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Los
expresivos ojos color verde ámbar que rogaban ser amados me
retuvieron. Una mirada y supe que quería que Lany Harris fuera
mío. Convencerlo de mis buenas intenciones podría llegar a ser
más difícil que intentar convencer a mis superiores de que alguien
había ido por nosotros. 2
Evidentemente era una locura.
La canela y el whisky tenían un delicioso aroma, él era
comandante del S.W.A.T, Teniente Salvador Delvecchio. Deseaba
envolverme en su aroma, hundirme en él, y nunca salir. Quería ser
devorado por todo lo que era el letal hombre que tuvo que
rescatarme y que había decidido que yo le pertenecería.
Yo era un desastre caliente.
3
STORMY GLENN
Capítulo uno
Lany
1
Cariño
Una mano fuerte se cerró sobre mi hombro antes de empujarme
hacia él, acomodándome a su lado. Sus dedos enredados en mi
cabello en la base del cráneo, masajeando con suavidad.
No podía apartar los ojos de su cincelado rostro, ni siquiera
cuando comenzó a hablar de nuevo en un bajo tono amenazante
cuando sus ojos se posaron en el hombre que me había estado
golpeando.
―Preguntaré otra vez, ¿hay algún problema aquí?― Sus ojos se
volvieron fijos e ilegibles como la piedra. Eran tan fríos así como lo
eran de hermosos.
¿Quién hizo eso? ¿Quién pensó que la mirada de la muerte era 9
hermosa?
Bueno, ¿además de mí?
Yo estaba en un pequeño problema.
―Mira― alguien estalló furioso―esta mierda-
No sentí que nos movíamos, pero de repente estábamos al otro
lado del baño. El brazo envuelto alrededor de mí se quedó dónde
estaba, pero el otro brazo lo levantó, el hombre se estaba
poniendo de color azul.
―Lo siento, no me parece haber escuchado lo que has
dicho. ¿Hay algún problema aquí?
―No... no hay problema― El hombre azul se ahogaba mientras se
agarraba de los dedos envueltos alrededor de su garganta, sin
duda, estaba cortándole el aire hacia sus pulmones... y tal vez a su
cerebro. Tenía que ser estúpido para fulminar con la vista al
hombre que lo tenía fijado en la pared.
Yo estaba mirando, pero me preguntaba cómo se vería desnudo,
no como si quisiera atacarlo.
Era peligroso, atractivo y quería lamerlo.
Cada delicioso centímetro.
Quizá un par de veces.
Y él lo sabía.
Dejó caer al hombre que me había golpeado como si pensara que
no era nada, incluso despreciándolo antes de que golpeara el
suelo, y luego él regresó hacia mi esos potentes ojos, la frialdad en
sus ojos se derritieron en oro líquido. Yo era su único centro de
atención.
Me olvidé de todo mientras la sangre se acumulaba en mi ingle,
endureciendo mi pene hasta que dolía.
Tenía problemas para respirar.
―¿Tienes hambre, caro? 10
Realmente no.
―Podría comer― le contesté.
Su sonrisa era devastadora, robándome el aliento.
Su poderoso cuerpo musculoso se movía con mucha gracia
mientras se daba vuelta dirigiéndose a la puerta del baño. El
repentino destello de movimiento fue la única cosa que podría
haber arrancado mis ojos lejos del hombre que me llevaba fuera
de la habitación.
Antes incluso de terminar de inhalar, el hombre se dio la vuelta y
le dio una patada a su atacante en la cabeza. Él nunca aflojó su
agarre en mí, acunándome suavemente a su lado mientras se
movía. Yo sólo sentía como si estuviera dando un paseo flotando.
El chico al que le dio la patada golpeó la pared y cayó al piso.
Él ya no se levantó.
―Tienes hermosos ojos, caro.
¿Qué?
Mi mirada quedó atrapada por la mirada ardiente de los ojos del
hombre mientras me abrazaba.
―Soy Lancaster Harris III.― Me lamí los labios, sin perderme la
manera en la que los ojos del hombre siguieron el
movimiento. ―Encantado de conocerte.
―Ese es un hermoso y largo nombre para un chico tan pequeño.
Mi cara enrojeció mientras bajaba la mirada. Yo sabía que era
pequeño. Haber nacido tres meses prematuro y un poco enfermizo
había hecho para mí más difícil el crecer como cualquier otro niño.
Y a pesar de que ahora ya era un adulto, me parecía que todavía
luchaba por crecer.
―¿Qué tal si te llamo Lany?
Mi cabeza voló cuando levanté la mirada. ¿Él quería darme un 11
apodo?
―Lany estaría bien.― Diablos, Lany era jodidamente
fantástico. Yo odiaba que me hubieran llamado Lancaster, pero
este era un nombre familiar. Yo de cierta manera no tuve ninguna
elección en el asunto. Tampoco estaba muy emocionado de que me
llamaran junior, pero así es como mi familia se refería a mí.
Lany era mucho mejor que Junior.
La sonrisa del hermoso hombre era incluso mejor. Me provocó
un cosquilleo en la boca del estómago.
―Hola, Lany. Soy Salvador Delvecchio.
