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I. INTRODUCCION
La lucha contra la infección es una de las tareas más antiguas del cirujano. Personajes
como Lister, con el descubrimiento de la antisepsia; Billroth, con su pionera descripción
de los estreptococos; Halsted, con la introducción de los guantes quirúrgicos y la
esterilidad estricta, o Salvador Cardenal, difusor del “listerismo” en España, destacan en
la historia de la cirugía aportando su ciencia en dicha lucha. En la actualidad, el cirujano
sigue enfrentándose día tras día a la infección. A pesar de disponer de potentes
antibióticos, los cirujanos siguen interviniendo peritonitis, drenando abscesos y tratando
la infección quirúrgica dondequiera que se encuentre: la cirugía de la infección. Al mismo
tiempo, deben dirigir sus esfuerzos a prevenir la infección de la cirugía, que se presenta
como efecto indeseable tras operaciones por otros motivos, en contextos cada vez más
complicados y en pacientes más frágiles. La infección postoperatoria merece especial
atención y se discuten con amplitud los métodos para su prevención, detección y control.
Los microorganismos que tienen la mejor capacidad de sobrevivir en un ser humano son
los que pueden evitar su eliminación haciendo cosas específicas a nuestro sistema inmune,
estos son estrictamente patógenos humanos, nos complican pero no nos eliminan
directamente, “un patógeno exitoso no mata a su huésped”, vive dentro de él pero le sirve
para sobrevivir, para transmitirse.
II. OBJETIVO:
III. DEFINICION
Las bacterias que provienen del paciente son la causa más importante de infección del
sitio quirúrgico. La flora infectante depende del tipo de cirugía, predominando los cocos
grampositivos (Staphylococcus aureus, estafilofocos coagulasa-negativos) en cirugía
limpia y las bacterias de origen entérico en cirugía limpia-contaminada y contaminada
(Enterococcus spp. y Escherichia coli).
En cirugía del tracto digestivo, los datos acumulados durante el periodo 1999-2006,
muestran que la ISQ de debe en un 60 % de casos a bacilos gramnegativos y en un 32 %
a cocos grampositivos. Los microorganismos aislados con más frecuencia son
Escherichia coli (28 %), Enterococcus spp. (15 %), Streptococcus spp. (8 %),
Pseudomonas aeruginosa (7 %), estafilococos coagulasa negativos (5 %),
Staphylococcus aureus (5 %, resistentes a meticilina 2 %), Candida spp. (4 %), Klebsiella
spp. (4 %), Enterobacter spp. (4 %), Proteus mirabilis (3 %) y Bacteroides fragilis (3 %)
Una proporción creciente de infecciones está causada por patógenos resistentes a
antibióticos, como Staphylococcus aureus resistente a meticilina (MRSA) o Candida.
Este hecho refleja el incremento en el número de pacientes quirúrgicos
inmunocomprometidos y con enfermedades graves, y el impacto del uso generalizado de
antibióticos de amplio espectro. Existen infecciones causadas por patógenos infrecuentes,
como Serratia marcescens, Moxarella osloensis, Rhizopus oryzae, Clostridium
perfringens, Rhodococcus bronchialis, Nocardia farcinica, Legionella pneumophila,
Legionella dumoffii y Pseudomonas multivorans, atribuidas sobre todo al personal
quirúrgico, al área quirúrgica y al instrumental, entre otros. Cuando se detecta un grupo
de infecciones por estos organismos inusuales debe emprenderse una investigación
epidemiológica. Cuantitativamente, la infección se desarrolla si el sitio quirúrgico es
contaminado con más de 105 microorganismos por gramo de tejido. Es conocido que la
dosis de microorganismos contaminantes que desencadena la infección es muy inferior
en presencia de material extraño. Pero no solo el tamaño del inóculo bacteriano es
importante; las propiedades bacterianas de virulencia y patogenicidad son también
significativas. Los microorganismos pueden contener o producir toxinas y otras
sustancias que incrementan su capacidad para invadir al huésped, producir lesión o
sobrevivir en los tejidos. A pesar de que estos y otros factores de virulencia están bien
definidos, su relación con el desarrollo de infección del sitio quirúrgico no está
completamente determinada.
A pesar de todos los avances en la cirugía, las complicaciones infecciosas son la mayor
causa de morbilidad.
a) Estado inmunitario
El estado inmunitario del paciente es un determinante fundamental de la susceptibilidad
del huésped a desarrollar una IHQ. Estados de inmunodeficiencias, ya sean permanentes
(inmunodeficiencias congénitas o VIH) o transitorias por tratamiento (corticoides,
administración de inmunodepresores o quimioterápicos), predisponen a una mala
respuesta a la colonización microbiana habitual de la herida quirúrgica y, por tanto, al
desarrollo y extensión sistémica de una IHQ.
c) Hábito tabáquico
El consumo de tabaco provoca una inhibición del movimiento de los macrófagos que
altera así la quimiotaxis alrededor de la herida.
d) Estado nutricional
Un estado nutricional deficitario se asocia con el aumento de incidencia de IHQ, así como
con el retraso en la cicatrización. Aunque en distintos estudios el aporte de nutrición
parenteral previa a la cirugía no ha conseguido, por sí mismo, disminuir la aparición de
IHQ, en pacientes sometidos a grandes intervenciones y en los que reciben cuidados
críticos el aporte calórico pre y posquirúrgico es una práctica habitual en muchos
hospitales.
