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Una técnica utilizada en los últimos tiempos para resolver

conflictos entre las familias, es la conocida como


“constelaciones familiares”, que consiste en un juego de roles
o papeles que desempeñan personas ajenas, representando a
algún familiar, las más de las veces, ya fallecido, con la
finalidad de resolver problemas generados con el difunto. La
técnica fue diseñada como terapia por el ex sacerdote católico
Bert Hellinger, postulando que los miembros de una familia se
influyen recíprocamente en su salud y en su conducta.

Como es de esperarse, resulta complicado hablar del tema, por


ello pedimos a la terapeuta Susana Godoy, que colabora con el
Padre Dirk Kranz, mejor conocido como el Padre Teo,
conferencista y fundador de la fundación San Miguel Arcángel,
que nos ampliara el tema.

De acuerdo con Susana Godoy, una constelación familiar es


una estructura de personas interconectadas que forman una
familia. Comenta que, Hellinger, simplemente le dio otro
nombre al “árbol genealógico”, proponiendo trabajar con las
generaciones, lo cual es una realidad espiritual de la que
difícilmente hay documentación.

Susana comenta que, cuando un terapeuta trata a una´persona,


va descubriendo la herencia, no sólo física, que es evidente,
como el parecido, las posturas corporales o los gestos, sino la
espiritual, que se transmite de padres a hijos y que se
manifiesta mediante patrones de conducta repetitivos,
psicológicamente llamado “genograma”, o “cadenas
ancestrales” la herencia espiritual de los ancestros, si del tema
espiritual se trata, siendo exactamente lo mismo: tendencias,
impulsos o patrones que se repiten y que pueden detectarse
con facilidad, como, por ejemplo, familias donde las mujeres
tienen partos gemelares o que se divorcian entre los 25 y 28
años, o la predisposición a algún vicio como el alcohol.

El meollo del asunto está precisamente en el tratamiento: se


hacen sesiones en salones terapéuticos para tratar temas
dolorosos donde están involucrados familiares fallecidos o con
los que tiene una relación tan fracturada, que la comunicación
real, personal, resulta imposible, y para dar salida al conflicto,
se usa un representante que personifique a ese familiar, en
lugar de buscar a la persona afectada (en el caso de los que
viven). A primera vista, suena atractivo, y se ha hecho muy
popular este tipo de consultas, sin embargo, es una técnica
que tiene mucho en contra, como veremos a continuación.

¿Cómo se constela?

Susana pone un ejemplo: si alguien tiene un conflicto con su


abuelo paterno, que ya falleció, acude a un grupo en el que
todos van a “constelar”, es decir, van a compartir esa
situación; ahí encontrará todo tipo de personas: hombres,
mujeres, jóvenes, personas mayores. Entonces, para trabajar
su caso, pide a alguno de los presentes que sea el
representante de su abuelo. Le dice cual sería su nombre (el
del abuelo, por supuesto), entonces se sientan frente a frente;
el que constela comienza a reclamarle, sacando toda la
problemática que trae dentro. A veces sucede que la persona
que representa al abuelo se mete tanto en su papel, que
comienza a decir cosas que los “transforman” en el abuelo, es
decir, esa persona que no conoce ni al abuelo ni al nieto,
responde y sabe cosas que sólo sabía el abuelo. Continúa
Susana: “es increíble cómo, cuando nos ponemos en esta
dimensión de jugar roles, de jugar papeles, una persona pueda
tener estas experiencias tan profundas. Esto está siendo
realmente el “boom” de las constelaciones familiares. ¿Por
qué? Entendiendo nosotros, como personas espirituales, que
las almas son eternas, cuando estamos hablando del espíritu
de la persona del abuelo, el abuelo personalmente está aquí.
No es que le sople al oído al amigo que está ayudando a
constelar sobre el abuelo las realidades vividas, sino que es el
abuelo, a través de esa persona, porque lo hemos, en todo
caso, invocado para que esté allí”.

Pero la situación no termina con eso. La especialista destaca


que es peligroso porque “no se cierra ese círculo”. Platica que
en los retiros del padre Teo se han encontrado con gente que
siente que ese día que constelaron, por la noche tienen una
persona durmiendo a su lado o empiezan a soñar con una
persona que no conocen, que resulta ser el abuelo (regresando
al caso comentado arriba).

