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La tecnología, entendida como el conjunto de conocimientos técnicos ordenados científicamente, no se ha

mantenido constante a lo largo de la historia de la humanidad. La evolución de la tecnología a través de los


años es real, pero hoy hablaremos en especial de la teoría del filósofo checo Radovan Richta, que explica
cómo la tecnología ha cambiado la historia de la humanidad a lo largo del tiempo.
Richta fue un filósofo checo que nació en Praga. Su primer trabajo, publicado en 1963, fue “El hombre y la
tecnología en la revolución de nuestro tiempo”, que sirvió para llevar la tecnología a la vanguardia del
pensamiento filosófico.
Desarrolla el término “socialismo con rostro humano”, que sirve como lema del período histórico conocido
como Primavera de Praga. Además, durante la Segunda Guerra Mundial hizo un movimiento de resistencia
contra los nazis, por lo que fue arrestado.
Esta teoría de los estudios de la ciencia y la tecnología describe el desarrollo de la tecnología y su impacto
para la humanidad. Según esta teoría la tecnología evoluciona en tres fases: herramientas, máquinas y
automatización. Incluso hoy en día sigue siendo importante, ya que las tres etapas esbozan los tipos
fundamentales de tecnología.
Además, esta evolución sigue dos tendencias: se sustituye el trabajo físico por el trabajo intelectual eficiente
y se consigue un mayor grado de control sobre el entorno natural -por ejemplo, las materias prima se
pueden convertir cada vez más en elementos manufacturados complejos-.
Podemos comenzar la historia con una etapa pre-tecnológica, en la que el hombre prehistórico está al
mismo nivel que el resto de animales.
Según Richta la tecnología surge de la capacidad racional del hombre, por eso, en una primera fase aparecen
las herramientas. La ventaja de la herramienta es clara a la hora de realizar una tarea física, aunque en un
primer momento, la fuerza proviene del propio hombre o de animales. Stanley Kubrick reflejó
maravillosamente este momento de la historia en esta escena de su película 2001: Odisea del Espacio, en la
que un primate, toma consciencia de que el hueso puede ser una herramienta, una tecnología.
Los cazadores y recolectores utilizaban estas herramientas para adquirir alimentos, aunque más adelante, y
con el trabajo animal, se consiguió que la agricultura se llevara a cabo, aumentando diez veces la cantidad
de alimentos.
En la segunda etapa de la tecnología se crea la máquina. Esta no deja de ser una herramienta, pero en esta
ocasión sustituye la fuerza humana o animal y solo se necesita de un operador que controle su función.
Estas máquinas se popularizaron durante la revolución industrial, permitiendo que se pudieran hacer y crear
cosas que superan las posibilidades del hombre por sí solo.
Por último, en la tercera etapa -la autómata-, se consigue eliminar el control humano de la máquina
mediante un algoritmo automático. Probablemente el caso más conocido es la computadora y los robots.

