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Los selknam.

Mito y ceremonia de iniciación

Julia Lauzon*, Santiago, CHILE

Resumen
Los mitos chilenos están signados por el predominio de la imagen paterna distante y de la madre
idealizada. Algunos muestran cambios evolutivos, procesos de transculturación sin adecuada
simbolización.
Ingresan en una repetición expresada como estancamiento y búsqueda de soluciones mesiánicas que
inundan de ideologías los fracasos en el terreno socio- político- cultural. Los Selknam (Onas) de Tierra
del Fuego no titulaban sus mitos. Se describe la ceremonia iniciatica del Hain, la narrativa informa como
antecedentes el mito del matriarcado, la masacre de las mujeres y el ingreso al Hain masculino con
sabios fundamentos dirigidos a los jóvenes iniciados: los kloketén.
Esta ceremonia vincula la sociedad Selknam con sus antepasados mitológicos y con los espíritus
representados por ellos mismos. En un despliegue creativo de máscaras y pinturas corporales
recreaban escenas y personajes que provocaban gran turbulencia emocional. Son examinadas desde
los códigos simbólicos sagrado y profano con reflexiones sobre las ansiedades y duelos que configuran
tendencias a conspirar, mantener secretos y un terror especial hacia los muertos.
Cuando a la persecución se agrega la confusión, aumenta la tendencia a la actuación elaborada en la
teatralización de ritos y ceremonias que incluyen la creatividad lúdica agresiva y placentera, en los
intentos de reparación de los objetos en las fantasías inconscientes.

' Membro Efetivo da Asociación Psicoanalítica Chilena.

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Julia Lauzon

Introducción

El método de ubicar el mito en su contexto sociocultural, en cuyo seno vivimos,


tiene implicancias afectivas: una de ellas es el examen de las raíces de nuestra
identidad latinoamericana.
La mitopoyesis es una función primordial de la condición humana, no de-
saparece nunca y es fundante de la estructura del sujeto, de la familia y de la
comunidad. El mito se origina en las fantasías inconscientes y se va organizando y
cristalizando en permanente interacción con las experiencias vitales. Su contenido
siempre dramático, es símbolo, mensaje críptico y forma de comunicación con lo
divino, la naturaleza y lo humano.
Los mitos chilenos están signados por el predominio de la imagen paterna
distante, ambivalente o disociada y de la madre primitiva e idealizada, además del
conflicto entre hermanos común al resto de nuestro continente latinoamericano, en el
que coexisten culturas diversas. En Chile no es diferente. Los mitos muestran cambios
evolutivos, procesos de transculturación, degradaciones. Estos cambios han quedado
cristalizados por falta de una adecuada simbolización. La negación y el repudio,
operando para sostener ciertos sistemas de valores son los mecanismos más
observados. Los conflictos no simbolizados ingresan en una repetición compulsiva
expresada como estancamiento y búsqueda de soluciones mesiánicas que inundan de
ideologías los fracasos en el terreno socio- político-cultural.
En la historia aborigen de Chile austral desde hace 12.000 años, los cazadores
terrestres eran grupos nómades que con el paso de los siglos históricos constituyeron
dos etnias, la Tehuelche, aonikenk y los Onas o selknam que poblaron estepas y
bosques de Tierra del Fuego.
A fines del siglo XIX los "grupos de cazadores de indios" que organizaron
expediciones de exterminio, las matanzas descarnadas, las deportaciones masivas, las
enfermedades infecto-contagiosas y el alcoholismo, introducidas por el hombre
blanco, sumadas a las luchas internas, diezmaron la resistencia física y moral de los
selknam desencadenando directa o indirectamente un rápido proceso de extinción. De
tales raíces se eleva una estructura narrativa en la que lo mítico parece transmutarse en
una historia tradicionalista de los festejos de la ceremonia del Hain. La brecha
catastrófica que produjo la invasión española hizo desaparecer lo histórico. Vuelta al
suelo mítico alcanza los estratos más arcaicos por la reactivación ritual que va a
hundirse más allá del relato sobre los orígenes. (Hernández, M; Lemlij, M, y otros,
1987).

