Está en la página 1de 17
Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabajo de la memoria Teobaldo A. Noriega’ ‘Trent University ‘Reclbide: 21 de abril de 2008, Aprobade: 2 de mayo de 2008 ‘Resumen: El propésto dese trabajo es emostarcémo Lat mancla del Jaguar (1987, 2005), responde a un deliberado deseo por parte del autor erescalar na existenci eoletva mediante I exes Clinton Ramirez ‘muestra en su primera novela un exelente control de adecundas mecanis- us lepemiteneear en el texto una reeladors polfoia, consecvencia de In memoria eoleciv, que ante Ja impactante presencia se la muerte rescata fragments disprsos de una vida y paso, El me~ ‘caso polco sive ala relia tila pam eer ies eoordenas sosi-sltrales do un pucbio sus habitants, nsertindoos fermalmente teneldiscuso mayor dela historia, También le sive al avior para exociar ‘lets fntasasprsoales dels gue intent bea. Descriptores: Novela contemporinea del Caribe colombianio; Zona Bana- ‘nera de Sania Maria; Memoria, escrito, exorcism, "Abstrac: The purpose ofthis stay iso show how Las manchas del jaguar (1987, 2005), responds tots author's deliberate desire toresue collective » existence through writing. Clinton Rainfrez (Ciénogn, Magdalena, 1962) demonstrates jn his first nove an excellent control of adequate narative ‘mechanisms which alow forthe creation of revealing polyphony within the text, resulting fom a collestive memory that inthe presence of death recovers disperse fragments ofa lif thet has already passed. The poetic * mechanism used by this work of fiction cases the Socio-cultural coor ‘inaies ofa iow aid its peoples, formally inserting them inthe erties discourse of history I so ensbls the author to fee himself fom some peisonal demas, Key Words: Contemporary Novel in the Coloubian Cafibbean; Zona Beananera of Sania Marta; Memory, Weting, Exoicism. Profesor Ph.D de iteratura cular hispanoarerianasen Trent Unversity profesor adjunto en programma de postgrado de Estudios Hispinicas, University of Wester Ontario, Canad (riegag@pmai can Est trabajo ese resillao parca de a nvestigact6n sobre el dscurso alturl del Caribe colombiano, Estudios de Literatura Colombiana 'No.22,enero-junio, 2008 [Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabaj ‘Teobaldo A. Noriega Inicialmente publicada en 1987 al recibir el Premio de Novela Ciudad de Monteria, y revisada para una segunda edicién dieciocho afios después, esta novela de Clinton Ramirez! presenta ia configuracién de un singular espacio ficticio que se proyecta ante el lector como luctuosa galeria de voces; diseminados ecos que intentan reconstruir el pasado de un conglomerado humano del cual ahora s6lo quedan los evidentes destrozos dejados por el tiempo. El texto esta dividido en veinticinco fragmentos a lo largo de los cuales se va reconstruyendo el universo rescatado por la ficcién, Una muerte es el niotivo que le permite-al relato desplegar ante elector una primera visién de esa realidad, y serd la inevitable presencia de ésta lo que al final més claramente defina los limites ontolégicos de ese mundo. Como en ‘una luctuosa polifonia rulfiana, aqui las voces pueden sélo referirse a una vvida que ya no esta alli, de la que apenas sobreviven retazos trégicamente rescatados por la persistente e inquebrantable memoria, Entramado del relato ‘A manera de exordio, la primera pagina de la novela (p, 15) anuncia la singularidad-de ese mundo: Barbara Moreno despierta sobresaltada al escuchar la voz.de su difunta madre quien le advierte el peligro que en ese momento corre el nieto. Dormido en su cuna, el hijo de Barbara ha estado a punto de ser victima de las llamas. De los veinticinco fragmentos que componen la obra, el segmento que le sigue da und clara idea del ambi- cioso esquema de la ficcién, desplegando al mismo tiempo su complejo entramado, En el fragmento I (17-25), un narrador que parece involucrado en la historia indica el motivo central del relato: la muerte de Emiro a una edad Clinton Ramirez (Ciénage, Colombia, 1962), Como cuentista es coautor con Ramén Ulan Baceay Guillermo Hentiquez- de Tres para una mesa. Cuentos (Ciénaga: Ediciones La Cir, 1991), Autor también de La mujer de la mecedora de mimbre (Ciénaga: Ediciones La Citte, 1992), Estacidn de paso (Ciénaga: Ediciones Le Citta, 1995), Prohibido pasar (Santa Marta: Litogula, 2004), asl como de ls relatos La paradaja de Jefferson (Santa Marta: Litogule, 2003; ‘Santa Marta: Mesosaurus, 2006), y Cervantes al filo del medodia Santa Marta: Mesosauris- Exilio, 2006). Como novelista conocié un temprano éxito en su carrera al ganar en 1987 el, Premio de Novela Ciuded de Monterfa con Las manchat del jaguar, cuya segunde ediciéa ‘(Santa Marta: Litogula, 2005, 188 pp.) constituye Ia materia del presente estudio, Las cites cen el texto ria identificadas con las letras LMJ, seguidas de las paginas corespondientes. Ha ppublicado también Vida segura (Santa Marta: Mesosaurus, 2007), y mis recientemente Hic Zeno (Sania Marta: Mesosaurus, 2008) Estas dos titimes forman pare de una tilogia que con ‘el nombre La intermediacién de los demonios completari Para meri aqul, todavia inédit, 64 Estudios de Literatura Colombiana No. 22; enero-junio de 2008 calculada entre los diecinueve y veinte afios. Enel velorio, contemplando el féretro del difunto, 1a inquiétud personal ante tal acontecimiento le per- tite a este narrador desplegar algunos deshilvanados hilos de una historia ‘mayor, lade un pueblo que a partir de ese instante se iri mostrando al lector. ‘como una extraiia galeria de personajes y de voces: Félix, el carpintero que ha fabricado el atatid; Erasmo, propietario del salén de billar; Régulo, el sepulturero; Diégenes y sui mujer, Elvia, hermosa pero habladora; Barba- ra, madre de Emiro, quien todavia conserva el viejo caballo blanco que al abandonarla dejé Carlos Aguilera, padre de Emiro; Démaso, duefio de la cantina-tertuliadero; “El Alcaravin”, maestro escolar amante de los libros y eterno enamorado de Barbara; Jacinto, la tinica persona del pueblo que fue capaz de montar y correr el caballo de Aguilera, aparte de Barbara; Chula y el tureo Andrés Ahmed