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PALABRAS DE INTRODUCCION, EL BICENTENARIO.

El Perú, la Patria, la Nación, está próximo a celebrar su bicentenario por la Independencia,


inicio del nacimiento de la vida independiente como Republica, pero no el inicio de
nuestra historia. Esa historia rica en cultura, en su población, en su naturaleza y
gastronomía que hoy enorgullece a este país, solo queda en campos retóricos, como un
referente semántico pero que cada día salvo excepciones el país, vive en el caos.

En estos tiempos difíciles donde las violencias tanto simbólicas como de hecho, se viven
día tras día, el interior del país se sigue desgarrando, las crisis en lo social, en lo político,
en lo cultural, y en lo económico se profundizan y está penetrando en la estructura misma
de la nación, este es el tiempo para aprender y reflexionar sobre nuestra cultura ancestral
y el espíritu de los hombres que dieron su vida por un ideal de libertad no solo de este
hermoso país sino de estas tierras americanas.

Los fundadores de la patria buscaron sin duda crear una nación fuerte, libre e
independiente de los lazos de la metrópoli, pero lo que la historia nos enseña es que estos
hombres jamás pensaron en deshacerse de sus tesoros culturales y naturales, por el
contrario buscaron como ampliar esa riqueza ancestral con la belleza de una nueva
lengua, y de los avances científicos de la época.

En otras palabras, nuestra memoria debería estar fortalecido con el sentimiento del
Bicentenario de la Independencia como País, así como recordar no solo la gesta
libertadora y sus héroes americanos que lucharon para que eso sucediera sino también
deberíamos como país recordar a aquellos hombres que dieron sus vidas por una américa
unida, por ese proyecto sanmartiniano que hoy es solo un sueño. Al contrario de lo que
deberíamos estar haciendo el país hoy vive y desde hace unos años con periodos de
inestabilidad, caos, de agitación y desgarramiento en todo el país que lo sumerge no en
una sino en varias violencias algunas silenciosas y otras arteras y mortales, estas
violencias, no son solo sociales sino económicas y políticas, y que no solo amenaza
penetrar y socavar lo ya ganado como País, sino que está generando un caldo de cultivo
de violencias mayores, haciéndonos recordar un pasado doloroso.

Nuestra Identidad como país, nuestra Nacionalidad es lo que estamos perdiendo, por eso
es necesario en estos tiempos darnos un tiempo como padres, hijos, obreros, agricultores,
pescadores, profesionales en general, políticos, ciudadanos, para reflexionar redescubrir
ese espíritu patrio que debería unirnos y por el cual muchos hombres posiblemente lo
mejor de la generación de Peruanos dieron con su vida lo mejor para aprehender, así
capaz seriamos lo suficientemente inteligentes y valientes para defender con conciencia y
acción esas libertades obtenidas no para unos pocos sino para el pueblo en su totalidad.

Estos hombres aun con sus debilidades supieron estar por encima de ellas, tuvieron una
visión mayor a la que muchos de nosotros tenemos sobre nuestro propio país, ellos
buscaron constituir una nación libre e independiente por la voluntad general de los
pueblos, por la justicia y por la causa que Dios defienden lejos de los lazos de subyugación
de alguna metrópoli, nunca pensaron en desprenderse del poderoso tesoro cultural en la
cual estamos asentados y es de donde provenimos tal cual como lo dijo Ricardo Palma “El
que no tiene de inga tiene de mandinga”,

La pregunta que deberíamos hacernos es ¿Qué hicimos con ese legado? ¿Alguna vez
fuimos Perú como Nación? ¿Dónde radica nuestra identidad?

El concepto de Patria está cargado de historia, de tradiciones y de gloria, porque más allá
de que El Perú mismo en ese tiempo histórico estaba sumergido en la disyuntiva de seguir
subyugado por la metrópoli Española, (visión de la mayoría de los criollos y españoles
americanos), la no intervención por qué no lo sentían como su patria (comunidades
andinas) y los que escucharon el llamado del mundo americano de buscar romper esos
lazos de dominación por más de 300 años, estos últimos deberíamos mirarlos con orgullo
de peruanos por esa epopeya que lidiaron y que dio principio a nuestra historia
independiente.

La reflexión debería llevarnos a entender que más allá de nuestros propios paradigmas de
interpretar nuestra historia, tuvimos y tenemos una responsabilidad ante el mundo y ante
nuestra América como Nación, nuestra riqueza cultural, nuestra riqueza natural, nuestra
riqueza histórica nos demanda la excelencia como país ante el mundo, nos demanda
avanzar en educación y tecnología, nos demanda, mayor civismo, nos demanda una mejor
protección y defensa de los derechos humanos, nos demanda ser el artífice de una
América unida y prospera, pero esa no es nuestra realidad, nuestra realidad es vivir
sumidos en luchas internas viviendo en una grieta cada vez más insoportable, pisoteamos
nuestra historia cuando renegamos lo que somos, estamos obligados a dejar un legado
solidario, a ser mejor que las generaciones pasados de romper con nuestras propias
ataduras y orgullos personales, de alejarnos del cinismo político.

