Las decisiones se pueden postergar, los cambios aplazar, se puede modificar lo
marginal con tal de no tocar lo estructural, incluso se puede hablar mucho de cambio sin cambiar. Somos expertos en hacer ruido sin que exista sustancia y aparentar que estamos en proceso de cambio para que los liderazgos tradicionales puedan recuperar el control de la agenda y como siempre volver a lo mismo. Sin embargo, el momento de la verdad llego… Durante los últimos meses me abstuve de hablar del tema central, el cambio de rumbo de nuestro país. Estaba agotado y cansado de la agenda de descalificación, de las campañas intimidadoras y sobre todo de la falta de liderazgo de nuestros supuestos líderes. Mientras tanto el proceso de selección del nuevo Fiscal General avanzo en un proceso más preocupado por llenar formalismos que de lo que hace a un verdadero Fiscal. La experiencia penal más que la capacidad en general, a los contactos más que la determinación del cambio. El proceso llego a su fin y llega la hora de la decisión final. Este es uno de los momentos centrales en camino a consolidar el proceso de cambio o de truncarlo. No puede aceptarse que sea una decisión de afinidad, de intereses personales o de simpatías políticas. La persona a la que se designe como Fiscal General debe ser de carácter fuerte, de independencia comprobada y con una determinación absoluta de avanzar la agenda. Una persona dispuesta a enfrentar a quienes considere enemigos del imperio de la ley. No esta fácil para el Presidente. El verdadero poder, la voz y determinación del Pueblo de Guatemala ha sido clara y contundente: basta de corrupción e impunidad. Es momento de una visión de Estadista. El tiempo se acaba y la oportunidad de trascender se agota. Ahora o nunca Presidente, no pierda la oportunidad. Que la tentación de volver al pasado no lo agobie, ni las presiones de postergar el cambio.