Por otro lado, la obesidad se asocia a un mayor riesgo de IHQ debido a la maceración de
los tejidos.
Actualmente todos estos factores se engloban dentro del término virulencia, que traduce
la capacidad de desarrollar una lesión en el ser humano por parte del microorganismo.
Esta patogenicidad de los diferentes gérmenes depende, a su vez, de las características
intrínsecas de los mismos, de los productos que son capaces de generar (toxinas), así
como del número de gérmenes en el inóculo. Entre ellos podemos citar:
El contaminante son las bacterias endógenas del paciente, Ej. colectomía en donde hay
Bacteroides fragilis, Escherichia coli; resección pulmonar, cirugía ginecológica,
orofaringe. El porcentaje de infección aquí es de 4 a 10 %. Puede mejorar optimizando
medidas.
3. Heridas contaminadas:
Incluye heridas abiertas accidentales recientes. Ocurren en procedimientos en los que hay
contaminación local intensa, pero con ausencia de infección, por ejemplo, laparotomía en
heridas penetrantes intestinales. El porcentaje de infección en estas es de más del 10 %
aún con las medidas de prevención tomadas.
Heridas producidas por un traumatismo penetrante antiguo, con tejido desvitalizado y con
hallazgo de una infección clínica o perforación de una víscera.
Como se deduce de lo señalado más arriba, las infecciones relacionadas con la cirugía
son de muy diversos tipos y poseen características muy diferentes, respondiendo incluso
dentro de cada grupo a mecanismos patogénicos distintos. Las infecciones
intraabdominales (IAB) están ocasionadas tan solo por alguno de los componentes más
significativos de la variada flora intestinal. Entre los mecanismos patogénicos que se han
implicado destaca la presencia de componentes celulares y toxinas específicas del
patógeno. Sin embargo, además del potencial patogénico individual de ciertas especies,
estudios clásicos han demostrado la sinergia y la potenciación de la capacidad patógena
entre algunas bacterias. Es clásico señalar que las enterobacterias tienden a ocasionar
shock séptico, mientras que cuando causan abscesos de aparición tardía se hallan
asociadas a bacteroides. Así, aunque se hable de infección oportunista, en el sentido de
que su aparición requiere una ruptura de las barreras defensivas o un déficit de la
respuesta del huésped, las bacterias que la causan deben poseer una mínima capacidad
patógena que les permita sobreponerse a los factores defensivos del paciente . Por lo
que se ha señalado más arriba referente al papel de la sinergia entre las bacterias, cabe
señalar que cuando la limpieza quirúrgica consigue una reducción de la carga bacteriana,
y aunque el tratamiento antibiótico solo sea eficaz frente a algunas de las bacterias más
virulentas, puede ser suficiente para la buena evolución del proceso infeccioso.
X. FISIOPATOLOGIA DE LA INFECCION DEL SITIO QUIRÙRGICO
Muchos de los factores locales que favorecen la contaminación bacteriana del sitio
quirúrgico están bajo el control del cirujano. Aparte de la virulencia del patógeno, el
principal elemento que contribuye al desarrollo de la infección desde el punto de vista
microbiológico es el número de organismos inoculados en la herida. Aunque difícil de
cuantificar, la destreza y experiencia del cirujano, su buen juicio quirúrgico y el empleo
de una exquisita técnica permiten la reducción del inóculo bacteriano. La técnica
quirúrgica debe incluir una hemostasia meticulosa y el suave manejo de los tejidos; evitar
las suturas a tensión, los tejidos necróticos y la creación de hematomas o seromas; evitar
la isquemia y la hipoxia de los tejidos; utilizar la electrocoagulación juiciosamente y
minimizar los materiales extraños. El cirujano ha sido considerado incluso como un
inmunomodulador, por su capacidad para aumentar o inhibir el sistema inmunitario del
paciente mediante su influencia sobre la hemorragia o la transfusión sanguínea.
.
XII. DISCUSIÓN
La infección en el sitio de la herida (SSI) sigue siendo una causa importante de morbilidad
y teniendo en cuenta el envejecimiento de la población, el número de procedimientos
aumentará, lo mismo que la morbilidad. Todas las heridas quirúrgicas están contaminadas
con bacterias, pero sólo una minoría sufre de infección clínica y esto se debe a que las
defensas del huésped son eficientes.
XIII. CONCLUSIONES:
A pesar de los grandes avances surgidos en cirugía, la IHQ continúa siendo un
problema frecuente, grave y costoso. La prevención, mediante el adecuado
conocimiento de los factores de riesgo para la aparición de ésta, así como de las
medidas que disminuyen su incidencia, es la medida más eficaz para su reducción. El
lavado quirúrgico, el uso de antibióticos y, sobre todo, la depurada técnica quirúrgica
son los principales factores de riesgo identificados.
La prevención de la aparición de las infecciones de herida quirúrgica debe ser una
actitud activa, continua y primordial para todo el personal implicado en el
preoperatorio, el perioperatorio y postoperatorio.
Desde el punto de vista del cirujano, el lavado y sobre todo la técnica quirúrgica
depurada son las formas de prevención más importantes.
XIV. BIBLIOGRAFIA:
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