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Después de varios años como pastor de jóvenes adultos puedo afirmar que uno de los

temas que más interés despierta en dicho grupo, es el tema del noviazgo. Si me
permiten ser algo hiperbólico, convocar a una charla de noviazgo es casi una garantía
de llenar cualquier salón. Y aunque las razones para dicho interés pueden ser diversas,
una cosa es cierta, hay mucha desorientación en cuanto al tema.

El problema, si es que podemos llamarlo así, de hablar o escribir sobre noviazgo es el


«silencio bíblico» con respecto al tema. Son muchos los aspectos de la relación de
noviazgo que no son tratados en la Palabra de manera específica. Ante esta situación
muchos piensan que si la Biblia no habla de manera “específica” de algo, entonces
podemos proceder como nos parezca más “lógico”, o más “conveniente” o como sea
más “común”, lo que dicho sea de paso, es un error.

Lo cierto es que a pesar de la ausencia de pasajes


específicos, la Palabra no nos deja sin orientación en
cuanto al noviazgo. Ciertamente tal y como el salmista
expresó “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y luz para mi
camino” [Sal. 119:105].
En este sentido, en Apocalipsis 19:7, el apóstol Juan nos dice, en cuanto a Cristo y su
iglesia: “Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del
Cordero han llegado y su esposa se ha preparado.” Que hermoso momento será aquel,
cuando la iglesia se una por la eternidad a su Salvador y Señor. Ese momento, esa
“ceremonia” es llamada por Juan en el pasaje presentado como “las bodas del
Cordero”. [Cristo].

Antes de explicar la relación que existe entre este pasaje y el tema que nos ocupa, que
es el noviazgo, debo reconocer que el evento aquí descrito por Juan [las bodas del
Cordero] no es una unión matrimonial típica, es decir, entre un hombre y una mujer,
sino que es entre la iglesia como cuerpo de Cristo y Cristo como su esposo.

Por lo dicho anteriormente, algunos pensarán que extraer de este texto alguna
enseñanza relativa al noviazgo o al matrimonio entre un hombre y una mujer sería
sacar el pasaje de contexto. No obstante, debemos recordar que fue el apóstol Pablo en
Efesios 5 el primero en usar la unión entre Cristo y su iglesia como parámetro para
describir la relación matrimonial «típica». A partir de dicha unión [entre Cristo y su
iglesia] Pablo expuso cómo debía funcionar la relación matrimonial humana.

Dicho esto, ¿qué enseñanza podemos extraer de Apocalipsis 19:7 relativa al noviazgo?
La respuesta es relativamente sencilla, según dicho pasaje, el período previo a las
bodas, es uno de «preparación». La esposa se ha «preparado» para unirse a su esposo
en las «bodas del Cordero». De eso se trata entonces el noviazgo, de preparación.

El período previo a las bodas, es uno de


«preparación»…De eso se trata entonces el
noviazgo, de preparación.
Mi experiencia es que muchas parejas de novios cristianos no ven su relación como una
de preparación sino como una de «entretenimiento conjunto». A pesar de que la pareja
no se autodefine de esa manera, cuando se observa en qué invierten los novios la
mayor parte de su tiempo, uno se percata que es en «pasarla bien juntos», sin ser
intencionales en su formación espiritual ni en conocerse el uno al otro en relación a los
temas más importantes de la vida.

Adicionalmente, con tristeza a veces veo parejas más dedicadas a los «preparativos» de
su boda que a la preparación personal para su matrimonio. Y esas dos cosas son muy
distintas. La primera está enfocada en el evento, la segunda en el carácter. Y para
nadie es un secreto que el éxito de la relación matrimonial no se encuentra en lo
majestuoso de la celebración sino en el ser interior que los novios hayan cultivado
antes de unirse.

El éxito de la relación matrimonial no se


encuentra en lo majestuoso de la celebración
sino en el ser interior que los novios hayan
cultivado antes de unirse.
Ahora bien, la pregunta es entonces, ¿qué tendrían que hacer los novios para
«prepararse»? ¿Cuál es el contenido de dicha preparación? y ¿cuál es el proceso a
seguir para la misma? Aunque es tentador continuar desarrollando estas preguntas, por
razones de espacio lo dejaremos para un próximo artículo.

Nuestro objetivo en esta primera entrega sobre el noviazgo ha sido cumplido y era
llamar la atención sobre la falta preparación y de cuidado que vemos en muchas
parejas de novios que aunque con buenas intenciones confunden el «pasarla bien
juntos » con una buena relación antes de casarse. Ojalá hayamos motivado a muchos a
ver el tiempo de noviazgo como lo que es, a saber, la oportunidad que se tiene de
prepararse para lo que será la relación humana más significativa que se tendrá, esto
es, el matrimonio.

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