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LECTURA Y ESCRITURA
DOCUMENTO 1/97.
1.- INTRODUCCIÓN.
Este material retoma y amplia conceptos expuestos en el Documento 1/96 “La Función
Alfabetizadora de la Escuela, Hoy” de la Dirección de Educación Primaria. Se analizan algunos
aspectos que orientan la organización de situaciones didácticas y se exponen ejemplos de las
mismas. Si bien el presente documento está especialmente orientado al primer ciclo, los criterios
didácticos expuestos constituyen enunciados que estimamos válidos para toda la EGB.
“Es un problema didáctico poder plantear situaciones que permitan que este tipo de
prácticas se generen en el aula y se mantengan con sentido para los alumnos. Es decir,
situaciones en las que a los niños les resulte “inevitable” leer y escribir, donde para resolver la
tarea sea necesario hacerlo leyendo y escribiendo; pero además, en situaciones que guarden,
*
desde el inicio de la alfabetización, la mayor similitud posible con las de uso social…”
Si bien desde la investigación se conservan aún problemas por resolver, existen muchos
acuerdos sobre cómo caracterizar dichas prácticas en cuanto a las oportunidades que la escuela
debería brindar a los niños para que ellos puedan aprender a producir y leer textos de
manera eficaz, crítica y autónoma.
1
Participaron en la redacción de este documento los miembros del Gabinete Pedagógico y la
docente Santoro María del Carmen.
*
“La Función Alfabetizadora de la Escuela, Hoy”. Documento 1/96 DEP.
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Diversidad y continuidad son criterios que orientan las propuestas didácticas, nos ayudan
a definir situaciones de enseñanza.
> Leer y producir variedad de textos de uso social: noticias, cartas, adivinanzas,
informes científicos…
> Tener en cuenta los distintos propósitos que guían las situaciones de lectura y
escritura: leer para disfrutar de la lectura, para buscar información, para seguir instrucciones…;
escribir para expresar sentimientos, para intentar modificar el comportamiento de otros, para
comunicar algo a la distancia…
> Leer y escribir para diversos destinatarios: uno mismo, el grupo clase, la familia, otros
niños o adultos desconocidos…
> Desplegar distintas acciones frente a los textos: escuchar leer, leer por sí mismos,
releer, dictar, escribir lo mejor que puedan, copiar, planificar un texto a producir, revisar un
escrito, reescribir…
> Continuidad áulica, es decir, acciones sostenidas a lo largo del año escolar, donde los
alumnos tengan oportunidades para leer y producir diversos tipos de textos durante varias
semanas, un cuatrimestre o a lo largo del año escolar; acciones donde se promueva una constante
vuelta a los textos buscando la mayor adecuación posible al propósito que guía la tarea.
Esta diversidad textual, en muchas de nuestras aulas suele no estar presente. En ellas, los
“textos escolares” son los de mayor circulación: los niños leen sólo manuales y libros de lectura y
ejercitan por escrito palabras, oraciones y “redacciones”.
Es por ello que, teniendo en cuenta la amplia variedad de textos de uso social y toda la
diversidad existente en cada género, podríamos proponerles, a lo largo de toda la escolaridad,
leer y/o escribir por ejemplo:
- Cartas, solicitudes…
En todo acto de lectura y escritura están presente intenciones u objetivos. Estos propósitos
son los que guían la actividad del lector y del escritor, de ellos dependen diferentes tipos de
estrategias. No es lo mismo leer para entretenerse, que leer para seguir instrucciones en una
búsqueda del tesoro, que buscar información específica en un diccionario o enciclopedia para
dilucidar una incógnita significativa… Tampoco es lo mismo escribir para guardar memoria que
hacerlo para informar a otros…
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Los propósitos y las acciones que como usuarios desplegamos frente a los textos se
aprenden en situaciones didácticas en las que los niños:
Tomemos, por ejemplo, el propósito de leer por placer. ¿Cuáles son las oportunidades
que les damos a los niños para que descubran que leer por leer es placentero? ¿Existe tal vez
relación entre las frases “a los chicos no les gusta leer”, “no agarran un libro ni que los maten” y
las propuestas sistemáticas de la lectura de textos como excusa para extraer sinónimos, aprender
letras desconocidas, palabras agudas o esdrújulas, sustantivos o para que se verifique una y otra
vez la comprensión?.
Pensemos algunas situaciones didácticas posibles para que este propósito se cumpla:
. leer o escuchar leer los libros seleccionados en la biblioteca;
. leer a un autor porque su lectura nos resulta placentera, por ejemplo, a María Elena
Walsh, sus poesías, cuentos o canciones;
. leer o escuchar leer cuentos con alguna temática específica o de interés;
. profundizar en distintos tipos de poesía o de cuentos o de novelas;
. seguir las aventuras de un héroe o de un personaje en historietas como Batman o
Superman...
Como vimos en los ejemplos anteriores no sólo existen propósitos definidos sino
también destinatarios reales. La existencia del destinatario atraviesa todo el texto. ¿Se ponen en
juego los mismos criterios cuando seleccionamos con nuestros alumnos poesías para los chicos
de Jardín que para los del tercer ciclo?. ¿Escribimos del mismo modo una carta o invitación para
un familiar que para un destinatario adulto desconocido?.
Como usuarios, las acciones son distintas: revisamos exhaustivamente el escrito o no;
decidimos qué información incorporar de acuerdo a quién lo va a leer, es decir, seleccionamos la
información relevante. Por ejemplo, un dato imprescindible al escribir una carta a un adulto
desconocido es colocar el lugar desde donde escribimos y la identidad del que escribe:
“...nosotros, los alumnos de tercer grado de la escuela 44 de Merlo, nos dirigimos a Usted...”.
