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'\ COMUNICACION rN tw HISTORIA | ‘ ‘ Te Class CULTURA, ..SOCIE DAD SP a a OA. eae. eee COLECCION BOSCH COMUNICACION Dirigida por Marcial Murciano 1. Historia de la comunicacién Vol. 1 Del lenguaje a la escritura Raymond Williams (ed.) w Historia de la comunicacién Vol. 2 De la imprenta a nuestros dias Raymond Williams (ed.) 3. El periodista en el espacio piblico José Luis Dader 4, Estructura y dinamica de la comunicacién internacional Marcial Murciano 5. “Periodismo de precision Philip Meyer 6. Television e interés publico Jay G. Blumler (ed.) 7. Los grupos multimedia Juan C. Miguel de Bustos 8. Metodologias cualitativas de investigacion en comunicacin de masas K.B. Jensen / N.W. Jankowski (eds.) 9, Introduccién a los estudios culturales M. Barker/A Beezer (eds.) 10. La transicién de la television Giuseppe Richeri i 2 13, 14. 21. Informacién audiovisual Francisco Sanabria El diseito en prensa diaria Jestis Canga Periodismo de servicio Maria Pilar Diezhandino La invencién de la comuni Armand Mattelart Gabinetes de comunicacion Txema Ramirez, Texto y contexto en los medios de comu cacion Roberto Grandi Los efectos de a nueva comunicacion Roger Silverstone / Erie Hirsch (eds.) én cientifica de los medios de La investig: comunicacién R. D. Wimmer / J. R. Dominick La comunicacién en la empresa y en las organizaciones Antonio Lucas La comunicacién en la historia David Crowley / Paul Hi Manual de periodismo cientifico Manuel Calvo Hernando: LA COMUNICACION EN LA HISTORIA TECNOLOGIA, CULTURA, SOCIEDAD DAVID CROWLEY & PAUL HEYER Universidad McGill Universidad Simon Fraser PRESENTACION DE LA EDICION EN CASTELLANO | — ue 5€ La Historia de la Comunicaci6n es una disciplina joven, 8 18 1 esta trabajando desde hace relativamente poco tiempo. De de 1a Co" je siquiera existe un acuerdo para designarla como Historia municacion, Historia de las Comunicaciones, Historia d¢ 10° og dios de Comunicaci6n, 0 para definir su contenido y aleanee 1 for- ambigiiedad se debe cn parte a que se encuentra en perio ? macion; pero también a los condicionantes académicos 4 nen de las dos ramas de las que procede y se nutre fundamenta te: la Historia, y las investigaciones y teorias sobre los medios comunicacién de masas. de «Durante gran parte de su vida intelectual inicial, la Historia la Comunicacion fue la Historia de la Prensa», advierte ; Rowland en el Prefacio a esta obra. Y todavia sigue, en gran medi- da, aferrada a los distintos medios de comunicacion. Esto se debe que los estudios histéricos sobre los medios de comunicacion se 1 teresaron, al principio, por el que fue cronolégicamente el primer de clos, la prensa escrita; mas adelante, a medida que se fueron im- plantando otros medios, se realizaron también las correspondientes historias del cine, la radio, la television... Y en este ambiente surgio la necesidad de un enfoque mas global, que permitiera comprender el desarrollo del conjunto de los medios de comunicacién en sus Te- laciones con las restantes transformaciones historicas. Este planteamiento mas global se ha derivado, en buena parte, de las exigencias de la practica docente. David Crowley y Paul Heyer los autores de esta recopilacién, explican en su prologo que fue la falta de materiales de apoyo para la ensefianza de la Historia de los Medios de Comunicacion y la Teoria de la Comunicacion, lo que les impuls6 a preparar esta recopilacién de textos. Con el mismo PFO" blema nos hemos encontrado quienes hemos tenido que resolver Ia docencia de las disciplinas historicas sobre los medios de comunica- cién de masas en las Facultades de Ciencias de la Informacion, que se crearon en Espaiia a principios de los anos 70, Surgidas para if corporar a la Universidad los estudios que hast se realiza- ban en las Escuelas de Periodismo, aunque abicrtan hecis los restal- tes medios de comunicaci6n y la’ publicidad, en cl nrimer plan de estudios aparecian unas asignaturas de Historia delos Medios de Comunicacién y de Historia del Periodismo, Universal y de Espatiat pero pronto nos propusimos redefinirlas (con todas las limitaciones propias de unas dotaciones muy escasas), y abordar el marco mas amplio de una Historia de la Comunicacion. La orientacion basica la habia apuntado Manuel Vazquez Montalban, que fue profesor de la Facultad de la Universidad Autonoma de Barcelona, en una seric epivansipam saver! BiswioTacA GEREN: oe ee NO AI oe ue __ Presentaci6n a la edicién en castellano de articulos que habia publicado entre 197 . coieen Comunicacion XXI Pane posterioenieite 973 y 1974 en la revista titulo Historia y Conunicacion Social, Este enfoque mas amplio respondia, tambje nas pes decisivas aportaciones realizadas en las decane yuna POs Pare aiios 50, las dos obras de Harold Innis publ ye ere mente en 1950 y 1952, Empire and Conmunicnn ne ee ne ie Communication; y en la década de los 60, lade geet ahag, Lacon, brension de los medios como extensiones del wij cue sepin el Propio autor constituye «una nota a pie de pa sin eee la obra de Innis; y la Historia y critica de la opinion publics je |, Habermasy due se inscribe en la tradicion marxista de la Fecuela de Prankfurt, ambas publicadas por primera vez en 1962; y [a Kecys wintesis €l2~ borada en Francia por F. Terrou (1968), Ly infosyn reson mie afios 70 se continud explorando las posibilidades de este Sragaiue mas global. En algunos articulos publicados desde los Pr T9y5), timeros en la revista Journalism: History (que. apareci® &” tea) ¥ en algunas obras, se debatio sobre el significado que Po cr abordar la Historia de la Comunicacion de una forma global, Deer irs interrogantes que abria. A este enfoque responden las quer, y 1a qunces P. Schaeffer (1971-1972), Machines a Communi- ers ¥ a del inglés J. Curran (1977), Mass Communication a5 4 cial Force in History, preparada para la docencia en la Open ae reIntY briténica. Y en la linea de investigar mas conere ciales ‘actones entre medios de comunicacién y transforma ‘ eae ae publicaron algunas investigaciones realizadas desde ay Litera POs, que han sido decisivas, como las de J. Goody (1 975)5 ¥ con oii Traditional Societies; W. Ivins (1975), Imagen impresa elepbe niento; I. de Sola Pool (1977), The Social impact en 4 prone: A. Marshack (1978), Human Nature; Kisenstcin (1978) Pero f ing Press as an Agent of Ghange; y otras. — tanto las 46,2 Partir de los afios 80 cuando empezaron a proli eo Benerales nvestigaciones, como los intentos de formular panoramas ios y angfts avudaran a clarificar el marco en el que situar esti Fon varing SiS MAS especificos. Asi, en In década de los $0 aparecic- vens y Hy (b'8s de cardcter general, como el ensayo de J. D- Ste: de textos di - Garcia (1980), Communication History; la antologis cacién, que f49 por R, Williams (1981), Historia de la Comuni- Y diversas oft, oid0 traducida al castellano en esta misma coleeciGns e Day the ts de caracter general elaborados por J. Burke a Bo Des premiorer tiverse Changed; M. Belis (1988), Communication. Story of Has si8es 4 la télématique; W. Schramm (1988), The M. Stephens (logge mmunication. Cave Painting to Microchips ite; y en Espana Pe A History of News. From the Drum to te a ie informativo, y (1987), J. Timoteo Alvarez (1984), Del viejo orden siglo XX. El nuevo e Historia y modelos de la comunicac ida i simio informatizad orden informativo; y de R. Gubern (1987), F zado. Ademas, en esta década se publicaron tambien agrupo cn un libro con el an castellan? Presentacién a la edici6n en & . Le ssaltar 1a O° numerosas investigaciones, entre las que podemos resaltt 7 vie J. Perriault (1981), Mémoires de Vombre et du son. Une 7%. te de Vaudio-visuelle la de G. Mrah (1985), Las cifras. Histor’ cy, una gran invencion; y las de W. Ong (1982), Orality and Lt ‘fo th Czitrom (1982), Media and the American Mind. From MOr¢‘issq. McLuhan; S. Kern (1983), The culture of Time and space Veacvin 1918); J. Carey (1989), Communication as Cultures 0 C- que (1988), When the Old Tecnologies were News, obras de 4s aparecen fragmentos en esta antologia. ica- Este incremento de bibliografia sobre Historia de'la Comunicy cién ha continuado en los afios transcurridos de la década de los se 2 ae 5 jistO- que diriase marca la consolidacién y el reconocimiento de i Lis no ria de la Comunicacién, con obras de autores que hasta ahora 1 : s ate el caso habian manifestado preocupaciones histéricas como es el ©35 P. Flichy (1991), Una historia de la comunicacién moderna. Espa cio piblico y vida privada; y A. Mattelart (1993), La comurien cién-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias, asi come © numerosas investigaciones mas concretas. 9 Todas estas obras responden a alguna de las que parecen Ser dos cuestiones clave de la Historia de la Comunicacion: la Prim. qué relaciones existen entre las transformaciones que se han pro it cido en los medios de comunicacién y las relaciones sociales y la ur tura en el sentido mas amplio; y, la segunda, qué repercusiones 1 nen los medios de comunicacién en las formas y los procesos cognitivos, no sélo de forma inmediata, sino también a largo plaz0- Dos cuestiones a partir de las cuales se han formulado los dos pata- digmas que orientan el trabajo en la Catedra de Historia de la Co- cacién de la Universidad Autonoma de Barcelona. En relaci6n con la primera cuestin, consideramos que se puede advertir una estrecha relacin entre las transformaciones de las rela- ciones sociales y las dimensiones y formas que adoptan unos medios de comunicacién cuya légica parece obedecer al propésito de alcan- zar mas espacio en ‘menos tiempo, propésito que, a la vez, parece generar la dinamica que impulsa la transformacién de las relaciones sociales y de los medios de comunicacié que las articulan. Las obras de Innis, que abordan las relaciones entre las dimensiones y orienta- ciones de los imperios y los medios de comunicacion; las de Haber- mas y Flichy, que plantea la articulacion entre espacios publicos Y privados, el primero en los Estados Modernos ecuropeos y el segun- do en el mundo contemporaneo; asi como las de Kern, Czitrom, Ca- Fey y otros autores que examinan los cambios que la implantacion de las redes de comunicacién eléctricas han provocado en las dimen siones espacio-temporales de la vida social, aportan datos de interés para seguir profundizando en este paradigma: Respecto a los efectos cognitivos de los medios de comunicacion, pueden abordarse de una forma mas global, articulando Ia dimen- sin colectiva y personal, si se enmarcan en el paradigma que parte de considerar la Historia de la Comunicacién como el estudio de la Spivanswan savamany a 10 Presentacién a la edici6n en castellano transmisién diacrénica de la memoria, y examina la dinamica social como producto de los procesos de asimilacién/no-asimilacion pel sonal de la memoria colectiva. La mayoria de los textos de esta an- tologia, algunos de cuyos autores confiesan situarse en la linea de MacLuhan, hacen aportaciones de gran interés a este paradigma al mismo tiempo que se enriquecen cuando relacionamos las transfor- maciones de los medios de comunicacién con los sustratos de la memoria colectiva de corta, media o larga duracion, y con los nive- les mas 0 menos conscientes de las memorias personales asimiladas en los procesos personales de socializacion. Esta recopilacin de textos preparada por D. Crowley y P. He- yer, publicada por primera vez en 1991 y ampliada en la segunda edicion de 1995, que ahora aparece en castellano, facilita el acceso a fragmentos de buena parte de estas obras (algunas de las ¢ se encuentran traducidas al castellano), y constituye una aport de gran ayuda para la docencia y la investigacion de la Histor la Comunicacion, y también del mayor interés para los cstudiosos de los medios de’ comunicacion que omprender historicamente este fendmeno social. No obstante, a pesat de la di- versidad de perspectivas que adoptan los autores de estos textos, Pay due tener en cuenta que, tal como se dice en varias ocasiones, ® Y ‘a mayoria de los textos que han seleccionado s¢ 5! en Ia corriente inaugurada por Innis y continuada por Macluhan, que ha sido impulsada en la Simon Fraser University; y que! m3 yorta de las textos centran mas la atencidn en los efectos connitivos de los medios (en el que hemos definido como segundo paradigm), que en la articulaci6n entre I dic - . las trans a es e los med relaciones sociales ( nsformaciones de los Het como primer paradigma), rimeree eae gefanizada en ocho partes, de las cuales as CUT redo eran dedicadas a examinar las transformaciones © los formas en lace ncacton anteriores a la electricidad (de las primers or la era glacial al desarrol], aoa Ia alfabetiza~ cién ampliada graci: “csarrollo de las escrituras y la 4 i Piac'2s @ la imprenta), y las cuatro tiltimas, ana1740 ercusiones de los ios electronicos ¢M ¢l mundo contemporane Stones de los medios electronic 5 tele- “16 jas redes arafo y el teléfono a las rede docen- ic se preocupan por ¢ due corresponderia al que hemos de ue ; : tos como a los fendmenos s¢_P*esta tanto a los periodos ms: cia de la Historia de ree, Fecientes, facilita organizar mas én atendiendo deteni Fecientes de los sistemas de comunic pero sin olvidar que éstas a ida S se deri aS fun cuyo conocimiento es nse, detivan de unas raices mas proerema mas complejo del presenter sndible para comprender Este marco cronol6g; marco espacial sronologico amplio se centra, sin embargo “| cuales se puede seguir hee“! de aquellas sociedades a través ‘e [as par de textos, dedicados ee t°#!0gia de la cultura occidental. 