Está en la página 1de 9

HABILIDADES EMPRESARIALES.

DOCUMENTAL DE SICKO.

2019

DOCUMENTAL DE SICKO.

1. Realice un cuadro comparativo entre los países mencionados en el

documental.

Estados unidos. Canadá. Inglaterra( gran Paris (Francia) Cuba (bahía de


Bretaña) guatemano)
 La sanidad  Todos  Asistencia  Principio de  Es un país
estadounidense tenían médica británico solidaridad las comunista.
se puede asistencia está personas que  La sanidad
englobar en el sanitaria caracterizado tienen más es universal
modelo gratuita. por dar dinero, pagan y gratuita,
sanitario del  Menor tasa cobertura por aquellas pero ¿por
seguro médico. de universal, a personas que qué? Porque
En este país la mortalidad toda la son de bajos su sanidad
sanidad no es población. recursos. es mucho
un universal, o  Es también  Educación menos
lo que es lo gratuito, pues universitaria costosa.
mismo, tú se sufraga con gratuita. Esto se
tienes que los impuestos  Tienen debe a que
pagar por todo de todos los médicos en Cuba
lo que esté ciudadanos, y privados que destaca la
relacionado con los médicos van hasta tu medicina
tu salud. tienen libertad casa y te dan preventiva:
 A ellos no les para ejercer la un si previenes
importa tu vida medicina diagnóstico. una
solo les importa privada. enfermedad,
su dinero.  Se prima la no tendrás
 Tiene mayor medicina que gastarte
tasa de hospitalaria a la dinero en
mortalidad. preventiva, el curarla.
 Tienen diagnóstico  Tiene pocos
bastante precoz y la recursos
recursos pero salud pero brinda
brindan ocupacional y asistencia
atención al prevención de sanitaria a
enfermo. enfermedades todo.
laborales.
 Con este
sistema está
todo cubierto,
no tienes que
pagar nada,
excepto las
medicinas, e
incluso si tienes
pocos medios te
reembolsan el
dinero del
transporte. Y en
cuanto a las
medicinas, no
son precios
exorbitantes
como los que se
fijan en Estados
Unidos, sino
que se pagan
6,65 libras. Es
un coste
estándar, ya
compres 5
pastillas, como
120, y no para
todos, sino solo
para los
trabajadores
con recursos
 Los mayores de
65 y los
menores de 16
no pagan. Hay
algo
fundamental en
este modelo de
atención
sanitaria, y es
que la ética se
antepone a la
economía

2. Posturas críticas de algunos autores colombianos a cerca su sistema


de salud colombiano.
EFRAÍN RIVEROS PÉREZ* | 2011/11/25 00:00

Reflexiones sobre una solución al sistema de salud


Hay que iniciar de ceros, o mejor aún de los principios ya acordados, para
hacer un Nuevo Sistema de Atención Integral, en el cual la relación médico-
paciente sea sagrada y ajena al mercantilismo.
En Colombia existe consenso acerca de la necesidad de reformar el
sistema de salud, lo que no se logra dilucidar aún es cómo hacerlo. El
debate ha alcanzado máxima temperatura con la sentencia T-760 de 2008
de la Corte Constitucional (Corte Constitucional de Colombia, 2008), que
obliga al Estado a igualar los planes de beneficios para toda la población, y
con la intervención de la Empresa Promotora de Salud (EPS) más grande
del país, Saludcoop, en el año 2011.

Los defensores del sistema de salud insisten que los principios


consagrados en la Ley 100 de 1993 son sublimes y que con algunos
ajustes se podrá lograr que todos los colombianos tengamos salud de
excelente calidad al menor costo posible. Para ellos, la reforma consistiría
en formular mecanismos, que por medios policivos, controlen a cada uno de
los actores del sistema, es decir, adicionar nuevas reglas a un juego ya
existente.

También se encuentran posiciones a favor del sistema de salud actual, las


cuales contrastan la cobertura alcanzada con la que ofrecía el vetusto
Sistema Nacional de Salud de los años setenta y ochenta (Organización
Panamericana de la Salud, 2002). Según ese grupo de administradores, en
su mayoría representantes del sector asegurador, en el pasado el gasto en
salud era una vena rota, a través de la cual se desangraban las finanzas
públicas, pues los hospitales “no tenían fondo” en sus pretensiones de
obtener partidas y adiciones presupuestales, mientras que la mayoría de la
población no tenía acceso a los servicios (Bossert, 2000).

También se afirma que un Estado neoliberal como el nuestro debe


desligarse del gasto social que no genera ganancias, para dedicarse por
completo a tareas de regulación y control de las entidades, idealmente
privadas, que operen el sistema de salud. Esto alivia la carga estatal e
incluso le puede reportar algunos beneficios económicos relacionados con
la tributación tanto de aseguradores como de prestadores.

