Vivir para contarla veía como las había construido, “piedra
por piedra en su imaginación”.
Título: Vivir para contarla Muchos años después viaja al Chocó
Autor: Gabriel García Márquez a escribir un reportaje y describe este Editorial: Norma paisaje como “otro país inconcebible, Año: 2002 una patria mágica de selvas floridas y diluvios eternos, donde todo parecía una versión inverosímil de la vida Gabriel García Márquez comparte, cotidiana”. en ocho capítulos, sus añoranzas y sus recuerdos, que de alguna manera se Cuando regresa a Cartagena y va a la convirtieron en “un largo abrazo de oficina de El Universal describe “una lágrimas calladas”. Comparte sus inmensa pared de piedra dorada de la afectos, sus experiencias y los iglesia de San Pedro Claver,... un principales aspectos de su vida desde su edificio colonial bordado de remiendos infancia hasta 1957, cuando fue enviado republicanos...”. especial de El Espectador a Ginebra, a la “Conferencia de los cuatro grandes”. Además, relata cómo se fue forjando su En Aracataca recuerda las vocación de escritor y periodista. principales impresiones de su niñez y especialmente el noviazgo y el matri- monio de sus padres y muchos aspectos En la lectura del libro se viaja por familiares que de alguna manera se ven diferentes lugares de Colombia, el autor reflejados en sus novelas y sus obras en pinta con palabras el paisaje de los general. Cuando visita la casa de los lugares donde vivió, sus recuerdos. En el abuelos la evoca como una casa viaje entre Barranquilla y Aracataca inmensa, donde siempre estaba la mesa pasa por “la árida llanura calcinada por puesta, que “... mas que un hogar, era un el salitre... que se funde en el horizonte. pueblo. Siempre había varios turnos en A través del “zarpazo de la nostalgia”, la mesa”. navegando por la Ciénaga Grande ve “las luces de los botes de pesca que flotaban como estrellas en el agua...”. Cuando viaja a Bogotá describe la Cerca de Aracataca, frente a una finca travesía por el río y después en tren bananera ve escrito en el portal desde Puerto Salgar. “El tren sabia por “Macondo”, el nombre de un árbol las cornisas de rocas... en los tramos más tropical parecido a una ceiba, que había empinados se descolgaba para tomar servido para el nombre del lugar impulso... Los pueblos del camino eran imaginario donde se desarrollan sus tristes y helados... Allí, sintió por obras. Continúa el viaje por Manaure, un primera vez, “un estado del cuerpo recodo paradisíaco en las estribaciones desconocido e invisible: el frío”. Al de la Sierra Nevada. Y por Riohacha, atardecer... se abrían hasta el horizonte una ciudad idílica, con calles de salitre las sabanas inmensas, verdes y bellas que bajan hacia un mar de lodo, así eran como un mar del cielo”. Después llegó a en los sueños de las abuelas y Gabo las Bogotá, una ciudad con la llovizna
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eterna, “nostálgica de la Colonia”; “una leer ni escribir, pero podía imaginarse de las ciudades más tristes del mundo”. cuánta razón tenía el coronel “... si eran casi dos mil páginas grandes, También el autor habla sobre sus abigarradas y con dibujos preciosos”. miedos y su timidez. Refiere que el “Esto fue como asomarse al mundo mundo mágico de la abuela Tranquilina entero por primera vez”. Este fue el le resultaba fascinante de día y le primer contacto con el libro fundamental causaba terror en la noche. Afirma que de su destino de escritor. el miedo a la oscuridad lo ha perseguido durante toda la vida, “... como en los En el colegio San José de Barran- caminos solitarios y en antros de baile quilla y en el Liceo, en Zipaquirá, del mundo entero”. El miedo a estar aprendió las bases para “soltar sus solo, y mucho más en la oscuridad, duendes”, prosas líricas o sonetos de porque le parecía que en la noche se amores imaginarios. La clase que materializaban las fantasías y los prefería en el colegio era la de presagios de la abuela. También la Literatura, llegó hasta aprender las timidez lo ha hecho tener pavor al lecturas de memoria. teléfono y al avión; lo mismo que a “mantener una distancia insalvable con Cuando estudiaba derecho, un gran la gente que ha admirado”. descubrimiento fue una sala de música abierta al público en la Biblioteca Cuando niño quería ser como el Nacional de Bogotá, el refugio preferido abuelo, el coronel Nicolás Ricardo del autor “para leer al amparo de los Márquez, un hombre “realista, valiente, grandes compositores”. Dice que apren- seguro”; aunque “no pudo resistir la dió a escribir con música: Chopin para tentación de asomarse al mundo de la los episodios reposados, Beethoven y abuela”, Tranquilina Iguarán, Mina, el Haydn en otras oportunidades. Actual- sostén de la familia con la panadería y mente ninguna clase de música le los animalitos de caramelo. Con estorba para escribir. “Papalelo” iba al cine y al día siguiente el nieto debía contar la película en la Considera la música romántica de mesa. El abuelo corregía los olvidos y cámara, como la cumbre de las artes: los errores y le ayudaba a reconstruir los Vivaldi, Brahms, Corelli, Schönberg; sin episodios difíciles. embargo, le gusta especialmente el “Tercer concierto para piano” de Béla Antes de aprender a escribir, Gabito Bartók y fue la música de fondo cuando logro expresar con dibujos todo lo que le le entregaron el Premio Nobel. impresionaba, inventó cuentos dibujados y sin diálogos. Sin embargo, fue el “El 9 de abril”, en Bogotá, es un abuelo quien le hizo el primer contacto relato de una visión terrorífica, “una con la letra escrita a los cinco años, le experiencia en el paisaje de la muerte”; puso el glorioso “tumbaburros”, en el donde “Monserrate y Guadalupe eran regazo, y le dijo: “Este libro no solo lo dos inmensos bultos de sombras contra sabe todo, sino que es el único que el cielo nublado por el humo de los nunca se equivoca”. Todavía no sabía incendios”. Gabo, a los 21 años, se fue
