto hu­
mano puede elevarse. A pesar de que
Moisés, al alcanzar la Biná que acaba­
mos de nombrar, tuvo frente a él la
imagen de la suprema corona y la de
la J:Iojmá, donde está escrito: «Le ha­
blaba cara a cara>)3\ aun así, Dios no le
habló en realjdad a él, sino que lo hizo
por medio del ángel -como se lee en

57

los Hechos de los Apóstoles-36, y esto


ocurrió porque «nadie conoce al Hijo
salvo el Padre, y nadie conoce al Pa­
dre salvo el Hijo y aquel a quien el Hi­
jo quiera revelárselo» 37 • Cuando Moisés
llegó a la Biná, en la que se encuentra
el ángel llamado Metatrón, es decir, el .
Príncipe de las caras, conversó con él38•
Por consiguiente, como él ascendió
siete veces siete veces, que son cuaren­
ta y nueve (número de la remisión al
que J esucristo quiso que nos elevára­
mos orando al Padre, ya que la oración
que llamamos dominical, según el tex­
to hebreo escrito por Mateo, consta de
cuarenta y nueve palabras) ~9 , nosotros;
imitando el perfil de esta ascensión,
hemos asignado siete puertas, grados o
distinciones, como queramos designar­
lo, a cada planeta40•
Ahora bien, para ordenar -por así
decir- el orden cun facilidad, de forma
que nos permita convertir en especta­
dores a quienes lo estudien, mostré­
mostes las siete dimensiones, susten­

58

tadas por las dimensiones de los siete


planetas, a modo de espectáculo o,
¡. mejor dicho, a modo de teatro·11 , ca­
.racterizado por siete ascensiones. Y,
puesto que los antiguos teatros esta­
ban organizados de tal manera que en
las gradas que estaban justo encima
del espectáculo se sentaban los nobles,
y ·después, de fila en fila, conforme se
subía, se sentaban en las gradas las per­
sonas de menor condición y, en las
gradas supe1iores, se sentaban los arte­
sanos, de suerte que las más cercanas
se asignaban a los más nobles tanto
por su proximidad respecto del espec­
táculo como, también, para que no
fueran importunados por las voces de
los artesanos 42 , nosotros, siguiendo el
orden de la creación del mundo, situa­
remos en los primeros grados las cosas
más simples o de mayor dignidad, o
bien las que podamos imaginar que
van, por disposición divina, antes que
las demás cosas creadas. A continua­
ción, colocaremos de grado en grado

59

las que las siguen sucesivamente, de tal


modo que el séptimo, o sea, el último
grado superior, albergará todas las ar­
tes y capacidades sujetas a reglas, no
por su poca importancia, sino por una
razón cronológica, ya que son las últi­
mas que los hombres han descubierto.
En el primer grado, pues, se verán ­
siete puertas diferentes, porque cada
planeta estará representado, con figu­
ra humana, encima de la puerta de la
columna que le ha sido asignada, a no
ser que queramos que en la columna
del Sol, dado que es el lugar más noble
de todo el teatro, Apolo -que debería
estar representado por derecho propio
en el mismo grado que los otros- ceda
su lugar al banquete por la plenitud de
los eones, que es la imagen de la divi­
n idad. Por tanto, en la puerta de cada
planeta habrá todas las cosas pertene­
cientes a la dimensión de lo suprace­
leste que le corresponda43, así como las
que pertenecen a este mismo planeta y
a las ficciones de los poetas en torno a

60

él, tal como expondremos ahora acer­


ca de cada uno en particular.
En la puerta de la Luna, se tratará, ((
por lo que se refiere a su mundo su­
praceleste, de Maljut y Gabriel4'1•
En cuanto al celeste45, de la Luna,
su opacidad, su extensión y su lejanía.
· Con respecto a los mitos, de Diana,
sus atributos y el número de Dianas.
En la puerta de Mercurio, por lo ~
que se refiere a su mundo supraceles­
te, estarán Yesod y Micael.
En cuanto al celeste, su planeta.
. Con respecto a los mitos, Mercurio,
mensajero de los dioses, y sus atributos.
En la puerta de Venus, por lo que 9
se refiere al supraceleste, Hod, Nétsah
y Haniel.
En cuanto al celeste, el planeta Ve­
nus.
Con respecto a los mitos, la diosa
Venus, Cupido, sus atributos, el núme­
ro de Venus y de Cupidos.
En la cuq.rta puerta del primer gra- O
do del Sol, encima d e la cual no en­

61

contraremos -como se ha d icho- a


Apolo ni tampoco af Sol, sino un ban­
quete, del que hablaremos al tratar del
segundo grado, en la cuarta puerta,
pues, hallaremos primero la plenitud,
mejor dicho, la abundancia de los eo­
nes, representada en forma de pirámi­
de46, sobre cuya cima imaginaremos un
punto indivisible que, para nosotros,
significará la divinidad, y, sin relación y
con relación con ésta, el Padre, la Pa­
labra, antes y después de la encarna­
ción, y el Espíritu Santo.
Al iado, se verá una imagen de Pan,
porque con su cabeza simboliza lo su­
praceleste, con los cuernos de oro, que
miran hacia arriba; cqn la bar ba sim­
boliza las influencias celestes; con la
piel cubierta de estrellas, el mundo ce­
leste, y con las patas de cabra, el mun­
do inferior47 • Por ello nos serán indica­
dos por medio de esta figura los tres
mundos.
En tercer lugar, en la misma puer­
ta, se nos mostrarán las Parcas, que

62 j
simbolizan el destino, el motivo, el
t
f

principio, la causa, el efecto y el fin. Y


k
1
esta misma imagen significará en Pasí­

fae que el hombre es motivo de algo 48 •


1, Y en los talares significará motivar.
t Habrá también una cu arta imagen
en esta puerta. Consistirá en un árbol
con un ramo de oro, que es aquel so­
bre el que escribe Virgilio que sin él
no se puede acceder el reino infer­
il
nal49. Esta imagen nos mostrará e n este
lugar cosas inteligibles y que no pue­
den ser percibidas por los sentidos, an­

l tes bien, sólo podemos imaginarlas y


comprenderlas iluminados por el inte­

lecto agente"0 • Y esta misma imagen,

en las Gorgona'i, simbo lizará e l inte­

lecto agente, del que hablaremos en su

momento.

En la puerta de Marte se tratará, ~

por lo que se refiere al mundo supra­

celeste, de Gueburá y Camael.

En cuanto al celeste, del planeta

Marte, y, con respecto a los mitos, del

dios Marte y sus atributos.

63
2.f. - En la puerta de Júpiter, por lo que
se refiere al mundo supraceleste, de
f:Iésed y ZadquieL
· En cuanto al celeste, del planeta Jú­
piter.
Con respecto a los mitos, del dios
Júpiter y sus atributos.
12 En Saturno, tendremos, por lo que
se refiere al supraceleste, la Biná y Zaf­
quiel.
Y con estos argumentos concluye el
primer grado del teatro.

64

El banquete

El segundo grado del teatro tendrá


sus puertas pintadas con una misma
· imagen, y ésta será un banquete. Ho­
mero representa a Océano invitando a
todos sus dioses 1, pero aquel poeta
~plinente elaboró esta ficción no sin
un profundo misterio. Con la ayuda de
Dios, diremos alguna cosa de ella. Fue~ Las dos produc­
ciones de Dios.
ron dos las producciones que Dios hi­
zo, una dentro de la esencia de su pro­
pia divinidad, y la otra, fuera2 • La
producción interna, que es produc­
ción sin principio y, por así decir, con­
¡' - su~tancial-o coesencial- y eterna, es la
~e la Palabra, de la que Jeremías afir­
ma lo siguiente: «¿Yo, ql)e permito la
generación de todas las cosas, impedí­

65
ré que nazca?» 3 . YJuan, queriendo ex­
Al principio, o presar que fue coeterna, dijo: «Al prin­
sea, en el Padre.
cipio era la Palabra». Y para declarar
que Dios es el principio, añadio: <<Y la
Palabra estaba en Dios»·. A su vez, para
indicarnos la coesencia, dado que «yo
estoy en el Padre, y e1 Padre está en
mí>>, agregó: «Y Dios era la Palabra» 4•
La producción externa no es coesen­
cial, pues fue rea1izada «sólo con laPa­
labra»5, a partir de la nada y en el tiem..:
po. Y ésta fue la primera materia,
Caos. alma del
llamada también caos, y alma del mun­
mundo, Proteo.
do por los platónicos, y Proteo por los
poetas6 • De esta materia, Dios extrajo
después el cielo, la tierra y todas las co­
sas. Y, como Platón, en el Timeo, supo­
ne que esta primera n1ateria fue de dos
tipos7 , pienso que leyendo a Moisés en
El cielo y la tie­ aquel lugar, < <al principio creó Dios el
rra, es decir, la
materia del cielo
cielo y la tierra», entendió que Dios ha­
y de la tierra. bía generado dos materias, una, del
cielo, y otra, de la tierra8• Aquí cabe
señalar que, si en este pasaje tuviéra­
mos que creer simplemente lo que di­

66

ce Moisés, o sea, que Dios creó en un


día el cielo y la tierra, formados res­
pectivamente por cielo y p or tierra, tal
.como los vemos, habría sido inútil ad­
mitir después que al segundo día hu­
biera hecho la Raquia, que significa la
masa de los cielos, y no el firmam ento,
como sostienen los intérpretes9 • E inú­
tilmente h abría incluido también el
tercer día, en el que hizo aparecer la
tierra. Sin embargo, del mismo modo
que alguien, si quisiera vestirse de la­
na y tuviera enfrente un montón de
lana sin cardar, podría decir que ésa
sería su gorra, su capa y sus pantalo­
nes, así dijo Moisés que Dios creó el
cielo y la tierra, pensando en aquella
masa a partir de la cual éstos debían
formarse. Asimismo, Raimundo Lulio
manifiesta, en el libro que él denomi­
na su testamento, escrito cuando esta­
ba encarcelado en Inglaterra, que Dios La primera ma­
teria es triple.
creó una primera materia, a continua­
ción la dividió en tres partes, y de lo
principal de la parte más excelsa hizo

67

a los ángeles y nuestras almas; de la se­


gunda, el cielo, y de la tercera, este
mundo inferior10• Ahora bien, esta pri­
mera materia, que corresponde no só­
lo a la masa de los cielos, sino también
a este mundo inferior, está continua­
mente sometida al ciclo, no quisiera
Generación y decir de la generación y la corrupción,
corrupción. como acostumbra a escribir Aristóte­
les11, porque estos términos disgustan a
Hermes Trismegisto, pero sí, según la
opinión de éste, al de la manifestación
y la ocultación. Dice Hermes en el ca­
pítulo XII del Poimandres: «Mas ciertos
términos erróneos confunden a los
hombres; porque la generación no es
la creación de vida, sino el despliegue
de una vida latente, y la muerte no es
un cambio, sino más bien una oculta­
ción. En consecuencia, si esto lo consi..
deramos así, todas las cosas son inmor­
tales~>12. Ypara explicar, en torno a este
tema, lo que ocurre ahora con respec.;
.:;:'...:...'-'¿.

to a la generación de las cosas, los pi.. . . .~


tagóricos ofrecen una enumerac¡ón de 'i
. ~

68
seis principios -de los cuales aseguran
que provienen todas las cosas- que lla­
man unión y consiste en: Sol, luz, lu- Unión.
men, esplendor, calor y generación 13 • Y
por el Sol entendieron a Dios Padre;
por la luz, al Hijo; por el lumen, la
Mente angélica o 'el mundo inteligible;
1
por el esplendor, el alma del mundo o,
mejor dicho, el caos; y por el calor, el
espíritu del mundo, o sea, el aliento vi­
tal del alma. La unión será como sigue:

Sol luz lumen esplendor calor gene-

Dios
Dios Mente alma espmtu ración
angélíca del mundo del mundo

Padre
Hijo mundo caos aliento
inteligible vitál del
alma

En su división, hay que señalar que


los pitagóricos como Plotino, al tratar
de las ideas, no quisieron colocarlas en Las ideas en
Dios.
Dios, por ser éste. lo más simple, y por
ello las colocaron en la Mente angéli­
ca14. Sus consideraciones fueron desa­
tinadas, puesto que aquello, me refie­

69
ro a lo supraceleste, es igualmente lo
más simple, y también el Sol es simple,
y múltiples son sus rayos y sus efe~tos.
Por su parte, Dionisio dice que, aun­
que el alma sea simple, much as son sus
operaciones'5 , tal como se demuestra
median te aquellos versos de Petrarca:

Alma que tantas cosas has pensado,


leído, hablado, visto, escrito, oído16•

Sin embargo, nosotros sabemos


que las ideas se hallan en Dios, ya que
Juan dice: «En él estaba la vida de todo
cuanto ha sido hecho» 17 • No debemos
pasar en silencio la razón por la que
con el nombre del esplendor designa-
Caos. ron el caos. Pues hay que saber que Or­
feo escribe que el caos nació en tiem­
pos remotos por la acción del amor18,
que lo dirige a la Mente, donde están
grabadas las ide~, y que, tomando la
forma de éstas, llega a· adquirir esplen­
dor gracias a la belleza que poseen. No
obstante, volviendo a la materia de la

70

. ge·n eración, 1os pitagóricos y los plató­


nicos creen que el calor es espíritu, es
decir, aliento del alma del mundo en
cada cosa, si bien oculto, y que con es­
te espíritu impregna dicha alma anhe­
lando que lo engendre en el sen o de la
naturaleza y, así, lo enlaza con el movi­
miento. Después, una vez enlazado en
unión indisoluble, lo exhala con ma­
yor anhelo sometiéndolo a· la dimen­
sión, pero no por ello lo esparce, sino
que lo recoge para sí en ese trayecto. Y
cuanto más se difunde el alma, tanto
más circunda y exhala, originándolo ...
de nuevo, el espíritu que de ella se des­
prende, por así decir, sin interrupción.
Aquellos ingenios escogidos, que no
comprendieron a Cristo pero sí com­
prendieron la verdad de la generación Cómo se gene­
raron las cosas.
o, por lo menos, la de la manifestación
y el nacimiento de las cosas, considera­
ron que, dado que la primera materia
está en todas partes y las cosas de di­
versa naturaleza se condensan y se en­
cuentran juntas, como ocurre con el

71

agua y la tierra, nunca se habrían uni­


do si el espíritu de Cristo no hubiese
venido y, penetrando en ellas, no las
hubiese armonizado para que espar­
cieran la semilla oculta de las hierbas y
de las flores. La manifestación se lleva
a cabo por el ensanchamiento de la
materia, y, al disminuir después -es de­
cir, al secarse-, lo que se ha manifesta­
do se oculta y lo que permanece y se
mantiene con vida es el espíritu. Y así,
según Ja sentencia de Trismegisto, «to­
das las cosas son inmortales»19• Pero
ést;:L es la clave de los versos que no ']j
queremos divulgar para que no sean j
profanados20• Con el fin de corroborar­
la, Pablo dice: «El espíritu de Cristo, el
espíritu que da vida»21 • Y, en otro lugar,
dice la Escritura: «Yo lleno el cielo y la
tierra22 • Yo soy el camino, ·la verdad y
la vida»23 • Y, si este espíritu no hubiese
venido a conciliados, los contrarios
nunca habrían estado en armonía. Her­
mes dedica un libro a esta cuestión,
«Dios es invisible y, al mismo tiempo,

72

&&&& . S ..
visible» 24 • Por tanto, ya que hemos ex­
puesto más arriba la unión de los pita­
góricos, la reduciremos a tres partes o,
mejor dicho, a tres principios de este
modo:
Sol luz, turnen, calor esplendor, generación
creador modelo hylet.'
Dios Palabra primera materia

El primero es el autor de todas las


cosas, y el segundo es la verdadera luz
y sabiduría de Dios, que contiene las
ideas de todas las cosas y difunde el es­
p~ritu de vida. El tercero es la materia,
en la que se graban las diversas formas
de la manifestación -a la que ·llaman
generación- , que llega como conse­
. . ..
cuenc1a, no como pnnc1p10.
Para demos trar con mayor claridad
que la primera materia no es coesen­
cial, nos gustaría evidenciarlo con el
comien.zo del Timeo de Platón, que se
inicia así: «Uno, dos, tres»·. El uno sim­ Platón en el
Timeo.
boliza el Sol; el dos, la luz, y el tres, el
lumen. A continuación añade: «¿Dón­

. 73

de está el cuarto?». Y se le responde:


«El cuarto está e nfermo»26 • Y por éste
se infiere la primera materia, gue siem­
pre se ve alterada p or los cambios,
ocultándose y manifestándose. Tenien­
do tales características, no es consus­
tancial, y ya lleva enferma tantos miles
de años y ha sufrid o tan tas mutaciones
que hay que creer que va deteriorán­
dose y que se extingue, y, cuando no
pueda más, se llegará al juicio final. ·
De hecho, nosotros afirmamos que
la primera materia es acuosa, porque
Moisés, tan pronto como hubo men­
cionado, como hemos dicho antes, la
materia común al cielo y a la tierra
(que dijo que era inane y vacía, o sea,
de todas las formas posibles), determi­
De Dios, es nó su n aturaleza diciendo: «Y el espíri­
d ecir, de la tu de Dios se cernía sobre las aguas»27,
Palabra.
si bien el texto hebreo dice «aleteaba».
Por su parte, Morieno llega a la si­
guiente conclusión: «Así pues, el agua
existió antes que el cielo y la tierra»28•
Y, a decir verdad , si la primera produc­

74

c1on interna, que es la de la Palabra, Y esto Jo confir­


ma claramente
lleva como símbolo el agua, siendo Pedro, en el ca­
aquélla el modelo de todas las cosas, pítulo tercero
era lógico que la producción externa de su segunda
carta, exclaman­
también fuese acuosa, porque <<todas
do: «Otrora hu­
las cosas fueron hechas por la Pala­ bo cielos y tie­
bra»29. Y lo hizo todo a su semejanza. rra a partir del
Aunque diga que el espíritu de Dios, agua y asenta­
dos por medio
que debe simbolizar en cierto modo el del agua», don­
calor, prefirió el agua, no obstante, el de, diciendo «a
agua -como demuestra de nuevo Plo­ partir del
agua••, indica la
tino- no carece de calor en las cosas causa mate rial,
divinas, ni el calor carece de agua, por y, con la expre­
lo que él constata que en el cielo no sión «por me­
dio del agua»,
hay nada más que luz, calor húmedo y seña.la la causa
agua cálida, dado que sin esta combi­ eficiente.
nación no podría existir la genera­
ción30. Aquí hay que señalar que los pi­
tagóricos, en su unión, después del
calor colocan la generación sin que le
preceda el agua, como sugiriéndola
con la denominación misma del calor,
ya que son inseparables. Reconocere­
mos fácilmente esta evidencia en lo su­
praceleste, porque, a pesar de que de­

!,
75

cimos que la I:Jojmá es acuosa, y la Bi­


ná, ígnea, Isaías, con todo, queriendo
expresar que en el hijo de Dios estaba
A él, o sea, al cada cosa, dijo: «El Señor lo alimentó
HUo.
con el pan de la vida y del .i ntelecto (y
el intelecto es del espíritu) y le dará a
beber el agua saludable de la sabidu­
ría»31. Y en otro lugar: «Brotará un re­
El retoi'to es toño de la estirpe de Jesé, nacerá una
María.
flor de su raíz, y reposará sobre él el es­
píritu del Señor, espíritu de sabiduría
e intelecto», puesto que la sabiduría
pertenece a la I:{ojmá, y el intelecto, a
la Biná32 • Y también dice Isaías en otro
pasaje: «Cuando lave la inmundicia de
los hijos de Sion con espíritu de justi­
cia y con el espíritu del calor» ~, donde
hay que subrayar que, como la j usticia
es del Hijo (porque «el Padr e me ha
confiado todo el poder de juzgar» )Sol y
el calor corresponde al Espíritu Santo,
y siendo el agua la dimensión del Hijo,
demuestra al usar el verbo «lavar» que
el agua está unida al calor. Además, co­
mo no ha venido nadie más que Cristo

76

a lavar, él es quien ha llevado a cabo la


acción de lavar sirviéndose del agua
mezclada con el calor. Hasta tal punto
que, si bien Moisés dijo que el espíritu
de Dios prefería las aguas, no habla de
cosas inconexas, sino de cosas unidas e
inseparables, y con esto está de acuer­
, do Plotino en el libro Sobre el cielo, pues
sostiene que no hay ninguna otra cosa
en el cielo que se parezca de algún mo­
do a nuestras propiedades salvo el ca­
lor junto con el agua y la luz35• Dice,
asimismo, que la luz está en el lugar de
la inteligencia y considera que el calor,
ailá arriba, es la energía de la vida, en
tanto que el agua es el movimiento y el
sostén de la misma. Aquí no se entien­
de de otra manera el calor, que es una
especie de ayuda, alimento, alivio y vi­
gor. Ni se entien.de de otra forma el
agua, que es, por así decir, un incre­
mento, üna ampliación y un sosegado
dinamismo, como en ocasiones perci­
bimos a nuestro alrededor. Por consi­
guiente, el calor del cielo no sólo debe

77

ser llamado cálido, sino también hú-· ,. (;:(

medo, o sea, líquido, fluido, dinámico, le


lúbrico y agradable, y suave al tacto de p
la naturaleza. He dicho «al tacto de la . ·, q
naturaleza» porque el tacto del hom­ lt
bre no puede llegar allí; y he dicho «de
la naturaleza» porque se asemeja a e
nuestro tacto y a nuestros objetos. En d
otro lugar afirma el mismo autor que q
el calor y la humedad de ~ cielo a los f¡

que nos h emos referido son en general e


muy diferentes de los nuestros, incluso 11

más que el calor natural de un ser vivo e


en comparación con el calor de un r
horno y que el calor templado del Sol e
j
en comparación con nuestras hogue­
ras36. Por tanto, tal como la humedad ,I
del cielo no rezuma para mojar, el ca­ t
lor celeste no calienta para consumir. (

(
Esta humedad es cuando menos tan di­
ferente de la humedad de nuestro aire
como lo es la humedad de nuestro aire
respecto de la del agua37 , y yo añado a
la sutil opinión de Plotino que hay que
inferir que la diferencia que él estabk­

78
ce entre el calor y la humedad del cie­
lo, por un lado, y los de este mundo,
por el otro, corresponde también a la
que existe entre lo supraceleste y lo ce­
leste.
Pero, volviendo al banquete que
Océano ofrece a los dioses, nosotros
decimos que Océano no es otra cosa
que el agua de la sabiduría, que hasta
fue anterior a la primera materia -que
es la primera producción-, y los dioses
invitados no eran más que las ideas en
el modelo divino que concurren en un
mismo espíritu, porque todo aquello
que está en Dios es el propio Dios. San
Agustín, gran partidario de las ideas, a
propósito del pasaje de Juan: «En él es­
taba la vida de todo cuanto ha sido he­
cho»38, aduce las palabras de Salomón,
que dice que Dios había dispuesto to­
das las cosas con número, peso y me­ Número, peso y
dida39, y concluye afirmando que tal medida.

como nosotros en este mundo conta­


mos, pesamos y medimos pero no ha­
llamos, j unto con las cosas contadas,

79

pesadas y medidas, ni los números, ni


los pesos ni las medidas, si bien los te­
nemos en nuestra mente, así Dios nos
permite ver en este mundo todas las
cosas bien contadas, pesadas y medi­
das, pero ha querido que los números,
los pesos y las medidas estén fuera de
ellas10• Y, dado que todo lo que existe
es Dios o algo producido externamen­
te, y ya que dichos números, pesos y
medidas no son producidos como las
otras cosas contadas, pesadas y medi­
das, se sigue que son Dios. Ahora bien,
estos números, pesos y medidas los
menciona la Escritura, pues en el Evan­
gelio se lee: «Los cabellos de vuestra ca­
beza están contados»41 . Igualmente, en
el Apocalipsis se alude al ángel con la
balanza y a otro que mide con una ca­
ña42. Y en Isaías se lee: «Yo soy, yo soy el
primero y el último; mi mano desplegó
los cielos y los medí con mi diestra43•
o los palpé con mi palma»44 •
Las ideas. En consecuencia, las ideas son for~
mas y modelos de las cosas esenciales

