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El Viajero
El Viajero
INTEGRANTES:
TRUJILLANO TEVES, Daysi Melania
Puno – Perú
2018
El VIAJERO
Era un atardecer sin sol, un atardecer cansado de tanto caminar, y con la
preocupación de no saber, dónde pasaría la noche: que por lo que parecía sería
muy fría y tormentosa.
La visión se le iba yendo juntamente con la poca claridad que había; se detuvo a
forzar sus ojos para poder encontrar refugio del frio y la tormenta que le seguían los
pasos, en eso un destello de luz le abrió el contorno de sus labios y sintió un palpitar
más tranquilo de su corazón, pues donde hay luz, hay refugio y compañía…pensó...
Apresuro sus pasos hacia aquel rayito de luz y así pudo confirmar su sospecha y
calmar su angustia. Ciertamente un refugio, una fogata con compañía; lo que menos
esperaba era una bienvenida y procuro ser lo más cortes posible, pero no podía
evitar sentir esa emoción de haberse sentido escuchado.
y como sabemos que el sueño pesa más cuando uno está echado y más si está
cubierto por frazadas de bayetas hechas de lana de ovejas…Rómulo bostezó
indicando así el fin de la conversación.
Mas en su mente grabada la imagen de esa pareja tan peculiar, tenían unos dientes
que evidenciaban trabajo sin descanso y sus ojos eran tan oscuros como la noche
misma y el pelo que cubría a Ricardo era muy llamativo.
Muy de mañana comenzó aquel día sin aquel sin que el sol anunciara su inicio,
insistentes la pareja despertaron a Rómulo. Quien aún apegado a un montón de
ropas que tenía como almohada, se reincorporo.
Aquella familia extraña, planearon su ruta, su tiempo, los días, su provisión… como
si fueran dueños de cada cosa… y con más seguridad y confianza partieron hacia
el destino de uno, más que Rómulo solo compartía el camino, con la esperanza de
llegar bien donde los suyos.
Sin hallar refugio y sin divisar alguno, fueron presa de una fuerte lluvia y el grito del
trueno, cual potente voz hace temblar el suelo; hizo temblar a las mulas que como
caballos sin domar corrieron sin luz ni guía quien sabe adónde.
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Paso la noche y llego el día, ya cada vez más cerca de la casa de Ricardo y aún
más lejos de Rómulo. Conocían sus vidas del uno y del otro, consejos y argumentos
se quedaban grabados, combinados con el silbar de los jichus.
Ricardo con un pesar en alma caminaba su regreso, sin demora ni pausa llegaba al
lugar donde había dejado a su familia…cerca a su casa.
Mas Rómulo llegaba a Moquegua, a su casa, en donde conto a su familia del amigo,
que el camino le había presentado.
Y como las promesas hay cumplirlas, Rómulo procuro regresar al quinto día, volvió
por aquel camino que antes su amigo Ricardo había vuelto atrás.
El camino le recordaba historias y crónicas contadas hace días atrás, más que el
camino ya era distinto y su rostro se tornaba por el miedo, el color del camino era
solo cenizas y cenizas.
Llego a la montaña, paso la montaña y llego a la gran roca …pero no había nada
tan solo al costado de la gran roca, una menuda piedra se encontraba.
Ni una casa, ni una choza, ni una cueva…pero si tres sacos, ¡eran sus sacos !!!,
sacos que Rómulo había dejado a su amigo Ricardo.
Con temor grito, como quien llama a su hijo cuando uno no lo ve
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Buscaba a su amigo Ricardo y no lo encontraba… pensó: los hijos… son las
puertas para llegar al padre. Busco niños por todo lugar debajo de las rocas en
cuevas y nada.
Pero grande fue su sorpresa cuando solo encontró ratones, ocho ratones como el
número de los hijos de Ricardo- atónito se quedó.
- No es posible murmuro
Pero es preciso decir que Rómulo marcho sin mirar al pasado, recordando a su
compañero de ruta y el final de su vida.
Sabía que nadie le creería tal historia, sabía que se reirían si se lo contaba a alguien,
que un ratón, ¡un ratón!!! lo ayudo, y que su compañía, su hermosa mujer, le había
ofrecido comida…y que aquella familia tenía un gran corazón.
MORALEJA: Tal cual hoy, muchos son viajeros en esta vida, unos aun en el
amanecer, algunos en el medio día y otros en el atardecer.
Pero sin duda, sabemos que, en la vida, las personas que más hacen son
aquellas que quedan y no aquellas que solo pasan, mas hacen aquellos que
ayudan, que aquellos que pretenden hacerlo.
La vida consiste en dar lo que uno tiene, aunque lo que se tenga solo sea un
corazón de ratón.
- FIN -