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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS, CONTABLES Y FINANCIERAS

ESCUELA DE ECONOMÍA Y FINANZAS

“”

Docente:

Máximo Aurelio, Bendezú Rivera

Estudiantes:

1. Mejía la Cruz, Lady

2. Ocaña Flores, Julissa

3. Romero Calero, Luis

4. Tengan Bustamante, Hiro

5. Ybaceta Flores, Anthony

Huacho-Perú
Dedicatoria:

Este presente trabajo ante todo lo dedico a Dios,

seguido de mis padres y profesores que son quienes me

apoyan y me guían hacia el camino del éxito.

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CONTENIDO

.................................................................................................................................................... 2
CONTENIDO ............................................................................................................................ 3
RESUMEN................................................................................................................................. 4
CAPÍTULO I: JOHN MAYNARD KEYNES Y EL NACIMIENTO DE UN
PENSAMIENTO NEO-LIBERAL ................................................................................................. 6
I. INTRODUCCIÓN: ....................................................................................................... 6

II. ¿QUÉ ES NECESARIO ENTENDER POR LIBERALISMO ECONÓMICO? ......... 7

2.1. La justificación del liberalismo económico propuesta por Adam Smith Adam ... 8

2.1.1. Del mal (según el moralista) surge el bien (según el economista) .................... 8

2.1.2. Detrás de la metáfora de la mano invisible: la competencia ............................. 9

2.1.3. En Síntesis: ........................................................................................................ 9

III. LA IDEA REVOLUCIONARIA................................................................................ 10

IV. EL SISTEMA ECONÓMICO DE KEYNESIANO ................................................... 11

CAPÍTULO II: LA CRÍTICA DE KEYNES AL LIBERALISMO......................................... 18


I. EL EQUILIBRIO CONTINUO EN LOS MERCADOS, EL RECHAZO DEL

SEGUNDO POSTULADO DE LA ECONOMÍA CLÁSICA Y EL DERRUMBE DE LA LEY

DE SAY .................................................................................................................................... 18

1.1. ¿Cuáles fueron las críticas de Keynes a los clásicos? ......................................... 18

1.2. ¿De dónde proviene el segundo postulado de la economía clásica? ................... 19

CONCLUSIONES ................................................................................................................... 20
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................... 23
ANEXOS ................................................................................................................................. 25

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RESUMEN

Atravesamos una profunda crisis económica, que, como era inevitable, se está convirtiendo en

una profunda crisis social y política que está afectando a la legitimidad del sistema vigente. En

esta tesitura de predominio de las ideas neoliberales y crisis moral, queremos volver la vista atrás

y considerar la aportación de John Maynard Keynes, porque fue el quien sentó las bases de la teoría

macro-económica y fundamentó la propuesta neoliberal, tanto en política como en economía y

porque destacó la dimensión macro de la actividad económica.

El desarrollo de las teorías económicas de Lord John Maynard Keynes, no sólo constituye un

tema de por sí apasionante, sino que de amplio interés para las actuales generaciones, inmersas en

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un mundo en el que predomina la economía neoliberal, de manera de poder enterarse de una forma

directa, completa y sobre todo, muy didáctica, del planteamiento económico tal vez, más

controversial que se haya aplicado en el mundo durante el siglo XX.

En la primera parte del artículo recordaré lo que me parece constituye las características

destacadas del liberalismo económico en general. En la segunda parte evocaré la justificación que

Adam Smith ha dado de dichas características, y que hoy por hoy me parece siempre estimulante.

En la tercera parte, emprenderé un trabajo de deshomogenización del liberalismo económico y

mostraré cómo distintas formas de éste se encuentran encadenadas históricamente, en particular,

en reacción a las grandes crisis económicas. Es necesario precisar que no analizo el vínculo entre

liberalismo económico y liberalismo político, aunque están intrínsecamente ligados. En adelante,

cuando utilice el término de liberalismo, será necesario entenderlo como una abreviatura de la

expresión completa “liberalismo económico”.

Palabras clave: neoliberalismo, pensamiento económico, liberalismo económico, macro-

economía, deshomogenización.