―Salvador― yo respiraba a duras penas.
El magnífico hombre decididamente parecía tener una fuerte
influencia en mi capacidad para inhalar y exhalar.
―Sal.
―Sal―. Sonreí. ―¿Eso es italiano?― Pregunté. Podría tener
sentido si lo fuera. El ligero y profundo sonido de su voz sonaba
italiano.
―Lo es, caro.
Fruncí el ceño cuando las palabras de Sal se unieron en mi
cabeza.
―¿Caro es italiano?
Sal parecía divertido por mi confusión.
―Soy francés por parte de mi madre, e italiano por parte de mi
padre.
Bueno, entonces eso lo explicaría.
―Así es― estuvo de acuerdo Sal.
―Oh.― Sentí que mi piel se ruborizaba. ―Supongo que he dicho
eso en voz alta, ¿verdad?
―Lo hiciste. 12
―Yo hago eso.
Muchísimo.
―A veces olvido pensar antes de hablar.
La palabra “a veces” se alargaba porque era increíble y la usaba
todo el tiempo, pero yo quería gustarle a este chico. Yo parecía
gustarle. Me miraba como si le gustara.
Me miraba como si quisiera devorarme.
―¿Vas a devorarme?
Sentí que mi aliento quedaba atrapado en mi garganta cuando él
sonrió.
No me había dado cuenta que había sido llevado de regreso al
salón principal del bar hasta que todo el ruido alrededor de
nosotros se detuvo. Aparté mis ojos del irresistible y hermoso
hombre que seguía abrazándome y miré alrededor de la
habitación. Me acerqué más al calor de Sal cuando me encontré
que todo el mundo en el bar estaba mirándome, observándome.
¿Qué estaban esperando?
―Probablemente debería irme.― Antes de terminar aplastado en
el suelo junto con las cáscaras de cacahuete.
―Deberías quedarte donde estás.― Sal se mantenía agarrado con
fuerza alrededor de mi cintura reforzando sus palabras con un
gruñido. Yo no iría a ninguna parte hasta que Sal decidiera
liberarme.
Sal caminó y se sentó en una silla junto a la pared del fondo. Un
instante después, me levantó, me sentó en sus musculosas piernas,
y luego me acomodó de la manera en que él quería. No podía
decidir sobre lo que le estaba pasando a mi cuerpo. En este
momento, él le pertenecía a Sal.
Realmente no podía decir que tenía un problema con eso.
Ahí voy diciendo disparates otra vez. 13
Sal se dirigió hacia uno de los hombres que estaba sentado en la
mesa con ellos. No les había prestado mucha atención cuando nos
sentamos. Sencillamente porque ellos no eran Sal. En mí cabeza,
ellos no tenían importancia.
―Tráele comida a mí chico― ordenó Sal.
El fuerte gruñido detrás de mí capturó lo suficiente de mi
atención para dar la vuelta y mirar por encima de mi hombro. Un
hombre grande estaba parado, rodando sus ojos oscuros. Era
evidente que no le gustaba ser convertido en un chico de los
recados.
Chico. Sal me había llamado chico.
Eso debería molestarme.
―Tus ojos en mí, caro.
Mi respiración quedó atrapada en mi garganta una vez más
cuando me di la vuelta y me encontré sus cobrizos ojos
mirándome fijamente. Con intensidad. Apoderándose de mí. Su
mano se dirigió a la parte posterior de mi cabeza, sosteniéndome
allí. Se inclinó y me besó, despacio, tomándose su tiempo. Nuestros
labios se encontraron, se separaron, y luego se volvieron a
encontrar. Su lengua se deslizó entre mis labios, separándolos
antes de profundizar en el interior para explorar, y conquistar.
Mis manos se agarraron de su ajustada camisa. Me presioné más,
necesitando más de su calor. Dios, él era tan cálido. En todas
partes en que nos tocábamos, mi piel se incendiaba. Quería
meterme dentro de él y nunca salir.
Me quejé cuando él se apartó, me sentí casi abandonado. La
fuerte risa que salió de su boca no hizo nada para detener mi
ardiente deseo. La barba de unos días que cubría su cincelada
mandíbula cuadrada había dejado mi piel dolorida. Tenía ganas de
frotar mi barbilla... sobre él. 14
―Me besaste.
La esquina de los labios del hombre se contrajo.
―Planeo besarte muchas veces.
―¿Por qué?
Sal se rió. Era un hermoso sonido, todo profundo y retumbante.
―Dios, eres hermoso.― Susurré las palabras, una vez más,
olvidando detener mi boca. Esta vez yo tenía una buena
excusa. Cada gota de sangre en mi cuerpo se había acumulado en
mi ingle. No quedaba nada para dar vida a mi cerebro.
Extendió la mano y se apoderó de mi barbilla, sus dedos dejando
un camino ardiente mientras se deslizaban sobre mi ardiente
barbilla. Su pulgar acariciando mi labio inferior.
―Tú eres el único que eres precioso, caro.
―No lo soy― insistí. ―Yo solo... yo soy yo.
Arqueó su perfecta ceja.
―Veo que tendré que ser el único que piense entre nosotros.