961° $4 los quipus y a los inicios de la i fe am opot due que, desde los imperios mes?P cn un en China, rompen este enfo, Presentaci6n a la edicién en castellano 11 micos y Egipcio a la escritura alfabética en Grecia y su multiplica- cion gracias a la imprenta en la Europa moderna, conduce a un mundo contemporanco en el que, finalmente, slo se presta atencion a los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante, este plantea- miento etnocéntrico resulta atenuado en la medida en que los pasos realizados por estas sociedades que conforman la cultura occidental no suelen aparecer como naturales, superiores ¢ indiscutibles, sino en su caracter hist6rico, y la mayoria de los autores los valora con cierto distanciamiento critico que les permite vislumbrar las contra- dicciones que implican. En cualquier caso, la lectura atenta del rico material recopilado por Crowley y Heyer en esta antologia permite concluir, con Row- land, que acaso la Historia de la Comunicacién sea mucho mas cen- tral para el conocimiento de la Historia de la Humanidad de lo que la propia asignatura académica indica. . Amparo MORENO SARDA Catedratica de Historia de la Comunicacion Universidad Autonoma de Barcelona PREFACIO Willard D. Rowland, Jr.* La historiografia de la comunicacién esta experimentando su segun- do cambio importante. Los estudiosos de los medios de comunica- cidn y la cultura contemporancos estan cada vez mas interesados en Ios fenomenos de larga duracién de la experiencia humana que en- marcan la comunicacién moderna, y ese interés est remodelando el estudio de la historia en este campo. Esta antologia, de David Crowley y Paul Heyer, con su particular estructura, es una contri- bucion crucial —que debié hacerse mucho tiempo antes- a esa re- formulacién. Durante gran parte de su vida inicial, la historia de la comunica- ion fue la historia de la prensa, tipicamente representada como biografias de grandes editores 0 periddicos, o de otras instituciones especificas de medios de comunicacién y grandes figuras, como en crénicas de cadenas empresariales destacadas, magnates de los me- fos de difusién 0 géneros cinematograficos. Los mejores trabajos én esta linea, aunque generalmente minoritarios, tendian a situar sus explicaciones en un contexto social mas amplio, examinando, pot cjemplo, la relacién entre la prensa y las cambiantes formas de de- thoctacia, entre el cine y la experiencia sociocultural o entre los me- s de comunicacion electronicos y los patrones politicos y econ6- citcos. El primer cambio significativo en la historiografia de la Comunicacion fue hacer de estas consideraciones mas amplias sobre politica, leyes, economia y cultura elementos mucho mas regulares € intimos, entretejer sus hilos de forma mas estrecha en los tapices de lus historias particulares del periodismo y los medios de comunica~ con, . i Si el primer gran cambio consistié en ampliar al marco de refe- rencia horizontal, situar la historia de los medios de comunicacion en la perspectiva mas amplia de las instituciones sociales, el segundo gran cambio es ampliar el marco verticalmente, considerar la histo- Br mas amplia- de las instituciones de los medios de difasion sobre un telon de fondo cronologico mucho més profundo de le tetahdad de la historia humana, examinar el papel de la comunicacion en el Gesarrollo de la especie humana y sus formas de civilimmaan Es a la luz de ese tiltimo cambio que deberia considererce este li- bro. Los editores siguen la pista del trabajo pionere de ctedvaticos como Walter Ong, Elizabeth Eisenstein y Harold Adame inaie, Esos historiadores de la comunicacién comparten un gran interés por ¢l profundo contexto de civilizacién de todas las formas principales de tecnologias de la comunicacién, colaborando de ese modo a una Williard D. Rowland, Jr., es deca : 5 lecano y profesor de la Facultad de Periodismo y Co- unicacién de masas de la Universidad de Colorado, Boulder me 14. Prefacio comprensién mucho mis rica de la experiencia actual, que cambia rapidamente. Hay varios principios clave de esta escuela de historiografia de la comunicaci6n que estan bien reflejados en este libro. En primer lu- gar, esta aproximacién concibe todos los medios y tecnologias de la comunicacién contemporaneos como extensiones de las capacidades humanas de comunicacién basicas ¢ innatas. Se niega a separar las formas contempordneas de equipamiento material y los usos de los medios de difusién -camaras de television, ordenadores personales, satélites-; por el contrario, los ve como parte de un largo y complejo proceso por cl cual los seres humanos contintian desarrollando su: habilidades ¢ instintos, particularmente fuertes, para crear sistemas de interaccién simbélica y de significado. Bajo esta dptica, las mo- dernas tecnologias de los medios de comunicacién son solo las ulti- mas ~aunque altamente significativas- formas de las antiguas te nologias de comunicacién humana que incluyen el discurso, ¢! gcsto, el drama y el ritual social de todo tipo. En segundo lugar, en tanto que esas distintas «tecnologias» han ejercido una influencia distinta durante los diferentes periodos de la experiencia humana, han tenido un impacto diverso en las caracte- risticas definitorias de las capacidades de la especic. Parece que la estructura cognitiva del ser humano individual y los modclos for- males de las relaciones sociales humanas estan intimamente ligados a las formas o sistemas de comunicacién que predominan cn deter- minadas €pocas. Una cultura oral, sin escritura, imprenta 0 medios de comunicacién electré; icos, parece estar «orientada» hacia un modelo concreto de capacidad sensorial y de expresion que propicia modos de ver, oir y, de hecho, conocer que son notablemente tos cuando son mas importantes otras formas de comunicacion. A lo largo del tiempo, esas tendencias parecen orientarse a favorecer y Propiciar grandes cambios en la organizacién social, influenciando ~si no definiendo~ las @lecciones entre opciones de estructuras poli- ticas, legales, religiosas y econémicas. La totalidad de la experiencia humana, por tanto, parece depender en gran parte de la forma o formas de comunicacién vigentes durante cualquier época. En tercer lugar, si estas relaciones entre los sistemas de comuni- cacién y los amplios modelos de pensamiento y experiencia huma- nos son tan fuertes, entonces la historia de la comunicacion ¢S mu- cho més central para la historia humana de lo que la propia asig- natura académica formal de historia ha reconocido. Desde finales del siglo XIX, la historia académica ha estado con~ vencionalmente fragmentada entre los otros grandes campos de aprendizaje social y humanistico que s¢ inventaron también MAs o menos al mismo tiempo. Esto es, hemos tenido varias historias, Co- mo en historia politica, historia social, historia economica ¢ incluso historia cultural. Cada una de elas ha luchado por la supremacia como historia esencial, historia infraestructural sobre la cual S¢ ¢ fican todas las demas. Pero ahora, con el advenimiento de una Pro- Prefacio 15 funda perspectiva de la civilizacién en la historia de la comunica- ci6n, Iega otro contrincante. En su forma emergente, la historia de la comunicacién contemporanea ofrece la expectativa de que los pa- trones, sistemas y tecnologias de comunicacién no sélo son impor- tantes, sino centrales c indispensables para la historia humana, y que puede que las demas ramas formales de la historia deban rees- cribirse bajo su optica. . Reducida a estos principios, la historia de la comunicaci6n en su forma actual tiene implicaciones profundas y de largo alcance, no solo para la historia en si misma, sino también para las investiga- ciones en comunicacién y el periodismo. Como minimo ayuda a rei- terar la importancia académica de los estudios de comunicacién, re- calcando la centralidad de sus cuestiones para la comprension total del comportamicnto humano y la experiencia social. Las lecturas de este libro pueden verse, por tanto, como parte de ese proyecto mas amplio que esta demostrando la contribucién de las investigaciones Sobre comunicacién a los debates contemporaneos, cada vez mas importantes, sobre la cultura y la tecnologia en la sociedad. Hechas estas reivindicaciones, sin embargo, deberia quedar claro jue la perspectiva histérica avanzada por este libro plantca una scrie de nuevas preguntas y advertencias importantes. Por ejemplo, si se han de considerar las formas de comunicacién y la experiencia de los medios de difusién como centrales para el desa- trollo de la experiencia humana, gen qué medida son fundamenta- les? gHasta qué punto este argumento roza una forma de determi- nismo tecnolégico contra el que nos previenen fuertemente nuestros mas recientes estudios, tanto sobre investigaciones en comunicacion como sobre Ia filosofia de la tecnologia? " O, un ejemplo mas, si tenemos que adoptar un sentido cronol6- profundo de la historia de la comunicacién y trasladamos El problema a los origenes de la civilizacion humana, cuanto debe- mos retroceder? Hemos pensado por costumbre en la «evolucion» de la comunicacién como una progresién a través de una trilogia, desde la cultura oral a través de la impresa hasta la electronica. Mas sin, la investigacion antropol6gica contemporinea sugiere la pos bilidad de una capacidad kinésica fuerte y pre-oral. Bien pudiera ser que los sistemas de gestos, posturas, movimientos y signos precedan a los modelos formales de discurso y lenguaje, gPodria ser que nues- tra herencia clasica griega y la larga influencia de la retorica en la conciencia académica occidental hayan sobrevalorado la tradicin oral en la evoluci6n de la mente y la cultura? Si es asi, tendran que aiiadirse las dimensiones de una cultura pre-oral a la trilogia usual, haciendo de ella por lo menos un cuarteta, Sin embargo, los problemas metodolégicos al respecto son for- midables. Ya ha sido suficientemente dificil describir las caracteristi- cas de las culturas orales, ya que la historia es tipicamente inter- pretacion organizada alrededor de registros documentales. Los Pe riodos de la experiencia humana anteriores a los documentos e¢sct- rapidamente qi gico mas og 16 Prefacio tos u otros artefactos tangibles se pierden en una prehistoria vaga y altamente especulativa. ¢Cémo desarrollamos una sofisticada capa- cidad para interferir y conocer con alguna certeza la naturaleza de la experiencia de la comunicacion en tales neblinas orales y pre-orales? Mientras tanto, zqué hay de los periods de transicion? 