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- Buen día señor, ¿le puedo servir en algo?

- fueron las palabras de una bellísima dama que


atendía, José hipnotizado por su belleza, no hizo caso a la pregunta, cuando de pronto una
nueva voz mucho más dulce y suave que la anterior decía: “Disculpe señor, puedo
ayudarlo, puedo servirle en algo”.
- Sí, claro que sí señorita, disculpe es que este dolor de cabeza me tiene atontado,
tiene un analgésico.
- Ya enseguida se lo traigo.
Era una joven de aproximadamente 19 años, tenia ojos verdes, una piel canela que hacia
juego con ellos y un pelo encrespado que le bajaba por debajo de la nuca y tenía una voz
angelical, que parecía que estaba en el cielo. Ya no necesito ser santo para ver a los ángeles
pensaba mientras observaba a la preciosa mujer que se encontraba en frente.
Extrañamente su corazón empezaba a latir más rápido, pero como todo buen caballero no
podía desaprovechar la oportunidad de dirigirle unas palabras a la bella dama, pero la
emoción lo traicionaba, hasta que tomó conciencia y se dio cuenta que ya no era una
criatura y debía comportarse como un hombre. Ante la presencia del amor todo es distinto,
no existe teoría alguna que pueda ser aplicada ante tal situación, pues todas quedan cortas y
muy al margen de la realidad. El amor es fuerte e inexplicable como la muerte.
Pronto tomó coraje y para cuando se acercó de vuelta la bella mujer, ya tenía la situación
bajo control, es que también ella se sentía atada por el amor aunque parezca ingenuo y
tonto, pero no lo es,

Apenas terminó de escribir miró su reloj y salto del árbol y dijo tengo unos minutos para
llegar y corrió hasta su casa con todas las fuerzas de sus piernas.

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