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Creando Alternativas en la Época del

Cambio Climático

A la edad tierna de ocho añitos, Greta Thunberg, una niña sueca, escuchaba con horror que los
plásticos asfixian peces marinas y que la catástrofe climática está alistándose para aplastar su
futuro. Al saber la verdad, lloraba y lloraba, sintiendo en carne propia la calamidad ya
manifestándose. Cayó en una depresión profunda y por un año no asistió a la escuela.

Greta nunca fue como otros niños “normales” quienes fácilmente pueden apagar alarmas y hacer
caso omiso de información incomoda e inconveniente. Fue diagnosticada con el Síndrome
Asperberger, dentro del espectro de autismo. Ella no puede asimilar información devastadora y
dejarla en olvido. No puede soltar verdades y visiones de las secuelas del cambio climático como
incendios forestales imparables, olas de calor inaguantables, huracanes mortíferos, hambrunas
repetidas y un mar en auge, tragando ciudades enteras en zonas litorales. No puede mostrar
indiferencia frente a la destrucción asomándose en el horizonte de un mundo calentando. Ella
siente el dolor ajeno de los animales, de las especies, de futuras generaciones y de quien sea,
siendo afectados por la actividad humana. Ella bien sabe: la destrucción está acompañada y
fortalecida por la indiferencia humana, de personas “normales”. Gente “normal” tiene defensas
fuertes. Puede filtrar información y “proteger” sus sensibilidades para no arruinar la alegría del
momento.

Sin dudas, cantidades de seres humanos gozan de los beneficios de la modernización. Pero, para
producir esos beneficios, todos los días estamos liberando una energía equivalente de más de
400,000 bombas atómicas en la atmósfera, efectivamente quemando el futuro de Greta y su
generación. Hace un poco más de 25 años, la comunidad global reconoció que el debate ya se
acabó. El consenso universal fue claro: el cambio climático constituye un grave peligro ya
acelerando.

Cada gobierno del mundo afirmó, a nivel teórico, que estamos jugando con fuego y quemando
el mundo de mañana. De hecho, en los últimos 25 años, la humanidad ha quemado más
combustibles fósiles que en los 195,000 años previos a este periodo. El ser humano tiene
aproximadamente 195,000 años de estar andando, creciendo, explorando y modificando sus
entornos. Pero, fue en los últimos siglos que ha estado acaparando, degradando, quemando y
envenenando los ecosistemas como nunca antes. En los últimos años, hemos saturado la
atmósfera con tantísimos gases de efecto invernadero. Sabemos que estamos dejando un infierno
caliente, seco, tormentoso y explosivo a nuestras hijas e hijos.

El cambio climático es una sentencia de muerte ya por millones y posiblemente miles de millones
de seres humanos. Es una bomba de tiempo para millones de especies ni clasificadas, ni
nombradas, ni conocidas, por la comunidad científica.
La persistencia de Greta fue llamativa, despertando una conciencia mundial de su generación, de
aquellas y aquellos destinados a heredar el mundo de mañana. Más de un millón de estudiantes
en más de cien países salieron de sus
clases en una huelga general el día
viernes 15 de marzo. Levantaron sus
voces, protestando la indiferencia del
mundo político, económico y financiero
frente al cambio climático.
Irónicamente, cuando la juventud estaba
gritando “¡Basta Ya!” al cambio
climático en las calles del mundo, el
Fondo Monetario Internacional anunció
que El Salvador tiene un “crecimiento
potencial” del 2.6%, destacando un
aumento de 7% en la industria de construcción. Celebrando el crecimiento de la industria
constructiva, altamente destructiva, es una muestra de la ignorancia institucionalizada, acabando
el futuro. Una tonelada de concreto y cemento produce una tonelada de dióxido de carbono
atmosférico. Después del agua, el cemento es la sustancia más usada por la humanidad. Además,
requiere grandes cantidades del agua en su producción. Al dragar la roca y grava para crear el
cemento, los ecosistemas delicados ribereños se deforman, alterando caudales. Si se añade otros
materiales constructivos como acero y hierro a la ecuación, el crecimiento en El Salvador, igual
a la gran mayoría de países del mundo está contribuyendo a un desenlace letal para la generación
de Greta.
Estamos en la recta final, en los últimos años de nuestro delirio. Y mientras que la estabilidad
climática que hizo posible la civilización humana está agonizando, seguimos marchando ciegos
y sordos hacia el precipicio. Entonces, ¿Qué hacemos?
RAMA [Rescate al Medio Ambiente], una asociación sin fines de lucro, propone un plan para
mostrar y probar al mundo que existen alternativas. El desarrollo no necesita implicar
contaminación del planeta y carbonización de la atmósfera. De hecho, podemos crecer y
preservar los ecosistemas y hábitat para toda la biodiversidad. RAMA recalca que el camino para
la recuperación implica dos cambios fundamentales en nuestro quehacer como especie.
Sencillamente, necesitamos:

(1) eliminar emisiones antropogénicas (del hombre) y (2) aumentar la


capacidad fotosintética del planeta, restaurando los pulmones más
estratégicos del mundo.
Para cumplir con las urgencias de nuestra época histórica, necesitamos generar energía, crear
bienes, construir inmuebles y diseñar sistemas de transporte sin dejar huellas climáticas, o sea sin
emisiones.
RAMA está acercando al momento cuando la teoría se convierte en práctica. Queremos
establecer áreas amplias dentro del territorio nacional, mostrando que un modelo
autosustentable, autosuficiente, rentable y limpio puede generar dignidad humana y recuperación
ambiental. Con el modelo, convertimos enemigos en aliados, contaminantes en nutrientes.
Queremos utilizar esa porción de la naturaleza, plenamente renovable, precisamente para crear
energía, bienes, inmuebles y sistemas de transporte, preservando procesos naturales.
El Plan
Un “enemigo” persistente causando estragos en humedales estratégicos del país como el
Embalse de Cerrón Grande en el Lago Suchitlán, el Jocotal o Olomega es la belleza flotante que
se llama la Ninfa, el Lirio o Jacinto de Agua. La Ninfa, una macroalga acuática, se multiplica con
gran agresividad precisamente porque cuenta con dos fuentes de alimentación fundamentales:
(1) contaminación y (2) el dióxido de carbono atmosférico. El papel de esa “plaga invasiva” es
descontaminar el ambiente y descarbonizar la atmósfera. Se prolifera con gran rapidez porque
los humedales por años han sido recipientes de un flujo constante y abundante de efluente
industrial, escorrentía agrícola, aguas negras y basura humana.
Durante la primera fase del proyecto, queremos mostrar que esa planta puede servir como
materia prima abundante, accesible y gratis para una enorme generación de energía limpia, sin
contaminación en calderas ecológicas. Las calderas pueden alimentar la red nacional.

No queremos reproducir la modalidad convencional y contaminante de generación energética.