Barata, propietarios de una tienda, cuyo hijo enfermo de tétano fue salvado por la valerosa intervencin de Carlos Aguilera y su caballo; los Fuentes, duefios de la manguera donde acciden- talmente se cort6 la piema el hijo de los Barata; los Oliveros, propietarios cde un terreno aledaiio; los Moreno ~padres de Barbara-, patrones de Car- Jos Aguilera; Antendgenes Armas, alcalde del pueblo y. buen ejecutante del violin, brutalmente asesinado; Rufino Cuevas, compadre del difunto ‘Antendgenes; Amador, confeccionador de la humilde cruz. colocada en la ‘tumbaino idenitificada del ex-alcalde; tres investigadores que, enviados por el gobiemo central para esclarécer los hechos relacionados con tal asesi- nato, fhuyen del pueblo una noche sin pagar las cuentas del hotel en el que se hospedaban; los Ordéfiez, propietarios del potrero por donde se supone hhuyeron los investigadores; la negra Beba, partera del pueblo y ex-amante de los tres hijos del coronel Montalbén; victimas de los estragos causados por la guerra civil; Casimiro, propietatio del Hotel Imperial, buen lector y-flautista solitario, viudo de Susana; Mister Smith, gringo héspedado durante mucho tiempo en e! Hotel Imperial, de quien Casimiro hereda un pero llamado “Sultan”, aparentemente robado luego por los investigado- es; Honorio Gémez, telegrafista del pueblo, quien segiin ciertos rumores ‘parece haberse unido a los investigadores en su huida; Josefa, propagedora de esos rumores; Franchisco y Tomas, personajes en cuyas breves palabras se adivina el temor general ante un posible drama politico que pesa sobre el:pueblo; los Salzedo, duefios de caballos de carrera; Luciano Amador, propietario del caballo “Pegaso” (podemos suponer que es el mismo que hhace 1a cruz para la tumbe del ex-alcalde); Francisco de Boni, italiano cui- 65, [Las manchas del jaguar; de Clinton Ramfrez: El penoso trabajo. Teobalda A. Noriega dador del cine (tal vez-el mismo “Franchisco” mencionado anteriormente). ‘Al evocar alguien el dfa en que llegé al pueblo Antenégenes Armas para asumir su puesto de alcalde, sé une a los comentarios la voz de “un hom- bre de sombrero” reconocido por Damaso como cliente del negocio, sin quedar aclarada su verdadera identidad. Este personaje hace referencia a ofro cuya presencia tendré consecuencias en la vida de la comunidad: Car- ota Delicie. En la evocacién se mencionan finalmente los nombres de los Palacios, propietarios de una casa que ~de haber querido— hubiera podido tomar erralquiler Antendgenes Armas para instalarse, y el padre Samuel,- ‘cura del pueblo que no vera con buenos ojos la llegada a su territorio de un. represéntante del poder civil. La amplia galeria esta sefialada. Si resulta impresionante para el lector 1a presencia directa o aludida de tantos personajes en el fragmento ‘inicial —los siguientes fragmentos ampliarén la lista-, también lo es la naturaleza misma del narrador de la historia quien al comenzar parece estar bastante cerca de lo que cuenta, pero luego asume una clara distancia ante los hechos narrados. El resto del relato confirma la condicién fluctuante de esa voz. Del resumen hecho al fragmento I, se desprenden algunos motivos c ‘rales en el relato: a, la llegada de Antenégenes Armas al pueblo para pose- sionarse como alcalde, su experiencia en la localidad, y su sangrienta muerte; b. lallegada de Carlos Aguilera para trabajar como empleado de los Moreno, surelacién amorosa con Bérbara, y su inexplicable abandono de ésta a quien deja embarazada; ¢. el nacimiento de Emiro, resultado de esa relacién, y la posterior muerte accidental de éste casi veinte afios después. Todos los elementos claves de la fabula estén dados alli, incluso algu- nos tangenciales como la llegada de Carlota Delicie cuya presencia altera de diferentes maneras el orden de la comunidad. Lo que estructuralmente intenta el texto en sus veinticuatro fragmentos siguientes. es conformar ‘una imagen de realidad més completa; retazos de la experiencia vivida por ‘un pueblo que ante la presencia concreta de una nueva muerte ~el cuerpo ahogado de Emiro—recupera la dramética capacidad de su memoria, Para- icamente, en el velorio de Emiro, la muerte acude al rescate de la vida. Una cuidadosa mirada al contenido de esos restantes fragmentos permite apreciar mejor el ambicioso entramado ficticio. Enel fragmento II (26-32), el narrador bisico muestraa una Bérbara que no logra sobreponerse a la muerte de su hijo. Un rapido salto temporal la sefiala a continuacién como aquella hermosa joven de dieciocho afios que, habiendo muerto sus padres, se consuela con el amor de Carlos Aguilera. 66 Estudios de Literatura Colombiana 2 ‘No. 22, enero-junio de 2008 Enel fragmento III (33-37): Salvador Moreno y Teresa Cisneros, padres de Barbara, estén vivos; a la casa llega Carlos Aguilera cuya presencia altera Ja vida de una joven que solo tiene catorce afios, y que empieza a sublimar sus propios deseos a través de los suefios. Enel fragmento IV (38-42), Bécbaa recuerda ajuvenil fuerza sensual con la que despertaba su cuerpo; algo muy bien ilustrado por el episodio en que comportindose como voyeuse contempla el coito de una pareja en Jas aguas del rfo, untando. continuacién ella misma sobre su cuerpo Jas gotas de semen que Jas aguas arrastran. En el. segmento V (43-47), la galeria de voces se hace més evidente. A partir de a memoria heredada, um joven enjuicia las figuras de Antendgenes Armas y.Carlos Aguilera, El Giilogo de otra pareja revela el hecho de que Barbara se esiste a la idea de enterrar a su hijo de inmediato. Otras voces hacen evidente el momento en que quienes hablan estén reflexionando sobre la vida ante el especticulo de Ja muerte, El fragmento VI (48-51) contribuye a la parcial reconstruccién del pasado del pueblo. Un narrador adulto recuerda cierto episodio de su nifiez-relacionado con un altercado piiblico entre el coronel Palacio y Mister Smith, en el que no faltaron las balas. Bl fragmento VII (52-59) presenta Ja conversacién entre Antenégenes Armas y Carlos Aguilera que permite conocer mejorla dificil relacién entre ellos, Los segmentos VIII (60-68), IX (69-77) y X (78-79) constituyen