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CAPÍTULO I: JOHN MAYNARD KEYNES Y EL NACIMIENTO DE UN

PENSAMIENTO MACROECONÓMICO

I. INTRODUCCIÓN:

Durante la Gran Depresión de los años treinta, la teoría económica del momento no pudo

explicar las causas del grave derrumbe económico mundial ni tampoco brindar una solución

adecuada de políticas públicas para reactivar la producción y el empleo. El economista británico

John Maynard Keynes encabezó una revolución del pensamiento económico que descalificó la

idea entonces vigente de que el libre mercado automáticamente generaría pleno empleo, es decir,

que toda persona que buscara trabajo lo obtendría en tanto y en cuanto los trabajadores

flexibilizaran sus demandas salariales (recuadro). El principal postulado de la teoría de Keynes es

que la demanda agregada —la sumatoria del gasto de los hogares, las empresas y el gobierno— es

el motor más importante de una economía. Keynes sostenía asimismo que el libre mercado carece

de mecanismos de auto-equilibrio que lleven al pleno empleo. Los economistas keynesianos

justifican la intervención del Estado mediante políticas públicas orientadas a lograr el pleno

empleo y la estabilidad de precios.

La Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero (1936), del economista inglés John

Maynard Keynes, supuso un ataque frontal a la clásica Ley de Say, aceptada mayoritariamente por

sus antecesores estudiosos de la economía, que consideraban que la reversión de las crisis de los

ciclos económicos, en un mercado libre totalmente flexible, era automática porque los

subsiguientes ajustes en las tasas del interés y en los salarios eran suficientes para lograr el

equilibrio del ahorro e inversión y la plena ocupación. Sus tesis económicas, se basan en el análisis

del previsible comportamiento de los individuos que actúan conforme a pautas, cuyas expresiones

cuantificables se asimilan a variables matemáticas, con valores adecuados a las circunstancias de

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cada momento, pero que se adaptan a situaciones futuras a tenor de las previsiones, simulando

funciones (líneas curvas) específicamente asentadas, cuya posición e inclinación (línea tangencial

en el punto de la curva) se corresponden a las circunstancias del momento observado, pero que son

desplazables (arriba, abajo, derecha, izquierda) sí cambian las previsiones futuras, ofreciendo así

una perspectiva de análisis dinámico, al comparar entre estados, inicial (ex– ante) y final (ex–

post).

II. ¿QUÉ ES NECESARIO ENTENDER POR LIBERALISMO ECONÓMICO?

El liberalismo económico afirma que la economía de mercado constituye la mejor manera de

garantizar el crecimiento económico y de mejorar el nivel de vida de la población de una sociedad

dada. Cuando se habla de mejorar el nivel de vida, se refiere a todos los estratos sociales y en

particular los más desamparados. Este punto merece destacarse dada la opinión ampliamente

aceptada según la cual el liberalismo es una ideología al servicio de la clase social menos

favorecida. Lo contrario es, en general, verdadero: los partidarios del liberalismo adoptan esta

posición porque piensan que este sistema ofrece las condiciones para mejorar la suerte de las clases

desfavorecidas de la sociedad. Así, yo hablé de economía de mercado, pero podría también hablar

de economía capitalista. Una economía de mercado no capitalista, es decir, una economía de

mercado compuesta de productores independientes o empresas autogestionadas, es un concepto

que nunca se ha personificado históricamente. En los hechos, sólo hay economías de mercado que

eran también economías capitalistas. Los dos términos serán pues utilizados indistintamente. Se

trata de un sistema basado en la propiedad privada y en el cual las decisiones de producción se

hacen por la iniciativa descentralizada de los agentes económicos, principalmente por las

empresas, con el objetivo de obtener beneficios, bajo la señal del sistema de precios y en un

contexto de competencia. La obtención del beneficio recompensa el hecho de que la iniciativa

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privada anticipó correctamente las necesidades sociales, tal y como se manifiestan en una demanda

en los mercados.

2.1. La justificación del liberalismo económico propuesta por Adam Smith Adam

Smith sigue siendo hasta el día de hoy una referencia inevitable a la hora de tratar de fundar la

defensa del liberalismo económico. Dos líneas de argumentación ligadas entre sí están presentes

en sus escritos. La primera se encuentra en la Teoría de los sentimientos morales mientras que la

segunda se halla en La riqueza de las naciones. Las examino sucesivamente.

