La muerte es algo que aterroriza a la mayor parte de las personas. Empezando
con la Biblia, se nos dice que todos nacemos culpables y pecadores, que merecemos morir, que el humo del tormento subirá por los siglos de los siglos, y para colmo de colmos, se busca conciliar toda esta idiotez con la existencia de un soberano del Universo que es esencialmente amor. La gente vive aterrorizada, creen que el diablo está al doblar de la esquina queriendo hacerles caer. Creen que si no dan dinero a su pastor, están demostrando que no dan pruebas de verdadera conversión, y como tal, el infierno está al asecho. En suma, estamos programados a la esclavitud! Imaginemos que las gotas de un lago se contemplan entre si. Se dan cuenta de que muchas evaporan y desaparecen. El temor les embarga ante la posibilidad de la inexistencia. Una gota más gorda les dice que si ellas no pagan cupo (diezmos o ofrendas) están condenadas al sufrimiento eterno o a la inexistencia. Por su forma pulida de hablar, y respaldada por un libro negro de origen semítico/goticula, se les dice que hace 2000 años, una gota divina vino a evaporar por nosotros para que podamos vivir de forma condensada por toda la eternidad. También se dice que esta gota mesiánica se condensó al tercer día y que ascendió a las nubes en forma no vaporosa. Por último, las gotas gordas, dicen ser los representantes de la gota divina y prometen salvación mientras que cobran cupos religiosos. Bueno, así de infantil es el mundo occidental. No hay que tener miedo a la muerte. Nadie necesita de copiar a Jesús, a Buda, a Krishna ni a Mahoma. Cada cual es quien es: único, bello y personal. Se pueden recoger enseñanzas de todos estos maestros, también de Lao Tse, de Bahaullah, de Rama o de quien sea... Pero siempre rechazando a lo que no sirve. Cada cual debe de buscar emancipar su consciencia y escuchar a la sabiduría divina de su alma. Morir es como expirar para volver a inhalar. La muerte es el portal de ingreso de una nueva vida en la rueda del Samsara. Huir de la muerte es huir de la vida. No sigamos engordando a las gotas gordas que no nos dicen que con la evaporación, sigue la condensación de una nueva existencia. Al dejar el cuerpo físico, no hacemos más que liberar la esencia de nuestra consciencia para que podamos seguir con nuestro viaje eterno.