Fruncí el ceño, inclinando la cabeza. Confundido.
―¿Qué?
Sal se rió de nuevo.
Parecía reírse mucho a mi costa. No estaba seguro que me
gustara.
―Tú no te estás riendo de mí.
Apreté mis labios cuando Sal se quedó inmóvil. Probablemente
debería haber mantenido la boca cerrada. Cuando la mano de Sal
se movió alrededor de mi garganta, Tomé una respiración, rápida
y profunda, solo en caso de que no fuera a ser capaz de respirar
durante los próximos momentos.
Sal bajó la cabeza y suavemente mordió el lóbulo de mi oreja.
―Que…― Me estremecí con deseo, la carne de gallina cubría mi
piel. ―¿Qué estás haciendo? 15
Dios, ¿podrías hacerlo de nuevo?
―Silencio, caro.
No sabía qué pensar cuando estaba presionado contra el pecho
de Sal, empujó mi cara en su cuello.
―Oh― dije en voz baja mientras me empujaba para acercarme
más al maravilloso aroma que emanaba del hombre. ―Hueles muy
bien.
Canela y whisky.
Esa era la única manera de describir el aroma embriagador que
obtenía cada vez que respiraba. Yo no era un gran fan del whisky
simplemente porque ya tenía suficientes problemas sin beber, y el
hecho de que una bebida del fuerte licor podía hacer que
aterrizara en mi culo.
Pero amaba el olor del whisky y amaba el olor de la canela. Las
dos fragancias juntas creaban algo tan delicioso que quería
bañarme en ellas.
No creía que Sal lo aceptaría.
―Me agrada que te guste la forma en que huelo.― Las palabras
fueron pronunciadas en voz baja, la respiración de Sal soplaba
suavemente contra mi oído.
―Tú hueles delicioso.
Sí, él iba a devorarme.
16
Capítulo dos
Salvador
2
tzatziki cucumber dressing especial para vegetarianos se prepara con yogurt desnatado,
pepinoorgánico, ajo, aceite de olivo extra virgen , jugo de limón, pimiento morrón, sal y
pimienta al gusto
Hice mi mayor esfuerzo para mantener la sonrisa en mi
cara. Considerando hasta qué punto mi estómago estaba revuelto,
no fue fácil. No había nada de lo que Lany había mencionado que
sonara apetecible para mí. Yo era el tipo de persona de carne y
papas. Yo necesitaba una gran cantidad de proteínas que ayudaba
a mantenerme fuerte, no esa rara comida de conejo.
―¿Bistec?― Pregunté esperanzado.
Lany negó con la cabeza.
―Yo no como carne roja.
Maldita sea.
―¿Cerdo? ¿Pollo? ¿Pescado? ―Yo podría llegar a un acuerdo. La 19
mayoría de las veces.
La sonrisa de Lany se hizo más grande.
―Me encanta el pollo y el pescado.
Lo aceptaría.
―Tengo una receta de ese maravilloso pollo al limón y miel con
salsa de mango y pepino― dijo Lany, la emoción tiñendo su
voz. ―Realmente es excelente.
―¿De verdad?― Pregunté. ―¿Y con qué se acompaña?
―Me gusta con arroz, pero supongo que se puede servir con
cualquier cosa.
―¿Y qué te parece mañana por la noche?
Las cejas bien arregladas de Lany se juntaron.
―¿Para qué?
―Para que me cocines el pollo al limón y miel.
Tan rápido como se habían juntado, las cejas de Lany se
levantaron en la frente. ―¿Voy a prepararte la cena?
―Bebé, no sé cómo cocinar el pollo al limón y miel.― También
deseaba una noche a solas con Lany. Quería llegar a conocerlo más
antes de que el mundo real se filtrara sobre nosotros.
―Oh.
Sonreí mientras observaba todas las emociones que cruzaban la
cara de Lany. El chico primero se sorprendió, y luego se mostró
confundido. Podía entender eso, teniendo en cuenta que
acabábamos de conocernos. Lany parecía estar teniendo
problemas en entender que yo estaba interesado en él. Yo podría
resolver ese problema por él en cinco minutos y una superficie
plana.
Tal vez dos minutos.
―¿No me quieres cocinar la cena, caro?― Le pregunté mientras
lo acariciaba con los dedos a un lado de su rostro. Dios, amaba su 20
sedosa y suave piel.
―Me encantaría― Lany respondió al instante―Pero ¿estás
seguro?
―Sí.― Me incliné y presioné un beso en sus seductores
labios. ―Estoy seguro.
Esta vez, el “Oh” de Lany sonaba nervioso. Era un sonido que
descubrí que me gustaba mucho. Sólo tenía que encontrar la
manera de escucharlo de nuevo.
Una vez que dejé de besarlo, froté mi pulgar sobre su labio
inflamado.
―Realmente eres hermoso, Lany.― Definitivamente, me dejaba
sin aliento.
Cuando Booker llegó a la mesa y puso otro plato encima, le di un
rápido vistazo antes de ponerlo frente a Lany.
―¿Esto es mejor, caro?
―Es algo griego― dijo Booker mientras se dejaba caer en su
silla. ―El cocinero dijo que no hay nada frito en esto.