80
en la Mente eterna, existen en ella in­
cluso antes de que fueran hechas las
cosas y de ella todas las cosas creadas
toman su ser y llevan, como si de sellos
se tratara, su impronta particular. De
este modo, siempre persisten en su ser
junto con Dios. Y su etema condición
' hace que todas las. especies sean eter­
nas aunque los individuos sean pere­
. cederos y mortales. Entonces, aun
cuando los individuos se transformen
y se corrompan o desaparezcan, las es­
pecies y las ideas eternas perduran pa­
ra.siempre en el Dios viviente. De ahí
que Juan dijera: «En él estaba ( erat) la
vida de todo cuanto ha sido hecho
(factum est)»45 • Esto es, todo lo que exis­
te y que nosotros vemos realmente en
este mundo o en el mundo celeste era
vida en la Palabra, pero él no quiso de­
cír «viyo~>, sino que utilizó el mismo
apelativo de la Palabra, que es «vida».
Hay que tener en cuenta también que
el pretérito erat se. contrapone al pre­
. sénte est, lo cual no~ permite observar

81

a la perfec~ión el error de los peripa7


téticos, quienes niegan las ideas y so&:
tienen que los universales su.rg~n a
posteriori, no a priori46 , y esto se debe
a que la sabiduría divina les va mos.
trando a veces su sombra y sus velos,
pero les oculta su rostro. Así pues, en
la puerta del banquete correspondien­
te a un planeta, sea cual sea, presenta­
remos los elementos más simples, e~
decir, las cosas más próximas al inte­
lecto -o las que se creen tomando co­
mo base a alguna autoridad- que su,.
peditadas a los sentidos.
(( En la puerta del banquete de la Lu­
na se incluirán dos imágenes, la de
Proteo y la de Neptuno con el tridente.•
Proteo, de múltiples formas, con
rostro humano, simboliza la primera
materia, que fue la segunda produc­
ción. Y nos advertirá de que dentro de
su canon habrá un volumen ordenado
por secciones17 en el que se tratará de
la primera materia o del caos, como
queramos designarlo, y de su capaci­

82

dad para realizar todo tipo de cam­


bios; de igual forma, se tratará de la
privación y de las cosas naturales.
Neptuno prometerá que en su vo­
lumen se tratará del elemento purísi­
mo y simplicísimo del agua. Se atribu­
ye a la Luna porque es la reina de las
aguas.
Esta misma imagen, en el antro,
simbolizará lo acuático y sus animales.
En los talares, vadear, cruzar las
aguas, lavar con agu a, bañar, beber,
rociar.
Y en Prometeo, obras relacionadas
con el agua, como los acu eductos, las
fuentes artificiales, los puentes, las ata­
razanas, las técnicas navales y la nata­
ción y la pesca.
En el banquete de Mercurio habrá ~
la imagen de un elefan te, que, visto
que los escritores afirman que es el
más fiel de todos los animales48, quere­
mos q ue en el volumen de su canon se
trate del origen de los dioses míticos,
de su condición divina y de sus nom­

83

bres. Y como esta creencia proviene de


la palabrería del mito, este tema co4
rresponde a Mercurio en tanto que
protector del lenguaje y de la fabUla::.
ción. Esta misma figura, en Prometeo,'
simbolizará la devoción por los=dioses ·
miticos. ··t
~ En el banquete de Venus habrá uná
esfera con diez círculos, y el décimo se­
rá áureo y estará lleno por todas parte~ ­
de geniecillos. Su volumen tendrá t& ·
mo tema los Campos Elíseos y las almas
de los bienaventurados que ya han e~
tado o estarán en este mundo, según la ~
opinión de los platónicos y de algunos
poetas49• En este volumen se tratará
también del paraíso terrenal. Yse ·col~
can en Venus por el deleite y la her~ . ·
mosura de aquellos lugares.
O Del banquete del Sol ya hemos· ha:f
blado en el primer grado. Sin embaf~ .
go, de la misma manera que allí; don~ ·
de normalmente tendría que ; estati
Apolo, fue colocado el banquete; .así
también, en este lugar habitual- dd

84
r banquete, estará situado Apolo, y en su

.
t puerta, por lo que se refiere al mundo
~ _ sup111celeste, se tratará de Tiféret y de
r .· Rafael.
·En·c::uanto al celeste, se tratará del
propio Sol, de la luz, dellumen, del es­
plendor y de los rayos.
,·. Con respecto a los mitos, del dios
Apolo y sus atributos .
. · En el banquete de Marte habrá dos ~
imágenes, una de Vulcano y otra que
consistirá en la boca del Tártaro abier­
ta y. devorando la~ almas, parecida a la

que se suele ver en las pinturas fla­

niencas50.

t • Vulcano simbolizará, en esta puer­

ta, el fuego simple.

. ¡ . En el antro, el éter, el fuego ele­


1 •

mental, la deflagración universal,

nuestro fuego, un incendio en particu­

lar, la chispa, la llama, el carbón y la

c::eniza. · .

,;(¡ En los talares significará prender

fuego, avivarlo, encenderlo, provocar

· un incendio y extinguir.

85

La boca del Tártaro ocupará un vO:


lumen, donde se tratará con precisión ·
del Purgatorio y de los Jugares de puril
ficación, con arreglo a lo que hán opi­
nado los autores que han escrito sobre '
ello. El Purgatorio lo atribuimos a Mar-:
te porque es aún el fuego mezclado y
bélico, que no difiere del infernal, que
pertenece a Saturno, sino por el hecho ,
de que el dolor que las almas soportan
en el fuego bélico es temporal, pero el·
del infierno y el de Saturno es eterno,
apropiado a la lentitud de este dios.
Esta misma boca contendrá tam­
bién aquel lugar llamado Limbo, con
todas las almas que cc;:mservan alguna
esperanza de salvación.
2+ En el banquete de Júpiter habrá
dos imágenes, una de Juno suspendida
y otra de Europa.
Juno suspendida la tomamos de'
Homero, que representa a Júpiter te­
niéndola suspendida con una cadena,
y a Juno, con un yunque en cada pie51 •
Júpiter es el soberano de la totalidad
. '!',

86
del aire; Juno es el aire; el yunque del
pie que está más alto es el agua, y el
del pie que está más bajo es la tierra.
Esta imagen, pues, simbolizará aquí el
aire simple. Pero en el antro conten­
drá los cuatro elemen tos en general, y
~obre todo el aire en particular, con
sus partes y sus atributos, como se dirá
en dicho lugar.
En los talares significará respirar,
as¡:>irar, hacer uso del vasto cielo.
Y en Prometeo simbolizará cual­
quier obra que se haga aprovechando
el aire, como los molinos de viento.
Raptada por el toro y conducida a
través del mar, Europa, que no mira
hácia donde es conducida, sino hacia
la tierra de donde ha partido, es el al­
ma transportada por el cuerpo a través
del mar de este mundo, la cual, con to­
do, se gira hacia Dios, tierra s uprace­
leste. Ésta ocupará un volumen que
corresponderá al Paraíso verdadero y
cristiano y a todas las almas bienaven­
turadas ya separadas del cuerpo. Y se

87

atribuye a Júpiter por ser éste un pla­


neta de verdadera veneración.
Y Europa, en Prometeo, simboliza­
rá la conversión, el consentimiento, la
aniquilación, la santidad y la religión.
12 En el banquete de Saturno habrá
dos imágenes de Cíbele. Una de ellas
tal como la describe Lucrecio52, coro­
nada de torres y subida sobre su carro
tirado por dos leones uncidos a él. Da­
do que simboliza la tierra, significará
para nosotros, en este lugar, la tierra
simple y virgen.
La propia Cíbele, en el antro, con­
tendrá la tierra y sus partes y propie­
dades, como se dirá en su momento~ y
estará también en los talares y en Pr.o­
meteo.
La otra imagen de Cíbele vomitará
fuego, y a este fuego se dedicará el vo­
lumen del infierno y de los iwmbres
de sus moradas, y las almas condena-.
das. La razón por la que atribuimos el
infierno a Saturno se ha explicado en
d~nq~redeMarte. .t

88

El antro

f 1

El tercer grado tendrá pintado en cada


J
una de sus puertas un antro, que nosotros
llamaremos el antro homérico a diferencia
de la caverna que Platón describe en su Re­
públicO:. Homero, de hecho, presenta en el
puerto de Ítaca el antro en el que algunas
Ninfas tejen túnicas purpúreas y relata asi­
·mismo el ir y venir de las abejas para ela­
borar su mieF. Como las telas y los produc­
tos de unas y otras simbolizan las cosas
mezcladas y compuestas de elementos,
nuestra intención es que cada uno de los
siete antros, según las características de su
planeta, tontenga las cosas mezcladas y
<;ompuestas de .elementos que le corres­
pondan. Par<:1: explicar de alguna forma di­
chas cosas, considero que, según la división

89

establecida por Moisés, después de que


Los días de la un día creara Dios la primera materia
creación del para hacer el cielo y la tierra, puesto
mundo.
que no se adecuaba a la matería él flu­
jo de las corrientes supracelestes, al se­
gundo día formó la Raquia, o sea, la
masa de los cielos, pero no el firma­
mento, tal como hemos dicho en otra
ocasión, porque éste sólo corresponde
a la octava esfera, y colocó dicha masa
desplegada entr~ e l mundo supraceleS:
te y el inferior con el fin de separar las
aguas de las corrientes sup racelestes,
que no mojan , de las aguas de este
mundo, que sí mojan. De las aguas su­
Las aguas su­
pracelestes está escrito: «Alabad todas
pracelestes. las aguas que el Señor tiene sobre los
cielos»5• Esta masa celeste, pues, fue in­
terpuesta y desplegada para que el flu­
j o de las aguas superiores no excediera
la capacidad de la materia. Y, acerca de
estas aguas, cabe señalar que Gregorio
Nacianceno se equivoca al entender
que son el cielo cristalino\ que algu­
nos han representado en vano por en­

90

cima del firmamento, sin tener razón


ni contar con prueba alguna, ni en la
sagrada Escritura ni en los libros pro­
fanos. Al tercer día, dice Moisés, Dios
ordenó que se juntaran en un lugar las
é\guas que se encuentran debajo del
cielo, es ·decir, todas las simientes a la
vez, y que apareciera la tierra árida pa­
ra que, mezclada con estas simientes,
se volviera fértil, y, cuando esto fue
realizado, dijo: «Que la tierra produz­
ca hierba verde y árboles -si pudiera
decirse- que den semillas» 5 • Al cuarto
día, fueron creados los luminares y
fueron colocados en la masa de los cie­
los, la Luna, en la primera esfera, y el
Sol, en la cuarta, gracias a los cuales se
pudo separar la luz de las tinieblas, es­
to es, las cosas que ya habían recibido
forma de aquellas que todavía eran in­
formes. Al quinto día, dice, se les in­
fundió vida a todos los seres, porque
quiere que las aguas, es decir, las si­
mientes, produzcan toda la diversidad
de los seres vivos, tanto los animales

91

acuáticos como las aves y los que están


sobre la tierra, a diferencia de aquellos
que están bajo tierra. Al sexto día, creó
al hombre, y durante el séptimo des­
cansó. Por tanto, después de la prime­
ra materia, no vemos que Dios creara
nueva materia, sino que a partir de
aquélla formó todas las cosas que no­
sotros llamamos mezcladas y compues­
tas de elementos. Las podemos hallar
en el tercer grado de las siete colum­
nas, en la puerta del antro, excepto al
hombre, que, como fue creado por se­
parado y fue hecho señor de todo lo
que está mezclado y compuesto de ele­
mentos, queremos que posea un grado
propio, como se verá después.
(( Por consiguiente, en la puerta ·del
antro de la Luna, encontraremos cinca
imágenes, Neptuno, Dafne, Diana, .. a
quien Mercurio entrega el vestido, los
establos de Augias y Juno entre las nu­
bes. Nadie debería asombrarse de quy
Neptuno, al que veíamos en el ban­
quete, se vuelva a encontrar en el an­

92

tro, en los talares y en Prometeo, lo cual


sucederá también con otras imágenes
y en este y otros planetas, ya que hasta
el propio Homero afirma que Ulises
había visto a Hércules entre los dioses
tanto en el cielo como en el infiernOS,
, cosa que, si a él no. le sorprende, me­
nos debería sorprendernos a nosotros.
Para no confiar a la memoria diversas
. imágenes sobre las mismas cosas, pre­
ferimos que se vea la misma figura en
diferentes puertas.
Proteo simbolizará la forma ya ob­
terüda, el objeto y las cosas naturales.
Neptuno, a su vez, simboliza en el
banquete el agua simplicísima, pero
en el antro simbolizará este elemento·
ya mezclado, porque en este mundo
no vemos ningún elemento tan puro
que no esté mezclado, tal como de­
mostró y expuso cumplidamente Ana­
xágoras7. Así pues, la imagen de este
Neptuno ocupará. el volumen donde
se ordenarán .separadamente por sec­
ciones el agua en general y el agua en

93

particular; el agua en general se dividi­


rá en el todo y en sus partes. El todo es
como decir agua solamente; sus . par­
tes, como decir sus gotas. Incluirá, asi­
mismo, las propiedades y la cantidad
de las aguas. Las propiedades, como
dulce y salada, y las dulces estancadas y
las corrientes, y las otras característi·
cas. Y además de esto, los lechos, "las ri­
beras y otros accidentes relacionados.
con el agua, e incluso los animales acuá­
ticos. Pero en este Neptuno no se co­
loca aún al hombre por ser éste el últi­
mo de Jos seres vivos en ser creado. No
obstante, c~ando encontremos a Nep­
tuno en los talares, dado que éstos sim­
bolizan lo que el hombre puede reali­ ¡·,, ¡!
zar, de modo natural y sin uso de
técnica alguna, con cada cosa creada
antes que él, queremos que tenga en
su ·canon acciones human as y naturales
relacionadas con las aguas, como se ha
dicho también en el banquete.
Y en Prometeo se nos mostrarán las
obras relacionadas con las aguas.

94
Dafne, que se transforma en laurel,
será el símbolo de lo boscoso. Y aquí se
incluirá lo que Teofrasto u otros auto­
r.cs escribieron en alguna ocasión sobre
las plantas y sus consecuencias, que son
las sombras.
Pero en los talares, Dafne simboli­
zará las operaciones naturales en tor­
no a la madera, como encorvar y trans­
portar. Y en Prometeo contendrá los
jardines y todas las técnicas relaciona­
das con la madera.
En verdad, Dafne, es decir, lo bos­
coso, se atribuye correctamente a la
Luna, o sea, a Diana, diosa de los bos­
ques, porque es la reina -como hemos
dicho- de las aguas, sin las cuales no
crecería ninguna planta. De ahí que
Virgilio, en el libro cuar to de las Geór­
gicas, diga:

A Océano, padre de las cosas, y a las


Ninfas, sus hermanas, que custodian
cien bosques y cien ríos8 •

95
Diana, a quien Mercurio entrega el
vestido, es la tercera imagen. Se lee en
los mitos griegos que a Júpiter no le
gustó ver que la casta Diana iba desnu­
da y ordenó a Mercurio que le confec~
cionara un vestido. Pero por muchos
que él le hizo, nunca hubo ninguno que
le fuese bien9 • Este mito nos muestra
de forma elocuente la mutación y sus
variantes, es decir, la generación, la'
corrupción, el aumento, la disminu­
ción, la alteración, el cambio con arre­
glo al lugar y al movimiento, con todos
sus tipos, enumerad.os por Aristóteles 1 ~
y divididos en sus partes.
Esta imagen, en Pasífae, simboliza­
rá la mutación del hombre, o bien res-­
pecto a su ánimo, o bien por lo que se
refiere a la transformación del cuerpo.
Y en los talares significará mover o
cambiar algo, recibir, emplazar, una
acción realizada pronto o de repente.
Pero en Prometeo contendrá los meses
y sus partes.
Los establos de Augias son llama­

96
dos.así por los griegos porque Augias
fue un rey riquísimo en propiedades y
tierras, pero los innumerables rebaños
que poseía atiborraron el país de tanto
estiércol que se vio peijudicada la fer­
tilidad de los campos. A esta imagen,
pues, dedicaremos un volumen que
incluirá las inmundicias de las cosas
mundanas, el moho, la podredumbre,
la vileza, las imperfecciones y cosas de­ ~
sagradables de este estilo. 1 '

Esta misma imagen, en Pasífae,


contendrá las inmundicias del cuerpo
·' humano y sus excrementos, como los i

'
1

·<• .de las orejas, de la nariz, de las uñas, de


'
los ojos, el sudor, el esputo, el vómito,
la menstruación, la orina, etc.
Sin embargo, en los talares simboli­
. <· zará las acciones inmundas, como en­
suciar, manchar, etc.
Yestos establos se atribuyen a la Lu­
~a porque· no hay allí porquería, a no
.ser que se corrompa el agua.
. Juno entre las nubes: Juno simbo­
' liza el aire, y, cubierta de nubes, nos

97

mostrará las cosas ocultas


.
en la natura.,
'

leza y aquellas que los peripatéticos lla­


maron cognoscibles, pero que aún no·
han sido conocidas. Y simbolizará ·tam~
bién un lapso de tiempo breve. Estas. ,
cosas se atribuyen a la Luna porque no­
existe ningún otro planeta que se no~ ·_
esconda durante un período de tiem7 ·
po tan breve.
Esta imagen, en Pasífae, simboliza­
rá la ocultación que el hombre puede­
hacer de sí mismo.
Pero en los talares indicara que el
h ombre oculta alguna cosa o esconde
a alguien.
~ En Mercurio habrá seis imágenes:
el vellocino de oro, los átomos, la pirá­
mide, el nudo gordiano atado, el mis­
mo nudo deshecho y Juno hecha de
nubes.
Por lo que respecta al vellocino de
oro -a pesar de que en la filosofía
mística simbolice el don más alto que
el Señor Dios suele conceder a unos
pocos de sus elegidos 11 , y aunque te­

98
· nía una gran significación para este
robo el encuentro de los héroes, la
nave principal y la pérdida de la san­
dalia de Jasón en el único río d el
mundo sin viento 12, d e donde tal vez
provenga la Orden del Toisón 1:\ que
aprueba la m agia d e Zoroastro, lo pri­
mero que debía enseñarse al nuevo
príncipe de los p ersas a fin de que no
se convirtiera en un tirano-, si lanza­
mos esta piel áurea de la elevación de
su misterio a la bajeza d e nuestra ne­
cesidad, nos servirá como símbolo de
todos los objetos que entran en la cate­
goria del peso o del tacto, como los pe­
sados y los ligeros, los ásperos, los
blandos, los duros, los tiernos y otros
semejantes; sin embargo, debe enten­
derse r eferido a las cosas externas al
hombre.
Esta misma imagen, en Pasífae, sim­
bolizará las mismas cosas en el cuerpo
humano.
Y en los talares simbolizará la ac­
ción de hacer que algo sea duro, blan­

99

do o áspero sin aplicar ninguna técni- . J


ca para conseguirlo. j
Esta imagen , con este significado, ]

se atribuye a Mercurio porque las ma- ·-¡¡

nos, que principalmente realizan estas ···1;

estimaciones, son de Géminis, que CQ-,


rresponde a Mercurio 14 •
Los átomos nos mostrarán toda j
cantidad divisible por lo que respecta a j~
las cosas. J
Y en Pasífae simbolizarán lo mismo
por lo que se refiere a los hombres, co­
mo «alguno».
Pero en los talares simbolizarán
cualquier cantidad que pueda qividirse
obtenida por el hombre sin usar técni;.
ca alguna, como trocear una cosa con­
tinua, disolver y esparcir.
Por tratarse de una cuestión carac:-1
terística de la aritmética, que es la cien­
cia de Mercurio, a él se atribuye esta ·
tmagen.
La pirámide simboliza una canti- ·
dad continua en lo que concierne a las
cosas.

100
..
. En Pasífae, una cantidad continua
por lo que se refiere a los hombres, co­
mo grande, pequeño o mediano.
'· En los talares simboliza una acción
sin uso de la técnica, como alzar, bajar,
agrandar, reducir.
Ambas cantidades, dado que una es
propia de la aritmética, y la otra, de la
geometría, ciencias que pertenecen a
Hércules lanzando la flecha de tres pun­
tas, estarán comprendidas, por lo que
respecta a esta imagen, en Prometeo.
El nudo gordiano atado fue llevado
a Alejandro para que lo deshiciera, y
él, impaciente, lo cortó. Éste conten­
drá una cantidad continua atada, co­
mo un hilo o una cinta.
Y en los talares simbolizará la in­
trincación de las cosas.
El mismo nudo deshecho encarna­
rá algo continuo sin ataduras. ~ ~ 4~ ' .
. "-''T~/f 4

\u.
En los talares, desenredar cosas m~·,..t~o
trincadas. .!' l
... f
\ t: ef'
1 Juno hecha de nubes ha sido extra- o
ída del mito, ya que, al pedirle Ixíon '(...-: . ;:
.._,, -.?y
.) . . o
101 ~lf!'J e-, BIBLIOTECA
mr:a....""' ..... . __ _ .
""' • l""'í ~ >r" -,,
que cometiera adulterio, le ofreció un
cuerpo formado de nubes que se pare­
cía a ella, y él se unió con este ~uerpo 15 •
En consecuencia, debido a la burla de
que fue objeto por aquel fantasma, en
esta figura se incluirán las cosas apa­
rentes, mas no verdaderas.
En Pasífae encarnará la naturaleza
simuladora, astuta y fraudulenta.
Y en los talares, fingir y engañar.
Esta imagen la atribuimos a Mercu­
rio por ser éste el creador de la astucia.
9 En el antro de Venus hay cinco imá­
genes: Cérbero, unajoven que lleva so­
bre su cabeza una vasija de perfumes,
Hércules limpiando los establos de
Augias, Narciso y Tántalo debajo de la
roca.
Cérbero ha sido representado con
tres cabezas que simbolizarán las tres
necesidades naturales, que son comer,
beber y dormir; a éstas, puesto que ale­
jan notablemente al hombre del estu­
dio, Virgilio muestra cómo Eneas, in­
tentando llegar a contemplar las cosas

102

l
elevadas, les arroja por consejo de la
Sibila un pedazo de torta, y pasa a toda
prisa16 • Lo que significa que, a pesar de
que hemos de satisfacer estas tres ne­
cesidades, debemos satisfacerlas con
poco si queremos tener tiempo para
la contemplación. Esta imagen, pues,
contendrá en el antro cosas pertene­
cientes al hambre, a la sed y al sueño,
como vituallas, bebidas y productos
que inducen al sueño. Y esta figura se
atribuye a Venus por el deleite.
En Pasífae simbolizará el hambre,
la sed, el sueño y sus consecuencias.
En los talares, comer, beber y dor­
mir, y las acciones naturales relaciona­
das con ello.
Después, en Prometeo simbolizará
la cocina, los deliciosos banquetes y los
placeres relacionados con el dormir,
como las melodías y los cantos.
La joven que lleva sobre su cabeza
la vasija de perfumes, que fue hallada
en Roma17, simbolizará en el antro to­
dos los perfumes. Y, como la vasija es

103

propia de Venus, a ella se le atribuye.


