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Uruguay.
1. Introducción……………………………………….…… 3
1.1. Presentación del trabajo…………...………………... 3
1.2. Concepto……………………………………………… 3
1.3. Formas más comunes……………………….............. 4
2. Análisis de la situación actual……....………………… 6
2.1. Introducción................................................................ 6
2.2. Fuente de la renta………………………………….… 6
2.2.1. Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas…. 6
2.2.2. Cobertura Vs Especulación………………………………. 9
2.2.3. Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas…………… 13
2.3. Reconocimiento de resultados de los IFD………….. 15
2.4. Tratamiento de las pérdidas en IRAE……………... 19
2.5. Tratamiento en el Impuesto al Patrimonio………… 21
3. Conclusiones……………………………….…………... 23
4. Bibliografía……………………………………………. 25
1. Introducción.
1.1. Presentación del trabajo.
Los Instrumentos Financieros Derivados (IFD) surgen con la finalidad de dar respuesta
al incremento de riesgos que debían asumir las empresas en la realización de sus
negocios, como consecuencia del desarrollo de los mercados financieros, su
desregulación, la liberación del control de cambios y la globalización.
A continuación se realiza un breve desarrollo del concepto de IFD, junto con una breve
descripción de sus formas más comunes, con el fin de dar un marco conceptual al
desarrollo posterior.
1.2. Concepto.
Cuando se hace referencia a Instrumentos Financieros Derivados, se refiere a un
contrato financiero que su valor deriva, y de ahí el origen de su nombre, del precio de
otra variable, a la que habitualmente se la llama subyacente.
(a) cuyo valor cambia en respuesta a los cambios en una tasa de interés, de un
precio de acciones, de un precio de mercancías, de una tasa de cambio de
divisas, de un índice o de un indicador de precios, de una clasificación o de
un índice crediticio o de una variable similar a las anteriores (que a
menudo se denomina “subyacente”);
(b) que requiere, al principio, una inversión neta muy pequeña o nula, respecto
a otro tipo de contratos que incorporan una respuesta similar ante cambios
en las condiciones de mercado, y
Cabe destacar que si bien surgen con la finalidad de mitigar riesgos en las operaciones,
Se considera que su utilización es con fines de cobertura cuando una entidad posee una
exposición a determinado riesgo y busca mitigarla mediante la contratación de uno o
más instrumentos.
En cambio, se considera que es con fines especulativos, cuando una entidad está
dispuesta a asumir determinados riesgos con el fin de beneficiarse por los cambios en el
valor de mercado.
Existen distintos modos de liquidar los derechos y obligaciones establecidas en los IFD
tales como, liquidación mediante la entrega del subyacente, a través del pago de
diferencias (entre el valor establecido en el contrato y el de mercado), mediante
compensación de posiciones, vencimiento, etc. La aplicación de uno u otro modo,
dependerá del tipo de instrumento así como de los contratantes.
Por su parte existen instrumentos que se transan en mercados organizados, lo que posee
como consecuencia que en la mayoría de los casos las partes contratantes no se conocen
ya que estos operan como intermediarios.
Forwards.
Son acuerdos entre partes para comprar o vender determinado bien (subyacente) a un
precio preestablecido en una fecha futura. Se trata de contratos que no están regulados,
por ende no se transan en mercados organizados, y no requieren inversión inicial.
Frecuentemente se dice que el comprador adopta una posición larga y el vendedor una
posición corta.
Futuros.
Al igual que los Forwards son contratos para comprar o vender determinado bien
(subyacente) a un precio preestablecido en una fecha futura. No obstante, estos son
contratos estandarizados, que poseen regulación, y que son transados en mercados
organizados.
Las Opciones son contratos que otorgan a sus poseedores el derecho de comprar o
vender un activo (subyacente) a un precio fijo que se denomina “strike price”, en un
momento específico en el futuro.
Existen dos tipos de Opciones, las que pueden ser ejercidas sólo en su fecha de
vencimiento que se denominan “europeas”, y las que pueden ser ejercidas en cualquier
momento que se denominan “americanas”. Su contratación puede realizarse a través de
mercados organizados o entre partes, por ende en dichos contratos podrán ser regulados
y estandarizados o no.
