Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si
todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10)
Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Gálatas 1:11 Más os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre;
Gálatas 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Gálatas 1:13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía
sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba;
Gálatas 1:14 y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho
más celoso de las tradiciones de mis padres.
D. Aplicación:
Pablo fue llevado maravillosamente al conocimiento y la fe de Cristo. Todos los convertidos
para salvación son llamados por la gracia de Dios; la conversión de ellos es obra de su poder y
gracia que obran en ellos. De poco nos servirá que tengamos a Cristo revelado a nosotros si
Él no es revelado también en nosotros. Estaba preparado para obedecer instantáneamente, sin
importar su interés, crédito, comodidad mundano o la misma vida. Qué motivo de acción de
gracias y de gozo es para las iglesias de Cristo cuando saben de casos semejantes para la
alabanza de la gloria de su gracia, ¡sea que los hayan visto o no alguna vez! Ellos glorifican a
Dios por su poder y misericordia al salvar a tales personas, y por todo el servicio hecho a su
pueblo y a su causa, y el servicio que puede esperarse con posterioridad.
E. Conclusión
“Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de
los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a
vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la
gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Gálatas 1:1-5)