En los talares simboliza nuestras ac­
ciones relacionadas con los perfumes
sin mediar técnica alguna, como oler y
"-t
perfumarse. Pero en Prometeo incluye
las técnicas vinculadas a los perfumes y
a los perfumistas.
Hércules limpiando los establos de
Augias se incluye porque los mitos di­
cen que aquel rey, viéndose abrumado
por una cantidad descomunal de es­
tiércol, llamó a Hércules para que la
quitara. Y aquí simbolizará las cosas
limpias por naturaleza.
En Pasífae simbolizará el aseo del
cuerpo humano.
En los talares, la limpieza sin el uso
de la técnica.
Y en Prometeo, baños y barberías.
Además, esta figura se ajusta a Venus
por la hermosura y la delicadeza.
Narciso se miró en el agua transito­
ria de este mundo, y simboliza la be­
lleza perecedera, cuya verdad requie­
re, a qmen la quiera encontrar, que

104

ascienda al supraceleste Tiféret, don­


de el Ripias platónico la tenía que ha­
ber buscado 18 • Y también todos no­
sotros, ya que allí es constante e
inmortal. Ahora bien, en esta imagen
tendremos la belleza que se nos mues­
tra en este mundo en las cosas natu­
rales y deseables.
Esta figura, e·n Pasífae, simbolizará
la belleza humana y sus consecuen­
cias, la delicadeza, la hermosura, el
deleite, la elegancia, el amor, la espe­
ranza, enamorarse y ser amado.
l En los talares simbolizará embelle­
cer, enamorar, provocar .el deseo, dar
esperanzas, etc.
Y en Prometeo contendrá la técni­
ca de los cosméticos y los afeites.
Tántalo debajo de la roca simboliza
las cosas vacilantes o temblorosas, o las_
que se hallan en una pendiente.
En Pasífae encarnará una naturale­
za tímida, vacilante, dubitativa, y el he­
cho de dejarse s?rprender.
Yen los talares, causar temor, hacer

105

temblar, sembrar la duda, hacer vaci­


lar, suscitar la admiración, etc.
O En el antro del Sol hay cinco imá­
genes: Argos solo, la vaca custodiada
por Argos, Geríones muerto por Hér­
cules, un gallo y un 'león, y Apolo que
asaetea ajuno.
Argos solo, atestado de ojos, simbo­
liza todo este rnundo 19 • Su cabeza son
los cielos, y sus ojos, las estrellas, con
las cuales facilita que las cosas inferio'­
res puedan generarse desde tiempo in­
memorial como el avestruz para con
sus huevos20 , dándoles la vida por me­
dio de aquel espíritu -que está en sus
ruedas- del que habla Ezequiel: «Y ha­
bía en las ruedas espíritu de vida»111• Es­
te espíritu, aunque mantenga con vida
todos los elementos, favorece más, sin
embargo, el fuego que el aire, y más el
aire que el agua, y ~ás el agua que la
tierra. Pero si la tierra, que se ve menos
favorecida, hace que todo germine con
tanta variedad de cosas por la vida y
la fecundidad que le da este espíritu,

106

¿qué deben hacer los otros elementos


cuya fecundidad, invisible para noso­
tros, enriquece también a la tierra?
Hermes, en el Poimandres, dice que la La tierra se
mueve.
tierra no es de ningún modo inmóvil,
sino que es agitada por numerosos mo­
vimientos, pese a que, en comparación
con los otros elementos, es casi esta­
ble. Y añade que no podemos pensar
que ésta, nodriza de todas las cosas, que
procrea y genera, carezca de movi­
miento, dado que es imposible que al­
go sin movimiento pueda procrear22 • Y
así como las estrellas son los ojos de es­
te mundo, así también las hierbas y los
árboles, que por su sutileza reciben
mucho d e este espíritu vital, represen­
tan los p elos y los cabellos de su cuer­
po, y los metales y las piedras repre­
sentan sus huesos23 • Por tanto, no hay
que maravillarse de que los teólogos
simbólicos h ayan configurado el mun­
do median te la imagen de Argos ates­
tado de ojos, ya que el mundo vive. Es­
ta imagen, pues, simbolizará el mundo

107

entero en general, y la masa del cielo y


los cuerpos celestes en particular.
La vaca custodiada por Argos, aun­
que pueda simbolizar la tierra, para
nosotros simbolizará, no obstante, to­
do lo visible y todos los colores24 •
Geríones, a quien Hércules corta
2
sus tres cabezas ~, simboliza el princi­
pio, la consistencia y el ocaso del tiem­
po perteneciente al Sol. Y esta imagen
nos indicará no sólo las edades del
mundo, sino también las cuatro esta­
ciones, que resultan del avance y el re­
troceso del Sol, e igualmente el día y la
noche con sus partes.
Y en Pasífae simbolizará la edad del
hombre.
En los talares, las acciones natura­
les relacionadas con los minutos, las
horas, el año, la edad y el reloj.
Y en Prometeo, los años artificiales,
los minutos, las h oras, los relojes y los
instrumentos de tiempo.
El gallo con el león. No solamente
Plinio muestra este símbolo, sino que

108

.también el platónico Jámblico y Lucre­


, cio dicen que, aun cuando ambos ani­
males son solares, el gallo revela en sus
ojos su posición más eminente con res­
pecto al Sol, de modo que el león, al
mirarlo,
'
se humilla
.
ante éJ26 • Y al autor
de este teatro le ocurrió que, en París,
en el lugar llamado la Tournelle27, se en­
contrabajunto a muchos caballeros en
una sala que tenía algunas ventanas que
daban a un jardín cuando un león,
que se había escapado de su jaula,
irrumpió en aquella sala y, acercándo­
_sele por detrás, lo agarró por las pier­
nas con sus zarpas sin hacerle daño y
lo iba lamiendo con su lengua. Enton­
ces él se volvió al notar el contacto y el
aliento del animal, lo miró y, mientras
los otros hombres huían a la desban­
dada, el león se le humilló como si le
pidiera clemencia. Ni que decir tiene
que esto no sucedió sino por el hecho
de que el animal reconoció en él un
extraordina!Ío poder solar28• Esta ima­
gen, pues, contendrá la excelencia de

109

las cosas naturales por comparación.


En Pasífae simbolizará la excelen­
cia del hombre, la superioridad? la dig­
nidad, la autoridad y el dominio en lo
que atañe a las cosas dignas de honor.
En los talares significará hacer su­
perior, dar dignidad y categoría.
Pero en Prometeo contendrá los
principados y los reinos, que los escri­
tores han reglamentado sin excepción
con sus preceptos. ¡Ojalá sean bien ob-'
servados!
Apolo que asaetea a Juno entre las
nubes es la imagen opuesta a la de
Juno oculta entre las nubes, que es la
imagen de la Luna. Y .a unque Hornero
aduzca este mito, no por ello hemos de
pensar que quiere introducir guerras
entre los dioses, tal como señala Sócra­
tes en el Menón29 , antes bien, sirn boliza
'
las cosas manifiestas.
Y en Pasífae simboliza al hombre
que nace y ve la luz.
Pero en los talares, el hecho de ha­
cer visible a una persona o una cosa.

110

En el antro de Marte hay cuatro &


imágenes: Vulcano, una joven cuyos
cabellos se elevan hacia el cielo, dos
serpientes que luchan entre ellas y
Marte encima de un dragón.
Vulcano simboliza hasta tal punto
el fuego que no es necesario dar nin­
guna explicación. Es más, como el fue­
go se divide en tres tipos, ha logrado
que, habida cuenta de que su parte
más sutil roza ligeramente la parte cón­
cava de la Luna, los autores latinos lo
llamen aire, por lo que Cicerón, en So­
bre la naturaleza de los dioses, afirma: «El
éter, que está formado por el fuego
más alto; podemos tomar también esta
palabra y designarla en latín tanto por
éter como por aire» 30• A pesar de que,
a causa de este pasaje, algunos lo jun­
tarían con el aire, que va e n el antro de
Júpiter, no obstante, considerando su
naturaleza ígnea, que es aun superior
al fuego, queremos que pertenezca
más al fuego que al aire. Tanto más
cuanto que Cicerón dice en el mismo

111

libro: «El calor celeste, que recibe el


nombre de éter o cielo». Y también:
«El éter tenue y transparente, que ab­
sorbe un calor uniforrne» 31 • A éste le
seguirá el fuego elemental, y en tercer
lugar estará colocado nuestro fuego.
Puesto que esta imagen se halla tam­
bién en el banquete y hemos hablado
de ella profusamente allí y en otras
puertas, aquí nos bastará con repetir
que Vulcano, en este lugar, simboliza­
rá el éter, el fuego elemental con la
deflagración universal, y, junto con
nuestro fuego y el incendio en parti­
cular, la chispa, la llama, el carbón y la
ceniza.
Esta imagen, con sus contenidos,
no puede corresponder a ningún otro
planeta que no sea Marte, porque sólo
Marte es cálido y seco como el fuego,
en tanto que el Sol es cálido y húmedo.
Por lo que se refiere a la joven con
los cabellos elevados hacia el cielo, no­
sotros32 la representamos así porque el
hombre, según Platón, es un árbol al

112
....::--: ·
revés, ya que el árbol . tiene las raíces
abaj o y el hombre las tiene arriba33 • ·

Además, Orígenes·y J erónimo, que es­


tá de acuerdo con él, sostienen que,
cuando la Escritu ra menciona los ca­
bellos o la barba, no se deben enten­
der los cabellos ni la barba del cuerpo,
'sino del alma, que metafóricamente
tiene cabellos, barba, ojos y otras par­
. tes propias del cuerp o~ . Y, dado que, si
alguien expusiera su cuerpo desnudo
a la brisa de la noche, los cabellos y la
barba revelarían más que ningún otro
miembro la humedad con traída del
cielo, consideran que, tal como el ár­
bol, por medio de sus raíces, atrae ha­
cia sí la nutritiva humedad de la tierra,
así también la barba y los cabellos de
nuestro interior atraen el rocío, es
decir; la savia vivifican te de Jos flujos de
los cana!es supracelestes, de donde
procede todo su vigor. De ah í que se
lea en el Cantar de los Cantares: «Tus
cabellos unidos a canales»!IS, refirién­
dose a las corrientes supracelestes. Es­
, .
113

ta frase sugiere que aquella alma .estu­


vo llena del vigor supraceleste. Y en el
salmo se lee algo en este mismo _senti­
do acerca de la rociada barba de Aa­
rón36. En consecuencia, esta imagen
ocupará el volumen correspondiente
al vigor que pueda poseer algo en este
mundo, y simbolizará cosas vigorosas,
fuertes o verdaderas. Como quiera que
los sabios de Darío concluyeron que 1~
verdad prevalecía sobre todas las otras
cosas, la colocamos en este lugar.
En Pasífae, esta imagen simbolizará
la naturaleza vigorosa, fuerte y veraz.
Y en los talares, dar vigor o fuerza,
o actuar conforme a la verdad.
Cabe señalar, además, que la Cue­
burá es la verdad37 y que siguiendo este
Salmo 84. camino se afirma: «Se han encontrado

la piedad y la verdad. La justicia y la


paz se han abrazado»38•
Las dos serpientes que luchan en­
tre ellas nos muestran aquel mito que
se lee acerca de Mercurio, que se en­
contró con dos serpientes que se pe­

114
leaban; en esta imagen colocaremos la
discordia, la diferencia y la diversidad
de las cosas.
Y esta misma imagen, en Pasífae,
simbolizará una naturaleza beligerante.
En los talares, combatir.
Y en Prometeo, el arte de la guerra,
la guerra terrestre y n aval y lo que de
ella depende.
Hemos r epresentado39 a Marte en­
cima del dragón por la razón siguien­
te. Hemos dicho que los planetas reci­
ben sus propias características y se ven
sometidos a la influencia de las corres­
pondientes sefirot supracelestes. Y
siempre y cuando la Gueburá, que in­
fluye sobre Marte, esté custodiada por
una angélica inteligencia llamada Za­
mael, que significa el veneno de Dios,
teniendo en cuenta que por medio de
ella Dios castiga al mundo y que los ca­
balistas dicen que tal inteligencia tiene
figura de dragón, nosotros pondremos
a Marte montado en él. Y a esta ima­
gen dedicaremos un volumen que

115
contendrá las cosas nocivas y veneno­
sas de la naturaleza.
En Pasífae simbolizará una natura­
leza nociva, cruel y vengativa.
Y en los talares, hacer daño, ·ensa­
narse, vengarse, oponerse.
2!. El antro de Júpiter contendrá cin­
co imágenes: Juno suspendida, los dos
orificios de la lira, el cadu ceo, Dánae,
e n cuyo seno cae la lluvia de oro, y las
tres Gracias.
Juno suspendida se encuentra tam­
bién en el banquete de Júpiter, donde
simboliza el aire simple. Y aquí simbo·
lizará los cuatro elementos en general,
y el aire en particular, que, si lo dividi­
m os en tres regiones, colocarem os en
la más b~ a el rocío, la escarcha, la ma­
ñana, la luz, el frío, lo fresco, lo cálido
y la niebla. En la segunda, las nubes,
los vientos, los truenos, los relámpa­
gos, los rayos, la lluvia, el granizo y la
nieve. En la tercera y más alta, los co­
metas, los meteoritos y las estrellas fu­
gaces.

116
~

Esta estará asimismo en los talares y


en Prometeo, corno se ha dicho en el
banquete.
Los dos orificios de la lira los he­
mos hecho por necesidad, pero por es­
ta razón: la naturaleza, habiendo crea­
do, para los seres vivos y sobre todo
para el hombre, las orejas, provistas de
tortuosos conductos adecuados para
recibir el aire percutido por algún so­
nido (dado que éste se ondula como el
agua cuando en ella tiramos una pie­
dra, y la naturaleza, para que lo reciba­
mos, ha dispuesto un lugar igualmente
óndeante), este aire, al ser percutido y
entrar en la oreja del ser vivo, percute
el aire que hay dentro -que llamamos
connatural-, y este aire connatural, al
ser percutido, percute a su vez algunas
membranas internas gracias a las cua­
les el ser vivo oye; así pues, los antiguos
creadores de la lira, por la comodidad
de pulsar sus cuerdas, fabricaron las de
fuera, pero los orificios los hicieron a
imitación de las orejas, principalmente

. 117

,,

las del hombre. Por ello esta imagen


ocupará un volumen que contendrá
Las cosas audibles, cua ~qui er estrépito y
cualquier sonido natural.
Esta imagen, en los talares, signifi·
cará producir estruendo. Y correspon­
de más a Júpiter que a ningún otro pla­
neta por ser éste el soberano del aire,
sin el cual no se puede lanzar sonido
alguno.
El caduceo es la vara de Mercurio ·
que él puso -según dicen los mitos­
entre las dos serpientes que encontró
en ple na lucha, tal como se ha dicho en
Marte, y éstas se enroscaron a la vara
en unión perpetua. Esta imagen nos
indicará cosas uniformes, iguales, no
diferentes y equivalentes.
En Pasífae contendrá una naturale­
za amigable e inclinada al cuidado de
la familia y del Estado.
Y en los talares, practicar la amistad
o la familiaridad.
En Prometeo, la ciudad y el cuida­
do de la familia, que está formada por

118
el padre de familia, la madre de fami­
lia, Jos hijos y los siervos.
Dánae con la lluvia de oro, aunque
en los altos misterios simbolice lo mis­
mo que el vellocino de oro y el jardín
de las Hespérides40, aquí nos mostrará
la buena fortuna, la plenitud y la abun­
. dancia de las cosas, ya que toda pleni­
tud y toda cosa buena proviene de lo
alto.
En Pasífae, encamará la buena for­
tuna, la felicidad, la nobleza, las rique­
zas, la salud, la gloria y el cumplimien­
to del deseo.
En los talares, las acciones relacio­
nadas con la buena fortuna y con las
cosas que acabamos de mencionar.
Las tres Gracias eran representadas
por los antiguos de tal modo que una
de ellas ocultaba su rostro, y ésta sim­
bolizaba el beneficio del que da, que
no debe ser puesto de manifiesto por
quien lo da. Pues Jesucristo dice:
«Cuando des limosna, no vayas tocan­
do la trompeta .delante de ti». Y en

119

otro lugar: «Que tu mano izquierda no


sepa lo que hace la derecha» 41• La otra
sí lo ponía de manifiesto plenamente,
y simboliza el receptor del beneficio, a.
quien le corresponde mostrar su ros­
tro, es decir, pregonar la gracia red­
bida. La tercera oculta una parte y
muestra otra, y simboliza el beneficio
correspondido, mostrando lo que se
ha recibido y ocultando lo que se ha
dado 42 • Ahora bien, esta imagen simbo­
lizará aquí las cosas útiles. ·
En Pasífae, una naturaleza benéfica.
En los talares, hacer favores, bene­
ficiar y ayudar.
12 El antro de Saturno incluirá siete
imágenes: Cíbele, tres cabezas, de lo­
bo, de león y de perro, el arca de la
alianza, Proteo encadenado, un go­
rrión solitario, Pandora y unajoven cu­
yos cabellos elevados hacia el cielo han
sido cortados.
A Cíbele ya la hemos visto en el
banquete, y simboliza la tierra, y por su
corona torreada simboliza las ciudades

120
que están bajo su protección. Su carro
es·tirado por dos leones porque, así co­
mo el león es fuerte en su parte delan­
tera y débil en la trasera"\ así el Sol,
gracias al cual los leones poseen tal na­
.tu;raleza, es más in tenso en su parte de­
lantera que en su parte trasera. De Cí­
/bele hemos hablado también en el
banquete; y aquí, como en los talares y
en Prometeo, no vomitará fuego, pues­
to que simbolizará simplemente la tie­
rra. Y en el antro encarnará la tierra en
general, con todos sus tipos tomados
de Plinio, esto es, del capítulo que
escribe «Sobre los tipos de tierra» 4\ co­
mo la arcilla y la arena. Asimismo, sim­
bolizará la tierra habitada y la no habi­
tada, la llana y la montañosa. La llana
contendrá todos los espacios abiertos.
La montañosa incluirá los valles, los
collados, los picos, los montes y sus
partes, ·como las piedras, las rocas, las
minas de metales y los demás minera­
les, y a estos elementos se añadirán
también los otros animales terrestres.

121

~ 1 ,.

Esta imagen contendrá, en los ta- ·


lares, las acciones relacionadas con: la ~ •
tierra que el hombre puede llevar ~ a 1
cabo por. naturaleza, siempre qüe ·no ·
conciernan a los pies, que poseerán
sus propias acciones, como los otros ·
miembros.
Pero en Prometeo contendrá la
geometría, la geografía, la cosmogra-'
fía y la agricultura y sus partes, por­
que ]a dividiremos en la agricultura ·
acerca de la tierra y acerca de los fru­
tos de la tierra, la agricultura en tor­
no a los árboles y en t<;>rno a los frutos
de los árboles, y la agricultura en tor­
no a los animales y en torno a los fru­
tos de los animales, y en estas seis par~
tes vaciaremos a todos los autores que
han escrit~ sobre la agricultura45 • Esta
parte se atribuye a Saturno por ser
frío y seco y por ser el más inmóvil,
dado que la tierra tiene estas caracte­
rísticas según Trismegisto46•
Las tres cabezas, de lobo, de león y
de perro, son como sigue. Escribe Ma­

122

crobio que los antiguos, queriendo fi­


g1,1rar los tres tiempos, es decir, el pa­
sado, el presente y el futuro, represen­
taban las tres cabezas mencionadas.
La del lobo simbolizaba el tiempo pa­
sado porque ya ha devorado; la del
león, el presente -si es que puede exis­
tir el presente- porque las preocupa­
ciones presentes nos causan tanto te­
rror como el que nos infundiría ver un
león si esto nos sucediera. Y la del pe­
rro simboliza el tiempo futuro porque,
al igual que un perro dócil, el futuro
nos promete siempre lo mejor47 • Por
tanto, esta imagen contendrá estos tres
tiempos saturnios y sus partes, ya que
todos los tiempos que no se conciben
por su proximidad o lejanía respecto
del Sol son o bien saturnios o bien lu­ Tiempos satur­
nios, solares, lu­
nares. Los de Saturno, como estos tres nares.
a los que nos hemos referido, son los
que no se nos mani~estan por el curso
del Sol, como ocun:e con la noche o el
día, las cuatro estaciones, las horas, los
minutos y los años. La lejanía, pues, de

123
este planeta hace que estos tres tiem­
pos no nos sean conocidos más que
por lo pasado, lo presente y lo futuro.
Los lunares, evidentemente, se hallan
en el antro de la Luna, en los talares de
ésta y en Prometeo, ocupados por la
imagen de Diana, a quien Mercurio
entrega el vestido.
La misma imagen de las tres cabe­
zas sign~ficará en Pasífae que el hom- . ·
bre está sometido al tiempo.
Y en Jos talares, todas las acciones
relacionadas con el tiempo que no se
calcula por la lejanía o la proximidad
del Sol ni por el curso de la Luna, co­
mo tardar, entretener, finalizar o pos­
poner.
El arca de la alianza, pese a que . e n
su profundo misterio simboliza los tres
mundos que hemos atribuido a Pan,.
porque fue hecha de tal forma que me­
día un codo y medio tanto de ancho.
como de alto, y, como cada codo tenía
seis palmos, resulta que medía nueve
palmos de ancho y de alto, cifra que su­

124

gería necesariamente los nueve cielos.


El décimo era representado por la
moldura de oro, que se extendía sólo
sobre la primera y la segunda parte,
mientras que la ·tercera quedaba al
descubierto. Sin embargo, esta parte
descubierta, tal como hemos dicho en
lo que concierne a los misterios revela­
do~, simbolizaba este mun?o inferior,
expuesto a las lluvias, a los vientos, al
calor, al frío y a todos los cambios cli­
máticos48.
La segunda simbolizaba el mundo
c~leste, y por este motivo contenía un
candelabro de oro con siete lámparas
que sugerían los siete planetas; ade­
más, tenía una lámpara dividida en tres
cálices por lado, que también simboli­
zaba el Sol en su superioridad. Junto a
ella había algunos utensilios que suge­
rían Jas. influencias supracelestes que
los planetas recibían. Y h abía figuras es­
féricas que simbolizaban los globos ce­
lestes. Había,.asimismo, flores, en cuyo
significado radica el secreto de todos

125

los secretos, que solamente es lícito re­


velar a su tiempo y por los designios
de Dios49 • La tercera parte era llamada
propiciatorio, secundada por dos que­
rubines50, uno de los cuales simbolizaba
la n aturaleza divina, y el otro, la huma­
na en un mismo Cristo, y mediante es­
te propiciatorio se hacía la remisión de
los pecados, puesto que significaba que
gracias a la venida de Cristo había de_
hacerse tal remisión. Y esta tercera par­
te simbolizaba lo supraceleste. Y, al lla­
marse lugar santo la parte del medio,
esta tercera parte se llamaba sancta­
sanctórum, así como también cielo del
cielo o, mejor dicho, cielos de los cie­
los51, porque los h ebreos no usan el
singular para referirse a los cielos. De
estos tres mundos hizo mención Juan
cuando dijo: <<Estaba en el mundo y el
mundo fue creado por él, pero el mun­
do no lo conoció» 52, ya que diciendo
«estaba en el mundo» entendió lo su­
praceleste y, cuando dijo <<Y el mundo
fue creado por él», indicó lo celeste. Y,

126

al decir «pero el mundo no lo cono­


ció», habló del mundo inferior. Por
tanto, aunque por medio del arca se
simbolicen -como h emos dicho- los
tres mundos, con todo, dado que ya he­
mos confiado a la custodia de Pan sus
símbolos, queremos qu e ésta ocupe el
volumen correspondiente al lugar y a
todas sus diferencias. Creemos h aberlo
ordenado razonablemente por que, al
contener el arca los tres mundos, da lu­
gar, en consecuencia, a todas las cosas.
Y así como el arca, en vista de que con­
tiene todas las cosas, merece la custo­
dia del lugar con todas sus diferencias,
así, si tiene que ser atribuida a uno de
los siete planetas, no puede convenir a
nadie m ás que a Saturno, que por la
amplitud de su círculo engloba a todos
los demás.
El arca, en los talares, simbolizará
los m ovimientos que puede hacer el
hombre relacionados con el lugar, co­
mo colocar cosas en un sitio o en
otro.