10s mo- delos de trilogia o cuarteto imaginan una distincion bien clara entre una cultura o tradicién de comunicacién y otra, Mas aun, cuanto mas estudiamos el problema del cambio, mas cuenta nos damos del problema de John Donne de encontrar la linea divisoria entre el dia y la noche. Simplemente, gcuanto tiempo duré la cultura manuscrita occidental? ¢En qué medida era oral? 0, considerandolo desde otro punto de vista, gcuanto de lo que consideramos cultura impresa an- cip6 -si no determiné~ aquella cultura? Tales preguntas no son triviales en nuestra propia época cuando todavia estamos en los primeros dias de lo que creemos que es una cultura electronica. ¢Como compensar, también, el cardcter etnocéntrico occidental de nuestra interpretacién de la experiencia de la comunicacion? Sa- bemos lo suficiente sobre las lenguas y las experiencias orientales de los medios de comunicacién como Para empezar a sentirnos insegu- ros sobre una cronologia que esta dominada por los relatos curo- Pee y nomeamericanos. Al mismo tiempo, apenas hemos escarbado cn la superficie de las muchas otras grandes eivilizaciones del hemis- » cuyas historias del discurso y la escritura solamente ya afiadirian probableme: ial ri i ‘nte mucho material cl con- fuso, a esta tarea, al rico, y tal vez incluso ¢ éQué hay, también, presa se considera ti nuscrita. Pero, ¢lo del problema del progreso? Una cultura im- ipicamente preferible a una tradicién oral 0 ma- Cambio? Entemaee, (22 gcontra qué criterios? ¢Qué se pierde en el temporaneos? Osean tenemos que hacer con los cambios con- demoniacas sobre lan bruscamente entre visiones mesidnicas y gia de comunicaciennstraleza y el impacto de la moderna tecnolo- sobre qué es mejores, gComo tenemos que pensar detenidamente fe conunicacngi9" © peor en un determinado orden de capacidades fia de [a gation? De hecho, zcémo tenemos que valorar la influen- existen en él mom ang onstelacion de formas de comunicacion que No es que | sp incluso de formular la pregunta? pondan a aut 88 lecturas seleccionadas por Crowley y Heyer res- la perspectiva Preguntas o que debamos esperar que lo hagan- Pero Gon ea etiv@ due se ofrece aqui sobre la historia de la comunica- cil ensefiar ay convincente. Hara que sea considerablemente mas fa- gias de los medias, de ahora las sofisticadas historias de las tecnolo- wes (BS medios de difusion y de las comunicaciones, dandoles un también ayudea!? Mucho mas riguroso y comprensible. Deberia cién de eru dicio @ proporcionar energia a toda una nueva genera- : i6n relacionada con los estudios de comunicacién c incluso con la misma historia. PROLOGO Ya que este libro cuenta una historia, la de los cambios histéricos que han resultado del desarrollo de nuevas comunicaciones, puede ser oportuno comenzar con la historia de este libro. La idea para La Comunicacién en la Historia surgié de las expe- riencias docentes que teniamos cada uno de nosotros, Crowley en la Universidad McGill y Heyer en la Simon Fraser. Anddbamos en- vueltos en organizar cursos de historia de los medios de comunica- cién, asi como de teoria de la comunicacién. Habia abundancia de material interesante de donde extraer, viejo y nuevo -el campo de la historia de las comunicaciones se ha convertido ahora en uno de los aspectos del estudio general de la tecnologia y la sociedad investiga- dos mas a fondo. A pesar de todo, no existia ningun libro de texto adecuado que cubricse la linea de la materia tal como nosotros la veiamos. Pensamos en escribir uno. {Tarea nada facil! Pero, mas importante atin, sentiamos que hacer un libro asi podria conducir- nos sin darnos cuenta a la clase de inclinaciones conceptuales y esti- listicas que hacen que tantos textos introductorios sean excesiva- mente limitados cn su aproximacién. Ademas, habiamos estado diciéndonos cl uno al otro durante varios afios que la mejor intro- ducci6n a un tema como el de la historia de la comunicacion es una cuidadosa scleccién de lecturas que contengan una diversidad de perspectivas. En la primavera de 1989, finalmente nos dijimos: «Ha- gamoslo». El éxito de la primera edicién, y sus limitaciones, nos condujeron a esta aumentada y, esperamos, mejorada segunda ed cién. | Lo que sigue es una serie de estudios de aspectos del campo co- nocido como historia de la comunicacion, historia de las comuni- caciones o historia de los medios de comunicacién. Aunque mayori- tariamente esté dentro de la disciplina de la comunicacién, es intrin- secamente interdisciplinario. Nuestros colaboradores lo evidencian- Incluyen arquedlogos, antropélogos, socidlogos, historiadores y cri- ticos literarios, asi como investigadores de las comunicaciones como nosotros. Todos estan interesados por la naturaleza, desarrollo y Consecuencias humanas de medios o formas de comunicacon patti culares. Varios de los colaboradores hacen referencia e] uno al tra- bajo del otro o recogen la discusién de los capitulos anteriores. CO- mo resultado, creemos que se puede encontrar una considerable unidad dentro y entre las ocho partes de este libro, La introducci6n general que sigue explica el campo de la historia de las Soe un poco mas a fondo, asi como las metas de nuestro libro. Incl raed también introducciones a cada parte 0 Sec ci6n del texto con el fin de proporcionar un trasfondo a los articulos pdividusl y especialmente para explicar los conceptos y transt- ciones claves, que pensamos ayudaran a los lectores a obtener una 18 Prologo mas plena apreciacién de los mismos. Esta estrategia para organizar las lecturas debe permitir acercarse a los articulos bien tal como sc ofrecen o bien de acuerdo con su interés personal. Al final del volu- men hemos incluido una breve relacién de lecturas complementa- rias. Finalmente, deseamos mencionar a unos cuantos de las muchas personas, de la McGill y la Simon Fraser y de otras partes, que pro- porcionaron apoyo, y a menudo ayuda, para este proyecto. Nuestro agradecimiento va a Alison Beale, Jane Dickson, Lynne Hissey, Liss Jeffrey, Kathleen Galarncau, Stephen Kern, Bill Leiss, Rolly Lori- mer, Shauna McCabe, John Rowlandson, Lise Ouimet, Firooze Radjei, Richard Howe, Gertrude Robinson, Robert Graham, Phi Vitone, Ed Slopek, Terrence Devon, Graham Thompson, Bruce Ferguson, Jesse Hunter, David Mitchell, Bill Buxton, Robert Wal- ker, Bill Ewing y Jean Ogilvie. Por su ayuda, nos gustaria dar las gracias a los Archivos Nacio- nales de Canada, al Centro de Instruccién en Comunicaciones de McGill, al Programa McLuhan en Cultura y Tecnologia de la Uni- versidad de Toronto y al Grupo de Consulta de InterNet de Ottawa. Nuestro agradecimiento va también a Kathy Schurawich por su con- sejo y apoyo editorial. _ Nos gustaria dar las gracias también a los resefiantes, que ofre- cleron atentos y constructivos comentarios: Richard Armstrong, Universidad Estatal de Wichita Terry Hynes, Universidad del Estado de California, Fullerton Charles Lewis, Universidad de Mankato Lee Trachtman, Universidad de Purdue Charles Turner, Universidad de James Madison Janet Wasko, Universidad de Oregon Eric Wignall, Universidad de Valparaiso Keith Williamson, del Estado de Wichita INTRODUCCION GENERAL Hoy, mas que en cualquier época anterior, los cambios en la comu- nicacién y en sus tecnologias se producen rapidamente. Estos cam- bios se advierten en una fraccién de generacion. Incluso los lectores mas jévenes de este libro pueden recordar probablemente la vida de antes de los procesadores de textos, el disco compacto, los videos domésticos y la aplicacién general de los ordenadores a la vida coti- diana. Aquellos un poco mayores podrian acordarse de la introduc- n de la television en color y el estéreo. Anteriormente, durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando los editores de esta compilacion estaban creciendo, la propia television se con- virtié en una gran fuerza. Condujo al declive de la programacién nacional de la radio, y cambié la actividad del tiempo de ocio. Junto a las inmediatas y obvias consecuencias de estos cambios tecnoldgicos, ha habido una serie de efectos a largo plazo que afec- tan a nuestras vidas de modos a veces sutiles. Para percibir mejor es- ta situacion necesitamos una lente de angulo amplio que nos permi- ta mirar el cambio tecnolégico y los desarrollos sociales de un modo comparativo. Este libro representa una lente de este tipo: la historia de los medios de comunicacién o la historia de las comunicaciones, como solemos denominarla. Estamos convencidos de que la lectura de los siguientes ensayos proporcionara a los lectores una convincente evidencia de que el de- sarrollo de los medios de comunicacién en la historia ha sido un fac- tor importante -y demasiado a menudo infravalorado— a la hora de dar forma a las sociedades humanas y a los productos y procesos de Ia mente humana. En los ensayos se exploran caminos en los que los medios de comunicacién han tenido importantes consecuencias a la hora de mantener el orden social y también como agentes poderosos de cambio. Y, como muchos de los colaboradores sefialan, las lec- ciones del pasado no carecen de aplicabilidad en el presente. Un enfoque comin a casi todas nuestros textos seleccionados se refiere a lo que denominamos «revolucion de los medios de comuni- cacién»: la introduccién y las consecuencias sociales de una nueva forma de tecnologia de la informaci6n. Utilizamos aqui el término revoluci6n no para sugerir que los cambios de que hablamos ocu- rrieron de la noche a la mafiana, sino que fueron relativamente ra- pidos comparados con el movimiento de la historia anterior. El marco del tiempo nos Ileva desde las huellas prehistéricas de 50.000 afios de edad a la microelectrénica de hoy. Los ensayos son diversos pero estan cronolégica y conceptualmente relacionados. Iustran tanto las similitudes como las diferencias en el proceso de cambio tecnolégico y respuesta social. Los lectores descubriran también una serie de preguntas temati- cas recurrentes: Por qué llega a hacerse realidad un nuevo medio de 20 Introduccién general comunicacién, como la escritura alfabética, la imprenta o el orde- nador? {Qué impacto produce en el medio (o medios) de comunica- cién que le precedieron, por ejemplo, capacitando a los usuarios pa- ra evitar anteriores limitacioncs en la comunicacién? :Qué aspectos del nuevo medio de comunicacién influyen en otras tecnologias, particularmente cuando su coste desciende y/o la disponibi aumenta? Finalmente, gcémo han afectado estos cambios a las ins tuciones sociales y a las percepciones culturales, y hasta qué punto se refiere esta situacién al significativo y fundamental papel de la tecnologia de la comunicaci6n en la historia? La perspectiva de esta compilacién esta fuertemente inspirada en el trabajo del especialista canadiense en comunicaciones Harold Adams Innis (1894-1952). En el periodo que siguié a la Segunda Guerra Mundial, cuando el campo ~entonces nuevo- de las comuni- caciones se estaba orientando en los Estados Unidos hacia los usos y efectos de los medios de comunicacién de la época, Innis se habia propuesto independientemente la tarea de examinar los usos y Con- secuencias de los medios de comunicacién en el contexto mas am- plio de la historia humana. De su examen del auge y declive de las civilizaciones, Innis concluyé que las tecnologias de la comunicacién tenian caracteristicas intrinsecas, que él denominé sus tendencias, que influyen poderosamente en las instituciones sociales. EI énfasis de Innis en la importancia de los medios de comunicacién en Ia historia ha influido, directa o indirectamente, en muchos de nues- tros colaboradores. Su afirmacién de que los medios de comunicacién tienen un efecto permanente a través de su capacidad para organizar y reorganizar la distribucion de la informacién y formas de conocimicnto en la sociedad ha sido adoptada por nosotros como un modelo general. Si dirigimos nuestra atencién hacia estos aspectos de los medios de co- pee a modelo de Innis -modelo que sigue vigente- de dichos eatos tienen efecnn Puede hacernos mas sensibles a los modos en que Caan giestes Y consecuencias -a largo plazo y a menudo involun- Desde el pee contenido de sus mensajes. Innis escribin eho Posterior a la Segunda Guerra Mundial en que Fido considerable 4 la historia de las comunicaciones ha cre- proceden de arcmente. Ahora es honrado por colaboradores que feccionar de entre inplia gama de disciplinas. Hemos intentado se- sentativos y pence Os due sentimos que son los estudios mas FePre~ partes, ordenadee ‘antes. Las selecciones estan organizadas en ocho Pom MUestros was, ronelogicamente, que hemos desarrollado junto ducimos cada pobio’ eseritos, diseios docentes y ensefianza. Intro- casceptos ea earte con un comentario de trasfondo, indicando los expOscion gee feamte® ue surgiran y proporcionando una breve formato, exhem@st2¢a los ensayos que la siguen. Como guia a este cid historigg memes ahora una breve visién global