un montaje de diferentes voces, didlogos, ‘ perspectivas de personajes claves que enmarcan el pasado del pueblo: ‘Teresa Cisneros, Barbara Moreno, Antenégenes Armes. Sobresale el dis- curso de Barbara quien en algin momento aclara su condicién de madre que escucha los murmullos de otras voces en la apretada sala donde ahora vyelana su hijo (p. 70). Una vez més se confirma la naturaleza polifnica del texto. El fragmento XI (80-82) se centra en la muerte de Salvador Moreno. De igual manera resalta en este segmento el cardcter agnéstico del padre de Barbara y, de manera muy especial, la interdiscursividad que se da en el texto a Carlos Aguilera al expresar su dolor ante la muerte de Moreno ‘mediante unos conocidos versos vallejianos.? En el segmento XII (83-87), 2. “Bn esta hore fre, recordétrastomado, nervioso, en que la tierra tresclende a polvo humano 1 estan ste, ulster yo oa tn spurts y spin on quip, y hss ‘pedacltos de pan fesco aqui, ene] homo de mi corwzn...” (LMJ, 82). Compirese con: ‘en ena hora fea, en que fa tirrafasciende polvofumano y estan triste quisiera yo - todas las puertas/y supicar ano sé quia, perdénly hacerle pedacitos de pan Sresca/aqu, en cl homo de mi corazin..1"(César Vallejo, “El pan nuestto, Los heraldos negros, en César Yalleja. Poesa completa. Edicién a cargo de Juan Larsen. Barcelona: Baral Edtore, 1978, 380-381) ‘Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabajo... ‘Teobaldo A. Noriega es clato desplazamiento de la voz responsable del discurso. La abuela de Casimiro'—Fétima~ resume algunos datos importantes relacionados’ con la historia de las guerras civiles vividas por la comunidad; en este caso la derrota suftida por las tropas liberales del general Uribe Uribe, experiencia que culminé con la firma del Pacto de Neerlandia. Bl fragmento XIII (88-93) es una galeria polifénica, Un narrador bisi- co 5¢ refiere a Antenégenes Armas y sus noches de insomnio; un didlogo entre Damaso y el alcalde da cuenta det carécter singular de cada uno y la distante-relacién entre ellos; una voz. suelta parece ‘advertirle-a otra per sona la necesidad del silencio; El diélogo final entre Casimiro y. Damaso hace referencia al nacimiento de Emiro y el asesinato del alcalde: A lo largo del segmento XIV (94-98) se presenta el episodio de El Enviado; en el fragmento XV (99-108), de nuevo resiienan las voces de la galeria. En especial, Barbara recuerda el dfa en que, embarazada y abandonada ya por Carlos Aguilera, unos hombres s¢ presentaron en la casa buscando a su marido. Fumando impacientemente un cigarro, Argemiro ~el cochero fiinebre~ espera a que Barbara decida sepultar a'su hijo. En el segmento XVI (109-119), un narrador no identificado hace referencia ala lamentable muerte de Susana, mujer de Casimiro. Se indica aqu{ también la llegada de Carlota Delicie al pueblo. El fragmento XVII (120-128) gira entomo de las figuras de Damaso y Casimiro, En general, se reconstruye un fondo de referencias politico-histéricas que se integran a la novela para'una mayor informacién sobre el espacio ficticio y los seres que lo habitan. El fragmento XVIII (129-139) presenta una conversacién entre Damaso y Casimiro que sirve para afiadir a la historia un nuevo paréntesis informativo, Los fragmentos XIX (140-151), XX (152-160), y XXI (161-163) mues- tran uin pueblo en’el que ha desaparecido el antiguo esplendor, historica- mente'asociado con la bonanza bananera, y la llegada de Carlota Delicie aun lugar en evidente decadencia. La impresién es tal que de inmediato lo ‘define como un “divino cementerio” (LMJ, p. 143). Casimiro, duefio. del Hotel Imperial y viudo desde hacia dos afios a causa de a muerte de Susana, le errienda el hotel a Carlota quien répidamente lo transforma en un refinado burdel. Despreciada por Démaso, Carlota misteriosamente sucumbe a la pena. Un despliegue escénico final (161-163) informa sobre las practicas foto-pomograficas que Carlota introduce en el hotel con la colaboracién de sus chicas y dos camarégrafos contratados. Los fragmentos XXII, (164-171) y XXIII (172-178) se refieren a los tes afios que tardé Susana en llegar al pueblo para ocupar su puesto de 8 Estudios de'Literstura Colombiana No. 22; enero-junio de'2008 maestra, donde ansiosamente Ja esperaba Casimiro quien’se enamoré de ella'sin conocerla. Susana muere casi ui afio después en un mal parto en el que tampoco sobrevivié la criatura. El texto sefiala con bastante precisién. algunas fechas historicas importantes en el coritexto mayor del relato, entre ellas 1928: afio de la huielga bananera. Muerta Susatia, Damaso la reemplaza como maestro en la escuela. El segmento XXIV (180-184) se compone de dos didlogos a través de los cuales se indica claramente que de nuevo nos encontramos en la situacién inicial, el velorio de Emiro, presente del relato. En el fragmento XXV (185-188), un narrador en primera persona relata a angustiosa biisqueda de él y otros hombres del pueblo, que tristemente culinina al encontrar el cuerpo del joven ahogado. El entramado novelistico ha quedado desmontado. Como puede inferirse, estructuralmente sobresale 1a naturaleza poli- fonica del relato. La voz de un narador —cerca o distante de Ja situacién, narrada— es acompafiada por miltiples yoces o perspectivas que aportan ‘un mayor grado de conocimiento sobre la realidad proyectada. 3 El montaje. de estas voces mezela a su vez dos claras dimensiones temporales dentro de 1a novela, cuyas sefiales son facilmente identificables. Barbara Moreno conocié a Carlos Aguilera en 1938, diez afios después de haber ocurrido la masacre bananera,' que histéricamente tuvo lugar en diciembre de 1928, Si en ese momento ella era una chica de catorce afios (p. 35), quiere decir que nacié en 1924, época en que todavia se hablaba de cierto esplendor econémico en la region, Tales condiciones habrian de cambiar. Los padres de Barbara murieron en 1942, cuando ella tenfa dieciocho aflos (p. 27), momento en que se hizo cargo de la finca de la familia: se supone que para entonces ya vivia con Carlos Aguilera; quien poco después la abandond. E nacimiento de Emiro (p. 28), ocurrido un mes después de haberse ausen- tado el padre, se puede calcular entre:1943 y 1944; Finalmente, si la edad 3. Sin que pueda hablorse aqut de heteroglosin en estrito sentido bakMinano, es evidente que, las diferentes voces participantes aportan una perspectiva dialégica al rela, Prevalece la ‘presencia de i nesrador en tercera persona, pero fa naturaleza polifénica de In naemacién ‘ggranda ontaldgicamente la dimensién del mundo narrado. Paral concepto de polifonia véase “Mikhail Bakhtin, Problems of Dostoevsky & Poetics, C, Emerson, Ed, (Minneapolis: University, ‘of Minnesota Press, 1984). 