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EL MUSEO EN
SU DIMENSIÓN DIGITAL: NUEVAS PRESENCIAS, USUARIOS Y MODOS DE RELACIÓN
El museo, como servicio público, está orientado hacia la satisfacción de sus visitantes; de
almacenes de oras de arte y objetos históricos, en los que lo primordial era la conservación e
invesigación, los museos han evolucionado hacia una vertiente más social, en la que la difusión del
patrimonio y del conocimiento que lo rodea son lo esencial. Esta orientación hacia el público, la
sociedad, hace que la comunicación se convierta en un elemento central de la actividad
museística.
Además, los cambios técnicos, con el desarrollo de internet y las aplicaciones móviles han
transformado los modos de relación entre instituciones y usuarios. Internet, y especialmente las
webs intitucionales de los museos, son el principal escaparate, el primer punto de contacto,
además de las redes sociales, que permiten el contacto diario con los usuarios. La importancia del
uso de estas herramientas para poder comunicar y difundir las actividades y el patrimonio es, en
palabras de Tomislav Sladojévic en el VI Encuentro Internacional de Museografía celebrado en
Bilbao en 2010, un 8º arte: la comunicación de la memoria pública.
La comunicación tiene una doble vertiente: por un lado, atraer visitantes al museo
(marketing), y por otro, comunicar adecuadamente el mensaje que se quiere transmitir a través de
las exposiciones (difusión cultural). Ambas caras no se pueden entender la una sin la otra, por lo
que Santos M. Mateos Rusillo las aúna bajo el concepto de “comunicación global”. Según este
autor, la comunicación global es la gestión cultural y comunicativa que media entre los recursos
patrimoniales y la sociedad para potenciar un uso responsable, provechoso, atractivo y efectivo
capaz de aunar la preservación de los bienes culturales con su disfrute integral. La integración de
difusión y comunicación viene ya marcada en los Criterios para la elaboración de un Plan
Museológico del Ministerio de Cultura y en la propia organización de los museos, que tienden a
fusionar bajo uno sólo los Departamentos de difusión y comunicación.
De imagen o afectivo: Refuerzo o mejora de la imagen que tiene el público de la institución, así
como acercamiento a la comunidad.
El branding tiene varios componentes a trabajar como son la identidad corporativa, los
elementos visuales, el logotipo, el edificio o la cultura corporativa. Sin embargo, el más destacado
de ellos es el naming, el nombre de la marca. Su objetivo es la identificación clara de la institución
cuando se lee, ve o escucha su nombre. El nombre debe transmitir lo que el museo es, y puede
reelaborarse para ser más identificable, por ejemplo por medio de acrónimos simples y sonoros
como el caso del MoMA (Museum of Modern Art) o el MAMbo (Museo d'Arte Moderna di
Bologna). En otras ocasiones se recurre a una contracción del nombre, tomando generalmente el
modo popular de referirse a la propia institución, como en el caso del Reina Sofía o el Thyssen.
Otra opción es la adición de un segundo nombre, como el caso del Museo de San Isidro – Los
Orígenes de Madrid.
Símbolo:
Tipografía: el tipo de letra empleado; a cuanto más única sea, más fácil será identificar la
institución por su tipografía.
Color: colores que permitan identificar la institución con los mismos; suelen ser una combinación
de dos o tres colores, sencilla.
Frente a las tradicionales marcas estáticas, cada vez están más en auge las marcas
dinámicas o flexibles, que permiten su adaptación a diferentes usos. El primer museo en
implementar una marca flexible fue el Tate Museum.
En la dimensión digital, en primer lugar el contacto con el público; por un lado, son una
ventana hacia el museo, un modo de darse a conocer; por otro, un medio de fidelización del
público: puede que éste no visite el museo, pero esté interesado. Son importantes tanto como
herramienta de marketing como de difusión cultural del patrimonio.
BIBLIOGRAFÍA