de la periodiza- ‘Comen: que seguira nuestro texto. . wo c2AM0S con la Parte I, «Los medios de c icacion de la Givilizacion Anti «Los m omunicac ntigua», Esta parte no solo presenta un sentido de los Introduccién general 21 «origenes de las cosas», sino que refleja también el creciente interés por los medios de comunicacién por parte de los arquedlogos y el dialogo interdisciplinario que se esta produciendo ahora. Los lecto- res veran cémo las primeras fuentes de comunicacién bien pudieron haber sido cl «arte» de la Edad de Piedra, los utensilios de hueso y las pinturas de las cavernas, cuyas huellas se han interpretado como esfuerzos primarios para registrar informacion ccolégica. Mas tarde, bajo la influencia de las condiciones locales y la necesidad adminis- trativa de ampliar las comunidades, surgié la escritura en Sumeria, Babilonia y Egipto. Habia nacido la «civilizacién». Poco después, las sociedades antiguas de las Américas, el Oriente, el sur de Asia y Africa desarrollaron sus propias tecnologias y «civilizacién» simb6- licas. La escritura cra normalmente, pero no siempre, el medio de comunicacién preferido. La Parte I concluye considerando una ex- cepcién: los incas. Utilizaron el quipu (un sistema de cuerdas ant dadas) para llevar a cabo lo que otras civilizaciones hicieron util zando la escritura. La Parte Il, «La Tradicién de la alfabetizacién occidental», trata del surgimiento y la historia primitiva del alfabeto fonético. Como muestran varios de nuestros colaboradores, represent6 un gran salto en el procesamicnto de informacién y la generacién de nuevo cono- cimiento, en comparacién con lo que era posible con los anteriores sistemas de escritura. Gran parte de este avance puede encontrarse en la Grecia clasica. El alfabeto griego surgié con relativa brusque- dad de una tradicion oral a base de apropiarse y modificar, a través de aiiadir vocales, el anterior alfabeto fenicio. La experiencia griega es un excelente estudio de casos del paso desde -y el contraste tre— «lo oral y lo escrito». Cerramos la Parte II con una exploracion de la lectura, la escritura y la naturaleza de los textos de la Edad Media. Durante gran parte de este periodo la alfabetizacién parecia en declive, especialmente comparada con la situacién en la antigiie- dad grecorromana. Hubo, sin embargo, desarrollos significativos que prefiguraron ¢ hicieron posible la gran revolucién de las comu- nicaciones que comenzé en el siglo xv con la introduccion de la im- prenta de tipos méviles. Nuestro examen de «La revolucién de la imprenta» en la Parte Ill comienza previamente a Gutenberg con una consideracién sobre la fabricacion del papel (siglo 1) y la imprenta de molde (siglo V0) en China, su lugar de origen. El papel lleg6é a Europa en el siglo XU; la imprenta de molde, en el xIv. Como resultado, 1a, alfabetizacion durante la Edad Media, especialmente la vernacula, ajena a la iglesia catélica, inicié un constante aumento, aunque no espectacular. Ha- cia 1500, la imprenta de tipos méviles aceleré en gran medida esta situacion, El nuevo conocimiento exploté sobre el paisaje cultural. El Renacimiento y la Reforma tuvieron también una gran deuda con el nuevo modo de comunicacién. Las réplicas de la revolucién de la imprenta y los cambios que conllevé a los libros y al conocimiento cn general continuaron en los siglos siguientes. Cerramos con un estg grabado con la cabeza de un caballo, tanto que dicho fragmento no fue Mi uy, herramienta ni una pieza costumbrista, cabeza de caballo no puede set COMSidey..” da como decoracién. El examen 4€ la in” la La herramienta de hueso de Cro-Magnon y el croguis aumentado de un grabado. La forma de nota~ cin mas antigua conocida, pueden marcar las fases de la luna. Blanchard, Francia, hacia el 28000 ac 36 Parte 1 * Los medios de comunicacién en las civiliz gen a través del microscopio muestra que dicha cabeza habia sido renovada dos ve- ces, a base de grabar esquematicos hocicos de caballo en su parte frontal, siendo cada uno de estos hocicos grabado, tenuemente, con una herramienta distinta. La imagen estaba siendo utilizada, pero el caballo no se estaba «matando». Esta costumbre es- capé a la atenci6n porque, sin la ayuda de un microscopio, la imagen aparentaba ser tneramente una cabeza de caballo. Hay otra clase de marcas y simbolos de la Era Glacial que es completamente dife- rente de la imagen animal reconocible. Del mismo periodo de la Era Glacial que el Caballo de Vogelherd, procede un pequefio hueso moldeado que recuerda a la placa de Tata. Tiene aproximadamente el mismo tamafio que ésta y fue encontrado en un Fefugio de roca de Cro-Magnon en Blan- Shard, Francia. El andlisis microscépico dics que 12 placa, a diferencia de la de Tata, habia sido, de hecho, utilizada como dha herramienta. El extremo frontal estaba ufo por la continua presidn y el dorso se ola muy pulido en aquella parte que des- ha eaba en [a palma de la mano mientras camyrlizaba. Esta placa era un raspador a “ cuerna grabado; la foca, e| past ogni, Francia, hacia 10000 3c ral- ° ‘ones antiguas presién que se habia utilizado, aparente- mente durante un largo periodo de tiempo, para afilar la punta o filo de las herramien- tas de piedra. Se realizé probablemente Para ese propdsito y puede que s¢ Hevase de un lado a otro en un zurrén o bolsillo. EI microscopio mostré que, durante su uso, la placa habia sido grabada con 29 grupos de marcas, habiendo sido realizado cada grupo en un momento distinto, con un punz6n diferente y en un distinto estilo. La acumulacién habia formado lentamente una imagen serpentina. Era casi como Si alguien, 25.000 afios antes del desarrollo de la escritura y la aritmérica, estuviera conservando un registro de algtin proc © serie de acontecimientos y lo estuvicra estructurando de una forma tal que pudi ra «leer». Después de algunas prucha aritméticas, descubri que las espiras Y Kiros se correspondian a las cambiantes fases de la luna, cayendo todas las lunas Henas a la izquierda, todas las medias lunas en cl me- dio y todas las lunas crecientes a la dere: cha. La representacién era perfecta para una notaci6n lunar observacional. No hay pruebas, por supuesto, de que s¢ tratara de una notacién lunar, pero no cabe duda de | salmén, la serpiente y las plantas sugieren la estaciOn Primayy_ Capitulo 1 ¢ El arte y los simbolos del hombre de la Era Glacial 37 que era alguna forma de notacién. No hay ninguna evidencia de calculo aritmético en la secuencia, pero muchas gentes primitivas sin ningun conocimiento de aritmética se percatan de los periodos cambiantes de la luna, el sol y las estrellas. Si los origenes culturales del arte esta- ban fundamentados, no en los meros gara- batos ni en una expresidn estética, sino en la fabricacion de imagenes significativas que estaban dirigidas a ser realizadas y usadas en el momento idéneo y del modo idéneo, tal vez los origenes de la notacién © la conservacién de registros estuvieran también relacionados con la complejidad en vias de desarrollo- de la vida simbélica y econémica del hombre. Si las actividades econémicas y rituales del hombre prehist- rico debian ser ejecutadas en el momento preciso, entonces las imagenes, simbolos y notaciones puede que sirvieran, en su con- junto, como un medio de estructurar di- chas actividades culturales periédicas Un ejemplo de cémo se desarrollé la tradicién de acumular imagenes significati- vas proviene del final de la Era Glacial, aproximadamente del 11000 al 10000 a.C. En el siglo XIX se descubrié en el refugio francés de Montgaudier un enderezador de flechas o «bastén agujereado», como en ocasiones se denominan, que estaba deco- rado. (Un enderezador de flechas es un largo hueso con un agujero en uno de sus extremos. Se pone una lanza a través de los agujeros de dos de estos enderezadores, los cuales se utilizan entonces como asideros para doblar la flecha, a menudo sobre una hoguera.) S6lo cuando lo examiné a través del microscopio hace unos aiios, se vio claramente que sobre una de sus caras se habia grabado una foca macho y una foca hembra, un salmén macho con un anzuelo en la mandibula inferior que se desarrolla s6lo tras haber abandonado el Atlantico ¢ iniciado su marcha rio arriba para el deso- ve, una flor en plena floracién y tres plan- tas cubiertas de hojas. La foca macho reti- ne a su harén de hembras en los comienzos de la primavera, en la misma época en que los salmones Ilegan para su marcha de de- sove. En la cara opuesta del baston hay dos serpientes, que se aparean en la prima- vera. La composicién total contenia imé genes de la primavera relacionadas. Dentro de esta composicién se habia grabado un Pequeiio, tosco y esquemitico ibice 0 ma- cho cabrio montés con una «X» en la ca- beza como si hubiera sido matado simboli- “ camente en un ritual relacionado con la Megada de la primavera. Ninguno de los otros animales poseia marcas de matanza, aunque seguramente el salmén y la foca fueron cazados. Las imagenes y los simbolos, segtin esta teoria, fueron marcadores de periddicos y continuos procesos culturales, de ritos y de mitos ¢ historias repetitivos, mientras que las notaciones de todo tipo fueron aparen- temente medios de registrar el paso del tiempo en términos de acontecimientos culturalmente significantes. En el caso del raspador a presién de Blanchard, la nota- cién habia sido aparentemente utilizada para marcar los dias o las noches y las di- ferentes fases de la luna. Pero una notacién lunar se podia haber conseguido también marcando una secuencia de imagenes que ilustraran la secuencia de luna creciente, media luna, luna lena, media luna y luna creciente. Eso también habria sido una notaci6n lunar no-aritmética. En el primer periodo de la Era Glacial, imagenes como el caballo de Vogelherd y notaciones como la imagen serpentina de Blanchard se produjeron separadamente. Eran distintos sistemas de simbolos y se hicieron de forma separada, asi como noso- tros podemos tener escritura en una pagina, una imagen en otra y una columna de ni- meros atin en otra. Hacia las tiltimas etapas de la Era Glacial, sin embargo, ya se empie- zan a descubrir acumulaciones y com- Posiciones complejas en las que son combi- nados muchos sistemas diferentes y -son asimismo utilizados en conjunto: imagenes, signos, simbolos y notaciones. Los caballos 38 Parte 1 © Los medios de comunicacién en las civilizaciones antiguas ento de herramienta de cuerna, artet ocido que contiene dos tipos de més anti6t™ [cas acumulativas y dibujos natu- noracion: MMTnarcas pueden estar relacionadas ralisticos: — gestacion de un caballo, La ¢ la cueva de Pech-Merle son le esta tendencia. Pero un una indie tar habia empezado a aparecer iaos encontrados en el refugio Gonde s€ HAP os después de que yo hu- ‘AlguMO%. Yo el caballo de Vogelherd y Hatylanchard, que procedian de los comienzos del periodo de Cro-Magnon y cuya antigiiedad superaba aproximada- mente los 30.000 afios, descubri un frag mento de cuerna de reno grabada, que te nia unos 15,000 afios, procedente del refu gio de roca francés de La Marche. Habia sido una herramienta practica, un retoca- dor y raspador a presién similar al hueso de Blanchard, y su extremo frontal estaba redondeado y quebrado por el uso. Un estudio microsc6pico del trozo de cuerna mostré que una vez habia sido un tipo de herramienta distinto, quizas un endereza- dor de flechas con un agujero en uno de sus extremos, pero que la herramienta ori- ginal se habia roto durante su utilizacion y el fragmento se habia remodelado hasta conseguir su actual forma. Cuando habia sido un enderezador de flechas, el fragmento de cuerna de La Mar- che fue grabado, en una de sus s, con una acumulacién de notaciones y con la imagen de un caballo. Los restos del caballo Des- y la notacién todavia se podian ver- pties de que se convirtiera en un raspador a presion, fue grabado de nuevo con un ca~ ballo y una acumulacién de notaciones, esta vez en la ora cara, Lo que era fascinante fue que las notaciones estuvieran acumula- das en hileras horizontales y procedicran, en sentido descendente, de la punta. Cada conjunto © grupo de hileras habia sido bado con un punzén diferente. Los conju tos se hicieron generalmente con un cambio de direccién del grabado dando Ia vuelta a la cuerna para marcar cada conjunto. microscopio sugirié que las notaciones habian acumulado