2.1.1. Del mal (según el moralista) surge el bien (según el economista)

Uno de los placeres de leer la Teoría de los sentimientos morales es que Smith, para hacer pasar

sus puntos de vistas, utiliza a menudo parábolas, soberbiamente dichas por añadidura. La que nos

interesa es la parábola del joven pobre ambicioso.

Personalmente, encuentro la argumentación de Smith interesante porque anticipa una crítica

hecha hoy al capitalismo, poniendo en duda el carácter moral de la búsqueda del beneficio. Smith

la desactiva, pero no abogando por el sentido de responsabilidad social de los capitalistas ya que,

según él, el resorte último de la búsqueda del beneficio es el egoísmo y la vanidad. En otras

palabras, lejos de Smith está la voluntad de darle un estatuto moral a la búsqueda del beneficio. Su

defensa del sistema de libertad proviene de otro orden de ideas. Smith se pregunta ¿deseamos

nosotros un aumento de nivel de vida de la población, en particular de los más pobres? En caso

afirmativo, la vía es crear, dice Smith, un entorno económico en el cuál se deje en libertad la

búsqueda de los intereses individuales.

Por muy interesante que sea, el razonamiento de Smith no es, en esta etapa del análisis, más

que una afirmación perentoria. Para que pueda provocar la adhesión, su validez debe ser

demostrada, tarea difícil que será esbozada por Smith en La riqueza de las naciones y que no está

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terminada en la actualidad ¿y podrá esa tarea ser terminada algún día? A pesar de ello, este

razonamiento encuentra un obstáculo enorme; suponiendo que sea correcto, es difícil de “vender”

porque está mal visto subrayar el lado positivo de los defectos de la personalidad que los moralistas

nos invitan a sobrepasar.

2.1.2. Detrás de la metáfora de la mano invisible: la competencia

El defensor de la economía liberal debe explicar por qué un sistema, cuyas características

podría creerse que llevan a la anarquía, sería viable y eficaz. La respuesta en esencia no es

sorprendente. La anarquía es sólo aparente ya que existe un sistema de reglas, similares a las

leyes de la física newtoniana ―de ahí el nombre de leyes naturales― que restringirían el

comportamiento de los agentes. Este principio director es el de competencia, la rivalidad entre

los agentes, la cual es la encargada de traer la economía hacia un estado de equilibrio. La defensa

de Smith toma, por lo tanto, la forma de una teoría del valor, es decir, una teoría del equilibrio

del sistema. El concepto de precio de equilibrio juega el papel de pivote (Smith emplea el

término de precio natural).

2.1.3. En Síntesis:

El gran mérito de Adam Smith es haber expresado tales puntos de vistas en el momento en el

cual el capitalismo a penas se ponía en marcha. Él nunca se refiere a este término, utiliza más

bien la expresión “sistema de libertad natural”. Fatalmente, su discurso solo podía ser general y

alusivo; tampoco fue plenamente coherente. Así pues, mientras que el contenido central del

enfoque liberal se apoya en la afirmación que la clase capitalista es el agente activo del

desarrollo económico, se encuentra también en La riqueza de las naciones algunos párrafos que

van en sentido contrario.1 Finalmente, queda claro que numerosas objeciones pueden ir dirigidas

a la tesis de Smith: podemos estar en desacuerdo con la concepción smithiana de la naturaleza

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humana, se puede impugnar el efecto de cascada alegado por Smith, podemos estar en

desacuerdo con su tratamiento del problema de la desigualdad, solo por mencionar algunos de

los puntos más controvertidos.

III. LA IDEA REVOLUCIONARIA

Keynes argumentaba que una demanda general inadecuada podría dar lugar a largos períodos

de alto desempleo. El producto de bienes y servicios de una economía es la suma de cuatro

componentes: consumo, inversión, compras del gobierno y exportaciones netas. Cualquier

aumento de la demanda tiene que provenir de uno de esos cuatro componentes. Pero durante una

recesión, suelen intervenir fuerzas poderosas que deprimen la demanda al caer el gasto. Por

ejemplo, al caer la economía la incertidumbre a menudo erosiona la confianza de los consumidores,

que reducen entonces sus gastos, especialmente en compras discrecionales como una casa o un

automóvil. Esa reducción del gasto de consumo puede llevar a las empresas a invertir menos, como

respuesta a una menor demanda de sus productos. Así, la tarea de hacer crecer el producto recae

en el Estado. Según la teoría keynesiana, la intervención estatal es necesaria para moderar los

auges y caídas de la actividad económica, es decir, el ciclo económico. Hay tres elementos

fundamentales en la descripción keynesiana del funcionamiento de la economía:

 En la demanda agregada influyen muchas decisiones económicas, tanto públicas como

privadas. Las decisiones del sector privado pueden a veces generar resultados

macroeconómicos adversos, tales como la reducción del gasto de consumo durante una

recesión. Esas fallas del mercado a veces exigen que el gobierno aplique políticas

activas, tales como un paquete de estímulo fiscal. Por lo tanto, el keynesianismo apoya

una economía mixta guiada principalmente por el sector privado pero operada en parte

por el Estado.

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 Los precios, y especialmente los salarios, responden lentamente a las variaciones de la

oferta y la demanda, algo que genera situaciones periódicas de escasez y excedentes,

sobre todo de mano de obra.

 Las variaciones de la demanda agregada, ya sea previstas o no, tienen su mayor

impacto a corto plazo en el producto real y en el empleo, no en los precios.

Los keynesianos creen que, como los precios son un tanto rígidos, las fluctuaciones de cualquier

componente del gasto —consumo, inversión o gasto público— hacen variar el producto. Si el gasto

público aumenta, por ejemplo, y todos los demás componentes se mantienen constantes, el

producto aumentará. Los modelos keynesianos de actividad económica también incluyen un efecto

multiplicador; es decir, el producto varía en algún múltiplo del aumento o disminución del gasto

que causó la variación. Si el multiplicador fiscal es mayor de uno, un dólar de aumento del gasto

público se traduciría en un aumento del producto superior a un dólar.

IV. EL SISTEMA ECONÓMICO DE KEYNESIANO

La crisis económica de la posguerra y, sobre todo, la «Gran Depresión» de 1929, que desde

Estados Unidos se propagó por todo el mundo desarrollado, supuso una dura prueba para la

supervivencia del capitalismo liberal. Las revueltas sociales, las huelgas y el desencanto por el

sistema económico se generalizaron dando pábulo a la difusión de las tesis marxistas. El sistema

capitalista, que buscaba una salida para superar la crisis, encontró su tabla de salvación en La teoría

general de la ocupación, el interés y el dinero (1936) de Keynes que consiguió no sólo apuntalarlo,

sino revitalizarlo. La intervención estatal para dirigir la política económica, que, en realidad, nunca

había dejado de existir dentro de un marco cada vez más liberal y acorde con los postulados del

laissez faire, se había ido intensificado tanteando soluciones que remediaran las dramáticas

consecuencias del paro creciente. La acción política, eco de las necesidades sociales, casi siempre

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precede a las construcciones teóricas. La Teoría general de Keynes llegaba en el momento más

adecuado para dar el espaldarazo de nobleza al intervencionismo del estado en la economía,

elevándolo a un alto rango desde la vileza en que había sido sumido desde los tiempos de Smith y

sin necesidad de romper con el liberalismo económico. Principalmente, Keynes ofrecía un modelo

que servía de guía para orientarse y salir del tenebroso abismo de las grandes depresiones

económicas por el que se iba a tientas: los remedios proporcionados por la teoría neoclásica

agravaban más los problemas, antes que solucionarlos.

Casi todos los instrumentos analíticos usados por Keynes habían sido expuestos con

anterioridad. Su genialidad consistió en construir, en el momento oportuno, un sólido conjunto

entrelazando hábilmente todos esos elementos.

Uno de los pilares del modelo keynesiano, simple por lo demás, es el multiplicador del empleo

de Kahn (de 1931), sobre cuyos efectos ya había escrito Keynes en Medios para la prosperidad

(1933).

El principio del multiplicador consiste en que un nuevo gasto del Gobierno (no un gasto

sustitutivo) que promueva empleo adicional genera más empleo multiplicativamente, induciéndolo

por la cadena de gastos que los nuevos salarios originan. Los gastos y el empleo no pueden crecer

ilimitadamente debido a las filtraciones que se desvían, en cada eslabón de la cadena de gastos,

hacia el ahorro, el aumento de precios, los beneficios, las importaciones, la recaudación fiscal, etc.