En El Salvador, hoy en día, 9% de la energía utilizada es derivada de biomasa, especialmente de
caña de azúcar y leña. El cultivo de la caña en su forma “normal” es excepcionalmente dañino
al medio ambiente, dado el uso generalizado de quemas y químicos. Además, la conversión de
paisajes naturales en mares de monocultivos es destructiva de ecosistemas, biodiversidad y
hábitats de especies biológicas. Para colmo, quemando el bagazo de la caña, en calderas abiertas,
es una fuente muy significante de emisiones del dióxido de carbono.
Proponemos establecer calderas no convencionales en las cercanías de los humedales. Las
calderas van a operar con un sistema pirolítico. La pirolisis es un proceso en el cual, calor aplicado
a biomasa en la ausencia de oxígeno causa la liberación de energía, sin emisiones. Las ventajas
de la pirolisis son muy notables comparadas a la combustión de biomasa en el aire libre. Dentro
de un ambiente sin o con una mínima presencia de oxígeno, el carbono de la biomasa no puede
crear vínculos químicos con el oxígeno. El proceso no produce el dióxido de carbono y no
contribuye al cambio climático. Al contrario, deja un residuo extremadamente valioso que se
llama “biocarbón”.
El Biocarbón
Bajo un microscopio se ve que el biocarbón es una materia altamente porosa. Se ha estimado
que un pedazo del biocarbón, el tamaño de un borrador de un
lápiz, tiene una superficie igual a dos canchas de futbol. El
biocarbón en el suelo crea estructura para retener agua. Además,
atrae y almacena nutrientes y sirve como amparo para un gran
espectro de microorganismos benéficos. Utilizado en filtros de
agua, el biocarbón es extremadamente efectivo en la remoción
de metales pesados y otros contaminantes.
El biocarbón juega otro papel climático de gran valor.
Representa lo que se llama “carbono recalcitrante” efectivamente quitando el carbono de la
circulación atmosférica. Dentro de un mundo con altos niveles de degradación y un
calentamiento progresivo, el biocarbón puede jugar un papel imprescindible para reducir gases
de efecto invernadero, así como aumentar la fertilidad y humedad de suelos.
El Cultivo de Algas Acuáticas
Aparte del uso de la Ninfa, proponemos establecer estanques para el cultivo de varias algas
acuáticas como Clorela, Espirulina, Carola y Anabaena. El crecimiento explosivo de las algas
también en gran medida viene a raíz de la
descontaminación del agua y la descarbonización
de la atmósfera. Esas algas reproducen con una
velocidad explosiva, siendo mucho más capaces de
secuestrar el dióxido de carbono atmosférico que
cualquier planta o árbol terrestre.
Las ventajas de las algas son inmensas por sus
características. A nivel molecular, convierten
metales pesados en minerales y crean alimentos con altas concentraciones de proteína, minerales
y vitaminas requeridos por seres humanos. Las algas tienen altas concentraciones de aceites y
lípidos, los elementos básicos para producir biocombustibles. Por la explosividad de su
crecimiento, pueden servir como biomasa combustible en calderas pirolíticas. También,
producen cantidades admirables de lignina, celulosa y agar-agar que pueden dar integridad
estructural a bienes desde papel hasta bioasfalto y biocemento. La lignina y el agar que petrifica
a temperaturas ambientes, pueden servir como aglutinantes reemplazando el cemento. Pueden
dar fuerza a estructuras plenamente ecológicas. Esas estructuras no resultan en emisiones de
gases de efecto invernadero. Al contrario, el crecimiento de las algas crea alta absorción del
dióxido de carbono.

Las algas pueden servir como base de una política de seguridad alimentaria dentro del contexto
del cambio climático. El calor creciente, el estrés hídrico y la proliferación de plagas, amantes del
calor, están amenazando fuentes tradicionales de alimentos, especialmente los granos básicos.
De hecho, todos los cultivos anuales terrestres son muy vulnerables frente al cambio climático.
Varias algas pueden sobrevivir y reproducir bajo temperaturas fisiológicamente inaguantables
por el ser humano. Por ende, especies como la Carola pueden ser instrumentos muy efectivos
en la eliminación de hambrunas proyectadas para un futuro no tan lejano.
Para lograr una capacidad fotosintética del planeta, suficiente para secuestrar los centenares de
miles de millones de toneladas del dióxido de carbono sobrantes, se estima que se necesitaría
reforestar un terreno aproximadamente igual a los Estados Unidos en el planeta. Sin embargo,
la destrucción sistemática de áreas forestales y la degradación de la tierra sigue con un ritmo
espantoso. Por eso, una solución del cambio climático necesita incluir el mundo acuático. Se ha
estimado que, si la humanidad cultiva 9% de la superficie oceánica con algas marinas, podemos
absorber 50 gigatoneladas del dióxido de carbono.

Las emisiones antropogénicas (del hombre) son aproximadamente 40 gigatoneladas. Con un


pedacito de esa extensión, o sea con 180,000 kilómetros cuadrados, (el tamaño de El Salvador,
Guatemala y Costa Rica) se estima que podemos cultivar algas suficientes para alimentar toda la
raza humana existente.