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para Cartagena para estar en una ciudad Conoció a Plinio Apuleyo Men- sin guerra. doza, con quien compartió tantas jornadas de periodismo. Uno de sus mejores amigos de Gabo en Bogotá fue Gonzalo Mallarino García Márquez llegó a comprobar Botero, en su casa con sus hermanos y que “la novela y el reportaje son hijos de su mamá Pepa Botero pasaba tardes una misma madre”. Considera que en las inolvidables “... viendo atardecer sobre novelas era mejor no usar casos la esmeralda sin límites de la sabana, al concretos, ni identificables, aunque calor del chocolate perfumado y las fueran mejores que los inventados por almojábanas calientes”. Gabo considera él; además que “hay libros que no son de que lo que aprendió de Pepa Botero, quien los escribe, sino de quien los “con su jerga destapada, con su forma de sufre”. “... Son historias inventadas por decir las cosas de la vida común le fue la vida”. También, los sueños del autor invaluable para una nueva retórica de la son tan nítidos que no se pueden separar vida real”. de la realidad como una experiencia maravillosa de la vida. Conoció a Álvaro Mutis a través de Gonzalo Mallarino, ya había leído Recuerda el autor que a los 27 años algunos de sus poemas y de sus cuentos cuando escribió “La Hojarasca”, le en los suplementos de Fin de Semana y faltaba mucho que aprender sobre el arte “empezaron una conversación que de novelar. Esta novela fue enviada a la todavía no ha terminado, en incontables editorial Losada de Buenos Aires, fue lugares del mundo, durante más de rechazada pero en la carta que le medio siglo”. enviaron, al final había una nota final que fue un gran consuelo: “Hay que Se dio cuenta que llevaba un reconocerle al autor sus excelentes dotes periodista dormido en el corazón y se de observador y de poeta”. propuso despertarlo. Consideraba que el reportaje era el mejor género para Gabo considera los sueños como expresar la vida cotidiana. Sin embargo, técnicas rudimentarias de un narrador en una nota delicada y comprometedora, en ciernes para hacer la realidad más los periódicos, debía escribirse a varias divertida y comprensible. manos. Recuerda que le fascinaban “los No cree en la eficacia de las acordeones con sus canciones de entrevistas y las que no ha podido evitar, caminantes”; una pasión que ha las considera como una parte importante compartido con muchos de sus amigos. de sus obras de ficción, “fantasías sobre Una vez en Barranquilla, se encontró su vida”. Dice que “la crónica roja”, que con Rafael Escalona, con quien “la tanto arraigo tiene entre los lectores, poesía popular de su tierra se paseaba requiere una índole propia y un corazón con un vestido nuevo en cada estrofa”. a toda prueba.
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En la costa formó parte del Recuerda que la librería “Mundo” movimiento “Arena y Cielo”, unos fue el lugar de encuentro para leer y poetas jóvenes que querían renovar la conocer las novedades del mundo y de poesía de la costa caribe, siguiendo el la literatura hispanoamericana: Jorge buen ejemplo de Neruda y el Luis Borges, Julio Cortázar y novelistas Piedracelismo del grupo dirigido por ingleses y norteamericanos. Eduardo Carranza. Dice Gabo que aprendió a contar En Barranquilla conoció a Alejandro cuentos paralelos a los que escribía Obregón, uno de los más queridos porque esto constituía una parte valiosa amigos de su grupo; con quienes formo de la concepción y la escritura, una el “Grupo de Barranquilla”: Germán forma de ficción de la ficción que puede Vargas, Alfonso Fuenmayor, y Álvaro constituir un género que le hace falta a Cepeda Samudio. Fuenmayor un amigo la literatura. que parecía rastreador de inconsecuencias y purificador de estilo, Después de leer el libro se puede tenía la magia certera para salvar de decir que Gabriel García Márquez apuros al escritor con ejemplos de enseña a través del ejemplo, porque en grandes autores. más de 400 publicaciones de “La Jirafa”, en El Heraldo realizó una verdadera Una de las más gratas experiencias gimnasia esencial para su forma de para el autor fue cuando estaba con su escribir. Además, revela el autor, que familia en Sucre y recibió una caja de "uno de los secretos más útiles para madera de regalo. La abrió y contenía escribir es aprender a leer jeroglíficos cuarenta y tres libros de autores de la realidad, sin tocar una puerta para contemporáneos que le enviaban sus preguntar nada”. La novela debe tener amigos de Barranquilla con la única un soplo mítico, una carga mágica. recomendación de que no hiciera plagio. Contenía una nota, escrita a mano que decía “Ahí le va esa vaina, maestro, a ver si por fin aprende”. Las obras estaban todas en español y “escogidas CLARA TAMAYO con la intención evidente de que fueran Docente de Lecturas Selectas Facultad de Comunicación Social y leídas con el propósito único de Periodismo aprender a escribir”. Universidad de La Sabana