Vamos a cumplir doscientos años de dirigir nuestra propia existencia, ¿A dónde hemos
llegado? ¿Qué hemos hechos nosotros como pueblo para mejorar nuestra situación? ¿El
país es más equitativo, justo? ¿Somos iguales ante la justicia? ¿Demandamos más de lo
que estamos dispuestos a dar? Si nuestra respuesta es negativa entonces ¿Cómo no mirar
con admiración a nuestros héroes, a nuestros libertadores? ¿Cómo no replantearnos el
espíritu mismo de los orígenes de nuestro país? ¿Cómo no manifestar por lo menos una
alabanza o una mirada de regocijo y gratitud por esos constructores de la idea de Perú
como nación?

Por eso hablar del Bicentenario de la Independencia del Perú, es hablar de sus habitantes,
de sus personajes que decidieron aun en la soledad luchar por una causa que iba más allá
de sus propias vidas. La Frase Belgrano escrita en una carta a San Martin describe esos
momentos de soledad que es aplicable a cada uno de estos hombres “Soy Solo”, no le
decía a San Martin estoy solo, sino Soy Solo, esta soledad es indescriptible, muchas veces
frustrante y triste pero aun a pesar de ello siguieron adelante, a pesar de sus
circunstancias la causa de la emancipación del Perú se convirtió en la “Causa Americana”
más allá de sus propias vidas”. Esta causa se fortaleció con las vidas de nuestros propios
paisanos que lucharon e influenciaron en la Emancipación de la hermana República
Argentina.

El mundo del fin del siglo XVIII rompía los paradigmas de la época, aire fresco recorría el
mundo y América respiraba ese nuevo y embriagador aire de Libertad, hombres nuevos y
voces jóvenes se hacían oír y marcaron un precedente en la historia, algunos de ellos
estuvieron presentes en los memorables días de aquel congreso de Tucumán, los lazos de
sangre, amistad y hermandad comenzaron a cristalizarse desde esa época ya que también
participaron activa y fervorosamente en ese heroísmo emancipador del pueblo hermano
de Argentina.

Perú siempre tendrá una deuda de gratitud al libertador Don José de San Martin y a esos
titanes de la historia que lo acompañaron en esa noble tarea.

A principios del siglo XIX aún se mantenía casi intacta la extensión continental de las
colonias españolas, a pesar de los grandes acontecimientos que sucedían en el mundo
occidental, La Independencia de los Estados Unidos, La Revolución Francesa, La irrupción
de Napoleón, y su ruptura en el orden político que provoco en España, la decadencia del
reinado de Carlos IV, la américa hispana conocida empezó a desmoronarse
vertiginosamente a partir de 1810 y para 1825 el continente sin cumplir los sueños San
Martinianos ni Bolivarianos se había dividido en una decena de repúblicas independientes.

Este periodo histórico no solo era una lucha por libertades civiles sino era una lucha por
romper con las cadenas del pasado, paradigmas de la época, donde la sociedad colonial se
basaba en varios grupos sociales distinguidos y aglomerados por el color de su piel, así
teníamos en la cúspide de la pirámide a los blancos europeos, (se llamaban puros), a los
blancos americanos (criollos) que eran casi una raza degenerada por haber nacido en
américa, los indios, los mestizos, los negros y una gran multiplicidad de castas, otro de
esos paradigmas era la fidelización a la corona española como nos lo comenta el
historiador y diplomático peruano Hugo Pereyra Plasencia.

El propósito de este libro no es presentar una biografía extensa ni detallada sino más bien
descubrir su contribución al grito libertario, contextualizarlo en su periodo histórico y de
alguna manera revalorar sus vidas y colocarlos en el altar de Honor de esta América
Latina.

Hablar de Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, es hablar de un pampacolquino del interior de


Arequipa este fue el gran primer hombre que alzo su voz y su intelecto por ese sueño
libertario, su influencia gravito muchas por esas décadas de ebullición y búsqueda del
concepto de patria. Otro gran personaje fue el también Arequipeño General Ignacio
Álvarez Thomas, quien fuese Director de las Provincias Unidas del Sud, y que en su año de
gobierno logro concretar el congreso de Tucumán, Junto a ellos el huarazino y primer
Mariscal peruano Toribio de Luzuriaga, hombre y militar honorable que supo ser amigo
del general San Martín, y que lucho en la independencia de la Argentina, chile y Perú, por
último es notable su contribución del abogado doctor José Darregueyra, quien como
representante de Buenos Aires firmo el acta de la Independencia de la Argentina.

Podemos decir que aún queda mucha tinta y papel por escribir de estos notables
personajes de nuestra historia hermana de Perú y Argentina.

Jcf

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