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La eficiencia de las instituciones

Al analizar el papel del estado desde el punto de vista del institucionalismo el objetivo es determinar la
eficiencia de las reglas de juego que ha creado. La consideración habitual es que las reglas creadas por el
estado deben buscar la eficiencia productiva, o eficiencia asignativa, que mide la cantidad de producto
que se obtiene según la asignación de recursos que se haya hecho. Con este criterio, el estado debe crear
instituciones que fomenten, impulsen y expandan la producción de la forma más eficaz.

Joseph E. Stiglitz propone valorar las instituciones por lo que llama la eficiencia distributiva, que mide no
solo los resultados que se obtienen, sino también la eficiencia con la que estos resultados se distribuyen
en la comunidad. Esta perspectiva social está relacionada con la economía del bienestar, con el concepto
de coste de oportunidad y con los criterios paretianos. En su formulación más tradicional la eficiencia
distributiva se alcanza cuando los recursos se distribuyen de tal forma que maximizan el bienestar de la
sociedad.

Douglas North responde a Stiglitz con el concepto de eficiencia adaptativa. Lo que se debe considerar es
el modo en que la economía evoluciona a lo largo del tiempo, la inclinación de una sociedad a adquirir
conocimientos y a aprender, a inducir la innovación, a correr riesgos y a mantener una actividad creadora,
así como a resolver problemas. La eficiencia adaptativa depende del marco institucional que incentive o
no este tipo de actitud o predisposición al aprendizaje en un mundo de fuerte dinamismo. En un mundo
caracterizado por la incertidumbre, nadie conoce la respuesta correcta a los problemas que
confrontamos; por tanto, nadie es capaz de ¿maximizar¿ las ganancias efectivamente; de ello se deduce
que la sociedad que permita la realización del mayor número de ensayos será la que tenga mayores
probabilidades de resolver problemas a través del tiempo.

En su crítica a Stiglitz, North afirma que no se puede dar por cierto que el Estado haya creado las reglas
del juego que conducen al crecimiento económico; para North estas reglas son una excepción y tampoco
existe ninguna garantía de que serán perpetuas; por tanto el rol del Estado más importante y - más difícil
de llevar a cabo- es establecer y reforzar un conjunto de reglas del juego que incentiven a la participación
económica y creativa por parte de todos los ciudadanos.
El concepto de "institución"

Texto de Pablo Miró Rocasolano

Habitualmente se entiende por institución cualquier organismo o grupo social que, con unos
determinados medios, persigue la realización de unos fines o propósitos. Sin embargo, dentro de la
literatura económica, se utiliza el concepto "institución" como algo más genérico: la forma en que se
relacionan los seres humanos de una determinada sociedad o colectivo, buscando el mayor beneficio
para el grupo. Son los usos, hábitos, costumbres o normas por los que se rigen las relaciones sociales y
económicas entre los miembros del grupo. El beneficio de la institución es mayor cuanto más eficiencia
genere en la economía y más minimice los costes de transacción y de información. Eso será más posible
cuanta más experiencia posean los agentes que participen de dicha institución, más sencillas sean las
reglas y menor sea el número de individuos que las tienen que ejecutar.

La obtención por el grupo del mayor beneficio social no siempre será posible, pues las condiciones
siempre cambiantes a muy corto plazo del entorno pueden hacer variar el resultado y, además, nunca se
tiene un conocimiento perfecto de la realidad. En cualquier caso, para que ese objetivo sea posible,
paradójicamente, esas relaciones estarán guiadas por un conjunto de normas o reglas que auto limitan o
restringen el ámbito de actuación de los individuos, unas llamadas formales y otras informales.

Reglas formales son las normativas de carácter jurídico y las leyes. Las reglas informales, consisten en
los hábitos y conductas costumbristas adoptados por el colectivo. Son reglas no escritas, pero que son
aceptadas y adoptadas por el colectivo para el buen funcionamiento del mismo. Ambos tipos de reglas
(que existen porque el hombre vive en sociedad), por sí solas, no son suficientes, si no se enmarcan en el
contexto socioeconómico presente y si no gozan de cierta flexibilidad a los posibles cambios de dicho
entorno.