Swaps.
Los Swaps o permutas financieras son contratos entre partes, en los cuales sus
contratantes se comprometen a intercambiar flujos de efectivos a fechas futuras. En
general son utilizados para tomar cobertura de variables tales como tipo de cambio, tasa
de interés, valor de commodities, etc.
El cálculo de los flujos financieros estará dado por la aplicación del valor de la variable
subyacente, por ejemplo tasa de interés o tipo de cambio, sobre un valor nocional. Al
momento de la liquidación los flujos de efectivo se compensarán de forma tal que sólo
una de la partes recibirá el importe neto.
Las características propias y complejidad que poseen los IFD llevan a los
contribuyentes a enfrentarse a dificultades tales como, determinación de la fuente de las
rentas, criterios para el reconocimiento de resultados, tratamiento de las pérdidas,
aplicación de la regla de la deducción proporcional, reconocimientos y localización de
activos y pasivos a los efectos del Impuesto al Patrimonio (IP), etc.
Dadas las particularidades de los IFD, y considerando que derivan de una operación
subyacente, a nivel doctrinario han existido diferentes enfoques a la hora de considerar
las rentas que estos generan, contemplando en algunos casos la operación subyacente, el
activo subyacente o simplemente ignorándolo.
Este enfoque resulta aplicable en aquellos casos en los cuales los IFD son contratados
con fines de cobertura y pueden ser asignados de manera directa a una operación en
particular. No obstante no parecería adecuarse a la realidad económica cuando los IFD
son con fines especulativos, ya que puede no existir una operación subyacente principal,
debido a que el inversor busca simplemente beneficiarse de los movimientos de precios
en el mercado independientemente de la misma.
Otro enfoque posible es asimilar la renta del IFD como una renta originada por un
seguro, es decir asumiendo que el IFD opera como cobertura del bien subyacente, en tal
caso debe considerarse como una operación separada de la operación principal y para
determinar la fuente de las rentas generadas por los mismos, se deberá atender a la
localización de los riesgos cubiertos, en caso de localizarse en el Uruguay serán de
fuente uruguaya y en caso de localizarse en el exterior serán de fuente extranjera.
Al igual que el enfoque anterior, este no resulta adecuado cuando se trata de IFD con
fines especulativos ya que el subyacente no resulta relevante para el inversor.
Adicionalmente, posee algunas complejidades prácticas en su aplicación incluso cuando
se trata de contratos con fines de cobertura, dado que no siempre es sencillo determinar
dónde se localizan los riesgos del subyacente. Por ejemplo, cuando se contrata un
Futuro de compra de un commoditie en un mercado transparente, no sólo se desconoce
la contraparte, porque el propio mercado opera como intermediario, sino también la
localización de los bienes que forman parte del contrato, imposibilitando así la
aplicación de este enfoque. Otros ejemplos podrían ser aquellos IFD que implican
coberturas de tasa de interés, o de tipo de cambio, en los cuales la dificultad radica en
determinar dónde se encuentran localizados los riesgos de dichas variables.
Este enfoque es el utilizado por la legislación argentina a los efectos de definir la fuente
de los IFD, ya que el artículo 4º de la Ley Nº 25.063 de 24 de diciembre de 1998,
incorpora, a continuación del artículo 7º de la Ley de Impuesto a las Ganancias, lo
siguiente:
Dicho criterio posee como argumento que la renta es generada en su totalidad por el
factor capital, y presupone que el mismo se encuentra localizado, y por ende
produciendo resultados, en el domicilio del sujeto pagador. Es un criterio muy utilizado
y apropiado a los efectos de determinar la fuente de las rentas denominadas pasivas
(aunque en nuestro sistema tributario no aplica a éstas de manera exclusiva), no obstante
en el caso particular de los IFD, además de ir en contra de la tendencia mundial, genera
algunos problemas de carácter práctico.
Su aplicación tiene como consecuencia que cuando se opera con sujetos del exterior,
dichas rentas sólo queden alcanzadas por el Impuesto a las Rentas de los No Residentes
(IRNR) vía retención, con excepción de aquellos casos en los cuales los referidos
sujetos posean establecimiento permanente en nuestro país, en tal caso por aplicación de
fuero de atracción podrían quedar comprendidas en el IRAE.