127
Proteo encadenado, a diferencia
del Proteo libre que se encuentra en
el banquete de la Luna, lo hemos co­
locado en este lugar por lo que se di­
rá enseguida. A pesar de que esta ata­
dura puede ser mágica y puramente
natural, no por ello entendemos aquí
la pureza natural. He dicho mágica
porque la atadura con que Aristeo in­
moviliza a Proteo siguiendo el consejo
de su madre Cirene es una atadura
mágica según Homero y Virgilio53 •
Que quien tenga oídos para oír oiga,
porque corresponde al secreto del
que he mos hablado anteriormente51 •
Pero la atadura natural que en esta fi­
gura concebimos es como diremos. El
espíritu de Cristo es aquel -como ya
La renovación hemos dicho en el banquete- que,
de las cosas.
descendiendo de los canales suprace­
lestes, renueva con su poder todos los
cielos y traslada a los lugares inferio­
res la impronta y toda la influencia de
éstos, y con esta impronta e influencia
se d etiene aquí abajo entre los seres

128

vivqs, las hierbas y las flores. Y si no las


renovara de este modo, todas las cosas
perecerían. Ésta es seguramente
aquella ciudad que Juan vio, en el sa­
grado Apocalipsis, que descendía lle­
na de júbilo55 • Por esta razón, David
canta un nuevo cantar al ver tantas co­
'sas renovadas56 • E Isaías dice: «Voy a
crear un nuevo cielo y una nueva tie­
rra»57. Y, además, en el Apocalipsis es­
tá escrito: «He aquí que hago que to­
do sea nuevo»58 • Ésta es la escalera de
Jacob por la que bajan y suben los es­
píritus59, puesto que brtjar es venir a
hacer esta renovación y subir es el re­
greso del espíritu para regocijarse
con el soberano universal. Sin embar­
go, cuando quiso aludir a tal renova­
ción, Petrarca -como quien no va más
allá del mundo celeste- compuso
aquel soneto que empieza así:

Cuando el planeta que las horas cuenta


se alberga co.n el Toro nuevamente,

129

donde, diciendo

Virtud cae de la cuerna incandescente


que al mundo da una nueva vestimenta60,

atribuye a los cielos la acción de volver


a embellecer el mundo, porque sólo se
infiere de ello que el alma del mundo,
llena del espíritu de vida, que es Cristo,
ya traída por el Sol desde la parte cón­
cava de la Luna con más abundancia y
fecundidad cuando éste comienza a gi­
rar encima de nosotros que cuando es­
tá más alejado, sobreviene a la mezcla
que quiere h acer la naturaleza y dispo­
ne la producció u de las hierbas, las flo­
res y otras cosas co·mpuestas de ele­
mentos. Si él no hubiese intervenido
como mediador armonizando las pro­
piedades contrarias de que consta esa
mezcla, éstas, por su disparidad, no po­
drían estar nunca juntas en la forma
de una u otra hierba, de una u otra
flor. Así pues, la capacidad de m edia­
ción del espíri tu divino de Cristo es tan

130

grande que incluso armoniza lo dis­


cordante. Es lo que manifiesta el pro­
feta: «Yo lleno el cielo y la tierra» 6 \ y
en otro lugar dice la Escritura: <<Los
cielos y la tierra están llenos de tu glo­
ria»62. Por consiguiente, este espíritu
de Cristo, y no del alma del mundo
-como afirman los platónicos-, no só­
lo es mediador, conciliador, vivifica­
dor y sustentador de estos cuatro ele­
mentos discordes, sino que, movido
por su piedad, es también mediador y
conciliador entre la justicia divina y la
fragilidad de los hombres. Y el hecho
de que éste sea verdaderamente el
espíritu que vivifica todas las cosas lo
confirma el salmo: «Si escondes tu ros­
tro, todo se queda turbado y vuelve al
polvo», y también: «Manda tu espíritu,
y renovarás la faz de la tierra»63 • Por
tanto, llamándolo «tu espíritu», de­
muestra que es el espíritu de Dios, no
del alma del mundo. A su vez, Pablo
lo denomina espíri tu de vida64. Así, al
participar la primera materia, es decir,

131

Proteo lleno de este espíritu de vida;


en la mezcla de las hierbas y de las flo~
res y en otras mezclas, está ligada por.
naturaleza a la forma de la flor o de la
hierba hasta que éstas lleguen a la di­
solución. Cabe citar, llegados a este
punto, una frase de Hermes Trismegis­
toen el Asclepio: «Todo lo que descien­
de de lo alto genera, mientras que lo
que emana de abajo nutre, es decir, da
vida, o sea, vivifica» 65 • Por eso, al bajar
este espíritu y participar en la mezcla
que dispone la naturaleza combinán- ~
dose con aquellos elementos que ha­
brían sido discordes, los concilia y los
genera. Y mientras la planta y el ser vi.,·
vo crecen, los nutre y vivifica. De modo
que está ligado a cualquier ser indivi..:
duado hasta que llegue· el tiempo· de·
la disolución, llamada indebidamente
muerte según Hermes, quien escribe
en el capítulo x.n del Poimandres. «Nin­
gún cuerpo muere en el mundo, antes
bien, en tanto que cuerpos compues.;
tos, se disuelven; la disolución no es la

132

muerte, sino la separación de la mez­


' da. Asimismo, .la unión no se deshace
para que muera lo que existe, sino pa­
ra que se r enueve lo viejo»66 • Así pues,
todo el tiempo en que persiste esa
unión de los elementos mezclados, la
parte de Proteo permanece ligada,
unida y asociada con aquel espíritu en
.su interior.
Y por esta razón queremos que esta
imagen incluya en ella las cosas inmó­
viles, unidas o fijas.
En Pasífae simbolizará la naturale­
za perpetua e inmutable.
Y en los talares, hacer que algo sea
inmóvil, como fijar y detener.
Esta imagen se atribuye a Saturno
por su lentitud.
El gorrión solitario, ya por sí mis­
mo, sin más explicaciones, demuestra
que debe contener las cosas solas o
abandonadas.
En Pasífae simbolizará una natura­
leza solitaria, y el hombre solo y aban­
donado.

133

Pero en los talares significará andar


solo, estar solo, abandonar y dejar a
personas, lugares o cosas.
Y esta imagen es apropiada a Satur-.
no por su naturaleza melancólica67 •
Pandora, en el antro, simboliza la
aflicción de las cosas68 •
En Pasífae, la aflicción del hombre,
todos sus infortunios, infelicidades,
mezquindades, miserias y enfermeda­
des, y la imposibilidad de que se cum:
plan los deseos.
En los talares, causar aflicción a
otros.
La imagen de la joven con los ca­
bellos cortados, los cuales vimos en
Marte levantándose hacia el ciel ~,
contendrá todas las cosas opuestas, es
decir, débiles. Y no h emos hecho esto
sin servirnos de ninguna autoridad,
porque, en Eurípides, a Alcestis, al no
poder morir de la muerte deseada, se
la. envía a Mercurio, quien le corta los
cabellos, y ella muere 69 • Y Niso no fue
vencido por Minos hasta que la joven

134

enamorada le cortó el fatal cabello. Ni


tampoco Dido, en Virgilio, pudo aca­
bar de morir sino después de que Iris,
enviada por Juno, le hubo cortado el
cabello70 • De h echo, Virgilio sugiere
que Iris, dado que con sus colores sim­
boliza los elementos, indica las cosas
compuestas de elementos y que, ade­
más, la acción de cortar e l cabello sig­
nifica la disolución de esos ele mentos.
Estos misterios de los poetas fueron
extraídos de los profetas, como de
aquel episodio de la cabellera cortada
a Sansón 7 1•
Esta imagen , en Pasífae, simboliza­
rá la debilidad del hombre, la flaque­
za, la naturaleza falsa y embustera.
Pero en los talares significará debi­
litar a personas o cosas o mentir.

135

±&!E &I " &L . - 1


1
Las Gorgonas

Ascendamos al cuarto grado, que


corresponde al hombre interior, que
fue la última y la más noble criatura,
hecha por Dios a su imagen y seme­
janza. Aquí cabe señalar que, en el tex­
to hebreo, lo que se difunde por medio
de imágenes es denominado zélem, y .
la llamada semejanza se designa con el
nombre de demut. Estas palabras, en
el Zóhar de rabí Simeón, que significa
iluminadÓr (o sea, dador de luz), son
interpretadas en el sentido de que el
zélem simboliza, por así decir, la im­
pronta o la forma angélica, y el demut
1
constituye el graqo divino, porque ase­
i
l gura que Dios no sólo empujó nuestra
:.
alma hasta la excelencia de los ánge­

137

les, sino que también le añadió el gra~


do divino. Y el propio autor del Zóhar
agregó que, presintiéndolo el ángel
que después sería expulsado, movido
por la envidia y por su amor propio,
habló contra la 'Toluntad de la Majes­
tad divina 1• Sin embargo, Hermes Tris­
megisto, en su Poimandres, considera la
imagen y la semejanza una misma cosa,
y lo entiende todo como el grado divi­
no, diciendo lo siguiente: «Pero el in- ·
telecto, padre de todas las cosas, vida y
luz, creó al hombre a su semej anza y lo
amó como a un hijo porque era bello y
poseía la imagen de su padre. Así pues,
Dios, amando en gran manera a su
propia forma, concedió todas sus cria­
turas a los hombres para que hicieran
u so de ellas»2 • Y él mismo, en el Ascle­
pio: «Oh, Asclepio, el hombre es un
gran milagro, un ser vivo digno de ve­
neración y honor, puesto que accede a
la naturaleza d ivina como si él mismo
fuese Dios; pero ha conocido la raza de
los demonios, de modo que se ha dado

138

cuenta de que su origen es el mismo,


desprecia la parte de humana natura­
leza qu e hay en él y confía en el carác­
ter divino de su otra parte» 3 • Otros au­
tores cabalísticos han d ejado escrito
que la semejanza corresponde a la ac­
ción, como queriendo decir que Dios
hizo al hombre con el fin de que ac­
tuara para él. Y con esta acción está de
acuerdo la sagrada Escritura donde
menciona que las buenas obras que
hacemos n o son nuestras, sino d e
Dios, y que nosotros somos sólo sus
instrumentos1 • De ahí que algunos
contemplativos designen estas obras
con el nombre de obras eternas. Por
esta razón, Pablo dice: «¿Qué posees,
hombre, que no hayas recibido? Y si lo
has recibido, ¿por qué te glorias como
si no lo hubieses recibido?» 5 • Hay que
señalar, además, que las más de las vea
ces, cuando la Escritura alude al hom­
bre, se refiere sólo al hombre interior,
que se encuentra, sin duda, en el libro
de Moisés que lleva por título Job,

139

donde dice: «Me has revestido de piel


y de carne, me has consolidado con
huesos y músculos»6 • Con estas pala­
bras y con el pronombre «me» da a en­
tender claramente que el hombre inte•
rior es diferente del exterior. En
Platón, Sócrates coincide con esta opi-.
nión en el primer Alcibíades, al debatir
sobre la naturaleza del hombre,. por..
que, así como nosotros no somos el
vestido que llevamos, sino que éste es
una cosa utilizada por nosotros, así .el
cuerpo, aunque sea llevado por noso­
tros, no es lo mismo que nosotros, sino
una cosa que nosotros utilizamos7 • Por
ello deben tenerse en cuenta las pala­
bras de Moisés en el Génesis: «Haga­
mos al hombre a nuestra imagen y se­
mejanza», las cuales no se refieren más
que al hombre interior. Y, para demos­
trar la veracidad de estas palabras, aña­
dió un poco más abajo: «Aún no exis..
tía el hombre para que labrase la
tierra»8 . En consecuencia, el hombre
interior fue hecho en lo supraceleste

140

t¡.ntes de que Dios diera forma a su

cuerpo a partir de la tierra a fin de que

pudiera actuar en este mun do y ser el

instrumento de las obras divinas. De

ahí que Moisés añadiera: «Dios mode­

ló al hombre de la arcilla de la tierra» 9,

pero esta arcilla no significa barro

' -como muchos creen-, sino, por así


decir, la flor y nata de la tierra, que era
virgen porque todavía no tenía la má­
cula que tuvo después como descen­
diente de Adán tras el pecado de éste.
Esta tierra virgen era llamada Adamá, Adán.
de donde Adán tomó su nombre 10 • Y
no pasaré en silencio que Cristo, para
expiar el juicio divino, se presentó co­
mo redentor de todas las culpas del
hombre con un cuerpo igual al que te­
nía Adán antes de que pecase, es decir,
un cuerpo h echo de tierra virgen y de
la·sangre purísima de la Virgen María.
A esto se añade, visto que hemos

empezado a hablar de Adán, que se

puede explicar de dos formas el h echo

de que él, antes del pecado, estuviera

141
, ;l wi~
en el jardin de las delicias, no digo pa- ·
raíso terrenal, tal c<;>mo muchos inter­
pretan lo que Moisés no dijo jamás. S~­
Paraíso terre­ gún la primera, estaba en el jardín
nal.
supraceleste, no de modo presencial,
sino en la gracia de Dios, gozando de
todas las beatíficas influencias 11 • Sin
embargo, como había pecado, fue ex­
pulsado del mismo, y esto quiere decir
que le fueron arrebatadas las influen­
cias a las que nos acabamos de referir:
si bien él no fue apartado corporal­
mente. De la misma manera, si un sier­
vo se encontrara previamente en Egip­
to junto al César y recibiera de éste
muestras de agradecimiento, mientras
tuviera el favor de su príncipe, se diría
que pertenece a su familia, pero si co­
metiese algún yerro, despojado del
favor real, se podría decir que sería ex­
pulsado de la corte. Que nadie se sor­
prenda si yo toco la cuestión de que el
jardín de donde fue expulsado Adán
fue el jardín supraceleste, puesto que
así lo creyeron primero Orígenes y des­

142
:. puésjerónimo, que estaba de acuerdo
· . con él 12 • La segunda explicación de
. que.Adán estaba en el paraíso no será
a partir del término hebreo, sino a par­
tir del griego, y decimos que Adán, an­
tes del pecado, vivía en la tierra virgen
de este mundo, y, mientras permane­
ció en ella sin mancillar su cuerpo con
el pecado, se hallaba en el paraíso te­
rrenal. No obstante, una vez cometido
el pecado, la tierra se mancilló y, así, él
fue expulsado del paraíso. De ahí que
al mundo hecho para Adán le sucedie­
ra lo que podría ocurrirle a un noble
del César cuya familia, si él pecara, aca­
baría mancillándose por completo pe­
se a no haber cometido pecado algu­
no, y todos la mirarían con malos ojos.
Por consiguiente, al pecar Adán, peca­
ron todos los elementos porque se
· mancillaron. Por este motivo, dado que
ya no conservaron la virginidad primi­
genia, se puede asegurar que ésta fue
la causa por la que se dice que Adán
fue expulsado del paraíso terrenal.

143

Con todo, volviendo a nuestro pro­


Nuestras tres pósito, debemos saber que hay en no­
almas.
sotros tres almas 1s, y las tres, aunque
poseen el nombre común de «alma»,
reciben a su vez su nombre particular,
porque la más baja, próxima y cercana
a nuestro cuerpo es denominada né­
fesh, y es, por otra parte, la qu e Moisés
llama «alma viviente»14• Ésta, puesto
que en ella caben todas nuestras pasio­
nes, la compartimos con los animales.
Y a ella se refiere Cristo cuando dice:
«Triste está mi alma hasta la muerte» 15,
y en otro lugar: «Quien no tenga odio
a su alma la perderá»16• Como ni la len­
gua griega ni la latina no aspiran a es­
te término, no se puede reflejar en las
traducciones su significado, como, por
ejemplo, en aquel salmo: «Alaba, alma
mía, al Señor»17, donde, si bien quien
lo escribió a través del Espíritu Santo
había empleado la palabra néfesh, nos
vemos obligados a usar el nombre co­
mún. Evidentemente, era muy lógico
que el profeta utilizara el vocablo né­

144

esh, ya que quería alabar a Dios con la


engua y con otros órganos que produ­
:en la voz y son gobernados por la né­
esh, que es la más próxima a la carne.
..a segunda, qu e es la racional, es de­
ignada con el nombre del espíritu, es
lecir, rúa}?.. La tercera es denominada
1eshamá, aliento de vida por Moisés,
uz por David y Pitágoras, parte supe­
ior por Agustín, mente por Platón e
nteiecto agente por Aristóteles 18• Y tal
:omo la n éfesh la tiene el diablo, que
.e envía al demonio para tentarla, así
.a nesh_amá es poseída por Dios, que le
~nvía al ángel. La pobrecilla, al estar
:::n medio de ambas p'artes, se ve acu­
::iada. Si con la anu encia divina se re­
'igna a unirse a la n éfesh , la néfesh se
une a la carne, la carne con el demo­
rlio, y todo se convierte y se transforma
en diablo. Por ello Cristo dijo: «Yo os
he elegido a vosotros doce, pero uno
de vosotros es un diablo» 19 • No obstan­
te, si por la gracia de Cristo (de nadie
más puede venir un beneficio tan

145

grande) el alma del medio se separa1_


como a través del filo de la espada de
la palabra de Dios, descontenta de;la ·
néfesh, y se une a la neshamá, ésta, que
es totalmente divina, pasa a tener la na­
turaleza del ángel y, por consiguiente,
se transforma en Dios. Por esta razón,
Cristo, al aducir aquel texto de Mala­
quías: «He aquí que envío a mi án­
gel»20, quiere que comprendamos que
Juan Bautista fue transformado en fu­
gel en la providencia divina, desde los
inicios y antes del mundo. He mencio­
nado la espada de la palabra de Cristo,
que sólo con su hoja separa el alma ba­
ja del alma racional, que hemos dicho
que es denominada espíritu, por ·lo
cual Pablo dijo: «La palabra de Dios es
viva, eficaz y más tajante que una espa­
da de dos filos, pues consigue separar
el alma y el espíritu» 21 • Con el fin de
que reconozcamos cada una de las tres
almas con un nombre distinto en las
palabras de Moisés en el Génesis que ·
hemos citado más arriba, cabe indicar

146

que, cuando dice «hagamos al hom­


bre», se refirió al alma racional. Y
cuando dijo «le dio un alma viviente))'
aludió a la néfesh. Sin embargo, al de­
cir «le insufló el aliento de vida)>, sig­
nificó la neshamá. No puedo permitir­
me no incluir, acerca de estos pasajes,
la opinión del autor del Zóhar, según
el cual la néfesh es una especie de es­
pectro, acaso nuestra sombra, que no
se separa nunca de los sepulcros y se
hace visible, tanto de noche como de
día, a aquellos a los que Dios ha abier­
to los ojos. Y como quiera que dicho
autor vagó por el desierto cuarenta
años con siete amigos y su hijo para
ilustrar la sagrada Escritura, dice que
un día vio que la néfesh se separaba de
tal modo de uno de sus venerables y
queridos compañeros que por detrás
le daba sombra a su cabeza. Y que por
eso se dio cuenta de que era el mensa­
jero de la cercana muerte de su amigo,
pero, con mucho ayuno y continuas
plegarias obtuvo de Dios que la néfesh

147

que se había separado de la cabeza, se


uniera al cuerpo y, así unida, perma­
neciera en él hasta el final de su activi­
dad22. La lectura de este pasaje me h a­
ce pe nsar qu e Virgilio, al anunciar la
muerte inminente de Marcelo, lo utili­
zó23, y que había descubierto este se­
creto o en los cabalistas hebreos o en
los caldeos.
A continuación, el autor del Zóhar
dice que esta néfesh es tá presente des­
de el principio en la formación del em­
brión, pero que la rúaq. no entra en el
cuerpo hasta e] séptimo día después
del nacimiento, y que por este motivo
Dios ordena que el recién nacido le
sea ofrecido y sea circuncidado al octa­
vo día, es decir, un día después de que
el alma racional haya entrado en él.
Aunque la neshamá no penetre en él
hasta el trigésimo día, no hay que es­
perar tanto para efectuar la circunci­
sión, en la que sólo deben participar el
alma que puede pecar y la que lleva a
pecar , ya que la nesh amá, al ser divina,

148

no puede pecar. Con esta afirmación


está de acuerdo Plotino cuando asegu­
ra, refiriéndose a la tercera alma, la
más alta: «El alma no peca ni recibe
castigo» 24 • Aristóteles quiso consagrar
su clarividente sagacidad a otra tripar­
tición existente en el interior del hom­
bre, pero en ella no coloca sino a esta
alma más alta, dado que, debatiendo
con enorme sabiduría sobre nuestros
tres intelectos, llama a uno posible opa­
sivo -denominado ingenio por nues­
tros escritores, tanto en latín como en
,vulgar, diferentemente de Cicerón ,
que lo llama fuerza de la inteligencia-.
El otro intelecto que tenemos, que es
el intelecto práctico, significa según él
que ya hemos aprendido y c0nocemos;
el tercero, el intelecto agente, es aquel
en virtud del cual comprendemos25 • Y
con respecto a esta cuestión, santo To­
más, queriendo demostrar que el inte­
lecto agente está en nosotros, toma
como ejemplo, si mal no recuerdo,
nuestra potencia visual y aquel rayo de

149
fuego que en nuestro interior se refle~.
ja en el ojo26 y que nosotros con cierta
frecuencia, al frotarnos uno de los ojos .
con el dedo, vemos internamente co- ·
m o si se tratara de una rueda de fuego; · ·
y gracias a esta rueda llameante ocurre
muchas veces que, si nos despertamos
y abrimos los ojos en la oscuridad de la
noche, vemos y podemos distinguir un
instante los objetos de nuestro dormi­
torio. Después, esta rueda va debilitán­
dose y pierde paulatinamente intensi­
dad. Por tarito, así como sólo en el ojo
tenemos la capacidad de ver, la acción
de ver y la rueda que nos permite ver,
del mismo modo poseemos no sola­
mente el intelecto capaz de compren-.
der, es decir, el ingenio o la capacidad
intelectiva, como queramos llamarlo, y
la acción de comprender, que es el in­
telecto práctico, sino también el inte­
lecto agente, o sea, aquel que permite
que comprendamos. Leemos que la
rueda de fuego de la que hemos ha­
blado fue tan grande y tan potente en

150

los ojos de Tiberio, que por la noche


era capaz de distinguir durante un
buen rato todo cuanto había en su
. dormitorio27 • De donde se deduce que
unos la tienen más desarrollada, y
otros, menos. Aristóteles, cuando ejer­
ce de fisiognomista, afirma que, cuan­
do tenemos dificultades para fijar
nuestra mirada en los ojos de otra per­
sona, esa luz que desprende revela a
un futuro .príncipe28 • Por esta razón, al­
gunos antiguos escribieron que los
ojos de Jesucristo eran así. Pero Sim­
plicio, queriendo demostrar y justifi­
car de todas las maneras posibles que
este intelecto agente es externo, sostie­
ne precisamente que está fuera de no­
sotros porque también el Sol se en­
cuentra fu era de nuestra potencia
visual, aunque ésta vea gracias al Sol29 •
En consecuencia, de la misma forma
que en nuestro ojo, si no está dañado,
se halla la capacidad de ver y al mismo
tiempo la acción de ver, pero aquello
que permite ver -que pertenece al Sol

151

~-.
o a otro enviado suyo- está fuera del
ojo, así, aunque en nuestro interior es­
té la capacidad de comprender, ~s de­
cir, el intelecto posible o pasivo, e in­
cluso la intelección práctica, con todo,
el intelecto agente, que es el rayo divi­
no, el ángel o el propio Dios, está fue­
ra de nosotros. Esta opinión de Simpli­
cio parece confirmada por la Escritura
y, principalmente, por aquel pas~e de
David: «Te daré el intelecto y te ense­
ñaré el camino que tienes que seguir»30•
Así pues, si Dios es quien da el intelec­
to, también es quien lo quita, durante
un tiempo o para siempre. De ahí que
David, temiendo esto, dijera: «No apar­
tes de mí tu santo espíritu» 31 • Y en otro
lugar está escrito acerca de esa subs­
tracción perpetua: «Vuestras casas que­
darán desiertas» 32 • Se deduce, pues,
que este intelecto agente o rayo divino
está fuera de nosotros y en poder de
Dios. A dicho intelecto los filósofos
que desconocían a Dios lo llamaron ra­
zón, por medio de la cual el hombre se

152
' ·~· ~¡
diferencia, según decían, de las bes­
tias. Pero, en realidad, el hombre es
denominado racional o, mejor dicho,
intelectual, porque el hombre es el
único de los seres vivos capaz de pose­
er este intelecto agente; sin embargo,
cuando Dios no está dispuesto a darlo,
aquel que se va sin él no difiere en su
1' interior de las bestias, pues está escrito
en el salmo: «El hombre, cuando está
en su esplendor, carece de intelecto y
se asemeja a las ignorantes acémilas, y
en acémila se transforma»ss. Con esta
cita concuerda aquel oscurísimo pasa­
je del Apocalipsis: «El número del
hombre es número de bestia, pues el
número de la bestia es seiscientos se­
senta y sejs»3\ porque el número que
llega a mil, por la adición del intelecto
ag~nte, es el número del hombre ilu­
minado. De ahí que en el Cantar, cuan­
do se quiere desear el bien a aquel con
quien se habla, se diga en el texto he­
breo: «Mil para ti, Salomón» 35, lo que
significa: yo deseo que tú tengas no só­

153
lo figura humana, sino también el rayo
divino. Por ello, cuando salude a mi
excelentísimo príncipe, en vez de dar­
le los buenos días, le diré: «Mil para
ti». Pero me reservo para otro momen­
to la explicación de estos números56•
Parece que incluso Virgilio está de
acuerdo con esta opinión cuando des­
cribe su ramo de oro37, que, aun siendo
de una materia diferente de la del ár­
bol y n o bastando la voluntad humana
para obtenerlo, demuestra que es algo
externo y que el favor de Dios nos es
indispensable para conseguir el don
de este intelecto. Pero ya va siendo ho­
ra de que descendamos a nuestras imá­
genes, cosa que haremos no sin antes
,
decir algo relacionado con los símbo­
los teológicos que debo atribuir a esta
puerta y con todas las imágenes de mi
teatro.
Entre los antiguos, existía cierta­
mente la costumbre de que aquellos
mismos filósofos que enseñaban y re­
velaban a sus discípulos su s profundos

154

conocimientos, no bien los habían ma­


nifestado, los recubrían de mitos a fin
de que con estos velos se mantuvieran
ocultos y, así, no fuesen profanados.
Esta costumbre llegó a la época de Vir­
gilio, quien, en su doctísimo Sileno, in­
cita a Sirón a cantar bajo aquel nom­
bre, es decir, a exponer abiertamente
los principios del mundo a Cromis y a
Mnasilo, esto es, a Varo y al propio Vir­
gilio38. En cuanto los hubo cantado,
pasó al mito, lo cual parece muy extra­
ño a los lectores que ignoran dicha
costumbre. Por tanto, a imitación de
tan ilustres filósofos, una vez que he
revelado con claridad el secreto de las
tres almas y de los tres intelectos -que
pertenecen al hombre interior-, los
cubriré con los debidos símbolos para
que no sean profanados y, asimism o,
para grabarlos en la memoria.
En los mitos griegos, se habla de
tres hermanas ciegas, llamadas Gorgo­
nas, que entre las tres tenían un único
ojo que intercambiaban entre sí, pues­