4-"Si, como sents el narrado, a ella en ese momento le preacupaba que Carlos Aguilera fuse lun revolteso profesional como aquellos qué hublan venido a orpanizar& las obreros durante, Jn huelga banenera que tanta vides costara no hacia diez aos “(LMJ, 34), es evidente que la ‘adolescent particips activamente de una memoria comunitri,reafrada por otras personajes ‘lo largo del texto. La afirmacién revela ademds una fecha clave para identfcar el tiempo presente de relato. 0 ‘Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penose trabajo... Teobaldo A. Noriega, de Emiro al. morir es aproximadamente de veinte afios, su velorio tiene jugar en 1963 6 1964. Este es el momento presente del relato, representado por el sepelio del joven ahogado, en el cerrado espacio de la sala donde Jo velan. Pero junto a este nivel existe otro que informa al lector sobre el pasado de diferentes personajes, y consecuentemente de todo el pueblo. Un cronotopos' orgénicamente fusionado dentro de la dimensién anterior, {que a su vez define de manera més completa la realidad novelada. El penoso-trabajo-dela-memoria—— Refiriéndose ala mahera como alguios éscritores del Caribe colombiano posteriores a Garefa Marquez han explorado el tema de la Zona Bananera de Santa Marta, Jacques Gilard anota que en el caso de Clinton Ramirez su particular acercamiento puede definirse como manifestacién de una nostalgia critica’ Si bien esta observacién Ia hace el investigador francés basado exclu- sivamente en los tres cuentos de este escritor que aparecen en Tres para tna ‘mesa,’ la afirmaci6n es acertada y puede aplicarse a gran parte de la obra de Ramirez. Bé a partir de ese scntimiento de nostalgia o angustia ante el vacio que le deja el recuerdo de es¢ otro mundo ya perdido, como su escritura se lanza a una penosa tarea de rescate. Tal como lo demuestra en Las manchas del jaguar, se tata de una visién de mundo angustiante, desoladora, conse- cuencia de'las asperezas del tiempo. Veamos a continuacién cémo quedan cartografiadas en esta novela las sefias de identidad de ese mundo. ‘Alconcluir el fragmento I, en la cantina-tertuliadero de Damaso, éste y ‘otros hombres récuerdan la desconcertante llegada al pueblo de Antendgenes ‘Armas quien Venta a posesionarse como alcalde. Descontado el evidente ‘toque humoristico que el episodio encierra,* lo mas importante alli es el 5). Para este concepto véase M. Bakhtin, The Dialogic Imagination, M; Holquist Ed. (Austin: University of Texas Press, 1981). De manera especial el capitulo "Forms of Time and of the ‘Chronatope in the Novel", 84-258, 6 Véase Jacques Gilard, “Zone Bananiere de Santa Marta: es planteurs de or vert”, Caravelle, ‘No, 85 (2005), 95-114. Gilard se refere inicialmente al aporte de Alvaro Cepeda Samudio 'y Gabriel Garsia Marquez, pra continuar luego eon el comentario de otros autores y textos Seleccionados. 7. Raméa Ian Becca’, Guillermo Henrique, y Clinton Ramirez, Tres para una mesa. Cuentos (Cignaga, Colombia: Ediciones La Cif, 1991). Los cuentos de Ramirez son “Extratos en Ie noche", “Una vezel paratso”, y “Te enviaré roses de Beirut". 8 Es inevitable en este easo recordar un episodio parecido que tiene lugar en Cien afios de ‘soledad cuando a Macondo llega Apolinar Moscote para posesionarse como reeign nombrado inspector de policia, Véase G. Garcia Mirquez, Cien afs de soledad (Buenos Aites: Editorial Sudamericana, 1975), 56-58. 10 Estudios de Literatura Colombiana; ‘No. 22, enero-junto de 2008 dato de informnacién socio-politica que arroja sobre el tiempo y el espacio narrados: “El asunto son6 taro. En Ja época de oro del banano apenas si ‘tuvimos un inspector. Anacrdnico o cémico que hubieran mandado un alcalde” (LMJ, 24, énfasis mio). Luego, al indicarse cémo, a pesar del frio recibimiento, el nuevo alcalde decidié quedarse y construyé su alcaldia, otra voz afiade: “Habria sido més cémodo alquilar o comprar una casa de las que abandon Ja United Fruit Company” (LMJ, 25). Tales referencias ‘enmarcan cronolégicamente el relato: ‘Como sabemos, la United Fruit Company se establecié en la costa Ca: ribe colombiana Departamento del Magdalena a finales del siglo XIX, constituyendo un monopolio con criticas consectiencias sociales, politicas y econémicas para la regién. La Zona se extendia geogréficamente entre ‘Ciénaga y Fundacién, conectadas por un ferrocacril que en su red de servi- cio inclufa numerosas poblaciones intermedias (Riofrfo, Orihueca, Sevilla, Guacamayal; Aracataca, ete.), y afladia ramales-adicionales que conecta- ‘ban directamente con plantaciones de Ia Compafiia, fincas particulares, y campamentos de trabajadores para mantener el voluminoso transporte del. guineo o banano, base del sustento econdmico de laregién. Si bien Ciénaga era estratégicamente el gje de la zona bananera, Santa Marta ~capital del departamento—jugaba un papel importante en su calidad de puerto maritimo utilizado por la Compatifa para exportar la fruta.’ Superada su época de apogeo, identificada popularmente como los atios de la bonanza o época de oro ala que hace referencia la cita anterior,* fa zona conocié una total 9° Parmuna mejor idea del imperio creado por la UFC en diferentes regions del Caribe, América ‘Ceca y Suramsrica, vése por ejemplo Steve Suifler y Mark Moberg Eds, Banana Wars Power Production. and History inthe Americas (Dusham: Duke University Press, 2003), ‘De particular importancia en el caso colombiana es el estudio de Marcelo Buchel, Bananas ‘ond Business, The United Fruit Company’ in Colombia, 1899-2000 (New York: New York ‘University Press, 2005). Ambos trabajos dan ampliainformeciénbibliogrdfica sobre cl tema. Para importnisios detalles relacionados con ls pariculares condiciones de lazona bananera 4e Sama-Marta~espacio que aqul nos ocupa~ es imprescindible cl aporte de Judith White, Historia de una ignominta: La United Fralt Co, en Colombia (Bogot: Eioral Presencia, 1978). 