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«Todo lo que necesitas para escribir una gran canción son tres acordes y la

verdad.” Harlan Howard

Si cantar es una de tus pasiones es más que probable que juegues con la idea de escribir tus
propias canciones, si no lo haces ya. No es algo imprescindible, ya que puedes ser un gran
intérprete y no autor, pero muchas veces sí va de la mano y es de lo más natural. De hecho,
cada vez creo más que una de nuestras pulsiones más esenciales como seres humanos es
la de crear, incluso puede que sea la número uno. Crear, no sólo arte o canciones, sino
cualquier cosa (empresas, relaciones, proyectos, sistemas, aplicaciones, vida…) creo que es
parte primordial por la que estamos en esta vida. O más bien, uno de los medios más
importantes para sentirnos realizados y plenos. De hecho, al final nuestro paso por este
mundo puede que sea justo eso: una creación.

Pero aunque me encante ponerme filosófico mi intención hoy aquí es otra. Ofreceros una
guía práctica para que empecéis a escribir y componer vuestras propias canciones.
Escribir canciones es algo profundamente satisfactorio.

No me atrevería a considerarme un experto en este campo. De hecho no lo soy. Y esta no la


consideraría una guía definitiva, sino más bien una guía para ayudar a aquellos que
estáis empezando a componer o tenéis esa idea en mente y ese gusanillo. En el caso de
que no seáis nuevos en esto, espero que podáis sacar alguna idea nueva e interesante para
añadir a vuestra propia metodología. Años atrás me propuse (y soy bastante cabezota)
aprender a escribir mis propias canciones y finalmente lo logré. Eso sí, haciendo el camino
difícil, estresante y ni de lejos el más efectivo. Un camino de años. Es por eso que hoy
quiero compartir con vosotros algunas ideas y estrategias. Para ahorraros algunos
quebraderos de cabeza.

Para poneros un poco en contexto os resumiré un poco mi historia en cuanto a este asunto
de escribir canciones. Muy jovencito soñaba con ser una estrella de la música (sí, yo
también). Y creo que es un sueño de lo más legítimo a la par que realizable. Pero como
todo objetivo que se quiera lograr, requiere de una manera de pensar y de actuar para
alcanzarlo. Bien, yo no tenía ni idea de cuál era esa manera. Y di muchos palos de ciego.
Mis conocimientos musicales se limitaban a las clases de solfeo y flauta dulce que recibí en
el colegio, y que no estaban impartidas de una manera muy seductora que digamos. A mí
me gustaba escuchar mucha música y cantar en la ducha (bueno, y en todos lados). Algo
que de primeras tampoco hacía muy bien.

Mi primer instrumento, aparte de la entonces repudiada flauta dulce, fue un organillo Casio
en el que tocabas el Tico Tico y la Guantanamera siguiendo unas lucecitas . Más tarde tuve
un teclado más grande en el que me inventaba amagos de bandas sonoras de películas que
también me inventaba (el único problema es que la mayor parte del resultado estaba sólo en
mi cabeza). Pero lo que se dice música, conocimientos de música, bien pocos.
Así que más adelante, mientras estudiaba Arte Dramático, comencé a dar clases de Piano
Moderno y Guitarra. Pero fue una estrategia no muy bien pensada ni exitosa. Meterte a
estudiar jazz con el piano y bossanovas con la guitarra cuando lo que quieres es componer
canciones de rock y pop puede ser en algunos casos una mala decisión. Por lo menos así lo
fue en la mía. No por los géneros en sí, sino por la complejidad (y por el virtuosismo que
estos profesores querían inculcar en mí). Tardé años en soltarme con la guitarra para lograr
hacer lo más básico. Y con el piano, bueno, si me pones uno delante, simplemente jugueteo
con él (aunque lo bueno es que fue una época en la que escuché mucho jazz). El caso es que
estaba perdiéndome en un mar de complejidades sin entender ni ver los conceptos más
básicos de la música.

¿Por qué os cuento toda esta historia? Sencillamente porque hay que saber enfocar las cosas
con claridad y concreción. Hay que simplificar los procesos. De hecho hay que
simplificarlo todo. Porque si no, te enredas en muchos caminos y te frustras sin obtener lo
que realmente empezaste a buscar. En este caso, escribir canciones propias. Yo nunca
quise ser un virtuoso del piano ni de la guitarra. Quería cantar, subirme a un escenario, y
que la gente escuchase unas canciones que fliparan y les hicieran soñar y emocionarse.
Obviamente quería también que esas canciones fuesen buenas y para ello necesitaba
conocimientos extra, pero no podía empezar la casa por el tejado.