Keynes estimó el multiplicador entre 1,5 y 2, de suerte que un nuevo gasto del gobierno que diera

empleo directo a 2 hombres podría inducir empleo indirecto, al menos, para otro hombre más, así

el aumento total del empleo sería 3= 1,5x2 (Lekachman, 1966, pp. 81 y 82).

La peculiaridad de promover el empleo por este procedimiento tiene adicionalmente sus

ventajas, ya que gran parte de su financiación se recuperaría a través del ahorro en los subsidios

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de paro y la mayor recaudación fiscal sobre el incremento de las rentas. Obviamente, la promoción

del empleo mediante los gastos públicos moviliza los recursos ociosos y logra un mayor nivel de

utilidad social (ibídem, p. 83).

Los otros pilares de su construcción teórica fueron las siguientes consideraciones:

 Los salarios nominales son rígidos a la baja. Por consiguiente, a corto plazo: W = Wo

En esta expresión W es la variable que denota el nivel macroeconómico del salario

nominal y Wo una cantidad concreta. No obstante, esta hipótesis sólo es fundamental

para Keynes en el corto plazo, y de hecho, al analizar en profundidad la cuestión de los

salarios a largo plazo, la suprimió

 El consumo es una función estable de la renta real (Y). Generalmente, toda la renta

no suele ser consumida: una parte se ahorra. Así, a corto plazo, la renta, que se identifica

con la oferta, o producción, global, se gasta según una determinada propensión al

consumo (cuya relación de funcionalidad se designa por χ). Es decir, si C representa el

consumo: C = χ(Y).

 La inversión (I) depende de las expectativas de los empresarios a través de la eficiencia

marginal del capital (e). O sea, la inversión es una función de e: I = i (e).

 La demanda de dinero (M), o preferencia por la liquidez, depende de la renta monetaria

(y = PY) y del tipo de interés (i). Siendo Y la renta real y P el índice general de precios,

el producto PY es el valor monetario de la renta real. Por tanto: M = µ (PY, i).

Keynes parte de una situación económica con desempleo, pero no supone que ello

necesariamente implique un desequilibrio económico. Para él, a nivel macroeconómico, era

totalmente posible la igualación de la oferta global con la demanda global, o sea, estar en situación

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de equilibrio, sin que se alcanzara el pleno empleo de los factores: cualquier nivel de empleo podría

ser compatible con el equilibrio (Keynes, 1936, p. 36).

Podemos interpretar que para Keynes si existía desempleo la causa era, a corto plazo, la

insuficiencia de la demanda global (consumo más inversión). O sea, las previsiones de consumo e

inversión no retiraban toda la producción proyectada. Sin embargo, al final del período las

mercancías sin vender constituyen un incremento de existencias, partida perteneciente a la rúbrica

de la inversión. Se trata de una inversión no deseada, pero a efectos contables este hecho es

irrelevante; el resultado ex post es que contablemente el ahorro y la inversión son iguales; sin

embargo, hay paro y, aparentemente, el sistema económico está en equilibrio.

En la explicación de su sistema económico, Keynes distinguió dos partes: la real y la monetaria.

 La parte real sirve para determinar el volumen de la ocupación. En ella se trata lo

siguiente: Keynes supuso, a corto plazo, dados la técnica, los recursos y el costo de los

factores (por consiguiente, el salario es fijo: W = Wo (Keynes, 1936, p. 35).

 Definió la oferta global [o renta, Y] como “la producción resultante del empleo de N

hombres”, por lo tanto, Y = Φ(N) (ibídem, p. 33). La demanda global [D] es el importe

de lo que "los empresarios esperan recibir con el empleo de N hombres": D = f(N)

(ibídem, p. 33). Ambas funciones, O y D, se ilustran en la Figura didáctica del sistema

keynesiano de la página siguiente.

Los empresarios maximizan sus ganancias cuando la oferta global y la demanda global son

iguales, porque si para un determinado empleo N, “el importe que se espera recibir [...] D, es

mayor que el valor de la oferta global [Y...] los empresarios tendrán un estímulo para aumentar

la ocupación por encima de N [...]. Así, el volumen de ocupación está determinado por la

intersección de la función de la demanda global y la función de la oferta global, porque es en este

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punto donde las expectativas de ganancia del empresario alcanzan el máximo” (ibídem, p. 33). Es

decir, Y = D, igualdad que representa la condición del equilibrio.

