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Inconscientemente, cuando somos pequeños nos convertimos en un médico para curar a los

enfermos, soñamos caminar en el espacio como un astronauta, queremos apagar un incendio como
lo hacen los bomberos y buscamos la mejor forma de ayudar a los animales, jugando a ser
veterinarios. Este tipo de comportamientos son inherentes a la vida de un niño y, más allá de jugar a
ser grande, el pequeño está experimentando nuevas sensaciones que beneficiarán su desarrollo.

“El juego de roles favorece la imaginación, le permite al niño conocer el mundo que le rodea, ver
cómo se comportan los hombres y adquirir un nuevo lenguaje. Este le enseña al niño a ver otros
puntos de vista, lo que le ayudará a ser más flexible para solucionar los problemas y, como se trata
de una lúdica en grupo, aprenderá a trabajar en equipo”, dice Gloria Mercedes Isaza, sicóloga de
familia.

El jugar a ser otro le permite al niño estimular el desarrollo corporal, verbal y social, las capacidades
expresivas, proponiendo unas reglas y pautas que, al involucrar la imaginación, son más
interesantes, señala Esmeralda Quintana, actriz, titiritera del grupo Teatro Comunidad y maestra de
juego teatral.

Desde pequeños
A través de la imitación, los pequeños empiezan a repetir lo que hacen los adultos y las mascotas.
Este juego inicia hacia los 2 - 3 años de edad y se prolonga durante la etapa preescolar y primera
infancia. Si el pequeño está muy bien estimulado –añade la docente– a través del juego y el canto,
puede tener estas manifestaciones más temprano y puede contar con una mayor variedad de
‘repertorio’, de acuerdo con los juegos propuestos por padres o hermanos (si está en la casa) o por
las maestras y otros niños (si está en el jardín).

La primera manifestación de la repetición de personajes se da a través de sonidos, gestos y


movimientos comunes que adquieren de sus padres como mandar besos, hacer guiños, etc. Luego,
comienzan a crear mundos imaginarios donde hablan solos y representan varios personajes que
hacen parte de una misma historia.
Está dinámica es normal siempre y cuando el niño tenga claro que se trata de un juego “y, como tal,
tiene un principio y un final, en el cual el pequeño retoma su rol de niño”, afirma la sicóloga. Es
inadecuado –agrega– cuando adopta el papel del adulto para suplir la ausencia de un miembro de la
familia (padre, hermano, abuelo ausente y asume responsabilidades como proteger, consolar, etc.).
De ese modo, se está afectando el desarrollo normal del infante.
Una tarea de todos:
La sicóloga María Mercedes Isaza recomienda:

 No descalificar a los niños durante el juego, pues es una valiosa oportunidad para conocer cómo
caracterizan el rol del adulto.
 Estimular la imaginación y la fantasía, recordando que se trata de un juego, no de
la realidad.
 Tener en cuenta que se trata de un juego que no se prolonga indefinidamente en el tiempo.
 Los niños afianzan el juego de roles en grupo, en las actividades del jardín, a través del teatro y las
dinámicas de imaginación que realizan en la familia.
 El papel más importante de los padres es crear situaciones imaginarias donde todos adoptan roles
diferentes y recrean múltiples situaciones reales y fantásticas.

POR: Karen Johana Sánchez

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