En la misma dirección se identifican las conclusiones del reporte general de la IFA, que
abordó el tema en el congreso de Cannes de 1995, en donde se recomienda la no
Luego de analizados los tres enfoques más comunes en lo que refiere a la determinación
de las rentas de los IFD, se puede apreciar que este tipo de operaciones poseen una
complejidad tal, que hacen que el criterio de la fuente territorial caiga en ciertas
indeterminaciones que no se pueden resolver. En muchos casos el análisis de empleo y
localización de los factores productivos no puede ser realizado sin la aplicación de
ciertos supuestos, que al día de hoy no se encuentran en nuestra normativa, lo que
implica mucha incertidumbre no sólo para los contribuyentes a la hora de aplicar un
criterio, sino también para la administración fiscal en sus funciones de control.
Los IFD contratados con fines especulativos o con fines de cobertura son exactamente
iguales, la diferencia entre uno y otro depende de un elemento subjetivo como lo es la
“intencionalidad” del sujeto que lo contrata, la que además de ser compleja de analizar
en el momento cero, puede variar en la vida del instrumento haciendo más difícil su
distinción en la práctica.
Una primera problemática puede ser el encontrar una definición que sea lo
suficientemente clara y sencilla de aplicar tanto para el contribuyente como para la
administración fiscal, que permita identificar rápidamente en que categoría debe quedar
incluido cada instrumento. Como ejemplo se podría citar la definición establecida en la
Una operación típica de cobertura que sin dudas queda comprendida en la definición
puede ser por ejemplo, la realizada por un contribuyente que su actividad sea producir y
vender productos primarios, y que durante el proceso de producción aún no posee
demanda física pero considera que los precios en el mercado de Futuros le otorgan una
buena rentabilidad, en consecuencia para una cantidad definida de dicho producto, toma
una operación de Futuro de venta en un mercado transparente. Posteriormente, una vez
recibida la demanda física, el contribuyente procederá a cancelar la cobertura mediante
la operación inversa y a vender los productos.
La misma operación podría ser realizada por un contribuyente que su actividad sea la de
intermediar, es decir ya no estaría vendiendo bienes de producción propia sino de
terceros, e incluso la compra podría realizarse a través de otro IFD como puede ser un
contrato Forward, el cual en esta oportunidad se cancelaría con la entrega del
subyacente.
Incluso el análisis se puede complejizar aún más, y suponer que para la misma
operación, el productor o el intermediario, realizan operaciones de Futuros en ambas
direcciones, es decir colocan un Futuro de venta y a los días cierran la posición con la
operación inversa, días más tarde lo mismo y así sucesivamente hasta que recibe la
demanda física y cancela de manera definitiva para proceder a vender los productos. En
tal caso, si bien no existen dudas que se encuentran comprendidas en la definición, cabe
cuestionarse si todas estas operaciones son realmente con fines de cobertura, o si por
ejemplo es sólo la primera de ellas porque tiene como finalidad asegurar determinado
margen en el momento cero, o la última porque es la que se cancela concomitantemente
con la operación principal.
Por su parte no están contempladas ciertas coberturas de gastos, por ejemplo la que se
A pesar de que la definición no está acorde a la realidad económica en todos los casos,
debido a que posee una definición amplia, permite que opere correctamente en dicho
país. No obstante no parecería ser adecuada para el caso particular de Uruguay, ya que
las consecuencias de quedar en una categoría u otra serían muy distintas, en muchos
casos se traduciría en no quedar comprendido en el impuesto o hacerlo por una
cuotaparte muy pequeña.
Sin dudas el contribuyente podría lograr una asignación directa de cada uno de sus
instrumentos, aunque no sea con esa lógica como se contratan los IFD en este tipo de
negocios, no obstante no sería igual para la administración fiscal que sería un mero
tomador de datos sin poder controlarlos o cuestionarlos.
b.1. Activos y bienes destinados a generar rentas o ingresos gravados con el Impuesto y
que sean propios del giro del negocio.
b.2. Obligaciones y otros pasivos incurridos para ser destinados al giro del negocio,
empresa o actividad.