“Cuando aumenta la ocupación también aumenta el ingreso global de la comunidad; la

psicología de ésta es tal, que cuando el ingreso real aumenta, el consumo total crece, pero no

tanto como el ingreso” (ibídem, p. 35). "El consumo dependerá del nivel del ingreso global y, por

tanto, del nivel de ocupación N” (ibídem, p. 36). O sea, C = χ(N). Además, el ahorro es el exceso

del ingreso sobre los gastos de consumo (ibídem, pp. 62 y 75); o sea: S = Y – C: Esta función del

ahorro está representada en la Figura.

“Para justificar cualquier cantidad dada de ocupación, debe existir cierto volumen de

inversión que baste para absorber el excedente de la producción total sobre lo que la comunidad

decide consumir cuando la ocupación se encuentra en dicho nivel; porque a menos de que exista

este volumen de inversión, los ingresos de los empresarios serán menores que los requeridos para

inducirles a ofrecer la cantidad de ocupación de que se trate" (ibídem, p. 35). Esto significa que

D = C + I, y, por lo tanto, que S = I, en el equilibrio.

“Así, dada la propensión a consumir y la tasa de nueva inversión [que] depende de la relación

entre la curva de eficiencia marginal del capital (e) y el complejo de las tasas de interés para

préstamos de diversos plazos y riegos” [esto equivale a que I=i(e), cuya función se ha

representado en la Figura] “sólo puede existir un nivel de ocupación compatible con el equilibrio,

ya que cualquier otro produciría una desigualdad entre el [valor] de la oferta global de la

producción en conjunto y el [valor] de su demanda global. Este nivel no puede ser mayor que el

de la ocupación plena, es decir, el salario real no puede ser menor que la desutilidad marginal

del trabajo; pero no existe razón, en lo general, para esperar que sea igual a la ocupación plena”

(ib, pp. 35 y 36). “Para cada valor de N hay una productividad marginal correspondiente de la

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mano de obra [...] que determina el salario real” (ibídem, p. 37). Es decir (siendo el salario real

el cociente entre el salario nominal, W, y el índice general de precios P, y la productividad

marginal de la mano de obra la derivada de la renta respecto del empleo en la función de oferta

global): W/P = dY/dN.

Esta función se encuentra en la Figura didáctica del sistema keynesiano, bajo la representación

de la función de oferta global. A este sistema descrito por Keynes podemos añadirle una nueva

función implícita en su modelo. Se trata de la definición del salario nominal en función del real:

(W/P)·

P= W0, cuya representación gráfica es una hipérbola rectangular que permite hallar el nivel de

precios P. Esta función también está en la Figura.

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Claramente se puede concluir que en el caso de tipo de cambio libre, la política monetaria es

efectiva y con tipo de cambio fijo no lo es. La efectividad es medida a través de los cambios en

la producción, una política monetaria es efectiva si genera impacto positivo en el producto, no es

efectiva cuando el producto permanece invariante.

Podemos diseñar el modelo completo IS LM con economía abierta (Consideramos que A es el

gasto autónomo. A: C + I + G):

Modelo LM:

i = 1/h [ k Y - M / P ]

Modelo IS:

Y = A + c ( 1 - t )Y - b( 1/h [ k Y - M / P ] ) + Y* - ßY+ TCR

Modelo IS - LM:

Y = [ 1 / 1- c( 1-t ) + bk/h + ß } [ A + bM / P h + Y* + TCR ]

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Despejando Y, simplificando los términos y resolviendo la ecuación, obtenemos el

multiplicador de gasto en la economía:

[1/1-c(1-t)+bk/h+ß]

El multiplicador de gasto en una economía abierta, señala el impacto que habrá en el producto

cuando se muevan variables de política fiscal, cambiaria o monetaria, este multiplicador es

menor que el de economía cerrada. Esto se debe a que las medidas de política se diluyen hacia

afuera, es decir parte del efecto que buscamos lo estamos dando a otros mercados.

CAPÍTULO II: LA CRÍTICA DE KEYNES AL LIBERALISMO

En los años veinte del siglo pasado, John Maynard Keynes (1883-1946) ya era un destacado

economista, catedrático en Cambridge, autor de una obra sobre probabilidades y de varios ensayos

polémicos sobre temas de interés público. Durante años enseñó la ideología de "la mano invisible",

dominante durante siglo y medio en Gran Bretaña, mientras en Francia la misma había sido

adoptada por los fisiócratas con la consigna "Laisser faire, laisser passer", doctrina dogmatizada

más tarde por Juan Bautista Say.