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El primer Hain de los hombres. El origen del Kloketen

Los selknam no titulaban sus mitos. En la época de los hoowin, seres del tiempo
mítico, las mujeres gobernaban sin piedad a los hombres. Los obligaban a cazar,
proveer lo necesario para la vida, ocuparse de los niños y también de las tareas
domésticas (Gusinde, 1982, II, p840). Los hombres vivían sometidos por Luna (Kreeh)
chaman, esposa de Sol (Krren) y aterrados ante Xalpen, temible espíritu femenino. En
un verdadero régimen de terror explotaban sus creencias con las "apariciones" de los
espíritus, que no eran más que las mujeres disfrazadas, protegidas con el más riguroso
secreto, revelado a las jóvenes en la ceremonia del Hain en la Gran Choza. Este
"Matriarcado" fue destruido por una rebelión organizada por la conspiración de lo
hombres. Todas las mujeres ancianas, jóvenes y niñas fueron abatidas.
Entonces los hombres, niños y niñas "inocentes" emprendieron una larga
marcha en busca de los límites del universo. Todo ese tiempo guardaron duelo por la
muerte de sus mujeres. ¿Cómo harían para conservar la superioridad que habían
conseguido, antes que crecieran las niñas?. Formaron una sociedad secreta,
proscribieron para siempre de la Choza del Hain a las mujeres y el más distinguido de
ellos iba a dirigir el Hain.
Pese a la simplicidad de su tecnología, estos cazadores poseían un mundo de
creencias de gran riqueza que expresaban a través de sus mitos, ceremonias sociales y
leyendas.
La principal ceremonia era el Hain o Kloketen. Reunión secreta organizada por
los hombres, destinada a la iniciación de los adolescentes masculinos, quienes
pasarían a formar parte de los cazadores adultos una vez superadas múltiples pruebas.
Duraban dos o tres meses. No sólo era un rito, sino una prolongada experiencia
educativa y la ocasión de reafirmar el rol dominante del hombre en la sociedad.
Este complejo evento constituía en su conjunto, el eje cultural y psicológico de
la comunidad selknam. (No será revisado en cada uno de sus aspectos). Kloketen era
un novicio, que entre los 17 y 20 años podía repetir el rito de iniciación dos o tres
veces si los mayores no estaban satisfechos con el cumplimiento de las pruebas.
Tomando en cuenta su capacidad para guardar el secreto, demostraban su valentía con
pruebas vinculadas a la caza y obtención de alimentos. Solos en el bosque, no podían
disparar a un espíritu que los mataría de inmediato. A cada uno se le asignaba un
supervisor escogido por los consejeros del Hain. De regreso contaban sus experiencias
con espíritus que los amedrentaban o golpeaban y los hombres mayores fingían
horrorizarse aumentando el miedo de los jóvenes.
El Rito de Paso, se refiere al momento de separación de sus madres. Con-
ducidos hacia la Choza del Hain donde los hombres habían formado un círculo

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cerrado, era Shoort, quien agazapado, saltaba sobre el desnudo Kloketen e intentaba
voltearlo atrapando sus piernas. Bruscamente comprimía los genitales del joven, quien
soportaba el dolor con las manos enlazadas sobre su cabeza, sostenido firmemente por
el supervisor. Finalmente, tiraba de ellos con violencia. El joven conmocionado por el
suplicio estaba aterrorizado por lo que pudiera seguir. Era derribado. Todos gritaban
que se defendiera y comenzaba la lucha. El Kloketen furioso por la tortura se
abalanzaba sobre Shoort. El consejero detenía la lucha y el Kloketen se acercaba con
cautela para comprobar que no era un espíritu de roca. Era de carne y hueso y podía
ser identificado. Sorteada la crisis y la indignación, tomaba la máscara y saltaba de
alegría. Ante la toma de conocimiento, ya no temía e ingresaba en el secreto.