El primer requisito que dispone la norma parte de la base de que los contratos de
cobertura que se realizan entre partes vinculadas no brindan una cobertura real, ya que
el riesgo sigue dentro del mismo grupo económico, y por ende se lo excluye. Por su
parte los demás requisitos apuntan a precisar las partidas cubiertas de tal manera que no
queden comprendidas dentro de dicha categoría, IFD que no sean puramente con fines
de cobertura.
En lo que refiere al Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas (IRPF), el artículo 3º
del Título 7 del Texto Ordenado 1996, establece que están gravadas por el impuesto las
rentas de fuente uruguaya, entendiéndose por tal las provenientes de actividades
desarrolladas, bienes situados o derechos utilizados económicamente en la República.
Asimismo el numeral 2) del referido artículo dispone la extensión de la fuente para
aquellos rendimientos de capital mobiliario, originados en depósitos, préstamos, y en
general en toda colocación de capital o de crédito de cualquier naturaleza, provenientes
de entidades no residentes.
Cabe destacar que el IRPF está basado sobre un sistema dual, en el cual se establece un
tratamiento diferencial y liquidación por separado, de las rentas de capital incluidas en
la categoría I y las rentas de trabajo incluidas en la categoría II.
Por su parte la categoría I, que es aquella a la que debemos atender teniendo en cuenta
la temática del análisis, se divide en dos subcategorías como lo son rendimientos de
capital e incrementos patrimoniales.
Por su parte, el artículo 10 del referido título dispone que, constituyen rendimientos de
capital las rentas en dinero o en especie, que provengan directa o indirectamente de
elementos patrimoniales, bienes o derechos, cuya titularidad corresponda al
contribuyente, siempre que no se encuentren comprendidos en otros impuestos.
Dada la amplitud de la definición, no existen dudas que las rentas provenientes de IFD,
con excepción de las originadas en la enajenación, se encuentran comprendidas en la
misma. No obstante, dicha categoría cuenta con una nueva subdivisión en la cual
encontramos por un lado los rendimientos de capital inmobiliario, los cuales no serán
sujetos de análisis, y los rendimientos de capital mobiliario.
En tal sentido, el artículo 16 del mismo título dispone que, constituirán rendimientos del
capital mobiliario, las rentas en dinero o en especie provenientes de depósitos,
préstamos y en general de toda colocación de capital o de crédito de cualquier
naturaleza.
Cabe destacar que existen IFD que exigen desembolsos de dinero, ya sea en el momento
cero, como puede ser el caso de las Opciones en la cual se debe abonar el precio de
prima, o durante la vida del IFD, como pueden ser los “Futuros” contratados en
mercados organizados los cuales exigen garantías en función de los movimientos en el
mercado de la variable subyacente. No obstante, dichos desembolsos, en ningún caso
podrían ser considerados colocaciones a los efectos del IFD debido a que su naturaleza
y funcionalidad difieren ampliamente de dicha definición.
Adicionalmente el segundo inciso del citado artículo, que posee tres literales, establece
la inclusión en dicha categoría, de rentas tales como regalías, rentas vitalicias y
derechos de imagen, que no provienen de depósitos, préstamos o colocaciones, y en las
cuales tampoco pueden incluirse los IFD.
Asimismo el artículo 5º del Código Tributario dispone que, en aquellas situaciones que
no puedan resolverse por las disposiciones del propio Código o por las particulares
sobre cada materia, se aplicarán supletoriamente las normas análogas y los principios
generales de derecho tributario y, en su defecto, los de otras ramas jurídicas que más se
avengan a su naturaleza y fines.
En consecuencia a los efectos de definir como deberían ser reconocidos actualmente los
resultados provenientes de IFD, en una primera instancia se debería atender a las
referidas disposiciones, no obstante tal como se comentó anteriormente, no existen
normas específicas en la materia y por ende será necesario recurrir a otras ramas de
derecho.
El valor razonable está regulado por la NIIF 13 (Medición del valor razonable) que lo
define como, el precio que sería recibido por vender un activo o pagado por transferir un
pasivo en una transacción ordenada entre participantes del mercado en la fecha de la
medición.