Es irracional pensar que por estar consignados los principios del sistema de
salud en el cuerpo de la Ley 100, se asegure su cumplimiento, y que la
salud de los colombianos se garantice de manera integral. El principio de
universalidad entraña la antítesis de la discriminación. En Colombia
tenemos sistema de salud para ricos (medicina prepagada), para clase
media (régimen contributivo) y para pobres (régimen subsidiado y población
pobre no asegurada), con planes de beneficios y tiempos de espera
(oportunidad) diferenciales. Me pregunto, ¿no hay discriminación?

La solidaridad es otro principio que rige nuestra salud. Hoy día los recursos
del régimen contributivo provienen de aportes de empleados, empleadores
y trabajadores independientes, mientras que los del régimen subsidiado se
obtienen de un punto de solidaridad del contributivo y de otras fuentes
estatales que representan la mayoría del dinero. Con cifras de informalidad
laboral que superan el 50 por ciento y tasas de desempleo cercanas al 10
por ciento (Guataquí, 2011), es de esperar que la mayoría de la población
pertenezca al régimen subsidiado, y que la falta de robustez del contributivo
conduzca a un incremento en la carga impuesta al Estado (Organización
Panamericana de la Salud, 2011). De otra parte, se han evidenciado
avivatos que pescan en río revuelto, y reportan ingresos de uno o dos
salarios mínimos en sus actividades independientes, lo que se traduce en
recaudo aún menor del régimen contributivo (Martínez, 2010). Aquí me
pregunto, ¿hay forma de ser solidarios cuando la mayoría no puede
aportar?, ¿se es solidario cuando como producto de la informalidad, el
individuo decide el ingreso sobre el cual cotiza al sistema, y lo hace sobre
una base falsa?, y ¿no está haciéndose cargo pues, el Estado colombiano,
del sistema de salud como lo hacía en otras épocas?

La integralidad también adorna nuestra ley de salud. Ésta se refiere a la


asistencia de todas las contingencias que afectan la salud (Ley 100
Congreso de la República, 1993). Mi percepción es que hay enfermedades
POS y no-POS, con coberturas dependientes del costo. Para solventar esta
dificultad, el paciente acude a mecanismos legales como la tutela para
recibir toda la atención que requiere (Vélez, 2005). Es perverso que el
paciente, quien ya soporta la dura carga de su enfermedad, lleve a cuestas
la pelea legal con su impacto emocional, eso sin contar con el hecho de que
los trámites pueden tomar el mismo tiempo que los padecimientos de salud
emplean para acabar con la vida del individuo. Ahora el cuestionamiento es:
¿se garantiza la integralidad de la atención en salud en Colombia?

De otra parte, algunos actores del sistema, como Estado, aseguradores y


prestadores, ven en su contraparte a un enemigo del cual se asume la
“mala leche”. El Estado, a través del Fondo de Solidaridad y Garantías
(FOSYGA) trata de retener los pagos por compensación y eventos no-POS
al asegurador, mientras que el asegurador hace lo propio con el prestador
por medio de la glosa, a veces injustificada, de las cuentas y el no pago
deliberado. El prestador, en el medio de la pugna por el flujo de recursos,
trata de sobrevivir sobrefacturando procedimientos e insumos si es posible,
para contrarrestar la glosa de cuentas. Se trata de un juego de parqués
regido por la regla de “soplar”. Esta regla cambia completamente el
transcurso del juego y hace que los jugadores empleen cualquier artimaña
para sobrevivir a costa de los demás. En lugar de unidad, hay puntos de
fractura entre los actores del sistema, sobre los cuales el Estado no tiene la
autoridad moral para intervenir dado que es parcialmente responsable.

Por último, el principio de participación, es tal vez uno de los más


vulnerados. El paciente, quien junto con el profesional de la salud conforma
la parte imprescindible del sistema, no tiene en la práctica el derecho a la
libre escogencia. De hecho, debe asistir sólo a las instituciones que la EPS
le ordene –en algunos casos la más barata-, so pena de no ser cubierto por
el aseguramiento. El prestador de servicios de salud ve con temor al
paciente de la EPS que no paga y trata de eludir la atención del mismo. Se
configura entonces un flagrante caso de discriminación y una violación al
principio de participación.

Como se puede ver, no hay un solo principio de nuestro sistema que se


esté respetando. Esto nos permite deducir que el problema no está en la
concepción del “deber ser” sino en la operación del sistema de salud. Hay
que iniciar de ceros, o mejor aún de los principios ya acordados, para hacer
un Nuevo Sistema de Atención Integral, en el cual la relación médico-
paciente sea sagrada y ajena al mercantilismo. Las operaciones financieras
deben ser asumidas por dos protagonistas exclusivamente, el Estado
recaudador, pagador y regulador, y el prestador de servicios de salud en
todas sus modalidades.