durante mucho tempo, tal vez durante muchos meses. Las pruebas aritméticas indicaron que el total fue de siete meses y medio lunares. El caballo, que se halla situado debajo de las notaciones, es una yegua prefiada que habia sido usada y reusada en NUme. rosas ocasiones. Posee tres orejas, TES Ojos y dos lomos, todo ello realizado con dife- rentes punzones, lo que sugiere U¢ haby sido renovada periédicamente, Probable an se Capitulo 1 ¢ El arte y los simbolos del hombre de la Era Glacial 39 mente durante el periodo de acumulacién notacional y uso de la herramienta. Habia también conjuntos de dardos grabados alrededor del caballo, cada uno de ellos realizado con un punz6n distinto, sugi- riendo que habia sido simbélica o ritual- mente matado numerosas veces El hombre que utilizé este trozo de cuerna como herramienta practica proba blemente se lo qued6 para si para afilar sus punzones de piedra y quizas lo lev6 consi- go en un zurrén, Durante este periodo, marcé también la superficie libre disponi- ble del objeto, usando dos sistemas de sim- bolos separados pero culturalmente rela- cionados. Conceptualmente, si tomaramos el caballo de Vogelherd y la notacién de Blanchard y los combinéramos, obten- driamos un caballo utilizado repetidam te y una notacién periddicamente acumu- lada que se pareciesen a la cuerna de La Marche. Esta combinacion de sistemas de simbolos separados, a medida que se desa- rrollaba la Era Glacial, fue uno de los grandes logros intelectuales del hombre, Los sistemas separados de simbolos y los diferentes tipos de imagenes, cada uno de os cuales tenia un significado especializa- do y cada uno de los cuales se utilizaba de un modo distinto, podian ser combinados © asociados. Nosotros hacemos esto cuan- do utilizamos palabras y mimeros en una tabla y luego proporcionamos una imagen o grafica a la que hagan referencia las pa- labras y los ntimeros: esto son tres sistemas separados de simbolos en un solo contex- to. El hombre de la Era Glacial estaba, aparentemente, haciendo lo mismo. Una prueba de las notaciones grabadas sobre la cuerna sugirié que podian ser no- aritméticas, notaciones lunares observacio- nales. El periodo de embarazo de una ye- gua es de 11 meses. Si las notaciones esta ban relacionadas con la duracién de dicho embarazo, no podemos decirlo; pero lo N.delaT 4 «pre-hombres», como podria pensarse equivocadamente que si sabemos es que, para el grabador, la acumulacién de notaciones y la renovacién y «matanza» de la imagen del caballo es- taban de alguna forma relacionadas. EI concepto de simbolos, imagenes y notaciones que sirvieron_ funcionalmente como mareadores para los procesos cultu- rales y reconocimientos periddicos y conti- nuos es nuevo en el campo de la arqueolo- gia prehistorica. Si se trata de un concepto valide, puede que hayamos encontrado uno de los hilos conductores intelectuales y culturales que desemboca finalmente en la verdadera escritura y en la historia. Pero estos sistemas de simbolos e imagenes de la Era Glacial no eran escritura ni aritmétic: no tenemos historia. No podemos descifrar stos sistemas de la Era Glacial de una forma precisa y concreta, y por ello no podemos averiguar las fechas, los nombres, los mitos 0 los rituales a los que hacen re- ferencia. A pesar de esto, podemos consta- tar que la inteligencia implicada en el desa- rrollo y uso de estas imagenes y simbolos con fines culturales es la misma que la que poseemos hoy en dia. Tal vez se puede suponer que las ima- genes de animales, los enderazadores de flechas, los retocadores de herramientas y las notaciones asociadas con ellos fueron fabricados y utilizados por hombres.” No podemos aventurar semejante suposicién por lo que respecta a las imagenes femeni- nas de la Era Glacial. Son dos los tipos de imagen femenina que proceden de los prin- cipios del periodo en Francia. Las mas co- nocidas son las figurillas de «Venus», a menudo magnificas, como la famosa Ve- nus de Lespugue, tallada en marfil de ma- mut. Estas figurillas de Venus tienen cade- ras y pechos exagerados, pies diminutos, rodillas encorvadas y no tienen cara. Im4- genes similares que datan de la Era Glacial se han encontrado en Italia, Austria, Che~ coslovaquia y Ucrania. Se han descubierto Aqui el término «hombres» debe entenderse en su oposicién a «mujeres», y no en su oposici6n 40 Parte I * Los medios de comunicacion en las eivilizaciones antiguas ge tallada en marfil de mamut, «Venu hacia el 25000 a.C, franci®s Lespugue, genes de mujeres desnudas de un estilo ima" ferente en los yacimientos de la Era alge Cy existentes en Siberia. Estas image: lac \estran a menudo el pulimento del nes M*jongado Yo a veces, los restos de a 80 oi "oo que indica que a menudo fue. ron pintadas simbolicamente. 5¢ las ha denominado imagenes de la fertilidad, pero su verdadero significado y uso ne ha sido descubierto, Un segundo tipo de imagen femenina de Principios del periodo es la imagen tllada de una vulva. encuentran Actualmente se formas de vulva de este tipo en los grabados en roca existentes desde Africa y Australia tran hasta Sudamérica. En Francia se neue talladas en grandes bloques de pied caliza en_un habitéculo de Ja Era Glacial. Un ang lisis meticuloso ha mostrado ques Come las imagenes de animales, estas imagenes feme- ninas fueron hechas para ser utilizadas. A menudo aparecen sobremareadas 60" pes y hendiduras como si hubieran sido usadas en algiin ritual, A finales de la Era Glacial, las figurillas de Venus y las imagenes de vulvas desapa recieron esencialmente, pero la tradicion de hacer imagenes femeninas sobre picdras en el habitéculo continué, En esta ultima eta- pa del periodo, no es la forma de vulva, sino trazos_ femeninos esquematicos, sin abeza ni pies y con exageradas Nala», las que se han acumulado sobre bloques de piedra de caliza y de pizarra en ¢! babi culo. Al igual que las anteriores tallas de vulvas, estas imagenes femeninas ¢Tn rt petidamente marcadas y sobremarcadas y a veces sobregrabadas, gFueron sts Acu- mulaciones de imagenes femeninas realiza- das por mujeres? Estaban i con los procesos y fases de las muieres? No lo sabemos. Pero estos estudios 6stin co- menzando a proporcionarnos nuevas clases de datos y a hacer que tales cuestones sean posibles. Cualquicra que fuera SY signifi. cado, tenemos evidencia, una vez 4S, de un uso ritual de la imagen y el simbolo en, la Era Glacial que pudo haber aytdado preparar el camino para el desarrollo de Ja verdadera conservacién de registtos Puede que el pasado prehistorice sea si. lencioso, pero las imagenes silencios® aun, que solo sea por tanteo, estan empeZindo 4 hablar. relacionadas EL MAS ANTIGUO PRECURSOR DE LA ESCRITURA Denise Schmandt-Besserat Denise Schmandt-Besserat ¢s una arqueéloga que trabaja en la Universidad de Texas, en Austin. Sus trabajos sobre los primeros sistemas simbélicos, que conducen al origen de la escritura, ejercen actualmente una gran influencia en estudiosos de una amplia gama de disciplinas. ; Este capitulo trata de las fichas recuperadas en los yacimientos arqueolégicos del anti- guo Oriente Medio.’ La primera parte sinte- tiza las evidencias de hecho de las que se puede disponer respe segunda parte trata lo que puede ser extra~ polado de estos hechos para la reconstruc- cidn de lo que las fichas representaban y de su significado. La interpretacién se centra, n particular, en la manera en que fueron fabricados los objetos, su funcién como método de caleulo, el modo de computar que ilustran y, finalmente, el rol sociopolit co que juegan en las comunidades pre y ‘protoalfabetizadas. En. la conclusion _se propondra que las fichas condujeron al fi nal a la escritura, como consecuencia de cambios econdmicos, sociales y conceptua- les interrelacionados. , La evidencia de hecho sobre las fichas cto a estos objetos. La incluye su aspecto fisico, su distribucién geografica, su mimero y el lugar concreto en el que se encontraron en determinados yacimientos mencionados. La recopilacién de estos datos implicaba la visita a todas las colecciones de fichas posibles en los mas importantes museos de Norte Amér ca, Europa y el Oriente Medio, donde han sido almacenadas desde la excavacién, contando el ntimero de especimenes, ha- ciendo un croquis de su forma y marcas finales, midiendo su tamaiio y:tomando nota de todas las caracteristicas particula- res. Enel mejor de los casos, las fichas identificadas por un campo o un ntimero del museo pudieron ser localizadas hasta la correspondiente entrada en los trabajos de campo, catélogo de la excavacién o infor- me del yacimiento, con el fin de identificar el nivel y lugar exacto en el que se encon- traron en la excavacién. LA EVIDENCIA FisICA Las fichas son pequefios artefactos mo- delados en formas estandares, bien geomeé- tricas, bien naturalisticas. Las formas son las siguientes: esferas, discos, conos, te- aedros, biconoides, ovoides, cilindros, tridngulos, paraboloides, rectingulos, cu- bos, romboides ¢ hiperboloides (Figura 1). Otras son representaciones en miniatura de Figura 1 Fichas de Seh Gabi, Inn. Cortesta del Royal Ontario Museum, Toronto, 42 Parte 1 Los medios de comunicacién en las civilizaciones antiguas herramientas, recipientes, muebles, frutas, animales y partes de éstos. Las fichas pue- den ser clasificadas segiin tipos y subtipos Los tipos se refieren a las formas descritas anteriormente, mientras que los subtipos hacen referencia a las variaciones intencio- nales de tamafo dentro de los tipos o a la afadidura de marcas. Las esferas, los co- how y los tetraedros, por ejemplo, se pre gearan sobre todo en dos tamaiios. Las esferas aparecen asimismo como fracciones, tales como semiesferas y tres cuartos de esfera. Las marcas consisten en fncisiones de lineas, muescas, perforaciones, apendices rascados o bolitas de encaje de aplicacion, que se aplican claramente sobre Ie superficie de las fichas pero sin ninguna preocupaci6n particular por la composicién eee stctica. Las Kineas y los puntos se pre ortan sobre una sola cara de los discos, seMingulos, paraboloides y otras fichas pla- cero cubren la superficie entera de esfe- 72s Pepides, conos y otras formas globula- Ta existencia de la préctica de aplicar res. a Cobre las fichas est demostrada en marca’ *Siones mas antiguas del VII mile- las Coes Tras fichas con marcas siguen sien- nio aC “comunes, sin embargo, durante do PoGuracién del sistema, excepto entre toda yy y el 3100 a.C, en que se convierten oe pjetos de amplio uso en lugares concre- 7 Oe Uruk y Tello en Mesopotamia; con Chogha Mish en Iran, y Habuba ‘ra y Tell Kannas en Siria,’ Estas colec- Ye fichas caracterizadas por una” es Gon de marcas han sido denomi- + proliferae™ as compleias». Algunas de estas nadas UN INSTRUMENTO DE CONTROL Segtin Claude Lévi-Strauss, la eseritura fue acién del hombre Ise inventada para la explot El contexto en el cu por el hombr encuentran las fichas sugiere que éstas fue- ron, ademas, un medio de poder en manos de unos pocos. El hecho de que las fichas mas antiguas tengan lugar en el Creciente Fértil hacia el $000 a.C. (esto es, en fa re- gidn y en la época en que surgio la agricul- tura) deja pocas dudas de que la necesidad jacionada de conservar registros estuviese Fe con ciertos aspectos de la adaptacién hu- mana a la produccién de alimento. Esto se hace particularmente evidente en el yaci- miento de Mureybet, donde aparccen fi chas en el nivel III, coineidiendo con el primer cultivo de cereales indicado por un salto cuantitativo en la cosecha de polen de cereales. Por otro lado, no habia presencia de fichas en los niveles anteriores, Murey- bet I y I, cuando los ocupantes de los asentamientos se apoyaban en una econo- mia basada en la caza y recoleccion. Resulta_ poco probable, sin embargo, que el mero hecho de cosechar cultives y guardar rebafios causara la necesidad de conservar registros. Segiin las lineas etno- graficas marcadas, los productos acumula dos en almacenes comunitarios, como pro- bablemente fuera el caso de las primeras comunidades agricolas, son redistribuidos entre los miembros de la comunidad sin la implicacién de ningiin registro." Ademas, las sociedades pastoriles no cuentan sus rebajios. Conocen a cada animal por su ticas particulares."” El comercio, que estaba basado en el trueque, proba- blemente tampoco se apoyaba en la conta- bilidad. G transacciones realiza- das cara a cara que, como sefiald Goody, no necesitarfan ninguna conservacion de registros."” Deberia considerarse, por lo tanto, que el papel primario de las fichas pudiese haber sido algo mas que una ayu- da para la memoria. Capitulo 2 La informacién de que se dispone acer- ca de la conservacion de registros en el an- tiguo Oriente Medio, y en particular, acer- ca de los objetos de céleulo mas cercanos al sistema de fichas en la forma o en el tiempo, tales como el envoltorio de Nuzi o las tablillas de Uruk, sugiere que fueron: utilizados como un medio de control. Se gun la inscripcién que sobre él fue graba- da, el envoltorio de Nuzi era un documen- to legal que contenia la relacién de los animales confiados a un pastor.’ Por lo que sabemos, las tablillas pictogrificas de Uruk conservaban registros precisos de las entradas y salidas de bienes en los graneros del templo. Los sellos de los diversos ad- ministradores de propiedades demuestran que la funci6n de las tablillas pictogeaficas era controlar el movimiento de bienes en el templo." Fs probable que las fichas complejas del 3200 a.C. tuviesen la misma funcion qui las tablillas que las sustituyeron hacia el 3100 a.C, Tanto las unas como las otras conservaban registros de listas de biene utilizando simbolos relacionados; en Uruk, tanto las tablillas como las fichas se descu brieron en la misma area del recinto del templo; los sellos que cubrian los envolto- tios y las tablillas eran idénticos. Resulta, por tanto, probable que, al igual que las tablillas pictogriticas, las fichas complejas sirvieran a la administracién del templo para controlar las cantidades de bienes entregadas al mismo y su redistribucion. La nocion de que las fichas tuvieron una connotacién de poder queda apoyada por el hecho de que fueron depositadas en las sepulturas de individuos prestigiosos en Tepe Gawra. Esto sugiere que, junto con los sellos y las cabezas de mazas, las fichas sirvieron como. simbolos de estatus para los administradores que las utilizaban en la vida cotidiana. ‘Trasladandonos a un tiempo mas lejano en la prehistoria, las fichas incluidas en las sepulturas de criaturas de Tepe Gawra y Telles-Sawwan pueden sugerit que, en es- El mas antiguo precursor de la escritura 49 tas comunidades, la autoridad asociada al manejo de-fichas era una funcién heredita- ria. Por tiltimo, el hecho de que, en Hajji Firuz, las fichas fueran descubiertas en un edificio no residencial indica que, incluso en esta temprana fecha, no constituian me- ros articulos domésticos, sino que eran manejadas en un lugar concreto, proba blemente por un individuo concreto. Sobre la base de estas inferencias, pare- ce aceptable suponer que el desarrollo del sistema de fichas refleja el desarrollo de la autoridad. La aparicién de las fichas marca probablemente Ia transicién de sistemas politicos simples de base doméstica a la organizacion a nivel de aldea. Sirvieron como instrumento burocratico pata con- trolar la produccién de bienes y su recopi- laci6n en beneficio de la comunidad. Era el primer paso hacia la complejidad adminis- trativa del sefiorio y el estado. Las fichas y la escritura son considera das en este texto como dos formas’ de in- crementar el desarrollo de la conservacion de registros en el antiguo Oriente Medio. La creciente complejidad del recurso fue debida a Ia interrelacién de cambios eco- némicos, sociales y conceptuales. Las fi- chas simples metamente evaban un con trol de las materias primas; las fichas complejas servian para hacer inventarios de los bienes manufacturados, y la escritu- ra satisfizo las necesidades de una econo- mia centrada en el templo. Los tres pasos de la evolu istema pueden correla- cionarse también con las etapas de la of ganizacion de las aldeas, ciudades y el es tado. Finalmente, las fichas fueron idéneas Para un método arcaico de registro, deno- minado calculo concreto, mientras que | escritura se bas6 en el calculo abstracto. Lea UVB Vol. SL, Vorlitufiger Bericht iiber die von der Deutschen Forschungsgemeinschaft in Uruk-Warka ternommenen Ausgrabungen, Abhandlungen 50 Parte 1 * Los medios de comunicacién der Preitssichen Akademie der Wissenschaf- ten, Phil.-hist. Klasse, Berlin. UVB Vol. XXI & XXV. Vorlaufiger Bericht iiber die von dem Deuts- chen. Archiologischen Institut und der Deutschen Orientgesellschaft aus Mitteln der Deutschen Forschungsgemeinschaft un- ternommenen Austragrabungen in Uru Warka, Berlin. 1. Denise Schmand-Besserat, «The Earliest Precursor of Writing», Scientific American, vol. 283, n.” 6, 1978, pp. 50-59. 2, Denise Schmand-Besserat, «The Emergence of Recording», American Anthropologist, vol. 84, 0. 4, 1982, p. 872. 3, Denise Schmand-Besserat, «An Archaic Recording System in Uruk-Jemdet Nasr P riod», American Journal of Archaeology, vol. 83, 0." 1, 1979, pp. 19-48. Denise Schmand-Besserat y Liane Jacob- 4 Rost, «Tokens from the Sanctuary of Eanna A Uruk, Forsebungen und Berichte, (prix ima aparicion). 5, W_A. Amett, The Predynastic Origin of Egyptian Hieroglyphs, Was pp. 23-24 g. Denise Schmand-Besserat, op. cit. 1979, pp. 41-49. 7, Jack Goody, The Domestication of the ‘Savage Mind, Cambridge University Press, 197. ington, 198: 9. 10. 12 13 16, 17, las civilizaciones antiguas Denise Schmand-Besserat, «Before Numer als», Visible Language, vol. 18, n." 1, 1984, pp. 48-60. Igor M. Diakonoff, Numerals in Sumerian Towards a History of Mathematical Speculations», Journal of the American Oriental Soctety, vol. 103, n° 1, 1983, p. 88. Igor M. Diakonoff, shed. Joran Friberg, «Numbers and Measures in the Earliest Written Records», Scientific American, vol. 250, n." 2, 1984, p. WA. Joran Friberg, ibid., p. 1 Georges Charbonnier, Claude Levi-Strauss, Les Lettres Hes, vol. 10, 1961, p. 33. Kent V. Flannery, «The Origins of the Vil lage as a Settlement Type in Mesoamerica and the Near East: A Comparative Study», en Peter J. Ucko, Ruth Tringham y G. W. Dimbleby, eds., Man, Settlement and Ur- banism, Cambridge, Mass, 1972, P- 31- E, E. Evans-Pritchard, The Nuer, Oxford University Press, Londres, 1969, P- 20. Jack Goody, op. cit., 1977, p. 15. Tuvi Abusch, «Notes on a Pair of Matching, Texts: A Shepherd's Bulla and an Owner's Receipt», en Martha A, Morrison y David 1 Owen, eds., Studies in the Civilization and Culture of Nuzi and the Hurniansy Bisen- brauns, Winona Lake, Indiana, 19815 pp. 1-9 ica Fiandra, «The Connection between Clay Sealings and Tablets in Administration», South Asian Archaeology, 1979, PP: 29-43 Some Reflections on Entretiens avec _ 3 Harold Innis LOS MEDIOS DE COMUNICACION EN LOS IMPERIOS ANTIGUOS Harold Innis (1894-1952) fue un experto canadiense de renombre mundial. Se formé en economia en la Univesidad de Chicago y hacia el final de su vida ploré ampliamente el campo de la historia de la comunicacién. Dos de sus libros sobre esta materia se han convertido ya en clasicos para los estudiosos de las comunicaciones: Empire and Communications y The Bias of Communication. DE LA PIEDRA AL PAPIRO Las profundas perturbaciones que tuvieron lugar en la civilizacion egipcia a coi cuencia del cambio producido de la mo- narquia absoluta a una organizacién mas democratica coincidieron con un cambio en el énfasis que se habia puesto sobre la piedra como medio de comunicacién 0 como base de prestigio, como se muestra en las piramides, hacia un énfasis sobre el papiro.' Las hojas de papiro datan de la primera dinastia y las hojas grabadas da- tan de la quinta dinastia (2680-2540 a.C 6 2750-2625 a.C.). La tecnologia del papiro En contraste con la piedra, el papiro como medio de escritura era extremadamente ligero. Estaba hecho de una planta (Cype- rus papyrus) que se hallaba restringida en su habitat al delta del Nilo, y se fabricaba como material de escritura cerca de las riberas donde se encontraba. Los tallos verdes frescos de la planta se cortaban en longitudes apropiadas y se arrancaba la corteza verde. Luego se cortaban en tiras nchas y se colocaban, paralelas unas con otras y traslapandose ligeramente, sobre tela absorbente. Se ponia una capa similar sobre ellas y al través, y se cubria el con- junto con otra tela. Esto se martilleaba con un mazo durante unas dos horas y las hojas se soldaban formando una tinica masa, que finalmente era prensada y seca- da. Las hojas eran pegadas unas con otras para hacer rollos, en algunos casos de gran longitud. Como mercancia ligera podia transportarse a través de amplias areas. Para escribir se utilizaban pinceles he- chos de una especie de junco (Funcus mari- timus). Las longitudes oscilaban de 6 a 16 pulgadas y los dimetros, de 1/16 a 1/10 de pulgada. Los juncos se cortaban obli- cuamente en uno de sus extremos y se gol- peaban para separar las fibras.' La paleta del escriba tenia dos hoyos para tinta ne- gra y roja, asi como un pote con agua. Es- cribia en caracteres hieraticos de derecha a izquierda, disponiendo el texto en colum- nas verticales o lineas horizontales de igual tamafio, que formaban las paginas. El res- to del papiro lo guardaba enrollado en su mano izquierda.' El pensamiento gané agilidad La escritura sobre piedra se caracterizaba por la rectitud o circularidad de Ia linea, 52 Parte 1 © Los medios de comunicacién en las civilizaciones antiguas, jeroglifica sobre un fragmento de -ripcion iy ee 1hiza, Egipto, 3° dinastia, 2686-2613 pied yal Ontario Miser. ac. forma y una posi- rectane que la escritura cin verte formas cursivas sobre es a la escritura répida. «Cuando adaprrerificos ran cincelados sobre los Jos 1eroBl Ge de piedra se formaban con monumenitjo y eran de carscter decorati- sumo cule se escribieron sobre madera o So. Candee ficarON Yt forma se vol, pape, eondeada: EL estilo cursive o Fi MAS TS escribia atin mas deprisa, omi. 2 Apreviando y iuntando... dejaron O.ge dibsios ¥ S© Convirtieron en la rectan r del pesado medio de co- Pie la piedra» el pensamiento ad. «Todas las circunstanciag interés, observacion, refle. eremento notable de la escn fino acompatiado de la secu. ° a escritura, el Pensamienty y La revolucién social ¢ ron. in in tre el f Nuevo Reino estuvo marcada a acl! el de elocuencia, ag; Ja aery et x ente » asi como viel? % corte iento de la literatura rely a or UM espa 4. La secular. porn ae arte por p° 54 i La organizacion de los escribas La escritura habia estado restringida fines gubernamentales, fiscales, Magicos isos. Con el incremento de la uti acion del papiro y la simplificacin de la escritura jeroglifica en los caracteres hierdticos -como respuesta a las deman das de un estilo mas rapido y cursive y al crecimiento de la escritura y la lectura- Ja administraci6n se yolyio mas cficaz. Los escribas y oficiales eneargados de la recaudacién y administracion de los in- gresos, rentas y tributos de los campest nos se convirticron en miembros de_un servicio civil organizado y preparaban informes inteligibles para sus colegas y para un dios terrenal: su maestro supre- mo Después del 2000 a.C. la administra- su servicio aun cién central emples a cuerpo de escribas, y la capacidad de leer y alon hacia escribir se valoraba como un es la prosperidad y el rango social. Los eser' bas se convirtieron en una clase restringida y la escritura, en una profesién privilegia- da. «Fl escriba viene a sentarse entre los miembros de las asambleas... no hay eseri- ba que no coma los viveres de la casa del rey.» «Pon la escritura en tu corazon, que puedes protegerte del trabajo duro de cualquier clase y ser un magistrado de alta reputacién. El escriba esta eximido de las tareas manuales.»" «Pero el escriba dil el trabajo de todos los hombres. Para él no existen impuestos, puesto que él paga t buto al escribir, y no existen obligaciones para él.»” LOS EFECTOS DE LA ESCRITURA Y LA IGUALDAD Nuevas religiones La difusién de la escritura tras la revoly cién democratica vino acompafiada por Ia amente dedicada a la poli aparicion de nuevas religiones en el culto a la inmortalidad de Horus y Osiris. La veneracion a Ra se habia vuelto excesiva- ica, y los indivi- Jo final y a de las ncontraron_ un. signifi una realizacién de la vida 1 vicisitudes del juez arbitro politico."” Osi- ris, el dios del Nilo, se convirtié en el Ser Bueno muerto para la salvacién de los hombres, en el rey ancestral y modelo pa- ra su hijo Horus. Como dios agricola, se habia cnfrentado con la muerte