155

toque una podía prestárselo a la otra,


y la que lo tenía sólo veía cuando lo te­
nía39. En este símbolo radica todo el
misterio de la verdad de la que hemos
hablado más arriba, y nos da a enten­
der que el rayo divino está fuera de no­
sotros y no en nuestro interior. Sin em­
bargo, esta imagen ocupará toda la
ordenación del cuarto grado, porque
contiene las cosas pertenecientes al
hombre interior según la naturaleza
de cada uno de los planetas. Pasando a
cada puerta en particular, en las Gor­
(( gonas de la Luna estará la imagen de la
copa de Baco, que se encuentra entre
Cáncer y Leo. Según dicen los platóni­
cos, las almas que vienen a este mundo
descienden por la puerta de Cáncer y,
en su regreso, ascienden por la de Ca­
pricornio. En efecto, la puerta de Cán­
cer es denominada puerta de los hom­
bres, dado que las almas descienden a
los cuerpos mortales, y la de Capricor­
nio recibe el nombre de puerta de los
dioses, porque regresan hacia la divini­

156

dad, según la naturaleza del ser vivo,


que es un signo de aquélla40 • Cáncer es
la morada de la Luna, cuya inteligen­
cia es Gabriel. En verdad, como éste
baja muchas veces enviado por Dios, la
Escritura lo denomina hombre dicien­
do: «Rete aquí aquel hombre, Ga­
briel»41. Y, volviendo a los platónicos,
éstos dicen que las almas, en su des­
censo, beben de la copa de Baco y se
f.
olvidan de todas las cosas de allá arri­
1 ba, unas más, otras men0s, en función
de que cada una beba de ella en ma­
yor o menor cantidad42 • Dibujaremos,
pues, un Zodíaco de modo que en su
parte superior y más visible se vean
Cáncer y Leo, y la copa en medio con
una doncella inclinándose para beber
de ella. Esta imagen contendrá en el
volumen pertinente el olvido humano,
cualquiera que sea, con sus conse­
cuencias inevitables, como la ignoran­
cia y la rudeza. Además, esta imagen
corresponde a la Luna, puesto que
Cáncer es, como hemos visto, su mora­

157

da, infiriéndose de ello que esta don­


cella es el alma que reúne todo lo que
h emos dicho de las tres.
~ En las Gorgonas de Mercurio estará
la imagen de una tea en cendida, que,
como consideramos que es la que en­
cendió Prometeo en el cielo con la
ayuda de Palas, queremos que simboli­
ce el ingenio, es decir, el intelecto po­
sible y pasivo, cuya docilidad se refleja
con el término «aprender». De esta tea
hablaremos por extenso en el séptimo
grado, donde trataremos de Prometeo.
9 Las Gorgonas de Venus estarán
ocupadas por la imagen de Eurídice
mordida en el pie por la serpiente, y,
teniendo en cuenta que el pie y, en
particular, el calcañar o el talón, como
queramos designarlo, simboliza los de­
seos gobernados por nuestra voluntad;
queremos que esta imagen contenga la
voluntad del hombre, que es una de las
potencias del alma, y se dividirá en li­
bre y no libre. Y contendrá también la
néfesh. Para que no se nos borre de la

158

memoria, debemos saber que los ex­


pertos en anatomía dicen que del ta­
lón a los lomos existe tal correspon­
dencia entre algunos músculos43 que
hace que las Escrituras tomen algunas
veces el uno por el otro. De ahí que
Cristo, queriendo decir que nuestros
deseos y nuestra voluntad fueran cas­
tigados y purificados, afirmara: «Que
vuestros lomos estén ceñidos»44 y, ade­
más, lavara al partir los pies -o sea, los
deseos- a los Apóstoles. Pedro, que no
quería consentir este lavatorio, le es­
petó: «Tú no me lavarás los pies nun­
ca»45. Y en el Génesis está escrito: «Le
acecharás el calcañar»46 • Es más, se lee
en los mitos griegos que Aquiles, al
haber sido sumergido de niño en las
aguas de la Estigia, se volvió invulnera­
ble en todas las partes del cuerpo salvo
en los pies, por donde fue agarrado y
donde no le tocó el agua, lo que signi­
fica que muchos hombres podían ser
imperturbables por lo que respecta a
todas las partes del cuerpo siempre

159

que no se vieran peijudicados en sus


deseos. No sin misterio Jasón, cuando
se dirigía a la conquista del vellocino
de oro, perdió una de sus sandalias en
el único río del mundo sin viento. De
los pies de Anteo, que recuperaba la
fuerza de la tierra cada vez que la toca­
ba, hablaremos en el momento opor­
tuno.
O Las Gorgonas del Sol estarán ocu­
padas por la imagen del ramo de oro,
que simbolizará el intelecto agente, la
neshamá, el alma en general, el alma
racional, el espíritu y la vida.
5 En las Gorgonas de Marte estará la
imagen de una joven con un pie des­
calzo y con el vestido desceñido. Ésta
simbolizará la deliberación o una reso­
lución firme y tomada al instante, a di­
fere~cia de aquella deliberación que
es idéntica al consejo, la cual corres­
ponde a Júpiter. El hecho de ir desce­
ñida y descalza se comprende bastante
bien a partir de lo que hemos declara­
do a propósito de los lomos y del pie

160

descalzo de Jasón. Virgilio nos mostró


esta figura en la repentina y firme
resolución de morir que tomó Dido,
pues dice que ella estaba «con un pie
~ descalzo y el vestido desceñido»47 • De
J él hemos cogido esta imagen.
1_. En las Gorgonas de Júpiter estará la 2.f.
l "' imagen de una grulla que vuela hacia
j el cielo llevando en su pico un cadu­
ceo y dejando caer de sus patas un car­
. caj cuyas flechas salen despedidas ha­
cia abaJo esparciéndose por el aire, lo
cual he visto en el reverso de una anti­

'
gua medalla48 • La grulla simboliza el
alina precavida, que, cansada ya del
1 mundo y de sus engaños, vuela hacia el

cielo para conseguir tranquilidad lle­
-~
1
vando el caduceo en la boca, es decir,

l la paz y la tranquilidad. Y de sus patas


cae el carcaj con las flechas, que sim­
l bolizan las preocupaciones de este
mundo. A esta imagen se ajusta aquel
:1
versículo del salmo: «¿Quién me dará
t alas como de paloma? Y volaré y des­
f cansaré»49. Petrar~a lo adaptó en uno
t
t 161

1
de sus sonetos deseando igualmente
alas de paloma para reposar y elevarse .
de la tierra50• Esta hermosa imagen in­
cluirá aquí la elección, el juicio y el.
consejo. Se atribuye a Júpiter porque
es un planeta quieto, benigno y de
mente ordenada.
12 En las Gorgonas de Saturno estará
la imagen de Hércules, que levanta ·a
Anteo contra su pechd 1• Hércules es el .·
espíritu humano, Anteo es el cuerpo;
el pecho de Hércules es la sede de la
sabiduría y de la prudencia. Estos dos,
el espíritu y el cuerpo, como dice Pa:
blo, luchan continuamente y comba­
ten sin cesar, porque la carne resurge
una y otra vez contra el espíritu, y el es- ,. .
píritu, contra la carne2 , y el espíritu no
puede salir vencedor de la batalla si no
levanta tan alto el cuerpo de la tierra
que con los pies, esto es, con los de­
seos, éste no pueda recuperar las fuer­
zas de la madre, ni lo aprieta hasta que
consiga matarlo. Aquí tenemos que
considerar sobre todo dos cosas: una

162

es la muerte del cuerpo, la otra es, por


así decir, la transformación del cuerpo
en espíritu. En verdad, si nuestro cuer­
po no muere por la muerte de los de­
seos, no puede volverse espiritual ni
hacerse uno en Cristo. De esta muerte
habla Pablo así: «Estáis muertos, y
vuestra vida está escondida con Cristo
en Dios» 53, y David: «La muerte de sus
santos es preciosa a los ojos del Se­
ñor»54. En el salmo 62, se lee que lacar­
ne dirige su deseo hacia Dios igual que
el espíritu: «¡Cuántas veces mi alma y
mi carne están sedientas de ti! » ~ . Y Pa­
5

blo, en el capítulo tercero de la Carta


a los Filipenses: «Dios transformará
vuestro humilde cuerpo y lo confor­
mará a su propio cuerpo glorioso»56 •
Es más, Cristo, por medio del símil de
la muerte del grano, dijo: «Si el grano
de trigo no cae en la tierra y muere,
permanecerá solo; pero si muere, dará
mucho fruto» 57 • Si se comprende bien
nuestra interpretación, se descubrirá
que hemos h ablado también de la

163

transmutación, que es una de las dos


cosas que nos hemos propuesto. Y a
esto se refirió de forma primorosa Pe­
trarca cuando dijo:

Y al cielo con tu cuerpo has ascendido58 •

Asimismo, esta transmutación es su­


mamente manifiesta en las tres herma­
nas que, no poseyendo un ojo propio,
sino externo, y prestándoselo la una a
la otra, sejuntan y se convierten en una
misma cosa, como la neshamá traída
por el ángel, la cual trae a su vez la rúa.Q.,
y ésta, la néfesh. Así se realiza la trans­
formación espiritual. Sin embargo, es­
ta imagen, dado que simboliza no sólo
el tesón de Hércules en el momento
de apretar a Anteo, sino también el he­
cho de levantarlo de la tierra hacia lo
alto, ocupará un volumen en el que es­
tarán clasificadas todas las cosas que
pertenecen a esta parte, como las im­
presiones que el alma trae del cielo, la
memoria, la ciencia, la opinión, el in­

164

telecto práctico, o sea, la accwn de


comprender, el pensamiento, la imagi­
nación y la contemplación. Y esta ima­
gen conviene a Saturno, primero por­
que, en lo supraceleste, la misma
dimensión de la Biná, es decir, del in­
telecto, es propia de Saturno, y des­
pués porque es algo imperturbable. Ha­
brá también otra imagen en esta
puerta, la de la j oven que asciende por
Capricornio. Ésta simbolizará la ascen­
sión de las almas al cielo. Y esta imagen
es atribuida a Saturno porque en Ca­
pricornio tiene ~u morada.

165

'·.;·t ~.·

ti\·

· 1~'
., t•·
Pasífae

Sostienen los platónicos que n u es­


tras almas, allá en lo alto, cuentan con
un vehículo ígneo o etéreo, porque, si
no, carecerían de movimiento, ya que
nada se mueve sino por medio del
cuerpo 1• Esto es demostrado, en lo que
se refiere a los ángeles, por David
cuando dice: «Quien tiene por ángeles
a sus almas y por ministros una llama
de fuego ardiente» 2• Y los platónicos
añaden que, cuando en el vientre ma­
terno se le prepara este vehículo ígneo
a cada una de las almas, aunque el al­
ma que se encontrase en el sutilísimo
vehículo ígneo quisiera unirse al cuer­
po, o sea, al vehículo terreno, no po­
dría hacerlo, puesto que no podría

167

combinarse tanta sutileza con tanta pe­


santez sin un intermediario que pose­
yera algo de la naturaleza del uno y del
otrd. Por tanto, afirman que el alma,
descendiendo de cielo en cielo y de es­
fera en esfera, va agrandándose tanto,
que adquiere un vehículo aéreo que,
compartiendo la naturaleza de ambos,
permite una fácil unión. Esta opera­
ción la confirma también Virgilio en el
libro sexto, donde dice que las almas
impuras, saliendo de este cuerpo, a
pesar de que se hayan liberado del
vehículo terreno, con todo, no quedan
libres del vehículo aéreo, y por esta ra­
zón van al purgatorio, donde perma­
necen hasta verse liberadas del vehícu­
lo aéreo y retornadas al vehículo ígneo
puro, gracias al cual ascienden al feliz
lugar4 • Esta elevada filosofía fue recu­
bierta, para que no fuese profanada,
con la teología simbólica del mito de
Pasífae, porque ésta, enamorada del
toro, simboliza el alma, que, según los
platónicos, viene en deseo del cuerpo5•

168
..... J
Al no poderse realizar la unión de una
cosa tan sutil con una cosa tan pesada,
le atribuyen forma de vaca, que simbo­
liza la forma del cuerpo aéreo. Ha­
biéndose juntado con éste, concibe y
engendra un monstruo llamado Mino­
tauro, del cual hablaremos en su mo­
mento. Así pues, esta imagen de Pasí­
fae en cualquiera de las puertas del
quinto grado del teatro abarcará todas
aquellas imágenes a las que serán de­
dicados volúmenes que contendrán
cosas y palabras no sólo referentes al
h_ombre interior, sino también a aquel
que está recubierto todavía del exte­
rior, e igualmente a los miembros pro­
pios del cuerpo según la naturaleza de
.¡ cada planeta. Estos miembros propios,
~~ sujetos a la naturaleza del correspon­
l diente planeta, estarán siempre en la

1i
última imagen, que consistirá en un

toro solo6•
¡
¡ En la Pasífae de la Luna habrá seis ((
¡

¡ imágenes.
Una joven descendiendo por Cán-
~

I 169

cer, que significa que el alma descien­


de del cielo, su entrada en el cuerpo,
su permanencia en él antes del naci­
miento y el propio nacimiento con sus
particular idades.
Diana, a la que Mercurio entrega el
vestido, simboliza un cambio cle ánimo
o de figura corporal.
Los establos de Augias simbolizan
la inmundicia del cuerpo y su s excre­
mentos.
Juno entre las nubes simboliza la
ocultación de la persona.
Prometeo junto a un monte po­
niéndose en el dedo, a modo de anillo,
el eslabón de una cadena atada a dicho
monte. Hay que saber que en los anti­
guos mitos se lee que a Prometeo, por
haber robado el fuego, Júpiter lo ató y
lo condenó a estar atado con una ca­
dena al monte Cáucaso, y que después,
movido por su piedad, lo soltó. Éste,
agradecido por. tan gran favor, cogió
un eslabón de la cadena y un trozo de
roca del Cáu<;:aso y se los ató a un dedo

170

a modo de anillo. De ahí la afirmación


de que fueron simultáneas la inven­
ción del anillo y la fábu la de que se lo
ató al dedo 7 • Esta imagen incluirá la
gratitud, la obligación, el deber y acti­
tudes similares, y se atribuye a la Luna
por el evidente beneficio que todos los
días recibe, más que cualquier otro
planeta, del Sol.
Un toro solo, que debe contener
-como en todas las demás Pasífaes- al­
gunos miembros del cuerpo humano.
Y de éstos, algunos extraordinarios y
otros ordinarios. Digo extraordinarios
porque, según los astrólogos, toda la
cabeza del hombre, atribuida a Aries,
que es uno de los signos del Zodíaco,
va justamente en el Toro de la Pasífae
de Marte, d ado que Aries es su mora­
da. Sin embargo, excluimos de dicha
cabeza los cabellos, la barba y todos los
pelos del cuerpo, y también el cerebro.
Y los atribuimos por su humedad, o
porque atraen la humedad, a los
miembros extraordinarios de la Luna,

171

que posee como miembros ordinarios


el pecho y los senos, ya que toda la zo­
na de] pecho pertenece, en opinión de
los astrólogos, a Cáncer, que es la mo­
rada de la Luna.
~ En la Pasífae de Mercurio hay cinco
imágenes.
El vellocino de oro, que contiene el
peso y la ligereza del cuerpo humano,
y su aspereza, su flojedad y su solidez.
Los átomos simbolizarán una canti­
dad divisible por lo que se refiere a los
hombres, como «alguno».
La pirámide simbolizará una canti­
dad continua por lo que se refiere a los
hombres, como grande, pequeño o de
mediana estatura.
Juno rodeada de nubes, lo que si­
mula y disimula, una naturaleza astuta
y engañosa.
lxíon atado a una rueda simboliza,
según opina Lucrecio, las mortales
preocupaciones8• Y esta imagen custo­
diará la naturaleza atareada, laboriosa
y diligente.

172
Un toro. Esta imagen tendrá como
miembros extraordinarios la lengua
con sus partes y consecuencias, como
los idiomas y el habla ordenada por
sus partes bien diferenciadas, cosa
muy admirable, como se verá en las
secciones de su volumen. Los miem­
bros ordinarios serán de dos tipos por­
que Mercurio tiene dos moradas, es
decir, Géminis y Virgo. Y en relación
con Géminis tendrá Jos hombros, y los
brazos y las manos en relación con Vir­
go.
En la Pasífae de Venus habrá siete ~
imágenes.
Cérbero simbolizará el hambre, la
sed y el sueño.
1 Hércules limpiando los establos de
J Augias incluirá el aseo del cuerpo.
J Narciso englobará la belleza, la her­
mosura, la gracia, el amor, la elegan­
cia, el enamoramiento, el deseo, la es­
peranza, etc., y tendrá dos cadenas9 •
.Baco, con el tirso cubierto de hie­
dra en la mano, significará no querer

173

.ij
luchar contra él, sino dedicarse a la
buena vida. Y, por tanto, tendrá un vo­
lumen apropiado al ocio y a la tranqui­
lidad del alma, que encarnará una
naturaleza alegre y divertida que se de~
dique a darse la gran ·vida.
Un Minotauro. Según los poetas,
fue engendrado por Pasífae, que se ha­
bía unido al toro. Cabe señalar aquí
que la teología simbólicato ha instaura­
do, no sin misterio, no sólo el Mino-­
tauro, sino también los Centauros, los
Sátiros, los Faunos y figuras semejan­
tes, que tienen forma humana hasta el
ombligo, y del ombligo hacia abajo la
tienen de bestia, porque los hombres
que son viciosos y no participan del ra­
yo divino -del que ya hemos hablado­
poseen solamente figura humana, pe­
ro por lo demás son comparables a las
bestias. Escribe Platón. en el Timeo que
nuestra parte irascible debe atribuirse
al corazón y que la concupiscible se en­
cuentra debajo del músculo llamado
diafragma, donde están todas las pa­

174

siones; éste nos separa, por así decir,


de nosotros mismos. Puesto que com­
partimos esta parte más baja con las
bestias, nos convertimos, si le damos
satisfacción, en bestias11 • Con mucha
razón, pues, los antiguos representa­
ron al hombre transformado en bestia
por esta parte inferior. En consecuen­
cia, atribuiremos a esta imagen una na­
turaleza inclinada al vicio a pesar de
que no se entregue a él, como la de Só­
crates, según confesó él mismo. Digo
esto p orque del vicio adquirido se tra­
tará en los talares.
Tántalo debajo de la roca12 encar­
nará una naturaleza tímida, vacilante,
dubitativa y que se deja sorprender.
Un toro tendrá como miembros ex­
traordinarios la nariz y el sentido del
olfato, ya que Venus posee también los
olores, y se le atribuirán de igual modo
las mejillas, los labios y la boca por su
belleza. Como miembros ordinarios
tendrá, por lo que respecta a Tauro, el
cuello, la garganta, el engullir y el de­

175

vorar, y, por lo que respecta a Libra,


poseerá la parte de detrás, esto es, el
espinazo.
O En la Pasífae del Sol habrá cinco
imágenes.
Geríones muerto por Hércules sim­
bolizará la edad del hombre.
El gallo con el león simbolizará la
excelencia, la superioridad, la digni­
dad, la autoridad y el dominio del
hombre en lo que atañe a las cosas dig­
nas de honor.
Las Parcas significarán que· el hom­
bre es motivo de algo.
La vaca custodiada por Argos con­
tendrá los colores del cuerpo humano.
Apolo, que hiere a Juno entre las
nubes, simbolizará el nacimiento del
hombre y el hecho de ver la luz.
Un toro tendrá como miembros ex­
traordinarios los ojos con sus acciones,
como mirar y ver, y como miembros
ordinarios tendrá la espalda y los flan­
cos, porque éstos son los del León, que
es la morada del Sol.

176
'•¡
1
J

"' En Marte habrá seis imágenes. ~


Ixíon que quiere abrazar a juno he­
cha de nubes, puesto que se lee en los
antiguos mitos que Ixíon tuvo una acti­
tud tan soberbia, tan arrogante y tan
presuntuosa que, sin mostrar ningún
respeto por Júpiter, no sólo le dio por
enamorarse de Juno, sino que incluso
la requirió de amores. Indignándose
por ello, la diosa, para burlarse de él,
modeló una Juno hecha de nubes con
la que Ixíon se unió, y de aquella unión
nacieron los Cen,tauros. Esta imagen,
por tanto, incluirá, en el correspon­
diente volumen, dos cadenas, una rela­
cionada con la presunción de Ixíon y
otra con el desprecio de Juno. La pri­
mera tendrá a modo de anillos la natu­
raleza orgullosa, soberbia, jactanciosa,
~ presuntuosa, arrogante y otros rasgos
semej antes. Y la otra, la naturaleza des­
deñosa, escarnecedora y mordaz13.
Dos serpientes luchando entre ellas
simbolizar án una naturaleza belige­
rante.

177

Unajoven con los cabellos elevados


hacia el cielo contendrá la naturaleza
fuerte, vigorosa y veraz.
Marte encima del dragón simboli­
zará una naturaleza nociva.
Un hombre sin cabeza, es decir,
sin el cerebro, que es la sede del i_nte­
lecto. Por medio de esta imagen, se
nos mostrará una naturaleza furiosa o
insensata.
Un toro. No tendrá miembros ex­
traordinarios, pero, como ordinarios,
tendrá la cabeza por lo que respecta a
Aries, y, por lo que respecta a Escor­
pio, tendrá los genitales y las acciones
relacionadas con éstos.
2..f. En la Pasífae de Júpiter habrá seis
imágenes.
El león muerto por Hércules. En lo
que se refiere a este mito, es necesario
que comprendamos que aquel lugar
de la Escritura, <<Israel, si me escuchas,
no adorarás a los dioses extranjeros ni
habrá en ti un Dios advenedizo» 1\ nos
da a entender que podemos cometer

178

dos pecados gravísimos: no adorar al


Dios verdadero y único, y cometer la
peor de las idolatrías, cosa que no ha­
cía la simplicidad de los antiguos. En
efecto, ellos adoraban a dioses que les
eran ajenos, pero la mayoría de noso­
tros adoramos a los dioses que se crean
en nuestro interior, ya que, a partir de
la· sagrada Escritura, en los monaste­
rios, muchos han elaborado dentro de
sí mismos un paradigma de continen­
cia y castidad. Y no sólo ellos ado ran
esta ido latría, sino que querrían ser
adorados a través de ella por los de­
más, hasta tal punto que han erigido
dentro de su fantasía a una diosa Ves­
ta, y los más eruditos han erigido a una
Palas, a la que no sólo veneran, sino
que querrían que fuese amada y vene­
rada por todos. Los comandantes de
los ejércitos han erigido en su corazón
la divinidad de Marte. Y no sólo la res­
petan y la adoran, sino que querrían
que todos se inclinasen ante ella. En po­
cas palabras, todos tenemos en nuestro

l 179

interior un fiero y soberbio león que


simboliza nuestra maldad y nuestra in­
dómita ambición. Éste es el dios adve­
nedizo que poseemos dentro de noso­
tros. Así pues, si nuestra alma se
convierte en un fornido Hércules, ma­
tará a este león, y, una vez muerto, apa­
recerá la humildad, pues sólo con ella
podemos agradar a Dios volviéndonos
bondadosos y humildes de espíritu.
Por tanto, esta imagen en la Pasífae de
Júpiter nos mostrará una naturaleza
humilde, pudorosa e inclinada a la bon­
dad y a todas aquellas cosas que, si bien
los filósofos las llaman virtud, son, sin
embargo, disposiciones de la virtud, tal
como h emos dicho acerca de la h onra­
dez.
No obstante, en los talares signifi­
cará practicar esta bondad o mostrar
buena disposición de ánimo.
El Minotauro muerto por Teseo en
el laberinto simbolizará la inclinación
a la virtud.
Pero en los talares simbolizará cual­

180
quiera de las acciones virtuosas, que de
otro modo n o s~rían virtudes, pues mu­
chos conocen la definición de la virtud
sin poseerla. Y esta virtud es llamada ac­
tiva por Cicerón, y ardiente por Virgi­
lio y por Petrarca15 • Y en verdad, si el
Minotauro vivo simboliza el vicio,
muerto debe simbolizar la virtud.
El caduceo simbolizará una natura­
leza amigable e inclinada al cuidado
de la familia y del Estado.
l Dánae simboliza la buena fortuna,
la felicidad, la salud, la riqueza, la no­
bleza y el cumplimiento del deseo.
Las Gracias simbolizan una natura­
leza benéfica.
• Un toro tiene como miembros ex­

l traordinarios la.s orejas y sus acciones,


oír y escuchar, y también sus dolen­
cias, como la sordera, y, como miem­
bros ordinarios, las piernas por lo que
respecta a Sagitario, y los pies y sus ac­
ciones por lo que respecta a Piscis.
En la Pasífae de Saturno hay siete 12
imágenes.