Menos mal que junto a esas estrategias fallidas empecé a desarrollar otras que sí iban más
encaminadas a mi objetivo principal. Lo único, que al no llegar a ver la sencillez intrínseca
de cómo funciona en sus cimientos una canción popular, mis procedimientos eran un
poco ridículos. Alguno fue tan absurdo como ir nota por nota en el teclado creando una
melodía para una letra que había escrito. Cuando lo pienso, lo veo ridículo, pero también he
de decir que de ahí surgió una de mis canciones preferidas incluso casi quince años después
de aquello.

Estas estrategias, sencillas y simplificadas, son las que quiero compartir hoy con vosotros.
Espero que os resulten útiles. (Por muy simples que os parezcan no las desestiméis.
Estamos hablando de escribir canciones populares -pop, rock, reggae, rumba, ska,
rancheras,…-, no una composición de Beethoven).

9 Pasos Para Escribir Canciones Propias


Los siguientes pasos no están escritos para ser seguidos en un orden concreto. Más bien
forman parte de un sistema y se complementan unos a otros.

1. Escucha mucha música y variada. Abre tus oídos. Cuanta más música distinta
escuches, tus creaciones más se pueden impregnar de originalidad y autenticidad. Sal de la
radio fórmula. Existe un infinito caudal de música en el mundo para satisfacer tus oídos y
de paso entrenarlos. Tu vida sonora será mucho más rica y tus canciones propias se
beneficiarán de ello. Si aun así te da igual la originalidad de tus canciones y quieres
simplemente hacer canciones como las que se escuchan todos los días en las radios
convencionales, no te diré yo que no. No seré yo el que te diga que escuches “Jazz y
Bosanova”. Es tu creación. Aun así, cuanta más música escuches, más ideas, posibilidades
y caminos tendrán tus oídos. Y tu cerebro.

2. Lee. Sobretodo poesía y letras de canciones. Empápate. Estudia la sonoridad de las


palabras. Lee en voz alta. Aprende a disfrutar del sonido de las p-a-l-a-b-r-a-s. Disfruta de
la conjugación de palabras distintas, de las imágenes que se crean. Fíjate bien qué
expresiones o palabras se repiten en las canciones para constantemente reenganchar al
oyente, normalmente en los estribillos. Y, muy importante, el siguiente punto.

3. Analiza la estructura de tus canciones preferidas. Estudia cómo organizan sus


canciones tus ídolos. No es algo muy complicado. Pero así tendrás una plantilla para
facilitar tu trabajo.

Aunque lo normal es una estructura de

estrofa/s-estribillo-estrofa-estribillo-puente-estribillo

también puede ser

estrofa/s-preestribillo-estribillo-estrofa-preestribillo-estribillo-puente-estribillo

o simplemente

estrofa-estribillo-estrofa-estribillo

Puedes encontrarte cosas muy diversas, pero no te compliques mucho la vida con esto.
Experimenta y juega, pero también simplifica.

4. Escribe, escribe, escribe. ¿Cómo se aprende a cantar? Cantando. ¿Cómo se aprende a


correr? Corriendo. ¿Cómo se aprender a escribir? Escribiendo. Luego puedes sofisticar tu
aprendizaje de muchas maneras (y de hecho es más que recomendable), pero tienes que
saber no perder el norte y centrarte en hacer justo «aquello» que quieres aprender. Lleva
libretas contigo, o la magnífica aplicación de Evernote en tu móvil, y escribe todo lo que
puedas, en todos lados. O por lo menos en tu casa. Haz escritura libre y escribe también
pretendiendo escribir canciones. No te juzgues, simplemente hazlo. Y releyéndolo
posteriormente podrás corregir, pulir, etc. Puede que no te interese escribir «grandes»
letras, pero, sinceramente, la belleza de un buen verso no tiene parangón. Aunque puedes
escribir canciones de distintas formas, escribir primero la letra y luego poner la música es
como yo me muevo con más facilidad. Pero a veces también lo hago a la inversa, como
describiré en otro punto. Y otras, de manera casi mágica, música y letra surgen de la mano.
Es algo muy personal.

5. Copia. Sí, copia. No estoy hablando de plagiar una obra, pero copiar, al fin y al cabo, es
lo que hacemos todos constantemente. Cuando alguien empieza a aprender cualquier
disciplina lo normal es que empiece copiando a su maestro o a su ídolo. Es natural. Son las
referencias que tienes y es una buena manera de simplificar procesos. Luego ya habrá
tiempo de fusionar con otras fuentes, crear nuevas combinaciones e incluir ideas
únicas en ti. Por ejemplo, busca una canción que te guste mucho en internet. Busca los
acordes de dicha canción. Esos mismos acordes tocados a tu manera con una letra tuya y tu
propia melodía son una canción nueva. Así de simple. ¿Sabes la cantidad de canciones
míticas que comparten exactamente la misma secuencia de acordes? Pero existen muchas
más maneras de copiar: formas de escribir, dejes al cantar, formas de arreglar canciones,
ritmos, etc. No digo ni mucho menos que te quedes ahí, no queremos hacer la guerra de los
clones, pero sí es un muy buen punto de partida.