I. EL EQUILIBRIO CONTINUO EN LOS MERCADOS, EL RECHAZO DEL

SEGUNDO POSTULADO DE LA ECONOMÍA CLÁSICA Y EL DERRUMBE DE

LA LEY DE SAY

1.1. ¿Cuáles fueron las críticas de Keynes a los clásicos?

En primer lugar, Keynes consideraba que la economía clásica descansaba en dos postulados:

1. la igualdad entre el salario real y el producto marginal del trabajo, y

2. 2) la igualdad entre el salario real y la de utilidad marginal del trabajo.

Keynes aceptó el primer postulado. Este proviene simplemente de la condición de primer orden

de la maximización de beneficios por parte de empresas que operan en competencia atomística y

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que, en consecuencia, toman como dados precios y salarios y maximizan, sujetas a una restricción

tecnológica (dada por la función de producción). Esta historia de empresas atomísticas que toman

los precios como dados, claramente no es cierta, al menos en la gran mayoría de los mercados.

Pero Keynes, por razones que creo entender, decidió no meterse con este postulado aunque con

seguridad sabía muy bien que la competencia perfecta no era una buena descripción de la situación

que prevalece en los mercados de bienes, con excepción de algunos de ellos. El artículo de Sraffa

de 1926, la tesis de licenciatura de Kahn a principios de los años 1930 y el libro de Joan Robinson

de 1933 versaba sobre la teoría de la competencia imperfecta. Creo por ello, que la decisión de

Keynes de aceptar el primer postulado fue una decisión estratégica: le permitió concentrarse en el

segundo postulado, su rechazo y las consecuencias de ese rechazo.

1.2. ¿De dónde proviene el segundo postulado de la economía clásica?

Proviene de las condiciones de primer orden del programa de maximización de la utilidad por

parte de hogares trabajadores. Estos hogares maximizan su utilidad, que depende positivamente

del consumo y negativamente del trabajo, y, sujetos a una restricción de presupuesto y nada más,

maximizan tomando precios y salarios como dados (ya que también son atomísticos).

Así, el hogar decide trabajar hasta el punto en que el salario que el trabajador recibe (medido

en términos de los bienes que consume) le compensa exactamente por la desutilidad marginal del

trabajo. Ni una hora más ni una menos. El resto del tiempo lo dedica al ocio.3

Keynes, en los años veinte y treinta del siglo pasado, observaba que, con mucha frecuencia y a

veces masivamente, los hogares trabajadores no podían decidir cuánto trabajar, sobre todo cuando

estaban desempleados. Es por ello que rechazó el segundo postulado de la economía clásica y en

su lugar supuso que el hogar, además de la restricción de presupuesto, enfrentaba una restricción

de cantidad respecto al monto de trabajo que podía vender en el mercado.4 En suma, lo que Keynes

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supuso es que los trabajadores no están siempre en sus curvas de oferta de trabajo deseadas; es

decir, no siempre pueden vender la cantidad de trabajo que desean.

Al rechazar el segundo postulado de la economía clásica, la ley de Say se derrumba y la

demanda agregada pasa a desempeñar un papel clave en la determinación del producto.

CONCLUSIONES

1. Parece claro, por tanto, que el fundador de las teorías liberales de la economía y la sociedad

pueden aportar reflexiones que hagan posible y necesario superar la estrecha visión de la

economía, de la sociedad y del ser humano que está presente en las actuales ideologías

neoliberales. Basta con establecer un vínculo entre el Smith de la Teoría de los Sentimientos

morales y el Smith del ensayo sobre la riqueza de las naciones. Aunque no llegó él mismo

a desarrollar con precisión el vínculo estrecho entre ambos saberes, la filosofía moral y la

ciencia económica, en el fondo lo tenía muy claro. Lo que sí hizo fue dejar bien asentadas

las claves para poder completar esa tarea. Por un lado, la simpatía como sentimiento básico

de la vida humana; por otro, el espectador imparcial, como dimensión medular de la

madurez moral de las personas y por último, la compatibilidad, no exenta de conflictos,

entre los intereses particulares y los intereses sociales.