181

Las tres cabezas, de lobo, de león y


de perro, significan que el hombre es­
tá sometido al tiempo.
Proteo encadenado simboliza la na­
turaleza perpetua e inmutable.
El gorrión solitario simboliza una
naturaleza solitaria o el hombre solo o
abandonado.
Pandora, el infortunio, la infelici­
dad, la mezquindad, la miseria, la infa­
mia, la enfermedad y la imposibilidad·
de que se cumplan los deseos.
La joven con los cabellos cortados
encarnará la debilidad del hombre, la
flaqueza y la mentira.
Endimión durmiendo en la cima de
un monte y besado por Diana. Se lee
en los cabalistas que sin la muerte del
beso no podemos unirnos en unión ·
verdadera con las cosas celestes ni con
Dios16• Digo esto porque, dentro del nú­
mero ilimitado de muertes, en el que se
incluye también la de Anteo a la que
acabamos de aludir, está la del beso,
que Salomón menciona al principio

182 .

del Cantar: «Que me bese con el beso


de su boca»17 , cuyo sentido es mostrado
más claramente por Pablo con otras pa­
labras cuando dice:· «Deseo morir para
estar con Cristo»18 • Ahora bien, Salo­
món no expresa este deseo en el mis­
mo significado de la palabra, como
hace Pablo, pero sí le da ese matiz de­
siderativo. Y Petrarca lo trasladó a nues­
tra lengua indeclinable diciendo:

¡Oh que feliz el día en que, saliendo


de mi cárcel, mi frágil vestidura
deje esparcida y rota en buena hora,
y abandone por fin mi noche oscura,
por el cielo sereno y claro yendo
a ver a mi Señor y a mi señoral 19

En consecuencia, dado que e] cuer­


po es lo que nos mantiene separados
de la unión verdadera y del beso que
quisieran dar las cosas celestes a nues­
tras almas para elevarlas, se deduce
que por medio de la muerte del cuer­
po se alcanzaría este beso. Los teólo­

183

gos simbólicos qmsteron aclararlo, y


han dejado escrito en sus mitos que
Diana (que, como quiera que reina so­
bre todas las dimensiones supraceles­
tes y por ella pasan todas las influen­
cias superiores, representa y se encarga
de todas las cosas supremas), han ima­
ginado, digo, que ésta, enamorada de
Endimión y su Endimión, o sea, de nuestra alma, que
m ito. espera allá arriba deseosa de poderlo
besar, lo adormece, mientras se mar­
cha, con un sueño perpetuo en la cima
de un monte, y, una vez ha conseguido
dormirlo, puede saciar sus deseos be­
sándolo. Como este sueño perpetuo
simboliza la muerte, esta imagen in­
cluirá el ser mortal, la muerte y todos
los anillos20 que le correspondan, co­
mo las pompas fúnebres.
Un toro. Éste tendrá como miem­
bros extraordinarios los pelos canos y
los crespos. y como m iembros ordina­
rios, las rodillas por lo que se refiere a
Capricornio, y las piernas por lo que se
refiere a Acuario.

184
Los talares

El sexto grado del teatro tiene, so­


bre la puerta de cualquier planeta, los
talares y otros adornos c;on los que
Mercurio se atavía cuando se dispone
a cumplir la voluntad de los dioses, tal
f
como cuentan los poetas. Por esta ra­
zón, incitan a nuestra memoria a en­
conlrar en tales puertas todas las ac­
ciones que el hombre puede realizar,
por naturaleza y sin usar técnica algu­
na, con respecto a los grados inferiores.
En los talares de la Luna habrá sie- ([
te imágenes.
La joven que desciende de Cáncer
simbolizará a la ~ atrona que cría a los
hijos y la tarea de criarlos.
Neptuno encarnará el vado, cruzar

185

las aguas, lavar con agua, bañar, beber,


roc1ar.
Dafne, las acciOnes naturales en
torno a la madera.
Diana, a quien Mercurio entrega el
vestido, mover o cambiar algo, recibir,
emplazar, una acción realizada pronto
o de repente.
Los es~blos de Augias, ensuciar,
emporcar o manchar.
Juno entre las nubes, esconder a al:
guíen o alguna cosa.
Prometeo con el anillo, acciones re­
lacionadas con la gratitud o la obliga­
ción.
~ En los talares de Mercurio habrá
siete imágen ~s.
El vellocino de oro indicará agra­
var, aligerar, endurecer, ablandar, de­
jar áspero, alisar.
Los átomos significarán desmenu­
zar, disgregar, esparcir, disolver.
La pirámide, alzar,· bajar.
El nudo gordiano atado significará
embrollar, intrincar, anudar.

186
El nudo gordiano deshecho, desha­
cer, disolver, desenredar.
Juno hecha de nub es representa
. . ·.
servirse de la simulaCión o la disim ula­
ción, de la astucia o el engaño.
lxíon atado a la rueda significa dar
o hacer n egocio, proveer, acechar, el
desvelo, la destreza, la diligencia, la
perseverancia, el afán.
En Venus habrá siete imágenes. 9
Cérbero significa comer, beber,
dormir.
Hércules limpiando los establos de
Augias, lavar y limpiar.
Narciso, embellecer, enamorar,
provocar el deseo, dar esperanzas.
La joven con la vasija de p erfumes,
perfumar.
Baco con el tirso cubierto de hie­
dra, divertirse, alborozarse, reír, hacer
reír, consolar, provocar la alegría.
Tántalo debajo de la roca, hacer va­
cilar, hacer temblar, sembrar la duda,
causar temor.
El Minotauro, las acciones viciosas.

J 187
O En el Sol habrá cinco imágenes.
La cadena de oro 1 significará andar
bajo el s.o l, tomar el sol, tumbarse al
sol.
Ge ríones muerto encarnará las ac­
ciones relacionadas con los minutos,
las horas, el año, sus partes, y, ~atural­
mente, la edad .
El gallo con el león, h acer superior,
honrar, conceder rango.
Las Parcas, motivar, comenzar, lle­
var a cabo.
Apolo asaeteando a Juno significa
hacer visible a una persona o una cosa.
d En los talares de Marte habrá cinco .
imágenes.
Vulcano indicará prender fuego,
avivarlo, encenderlo, provocar un m­
cendio, extinguirlo.
Ixíon desdeñádo por Juno tendrá
dos cadenas2 : una il).cluirá la acción de
envanecerse y la de causar el envaneci­
miento, presumir y h acer presuntuoso,
vanagloriarse y hacer ser vanaglorioso,
ser arrogante y hacer ser arrogante, y la

188
otra, desdeñar, burlarse y escarnecer.
La joven con los cabellos elevados
hacia el cielo, dar vigor o fortaleza, o
actuar conforme a la verdad.
Dos serpientes luch ando entre
ellas, combatir.
Marte encima del dragón, hacer
daño, ensañarse, vengarse, oponerse.
· En los talares de Júpiter habrá siete 2!
imágenes.
Juno suspendida significará respi­
rar, aspirar, hacer uso del vasto cielo.
Los dos orificios de la lira, producir
estruendo.
El león muerto por Hércules, prac­
ticar la humildad, la bondad, la simpli­
cidad y mostrar vergüenza.
El Minotauro muerto por Teseo,
practicar la virtud.
El caduceo, practicar la amistad o
la familiaridad.
Dánae, las acciones encaminadas a
conseguir buena fortuna.
Las Gracias, hacer favores, benefi­
ciar y ayudar.

189

~ En los talares de Saturno habrá sie­


te imágenes.
Cíbele encarnará las acciones rela­
cionadas con la tierra que se llevan a
cabo sin el uso de técnicas.
Las tres cabezas d~ animales, retra­
sarse, entretener, finalizar o posponer.
El arca de la alianza, situar y colo­
car.
Proteo encadenado, hacer que algo
sea inmóvil. ·
El gorrión solitario, andar solo, es­
tar solo, abandonar, etc.
Pandora, traer tribulaciones.

190

1 Prometeo

El séptimo grado se asigna a todas


las artes, tanto a las nobles como a las
viles, Jas cuales tienen encima de cada
puerta a Prometeo con la tea encendi­
da. Para que se comprenda el motivo
por el que queremos que él sea el sím­
bolo de las artes, es preciso entender
lo que dice Sócrates en el Protágoras de
Platón 1• Afirma que, llegado el mo­
mento destinado a la creación de los
seres vivos, los dioses, que entonces es­
taban solos, los f01jaron en las entra­
ñas de la tierra con fuego, tierra y
aquello que está mezclado con fuego y
tierra. Y, cuando determinaron sacar­
los a la luz, mandaron a Prometeo y a
Epimeteo que les dieran a cada uno las

191

capacidades necesarias. Epimeteo ro­


gó a Prometeo que le dejara hacer tal
distribución y que él se limitara sola­
mente a verificarla. Prometeo accedió
y Epimeteo realizó la distribución. Así
pues, a unos les dio fortaleza física, pe­
ro no rapidez, y a otros; más débiles,
les concedió velocidad; a unos los ar­
mó, y a los que no tenían armas les en­
contró alguna capacidad apropiada
para su salvación. De los que estaban
encerrados en un cuerpo pequeño, a
unos los hizo elevar por los aires me­
diante alas, y a otros, arrastrarse por la
tierra. Y a aquellos que eran muy gran­
des quiso que esa misma grandeza les
concediera la fuerza para su salvación.
Si bien Sócrates divagó mucho acerca
de la variedad de los animales, dice
que Epimeteo, que no era nada listo,
consumió todas esas capacidades en las
bestias y no se acordó de reservar una
parte de esa enorme generosidad pa­
ra el género humano. Éste quedaba,
pues, carente y privado de todo don.

192

Sin embargo, Prometeo, al darse cuen­


ta de la pésima distribución efectuada
por Epimeteo y de que ya se acercaba
el día en que el destino haría inexcu­
sable sacar a la luz a los seres vivos, no
encontró otra manera de preocuparse
por la salvación human a que hurtar a
escondidas, junto con el fuego, el co­
nocimiento de las artes de Vulcano y
de Minerva, ya que era imposible que
alguien pudiera alcanzarlo y utilizarlo
sin el fuego, es decir, sin agudeza de
ingenio. Por tanto, Prometeo introdu­
jo en los hombres este saber que sola­
mente es apropiado para vivir, pero les
faltaba el saber político, que dependía
de Júpiter. Sin embargo, no le fue per­
mitido a Prometeo ascender tan arri­
ba, dado que las horribles centinelas
que estaban en la ciudadela de Júpiter
le infundían miedo. En consecuencia,
por aquel hurto, sólo el h ombre, entre
los seres vivos, hecho partícipe de la di­
vina suerte, tuvo con ocimiento de los
dioses desde los inicios, y por este co­

193

nocimiento se volvió religioso y les de­


dicó altares y estatuas. Asimismo, arti­
culó gracias a este saber las voces en
palabras, construy~ casas, hizo vesti­
dos, lechos, y recolectó alimentos de la
tierra. Con todo, Jos hombres vagaban
desperdigados al principio, ya que to­
davía no habían sido fundadas las ciu­
dades, por lo que sucedía que, al ser
más débiles que las fieras, eran mer­
mados por éstas por todos la~os. Se na­
bían descubierto, bien es verdad, las
técnicas que facilitaban la subsistencia,
pero no había manera de luchar con­
tra las fieras porque no poseían nin­
gún poder cívico, del cual la milicia
forma parte. No obstante, para poder­
se defender de las fieras, se agruparon
y edificaron las ciudades. Pero .¡ay! , así
agrupados, no podían soportarse los
unos a los otros y cometían un sinfín
de ultrajes recíprocos, dado que no
participaban del poder político. Obli­
gados por esta razón a salir de las ciu­
dades, volvieron a convertirse en pasto

194

de las fieras. Al fin , Júpiter, apiadán­


dose de la infelicidad de los hombres,
ordenó. a Mercurio que les llevara la
conciencia moral y la justicia, a fin de
que estas dos virtudes adornasen y
unieran de tal modo las ciudades que
los hombres se reconciliaran de cora­
zón. Mercurio, que debía llevarles es­
tos dos ornamentos, preguntó al padre
si había de distribuirlos de la misma
manera en que estaban distribuidas las
artes, de las cuales uno ten ía una, y el
otro, otra, o si, por el contrario, los ha­
bía d e otorgar a todos por igual. Ato­
dos, respondió Júpiter, porque todos
los hombres han de participar de ellos,
ya que, si no, no se podrían conservar
las ciudades, y, aunque un médico o
un zapatero pudieran contentar en
una ciudad a muchos que no fuesen ni
m édicos ni zapateros, aun así, un h om­
bre adornado de conciencia moral y
de sentido de la justicia, entre muchos
que no tuvieran ni conciencia moral ni
sentido de la justicia, no p odría con­

195

servar tales virtudes. Asimismo, júpiter


ordenó que hiciera una ley en su nom­
bre según la cual aquel que estuviera
falto de conciencia moral y de sentido
de la justicia fuese eliminado del nú­
mero de los vivos, como la peste de la
ciudad, con un suplicio ejemplar. Pero
nosotros, con el fin de no elevar el tea­
tro a un grado más alto, queremos que
nuestro Prometeo no sólo contenga to­
das las artes nobles e innobles que él
distribuyó, sino también el poder civil
y militar.
CC En el Prometeo de la Luna habrá
cinco imágenes.
Diana, a quien Mercurio entrega el
vestido, contendrá los meses y sus par­
tes.
Neptuno nos proporcionará las
obras relacionadas con las aguas, como
los acueductos, las fuentes artificiales,
los puentes, los puertos, las atarazanas
y las artes de navegación y de pesca.
Dafne contendrá los jardines y la
técnica relacionada con la madera.

196
Himeneo simbolizará las bodas y
los matrimonios.
Diana con el arco en carnará la caza.
En el Prometeo de Mercurio habrá ~
seis imágenes.
Un .elefante. Así como esta imagen
sim baliza en el banquete la divinidad
de los mitos, así encarnará aquí el cul­
to, los ritos y las ceremonias de los mi­
tos con sus correspondientes partes.
Hércules que lanza una flecha de
tres puntas es la nobilísima imagen
de todas las ciencias pertenecientes a
las cosas celestes, a este mundo y al
abismo, porque . los teólogos simbóli­
cos quieren que Hércules encarne el
alma humana que, cual saeta de tres
puntas, pueda penetrar con una de
ellas los secretos del cielo, con la otra,
los de este mundo, y con la tercera, los
del abismo. Por tanto, ocupará un vo­
lumen bien d iferenciado en el que es­
tarán ordenadas todas las ciencias sin
excepción, con todos los anillos perte­
necientes a sus cadenas particulares2•

197

Y, finalmente, la elocuencia como re­


fugio y ornamento de todas, me refie­
ro a la elocuencia relativa a la oración
simple en todas sus formas, habida
cu enta de que el poema es solar y co­
rresponderá a la imagen de Apelo en­
tre las Musas. En este H ércules, tam­
bién se incluirá la librería.
El arco del cielo con Mercurio. Co­
mo Iris es la mensajera de Juno, y Mer­
curio, el m ensaj ero de los dioses, esta
imagen ocupará el volumen de las em­
bajadas, del legado personal y del en­
cargo bajo mano. Y el personal con­
tendrá todo lo relativo a las cartas que
se mandan y que se reciben.
Tres Palas, la primera, fundando
una ciudad, la segunda, tejiendo una te­
la decorada, y la tercera, erigiendo una
estatua. Sobre la fundación, tenemos
en Virgilio: «Que Palas habite las ciuda­
delas que ella misma fundó»s. De la tela
decorada da testimonio su asociación
con Aracne4• Y nos podemos convencer
de que ella erigió estatuas por lo que

198

hemos dicho antes y por el relato de Só­


crates que hemos contado más arriba,
cuando. dice que los dioses crearon to­
dos los seres vivos sin nombrar a nin­
guno en particular. Esta imagen, pues,
contará con un volumen concerniente
al dibujo, a la arquitectura, a la pintura,
a la perspectiva, a la plástica, a la esta­
tuaria y a todas sus partes. Las secciones
estarán divididas de tal modo que el or­
den parecerá extraordinario.
Mercurio con un gallo simbolizará
el comercio y sus correspondientes
partes. No sé de dónde Landino lo ha­
bía sacado. Pero a mí me basta el testi­
monio de sus alegorías, en las que dice
que la Antigüedad había utilizado este
símbolo para el comercio, y añado que
desconozco la razón del charloteo de
Mercurio, que representa e l de los
mercaderes5 •
Prometeo con la tea, como está
también encima de la puerta, repre­
sentará las artes y a los artistas en ge­
neral. Esto no tiene por qué parecer

199

nuevo, puesto que ya Aristóteles, en


sus Analíticos primeros, dice que es líci­
to, si faltan los términos, dar a veces el
nombre del género a la especie6 •
9 En Venus habrá siete imágenes.
Cérbero contiene la cocina y todo
lo concerniente a los banquetes y al so­
lemne sueño.
Los gusanos de seda contendrán el
gineceo, el vestuario, con sus antece­
dentes y sus consecuencias. Sus ante­
cedentes consistirían en hilar, tejer, la.
sastrería y la tintorería. Sus consecuen­
cias, en vestirse, desnudarse, zurcir y la
guardarropía.
Hércules limpiando los establos de
Augias contendrá los baños y las bar­
berías.
La joven con la vasija de perfumes
simbolizará la perfumería.
El Minotauro, que constituye un a~­
te vicioso, la alcahuetería, el burdel y la
prostitución.
Baco con el tirso cubierto de hie­
dra, la música y los juegos.

200
Narciso contendrá la técnica de los
afeites.
En el Prome.teo del Sol habrá siete O
imágenes.
Geríones muerto por Hércules
contendrá los minutos, las horas, el
año, el reloj.
El gallo con el león contendrá el
principado y sus elementos correspon­
dientes.
La Sibila con el trípode simbolizará
la adivinación y sus tipos y la profecía.
Apolo entre las Musas encarnará la
poesía.
Apolo matando a la serpiente, es
decir, la ponzoña de la enfermedad,
poseerá toda la·medicina.
Apolo pastor nos dará el arte del
pastoreo.
Un hombre a caballo con un se­
ñuelo en la mano contendrá la caza
del gavilán y del halcón, nobles ejerci­
taciones. Y aunque entre los antiguos
no fueran habituales, sin embargo,
como se pueden conciliar mediante

201

enigmas7 muchas formas de expresión,


hemos reservado este lugar para que
no falte un hueco si queremos desme­
nuzar los cuentos de Boccaccio8 • Y aquí
diré cuatro palabras acerca de la utili­
dad de mi trabajo, ya que, pensando
en la situación de esta época y de nues­
tra religión, he intentado acomodar
muchas cosas a nuestra costumbre, co­
mo por ejemplo: si bien Cicerón no
habló nunca de Cristo ni del Espíritu
Santo, he considerado la necesidad
que tenemos de hablar y de escribir so­
bre las personas divinas y he reunido,
basándome en la imagen de la pleni­
tud de los eones, un amplio repertorio
de términos extraídos de los escritos de
Cicerón, con el cual se podrán revestir
ciceronianamente el nombre .del Hijo
y el del Espíritu Santo. El del Hijo tie­
ne dos listas separadas, una para reves­
tir su santísimo nombre, como Palabra
y sabiduría, y otra como Palabra encar­
nada, es decir, Cristo y Cristo en la
cruz por nosotros9 • Digo esto porque

202

muchos de los cabalistas hebreos co­


nocieron la sabiduría y la Palabra, pe­
ro no creyeron que aquélla se había
encarnado y había sufrido por noso­
tros. Viéndolo Pablo, realizó una sutil
afirmación: «No por la sabiduría de la
Palabra, para que no se desvirtúe la cruz
de Cristo» 10 • Por esta razón, si el cuida­
doso Pablo hubiera tenido que escribir
el Evangelio de Juan, tal vez habría di­
cho: «Al principio era Cristo, y Cristo
estaba en Dios, y Dios era Cristo», aun­
que Juan dio con la solución cuando
dijo: «Y la Palabra se hizo carne» 11 •
En Marte habrá siete imágenes. ~
Vulcano nos dará las técnicas de fa­
bricación del fuego.
Un centauro: pese a que en la natu­
raleza no han existidojamás los centau­
ros, no obstante, como se lee que, cuan­
do se empezaron a domar los caballos,
a aquellos que miraban de lejos les pa­
recía que el caballo y el jinete eran una
misma cosa, esta imagen incluirá las
técnicas hípicas y las relacionadas con

203

éstas. Y se otorga a Marte porque el ca­


ballo es un animal de Marte.
Dos serpientes luchando entre ellas
contendrán el arte de la guerra y la
guerra terrestre y n aval.
Dos jugadores de canasta conten­
drán todos los juegos de guerra.
Radamantis juzgando las almas será
distinguido con la justicia criminal.
Las fudas infernales, ya que son
quienes ejecutan las penas, conten­
drán la guardia12, la captura, la cárcel,
la tortura, los suplicios.
Marsias desollado por Apolo nos
mostrará una matanza.
2.! En el Prometeo de Júpiter h abrá
cinco imágenes.
Juno suspendida contendrá las
obras h echas aprovechando los aires,
como los molinos de viento.
Europa encima del toro simboliza
la conversión, el consentimiento, la
santidad, la aniquilación y la religión.
El juicio de Pads contendrá la justi­
cia civil.

204
La esfera encarnará la astrología.
En el Prometeo de Saturno habrá 12
cinco imágenes.
Cíbele contendrá la geometría, la
geografía, la cosmografía y la agricul­
tura.
Un muchacho sobre la tabla del al­
fabeto nos mostrará la gramática.
La piel de Marsias incluirá las téc­
nicas de los curtidos y las pieles.
Una férula 13 ·contendrá la cetrería
con aves nocturnas.
Un asno, por ser un animal de Sa­
turno y nacido para trabajar, simboli­
iará los carruaj es, los mozos de cuer­
da, la roturación de tierras 14 y los
siervos condenados a llevarla a cabo.

205

....
Notas

[Carta dedicatoria]

1
Don Diego Hurtado de Mendoza (nacido a principios de si­
glo, muere en 1575), literato, filósofo, historiador, embajador de
Carlos V, primero en Venecia, después en el Concilio de Trento
y, en 1550, ante julio III, elegido papa en febrero de ese mismo
año.
2
Alfonso de Ávalos, marqués del Vasto (1502-1546), noble es­
pañol, esposo de María de Aragón, general de la armada impe­
rial y, a partir de 1538, gobernador del Ducado de Milán.
~ camillo muere en 1544, y Ávalos, en 1546.
., Domenichi alude aquí al origen divino de la sabiduría de
Camillo.
5
El episodio se narra en Aulo Gelio, Noches áticas 11.
6
Arnoldo Arlenio (Arnould de Lens), de o rigen flamenco,
pero de formación italiana; experto helenista, copia para don
Diego Hurtado de Mendoza (cf. nota 1) numerosos códices grie­
gos de la biblioteca del cardenal Bessarion. De 1547 a 1562 vive
en Florencia, donde trabaja, junto con Domenichi, en la tipo­
grafía de Lorenzo Torrentino. Su labor de revisor y corrector se

.] 207
~
aplica en particular a los textos clásicos. Torrentino (de origen
holandés, su verdadero nombre era Laurens Leenaertsz van der
Beke) había sido llamado a Florencia por Cosme de Médici, que
lo nombra estampador ducal. Para los textos publicados por él,
cf. Domenico Moreni, Annali delta tipografia fir:rrentina di Torrenti­
no imp,-essr:rre ducale, Francesco Daddi, Florencia 1819.
7
Ludovico Domenichi (1515-1564) llevó a cabo una intensa
labor editorial, primero en Venecia, junto con Giolito, y después
en Florencia: se trasladó allí en 1546, trabajando primero en la
imprenta de los Giunti y, más tarde, en la de Doni; desde 1547,
estuvo empleado en la imprenta de Lorenzo Torrentino. Encar­
celado en el año 1552 bajo la acusación de herejía, fue pronto li­
berado por la intervención de Cosme de Médici.