6. Estudia música, pero cuidado. Es obvio que para escribir canciones necesitas saber
algo de música. ¿Pero cuánto? Todo depende de hasta dónde quieras llegar y el grado de
sofisticación que quieras alcanzar, PERO (y este es un gran pero) para empezar a escribir
canciones populares NO necesitas perderte en una jungla de conocimientos. De hecho,
puede ser muy contraproducente, como fue en mi caso. Hay que empezar la casa por los
cimientos. Por ejemplo, con 3 o 4 acordes y una buena letra puedes crear una obra
maestra. Punto. Es así. Y te recomiendo que empieces por ahí. Puedes aprender unos
acordes básicos con una guitarra, con un piano o con un ukelele (mi última gran pasión) y
empezar a escribir canciones justo desde ahí. Luego puedes sofisticarte todo lo que quieras.
Pero empieza por lo más básico. Aprende algunos acordes y algunos ritmos para empezar, y
como verás a continuación a veces no hace falta ni eso. (Luego puede que te interese añadir
a tus conocimientos algunas escalas, nuevos ritmos, aprender a crear riffs, conocimientos
de armonía, tonos, etc).

7. Graba tus ideas sobre la marcha. Lleva siempre una grabadora contigo. Ahora con los
móviles no suele haber problema. Dice Tom Waits que las canciones están en el aire. En
cualquier momento llegan a ti. Si no las atrapas y las utilizas seguirán su camino y otro lo
hará por ti. Esto que suena tan metafísico es una realidad como la copa de un pino. Las
canciones y las ideas en general están flotando en el aire, en esta especie de magma de
conciencia universal o inteligencia infinita. Y a veces llaman a tu puerta. Depende de ti
canalizarlas o no. Si llevas una grabadora siempre a mano, cuando te asalte la inspiración,
puedes grabar siempre ese primer boceto. Tal cual te salga. No lo juzgues. Puede ser un
tarareo, una melodía, una melodía ya con letra, una secuencia de acordes, un riff, y en
algunos casos, puede que te aparezca la canción al completo. Como siempre, puedes volver
después y empezar a trabajarlo y pulirlo. Pero esos momentos son mágicos. A veces puede
que te interese grabar una melodía en un idioma inventado para más adelante ponerle letra.
Yo muchas veces utilizo una especie de inglés inventado.
8. Piensa qué quieres contar. No tienes porqué tener siempre claro de qué quieres hablar
en una canción, pero es más fácil hacer una canción redonda si ya partes de una base, de
una idea. Puedes querer comunicar una idea, una reivindicación, una denuncia, un
sentimiento, una emoción, una preocupación, una confesión, una atmósfera. Lo que
quieras. Puede ser transparente y cristalino o puedes querer utilizar metáforas más crípticas.
También piensa quién cuenta la canción. ¿Eres tú mismo? ¿Una parte de ti? ¿Otra
persona? ¿El personaje de un libro o de una noticia? Tener claras estas cosas dan una
dirección a la canción y un objetivo, dos factores que ayudan en la creación. Si no sabes
qué contar, escribe, y lo que te salga.

9. Confía en ti y en tu subconsciente. Crear es un acto de fe. Desde escribir una canción


hasta escribir este artículo. Tienes que creer y confiar en que lo harás. Y así es. Es un
proceso que parece mágico y maravilloso. A veces incluso puedes sentirte más poderoso e
inteligente de lo que normalmente te crees. Es el poder de los distintos estados mentales. Y
tienes que trabajar por crear un estado mental óptimo para escribir tus canciones. Para
ello es esencial que no te juzgues y que tires el perfeccionismo a la papelera. ¿Y cómo se
hace eso? Pues pasando de esas voces y aceptando tu mediocridad y tus torpezas. El
trabajo de exigencia, de excelencia y de filtrar lo que te vale y lo que no ha de venir
después. Es un proceso más reflexivo y a posteriori. Pero cuando estás creando, has de fluir
en el caos y sus imperfecciones. Permítetelo. Es maravilloso. Siéntete un niño, un
principiante. Incluso lo que a veces, durante el proceso de creación te parece que no tiene
mucho nivel, en una posterior revisión te puede parecer un gran trabajo. Y al contrario, por
supuesto.

Recuerda. Todo en esta vida es práctica. Por tu historia personal puedes tener incorporado
más o menos talento y capacidad de hacer mejores o peores distinciones que otros. Mayores
o menores capacidades vocales. Mayor habilidad al escribir. Etc. Pero al final, lo que
cuenta y lo que da resultados en esta vida, es el trabajo. Acepta el punto en el que estás,
adopta una mentalidad de principiante, cree en ti, y trabaja. Y cree en tu imaginación. Ése
es el camino.

Espero que des a luz canciones hermosas que abran corazones y despierten conciencias.

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