El Bambú para la Mitigación del Cambio Climático


Queremos añadir otro elemento de extremo valor en el diseño de un modelo limpio y renovable.
Queremos cultivar grandes cantidades del bambú estructural. El bambú puede generar una
rentabilidad popular espectacular, mientras puede desempeñar un papel ambiental y climático de
una forma intensa. El bambú igual a las algas es plenamente cosechable. Desafía la muerte. Cada
cosecha estimula un recrecimiento veloz. Ese crecimiento está basado en su poder de inhalar y
absorber el dióxido de carbono atmosférico, convirtiéndolo en un instrumento importante en
contra del cambio climático.
Como planta, el bambú previene la erosión y el azolvamiento de ríos y lagos dado su sistema de
raíces y rizomas que amarran la tierra con una fuerza incomparable. La presencia del bambú en
la tierra crea más humedad ayudando a recuperar y proteger fuentes de agua.
Aparte de su valor ambiental y climático, el bambú puede ser el factor decisivo para transformar
economías enteras. Dentro de un país con un déficit habitacional de alrededor de 700,000 con
decenas de miles de familias viviendo en champas de lámina, plástico y desechos vegetales, casas
del bambú pueden ofrecer dignidad y protección a familias de escasos recursos. Aún en su forma
rustica, el bambú estructural como Dendrocalamus Asper o Guadua Angustifolia tienen una
fuerza concentrado en sus nudos comparables a varias especies de acero. A la vez, la parte del
entrenudo tiene un grado de flexibilidad notable.

Tomado en cuenta su fuerza combinada con flexibilidad, el bambú es la materia más idónea para
la construcción. Casas bien hechas del bambú aguanta los golpes de terremotos y huracanes
mejor que casas convencionales del concreto y cemento por ser materiales demasiados rígidos.
Con el bambú, podemos crear la vivienda digna sin distorsionar los entornos o perjudicar fuentes
de agua. Además, la lógica del bambú, cultivado localmente puede crear un salto cualitativo en
el desarrollo nacional.

Hasta ahora, todas las instituciones estatales y privadas utilizan mobiliario importado de afuera.
hecho de árboles muertos, metales minados y plástico derivado de petróleo. El bambú cultivado
localmente puede cambiar la ecuación.
Todas las instituciones estatales y no gubernamentales deben establecer criterios ambientales y
climáticos en su licitación o compra de su mobiliario. Deben pedir que sean derivados de materia
prima local y renovable, cuyo procesamiento no resulten en emisiones de gases de efecto
invernadero. Su mobiliario no debe perjudicar fuentes de agua y deben ser hechos por una mano
de obra salvadoreña no explotada. Así, la elección del bambú brillaría por la intensidad de su
lógica. Hasta ahora, la compra de mobiliario importado de afuera causa una hemorragia de
recursos nacionales. Aquí la economía pierde su dinamismo, la pobreza se perpetua y El Salvador
queda como un país dependiente.
Al adoptar el concepto de un desarrollo cultivado localmente, El Salvador puede convertirse en
un modelo mundial de un país económicamente fuerte, ambientalmente saludable y
climáticamente sano.
Al final del día, queremos ver el país como un ejemplo vivo de lo que significa la recuperación
ambiental. Tal país será un Jardín del Edén moderno. Queremos hacer una masiva reforestación,
recuperando un ambiente llenísimo del tesoro que estamos perdiendo: las especies de árboles y
arbustos que décadas y siglos atrás llenaban la tierra cuscatleca. Muy en particular queremos
salvar y reproducir aquellos árboles y arbustos con valor nutricional y medicinal. Son esas
especies que nos pueden dar mayor seguridad alimentaria dentro de esta época de tanta
inseguridad y explosividad climática.

Un plan integral de mitigación del cambio climático y recuperación ambiental requiere


la participación activa de las instituciones académicas y de investigación. Sabemos la
dirección en general, pero nos hace falta definir el camino exacto para llegar a un planeta
ambientalmente viable, climáticamente estable y socialmente justo. Cada facultad, cada
departamento y cada disciplina de cada universidad puede contribuir al gran viraje
necesaria para salvaguardar futuras generaciones. RAMA le invita a cada una y uno de
Ustedes a ayudar en esa tarea imprescindible de nuestra época histórica.

¡El futuro de la tierra está en nuestros manos!


El bambú estructural es sismo y huracán
resistente.
La elección del milenio: la miseria dentro de champas de lámina, plástico y desechos
vegetales o casas dignas del bambú
Obras públicas, así como casas dignas para toda la población pueden ser hechos por el bambú
estructural cultivado y procesado localmente

El bambú puede ser idóneo en dinamizar una economía débil.


Productos del Bambú
Para generar una economía ecológica popular, se necesita un amplio
abastecimiento de materia prima. Construyendo y confeccionando con el
bambú puede ayudar al país a superar un modelo económico en el cual se
importan bienes de valor agregado y se exportan las ganancias. Así la
riqueza se va y la pobreza queda.

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