Estos datos serían prescindibles si la carta está dirigida a un familiar o compañero ausente, para
quienes además, elegimos un registro informal. En éste como en otros casos, los destinatarios
posibilitan instancias de reflexión sobre el lenguaje.
Pero en la práctica escolar el maestro suele ser el único destinatario de las acciones de
lectura y producción; la presencia de otros destinatarios reales y variados resulta aún poco
frecuente. A lo largo de la escolaridad, leer y escribir para distintos destinatarios abre
espacios de discusión que no serían posibles sin su presencia.
En la escuela los niños necesitan oportunidades para trabajar la lengua desde diversas
situaciones. Requieren incrementar sus capacidades en todos los usos que la lengua permite:
leer, escuchar leer, recomendar lecturas, comentar y opinar sobre lo leído, seleccionar y
elegir qué leer...; escribir, dictar, copiar, reescribir, revisar...; resumir, citar, parafrasear,
expandir un texto, leer para resolver problemas como escritor... Los saberes que se
construyen a propósito de cada una de estas acciones no son directamente transferibles al resto.
Ante cada una de ellas el usuario se plantea problemas y construye saberes parcialmente distintos
que necesitará reconstruir en otras situaciones.
Veamos algunas de estas acciones con mayor detenimiento.
localizar una información, para estudiar...”.∗ También los niños que no leen de manera
convencional despliegan estrategias frente a lo escrito y “leen” haciendo interactuar lo que saben
con las restricciones que los textos imponen.
Dictar...
Cuando los niños dictan al docente, pueden centrar su atención en lo que van a decir y
en cómo decirlo, delegando en éste la tarea de materializar la escritura.
Registrar tal como los chicos están dictando, no significa que el maestro acepte sin más
sus propuestas o que las adopte con actitud contemplativa. Por el contrario, debe actuar para que
se transformen; transformaciones que, en muchos casos, seguirán conservando características de
la escritura infantil, más aún cuanto más pequeños. En estas situaciones el docente interviene
releyendo durante el dictado para retomar el sentido de lo escrito, interroga sobre la adecuación
del texto, pide a la clase o da él mismo algunas alternativas de solución cuando los niños no
tienen respuesta, abre espacios de discusión sobre las mismas, reescribe nuevamente al dictado
de los niños, revisa otra vez el texto junto a ellos varios días después de producido si la situación
comunicativa así lo exige. Si es necesario, es el maestro quien modifica el texto por propia
decisión; lo hace luego de que los niños lo hayan revisado y no tengan más respuestas,
explicando qué fragmento desea transformar y por qué y justificando explícitamente las
transformaciones.
El dictado al docente debería plantearse de manera más frecuente a los niños. Suele
resultar útil cuando se busca escribir un único texto: una carta colectiva, una noticia elaborada
por el grado para publicar en el periódico escolar, un cuento producido entre todos para la
biblioteca, un diario grupal para conservar los momentos más significativos del paso por la
escuela... (2)
Copiar...
∗
DEP, Op. cit. 1996.
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los chicos aprendan, por repetición y con el menor margen de error posible, el modelo
convencional de la escritura. Si bien hacemos referencia a su presencia predominante como
modalidad de enseñanza en la alfabetización inicial, es también una constante a lo largo de toda
la escolaridad. ¿Cuál es el propósito de copiar en el cuaderno o la carpeta una poesía, adivinanza
o historia que aparece escrita y puede ser leída en el libro de lectura escolar?. La copia-ejercicio
encuentra sus fundamentos más sólidos en la errónea identificación entre copia, repetición y
aprendizaje.
Pero realizar estas consideraciones no significa que deba ser desterrada de la enseñanza.
El propósito es, en primer lugar, reubicarla como una situación de escritura entre otras, una más
y no la predominante, en el marco de la diversidad de posiciones enunciativas que venimos
desarrollando. En segundo lugar, resignificar su uso escolar acercándola más a las situaciones de
uso social en las que aparece inscripta.
Cómo organizar el tiempo didáctico, cómo concebir este tiempo desde la diversidad y la
continuidad necesarias...
Los proyectos son situaciones didácticas en las cuales alumnos y docentes se encuentran
comprometidos en torno a un propósito y un producto final. Las acciones que se proponen a
través del tiempo guardan entre sí relaciones necesarias y cobran sentido en razón de aquello que
se desea producir.
Las situaciones ocasionales, son aquellas que no forman parte de los proyectos y las
actividades en curso, pero que son consideradas valiosas como situaciones de trabajo con los
niños. Pueden ser propuestas por el maestro o por los niños: escritura de una carta a un
∗
Lerner, Op. cit 1996, pág. 14 (el destacado es nuestro)
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compañero ausente, colaboración escrita ocasional para un mural de la escuela, juego del amigo
invisible, listado de elementos necesarios para un día de recreación, lectura de un material
interesante aunque no vinculado con una actividad en desarrollo, etc.
Hemos hecho referencia hasta aquí, a algunas de las diversidades que merecen ser
consideradas al planificar situaciones de enseñanza, así como su necesaria continuidad áulica e
institucional. A fin de ejemplificar estos conceptos, describiremos a continuación algunas
situaciones didácticas.
∗
Lerner, Op. Cit. 1996, pág. 15-16 (el destacado es nuestro).