Puede suceder que, finalmente, el contenido de las reglas informales se acabe plasmando en regulaciones
formales; sin embargo, suele ser éste un proceso demasiado lento. Si resulta que se tarda mucho tiempo
en que se dé ese cambio, es posible que, cuando ya se hubiera producido, hayan aparecido nuevas reglas
informales y conductas de los individuos, adaptadas a las nuevas condiciones políticas y socioeconómicas,
de cara a sacar el mejor resultado social; y por tanto, que ya hubiera habido un cambio en las instituciones.
Y ese es el problema de la legislación: que a veces llega tarde y mal.

Por tanto, de esta argumentación se pueden desprender dos afirmaciones importantes:

1) Generalmente las instituciones no son algo diseñado, sino resultado evolutivo de la actuación
espontánea de los agentes (personas físicas y jurídicas) que participan de la misma. La mayoría de las
instituciones existentes en una sociedad y en un momento determinado, al haber sobrevivido a un largo
proceso de aparición, diversificación y selección, resultan ser estables y robustas.

2) El tiempo es un factor fundamental. Mediante el aprendizaje y la evolución de las costumbres y,


principalmente, los individuos saben sacar mayor rendimiento de sus actuaciones y modelos de
convivencia. Es decir, el tiempo da forma a las instituciones; y éstas instituciones, junto a los factores de
producción de los modelos clásicos (tierra, trabajo, capital), y los factores de crecimiento más modernos
(capital humano, cambio tecnológico y de combinación de técnicas) dan lugar, de una manera u otra, al
desarrollo económico.

No hay contradicción entre las afirmaciones de que las instituciones evolucionan y a la vez son estables.
La estabilidad hace referencia a las interrelaciones internas dentro de dicha institución; es decir, a su
consistencia. Y es esa misma consistencia la que nos da garantías de que las instituciones se adapten a
nuevos marcos socioeconómicos. Pero la adaptación puede ser un proceso muy lento ya que a los agentes
económicos les cuesta desprenderse de sus hábitos anteriores.
la escuela del Institucionalismo Americano

Hacia finales del siglo XIX se desarrolló en Estados Unidos una corriente de pensamiento que
es conocida como la Escuela Institucionalista Americana. No tiene todas las características de
una escuela de pensamiento propiamente dicha, ya que no existió una conciencia entre sus
miembros de pertenencia a la escuela ni un maestro reconocido. Sin embargo hay un líder
destacado, ThorsteinVeblen, y unos miembros cuya adscripción a la escuela es unánime,
John Commons y Wesley Mitchell.
Los institucionalistas americanos fueron los primeros en destacar la importancia económica de
los hábitos de conducta y de pensamiento de los grupos humanos y tratar de analizar y
comprender el complejo de instituciones sociales. Estuvieron muy influidos por los historicistas
alemanes y utilizaron conceptos procedentes de la psicología y del evolucionismo darwinista.
Fueron fuertemente críticos con la teoría económica dominante en su época, denunciando que
las que en la teoría económica suelen llamarse "leyes" son en realidad fenómenos contingentes
que dependen de factores históricos, sociales e institucionales. Hay muy pocas cosas inmutables
en la economía y muchas que son influenciables por los individuos y las instituciones.
Sigue siendo digna de atención y estudio su visión de la economía: dinámica, pragmática, no
individualista y no mecanicista. Muchas de las acertadas críticas que hicieron a los
economistas de su tiempo pueden seguir aplicándose hoy a muchos economistas del siglo XXI.
Por otra parte, muchas de las propuestas de reforma que se hacen hoy día de la ciencia
económica ya habían sido aplicadas por ellos.
 Su análisis es abiertamente interdisciplinario, reconociendo como imprescindibles para
la comprensión de los fenómenos económicos las aportaciones de otras ciencias.
 El institucionalismo no utiliza el modelo de agente económico racional y
maximizador de utilidades y beneficios, tan denostado hoy día, pero que sigue
subyacente en el pensamiento económico dominante.
 Utilizan las matemáticas pero para ellos, la matemática y la estadística son
instrumentos al servicio de la teoría, y no al revés, como ha sido habitual en la segunda
mitad del siglo XX. No elaboran modelos matemáticos sino que utilizan las matemáticas
para medir la realidad histórica. Su teoría no está basada en modelos formales
abstractos sino en datos extraídos de la realidad.
 Consideran que la realidad económica es dinámica y su evolución puede ser descrita
frecuentemente con los términos de el evolucionismo darwinista.
En los primeros decenios del siglo XX, los institucionalistas se expandieron ocupando
departamentos de universidades americanas en abierta competencia con los marginalistas.
Durante la Gran Depresión, fueron consultados por el gobierno USA llegando a decirse que el
presidente F.D. Roosevelt era su "padre político". Thorstein Veblen, fue elegido
presidente American Economic Association (AEA). Wesley Mitchelldestacó en su análisis de los
ciclos y fundó la National Bureau of Economic Research (NBER) siendo considerado por ello hoy
como uno de los precursores de la econometría. John Commons investigó en economía del
trabajo; analiza el papel del Estado y propone el desarrollo de una "Economía Institucional"
como síntesis de la Economía Política, el Derecho y la Ética.
A pesar de esos éxitos, los institucionalistas americanos fueron pronto arrinconados por la vieja
corriente neoclásica y la emergente keynesiana. Durante la segunda mitad del siglo XX fueron
considerados un episodio efímero en la evolución del pensamiento económico. Sin embargo su
legado permaneció y su influencia sobre muchos prestigiosos economistas americanos es muy
notable, destacando John Kenneth Galbraith y Robert L. Heilbroner.
El nuevo institucionalismo Compartir