y la habia conquistado, Su esposa Isis, la maga, con- fecciond codigos de ley y goberné cuando Osiris estaba conquistando el mundo. Per- suadio al dios del Sol, Ra, para que des- ase su nombre, y en tanto que el cono- cimiento del nombre de una persona’ daba a quien lo poseia poder magico so- bre la propia persona, ella adquirié poder sobre Ra y otros dioses. En la decimose gunda dinastia, Osiris se convirtio en el alma de Ra, el gran nombre oculto que residia en él. Con Ra, compartio la premacia en la religién y reflej6 la doble influencia del Nilo y el Sol. La noche y el dia se unieron como complementarios Osiris, el ayer y la muerte; Ra, el mafiana y la vida. Los ritos funerarios inventados por Isis fueron aplicados por primera vez a Osiris. Otorgadores de inmortalidad, han sido descritos por Moret como «la mas preciada revelacién que cualquier hecho jamas al mun- duos vel dios egipcio habia do». La magia y la escritura Osiris tuvo a Thoth a su servicio como visir, escriba sagrado y administrador. Como inventor del discurso y la escritura, «Seftor de la voz creati maestro de las palabras y los libros»,"" se convirtio en el inventor de las escrituras magicas. Osiris paso a ser el centro de una literatura po- pular y sacerdotal escrita para instruir al pucblo en los derechos y obligaciones di- capitulo 3 Los medios de comunicacién e' los imperios antiguos 53 vinos. Las palabras fueron imbuidas de poder. Los nombres de los dioses eran parte de la esencia del ser, y la influencia del escriba se reflej6 en las deidades. En tanto que la religién y la magia eran sa- gradas por igual, se hicieron independien- tes. El sacerdote usaba oraciones y ofren- das a los dioses, mientras que el mago las burlaba por la fuerza o la supercheria. La veneraci6n familiar sobrevivio en el culto a Osiris, y debido a un interés practico, el pueblo utilizé la magia. Dado que conocer el nombre de un ser era poseer el medio de dominarlo; pronunciar el nombre era formar la imagen espiritual mediante la voz, y escribirlo, especialmente con jero- glificos, era dibujar una imagen material. En la miiltiple actividad de la palabra creativa, la magia impregné la metafisica. I politeismo persistié, y los nombres se encontraban entre las manifestaciones spirituales de los dioses. La literatura magica y los cuentos populares preserva ron las tradiciones de los grandes dioses del universo. La redistribucion del poder El rey gan terreno a partir de la revolu- cién como encarnacién de los dioses e- yes: Falcon; Horus-Seth; Ra; Ra-Harakhtis Osiris; Horus, hijo de Isis, y Amon-Ra, que goberné Egipto. La devocion del rey creé una gran oleada de fe entre el pueblo. El ritual le permitia nombrar un apodera- do que actuase como profeta. El poder fue delegado a sacerdotes profesionales, que Primero se encarnaban a si mismos en el rey y celebraban las ceremonias en todos los templos todos los dias. La veneracion de Ra y de los dioses celestiales qued® reducida a los sacerdotes y los templos- Los sacerdotes de Atum condensaron la revelacién en los rituales de la divina ado~ racién, y un culto suplié las necesidades Fi imagenes vivas en estatuas en el tem plo. 54 Parte I * Los medios de comunicaci6n LOS EFECTOS DEL CAMBIO La invasion El cambio de la dependencia en la piedra a la dependencia en el papiro, asi como los cambios sufridos en las instituciones politi- cas y religiosas impusieron una cnorme tension sobre la civilizacién egipcia. Egipto sucumbié répidamente a la invasién de gentes equipadas con nuevos instrumentos Ge ataque. Invasores con la espada y el arco y armas de gran alcance atravesaron Ia defensa egipcia, que dependia del hacha de guerra y Ia daga. Con el uso de armas de bronce y, posiblemente, de hierro, ca ballos y catros, los pueblos semitas sirios, bajo el mando de los reyes «hyksos» 0 pastores*, capturaron y ocuparon Egipto desde el 1660 hasta el 1580 a.C, Resistencia cultural Los elementos culturales egipcios resistieron te usurpaciones ajenas y facilitaron la reor- ‘wacion y el lanzamiento de un contra a game. Los conquistadores adoptaron la aeadara jeroglifica, asi como las costum- tres egipcias, pero la complejidad de éstas hizo posible que los egipcios resistieran y Pepulbaran a los invasores. Adquirieron

‘Subsidiarias Uso del Quipu, Reimpreso con el permiso de la University of Michigan Press. sidiarias a estas subsidiarias forman un tercer nivel, y asi sucesivamente. Los qui pus estan hechos de cuerdas y espacios entre cllas. Las cuerdas pueden moverse facilmente hasta el tltimo paso de su unién, en que se fijan en la posicién co- rrespondiente. Por consiguiente, los espa- cios mayores © menores entre cuerdas constituyen una parte intencional de la construccién en su totalidad. La importancia de estas propiedades radica en el hecho de que las cuerdas pue- den estar asociadas con diferentes signifi- cados dependiendo de su direccién verti- cal, de su nivel, de sus posiciones relativas a lo largo de la cuerda principal y, si son subsidiarias, de sus posiciones relativas dentro del mismo nivel. Y, exactamente del mismo modo en que uno tiene la sos- pecha de haberse perdido el comienzo de una pelicula cuando entra en accién en lugar de entrar con créditos,los lectores de quipu pueden dudar de que un ejem- plar esté completo si la cuerda principal no tiene tanto un extremp con gazas como uno con nudos y puede suponer que las cuerdas en suspensi6n estén incompletas si carecen de extremos anudados que ter- minen en punta. ‘Ademis de tener una colocacién parti cular, cada cuerda posee un color. Este es fundamental para el sistema simbélico del quipu. El cédigo cromatico, esto es, la uti lizacién de colores, para tepresentar otra cosa que no sea a si mismos, es una idea familar. Pero los sistemas de colores son utilizados de diferentes formas. Los colores rojo y verde utilizados en las sefiales de trafico tienen un significado universal en la cultura occidental. Se com- prende de forma general que el rojo es pa- rada y el verde es marcha. Es mas: esta comprensién comin esta incorporada en las regulaciones de trafico de los gobiernos occidentales. El sistema de color es simple y especifico, y ciertamente ningin conduc- tor © conductora es libre de asignar sus propios significados a estos colores. En cualquier otra parte dentro de la cultura occidental se utilizan varios siste- mas de color més elaborados; por ejemplo, en el campo de la electronica. El sistema de color para las resistencias, al que se ha ad- herido la International Electrotechnical Commission, ha sido adoptado como prac- tica esténdar en muchos paises. Las resis” tencias son omnipresentes en el equip? eléctrico porque la cantidad de corriente 62 Parte 1 * Los medios de comunicaci eléctrica en distintas partes del circuito puede ser regulada por su colocacién. E este sistema internacional, aparecen cuatro bandas de color en cada resistencia. Cada uno de los doce colores est asociado a un valor numérico especifico y cada una de las bandas se asocia a un significado particu lar. Las dos primeras bandas se len como digitos (por ejemplo, violeta = 7 y blan- co=9, de modo que /violeta/blanco/ = 79); Ia siguiente banda indica el nimero de ve~ ces a multiplicar por 10 (por ejemplo, ro- jo = 2, de modo que /violeta/blanco/rojo 79 x 10 x 10), y la tiltima describe la preci- sion (por ejemplo, plateado = 10 por cien- to, de modo que /violeta/blanco/rojo/pla- teado = 7.900 ohmios mas 0 menos el 10 por ciento). Mediante la combinacién de significados para los colores con significa- dos para las posiciones, la informacion que puede representarse ha sido incrementada en gran medida, Desde luego, el uso de signos con letras para los mensajes de trafico y de palabras impresas sobre las resistencias serfa menos eficaz que los colores. En el caso de los mensajes de trafico, la visibilidad desde una cierta distancia y la provocacién de una respuesta rapida constituyen los criterios importantes. Colocar y leer letras lo sufi- cientemente pequefias como para caber so- bre una resistencia cuando estos componen- res s€ entremezclan con otros en espacios apretados resultaria dificil. Lo importante es dirigir los dedos al componente correct, con un cédigo cromatico esto puede ha- cerse mas facilmente. Estos sistemas son tan tiles como inflexibles. Un grupo (no los usuarios individuales) define el sistema y, or lo tanto, establece sus limites. Consideremos otra forma de represen- tacion, el uso de letras en las formulas cast dt En estas formulas, la letra Ves la abre- yiatura utilizada para representar el volu- v-80, ver, v Pp? nen las civilizaciones antiguas men, el voltaje o la velocidad, porque las formulas proceden de tres contextos distin tos dentro de la fisica. Sus contextos cons: matica de gases, electricidad tituyen una t y movimiento respectivamente. Lo que la V representa o lo que cada formula signifi- ca depende, por supuesto, de un conoci- miento del contexto. Nosotros somos li- bres, sin embargo, de cambiar la nomen- clatura, En la primera formula, que repre- senta la Ley de Boyle, en lugar de V, T, P, R, podriamos utilizar, digamos, a = vo- lumen, b = temperatura, ¢ = presion y d=constante universal de los gases. Pero, no debido al comportamiento de los gases, somos libres de cambiar la relacion entre 4, b, c,d por, digamos, vote b De modo que, también, un cromatico aumenta en complejidad am dida que aumenta el ntimero de contextos que describe y a medida que se van involu- crando afirmaciones de relaciér En el contexto de los sistemas cromatt- cos del trafico y las resistencias, existe 1a respuesta a la pregunta «2Qué significa el rojo?» Pero la V no tiene un significado fijo en la fisica ni el rojo esté asociado a ningun bogavante especifico de Maine. Sin embargo, en su contexto local, ya sea una tematica de gases 0 un determinado puet- to, y en’ asociacién con otras letras 0 colo- res, el significado es lo suficientemente cla- ro. El cédigo de colores del quipu, al igual que estos tiltimos sistemas, es rico y flexi- ble y del tipo para el cual no existe una sola respuesta a tales preguntas. Bisica mente, el elaborador de quipus disenaba cada uno de éstos utilizando un cédigo de color para relacionar algunas cucrdas entre si y distinguirlas de otras. Fl nimero de colores de un determinado quipu depende del ntimero de distinciones que se este haciendo. El disefio de los colores en su conjunto muestra las relaciones que se ¢s tan representando. El codigo de color de sistema e Capitulo 4 Ci las cuerdas que estén unidas unas a otras de forma apretada y que es probable que queden entrelazadas, comparte con el sis- tema de color de las resistencias la funcién de unificar lo visual con lo tactil. También, recordemos que las cuerdas de los quipus pueden estar a diferentes niveles, tener di- ferentes direcciones y poseer posiciones relativas. Otra caracteristica compartida con el cédigo de color de las resistencias es que los significados para el color y los sig- nificados para las posiciones son utilizados en combinacién unos con otros. El elaborador de quipus disponia de hilos tenidos de diferentes colores. Se creaban otros colores de cuerdas adicionales hilando los hilos de colores unos con otros. Dos co- lores lisos entretejidos uno con otro produ- cen un efecto de cafia de azticar cande; dos de éstos entretejidos en direccién contraria producen un efecto jaspeado, y los dos colo- res lisos pueden unirse de forma que parte de la cuerda sea de un color y el resto, de otro. Y los colores de las cuerdas asi creados pue- den entonces entretejerse unos con otros creando nuevos colores de cuerdas. Pense- mos, pues, en la cantidad de colores de cuer- dystintos que pueden resultar con sélo tres colores de hilos, digamos rojo, amarillo. y azul, y las tres operaciones de entretejido en ayas multicolores, en jaspeado y uniendo unos con otros: el rojo solo, el amarillo solo, el azul solo; a rayas rojas y amarillas, a rayas rojas y azules, a rayas amarillas y azules; jaspeado en rojo y amarillo, jaspeado en rojo y azul, jaspeado en amarillo y azul; rojo so- bre amarillo, amarillo sobre rojo, rojo sobre azul, azul sobre rojo, amarillo sobre azul y azul sobre amarillo. Realizando una selec cidn entre estos quince y utilizando las mis- mas operaciones sobre ellos, existen muchos mas. Fn algunos casos, el elaborador