En opinión de Godoy, cuando se constela es difícil discernir de


qué se trata esa presencia, pues durante la terapia no se está
en un ambiente religioso, no se está haciendo una oración de
protección antes de entrar, no se considera si la gente que está
constelando es católica o está en gracia, hay una mezcla de
muchas cosas. Entonces, pueden ser totalmente engañados,
puede que en algún momento sí sean las cosas del abuelo y
otras que sea algún espíritu de engaño que esté por ahí o hasta
algún demonio, tal vez.

Dice Susana: el problema es que la gente no entiende que se


trata de un tema espiritual, que se puede trabajar en una
terapia personal, con un terapeuta directamente, la relación
con el abuelo, sin invocar al abuelo (o al familiar en cuestión).

Ahora, prosigue, hay personas muy sensibles que cuando


están en estas cosas de las constelaciones familiares, pueden
tener visiones, sensaciones o audiciones porque sí están en
este plano espiritual, aunque no sean católicos; tienen la
sensibilidad pero no tienen la formación. En los retiros nos
hemos encontrado personas muy contaminada por esto.

Continúa la Dra. Godoy: “Ahora, entendamos que el enemigo,


lo que busca siempre, es la innovación, pero no ha dejado de
tocarnos en esas áreas en las que estamos predispuestos
como seres humanos: el saber del más allá, el saber qué ha
pasado con los que ya se murieron, el traernos a los que se
murieron para el presente porque no podemos todavía
desvincularnos de ellos, pero ahora el enemigo nos lo presenta
de maneras más innovadoras, menos “peligrosas” pero que
sigue siendo la misma tentación.
El enemigo no cambia, simplemente nos cambia la
presentación de las mismas tentaciones que hemos tenido
como humanidad siempre”.

¿Cómo romper estas cadenas generacionales?

De acuerdo a Susana, si bien es cierto que arrastramos esta


herencia espiritual, como se dijo al principio, la tendencia a
repetir cierta conducta, esto no quiere decir que no haya
remedio. Dice: “Probablemente se tenga una predisposición al
alcohol, pero está en tu voluntad tomarlo o no. Mucha gente -
puede verlo como pretexto. Pero Dios no te trajo aquí a vivir
bajo pretextos sino a educarte en el autodominio. Nos lo dice
San Pablo en su carta a los Corintios. Algo muy importante de
entender, aparte de la herencia espiritual, es el pecado
personal. Una cosa es la tendencia que yo traigo y otra la
cosecha que yo le echo. Yo refuerzo la actividad del enemigo
en mi vida cuando yo tengo una tendencia de alcohol y aparte
yo la refuerzo con mi pecado personal de alcoholismo. Eso ya
lo amarro, lo solidifico, consolido ese pecado en mi vida y lo
heredo más adelante. La propuesta en trabajar en romper la
herencia generacional es romper precisamente este impulso o
esta herencia que ya viene, esta tendencia para que yo sea más
libre de mis actos, pero responsable de mi pecado personal y
de mis acciones personales.

La solución es trabajar en las tres dimensiones: cuerpo alma y


espíritu. Si tienes un problema médico, atiéndete con el doctor
esa es el área física. Si tienes un problema psicológico,
emocional, trabájalo con el terapeuta. Esa es el área etérea, los
terapeutas tocamos una parte del alma, pero el espíritu, la
esencia, nuestra comunicación con lo divino, es a través de los
sacramentos, para sostener y mantener nuestra vida de gracia
y tener esa fuerza de voluntad para romper con las otras dos
partes, que son menores que la parte espiritual.

Entonces, ¿es recomendable acudir las constelaciones


familiares?

La doctora Susana Godoy comenta que, ante esta realidad


espiritual, todavía hay mucho que descubrir y que
probablemente los eruditos van a tener que sentarse a
discernir o establecer un cierto tipo de reglas o escuchar a
quienes trabajan en este ámbito y tienen la experiencia, darles
la oportunidad de poder compartir este contenido, pero
definitivamente, no recomendaría tocar esta área, reitera que
han tenido experiencias muy incómodas con gente que termina
muy contaminada por acudir a estas prácticas.

“Yo no la recomendaría”, enfatiza, “si tú tienes que trabajar


algo muy particular con tus generaciones, si estás traumada
porque tu culpa te come porque con tu hijo fulanito no puedes
relacionarte, siéntate y habla con tu hijo de frente, no quieras
hacerlo a través de una tercera persona, ten el valor de
enfrentar y mirar a los ojos a tu hijo y hablar precisamente lo
que te duele, tu culpa o lo que sea. O con tu terapeuta. Pero no
invoques espiritualmente a nadie. Es un área que todavía no
estamos listos para trabajar”. Finaliza.

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