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2. Tradicionalmente se supone que Smith fue un defensor a ultranza del laissez faire. Sin

embargo, un análisis minucioso de sus planteamientos nos indica que para él la competencia

sólo tenía sentido en el marco de valores y de instituciones que eviten su desbordamiento y

la presencia de su potencial destructivo en la sociedad.

3. Adam Smith ha convertido en causas del sistema Capitalista (económico liberal), lo que en

realidad son efectos de dicho sistema. En efecto, el fin de la economía, el orden y las leyes

del mercado y el comportamiento egoísta del hombre explican y justifican el liberalismo

económico, cuando en realidad es ese sistema el que explica y justifica que se asigne ese fin

a la economía, que se defiendan ese orden y esas leyes y que el hombre se comporte de esa

manera.

4. La ciencia económica de Adam Smith, a pesar de su indudable contribución al mejor

conocimiento de los fenómenos económicos, ha servido y sirve de instrumento ideológico

de legitimación del sistema económico de mercado, no puede desprenderse de la ideología,

de estar al servicio de un proyecto político.

5. Se impone la necesidad de un trabajo multidisciplinario entre profesores de modo que estos

sepan analizar el contexto histórico y socioeconómico en que se forma el pensamiento

económico, la validez o no de los supuestos en que descansan y la función práctica e

ideológica que es inherente a estos. De ello dependerá la determinación también del valor

cognoscitivo y metodológico del pensamiento económico para la práctica cubana.

6. Para Adam Smith la economía está naturalmente ordenada a conseguir el aumento de la

riqueza, y no se plantea la posibilidad de que ésta se ponga al servicio de otros fines, como

el que todos los seres humanos dispongan de los bienes necesarios para vivir decentemente

o que la riqueza producida se distribuya justamente. Nada en la naturaleza de la economía

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exige que se plantee como único o principal objetivo la producción ilimitada de riqueza.

Decidir el objetivo último de la economía no pertenece sólo a la propia economía, sino

también a la ética o a la política, etc.

7. “El esfuerzo natural de todo individuo para mejorar su propia condición, cuando se

ejercita con libertad y seguridad, es un principio tan poderoso que, por si solo y sin ayuda

alguna, no es únicamente capaz de conducir a la sociedad a la riqueza y a la prosperidad,

sino a superar el centenar de obstrucciones impertinentes con que la locura de las leyes

humanas obstaculiza, con demasiada frecuencia, su funcionamiento»

8. En La riqueza de las naciones cuando trataba de explicar la conducta económica de los seres

humanos enfatiza en el hecho de que en las actividades económicas existe un mecanismo

natural, el mercado, que se encarga de armonizar automáticamente, si se le deja actuar en

libertad, los intereses egoístas de los individuos producen beneficios para el conjunto de la

sociedad. Es más, el funcionamiento correcto del mercado no depende sólo de que se le deje

actuar libremente, sino de que los que concurren a él lo hagan movidos por la búsqueda del

propio interés: “No hemos de esperar que nuestra comida provenga de la benevolencia del

carnicero, ni del cervecero, ni del panadero, sino de su propio interés. No apelamos a su

humanitarismo, sino a su amor propio”.

9. «Sólo los ricos eligen, de entre la masa común, lo más delicioso y lo más raro. Apenas

consumen más que el pobre; a pesar de su avidez y su egoísmo...comparten con el último

peón el producto del trabajo que ellos mandan hacer. Una mano invisible parece forzarles

a participar en la misma distribución de las cosas necesarias para la vida, que hubiera

tenido lugar si la tierra hubiera sido dada en igual proporción a cada uno de sus

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habitantes; y, de esta manera, sin tener la intención de hacerlo, sin ni siquiera saberlo, el

rico sirve el interés social y la multiplicación de la especie humana»

10. De acuerdo con estos planteamientos, Adam Smith acepta la existencia de un orden moral

natural en la sociedad que se manifiesta en las inclinaciones naturales de los seres humanos.

Según explica en la Teoría de los sentimientos morales, la conducta humana está movida,

en primer lugar, por la búsqueda del propio interés, aunque otra inclinación natural, la

simpatía hacia los otros seres humanos, contribuye a moderar el egoísmo de cada uno.

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ANEXOS

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