de qui- pus extendia la sutileza del eédigo de colo- res haciendo que una combinacién de dos colores en una sola cuerda mantuviera el Sizniticado de ambos colores en lugar de idoptar un. significado propio. En estos L ilizaci6n sin escritura: Los incas y el quipu 63 casos, una cuerda hecha de hilos de un solo color tenia una pequefia porcién ra- yada 0 moteada con un segundo color. Asi, el color de la cuerda en su conjunto poseia un solo significado mientras que el color insertado tenia otro. Para la mayoria, las cuerdas tenfan nu- dos hechos a lo largo de las mismas y los nudos representaban ntimeros. Pero tene- mos la certeza de que antes de hacer los nudos en las cuerdas, se preparaba todo el quipu en blanco. La planificacién y cons- truccién del quipu en su totalidad se hacia en primer lugar, incluyendo los tipos de conexiones de cuerdas, la colocacién relati- va de las mismas, la seleccién de sus colores ¢ incluso los remates decorativos de cada una de ellas. En unos cuantos casos, se en- contraron quipus en grupos, mezclados con otras cuerdas. Algunos de estos grupos de quipus contienen quipus en diferentes fases de preparacién desde manojos de cuerdas de quipu en blanco preparadas, hasta qui- pus en blanco completamente construidos, hasta quipus completamente construidos con algunas o todas las cuerdas anudadas. Las cuerdas con nudos hechos tinicamente se encuentran sueltas cuando estan eviden- temente rotas. h Qué habilidades particulares necesita paid vou , ce elaborador de eracia inca? sEn au ae foe en la buro- claboradores de quipus d ee €s lo que tenia que saber un elsbornde de Sie Toate er un elaborador de i ‘Buntas interesantes, y ten- dran respuesta. El ca ee : z - El camino a a menudo parecera ser una “nfrmacn co ie de Pot ae muchas lagunas- o una @ como cuando. los introduce informacion de bera cultura. Mformacion de otra cultura. Al final, habiéndose contestado todas las pre- guntas, surgird una imagen del elaborador de quipus ensombrecida avin de un modo demasiado oscuro, _ Su material -tiras coloreadas de algo~ don y en ocasiones de lana— nos daran al- las respuestas fina linea de 64 Parte 1 * Los medios de comunicaci6n en fas eivilizaciones antguay guna nocién de las habilidades que reque- ria el claborador de quipus. Estas se hace manifiestas cuando contrastamos su mat rial con los de sus hom6logos en otras ci- vilizaciones. Se han utilizado muchas sustancias dis- tintas como sistemas de registro: entre otras, la piedra, la piel de animales, la ar- cilla, la seda, asi como diversas partes de Jas plantas, tales como trozos de madera, corteza, hojas y pulpa.'El material utiliza- do para un medio de comunicacién en una civilizacién a menudo procede de una sus- tancia que es comin y abundante en su entorno? (El uso simultineo de varios me- dios de comunicacién cn una misma region es un desarrollo reciente, Incluso si se utili- Saban dos, uno de ellos tendia a dominar 41 otro y gradualmente lo sustituia), Cada fiase de material requiere un conjunto de habilidades distintas. Para establecer una comparacion con el algodén y la lana del Glaborador de quipus, escogemos detallar fa arcilla del escriba sumerio y el papiro del la nservador de registros egipcio, El escriba sumerio vivia en la parte del gur de lo que hoy a dia se denomina Irak, Spee, digames, el 2700 y el 1700 aC. Sproximadamente, La arcila que utilizaba rocedia de las riberas de los rios. La ama- ‘ba hasta convertirla en una tablilla cuyo semmaiio variaba desde un sello de correos fijera una almohada. (Para fines especiales, ‘daba a la arcilla forma de marbete. se a barril) Jalando un trozo de hehe pris ecilla, trazaba lineas sobre la tabl. BOF parame, 72 estaba preparado para 7 sto lo hacia e resist eas fal tamaie aon estilo, un 7020 On 0 lapiz al que se dabe race oe un pedis extremos de modo que seainen uno Jer nes parecidas a una cape tse we esi “ ma cufia en la imP iia blanda y himeda. Si vivig hacia | asci era parte del intervalo de tiempo. de primers Paligé as impresigg PO. Fail 700 arriba a abajo. Posteri ee menting de izquierda a dere ha mente re cha por toda a z eal. Después de terminar uno de los la ee —— lados, daba la vuelta a La tabhila poniendg el borde interior en la posiion superior, y registro cn cl nuevo lado, ‘Tenia que trabajar con rapides: la arcilla se secaba y endurecia nipidamente; cuando urria, ya no era posible borrar, alae abios. Si se quedaba ablillay 0 si &sta se comen. continuaba el eso dir © realizar otros ean corto de espacio en Lat seeaba antes de haber termunado, zaba una segunda. Cuando ter registrar, la tablilla 0 tablillas se secaban al solo se cocian en un horne, fijando per. manentemente las impresione in Egipto, aproximadam: tiempo, el escriba utilizaba cl papiro. Su procedencia era el interior del tallo de un alto junco que crecia en las depresiones pantanosas. Se cortaban los tillos frescos, se sacaban las cortezas nteriores blandos se extendian y golpeaban hasta que se les daba forma de hojas. La goma natural de la médula era el adhesive. Una hoja de papiro media aproximadamente seis pulgadas de ancho y nueve de alto. Bra blanca 0 estaba ligeramente coloreada, la superficie era suave y brillante y flexible, Las hojas sceas podian unirse con un adhe- sivo preparado; veinte de esas hojas, por ejemplo, hacian una superficie de seis ples de largo. El escriba egipcio utilizaba pincel y tinta. Para hacer un pinech cortaba un junco de aproximadamente un pic de lon- gitud; después, cortaba en Angulo uno de los extremos y lo contundia para separar las fibras. Sus tintas eran en realidad pe~ quefias pastillas parecidas @ las modernas acuarelas y se utilizaban en gran parte det mismo modo. Las pastillas negras se ha. cian con hollin raspado de las vasijas utili. zadas para cocinar; las pastillas rojas, del ocre. Moviéndose de derecha a izquicrda, elescriba egipcio grabé su reBistro sobre e] papiro a base de pincel. Un contraste obvio entre ¢l elaborador de quipus y sus homélog0s SUmerios y egipcios es que el primero 1° Utilizaba nin, giin instrumento para realiza¥ SUS registros, El elaborador de quipus COMPONIA lo que pte al mismo y los Capitulo 4 © Civiliza queria registrar moviendo los dedos en el espacio como cuando, por ejemplo, retor- cia un hilo en una direccién siempre cam- biante en el proceso de hacer un nudo. To- do esto no era preparatorio para realizar un registro; era parte del propio proceso de registro. El estilo y el pincel eran sosteni- dos en la mano, su uso tenia que ser aprendido y.cl aprendizaje implicaba un sentido del tacto-Pero la forma de registro del claborador de quipus -construccién directa- requeria sensibilidad tactil hasta un grado mucho mayor. De hecho, la esté- tica global del quipu esta relacionada con lo tactil: la manera de registrar y el registro mismo son decididamente ritmicos; la pri- mera, en la actividad; el segundo, en el efecto. Nosotros rara vez nos damos cuen- ta del potencial de nuestro sentido del tac- to, y por lo general no somos conscientes de su asociacién con el ritmo. Con todo, cualquiera que esté familiarizado con la actividad de las caricias verd inmediata- mente la conexi6n entre el tacto y el ritmo. De hecho, la sensibilidad téctil comienza en el entorno ritmico de latidos del nifio que se halla adn en el seno de su madre aiicho antes del desarrollo de los demas sentidos. Je contraste es el color: el gumerio no utilizaba ninguno; los egipcios, Jos (el negro y el Foi0) ¥ los elaboradores de quipus utilizaban cientos. Los tres nece- Staban una vista aguda; por su parte, el slaborador de quipus tenia que reconocer y Feecrdar las diferencias de color y usarlas de forma provechosa. Su vocabulario de colores era amplio; no consistia simple- mente en el rojo, el verde, el blanco, etc-. 0 en diversos rojos, verdes y blancos. Sirviéndose de este vocabulario de colores, su tarea era la de elegir, combinar y dispo- ner los colores en modelos variados para expresar las relaciones existentes en lo que fuese que estuviera registrando. Cuando uno se coloca ante un quipu, no resulta ficil comprender inmediatamente, si es que llega a comprender, el complejo uso de los Otro punto in sin escritura: Los incas y el q 65 colores. El claborador de quipus, asi como los pobladores del mundo andino que constituian una parte de su experiencia cotidiana, entendia la complicada utiliza- cién de los colores porque estaban acos- tumbrados a ella en los tejidos que veian, de la misma forma que nosotros entende. mos la musica polifénica porque la oimos lo suficientemente a menudo. Esta referen. cia a la metéfora musical procede de un historiador del arte; otros en nuestra cultu- ra se han vuelto asimismo hacia la compo- sicién musical para traducir su entendi- miento de la composicién cromatica andina. En la base de sus metéforas musi_ cales se hallan el disenio y Ia estructura formales que pueden ser también traduci- dos al lenguaje matemiatico. El tercer contraste es tal vez el més im- portante. Tanto el sumerio como el eeipern realizaron sus registros sobre screen planas. En este sentido, el papiro tenia cier tas ventajas con respecto a la areilla, Por ejemplo, se podian afadir o quivar hoi cambiando de este modo las dimeneoe imensiones de la superficie; | + las de la i j lla eran fijas un: uperficie de arci- mado la tablilla. menos continuo, bien ar, de devecha a izquierda a derecha. cambio, el Esto €s composicién lintal “En pus no eon Rest del elaborador de qu lineal: La no-{i 7 consecuencia del mag linealidad es una riba 0 abajo, bien + © bien de izquierda borador de quipus iba Cuerdas con otras, el ¢s- los cr i ido Por los puntos en uales se sujetaban | ‘dae, El esta- blecimiento. d, jas cuerdas. Ué sey le estos puntos no tenia por qué seguir ninguna secuencia prefijada de izquierda a derecha o de derecha a izquier- 4 66 Parte Ie Los medios de comunicacion da. Las * Posici da. La osiciones relarivas de las cuerdas #5 cstablecen por sus puntos de union, y ¢s ta posicidn relativa, junto con los colores y los mudos, lo que dota al registro de sin ficado. Asi pues, es { pues, esencialmente, el elabora- dor de quipus tenia i que tener la habilidad de concebir y ejecutar un regist dimensiones con color. miso en ness El elaborador de qu 7 de quipus encaja en algin lugar dentro de la buroci 7 racia que se desa- rrollé en el estado inca: | 6 5 ‘ ja cuestidn es dén- de. En teoria, su posicis 1 I» Posicién era privilegiada. Por Jo que se rfiere alos hechos del caso, ja buena pruel is ; prueba que existe apoya lo que uno esperaria de la teoria. ara jamang) con la construccién ma- Jos ejércit siva, los eigreitos permanentes y todos los demas atributos del estado, existe siempre una burocracia para administrar sus asun- tos. ¥ la, adminitacion burocritica, en _ palabras de Max Weber, «..significa fun- Famentalmente el ¢jercicio del control so- bre la base del conocimiento». Este tltimo bre macena en los registros. Fstos, junto 5 la gente que ejerce «funciones oficia- (Sor, forma Ia oficina» que maneja los guntos de estado. La burocracia aounros de, stad conserva acpjstros de todo aquello que puede ser las civilizaciones antiguas registrado, pero especialmente de cosas que con cuantificables: ef nuimero de personas que viven en un determinade lugar, el Buto que se recaudd en un pueblo. el dia en que el rio se deshordd. La burocracia cree en suv racionalidad; sus registros dan Senuridad a quienes ostentan cl poder, ntos mas registros existan, y cuanta mas experiencia tenga la burocracia con {llos, mayor sera el poder para el estado, Los registros de una burocracia son pecu- Tigres para si misma, y los burderatas Ite chan con todas sus fuerzas para que ¢so siga siendo asi. En el estado inca, el elaborador de qui- pus realizaba los registros para Ia burocrs- cia. Fl podia saber, por ejemplo, cudintos de los hombres de un grupo de villas eran ap- tos para el servicio militar, cudntos podian trabajar en las minas y otros muchos datos de interés, Trabajaba con informacién pri vilegiada, de modo que era privile Suponemos que era mas importante que Un hombre de la calle, pero sin embargo no era tan importante como los hombr te importantes que poseian la la comunidad en la que él vivia, © los incas que vigilaban a todos ellos. es realmen- autoridad en

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