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_¡Ah!_esclamó_. A Nora no le gusta la fría, incauta melodía del tiempo que se arrastra.

Pág. 33

… miraba hacia el jardín, hacia la débil luz de amanecer, y veía que la estatua, como
duplicada, proyectaba una sombra doble. … Nora vio que el cuerpo de otra mujer nadaba
hacia la oscuridad de la estatua, con la cabeza inclinada, para que sus ojos no aumentaran la
luz emitida por los otros. Pág. 75 y 76.

_Doctor, he venido para pedirle que me diga todo lo que sabe usted de la noche. Pág 90.

Y aunque tenía un cutis de niña, ya se discernía en ella en esa temprana etapa de su vida, el
diseño que habrían de formar las vetas trazadas por los estaciones en su rostro: la madera en
gestación, el árbol que crecía en ella, el indocumentado registro del tiempo. Pág 63.

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