Sabía que algo estaba mal cuando Lany intentó sonreír con los
labios apretados.
―Gracias― dijo mientras abría el delgado pan y escarbaba
sacando con los dedos alguna clase de carne plana color café.
―¿Esa es carne?― Le pregunté porque realmente no lo
sabía. Nunca había pedido este platillo antes.
La nariz de Lany se arrugó.
―Cordero.
―¿Eso está en la lista de lo que no debes comer?
Lany le dio un vistazo rápido a Booker antes de inclinarse cerca
y susurrarme:
―Es de un corderito bebe, Sal.
Desde luego. 21
―Recordaré eso.
Lany inclinó la cabeza a un lado. Era adorable.
―¿Por qué harías eso?
―Recordaré todo acerca de ti, Lany.
―¿Por qué?― El hombre parecía realmente confundido.
¿Cada hombre sobre el planeta era ciego?
―Porque voy a hacerte mío.
―¿Tú vas a hacer qué?
Traté de mantener mi mandíbula apretada para que no se
abriera, pero no estaba seguro de que hubiera un poder en la
Tierra que pudiera haberlo logrado. Yo estaba demasiado
conmocionado. Y entonces empecé a preocuparme. Yo no había
tenido la impresión de que Lany fuera sencillo, pero tal vez estaba
equivocado. Yo había pensado que el hombre era dulce e inocente.
―Quiero que seas mío― le dije con cuidado, por si acaso no
entendió mis palabras.
―Tú has dicho que― insistió Lany. ―¿Tú qué?
Me reí, simplemente porque no podía pensar en otra cosa que
hacer. Lany parecía tan serio.
―Quiero que seas mi amante, caro.
Lany se detuvo un momento con la boca abierta y el sándwich a
medio camino. Por un instante, él se le quedó mirando, luego junto
los labios y despacio volvió a colocar la comida en su
plato. Observé con absoluta fascinación como Lany se limpió la
boca con una servilleta de papel y luego juntó las manos en su
regazo. Sus dedos se pusieron blancos mientras apretaba la
servilleta.
Su espalda estaba tensa, y la luz de sus bellos ojos verde ámbar
se había apagado.
―Es muy grosero jugar con los sentimientos de las personas, 22
Sal. Te agradecería que no jugaras con los míos.
Dios, tan correcto.
Y también muy inocentón.
Curvé mis dedos en el cuello de la camisa de Lany y tiré de él
hasta que nuestras narices casi se tocaban. Mi mirada era
insistente mientras intentaba trasmitirle todo lo que estaba
sintiendo en ese momento. Poco a poco, con vacilación, los ojos de
Lany se agrandaron.
―No estoy jugando, caro.
Presioné mis labios contra Lany, manteniendo nuestros ojos
enganchados. Lany gimió, y en cuestión de segundos, él también
estaba presionando, abriendo su boca, y permitiéndome entrar.
Pensé que iba a arder en llamas cuando su lengua trazó el borde de
mis labios.
Devoré los labios de Lany con los míos antes de hacer el
recorrido por su barbilla, hasta la tierna piel de su garganta, una y
otra vez, provocando al dulce hombrecito. Mis manos recorrieron
el pecho de Lany, a los lados, y luego a su culo, manteniéndolo
apretado contra mí.
―Quiero que seas mío, Lany― susurré contra sus labios. ―No
voy a aceptar un no por respuesta. Te acosaré si tengo que hacerlo.
Lany se rió -un delicioso sonido- se inclinó hacia atrás
apartándose lo suficiente para que sus labios no se rozaran contra
los míos.
―Hay leyes en contra de eso, ¿sabes?
No había muchas cosas que no pudiera hacer para poseer a
Lany.
―Sólo si me atraparan.
―Entonces aquí es donde probablemente tengo que decirte que
trabajo en la Comandancia de Policía. 23
―¿Sí?― Sonreí porque era casi perfecto. ―¿Qué haces ahí?
―Soy el asistente personal de mi tío― respondió Lany. ―El
Comandante de la policía.
Oh maldición.
―¿Tú tío es el Comandante de la policía?
La sonrisa no abandonó los labios de Lany mientras asentía.
―Tío Jerry.
Cerré los ojos y pegué mi frente contra la de Lany. Su tío siendo
el Comandante de la policía, iba a hacer mi reclamación del dulce
chico sólo un poco más interesante, pero no imposible.
―Tío Jerry― dije mientras abría los ojos. ―Supongo que no tiene
planes de transferirte a otra división dentro de poco, ¿verdad?
Lo que era una posibilidad.
Lany se rió de nuevo, un sonido que pensé se asemejaba mucho
a la felicidad.
―No.
Inhalé como si estuviera terriblemente molesto hasta que vi
como desaparecía la sonrisa de los labios de Lany.
―¿Eso quiere decir que no vas a acosarme?
―No― le respondí con honestidad, porque francamente, no creo
que nada me iba a impedir mantenerme cerca de Lany. ―Sólo
significa que tengo que mantenerme encubierto en mi
persecución.
Yo era muy bueno en trabajar de encubierto.