[ E l primer grado del te atro]

1
Mt 11, 15; 13, 9 y 43, etc.
2
Meliso de $amos (siglo va. C.), seguidor de Parménides.
~ Ex 34, 29-35.
4
Mt 17, 1-6; Me 9, I-13.
5
Ap 1, l -2.
ij Hermes (o Mercurio) Trismegisto (tres veces grandísimo),

mítico sabio egipcio antiguo, a quien se le atribuyen obras (Cm·­


pus He,-meticum) que en realidad fueron compuestas en círculos
platónicos de época helenística tardía. Catorce opúsculos del
Corpus He,-meticum fueron traducidos por Marsilio Ficino y publi­
cados en 1471 con el título de PoimandTes, que era originaria­

208

mente el título del primer opúsculo. Otro opúsculo, el Asclepio,


era conocido gracias a una versión latina atribuida a Apuleyo; en
1505, Lefevre d'Étaples reúne en un solo volumen la traducción
del Poimandres y del Asclepio que realizó Ficino. La cita de Camil­
lo procede del prólogo del Asclepio, lb (Hermetica, págs. 286-288).
7
La interpretación del significado de la esfinge proviene de
Giovanni Pico della Mirandola, Oratio de hominis dig;nilate, pág.
156, y Heptaplus, proemio, pág. 172 (pero todo el proemio se pa­
rece mucho a estas páginas de Camillo) .
8 Mt 7, 6 y 13, 11-14.
9
4 Esd 14, 4-7. Los libros 4 y 3 d e Esdrás son considerados
apócrifos.
0
' Sal 118, 18.

11
Sobre el mundo supraceleste y la masa d e los cielos, cf.
pág. 90.
12
Cf. 2 Co 12, 2-4, donde Pablo cuenta que fue raptado hasta
el 'tercer cielo; Camilla alude aquí a una experiencia análoga.
13
Se hace referen~ia al Apocalipsis.
14
Nm 12, 7.
15
La cábala corresponde a una tradición mística arraigada
en el mundo hebreo que se presenta como el fruto d e una reve­
lación divina secreta, transmitida oralmente a Jo largo de los si­
glos. Los dos_textos cabalísticos más importantes son el Séfer Yet­
sirá o Libro de la creación, atribuído al patriarca Abraham, que
contiene la doctrina de las diez sefirot (nombres o emanaciones
de Dios, que producen el mundo) y el Zóhar o Libro del esplendor
(del siglo xm), constituido por un comentario al Pentateuco. La
alusión de Camilla a Ezequiel podría estar relacionada con Ez 3,

209
26, donde se dice que Dios hace que éste quede mudo hasta el
momento en que deberá hablar al pueblo, o bien con Ez ll , 25,
donde el profeta dice haber contado todas las cosas que Qios le
ha permitido ver.
16
En N m 12, María, hermana de Moisés, se ve afectada de le­
pra, pero a causa de sus celos y su maledicencia. La interpreta­
ción de Camilla depende quizás de la tradicional identificación
de la hermana de Moisés con la alquimista María judea. Amonio
Sacas (siglos n-m d. C.), filósofo alejandrino, fue iniciador del
neoplatonismo y maestro de Plotino.
17
Pr 9, l.
18
La doctrina de los tres mundos -supraceleste, celeste y qa­
tura1- estaba muy difundida en ambientes influenciados por el
neoplatonismo y la cábala; véase, por ejemplo, Giovanni Pico del­
la Mirandola, Heptaplus, segtmdo proemio, págs. 184 y ss. De las
diez sefirot (cf. supra, nota 15) , las tres px;imeras se consideraban
en general las más intrínsecas a los procesos divinos, y las siete res­
tantes, las más vinculadas a la expansión de lo divino en el mun­
do; por este motivo, se hacían corresponder a Jos siete planetas.
En el teatro de Camilla, pues, los siete- planetas constituyen el
principio ordenador universal, que se manifiesta en el mundo ce­
leste y en el mtmdo <<inferior>> (es decir, natural); al mismo tiem­
po, los siete planetas remiten a las siete dimensiones del mundo
supraceleste, o sea, a las siete sefirot a las que corresponden.
19
Virgilio, Eneida 1 94. En la numerología pitagórica, el nú­
mero impar es masculino, el número par es femenino. La idea
de que el elemento femenino es un componente de lo divino y
participa, con el elemento masculino, en la creación del mundo

210

está muy presente en la tradición cabalística. Sobre las caracte­


rísticas que, desde este punto de vista, adquiere el número siete,
cf. un pasaje del Commento al poema del Rev. Padre Fra Francesco
. Giorgio, fol. 53v: el siete, se dice aquí, está compuesto por el «tres
viril y divino» y el «cuatro femenino y elemental»; en una carta a
Luigi Guicciardini, Camillo escribe: <<A pesar de que la Sabidu­
ría, mientras tiene relación con el Padre, es mujer, es decir, tie­
ne una condición pasiva, por venir del Padre [... ] no obstante, la
misma Sabiduría, mientras tiene relación con las siete d imensio­
nes inferiores de la creación producidas por ella, tiene condi­
ción masculina y activa, y estas siete dimensiones la tienen feme­
nina, esto es, pasiva» (pág. 379).
20
Hermes Trismegisto, Poimandres r, en Hermetica, r, págs. 117­
119.
Is 4, l.
21

Hb 1, 3.
22

25
Cf.Jn 17, 21; Rm 12, 5; Ga 3, 26-28.
24 Coll , 15-17.

25 El teatro, pues, que quiere establecer una colocación para

todo, toma como modelo a Dios, la «morada» más amplia que


pueda encontrarse.
26
Alude a los procedimientos de la mnemotécnica clásica,
que usaba lugares de memoria perceptibles (por ejemplo, las
partes de un ed ificio o del foro) y, por tanto, «perecederos».
2
' Camillo p retende colocar en el teatro las estructuras uni­

versales de las cosas («lo eterno de todas las cosas••) y, al mismo


tiempo, las estructuras universales de la retórica («lo eterno de
ese mismo discurso»).

211

28
Las técnicas de la memoria deben tener, en verdad, un
fuerte impacto sobre los sentid os y las emociones.
29
Máximo de Tiro, Disertaciones filosóficas XI 6b-c; H omero,
Odisea VI 12o-121. La colina se asocia tradicionalmente con lasa­
biduría, con la conquista de un punto de vista superior a la rea­
lidad.
~ Aristóteles, Analüicos segundos T31, 87b-88a.
31
Cicerón, Sueño de Escipión 11, en La república VI 11, 11.
~! Ex 33, 23.
ss Ga 2, 20.
s• La Biná es la tercera sefirá, y simbo liza la inteligencia de
Dios.
M Ex 33, 11. La I:Iojmá es la segunda sefir.i, que corresponde

a la sabiduría o idea primordial de Dios.


sr. H ch 6, 15.

~7 Mt 11, 27.
38
La correspondencia entre las sefirot y los ángeles es un e le­
mento más de la tradición cabalística. Aquí, sin embargo, Camil­
la parece alejarse de los emparejamientos tradicionales, según
los cuales Metatrón, el primero de los ángeles, llamado «Prínci­
pe de la faz divina o de la presencia divina» se asocia a la prime­
ra sefirá (y no a la Biná, que es la tercera). Sea como fuere, está
más difundida la asociación entre Metatrón y el punto más alto
de la ascensión a lo divino. Por ejemplo, Francesco Giorgio de.
Venecia, e n sus In Scripturam sacram problemata, fols. 137r-138r, al
tratar de la visión directa de Dios («visión cara a cara»), dice que
a ella nos conduce Metatrón.
sH Referencia al padrenuestro. Una larga tradición medieval

212

ponía de relieve la presencia, en él, del número siete: son siete


las «peticiones» o demandas que se dirigen a Dios. Aquí Camilla
destaca el núme ro d e las palabras e n el texto hebreo para su­
brayar cómo el cuarenta y nueve es el «número d e la remisión»,
o sea, el número que simboliza el recorrido a_través d el cual uno
se purifica de los pecados y se eleva hasta Dios.
40
Los lugares principales del teatro son, en realidad, cua­
renta y nueve (los siete grados multiplicados por las siete co­
lumnas): de esta manera, el teatro se modela sobre la base del
«número d e la rem isión» (cf. nota 39), convirtiéndose en una
guía para la elevación hasta Dios. Este «secreto>> del tea tro es re­
velado por Camilla en el De transmutatione.
41
En ambas palabras («espectáculo», «teatro»), se subraya el
componente visual, presente en la etimología d e las propias pa­
labras; Camillo quie re decir que él cree hacer visible la estructu­
ra d el orden.
42
Camilla toma esta información de Vitruvi.o, Los diez libros de
arquiteCtura v 6.
4
'Es decir, habrá todas las cosas que se puedan relacionar
con la sefirá correspondiente a cada p laneta.
H El sistema d e las correspondencias entre sefirot, ángeles y

planetas que Camilla empieza a djseñar aquí corresponde -con


algunas variaciones- al sistema tradicional, establecido por el
Zóhar~ ·
45
«En cuanto al celeste» significa «en cuanto al mundo ce­
leste•>; para cada una de las «puertas» del teatro, Camilla traza
una triple división, que corresponde a los tres mundos (cf. supra,
nota 18).

213

46
En el Timeo platón ico (56b) es una d e las formas primor­
diales d e los elementos .
•, Pan es interpretado como el símbolo del todo en círculos
neoplatónicos; por esta razón, es representado e n el centro del
Zodíaco. La interpretación neoplatónica es citada por Francesco
Giorgio, De harmonia mundi, canto JI, t. 2, fol. 2llr: <<Pan es el sím­
bolo del universo, es decir, lo expresa todo». También en la In­
terpretatione dell'arca del patto, fo l. lOv, Camillo escribe que Pan es
un <<m.:1Iavilloso símbolo d e los tres mundos».
48
Se inicia aquí un sistema de lec.:tura en sentido vertical del
orden del teatro: una misma imagen puede presentarse en di­
versos «grad os» o niveles, y se anuncian de antemano los diver~
sos significados que va adquiriendo. P asífae es la imagen que
caracteriza el quinto grado, d o nde se colocan las acciones natu­
rales d el hombre.
49
Virgilio , Eneida Vll36-l44.
00
La expresió n <<intelecto agente>•, re ferida a Dios, deriva de
Aristóteles: cf. MetajtSica Xll 1072b H y 1074b 15.

E l b anque te

1
Es una interpretación más bien libre de H omero, flíada 1
423-425.
2
Cf. Francesco Giorgio d e Ven ecia, De harmonía mundi? can­
to 1, t. 1, cap. 7: «Aque lla fecundísima Mente primera, que reci­
be el nombre de Dios, lo produjo todo dentro d e ella y fuera de
ella». La doctrina cosmogónica que Camillo ilustra aquí, y que

214

nace de una mezcla de elementos n eoplatón icos y cabalísticos,


la desarrolla 1.ambién en el De transtnulatione, págs. IOQ-103, y en la
lnterpretatione dell'arca del patto, fols. 13r y ss.
3 No corresponde a Jerem ías, sino a Isaías 66, 9.

'Jn l, l y 10, 38.


5
1 Ts l , 5.
6
La interp retación d e la figura de Proteo como una alego ría
de la m ateria que aún no ha sido dividida en los cuaLro elemen­
tos es de origen estoico. Tal lectura gozó de cierta fortuna en el
siglo XVJ: «¿Qué o tra cosa es Proteo sino la materia d e la que de­
riva toda forma?», escribe Mario Equicola en el Libro de natura de
amore (pág. 61). Es importante un pasaje del Trattato delk materie
del propio Camillo: «Así pues, a la materia de Proteo o de la ce­
ra nosotros compararemos la materia que pretende tratar de la
elocuencia. Y de la figura variada que dicha naturaleza de Proteo
o de la cera puede adoptar, diremos que es como el artificio»
(pág. 187) . Así, Proteo se con vierte también en la imagen del he­
ch o de que las estructuras de las cosas y las estructuras de las pa­
lab ras se corresponden.
7
Platón, Timeo 68e.
8
Gn 1, l. La idea d e que la doctri na de Plató n deriva de Moi­
sés es típica d e la tradición d e la p·risca theologia. Ficino, por ejem­
plo, desarrollando informacion es que se encuentran en los Pa­
dres de la Iglesia (Agustín y Lactancio , en particular) , había
trazado una genealogía que, desde los tiempos remotos de Moi­
sés, Zoroastro y Hermes Trism egisto, llegaba hasta Platón.
9
Como dice Camillo de forma explícita en la Jnterpretatwne
dell'arca delpatto (fol. 12v), el objetivo polémico es la interpreta­

215

ción ofrecida por Giovanni Pico della Mirandola (cf. Heptaplusi


3 y 5, págs. 214 y 218) .
10
El Testamentum es una obra pseudoluJiana (para la cita, cf.
Raimundo Lulio, Testamentum, «Theorica», cap. 84, pág. 203) cu­
ya primera edición se remonta a 1566; Camilla la conocía, pues,
a través de un manuscrito. La importancia que tal obra adquie­
re para Camilla parece clara en las dos citas que se hallan en la
Interpretatione dell'arca del patto (fols. 5v y 7v): Lulio, se nos dice,
utilizaba inicialmente nueve principios primeros, pero, después
de haber leído un libro de Salomón, los redujo a tres. El Testa­
mentum pseudolulian o, por tanto, permitía a Camilla relacionar
a Lulio con la «antiquísima sabiduría» mosaica, pitagórica, pla­
tónica, relativa a los principios primeros que generan la reali­
dad.
11
Aristóteles, Acerca de la generación y la corrupción 1 1, 314a 8.
12 Hermes Trismegisto, Poimandres xu 2, 18, en Hermetica, pág.

235.
15 Camilla también trata extensamente de la «unión» pitagó­

rica en la lnterpretatione dell 'arca del pauo, donde aclara el térmi­


no: Pitágoras, dice, demostró que «el número seis es atribuido a
la generación y además a las bodas, por lo que se denomina
unión» (fol. 28v). Muy próximas a la interpretación de Camilla
son las posiciones de Marsilio Ficino ( cf. De Sote, págs. 965-975; De
lumine, págs. 976-998, y, sobre todo, In Timaeum commentarium,
cap. x, pág. 1441, y cap. XJl, pág. 1442, que Camillo copia en los
Adversaria rerum divinarum, fols. 27r-28v).
14
Plotino, Enéadas rv 1, l.

15 Dionisia Areopagita, De divinis norninibus [X 5.

216

Francesco Petrarca, Cancionero CCTV 1-2 [traducción deÁn­


16

gel Crespo, Ediciones B, Barcelona 1988, pág. 380].


17
Jn 1, 3-4.
18
Partiendo de los versos de las Argonáuticas de Apolonio
de Rodas (1 494-51 l) en que Orfeo canta el origen de los ele­
mentos, se escribe, y se atribuye a Orfeo, un poema titulado Ar­
gonáuticas que, a partir de 1500, cuen ta con numerosas edicio­
nes. En 1519 se publica su traducción latina. Para la cita de
Camillo, cf. Orfeo, Argonáuticas 421-424. La idea de la vincula­
ción entre el amor y el caos era muy apreciada por los neopla­
tónicos: cf., por ejemplo, Giovanni Pico della Mjrandola, Com­
mento sopra una canzona de amore composta da Girolamo Benivieni,
2, 10, pág. 504.
19
Hermes Trismegisto, Asclepio 1 4, en Hennetica, pág. 290.
20
El sentido de esta referencia, voluntariamente misteriosa,
queda aclarado gracias a un pasaje de los Adversaria rerum divi­
~rum, fol. 16r, donde resulta que de la teoría de la «unión•• pi­
tagórica se hacen derivar indicaciones para que se cumpla eL
opus alquímico, y gracias a que Camillo alude a tal secreto en su
breve poema latino Davalus.
21
2 Co 3, 5-6.
22
Jr 23, 24.
23
Jn 14, 6.
2
~ Se trata del título del tratado v del Poimandres.
23
«Hyle>• es la transcripción de la palabra griega que signifi­
ca <<materia>> .
26
Es el principio del Timeo platónico, donde Sócrates se re­
fiere a los presentes: sólo tres de las personas con las que ha ha­

217
blado el dia anterior están con él, mjentras que la cuarta está en­
ferma.
21
Gn 1, 2.
~ Morieno era, según la tradición, un docto eremita cristia­

no del siglo vn que enseñó los secretos. de la alquimia al prínci·


pe Khalid ibn Yazid. Para la ~ta de Camillo, cf. Morieno, De com­
positione alchimiae, en ]. J. Manget, Bibliotheca chemica Cl.lTÍOsa,
Chouet. Ginebra 1702, vol. 1, pág. 513.
29
Jn 1, 3.
!10 Es una interpretación más bien libre de Plotin o, Enéad<ls n
1, 7.
No se trata de Isaias, sino de Eclesiástico 15, 3.
'
1

' Js 11 , 1-2; para las sefirot, cf. notas 34 y 35 del capítulo «[El
2

primer grado del teatro] ».


" Is 4, 4.
,.Jn 5, 22.
55
Plotino, Eniadas u 1, 6.
~ Plotin o, Eniadas 111 , 7.
La humedad del ciclo es alimentada por la humedad del
37

aire, la cual es tan diferente de aquélla como lo es la humedad


del aire respecto de la humedad del agua.
58
Jn 1, 3-4.
39
Sb 11 , 21.
40
San Agustín, La ciudad de Dios XI 30.
41 Le 12, 7.
12
Ap 6, 5 y 11, 1.
"Cita de memoria de ls 48, 12-13.
44
Is 40, 12.

218

·,
1
,
'

'

' •s Jn 1, 3-4.
'
16
Para la refutación de la doctrina platónica de las ideas,
~~
·..
:~ cf. Aristóteles, Metafísica 1 9, 990b y ss.
\~ 47
No queda claro qué significa -aquí y en otros textos seme­
t.1 •

- jantes- «canon». Parece indicar el elenco de argumentos que se


r;1·.:.: disponen en cada imagen. «Volumen ordenado por secciones»
'
indica probablemente un volumen cuyos márgenes están corta­
dos y señalados de modo que faciliten la búsqueda de los argu­
mentos contenidos en las páginas (algo parecido a las modernas

1
:!
rúbricas para direcciones y números de telefóno).
48
Cf. Plinio, Historia natural vm 1, l.
49
A propósito del lugar donde se hallan las almas que están
a la espera de encarnarse, cf. Platón, República x 616 y ss.; se tra­
ta de un prado en el que la Necesidad hila con la ayuda de las
tres Parcas, sus hijas. La descripción platónica de los ocho círcu­
los concéntricos que forman el huso y giran velozmente, hasta
tal punto que parecen una columna de luz que une el cielo y la
tierra, podría haber influenciado a Camillo en la elaboración de
la imagen, superponiéndose a ia tradicional representación del
sistema ptolemaico.
50
Tenemos algunos testimonios del conocimiento de la pin­
tura flamenca en Italia, en Venecia particularmente. Además,
Camillo podía haber visto cuadros flamencos en la corte france­
sa. Para la iconografía aquí recordada por Camillo, Lu Beery
Wenneker (pág. 141) cita, entre otros, la sección derecha del jui­
cio final de Petrus Christus, de 1452, conservado en la Gemalde­
galerie de Berlín.
51
Homero, flía.da xv 17-20. Lu Beery Wenneker (págs. 142­

219

147} ha señalado la correspondencia entre esta imagen del tea­


tro y lajuno suspendida que Correggio pintó en Parma en 1518­
1519, en la Camera di San Paolo (sobre las fuentes literarias y fi­
gurativas, cf. Erwin Panofsky, The iconography oJCorregio's Camera
di San Paolo, The Warburg Institute, Londres 1961; trad. italiana:
ll Correggio e la Camera di San Paolo, a cargo de F. Barocelli, Elec­
ta, Milán 1988, págs. 147-215; sobre j uno, págs. 203-206).
52
Lucrecio, La naturaleza de las cosas n 598-609.

El antro

1
Platón, República VII 514b y SS.
2
Homero, Odisea xm 96-112. El antro homérico fue interpre­
tado alegóricamente por Porfirio en El antro de las Ninfas.
3
Sall48, 4. Cf. Francesco Giorgio, Commento sopra il poema del
Rev. Padre Fra Francesco Giorgio, fol. J 35r: «En tonces la masa del
cielo en la vía 1 se convierte en balanza, libra y bello manto 1 pa­
ra toda aquella baja monarquía, // a fi n de que no se dé ni más
ni menos 1 de lo que en justicia conviene 1 a aquellos que se ha­
llan bajo el celeste círculo. // Pues, si se abrieran sin mesura las
venas 1 de la fuente divina 1 más de lo necesario, estarían las co­
sas llenas».
• No he encontrado la cita en las obras de Gregorio Nacia!'l­
ceno.
5
Cf. Gn 1, 11: «Que la tierra haga brotar hierba verde, hier­
ba con semilla, y árboles frutales cada uno con su fruto».
6 H omero, Odisea XI -601-626.

220
1

SkLZSL &L .­ ; SJt E


7
La filosofía de Anaxágoras, para quien todo está en todo,
es interpretada como una confirmación de la primera visión tra­
zada del cosmos y, en consecuencia, de la posibilidad de realizar
el opus alquímico. Véase también un pasaje de la carta a Luigi
Guicciardini, pág. 379: «Y dado que todas las cosas que existen en
este mundo inferior o en el celeste cuentan con sus ideas, su ver­
dad en lo inteligible, Anaxágoras se ve obligado, en el libro r de
la Física de Aristóteles, a decir que "cada cosa está en cada cosa"».
8
Virgilio, Geórgicas IV 382-383.
9
No he encontrado ninguna fuente clásica ni ningún docu­
mento iconográfico acerca de este mito (cf. Lexicon iconographi­
. cum mythologiae classicae, vol. n, l, Artemis Verlag, Zúrich-Mónaco
1984, págs. 618-855). En los Adversaria rerum divinarum, Camillo uti­
liza esta misma imagen como símbolo de la variabilidad del re­
sultado del opus alquímico: «Y si [la blancura de la piedra] veis
que varía tanto, recor~ad que, tal como el Sol fue su padre, así
~bién la Luna es su madre. Sabéis perfectamente que Mercu­
rio no encuenua. la manera de vestir a Diana porque la variabili­
dad de ésta provocaba que él no pudiera tomarle las medidas••
(fol. 26v).
10
Aristóteles, Metafisica XII 2, 1069b.
11
Alude al don de la «deificación» , o transformación en lo
divino, y a la aJquimia.
12
«Para este robo», es decir, para el «rapto» en la dimensión
divina a la que el mito alude , adquieren un gran significado lo­
dos sus elemenlos: el hecho de reunirse los héroes, la nave Argo,
la pérdida de una sandalia por parte de Jasón. El significado al­
químico del mito de J asón se halla en la base del poema latino

221

Vellus aureum de Giovanni Aurelio Augure lli, a quien Camilla ci­


ta y en parte copia en los Adversaria rerum divinarum, fols. 23r-25v.
13
Era una orden de caballería fundada en 1429 en Brujas por
el duque de Borgoña Felipe el Bueno. La referencia al mito de
Jasón estaba presente en su enseña: un collar áureo del cual pen­
día un vellón de oro esmaltado con la divisa Pretium non vile la­
borum. En los tiempos de Camilla, era gran maestro de la orden
el emperador Carlos V.
14
Aquí se incorpora el sistema de correspondencias astroló­
gicas entre las constelaciones del Zodíaco, los planetas y las di­
versas partes del cuerpo humano.
15
Es recurrente en Plutarco la interpretación del mito de Ju­
no e Ixíon como símbolo de quien se deja engañar por las apa­
riencias, por las vanas imágenes (Agis r 1; Er6tico xx = MQralia
766a, e tc.).
16
Virgilio, Eneida VI 417-425. Muy parecida a la interpretación
que Camilla da de C_,érbero y de sus tres cabezas es la que ofrece
Vincenzo Carta.ri, Imagini deUi dei de gl'antichi, Tomasini, Venecia
1647, pág. 150 (la primera edición de la obra es de 1556) .
17
Camilla podría referirse al descubrimiento de un sarcófa­
go, hoy perdido, del cual dice así Pirro Ligorio: un «sepulcro ce­
rrado de mánnol, do rado por dentro, y la mujer, además del
bálsamo que llevaba, tenía también doradas la cara y .las manos»
(citado en Carla Gasparri, <<ll sarcofago con Nekya d i Villa Giu­
lia restaurato. Ancora sull'inizio della produzione di sarcofagi a
Roma», en Praestant interna. Festschrift für Ulrich Hausmann, Ernst
Wasmuth, Tubinga 1982, págs. 165-172; cf. pág. 169). El descubri­
miento había tenido lugar en 1485 y había suscitado un grandí­

222

simo interés. Debo esta información a la cortesía de Lucia Fae­


do y Maurizio Paoletti, a quienes doy las gracias de todo cora­
zón.