10. Histcricamente ln condiciones pra la posterior bonarza benanera se nian inmedistameate esputs dele Guerre de fos Mil Dias (1899-1902) ena el gobierno conservador de Rafel ‘Reyes (1904-1909). Las exencionestbutaris pra la exportacién del banano asia 1929, ‘exencin de impvestos concedida igualmente a una compatiaextranjera parla construcciéa el fenoeanl que srver las necesades dela eg, la designaién deierasnacionales © ‘als como teens disponibles pare el cultvo de laut, et, son clarameate incentives ‘tendo por ese gobierno, sociados con cl desurollo de la nueva indus. Véese M. Buchel, Bananas and Business. The United Fruit Company in Colombia, 1899-2000, especialmente 1 ‘Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabaj ‘Teobaldo A:Noriega desintegracién econémica y social como consecuencia de la conflictiva lucha de los trabajadores por reivindicar sus derechos, y el gradual des- mantelamiento de la Compaitia."* El espacio ficticio que.Las manchas del jaguar nos muestra revela claramente las sefiales de esa decadencia posterior, representada -segtin el narrador— por “las exigencias de un pueblo que crecia aqui y alld segin el dictamen de la pobreza propia y de la pobreza de pueblos menos afor- tunados de los alrededores, los cuales sobrevivian en penitencia a lo largo ~de'tos tamales y los antiguos apeaderos del tren" (LMJ; 48). ba localidad-— geogrdfica se ve identificada con ‘referencias directas a Guacamayal.y Sevilla, poblaciones aledafias situadas en el corazén mismo de la zona bananera, que funcionan como epicentro del relato. Al mismo tiempo sirven como sintesis de un espacio mayor —geopolitico y cultural que el proyecto de escritura de Ramirez recupera. Muy acertadamente el texto asocia de inmediato al pueblo con un acontecimiento histérico especitfico: la hnelga de los trabajadores de la zona bananera. Experiencia en la que estuvieron involucrados algunos personajes de esta comunidad; como lo indican las palabras de Barbara: —No me gusta que tengas tratos con él [el doctor Hidalgo]. Recuetda que ‘muchos ereen que él fue el hombre detras de la huelga. ,No hizo venir ‘el eptulo 4 pp.86-117). Conviene recor, no obsianie, qua aac épota de oro of esenciatmente para fos inversionistas extranjeros y un nimero privilegiado de propietarios sacioalescayas plntacionesformaln part del manopolio é culivo-exprtaidnesiosamente contolado por Ia United Fruit Company. Como lo demucstran Ins repetidas hucigns de los tmbajadores durante ess aos, la bonanza no era compatida por odes. 11 Las causasregistradasporlos investigadores son mitples, pero claves entre clas esl: I corpanizacin del sindicalismo obrero colornbiano con sus consecuentes demandes, las ruevas polis econSmicas adoptadas por el gobiemo nacional, y el nuevo contexto intemacional eno del cual operbe la United Fruit Company. Durante la Segunda Guerra Mundial fa ‘Compasia suspends sus operaciones en el pals pra reemprendelas después. Una nueva ley del gobiemo en 1967-acabé con las exenciones que beneficaban a la UFC, y para 1969 la ‘Compania abandoné finalmente la regién del Magdalena pera reaparecerpostriormente en Urabi, donde las condiciones le resllaban mas propcins. Vénse M. Buchell, Bananas and Business. The United Fruit Compary in Colombia, 1899-2000, Tani Yuils White, Historia ste ura ignominia: La United Frut Co, en Colombia, exptules Vy VI 12. Ramirez insiste en que el pueblo es Guseamayal. Mi observacin a espeeto esque, anivel de expresividad, eso no queda sufcientement claro en el texto donde el referent Guacamayal- Sevilla so finde ficilmente. Sicomo él mismo sefala en respuesta ami observacién—“Para ls gente que viveen Sevilla o Guaeamayal no exist diferencia Elsio apenas los separay la gente ‘ade una ria a ore (mensaje electénico de 8-2-2008), ss justficara entoes hablar de espacio fiticio euy ee fo conforman esa dos poblesions,snéedoque del espacio mayor sgeogrificamente conocido como zara banana. 2 “Estudios de Literatura Colombiana j.2./: No. 22, enerosjunio de 2008 ‘acaso a Erasmo Coronel para que organizara la huelga aqui en Sevilla? ‘Algo Je escuché decir a don Anfbal una vez. (LMI, 105, énfasis mio). . ‘Mas adelante, una conversacién entre Casimiro y Démaso le permite al narrador sefialar un dato muy importante, evidentemente relacionado con esa dbuelga y sus tragicas consecuencias: “El ren, sin embargo, pese a las gestiones de los Salzedo regres6 a medias o abandono vagones y mAquinas a orillas de Ja desolacién con la que fa masacre y persecucién de obreros signs la suerte de los caserios'y los pueblos vecinds” (LMI, 118, énfasis mio). “Bs importante observar que tanto el dato de la huelga como el de la masacre, motivos explorados luego por la historiografia literaria,§ aparecen registrados aqui solo de manera tangencial por los tépidos desplazamientos de una memoria colectiva —incluida en ella la del narrador-, zigzagueante dentro del pasado histérico que sirve de fondo a la reelided que la novela Teconstruye. Pero es evidenie también qué la economia de tales referencias no anula la imagen resultante de esa degradada realidad; como lo enfatiza In inesperada llegada de una estrambetica mujer al agotado pueblo: ‘Une tard, pies, lentes [Castniro]psabe atc Susard,iparecis contra todos los pronésticos en la polvorienta estacién del ferrocarril, donde los guardagujes y los antiguos expendedores de boletos se mo- rian de bostezos, all mismo donde los burros, 1 locos ocasionales y Jos murciélagos tenfan sus imperios de miseria y de orines comnes, la imagen de celuloide de Carlota Delicie, a'inirépida gatita que’ con 1a bondad de sus rasguftos imaginativos Ie propiné al pueblo, eit pleno trasero, Ia patada de tuna vida mas moderna: lena de luices, de colores, detalles noctumosy de amore prohibldos. (LMJ, 