La realidad de Honduras y de su pueblo trabajador está marcada históricamente
con los estigmas de la explotación y la dependencia. La invasión de los imperialistas españoles determino nuestra vida como colonia proveedora de minerales y otros bienes naturales a un insaciable imperio semi-feudal. Luego con la modernidad y el surgimiento del naciente capitalismo, surgieron otros adversarios imperialistas que disputaron como nuevo botín, a las nacientes naciones, liberadas, más por la debilidad del imperio español, que por sus propias fortalezas. Es así que, como popularmente se dice “se sale de las llamas, para caer al brasero” y empieza el dominio del naciente imperialismo norteamericano. Minas primero y luego las tierras para bananos después, fueron las primeras concesiones en el siglo pasado. Hoy la nueva ola de entrega concesional del territorio y bienes nacionales a las transnacionales, territorios, ríos, vías de comunicación, forman parte de la realidad objetiva que enfrentamos a la cual debemos tener capacidad de detener. La sobre sobre-explotación humana y de la naturaleza, la precariedad laboral, el éxodo forzado de jóvenes y mano de obra calificada, la expoliación de la economía previsional y de salud, forman parte de una política de Estado estructurada para sostener el marco de dependencia y explotación. Sumado a esto la violencia engendrada por el narcotráfico que se convirtió en un instrumento sistémico, que forma bandas y pandillas, pervierte a la juventud y sirve para justificar la creciente militarización, que no soluciona ni da seguridad a los pobladores, pero si abre las puertas a la represión social y política. Es más, el narcotráfico se ha convertido en negocio de gobernantes, que usan el Estado como instrumento de poder para realizar sus trasiegos y exportaciones, creando un nuevo modelo de narcogobierno. A la crisis social que es permanente y profunda se une la crisis política cuya cúspide se da con el golpe de Estado de 2009, las contradicciones inter-burguesas alcanzan todos los ámbitos y sectores de la sociedad y son muy significantes en los estamentos donde se toman decisiones de poder, donde está la acción, y ni las Fuerzas Armadas se escapan a las contradicciones, es más, son parte de esa acción que determina curso de acontecimientos. La parte decisoria en apariencia está en la alta burguesía y la embajada de USA pero el devenir o desenlace de esta crisis no se verá en relación a esas incidencias, sino en la participación del pueblo trabajador. Porque como actor importante que es decisorio, aparte de la burguesía dependiente y la embajada, es el pueblo que esté dispuesto, sea espontáneamente u organizado, que desate un nuevo levantamiento Popular, similar o superior al de 1954. Las condiciones objetivas se están dando desde hace mucho tiempo, lo que hay que ver es la maduración de las subjetivas, que pasan por la conciencia y la organización de todo un pueblo, que despliegue las banderas de la libertad y no los señuelos del diversionismo, que empujan a seguir juegos electoreros, que solo dan resultados amañados, ya que se compite con tahúres y rufianes (léase burguesía), quienes usan dados cargados. La creación y el fortalecimiento de las capacidades organizativas del pueblo trabajador, sea en sindicatos, patronatos, pobladores defensores territoriales, ecologistas, organizaciones gremiales y de estudiantes es necesaria para enfrentar la ofensiva neoliberal del capitalismo. Urge la unidad de acción, la organización permanente, ideas y acciones consecuentes con los intereses de la clase trabajadora y del pueblo hondureño. !!EL CAMINO DE MAYO ES LA VICTORIA¡¡