Señalé la comida abandonada en la mesa.
―Come, caro.
La sonrisa de Lany estaba de vuelta en su cara cuando levantó su
comida y empezó a comer. Observé, con satisfacción que estaba
dando algo esencial al hombre que tenía toda la intención de que
me perteneciera. La vida podría reducirse a tres objetivos 24
diferentes. Alimentos, refugio y seguridad. Fue lo mismo para los
hombres de las cavernas y era lo mismo para los seres humanos en
la actualidad.
Mientras observaba comer a Lany, sabía que ya tenía la parte de
los alimentos cubierta por el momento, y me aseguraría de que mi
piso estuviera lleno de todas las cosas que a Lany le encantaba
comer. Refugio no sería un problema, ya sea tan pronto como
tuviera a mi bebé en mi casa.
Quizá jamás lo dejaría salir de nuevo.
Fue el enfoque de la seguridad lo que más me preocupaba. El
mundo era un lugar peligroso y yo no estaba seguro de si
realmente Lany comprendía eso. Diez minutos en su compañía y
yo ya podía decir que caminaba a través de la vida con la cabeza en
las nubes. Tan adorable como encontraba eso, también era
exasperante. No podía dejar que le pasara algo a Lany, y eso
significaba dejarlo continuar viviendo en su inocente mundo de
ilusiones.
Yo mataría a cualquiera que amenazara la seguridad de
Lany. Era tan sencillo como eso. Yo no era alguien que creía en
cuentos de hadas, pero una mirada hacia los expresivos ojos color
verde ámbar de Lany, y sabía que ya era un caso perdido. Ningún
poder sobre la tierra podía haberme sorprendido más, tal y como
lo había estado no hace más de una hora. Mi mundo había
cambiado por completo con tan solo una mirada, y ni siquiera
luché contra ella.
Amé la manera en la que Lany me estaba mirando, inseguro e
intrigado al mismo tiempo. Esto desplegó algo profundo en mis
entrañas que no me había dado cuenta que estaba con
nudos. Extendí la mano y aparté un mechón de cabello de la frente
de Lany. 25
La suave inhalación de Lany no escapó a mi atención. Sonreí aun
cuando mis labios rozaron su mejilla hasta su oreja.
―También, me quitas el aliento, caro.
―¿Yo?― definitivamente allí hubo un grito de incredulidad en su
voz.
Lo sabía, ya antes lo había pensado, pero ahora podía
asegurarlo. Cada hombre en el mundo debía ser ciego y
estúpido. Lany era un tesoro, uno que tenía toda la intención de
conservar para mí.
Cuando Booker se aclaró la garganta, suspiré y me incliné hacia
atrás para poner un poco de distancia entre mí y Lany. Era una
tentación que me hacía olvidar donde estábamos. No me
importaba, pero a la mejor a Lany podría importarle. A pesar de
que yo no tenía la intención de vivir en el armario con él, yo no
había tenido aún la oportunidad de discutir con Lany cómo se
sentía y yo no quería hacer nada que pudiera borrar la sonrisa de
su cara.
Yo sabía que tenía una sonrisa en mi cara cuando Booker rodó
los ojos. El hombre nunca había entendido mi fascinación por los
hombres más pequeños. A él le gustaban los hombres lo
suficientemente grandes como para luchar.
Él era así de raro.
Yo, por el contrario, me gustaba la suavidad que podía tocar
sobre la piel sedosa de Lany. Me gustaba estar por encima del
hombre. Me gustaba que yo pudiera levantarlo en mis brazos y
sostenerlo contra la pared... Y yo tenía toda la intención de hacerlo
tan pronto como lo llevara a mi apartamento.
Hablando de eso…
―¿Estás listo para irnos, caro?
Justo así de rápido, la sonrisa desapareció de los labios de 26
Lany. Se puso tenso por un momento antes de que sus hombros se
derrumbaran.
―Supongo que es hora, ¿verdad?
Me sentí perdido. La tristeza que se desprendía de Lany era
marcada, me rompía el corazón. Me daban ganas de envolver al
hombre en mis brazos y nunca dejarlo ir.
―Gracias por...― La mano de Lany se agitó sin rumbo hacia el
baño y luego al plato vacío sobre la mesa. ―Si me dices cuanto fue
de la comida, voy a-
―Yo me encargaré de eso.― Yo sabía que había un gruñido
áspero en mi voz, pero no era capaz de evitarlo. Proveer a Lany iba
a ser sólo una de las cosas que haría para el chico a partir de
ahora. La necesidad de cuidar de él en un nivel tan básico estaba
arraigada en mí.
Tomé entre mis dedos la barbilla de Lany y acerqué su cara a la
mía. La tristeza que seguía oscureciendo sus ojos se me clavó en el
corazón.
―¿Qué pasa, Caro?― ¿A quién necesito matar para borrar esa
mirada triste de tu cara?
―Yo sólo...― Mis ojos se posaron en los labios de Lany cuando su
lengua rosada salió y se movió a través de ellos. Dios, que no haría
para tener esa deliciosa lengua sobre mí. ―Realmente me la pasé
muy bien. Fue hermoso haberte conocido.