Por su parte la referida norma establece una jerarquía de valor razonable, que clasifica
en tres niveles los datos de entrada de técnica de valoración utilizadas para medir dicho
valor:
Nivel 1: Son los precios cotizados (sin ajustar) en mercados activos para activos
o pasivos idénticos a los que la entidad puede acceder en la fecha de la
medición.
Nivel 2: No hay datos disponibles a nivel 1, pero se utilizan datos del mercado
para estimar el valor razonable tales como: precios cotizados para activos o
pasivos similares en mercado y curvas de tasa o de precios.
Con el fin de ejemplificar, los datos de ingreso para la determinación del valor
razonable de los Futuros contratados en mercados organizados en general están en nivel
1, ya que dichos mercados poseen el valor de cotización para sus instrumentos en forma
diaria. En cambio los correspondientes a un Swap de tasa estarán en nivel 2, debido a
que para determinar su valor se toman curvas de tasas disponibles en el mercado y se
descuentan por una tasa apropiada a la fecha de análisis.
Lo mencionado anteriormente posee una excepción en nuestro país, ya que por norma
del Banco Central del Uruguay, los Swaps de instituciones financieras se valúan en la
primera fecha de análisis, en ese momento se determina el resultado del instrumento que
se devengará durante el período de duración, y se contabilizan activos y pasivos por
separado. De todos modos dicha excepción será temporal ya que a partir del año 2017
las instituciones financieras deberán presentar sus estados contables aplicando las
normas IFRS.
De todos modos estos contratos en su gran mayoría son contratados con entidades del
exterior y por ende se podrían considerar que el bien representado por el contrato
también lo está, en tal caso sería de aplicación la norma de valuación dispuesta en el
artículo 95 del mencionado decreto. No obstante dicha norma no aplica, por
características propias de los IFD, debido a que la realización de estas operaciones no
conllevan una inversión y la norma dispone que, las inversiones de cualquier naturaleza
situadas en el exterior se computarán por su valor de costo en la moneda en que se
realizó la inversión.
Es importante mencionar que el artículo 37 del Título 4 del Texto Ordenado 1996,
faculta al Poder Ejecutivo a establecer normas especiales de valuación en aquellos
rubros u operaciones que no tengan tratamiento previsto en el mismo Título.
La normativa chilena adopta este criterio dado que, en el literal i) del numeral 4° del
artículo 5º de la Ley Nº 20.544 de 14 de Octubre de 2011 de Chile, que refiere a los
La aplicación del valor razonable a efectos fiscales para los IFD es criticada por parte de
la doctrina con el argumento de que en muchos casos implica un adelantamiento de
impuestos producto de variaciones de precios específicas, que no corresponde, porque
no hay un realización real de la renta, y que en muchos casos no pueden ser recuperado
debido al tratamiento asimétrico de los resultados.
No obstante cuando aplicamos este criterio a los IFD notamos que no siempre estamos
en nivel de jerarquía uno y eso trae algunas consecuencias prácticas no deseadas. Por
ejemplo un contribuyente que toma un préstamo con una institución financiera (que
también podría ser contribuyente) a una tasa variable LIBOR + 5% y la propia
institución le ofrece un Swap de tasa de interés sobre el mismo valor nocional y con los
mismos vencimientos, en el cual la institución financiera se obliga a entregar LIBOR +
5% y el contribuyente 6%.
En este caso adquieren relevancia los enfoques vistos en el capítulo dos. Aquellos
contribuyentes que consideran el resultado de los IFD como parte de la operación
subyacente, tipificarán dichos resultados como costos, por su parte aquellos que
Esta problemática la podemos encontrar en todas las legislaciones que poseen limitación
al cómputo de pérdidas por las características propias de los IFD. Por ejemplo en el caso
de Argentina y Perú, sucede lo mismo con las pérdidas derivadas de IFD con fines
especulativos que no puedan ser compensados con ganancias provenientes de
instrumentos de la misma naturaleza.
Por su parte en aquellos casos en los cuales se opera a través de mercados organizados,
no es posible aplicar la deducción proporcional, debido a que se desconoce la
contraparte y por ende también a que tasa efectiva se encuentra sometida.