Los espíritus del Hain

Eran representados por los hombres físicamente más adecuados en un des-


pliegue creativo de máscaras y cuerpos desnudos pintados.
Shoort es el espíritu más dinámico y activo del Hain. El más temido por madres
y niños, el que torturaba a los Kloketen durante el rito de iniciación.
Vive bajo tierra con la espantosa Xalpen, representa al Sol y el complejo
simbolismo del Hain. Controla el poder femenino nocturno de Luna que amenaza con
reinstalar el matriarcado.
Shoort simboliza a ambos en pareja, cuando pertenecían a los seres míticos que
poblaron los cielos. Es una figura combinada. El que dirigió la gran rebelión durante
la cual las mujeres fueron masacradas, quien instauró el Hain masculino y fundó la
sociedad patriarcal. Sus sirvientes mostraban actividades lúdicas cargadas de burlas,
alusiones eróticas que podemos vincular con funcionamientos perversos polimorfos, a
veces llevaba un Kloketen al inframundo para complacer a Xalpen, su mujer. En estas
ocasiones las madres temían no volver a verlos.
Kosmenk: su color básico es el rojo con anchas bandas verticales blancas y una
máscara cónica. Representa al hombre engañado por su mujer infiel, este espíritu
busca con frenesí a su infiel compañera y sus actuaciones causan hilaridad entre las
mujeres.
Tanu: hermana de Xalpen. Su figura es impresionante, tiene el vientre abultado,
es apacible e inofensiva. Toda la riqueza y la creatividad de la fantasía selknam se
manifiesta en este espíritu que fue presentado en el primer Hain masculino, después de
la masacre de las mujeres. Tanu es testigo de lo que ocurre en el escenario. Es de
noche, arde una fogata y los Kloketen se pintan de rojo. El que va a encabezar la
danza se agrega una banda blanca desde el cuello a los genitales. Todos se punzan la
nariz hasta que la sangre les moje el pecho. Si no es suficiente se ponen sangre de
guanaco.

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Cada una de las niñas lleva consigo un trozo de piel de guanaco con el que trata
de limpiar la sangre del rostro o del pecho de su hombre favorito, alguien con el que
puede casarse, según las reglas de parentesco. El hombre elegido responde
empujándola con los codos, jugueteando.
Xataix, Ulen y Keternen, se relacionan con mitos de nacimiento y muerte
(Chapman, A., p.259). Xalpen por sus relaciones con los Kloketen, se embaraza, con
los dolores de parto arroja un arco en señal ominosa que anticipa la muerte. Usando su
larga y filosa uña destripa a los Kloketen. Una terrible mujer fálica.
Keternen, el bebé, será llevado con ella a ultratumba. Aparece el amado Ulen, el
pequeño recreador de vida permitirá que los Kloketen regresen mientras el chamán
anuncia la llegada de Keternen, adornado con hileras paralelas de plumón y pintura
roja, negra o multicolor, colocada en filas verticales, produce un efecto
resplandeciente.
Kataix, panzón, de largos cuernos (corresponden a un pececillo de un ante-
pasado mítico metamorfoseado), es el único que puede dominar los accesos de ira de
Xalpen. Muestra su poder, enviando a los Kloketen sin máscaras para que sean vistos
por las jóvenes, desafiando a Xalpen, celosa de sus amantes. Es la única vez en toda la
ceremonia que están a rostro descubierto, ante el embeleso de sus madres.
Los documentos Salesianos y las comunicaciones de los informantes selknam
sobrevivientes, lo ubican como un espíritu asociado con la tierra.

Observaciones y reflexiones

La relación madre-hijo, es de supremo significado en la ceremonia Hain. Entre


sus múltiples manifestaciones se destaca una, jubilosa y tierna, sintetizada en la
palabra hané: persona buena. Entre los "juegos de las mujeres solas" en el primer día,
cuando los iniciados son sometidos a las torturas del Rito de Paso, hané se refiere a la
madre que imita a su hijo al ser iniciado. Llamativamente también hacen el papel del
padre, a quien cariñosamente le piden permiso para ir a "jugar", aunque esté ausente.
La ceremonia tenía sabios fundamentos dirigidos a los comportamientos con las
mujeres: no despertar celos; no casarse con su hermana manteniendo la línea
patrilineal con excepción de que fuera la hija de un Che, (término generacional,
aplicado a todos los tíos matrilaterales, significa "gente", yo-soy); respetar a todas las
mujeres por ser madres, especialmente a las ancianas, madres de todos; controlar
alimentos para no ser obesos y privilegiaban: el trabajo, el valor, la generosidad y no
perdonar ofensas. Debían vengarse siempre, aún de los parientes.