La mano de Lany tendida hacia mí casi me hizo reír.
Casi.
―Tal vez podamos cenar de nuevo algún día.
Gruñí.
―Quiero decir, si tú quieres― dijo Lany rápidamente.
―¿Pensé que ibas a cocinarme la cena mañana por la noche?
Lany se iluminó. 27
―Pollo al limón y miel.
―Sí.― Yo estaba feliz de que lo recordara.
―¿Estás seguro que quieres cenar conmigo?― Preguntó
Lany. ―Tú no tienes que hacerlo, ya sabes. Podríamos irnos a mi
apartamento.
Detuve a Lany presionando un dedo contra sus labios. Yo sabía
adónde iba el chico con sus palabras, y tanto como la fantasía me
excitaba, quería más de Lany que una rápida cogida.
―Como tú vas a pasar esta noche y todas las noches, en mi cama,
no tengo ninguna duda de que vamos a terminar teniendo sexo― y
un montón de eso ―pero también quiero conocerte fuera de la
cama, caro. Quiero saber absolutamente todo sobre ti.
―No, no quieres.― La intensidad en los ojos de Lany cuando
sacudió la cabeza me dijo enfáticamente que el chico realmente
creía las palabras que había pronunciado.
No podía estar más lejos de la verdad.
Curvé mi mano alrededor de la nuca de Lany y lo atraje hacia mí
lo suficiente como para sentir su aliento soplar en mi cara.
―Quiero saber todo sobre ti, Lany. Todo.
La cabeza de Lany se inclinó hacia un lado, juntando las cejas y
arrugando la piel entre ellas.
―¿Por qué?― Preguntó, la falta de comprensión haciendo eco en
el tono de su voz. ―Dije que lo haría…
―Debido a que tú me interesas.― Yo no sabía cómo ni por qué, y
no estoy seguro que me importara, pero en el lapso de solo una
mirada, Lancaster Harris III se había convertido en algo vital para
mi existencia. ―Eres importante. Eres atractivo, tierno y gracioso y
no puedo esperar para descubrir todo lo que hay que saber acerca
de ti, dentro y fuera de la cama.
―Tú...― Las cejas de Lany se fruncieron aún más. ―No logro 28
entenderlo.
―Oh, caro.―
Dios, ¿Con quién había estado saliendo este chico?
Apreté a Lany contra mi pecho, metiendo su cabeza debajo de mi
barbilla. Bajé la mano del cuello de Lany a la parte baja de su
espalda. Necesitaba sentir su piel, deslicé mi mano bajo la camisa
de Lany y acaricié su piel sedosa en pequeños círculos.
―La única cosa que tienes que entender, Lany, es que eres mío.
Y yo lucharía contra cualquier persona que pensara en llevarse a
Lany lejos de mí.
Capítulo tres
Lany
Salvador
Lany
***
Salvador
79
Capítulo Siete
Lany
***
92
Capítulo Ocho
Salvador
Lany
***
115
Capítulo Diez
Salvador
6
Ventilarlo es decir las cosas en voz baja
―¿Cómo demonios sabe eso?― Booker le gruñó mientras se
levantaba de un salto.
Gruñí hacia el hombre.
Lany pareció ignorar el gruñido de Booker o mi enfado contra el
hombre por gruñirle. Sus párpados se abrieron mientras se
estiraba.
―He pasado mucho tiempo en los hospitales. Sé cómo suena un
sistema de filtración de aire y sé que este suena como si algo lo
estuviera bloqueado. Éste está bloqueado por algo o está a punto
de explotar.
Mi enfado contra Booker se convirtió directamente en pánico, 125
Booker y yo levantamos la vista hacia arriba y vi una nube de gas
blanco--grisáceo que fluía por la rejilla de ventilación en el techo.
―¡Demonios!― Ignoré los pinchazos en mi brazo mientras
levantaba a Lany y luego se deslizó a un lado de la cama. Agarré la
manta que nos había estado cubriendo y la puse sobre la cabeza de
Lany antes de correr a toda velocidad hacia la puerta. ―¡Dispárale
a esa ventana!
El gas necesitaba ser ventilado antes de que matara a
alguien. No estaba seguro de qué tipo de gas era, pero cualquier
cosa que se canalizaba en una habitación de hospital a través del
sistema de filtración de aire no podía ser nada bueno.
Booker sacó su pistola y disparó a la ventana. Una ráfaga de aire
frío llenó la habitación, dispersando la nube de gas.
Ya en el pasillo, corrí hasta el control de enfermeras.
―Necesitas evacuar esta sección del hospital― le grité a la
primera enfermera que vi. ―Llama a la policía y a materiales
peligrosos.
La enfermera solo se quedó parada allí mirándome.
―¡Muévase, señora!― Estallé. ―Hay gas llenado mi habitación.
La mujer se quedó parada un momento más antes de girar y
levantar el teléfono.
Mientras que ella llamaba a las fuerzas, puse a Lany en sus
pies. El chico estaba balbuceando. Me sonrió y lo jalé para darle un
beso rápido antes de llevarlo a una pequeña sala de espera.
―Quédate aquí.
