Y por supuesto…
No dejes de buscar y sentir la felicidad. Alégrate
cuando toque, cuando sonrías a la vida y ésta te
devuelva la sonrisa. No antes.
Porque cada emoción tiene su momento y su lugar.
Cada emoción merece ser tenida en cuenta con la
misma importancia. Y podemos ignorarlas o
abrazarlas, reconciliarnos con ellas y que fluyan a
través de nosotros para seguir su camino.
Así que, te propongo que vivamos honrando a la
tristeza y al resto de emociones que, cada día, la
sociedad y sus modas imperantes tratan de dejar
fuera de circulación. En el equilibrio está el secreto
de la auténtica felicidad. La de verdad.