Adicionalmente, teniendo en cuenta que estos costos o gastos son de carácter financiero,
por aplicación del artículo 25 del Título 4 de Texto Ordenado 1996, los mismos no
podrán ser deducidos de manera directa, sino que el monto deducible será aquel que
surja de aplicar el coeficiente de activos generadores de rentas gravadas sobre activos
totales.
La limitación mencionada parte del supuesto de que el pasivo financia todo el activo y
por ende los resultados financieros provenientes de estos son indirectos por naturaleza.
No obstante, dicho supuesto no parece ser adecuado al caso particular de los IFD ya que
si bien los resultados financieros provienen de pasivos, los mismos no son
financiamiento.
En aquellos casos en que los IFD son considerados autónomos, los resultados que
arrojan los mismos serán simplemente pérdidas, es decir no son costos dado que no
tienen correlación con un ingreso, y tampoco serían gastos ya que no sólo no revisten
recurrencia, sino que tampoco existe una intención de incurrir en tal egreso para para la
operativa de la empresa.
Por su parte el segundo inciso del referido artículo establece el aspecto espacial del
hecho generador del impuesto al disponer que, el patrimonio comprenderá a los bienes
situados, colocados o utilizados económicamente en la república.
No obstante, no todos los bienes subyacentes pueden ser localizables, por ejemplo
cuando se opera con mercados transparentes y se desconoce la contraparte también se
Por su parte cuando el subyacente no son bienes sino, tipos de cambio, tasas de interés,
o índices, dicho criterio no puede ser aplicado ya que no es posible asignarles una
localización específica. Adicionalmente la simple localización de la contraparte no sería
suficiente para poder definir la ubicación del activo.
El desconocer el subyacente y tomar a los IFD como autónomos puede ser otra opción
para determinar la localización de las partidas, en tal caso parecería razonable aplicar el
criterio del domicilio del deudor. Es decir si el contribuyente posee un activo y el
deudor se encuentra domiciliado en el exterior, se considerará que ese activo se
encuentra localizado en el exterior, en cambio si el deudor es uruguayo el mismo se
considerará localizado en el país.
Aplicando este criterio, cuando el saldo es pasivo, implica que el sujeto del exterior
posee un activo en el Uruguay, y teniendo en cuenta que no se encuentran
comprendidos en el literal a) del artículo 22 del Título 14 de Texto Ordenado 1996, es
decir, que no son saldos de precio de importación, ni préstamos o depósitos, los mismos
quedarían gravados y por ende sujeto a retención.
Las características de los IFD, así como su complejidad, hacen que el criterio de la
fuente territorial caiga en una serie de indeterminaciones que no pueden resolverse sin
la aplicación de ciertos supuestos que al día de hoy no se encuentran en nuestra
normativa.
La aplicación del gravamen en base a residencia podría ser el indicado para alcanzar
este tipo de operaciones debido a que resolvería y simplificaría las indeterminaciones
mencionadas, no obstante su aplicación en nuestro país implicaría una nueva extensión
de la fuente.
En caso de optar por el gravamen en base a residencia, teniendo en cuenta que Uruguay
posee el criterio de fuente territorial para gravar sus rentas, podrán existir casos en los
cuales la operación principal y la cobertura queden sujetas a una tributación distinta. Es
por ello que podría ser adecuada la diferenciación de IFD con fines especulativos y con
fines de cobertura, con el fin de otorgarle a estos últimos el mismo tratamiento que la
operación subyacente. No obstante existen algunos problemas de carácter práctico, tales
como su diferenciación y su asignación directa a operaciones, que la dificultan.
Decreto Nº 148/007 de 26 de abril de 2007. Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas.
El Fair Value como base de valuación – Cr. Julio Gomez, Cr. Bruno Ceruzzi y Cr. Walter
Rossi.
Título 4 del Texto Ordenado 1996 - Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas.
Título 7 del Texto Ordenado 1996 - Impuesto a la Renta de las Personas Físicas.
Título 8 del Texto Ordenado 1996 - Impuesto a las Rentas de los No Residentes.