―Sal-
―Quédate aquí, Lany― le dije con una voz más
severa. Necesitaba saber que Lany estaba en un lugar seguro.
―Sal-
―Sólo haz lo que digo, Lany.― 126
―¡Sal!
―¿Qué?
Los ojos de Lany se agrandaron con toda intención mientras
señalaba a mi bata.
―Tu trasero está paseándose libre.
Rápidamente me puse firme, mi mano fue a la apertura de mi
bata detrás de mí. Apresurado agarré las dos secciones de la bata
y la cerré, ocultando mi culo desnudo de la mirada de cualquier
persona.
Dios, odiaba los hospitales.
―Puedes conseguir una bata de una de las enfermeras― dijo
Lany. ―No va a ser muy cómodo, pero va a ocultar todas tus partes
y piezas.
Estaba totalmente a favor de ocultar mis partes y piezas.
―Quédate aquí― le dije a Lany de nuevo.
Una vez que el chico asintió, me di la vuelta y corrí de prisa a la
estación de enfermeras.
―¿Tiene una bata que pueda usar?
―Estos quizá te sirvan más― dijo Booker mientras se acercaba
con una bolsa de plástico conteniendo mi ropa. ―Pienso que tal
vez estés más cómodo en tus propias cosas.
Oh, diablos claro que sí.
Agarré la bolsa y corrí de prisa regresando a la sala de
espera. Aventé la bolsa sobre una de las sillas y me quité la ropa.
―Vigila la puerta, Lany.
Lany cerró la puerta y se paró frente a esta.
Él me estaba mirando.
En el momento en que terminé de ponerme la última pieza de mi
ropa, pude ver una protuberancia en la entrepierna de los 127
pantalones de Lany. La excitación de Lany prácticamente vibraba
en el aire. Hice una mueca sonriendo mientras me ponía las botas
después me colgué la cadena con mi placa de identificación
alrededor de mi cuello. Mi arma de servicio entró en la funda de
pistola en la cadera. Mi arma de reserva entró en su funda en mi
bota.
―Entonces, esas esposas― dijo Lany antes de lamer sus
labios. ―¿Esas son las reglamentarias de la brigada?
―Lo son.― Podía ver hacia donde la mente de Lany estaba
corriendo y yo no podría decir que era contrario a la idea. ―Tengo
otro juego en casa con el que podemos jugar cuando este lío esté
arreglado.
Los ojos de Lany chocaron con los míos.
―¿De verdad?
Me reí. El deseo de Lany brillaba como un localizador en su
rostro. Hice todo lo que pude para no tirar el hombre allí mismo en
la pequeña sala de espera y arrancarle la ropa.
Sin embargo, su seguridad era lo primero.
―Vuelvo por ti tan pronto como pueda, Caro. Sólo necesito
asegurar la escena y asegurarme de que nadie está en situación de
peligro. Dime que te quedarás aquí.
Lany asintió.
―Regresaré pronto.
Presioné un beso rápido en sus labios saliendo a toda prisa de la
sala de espera. Los pasillos estaban plagados de policías mientras
que el personal de enfermería trataba de sacar a todos los
pacientes del ala a un lugar seguro. Una mirada y sabía que iba a
pasar un buen tiempo antes de poder regresar por Lany.
El lugar era un completo desorden. 128
Capítulo Once
Lany
141
Capítulo Doce
Lany
Salvador
9
Quántico, es un pueblo situado en el condado Príncipe William en el Estado de
Virginia Estados Unidos, donde se encuentra La Base del Cuerpo de Marines, y la Academia
de Formación del FBI
Las cejas de Burke se levantaron.
―Lany?
―Lancaster Harris III.― Me encogí de hombros. ―Lany suena
mejor.
―¿Tienes alguna foto?
―No conmigo― le contesté, deseando más allá de lo creíble
poder tener una fotografía de Lany conmigo. ―Me quitaron el
celular cuando llegué aquí.
Las cejas de Burke se levantaron de nuevo.
―¿Y todavía no te lo han regresado?
―No, me dijeron que por razones de seguridad no me lo 160
devolverían hasta que me fuera. Ellos querían asegurarse de que
no hubiera ninguna fuga en la unidad especial.
―Lo que sencillamente significa que no puedes tenerlo mientras
estás en el trabajo. Es por eso que hay unos pequeños y ordenados
casilleros en la sala de empleados, así podemos cerrar con llave
nuestros objetos personales mientras estemos en el trabajo. Los
tenemos de nuevo cuando nos vamos...al final del día.
Mierda.
―¿Puedo tener mi celular en este momento?
―Por supuesto― respondió Burke. ―En primer lugar no
entiendo porque ellos te lo quitaron.
La única cosa que pasaba por mi cabeza fueron las cosas que
podía haber compartido con Lany. Cada noche salía de las
instalaciones del FBI y me iba a un hotel cercano. Me pasaba horas
acostado en la cama mirando al techo mientras pensaba en Lany,
sólo podía llamarle cada cierto tiempo, y para nada en el último
par de semanas.
Eso me volvía loco.
Gruñí cuando una ardiente furia prendió fuego en mis entrañas y
con rapidez se convirtió en un infierno.