Ahora bien, ¿cómo se puede operar un sistema sin que presente los vicios
del que funciona en la actualidad? En primer lugar, se puede concebir la
atención en salud como una cadena de cuatro eslabones: recaudo, puesta
en marcha, auditoría y pago. Hoy en día, el Estado hace la parte más difícil
de cualquier negocio, que es recaudar los recursos. Una vez recaudado el
dinero, se lo transfiere a las EPS, las cuales han fallado al voto de
confianza que la sociedad colombiana depositó en ellas para administrar los
recursos. Algunas de ellas han actuado de mala fe en los recobros al
FOSYGA (presunto robo al Estado), en la negación o retraso en la atención
(presunto robo al paciente) y en el pago de cuentas por servicios prestados
(presunto robo a proveedores y prestadores). ¿Tiene sentido la existencia
de la EPS?

El recaudo debe seguir siendo realizado por el Estado, pero ahora también
debe administrarlo, a través de los entes territoriales. De otra parte, tras 18
años de haberse puesto en marcha el sistema de salud, se puede saber
con certeza cuánto cuesta anualmente. Al conocerse esta cifra, se puede
planear de dónde saldrá el dinero para cubrirlo en su totalidad. El Estado
puede entonces, decidir si hay que crear nuevos impuestos, desmontar
regímenes especiales (fuerzas militares, magisterio, entre otros) o emplear
nuevas fuentes para mantener el sistema. Una posibilidad es desmontar el
aporte de nómina e independiente para reemplazarlo por un impuesto sobre
productos y servicios que no afecten la canasta familiar, para que seamos
realmente solidarios y no que unos pocos aportemos mientras otros
mienten sobre la base de cotización.

Esto suena viable mientras se alcanzan cifras de empleo formal más


elevadas que permitan que al gravar la nómina se obtengan los recursos
necesarios.

También suena lógico pensar que el recaudo deba incluir recursos para
cubrir gastos de investigación y renovación tecnológica (prestados con bajo
interés a clínicas y hospitales), para mejorar la atención y el sistema, así
como para sacarnos del estancamiento en tecnología en que estamos
sumidos; como lo expresó un gerente de hospital en alguna oportunidad
cuando dijo: “la tarifa es la misma con equipos viejos que con equipos
nuevos”.

La puesta en marcha se debe centrar en la atención primaria. Las


facultades de medicina deben articularse con las necesidades del sistema,
en términos de número y calidad de egresados. El médico general debe
convertirse en médico familiar y se le deben asignar grupos de individuos
sobre los que pueda intervenir desde la prevención, y a quienes sirva de
tutor cuando acceda a servicios clínicos de mayor complejidad. Los
especialistas médico-quirúrgicos tienen su lugar en los centros
especializados organizados geográficamente para cubrir todo el territorio
nacional.

La auditoría, actividad con alto riesgo de corrupción, habría de ser asumida


por comisiones conformadas por las universidades públicas, las cuales
estarían constituidas por profesores y estudiantes de pregrado y posgrado,
con los méritos académicos que los avalen. El servicio de auditoría se
retribuye para reinversión en la educación pública.

Por último, el Estado pagador tendría contrato con todas las instituciones de
salud habilitadas, las cuales competirían con calidad para atraer al paciente
que acude a ellas por libre escogencia. Las cuentas auditadas por la
comisión de universidades públicas serían pagadas por el Estado en plazos
cortos. Los retrasos en el pago se podrían cruzar contra impuestos por
parte de los prestadores, estimulando así el pronto pago.

Tenemos pues, un sistema de salud cuyos principios son valiosos, pero


cuyo irrespeto condujo al fracaso total del sistema. La solución a un
problema de esa magnitud no es el maquillaje ni la adición de reglas de
juego, sino la creación de una nueva estructura que honre el derecho a la
vida y la relación médico-paciente, en un marco de transparencia en el cual
el Estado juega un papel primordial. Entiéndanlo de una vez por todas, el
Estado no se puede desembarazar de la salud de los colombianos, así sea
costosa, o es que acaso la vida de un colombiano no lo vale.

* Médico Anestesiólogo Intensivista Adulto y Pediátrico. Coordinador de la


Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica de los Andes de Tunja.
Director del Departamento de Ciencias Clínicas e Investigación de la
Universidad de Boyacá. Profesor Asociado de la Universidad de Boyacá.
Estudiante de Ingeniería Mecatrónica. Universidad de
Boyacá. efrriveros@uniboyaca.edu.co
Autobiografía.

https://www.youtube.com/watch?v=dVdaosweLF8

https://www.semana.com/opinion/articulo/reflexiones-sobre-solucion-
sistema-salud/249883-3

También podría gustarte