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La enorme riqueza de ésta ceremonia desalienta cualquier pretensión de un


análisis global. Se la puede examinar utilizando dos códigos simbólicos o sistemas
semánticos, el sagrado y el profano. El sagrado vincula la ceremonia y la sociedad con
los antepasados mitológicos y con los poderes que emanan del universo a través del
concepto metafísico de los cielos (Lauzon, 1996). Representan a los espíritus y a sus
antepasados míticos. Se aplica a Shoort y al Mito del Matriarcado. Las mujeres no
eran acusadas de fabulación o de inventar a los espíritus, sino de encarnarlos con
engaños.
Xalpen, se ubica en un polo sagrado y ritual, sin referencia a un antepasado
mítico es el único espíritu presentado como una efigie no antropomórfica. Se creaba
entre Luna y Xalpen la imagen monstruosa que permitía personificar y controlar a una
terrible divinidad femenina análoga a la luna de los eclipses. Los atributos de estos dos
personajes sobrenaturales, complementarios y constantes logran dotar al símbolo
femenino monstruoso de más fuerza y mayor credibilidad. Los rituales dedicados a
Xalpen y Luna tenían un objetivo dialéctico: presentar el poder femenino como
peligro inminente de aniquilación total y así unir la comunidad en su propia defensa.
Los hombres no temían representar a Xalpen. En esas escenas rescataban el
erotismo polimorfo sexual infantil y el goce lúdico, sin transgresión incestuosa.
El código profano sirve a los fines pragmáticos: iniciar a los jóvenes, disciplinar
a las mujeres, recrearse e intensificar el placer y la alegría de reunirse. La escena de
Ulen es un ejemplo.
Los espíritus serios, peligrosos y provocativos, en algunas escenas; burlones,
seductores o alegres en otras, provocaban intensa turbulencia emocional.
Los ataques por voracidad y envidia de los hombres proyectados en Xalpen, son
esencialmente morder, rasgar y vaciar como ataques primitivos sádico orales y anales,
al objeto parcial pecho con intención de despojarlo de su capacidad. Posteriormente, al
hacerse extensiva a las madres, en tanto objeto total al entregar sus hijos, le será
sustraído también la belleza de sus logros.
Las escisiones son frecuentes. De los objetos buenos dañados en la masacre del
matriarcado, deriva la persecución. Los objetos malos producían frustración y
depravación, como en las situaciones edípicas tempranas.
Hallamos el objeto paranoide configurado por la identificación proyectiva de
una parte criminosa del Self, en los objetos buenos, especialmente el pecho. Está
relacionado con la desconfianza que sienten hacia sí mismos, la falta de confianza en
su propia capacidad de amar y su tendencia a mantener secretos y conspirar,
manteniendo un terror especial hacia los objetos muertos, en los seres de ultra tumba.
Se hace evidente la incertidumbre frente a la idea de que los que han muerto, pueden
volver a la vida.
Cuando a la persecución se agrega la confusión, aumenta la tendencia a la

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actuación, elaborada en la teatralización de ritos y ceremonias que incluyen la


creatividad imaginativa y los intentos de reparación de los objetos en las fantasías
inconscientes, a veces en forma omnipotente. Las pseudo reparaciones se observan en
los torbellinos maníacos de algunas escenas.
El padecimiento del profundo duelo, por la masacre de sus mujeres, antes del
primer Hain masculino, creo que introduce situaciones reparatorias mas estables. Un
nuevo sentido a la escena primaria, no solo se puede elegir pareja y disfrutarla, sino
que aparece el fruto creativo, el bebé. No hay duda que la mujer fálica, el objeto
combinado están presentes en las imágenes desde esta perspectiva teórica, sino
también la amenaza de castración, la homosexualidad y la muerte, en la compulsión a
la repetición.
La creatividad lúdica, agresiva y placentera de los mitos de este pueblo apuesto
y vigoroso, constituido por guerreros, chamanes, fabricantes de canastas y soberbios
arcos y flechas, aflora es sus mimos y payasos, bailarines y cantantes, y se hunde con
su desaparición.

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ANEXO: Fotografias

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