―¿Dónde dijiste que fue el jefe?
***
Lany
175
Capítulo Quince
Salvador
***
Lany
―Lany, Caro?
Levanté mi cabeza apresurado.
―¿Sal?
Salté del catre y corrí hacia el intercomunicador en la pared.
―¿En realidad eres tú, Sal?― Presioné la mano contra la pared al
lado del intercomunicador.
Por favor, por favor que sea Sal. 181
Necesitaba con desesperación que fuera Sal.
La suave sonrisa que escuché me calentó de adentro hacia
afuera.
―Soy yo, Lany.
―Di algo en italiano.
―Tu sei una stella... la mia stella.
Las lágrimas brotaron de mis ojos ante la frase tan escuchada.
―Pensé que nunca ibas a llegar.
―Lo siento, Caro. Fue un poco difícil escaparme del trabajo.
Di un grito ahogado por la sorpresa.
―¿Mi tío te dijo lo que hicieron?
Escuché que Sal inhalaba con fuerza.
―¿Qué fue lo que hicieron?
―Todo el asunto de la fuga de gas.
―¿Qué pasa con la fuga de gas, Lany?
Tragué saliva.
―¿Lany?
―Yo... bueno... escuché por casualidad a mi tío y a mi padre
hablando. Mintieron acerca de la fuga de gas para así ellos poderte
enviar lejos. En realidad nunca hubo una fuga de gas. Fue un
cilindro de gas freón dañado en la unidad de aire
acondicionado. Mi tío preparó todo para que su amigo en el FBI te
mantuviera en las fuerzas especiales así ellos podían separarnos.
El silencio que siguió a mi declaración era estresante.
―¿Sal?
―No importa nada de eso, Lany.― Todavía había dureza en el
tono de Sal, así que sabía que estaba enojado. ―Necesito saber
cómo te sientes.
―Estoy bien.― Tenía la cabeza lastimada y mi cara estaba
adolorida, pero yo no iba a contarle eso a Sal. No en este 182
momento. ―Mmm, pues, Booker está aquí y-
―Lo sé, caro, siento mucho haberlo traído a tu vida. ¿Podrías
alguna vez perdonarme?
La voz de Sal era de dolor.
―¿No estás enojado conmigo?
Silencio.
Tal vez Sal me culpaba a mí por lo que había sucedido. Contuve
el aliento. No estaba seguro si podía manejar eso. Necesitaba a Sal
de mi vida, y si no lo estaba, no sabía lo que haría.
―Lo siento.
Quería rogarle a Sal que no estuviera enojado conmigo.
―Mierda, Lany. No tienes por qué disculparte.
―Si yo no hubiera-
―Bebé, no sigas.
Apreté los labios.
―Como te dije, no hay nada por lo que tengas que
disculparte. Sólo necesito saber si estás bien.
―Te extraño.
Podía escuchar la sonrisa en la voz de Sal cuando respondió.
―Yo también te extraño, caro.
―¿Cuándo puedo verte?
Estaba desesperado por verlo.
―En un momento iré por ti, caro. Solo mantente seguro en la
habitación de seguridad. Estaré ahí pronto.
Cerré los ojos cuando las lágrimas brotaron.
―Está bien.
―También, en realidad me estaba gustando esta cosa de la
habitación de seguridad por lo que está pasando allí. Creo que
deberíamos vivir en tu departamento. Es más agradable que el
mío. 183
Mis ojos se abrieron de golpe.
―¿Quieres vivir aquí?
Había soñado vivir con Sal. Nunca imaginé que podría ser
posible.
―A ti no te gusta mi condominio.
No, ni un poquito...excepto quizá por el baño.
―Es un lugar agradable. Yo solo-
Sal se rió, el sonido era cálido y feliz.
―No te gusta.
Sonreí mientras recargaba la cabeza contra la pared.
―No.
―A mí tampoco. Yo digo que se la vendamos a mi primo. Decoró
el lugar, después de todo.
―¿Crees que estaría interesado en comprarlo?―
―Gino ha estado molestándome durante años para que le venda
el lugar. Él va a dar volteretas cuando se entere de que finalmente
estoy listo para vender.
―Ya tengo ese par de copias de las llaves listas para ti, pero tú
tendrás que venir por ellas. Están en un tazón junto a la puerta de
entrada. ―Los escalofríos me recorrían por la seriedad de lo que
estábamos hablando, y lo feliz que me hacía. ―Podemos poner tu
nombre en la escritura tan pronto como salga de aquí.
―Oh, muy bien pondremos mi nombre en la escritura y el dinero
de la venta de mi condominio irá directo a una cuenta bancaria
mancomunada, pero eso tendrá que esperar. Tengo otros planes
para ti una vez que te saque de allí.
Mi interés se avivó.
―¿Qué?
―Han sido casi seis semanas caro.
―Sí― Exhalé. 184
Sólo el pensamiento de estar de nuevo en los brazos de Sal hizo
que mi pene engrosara.
―Date prisa.
―Estoy en camino, caro. Solo espérame.
―Siempre.
***
Salvador
188
Capítulo dieciséis
Lany