118) Carlota. deade luge traerd a alos libidinosos hombres de. Sevilla un en- ‘tretenimicinto momentinto, un bieivenido trofeo al inagolable machismo;"* 13,, Uno de los primeros escritores caribeto-colombianos en rescatar I experiencia de la huelga bbananer y sus consecuencias fue Alvaro Cepeda Samudio en La casa grande (1962), G. Garcia ‘Mrquez por su parte mitificarie In masaere en Cien afos de soleded (1967), intensiicando pociicament las dimensiones de Ia tragedia, Vase en este sentido el interesante comentario de Lucila Inés Mena, “La huelga de la. compat, bananera como la expresién de lo ‘real ‘marwvilloso’ americano en Cien aos ee soledad, Bulletin Hispanigue (1972), Val. 74 No. 3, (pp. 379-405). Un interesante trabajo sobre la codifcaciénliteraria de este conflcto es el de David H. Bos, "Una vi pnorimie dens respuesis tars ala hel does banners de 1928", Revista ce Eswudios Colomblanos, No. 10 (1981), 12-23 14 Entrelas anotacfonesdetipo sociocultural que el txt de a novela hace en calidad de archivo ‘odocumento, una de las més relevantes guarda relacién con el machismo endémies, seal de [Las manchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabajo.’ Teobalda A. Noriega pero ell misma sucumbité al mortifero ambiente de una’poblacién a la cual define’ premonitoriamente como un “divino cementerio” (LMJ, 143). Carlota Delicie—también conocida como Carlina Foniseca—estaria destinada en efecto a morir en este pueblo y -como el pueblo mismo a ser luego rescatada por el nostilgico recuerdo de los hombres que tuvieron la suerte de disfrutar el generoso placer que les brindé su cuerpo. Es precisamente en el contexto de la llegada de esta mujer como més explicitamente el narrador despliega ante el lector las seftales de decrepi- tud aleanzadas por li comunidad. El legendario esplendor econémico de la regién era ya cosa del pasado; el dramatico desgaste de aquella buena vida lo habia contagiado todo. Las apoteésicas fiestas del Hotel Imperial hhabfan pasado a set asf s6lo un nostélgico recuerdo: “Nadie imagind al- ‘guna de aquellas noches memorables que ese complejo universo que los hacia posibles y reales estaba condenado a desaparecer dejando tras sf una atmésfera de absoluta desolacién” (LMJ, 140). Sin duda et tren adquiere en esta parte del relato una dimensién especial, como referente directa- ‘mente relacionado (primero) con la bonanza general de esa comunidad y (después) con la decadencia de la misma, Aunque algo extensa, la cita que sigue es reveladora: El tren quizé, un poco a porffa, en una historia interminable, llegé para eslabonar al bullicioso conglomerado con el mundo exteriar, haciendo posible lo, imposible, apretando el comercio, intensificando ef lento ‘contacto que las razas haban inaugurado a pie, a caballo 0 en carros de traccién animal cien 0 més afios atrés, al principio de una historia anénima, sin nombres, en un entomo de ferales bestias, de turbulen- tos rfos serranos y de violenta luz celeste. Pero el tren, un aparato de antiguos y renovados hechizos, ‘nico puente confiable con las nuevas. as, trajo también encima de los vagones, colgados de los estribos de las plataformas, la fatidica soldadesca'’ que desbaraté ol orden de Ja ‘istincién entre los varones privilegiados del pueblo. El padre de Bévbara, por ejemplo, cs caracterizndo por el narador en ests términos: si Salvador Moreno llegé aser célebre en toda laregién, no ledeba esta fama solo alos especticules que promocionaba, que constantemente terminaben en tropes, sno al acto qué tenia para desvirgar sin comprometerel buen nombre ‘ cuania polita culona despuntaba en los alrededores det gallinero real... Nedie rompié mis, virgos que él. Pera de ello no se jact6, ni lo entendié como un derecho natura, propio de un efor de Ia tierra, sino como algo que a 61, un hombre entre muchos, le corrspondia hacer toda vez que una mujer lo querfa. Ademés, ¢quidn no decta que eran élas ls que ponfan en entredicho e! sosiego de los hombres?” (LMI, 112). 15. Nétese cémo el tea esti Intimamente asociado por Ia memoria colectiva con el drama de la ‘masaere-bananera: “Los Soldados descendieron de los vagones en la estacién de techo a dos 74 Estudiag de Literatura Colombiana ‘Na.22, enero-juaio dé 2008 existencia... No fue ménos cierto tampoco en un mundo de mentires que al tren debfan una sucesién de acontecimientos felices...La partida del tren de los milagros se llevaba consigo el destino de todos ellos y no solo los ripios de una época de dinero, de derroches, de viajes de plecer a la Europa mitica, cansada matrona que ni siquiera toleraba los bailes. de sus propios bérbaros (140-141). "Yano llegaban al pueblo las compatifas de teatro, el circo, las prostitutas andariegas: Los criollos scomodados, propietarios de plantaciones bana- neras, ya no'salfan en viajes de placer por Europa ni enviaban a sus hijos ‘estudiar en Bruselas, Desaparecido aquel apotedsico pasado, quedaba tun cuadro de indolencia colectiva y ruina total. No en vano Casimiro en ‘algin momento considera que en ese pueblo “habian cafdo todas las pestes del universo” (LMI, 142); duro enjuiciamiento de tono biblico, reafirmado por la voz del narrador al sefialar la forma como la gente de la comunidad reaccioné ante la inesperada muerte de Susana —esposa de Casimiro~y la criatura abortida: “Un hecho inexplicable, una accién suicia del destino en la que el pueblo, congregado en esquinas y parquecitos, creyé ver la mano den Dios menor, irescible y vengativo que no terminaba de morirse"(LMJ, 143), Este es el pueblo al que un dia ese tren tan conectado con el destino de la comunidad trajo, para sorpresa de todos, a la despampanante Carlota. Si las anteriores observaciones enmarcan explicitamente ¢ pasado del pueblo en el contexto geopolitico de la zona bananera —primeras décadas del siglo. XX; 1928 afio de Ja masacre de trabajadores en la estacién de Ciénaga, etc.