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Existen tres diferentes tipos de enlaces químicos, también conocidos como enlaces primarios, los
cuales se encuentran presentes en los sólidos: iónico, covalente y metálico. En esta clase de
enlaces están involucrados necesariamente los electrones de valencia. Entre los materiales
poliméricos, los enlaces covalentes son los predominantes.
A diferencia de los enlaces primarios, las fuerzas intermoleculares son fuerzas de atracción que
mantienen unidas a las moléculas, sin que se transfieran o se compartan electrones de valencia
(Callister, 2003, p. 21). También se les conoce como enlaces físicos o secundarios; resultan de la
interacción de los dipolos de las moléculas involucradas y poseen energías entre 0.5 y 10 kcal mol–
1, las cuales son muy inferiores a las energías de un enlace covalente típico (50-200+ kcal mol–1)
(Maron, 1993, p. 737). Existen dos clases de fuerzas intermoleculares: las fuerzas de van der Waals
y los puentes de hidrógeno.
Los enlaces conocidos como fuerzas de Van der Waals son fuerzas de atracción que
involucran interacciones: dipolo-dipolo, dipolo-dipolo inducido y fuerzas de dispersión. En
la figura 1 se aprecia el efecto de las fuerzas de Van der Waals en las temperaturas de
fusión (Tf) y estados físicos de alcanos lineales alifáticos. La Tf aumenta a medida que
crece el número de carbonos en las moléculas y, como consecuencia, el número de
enlaces de van der Waals. Los cuatro primeros hidrocarburos son gases, los 13 siguientes
(C5-C17) son líquidos y los de 18 átomos de carbono o más, sólidos a temperatura
ambiente. Es de esperar que al aumentar la longitud de la cadena hidrocarbonada los
sólidos sean más consistentes porque, aunque estos enlaces son relativamente débiles,
dan cohesión a las moléculas de polímeros cuando actúan en conjunto.
Los puentes de hidrógeno son un tipo especial de interacción dipolo-dipolo entre el átomo
de hidrógeno de un enlace polar, como N–H, O–H ó F–H, y un átomo muy electronegativo
como flúor (F), oxígeno (O) o nitrógeno (N). Estos enlaces son mucho más fuertes que los
de Van der Waals y, aunque son más débiles que los covalentes, al tomar en consideración
un elevado número de ellos entre las cadenas poliméricas, resultan en mayores fuerzas de
atracción en los polímeros que los presentan.
Las fuerzas intermoleculares juegan un papel muy importante en propiedades de polímeros como
la Tf, la temperatura de transición vítrea (Tg), la cristalinidad, y las propiedades mecánicas, como
se explicará más adelante.
El grado de polimerización (DP, por sus siglas en inglés) es una medida de la longitud de las
cadenas poliméricas, ya que es el número promedio de unidades monoméricas por molécula de
polímero y es, por tanto, directamente proporcional al peso molecular promedio en número. La
longitud de las moléculas poliméricas tiene influencia notable en algunas de las propiedades de los
polímeros, principalmente en las mecánicas (Sauer, 1977, pp. 396-399). A los polímeros se les
puede asociar un DP, denominado crítico (DPc), a partir del cual presentan resistencia mecánica y
que varía para las diferentes familias de polímeros. Por ejemplo, las poliamidas alcanzan este DPc
alrededor de 40 (), las celulosas a 60 () y algunos polímeros vinílicos hasta un DPc de 100 () (Mark,
1977, pp. 10-13).
El DPc puede entenderse considerando que las fuerzas intermoleculares existentes entre las
cadenas son mucho más débiles que los enlaces químicos que se encuentran a lo largo de cada
cadena individual; en consecuencia, las cadenas cortas se deslizan con mayor facilidad unas sobre
otras, lo cual ofrece poca o nula transferencia de esfuerzos. Por el contrario, al aumentar la
longitud molecular, se incrementan los enrollamientos entre las moléculas y la resistencia
acumulada de muchos enlaces de van der Waals en contra del deslizamiento se hace mayor. Este
efecto alcanza un límite, a partir del cual hay una influencia mínima en las propiedades físicas.
En este punto es interesante remitirse a la definición propuesta por la IUPAC para los polímeros
como moléculas de peso molecular relativamente alto, donde el término relativamente alto se
refiere al hecho de que al remover o agregar una o pocas moléculas de monómero sus
propiedades no cambian apreciablemente.
Por otra parte, al aumentar el tamaño de las cadenas también se incrementan tanto la viscosidad
del polímero en solución como la del polímero fundido. Esto último es de gran importancia en el
procesamiento de los polímeros, pues la gran mayoría se procesan en estado fundido.