Actualmente se ha generalizado el uso de la expresión "nueva economía institucional" para aludir a una
amplia variedad de enfoques y nuevas teorías económicas.

La corriente más destacada y concurrida del nuevo institucionalismo es la llamada Law and Economics
oEconomía del Derecho, que analiza los costes de transacción y los derechos de propiedad. Los nombres
más destacados son los de Ronald Coase, Armen Alchian, Harold Demsetz, Richard Posner y Oliver
Williamson. Otra fecunda corriente es laEconomía Política Constitucional de James Buchanan desgajada
o superadora de la más ortodoxa Public Choice o Elección Social. La Nueva Historia Económica de Fogel y
North contempla también la historia como un proceso de evolución de instituciones. Hay que incluir
también la teoría del capital humano de Schultz o el análisis económico que hace Gary Becker de las
instituciones y funciones de la familia y el matrimonio.

En cierto modo, las nuevas escuelas institucionalistas hacen algunas cosas justo al contrario de la vieja
escuela del institucionalismo americano. Mientras que los primeros institucionalistas trataron de
introducir en la ciencia económica conceptos procedentes de otras ciencias, los nuevos institucionalistas
tratan de utilizar los instrumentos de la Economía para explicar la historia, el comportamiento animal, el
comportamiento delictivo, el derecho, los contratos, la empresa, las redes de información, el gobierno, la
familia y otras instituciones sociales. Es lo que también se ha llamado el imperialismo económico, la
invasión por la ciencia económica de áreas del conocimiento que le habían sido ajenas.

Como los viejos institucionalistas, se sigue prestando una atención especial a las instituciones sociales,
políticas y económicas que dirigen nuestra vida cotidiana, pero ahora se sigue un estricto individualismo
metodológico buscando las explicaciones a los hechos en los objetivos, planes y decisiones de los
individuos. Ciertamente se atiende a conceptos de grupo social tales como la cultura de empresa o la
memoria organizativa, pero en la nueva metodología estos conceptos son un objeto a explicar, no una
causa explicativa. Sólo los individuos deciden y actúan. Los fenómenos que observamos y describimos a
nivel de agregados sociales deben ser explicados como resultado de las acciones e interacciones de seres
humanos individuales que buscan sus propios intereses tal como ellos los entienden.

La metodología de la corriente ortodoxa neoclásica utiliza el modelo teórico del mercado de libre
competencia como un supuesto ideal óptimo frente al que se compara la realidad económica. Eso
conduce inevitablemente a los economistas a proponer soluciones consistentes siempre en la
modificación de la realidad para acercarla a la abstracción del libre mercado. El nuevo institucionalismo
rechaza esa metodología y, en cambio, intenta comparar unas instituciones con otras. Lo óptimo no es
real ni es alcanzable por lo que hay que comparar y elegir entre soluciones institucionales subóptimas
pero posibles.

Ante esta nueva metodología, mercado y estado parecen competir en igualdad de condiciones: las
instituciones estatales o las instituciones de mercado pueden ser comparativamente más o menos
eficientes según el lugar y el momento histórico. Para solucionar los problemas económicos concretos y
para estimular el crecimiento económico no es válido proponer medidas macroeconómicas de validez
universal. Por el contrario, habrá que fomentar el desarrollo institucional adecuado al entorno concreto.

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