-, otras anotaciones de fondo intentan rescatar una historia’ anterior que informa al lector sobre la formacién misma de la comunidad con‘el aporte de la inmigracién extranjera, y otra experiencia de especial impacto en el discurso cultural de la regién: las guerras civiles de finales del siglo XIX entre liberales y consérvadores. En el primer caso se trata de detos relacionados con nombres de algunos individuos y familias claves en el proceso de fundacién y desarrollo de la comunidad. En el segundo, estamos de nuevo ante un tema tratado ya por otros escritores, como es el ‘aguas, Atravesaron el puente de hierro de custo en fondo para solo tomar posiciones en una ipleza en la que esperaron l luv. No se trat6 de un sueflo ni de una pelcula muda de las que ddaban en EI Rialto” (LMG, 141) Eltexto desde luego no entrega al lector mayores detalles al ‘respect, peo habiendo anoladolineas arb le llegadn dea ftidica soldadesca”,seestablece laramente una relacién entre la accién military la tragedia,reafimméadose ademas el caicter hhistrico ce tl experiencia, 6 ‘Las manchas del jaguar, de Clinton Ramtrez: El penoso trabajo... Teobaldo A. Noriega caso de Gabriel Garcia Marquez en Cien aos de soledad," que sirve en la novela de Ramirez para insertar este pueblo y asus habitantes en el espacio mayor de la historia colombiana; La anciana Fatima, abuela de Casimiro, de manera espontinea -y sugiriendo un répido revisionismo~ recuerda el episodio final de la larga guerra (84-86) que concluye formalmente al firmarse el Tratado de Neerlandia," Este acontecimiento histérico serd nuevamente rescatado por la lectura que Casimiro hace del periédico que comenta con Damaso, donde se dan otros informes relacionados con larealidad politica y-social de-la-regién-y-del-pais.(132-136).-Si-bien-las—— referencias a las guerras civiles son relativamente répidas en la novela, no hay duda de que —como en el caso de la masacre bananera~ forman parte de una memoria histérica de la que de diferentes maneras se alimenta el imaginario colectivo. Identifican claramente también, por supuesto, ciertos fantasmas 0 “demonios” absorbidos estéticamente por Clinton Ramirez en ‘su tarea de escritor."* Una conclusién a la que necesariamente debe llevar el andlisis de Las ‘manchas del jaguar es que se trata de una novela que reclama su estatuto como texto insertado en nuestra modernidad.” En el contexto literario 16 Como en el caso de la masacre bananera de 1928, a referencia las guerascivilés sedan aqut ‘on un sentido controlado de informacién histérica. Muy diferente, porejempl, al tratamiento ritico-legendario que en Cien aitas de soledad Garcia Marquez hace de tal experiencia, Sintetiznda en Tos treinta y dos levanamientos armades que promovis y perdi el edracl ‘Aurelino Buendia, Vase, G. Garcia Marquez, Cen alas de soledad, en especial e odlebre Pléirafo con que se inicia el eapulo sexo. : 17 Episodio importante en el contexto de [a Guerra de Tos Mil Dias (1899-1902), este acuerdo firmado e! 24 de octubre de 1902 constituye un acto formal de eapitulacién en el cual l jefe de Jastropasliberales, general Rafael Uribe Uribe, reconocié su derrotaante a general canservador Jan B. Tovar. Par mayor informacién puede verse, po ejemplo, Joaqula Tamayo, Larevalcién ‘de 1899 (Bogoi Editorial Cromos, 1938). En su asimilaciénhistorogrifco-tearicl episodio ‘es rescatada, ene otros, por G. Garcia Mérquez en Cien afias de soledad (1967), comentado or M, Vargas Llosa en Garcia Marques: historia de un detido (Barcelona: Barral Editors, 1971), 122-123, como experiencia gue se intogra alos “demonios hstéricos” dl novelista colombiano, 18 18 Pare una rieor idea de tos planteamientos que en este sentido hace Vargas Liosa sobre el complejo entramado ontolégico de toda ficcién a partir de las obsesioneso “demonios” de cada escrito, véase en su Garcla Mérquez: historia de un detcido el apartado “El novelists y sus demonios”, pp. 85-213. 19. Me refiero en este caso a le presencia en el texto de ciertos mecenismos na convencionalmenteasociadas con Ia moderidad literaia en cuanto a la fecin se ‘Aungue escrita a una edad relativamente joven, esta primera novela de Ramirez revela claramente el aprendizaje adquiro por € a partir de algunas fuentes de las que se alimenta. Sin duda estin Pedro Péramo (1955) de Juan Rulfo, La muerte de Artemio Cra (1962) de (Carlos Fuentes, Lacasa grande (1962) de Alvaro Cepeda Serudio, Est también, porsupucsto, 16 Estudios de Literatura Colombiana 1No:22, enero-junjo de 2008 costefio-colombiano, es una obra que estructuralmente esté mucho més cerca del montaje dialégico que leva a cabo. Cepeda Samudio® en La casa grande (1962), que del absoluto control de un narrador-dios en Cien aiios de soledad (1967) de Garcia Marquez, dos textos paradigmaticos que comparten con la novela de Ramirez. importantes referentes seménticos. ‘Comparte también con ellos la preocupacién por incursionar en un universo: donde la palabra es un artificio estéticamente controlado por el novelista para rescatar los trozos dispersos del pasado.. : Si, como sefiala Eduardo Posada-Carbé, la manipulaci6n mégico-realista de ciertos hechos en Cien afios de soledad tiene la virtud de transformar la historia en leyenda,”! no.ocurre asi en Las manchas del jaguar: n0 encon- tramos en ella huellas de los procedimientos poéticos convencionalmente utilizados por el canon macondiano para ontolégicamente subvertir y su- blimar la realidad. Que esto sea asi es uno de sus principales méritos. Lo ‘que si nos entrega en este caso la obra de Clinton Ramirez es la dramatica imagen de un mundo tenazmente rescatado por Ia escritura para insertarlo en Ja historia. Como acertadamente anota Javier Moscarella al sugerir una: Jectura mitolégico-antropolégica de este texto (ntroduccién a la segunda Gail Garcia Margez-ns de La hafersea (1955) La mala ara 1962 quel ge Cen aos de soledad(1967};sin olvidar qu dtris de todos ellos asu vez et la vor de los mayores: ‘Tames Joyee, Virgina Woolf William Foutkner, Brest Hemingway. y de manera especial IL. ‘Borges O sa, el canon desuestra moderigadliterara. Noes accidental, por lo mismo, que ‘en algtin momento uno de los personajes de Las manchas del jaguar utlice unos verso de ‘César Vallejo para expresr cierto sentimiento de dolor (véasé nota 2). Para une mejor idea sobre algunos cleentosexétcamente determinants de es modernidad vess, pot eemplo, ‘estudio de Cathy L Sade, Modernisme, Modernity end the Development of Spanish American Literature (Austin: University of Texas Press, 1998). 