Estructura y Cristanilidad
En los polímeros con tendencia a la cristalinidad, sus cadenas o parte de ellas pueden agruparse de
manera ordenada dando origen a regiones cristalinas, mientras que las secciones desordenadas
forman regiones amorfas. Los polímeros que presentan ambos tipos de regiones, es decir que son
parcialmente cristalinos, se denominan semicristalinos. Por otra parte, aquéllos cuyas moléculas
están en total desorden se les denominan amorfos. Dentro de los primeros se encuentran las
poliamidas, los poliésteres y los polietilenos, mientras que en los segundos están el hule natural,
las resinas fenólicas y los copolímeros de estireno como el acrilonitrilo-butadieno- estireno (ABS).
Para explicar cómo se organizan las cadenas poliméricas en regiones cristalinas se han propuesto
varios modelos (Odian, 1991, pp. 25-27). El modelo de micela de flecos considera que las cadenas
o secciones de éstas se ordenan formando cristalitos dentro de una matriz amorfa. Una cadena
puede formar parte de varios cristalitos y de varias regiones amorfas.
Las cadenas plegadas forman hileras que se acoplan una tras otra para formar una laminita y se
conectan con otras laminitas por medio de las mismas cadenas provenientes de las regiones
amorfas. Al enfriarse un polímero semicristalino fundido, cristaliza formando un conjunto de
laminitas que crecen a partir de un centro radial, formando estructuras llamadas esferulitas que
llegan a medir entre 5 y 10 micras, figura 6a (Hernández, 2010). Las laminitas constituyen las
regiones cristalinas y están unidas entre ellas por moléculas enlazantes que forman parte de las
zonas amorfas (Geil, 1977, p. 228).
Existe otro tipo de morfología cristalina en los polímeros que consiste en cadenas extendidas y que
se presenta:
b) Por la aplicación de esfuerzos como la que ocurre al estirar una liga de caucho (el caucho
natural es amorfo, pero al estirarse más de 300% sus cadenas se alinean en arreglos que producen
cristalinidad) (Sauer, 1977, p. 304)
Las regiones cristalinas otorgan rigidez y resistencia, mientras que las amorfas dan flexibilidad y
tenacidad a los polímeros (Sauer, 1977, p. 304). Por tanto, es de esperar que los defectos en el
proceso de cristalización y las moléculas enlazantes aumenten la tenacidad de los polímeros. Por
otra parte, la cristalinidad tiene un efecto marcado en ciertas propiedades: disminuye la
solubilidad y la permeabilidad a los gases, pero aumenta la dispersión de la luz, especialmente si
las regiones cristalinas son de tamaño significativo comparable con la longitud de onda de la luz,
por lo que los plásticos cristalinos tienden a ser opacos.
Los elastómeros tienen cadenas muy flexibles, lo cual los hace fácilmente deformables
elásticamente y presentar elongaciones reversibles (<500-1000%) a esfuerzos
relativamente bajos. Estas características se deben a que las fuerzas intermoleculares son
muy bajas, así como las barreras de rotación, lo que permite que las cadenas, más que
extendidas, adopten configuraciones enroscadas, por lo que pueden ser estiradas en altas
proporciones fácilmente. Cuando existen entrecruzamientos químicos, físicos o
enmarañamientos entre las cadenas debido a su alto peso molecular, los elastómeros
tienden a regresar a sus dimensiones originales, al retirar el esfuerzo que origina la
deformación. Ejemplos de estos materiales son los cauchos naturales o sintéticos.
Los plásticos flexibles tienen bajo módulo (15000–350 000 N/cm2), baja resistencia tensil
(1500–7000 N/cm2) y una elongación promedio entre 20-800%. En comparación con los
elastómeros, las fuerzas intermoleculares y las barreras de rotación C-C son más altas lo
que aumenta sus propiedades mecánicas, pero las cadenas conservan aún suficiente
flexibilidad. Estos materiales pueden ser semicristalinos como el PE, Nylon y PP, o amorfos
como el PC, el PS y el PMMA.
Las fibras son polímeros con alta resistencia tensil (>35 000 N/cm2), alto módulo (>35 000
N/cm2) y sufren muy poca deformación (<10–50%). En estos materiales el eje de las
cadenas de los polímeros tienden a alinearse a lo largo de la dirección de la fibra, por lo
que sus propiedades mecánicas son mejores en esa dirección que en la perpendicular. Son
altamente cristalinos y presentan fuerzas intermoleculares elevadas. Ejemplos comunes
son el nylon, el PET, el PP y la celulosa.