Una característica de esta teoría es que, a pesar de que cada etapa tiene un comienzo definido, no existe un
fin. Eso se debe a que los elementos usados en la primera etapa siguen presentes durante la segunda y la
tercera -por ejemplo, el martillo-. Por eso, existe una simultaneidad entre las tecnologías de las tres etapas
de esta teoría.
Las consecuencias económicas de esta teoría dice que el trabajo intelectual será cada vez más valorado
frente a los bienes materiales y la mano de obra física. El mercado intelectual significa que poco a poco nos
acercamos a la etapa final de la evolución tecnológica.
Homínidos
El descubrimiento en Kenia de piedras talladas con 2,34 millones de años de antigüedad acaba de cambiar
por completo los conocimientos en este campo. Estas piezas pueden ser el testimonio del sorprendente
dominio técnico de primates homínidos que, tal vez, no pertenecían todavía al género humano. La cuna de
la humanidad puede muy bien ser también la de la tecnología. En la región del valle del Rif (África oriental),
donde el primer representante del género humano se separó del de los primates, nuestros ancestros ya
fabricaban, hace cerca de 2,5 millones de años, utensilios de piedra tallada con una destreza sorprendente.
Un equipo internacional dirigido por Hélène Roche, directora de investigación de la Casa de Arqueología y
de Etnología, tiene certeza de ello tras varios años de excavaciones en Kenia. Desde finales de los años
setenta, la atención de los investigadores se había visto atraída por el descubrimiento de una decena de
piedras en las orillas del Kada Gona, un afluente del río Awash (Etiopía), no lejos del lugar donde fue
descubierto el esqueleto de Lucy en 1974. Las piedras más antiguas conocidas hasta entonces, que se
remontan a entre 2,58 y 2,63 millones de años, estaban "indudablemente talladas" en una o dos caras, pero
"de forma bastante torpe", explica Roche.
Toscamente trabajados
A finales de los años ochenta, otros yacimientos, de entre 2,35 y 2,34 millones de años de antigüedad,
fueron hallados más al sur, cerca del lugar en el que el río Omo vierte sus aguas al lago Turkana, en la
frontera entre Etiopía y Kenia. También allí los sílex estaban toscamente trabajados, creados mediante un
"aplastamiento por percusión demasiado violenta". En Koobi Fora (Kenia), en la orilla este del mismo lago, y
en las gargantas de Olduvai (Suráfrica), también se encontraron otros miles de piedras talladas, con una
antigüedad de entre 1,9 y 1,5 millones de años.Manifiestamente, fue alrededor del lago Turkana donde
nuestros lejanos antepasados tuvieron un día la idea de tallar el sílex para descarnar los huesos de los
animales que cazaban o para raspar los tubérculos que desenterraban. Durante cerca de un millón de años,
los utensilios siguieron siendo toscos. No estuvieron realmente elaborados hasta el achelense, periodo que
corresponde a la aparición del Homo erectus, del que se encuentran huellas en estas regiones que se
remontan a entre 1,8 millones y 600.000 años antes de nuestra era. Las piedras más toscamente talladas
representaban, lógicamente, los primeros intentos del Homo hábilis (entre 2 y 1,5 millones de años),
generalmente considerado como el primer fabricante de herramientas. Las más antiguas podrían llegar a ser
consideradas, si se encontraban pruebas, como los intentos de los últimos australopitecos, primeros
representantes de la rama de los homínidos, ya no del todo monos, todavía no verdaderamente hombres.
Esta explicación era demasiado simplista para Roche. Fue su antiguo jefe, el célebre paleontólogo keniano
Richard Leakey, quien le dio la ocasión de confirmar sus sospechas al proponerle explorar, en la orilla oeste
del lago Turkana, la región de Nachukui, donde sus cazadores de fósiles habían encontrado huesos, algunos
de los cuales se remontan a más de 2,3 millones de años. Una verdadera alegría, ya que "si los más antiguos
yacimientos conocidos tienen 2,3 millones de años, las capas geológicas muestran una continuidad de entre
4 millones y 700.000 años". Un lugar único para realizar un sólido estudio comparativo sobre la evolución
tecnológica y biológica de los primeros homínidos.
Por tanto, se pusieron en marcha dos campañas de prospecciones preliminares en 1987 y en 1994. Pero
Roche no empezó realmente las excavaciones hasta 1997 gracias a la ayuda del Ministerio de Asuntos
Exteriores francés y de algunos patrocinadores, como la empresa Total.
Las primeras exploraciones fueron las buenas. El análisis del material hallado durante esta campaña,
presentado en la edición de Nature del jueves 6 de mayo, es impresionante. "Dimos con un yacimiento
excepcional", explica. "Un yacimiento muy pequeño, pero intacto, en el lugar llamado Lokalalei, donde hay
piedras en bruto, piedras talladas, los percutores que permitieron darles forma y todos los fragmentos
resultantes de la talla". Un taller completo de 2,34 millones de años de antigüedad, con un margen de error
de 50.000 años.Con una enorme paciencia, los miembros del equipo de Roche acometieron la
reconstrucción de este rompecabezas. Así consiguieron más de 60 piedras talladas y comprobaron que, para
elaborar sus utensilios, los homínidos quitaban hasta 30 fragmentos de las piedras en bruto. Muy pocos eran
luego retocados. "Su esquema de tallado era relativamente elaborado y repetido de forma sistemática",
explica Roche. Una técnica tan elaborada no fue adquirida de la noche a la mañana, ni siquiera,
probablemente, en unas decenas de miles de años. "En aquella época no estaban en sus comienzos, ni
mucho menos", lo que permite pensar que antes del Homo hábilis, probablemente unos australopitecos
tallaban piedra. "Desde hace unos 20 años estaba convencida de ello", dice triunfal Roche.

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