20 La obra de Alvaro Cepeda Samudio (Barranquille, Colombia, 1926-1972) adquiere cada vez ‘mayor atenién enre los estudiosos de Ia fiteratura colombiana. Su Unica novela publicada, ‘La cata grande (Bogolt Ediciones Mito, 1962) fue triducida al inglés en 1991:por Seymour Menton, En 1954 publics su primera caleccign de euentos, Todas estdbamas a la espera, reediteds y aumentada posteriormente (Bogota: Plaza y Tanés, 1980). Su segunda coleccidn {e eventos, Lor cuentas de Juana (Basranguilia: Editorial Aco, 1972) fue reeditada en 1980 por Carlos Valencia Eaitores en Bogotd Para una Valoraciéncrtica véase, por siemplo,Lucila Mena, La casa grande: lfracaso de un orden social", Hispamérica, No. | (1972) 3-17. Muy ‘especialmente tambiéaA. Pineda Boteo y R. Williams, Deficcionesyrealidades, Perspectivat sobre lderaurae hisirtacolombianas (Bogott: Tercer Mundo Edtores, 1989), 43-120; capituio titulado “En homenaje a Alvare Cepeda Samudio”, co contibueiones de RL. Williams, G. ‘Gémez Ocampo, MP. Brungardl, RL. Sims, 0, Morales Benitez, y G. Vargas. Igualmente el trabajo ya mencionado de Dovid. Bost (1991) 21 Véase Eduardo Posada-Curbé, “Fiction as Histofy: The benaneras and Gabriel Garcia Mérquez’s One Hundred Years of Solitude", Journal of Latin American Studies, 30 (1998), 395-414, ‘Las mianchas del jaguar, de Clinton Ramirez: El penoso trabajo... Teobalda A. Noriega edicién), esa incansable tarea de la memoria constituye la selva del relato en medio de ella salta el jaguar~en el que la palabra nos revela, o intenta revelarnos, el enigma del tiempo: Sise retoma la idea de los fantasmas 0 demonios que, segin anota Mario ‘Vargas Llosa, son exorcizados por todo escritor en 1a verbalizacién de su mundo, no hay duda de que en el caso de Clinton Ramirez la escritura se transforma para él en un vehiculo poético que le permite reconciliarse con cierias experiencias directa 0 indirectamente adquiridas a lo largo de su vida; quede unawotra forma alimentan sutarea creadora: Algunas de ellas son fundamentales para entender sit mareada obsesién con ciertos temas cuyo referente determinante, segin él mismo nos confiesa, sc halla en ese eterno ¢ inevitable debate humano frente a la vida y Ja muerte. Sus propias, palabras resultan én este caso de un valor incuestionable: ‘Ami me interesaba ofrecer una imagen més directa aunque también un tant fantasmal del vacio que dejé el fenémeno bananero en los pueblos de la Zona Bananera. A los velorios ~a su mundo de voces- le debo la téc- nicay la estructura de voces de la novela. No sé si te comenté que metido de cabeza en el atatid de mi abuela, rodeads de voces, me vino la idea de escribir la novela. Invertilos papeles. La salvé convirtiéndola en Barbara y me mori tomando la forma de Emiro. Es s6lo una confesién. Algo personal. Peto el hecho en sumomento me dio la clave, Una especie de iluminacién en medio del dolor. Es la muerte la que finalmente viene al rescate de la vida o de la historia de los pueblos perdidos en este pais. En la novela es la muerte la que permite ordenat la vida y precisar su rescate. Fue la muerte de mi abuela la que aceleré y mare6 mi destino literario.” Tan importante revelacién resalta la ineludible dimensién humana que sirve como punto de partida, y en todo momento acompafia, al trabajo creador, Una vez mis la palabra ayuda a rescatat los fragmentos dispersos de‘un pasado latente ain en la memoria de un pueblo, que de esta forma se niega.a desaparecer, y reclama una existencia ensamblada poéticamente entre la historia, Ia leyenda, y el mito, Es decir, en la literatura, Las novelas publicadas posteriormente por el autor confirman esta idea. 22: Mensaje electrénico de Clinton Ramirez.a Teobaléo Noriege, enviado desde Santa Marta, ‘Colombia, el25-2-2008 (Enfasis mio) 8 Estudios de Literatura Colombiana No. 22, enero-junio de 2008 Bibliografia Bakhtin, Mikhail. Problems of Dostoevsky’ Poetics, C. Emerson Ed. Minneapo- lis: University of Minnesota Press, 1984. The Dialogic Imagination. M. Holquist Ed. Austin: University of ‘Texas Press, 1981. Bost, David H. “Una vista panordmica de las respuestas literarias a la huelga de las bananeras de 1928”, en: Revista de Estudios Colombianos, No. 10, 1991, 12:23. Bucheli, Marcelo. Bananas and Business. The United Fruit Company in Colom- bia, 1899-2000. New York: New York University Press, 2005. ‘Cepeda Samudio, Alvaro. La casa grande. Bogota: Ediciones Mito, 1962. Garcia Marquez, Gabriel. Cien aifos de soledad. Buenos Aires: Editorial Su- americana, 1975. Gilard, Jacques. “Zone Bananiere de Santa Marta: les planteurs de ’or vert”, en: Caravelle, No. 85, 2005, pp. 95-114. Jrade Cathy L. Modernismo, Modernity, and the Development of Spanish Ameri- can Literature. Austin: University of Texas Press. 1998, ‘Mena, Lucila Inés. “La huelga de la compafifa bananera como la expresidn de lo ‘teal maravilloso’ americano en Cien afios de soledad”, en: Bulletin Hispa- nique Vol. 74, No. 3 1972,, 379-405. - “La casa grande: el fracaso de un orden social”, Hispamérica, No. 1, 1972, 3-17. Pineda Botero, A. y WILLIAMS, R. De ficciones y realidades. Perspectivas sobre literatura ¢ historia colombianas. Bogota: Tercer Mundo Editores, 1989. Posada-Carbé, Eduardo, “Fiction as History: The bananeras and Gabriel Garcia. ‘Marquez’s One Hundred Years of Solitude”,en: Journal of Latin American Studies, 30, 1998, 395-414, Ramirez, Clinton. Las manchas del jaguar. Santa Marta, Colombia: Litoguia, 2005. Striffier, Steve y MOBERG, Mar Eds. Banana Wars. Power, Production, and History in the Americas Dutham: Duke University Press, 2003. ‘Tamayo, Joaquin. La revolucién de 1899. Bogota: Editorial Cromos, 1938. ‘Vallejo, César. Poesia completa. Edicién a cargo de Juan Larrea. Barcelona: Bar- ral Editores, 1978. ‘Vargas Llosa, Mario. Garela Marques: historia de un deicidio. Barcelona: Barral Editores, 1971. White, Judith, Historta de 1na ignominia: La United Fruit Co. en Colombia, Bogota: Editorial Presencia, 1978.

También podría gustarte