1. Cristiana. Su mensaje fundamentalista es que la enfermedad es
básicamente un castigo de Dios por algún tipo de pecado, de modo que cuanto peor es la enfermedad, más inconfesable debe haber sido el pecado cometido.
2. Nueva Era. La enfermedad es una lección. En este sentido, es una
oportunidad para aprender algo que nos es necesario para poder proseguir nuestro desarrollo y evolución personal. La mente es la única causante de la enfermedad y, por tanto, la única que puede curarla. Este punto de vista constituye una versión postmoderna y «yuppy» de la ciencia cristiana.
3. Médica. La enfermedad es fundamentalmente un trastorno biofísico
causado por factores biofísicos (desde los virus hasta los traumas, la predisposición biogenética y los agentes ambientales desencadenantes). En virtud de este punto de vista, el tratamiento psicológico y espiritual suele ser irrelevante y es por ello que en muchos casos los tratamientos alternativos pueden obstaculizar que se obtenga la atención médica correcta.
4. Kármica. La enfermedad es el fruto de un karma negativo; es decir, de
alguna acción negativa realizada en el pasado y cuya consecuencia padecemos actualmente. Desde este enfoque, la enfermedad es «mala» en el sentido de que representa una falta de virtud en el pasado, pero «buena» en cuanto que el proceso de la enfermedad quema y purifica la deuda pendiente; se trata de una purgación, de una limpieza.
5. Psicológica. Como Woody Alien dijo en cierta ocasión: «Yo no me
enfado; simplemente desarrollo tumores». La idea — cuando menos según la psicología popular— es que las emociones reprimidas provocan enfermedades y su forma extrema es que la enfermedad responde a un deseo de muerte.
6. Gnóstica. La enfermedad es una ilusión. Todas las manifestaciones del
universo son un sueño, una ilusión. De este modo, uno sólo se libera de la enfermedad cuando se libera de todas las manifestaciones ilusorias, cuando despierta del sueño y descubre la realidad del Uno que se halla más allá del universo manifiesto. El Espíritu es la única realidad y en el Espíritu no hay enfermedad. Se trata de una versión extrema y algo excéntrica del misticismo.