18
Es el interlocutor de Sócrates en e l Hipias mayor, donde dis­
cute sobre la definición de la belleza. Era un sofista (siglo va. C.)
de quien se recuerda su habilidad mnemotécnica.
19
En Macrobio, Saturnales T 19, 12, Argos es interpretado co­
mo el símbolo del cielo plagado de estrellas.
20
Plinio, Historia natural X 1, l.
~~ Ez 1, 20.
22
Hermes Trismegisto, Poimandres XI! 2, en Hermetica, pág.
234.
uTodas estas metáforas y símiles nacen de la imagen -muy
difundida en los ambientes neoplatónicos y herméticos- del
mundo (y de la Tierra) como un gran animal.
t• Juno, por celos, transforma a lo en vaca y confía su cus­

todia a Argos. La posibilidad de utilizar la imagen para «todo


lo visible y todos los colores>> está relacionada con el hecho de
que Argos tiene muchos ojos. La interpretación de la vaca co­
mo imagen de la tierra se encuentra en Macrobio, Saturnales r
19, 12-13.
~5
Hércules, para robar las terneras de color púrpura, mata a
Geríones, un monstruo de tres cuerpos y tres cabezas. El mito se
interpreta en clave autobiográfica en la Pro suo de eloquentia thea­
tro ad Gallos oratio, págs. 77-78: Gerión representa el invierno,
mientras que Hércules es el héroe solar. Camilla, «nuevo Gerío­
nes», abrigaba en su mente el proyecto del teatro tal como el in­
vierno esconde las mieses; después, Dios, su Hércules, su Sol, lo

223

ha obligado a exteriorizarlo, a darle vida, como hace la primave­


ra con las flores.
26
Cf. Eliano, Historia de los animales m 31; v 50; VI 22; Lucrecio,
La naturaleza de las cosas IV 710-72l;Jámblico, Protréptico 21. Véase,
también, Giovanni Pico della Mirandola, Oratio de hominis digni­
tate, pág. 126: Pitágoras «nos aconsejará que criemos un gallo, es
decir, que alimentemos la parte divina de nuestra alma con el co­
nocimiento de lo divino como si fuera alimento sólido y ambro­
sía celeste. Éste es el gallo cuya mirada el león, o sea, toda lapo­
testad terrena, teme y respeta».
27
Se trata de la Place de la Tournelle, donde se administra­
ba justicia criminal.
21l Está claro que con este relato Camilla pretende prestigiar

su imagen como mago solar, dotado del excepcional poder que


deriva de un contacto privilegiado con los niveles más profundos
de la divinidad, cuya imagen es el Sol. Por lo demás, gracias a la
irregular posición de Apolo (cf. pág. 60), el Sol ocupa una posi­
ción central en el orden del teatro, en el tablero de sus lugares.
Giuseppe Betussi, en su diálogo Il Raverta, publicado en Venecia
en 1544, ofrece una versión muy distinta del episodio del león:
ante el león, todos huyeron <<salvo el señor Giulio Camilla,
quien, no ya para dar prueba de valor, sino por el peso de su
cuerpo, que lo hacía un poco más lento que los demás, perma­
neció allí porque no pudo huir, y se mantuvo rígido sin moverse
para nada» (en Trattati d'amore del Cinquecento, a cargo de G. Zon~
ta, Laterza, Bari 1912, pág. 133). Es curioso el hecho de que, en­
tre los interlocmores del diálogo de Betussi, se encuentre Do­
menichi, el futuro editor de La idea delteatro.

224
29
Cf. H omero, Ilíada v 376-378. La cuestión no es d ebatida en
el Menón platónico, sino en el Ion (53l c).
3
° Cicerón, Sobre la naturaleza de ws dioses n 36, 91.
' Cicerón, Sobre la naturaleza de ws dioses 111 5, 41 ; 21, 54.
1

' t La imagen que Camillo crea aquí es una variante, erudita


y misteriosa, de la tradicional iconografía del Azar.
" Platón, Timeo 90a.
"' Esta interpretación está relacionada con la lectura anagó­
gica del texto bíblico.
M Ct 7, 5.

:16 Sal 133, 2.

s7 La Gueburá, quinta sefirá, indica pro piamente la justicia


divina que se manifiesta en el juicio.
118
Sal 84, 11.
" Como para la j oven con los cabellos e levados hacia el cie­
lo (cf. supra, nota 32), Camillo subraya aquí el hecho de haber
cread o él mismo la imagen basándose, no obstante, en una d e­
terminada tradición sapiencial.
•o Es decir, indica la posibilidad de «deificación» y de la obra
alquímica.
1
• Mt 6, 2 y 3.

12
Lu Beery Wenneker (págs. 148 y ss.) indica que la icono­
grafía de las tres Gracias usada p or Camilla no tiene parangón
en la Antigüedad clásica; parece basarse solameme en la tradi­
ción literaria (por ejemplo, Sén eca, Sobre los beneficios 1 3) . En
cambio, está relacionada con la iconografía de las tres Gracias
que Correggio pintó e n Parma p ara la Camera di San Paolo; cf.
«El banquete», nota 51.

225

43
Es un concepto presente también en los Hieroglyphica del
Pseudo-Horapolo.
4-1 Plinio, Histuria natural XXXV 16 y ss.

45
Significa: en este esquema podremos colocar todas las in­
fonnaciones obtenidas en las obras sobre agricultura.
40
Hermes Trismegisto, Poimarutres XII 2, en Hermetica, pág.
235.
47
Macrobio, Saturnales I 20, 13-15. Frances Yates (El arte de la
memoria, trad. de Ignacio Gómez de Liaño, Siruela, Madrid 2005,
págs. 185 y ss.) ha señalado la correspondencia entre esta imagen
del teatro y un cuadro de T iziano, La alegoría de la Prudencia
(Londres, National Gallery, colección Francis Howard).
48
Ex 25, JO y 31-39. La idea de que la descripción bíblica del
arca de la alianza se pueda interpretar como una imagen del uni­
verso goza de una larguísima fortuna. Camillo dedica a ello una
obra entera, L 'interpretatione dell'arca del patto.
49
Es una alusión al secreto alquímico, como se desprende de
las imágenes recurremes en los Adversaria ret"Um divínarum.
50
Ex 25, 17-18.
51
Ex 26, 34.
52
Jn 1,10.
., En Homero (Odisea IV 453 y ss.), Proteo es retenido por Me­
nelao por consejo de ldotea, hüa del propio Proteo; la cita virgi­
liana, en cambio, es exacta: Geórgicas lV 387 y ss.
54
Se trata, también en este caso, del secreto de la alquimia.
A Jos dos tipos de atadura les corresponden dos procedimientos
distintos, de diferente duración temporal, para el cumplimiento
de la acción: cf. De transmulatione, y un pasaje de los Adversaria re­

226

rum divinarum, fol. 15v, donde, después de haber citado los ver­
sos de Virgilio sobre la atadura de Proteo, Camillo comenta: <<De
modo que yo no encuentro ningún filósofo, al menos por lo que
s~ refiere a la transmutación , que haya dicho tantas cosas, si bien
oscurísimamente, después de Homero».
55
Ap 21, 2.
' Sal 95.
6

57
Is 65, 17.
56Ap 21, 5.
59
Cn 28, 12-13.
60
Francesco Petrarca, Cancionero IX 1-4 [traducción de Ángel
Crespo, Ediciones B, , Barcelona 1988, pág. 131].
61
Jr 23, 24.
62
Is 6, 3.
63
Sal 103, 29-30.
64
2 Co 3, 6.
66
Paráfrasis de Hermes Trismegisto, Asciepio 1 2b, en Hermeti­
ca, pág. 288.
66
H e rmes Trismegisto, Poirnandres XJl 2, 16, en Hermetica,
págs. 232-234.
67
Of. Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses n 25, 64, y R Kli­
bansky, E. Panofsky y F. Saxl, Saturn and Melancholy, Londres,
Thomas Nelson, 1964 [Saturno y la melancolía, trad. de M. a Luisa
Balseiro, Alianza, Madrid 1991].
68
Pandora -afirma Lu Beery Wenneker, pág. 381- se en­
cuentra con este sigruficado en el emblema que Achille Bocchi
crea para un poeta latino amigo de Camillo e interesado en la re­
forma religiosa, Marcantonio Flaminio: cf. Achille Bocchi, Syrn­

227

bolicae quaesti011.es, In aedibus novae Academiae Bocchianae, Bo­


lonia 1551, lV, 122, pág. 254; en la misma obra se dedica un em­
blema a Camillo.
69
En la Alcestis de Eurípides, no es Mercurio sino la Muerte
misma quien interviene para cortar el fatal cabello.
70
Virgilio, Eneida lV 693-705.
71
Jc 16, 18-20.

Las Gorgonas

1
Zóhar 1, 25a y m, 207c-208a. «Rabí Simeón» es Shlln'ón bar
Jol;lay, el autor del núcleo más antiguo del Zóhar.
2
Hermes Trismegisto, Poimandres 1 12, en Herme#ca, pág. 120.
3
Hermes T1ismegisto, Asclepio 1 6a, en Hermetica, pág. 294.
• Is 26, 12; 1 Co 15, 10.

5
l Co 4, 7.

6
]b 10, ll.

7
Platón, Alcibíades I 129e-f. Y véase el comentario de Proclo,

traducido por Ficino, Proclus in Alcibiadem Platonicum de anima ac


daemone, pág. 1927: «El hombre es un alma que usa un cuerpo a
modo de instrumento».
8
Gn 1, 26 y 2, 5.
9
Gn 2, 7.
10
Es una doctrina de origen cabalístico (Zóhar rn, 83b), trá­
tada ampliamente por Camillo en el De transmutatione; de ella se
desprende la confianza en que, a través de la alquimia, se puede
recuperar la condición de Adán antes de la caída.

228

11
Para esta interpretación, de origen cabalístico, del paraíso
terrenal, cf., también, Francesco Giorgio, Commento sopra il poema
del Rev. Padre Fra Francesco Giorgio, canto v, fols. 33r y ss. Camillo
ofrece un amplio tratamiento de este tema en los Sennoni deUa ce­
na di Nostro Signore Gesu Cristo, fols. 12v y ss., donde cita, además
del Zóh a r, el Talmud, es decir, el conjunto de textos que reccr
gen la tradición rabínica.
~~ Cf. Orígenes, In Genesim homilia.e, en PG 12, cols. 99-102.
13
La doctrina de las tres almas es de origen cabalístico; cf. Zó­
har 1, 206a; n, 14lb; m, .70b. Camilla trata por extenso de ella en De
l'humana deificatione y en la Lettera del rivolgirnento deU'huomo a Dio.
11
Gn L, 30.
15
Mt 26, 38.
16
Mt 16, 25.
17
Sal 145, 2.
18
Esta manera de proceder es ópica de Camillo: la aproxi­
m-ación a las diversas definiciones de los filósofos pretende de­
mostrar cómo, más allá de las palabras, todos están de acuerdo
en la verdad esencial. Cf. Gn 2, 7; Sal 35, 10; Platón , República
436b; Aristóteles, Acerca del alrna m 4-6, 429-430c.
19
Jo 6, 70.
20
Ml 3, l.
21 Hb 4, 12.
22
Zóhar ru, 13b.
23
Virgilio, Eneida V1 854-866.
24
Zóhar 1, 8Jb y 226a-b; Plotino, Enéadas 1 1, 12 y 8, 4.
25
Aristóteles, Acerca del alrna m4-6, 429a-430c; Cicerón, Del su­
premo bien y del supreuw mal v 11, 32.

229

26
Cf. Santo Tomás, Jn A1utotelis librum de anima commentarium
11 9, 734: aquí se polemiza contra los que sostienen que e l inte­
lecto agente está separado, pero no se utiliza el ejemplo citado
por Camillo.
27
Plinio, Historia natural XI 54, 143.

2
g Pseudo-Aristóteles, Fisiognomía VI 8llb.

29
Simplicio, filósofo del siglo vr d. c.; intenta demostrar la
convergencia de las doctrinas platónicas y aristotélicas. Para lapo­
sición rememorada por Camillo, cf. el comentario al tratado Acer­
ca del alma aristótelico.
30
Sal 31, 8.
SI Sal 50, 12.

32
Mt 23, 38.

S3 Sal 48, 13 y 21.

" Ap 13, 18.

5
~ Ct 8, 12.

~ La obra a la que Camillo alude aquí no fue escrita o, cuan­


do menos, no nos ha llegado.
57
Virgilio, Eneida vr 136-144.
SH Virgilio, BucólicasVJ 13 y ss.

39
En realidad, Cam illo realiza aquí una singular fusi ón de di­
versos mitos. Las tres hermanas del mito que poseen un solo ojo
·son las Grayas, a su vez hermanas de las Gorgonas. Higinio (As­
tronomía D 12 y ss.) relata que Perseo se apoderó del único ojo -y
del único diente- que poseían las Grayas y, bajo promesa de res­
rituírselo, obtuvo todo cuanto precisaba para matar a Medusa, la
más viej a y la más terrible de las Gorgonas. Camillo ha super­
puesto los dos m itos por Jos estrechos vínculos que la tradición

230

creó entre las Grayas y las Gorgonas, pero también, probable­


mente, por una ulterior sugeren cia relacionada con el mito d e
Perseo. Se dice, de h echo, que, tras haber matado a Medusa, Per­
se9 huye llevándose su cabeza dentro de un saco; las otras dos
Gorgonas lo siguen, pero n o alcanzan a verlo a causa del escudo
encantado que le había dado Hermes. Camilla puede haber con­
vertido esta particularidad en la ceguera que inexorablemente
toca a dos de las tres h ermanas.
40
Macrobio, Cmnentarios al Sueño de Escipión 1 12, 2.

41
Dn 9, 1.

42
Macrobio, Comentarios al Sueño d.e Escipión 1 12, 8-10.

43
Cami lla muestra un gran inte rés por la anatomía. En el

Trattatc dell'imitazione (págs. 229-230), recuerda haber participa­


do, en Bolonia, en un experimento de un anatomista que hizo
descarnar un· cuerpo, cerrado dentro de una caj a llena de orifi­
cios, sume rgiéndolo en la corriente de un río.
44
Le 12, 35.
~ Jn 13, 8.
«> Gn 3, 15.
47
Virgilio, Eneida cv 518.
48
No he p odido identificar en qué moneda antigua se inspi­
ra Camilla (en el siglo XVI, las monedas antiguas se llamaban, de
hecho, «medallas>>).
<19 Sal 54, 7.
5
°Francesco Petrarca, Cancionero LXXXI12-l4.
51
Cf. Francesco Giorgio, Commento sopra il poema del Rev. Pa­
dre Fra Francesco Giarg;io, fol. 2v: las cosas superiores atraen a las
inferiores, «lo que fue posible ver bajo el símbol o de Hércules,

231

que levanta de la tierra a Anteo, hijo de ésta, y lo aprieta tanto


contra su pecho -lo cual es señal de sabiduría- que lo mata.>>.
52
Gl 5, 16.
5
' Co 3, 3.
54
Sal 115, 15.
s> Sal 62, 2.
56
Flp 3, 21.
57
Jn 12, 24-25.
55
Francesco Petrarca, Cancioneroxxvm 78 [traducción deÁn­
gel Crespo, Ediciones B, Barcelona 1988, pág. 159).

Pasífae

1
Platón, Fedro 245c-e.
2
Sal 103, 4.
3
Platón, Fedón 8Ib.
4
Virgilio, Eneida VI 730..751.
5
Platón, Fedón 8lb. Camillo propone la misma interpreta­
ción del mito de Pasífae en el Trattato dell'imitazione, pág. 207, po­
lemizando con quien lo interpretaba como el símbolo de una
lascivia desenfrenada.
6
«Consistirá en un toro solo» porque el toro del que se ena­
mora Pasífae representa precisamente el cuerpo.
7
Se trata de una versión más bien extraña del mito de Pro­
meteo: cf. Ateneo, Banquete de los eruditos XV 672f. Se atribuye una
función análoga a un cierto tipo de anillo en la Vita de Benve­
n uto Cellini (I 31) : «En sus indagaciones, esos sabios dicen que

232

es~e anillo lo llevaban aquellos que preferían mantenerse fuertes


con su pensamie nto ante cualquier suceso extravagante que les
hubiera acaecido».
8
Lucrecio n o habla d e lxíon.
9
Las «dos cadenas» parecen aludir a una doble división de la
materia colocada en la imagen: cf. pág. 177, donde una ulterior
subdivisión de la materia se indica con la imagen de los «anillos•• .
10
La «teología simbólica» es la que revela, y al mismo tiem­
po esconde, sus secretos a los profanos, represen tándolos me­
diante «fábulas» poéticas e imágenes simbólicas.
11
Platón, Timeo 70a-b.
12
Camillo efectúa aquí una contaminación de los compo­
nentes del mito. En general, es Sísifo el que se asocia a la roca:
d e hecho, empuja cuesta arriba uria roca que, una vez en la ci­
ma, rueda hacia abajo. Tántalo intenta en vano beber el agua del
lago en el que se halla imnerso y comer la fruta d e los árboles
que están a su alrededor. Ambos personajes aparecen juntos en
la Odisea (Xl 582-wü) ; la asociación de Tántalo con la roca, asi­
mismo, pued e haber sido favorecida por el relato d e Pausanias
(Descripción de Grecia x 31, 12), según el cual Polignoto había pin­
tado a Tántalo atormentado, además del suplicio d e la sed y el
hambre, por el hecho de encumbrar una roca.
13
Para el significado de «cadenas» y «anillos», cf., s11.pra, no­
ta 9.
11
Sal 80, 9-10.
15
Vrrgilio, EneidaVI 130; Francesco Petrarca, Cancionero XIX 7.
16
El mito de Endimión y la Luna es bastante tardío: contras­
ta, en realidad, con una típica atribución de Diana, la castidad;

233

cf. Luciano, Diálogos de los diosesXJX 11; Apolonio de Rodas, A1go­


náuticas rv 57 y ss. Goza de una notable fortuna en los autores in­
fluenciados por el neoplatonismo y la cábala: cf., por ejemplo,
Francesco Giorgio, Commento al poema del Reu. Padre Fra Francesco
Giorgio, fol. 62v. Los hebreos la llamaron «la muerte del beso,
que Salomón anhelaba para poder comprender las cosas divinas
cuando nos dice: "Que me bese con el beso de su boca"».
17
Ct 1, 1.
18
Flp 1, 23.
19
Francesco Petrarca, Cancionerocccxu;x 9-14 [traducción de
Ángel Crespo, Ediciones B, Barcelona 1988, pág. 552].
20
Para los <<atllilos», cf., supra, nota 9.

Los talares

1
Cf. Macrobio, Comentarios al Sueño de Escipión 1 14, 15 para la
interpretación de la cadena de oro de:: la que habla Homero.
2
Cf. «Pasífae>>, nota 9.

Prome te o

1
Platón, Protágoras 320d-322d.
2
Cf. «Pasífae», nota 9. Asimismo, por este contexto resulta
claro que la disposición gráfica del texto debía permitir visualizar
la clasificación del material: algo semejante a lo que, en la se­
gunda mitad del siglo XVI, hará Orazio Toscanella, discípulo y ad­

234
mirador de Camilla , q ue recurre a «árboles•>, diagramas y tablas
sinópticas para facilitar al lector la comprensión y el recuerdo.
3
Virgilio, Bucólicas n6l-62.
4 La posibilidad de asociar a Palas con la hilatura se basa en

el mito de Aracne: hábil tejedora, desafía a Palas y, como casti­


go, es transformada en araña po1· la diosa.
5
Camilla se refiere probablemente a las Disputationes Camal­
dulenses de Cristoforo Landino, cuyos capítulos m y IV están de­
dicad os a las alegorías virgilianas.
6
Cf. Aristóteles, Analíticos primeros 1 35, 48a.
7
En eJ original, «per perplexionem», es decir, hablando de
un modo oscuro, ambiguo.
8
Esto es, he mos elaborado esta imagen, situada en este lugar
del teatro, para poder colocar todo el material derivado de la
<<anatomía>> del Decamerón.
9
Es la típica solución que los ciceronianos habían encontra­
do pa ra poder hablar de los argumentos relativos a la religión
cristiana manteniéndose en el ámbito del código tomado como
modelo y ejemplarizado a partir de los escritos de Cicerón. Pre­
cisamente este procedimiento es criticado con ve!'temencia en el
Ciceronianus de Erasmo, que lo califica de pagano y grotesco.
10
1Co l, l7.
11
Cf. el principio del Evangelio de Juan.
12
El término italiano, bargellato, se refiere aJ oficio del bargel­
lo, capitán de la guardia.
13
Significa caña, baqueta.
" La palabra pastrino, que figura en el texto o riginal, parece
un error por pastino, que significa la acción de roturar un terreno.

235

Obras citadas

Giulio Camillo
Adversaria rerum divinarum, Venecia, Biblioteca
Marciana, cod . Lat XIII, 111 ( 4039).
De l'humana deificatione, en Cesare Vasoli, «Un
scritto inedito di Giulio Camillo: <<De l'humana dei­
ficatione», en Rinascimento XXIV, 2.a s., 1984, págs.
198-227.
Interpretatione dell'arca del patto, Nápoles, Biblio­
teca dei Gerolamini, cod. S. M. XXVIII, 2-13.
Lettera del rivolgimento dell'huomo a Dio, en Opere,
Farri, Venecia 1579, vol. 1, págs. 41-56.
Carta a Luigi Guicciardini (11 de enero de
1536), en 1 Guicciardini e le scienze occulte. L 'oroscopo di
Francesco Guicciardini, a cargo de R. Castagnola (pre­
facio de E. Garin), Olschki, .F lorencia 1990, págs.
374-383.

237

Pro suo de eloquentia theatro ad Gallos oratio, So­


maschi, Venecia 1587.
Serrnoni della cena di Nostro Signore Gesu Cristo,
Seth Viotto, Parma 1571.
De transmutatione, en L. Bolzoni, fl teatro della me­
mória. Studi su Giulio Camilla, Liviana, Padua 1984,
págs. 99-106.
Trattato dell'imitazione, en Opere, Farri, Venecia
1579, vol. 1, págs. 197-232.
Trattato delle materie, en Opere, Farri, Venecia
1579, vol. I, págs. 147-195.

Mario Equicola
Libro de natura de amore, Lorenzo Lorio da Por­
tes, Venecia 1525.

Marsilio Ficino
opera omnia [ex Officina Henricpetrina, Basilea
1576], ed. anastática, Bottega d'Erasmo, Turín 1959.

Francesco Giorgio (o Zorzi) de Venecia


In Scripturam sacram problemata, Vitali, Venecia
1536.

238

De harmonía mundi, Vitali, Venecia 1545.


Commento sopra il poema 'del Rev. Padre Fra Frances­
co Giorgio, Nápoles, Biblioteca Nazionale, XIII B, 59.
El comentario, que ha sido atribuido a Giulio Ca­
millo, es, con toda probabilidad, del propio Fran­
cesco Giorgio (cf. Letizia Pierozzi, «Note su un ine­
dito zorziano: il "Commento sopra il poema del
Rev. Padre Francesco Giorgio"», en Rinascimento
XXVII, 2.a S. , 1987, págs. 349-386).

Hermes (o Mercurio) Trismegisto


Hermetica. The ancient greek and latin writings
which contain religious or philosophic teachings as­
cribed to Hermes Trismegistus, a cargo de W. Scott,
Clarendon Press, Oxford 1924-1936.

Raimundo Lulio (atribuido a)


Testamentum duobus libris universam artem chymi­
cam complectens, apud Iannem Birckmannum, Colo­
nia 1623.

Giovanni Pico della Mirandola


De hominis dignitate) Heptaplus, De ente et uno e

239

scritti vari, a cargo de E. Garin, Vallecchi, Florencia


1942.

Lu Beery Wenneker
An examination of«L 1dea del Theatro» ofGiulio Ca­
millo, including an annotated translation, with special
attention to his influence on emblem literature and iconlr
graphy, University of Pittsbu rgh, Ph. D., 1970.

Zóhar
Sepher ha-Zohar (Le livre de la splendeur), a cargo
de Jean de Pauly, París 1906-1911 .
The Kabbala unveiled, containing the following books
of Zohar: l. The book ofconcealed mystery the greater holy
assembly; 3. The lesser holy assembly, a cargo d e S. L.
MacGregor Mathers, Routledge and Kegan Paul,
Londr es 1975.

240

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ISBN - 13: 978 - 84 - 7844-939-2

ISBN - to: 84-7844 - 939 -6

Depós i to legal: M - 48 . 153-2005

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